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Itinerarios e imágenes la ilusión del ESTRENO
Pocas cosas hacen más feliz al ser humano que el estreno. Lo dice Carlos Marzal y es muy cierto En Salamanca, en la Semana Santa de 2022 pudimos ser doblemente felices: por el regreso de la normalidad a nuestras procesiones y por el estreno en la calle de itinerarios e imágenes que engrandecen una vivencia en continua evolución. Por fin podía salir desde San Esteban Jesús de la Redención, la Hermandad del Perdón hacía su recorrido por primera vez d es de la Catedral y Nues tro Padre Jes ús del Vía Cr uc is en co ntraba tam bién en la SE O la solución a sus problemas históricos para fijar un punto de cabecera.
Era un día de sol y temperatura agradable. Sonaban a gloria las cornetas y tambores de la Santísima Trinidad de Palencia. Refulgía la fachada de San Esteban en una tarde de primavera y apoteosis. Al fin, tras infinidad de contratiempos y gracias al inmenso esfuerzo y determinación de un grupo de hermanos salía por primera vez en estación de penitencia la Cofradía Penitencial del Rosario. Agolpados en el atrio de los Dominicos, cientos de personas eran cons- cientes de estar viviendo un Sábado de Pasión para la historia. 9 de abril de 2022. Empezaba, por fin, la andadura de la Archicofradía en la Semana Santa de Salamanca.
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Expectación por ver en la calle unas túnicas hasta ahora desconocidas en la ciudad. Lino blanco y un capirote de 110 centímetros. El más alto, como símbolo de ascetismo y recogimiento. El mismo rasgo que remarca la cola enrollada en el brazo. Sandalias de cuero, ancho cinturón de esparto. Seriedad y compromiso arropando a Nuestro Padre Jesús de la Redención.
Y en un caminar igualmente serio, a costal, de frente y sin alardes, Nuestro Padre Jesús de la Redención. Una obra de Navarro Arteaga (2015) que ya se encuentra entre las mayores realizaciones del patrimonio procesional salmantino. De los Dominicos a la Catedral sentando la primera piedra de lo que un día será el gran conjunto de la Santa Cena.
(Foto de la izquierda): Nuestro Padre Jesús de la Redención en su primera estación de penitencia ante una multitud en la plaza del Concilio de Trento.
(Arriba): Nuestro Padre Jesús del Vía Crucis en su nuevo itinerario por el centro de la ciudad, con el Palacio de Monterrey al fondo.
(Abajo): El majestuoso Cristo del Perdón inicia su recorrido desde la Puerta del Obispo de la Catedral Nueva / Foto: Rosa González.
No menos histórico era el Domingo de Ramos. Tras una multitudinaria salida de la Hermandad de Jesús Amigo de los Niños por la mañana y unos minutos antes de compartir la calle con la Hermandad de Jesús Despojado, en un nuevo horario, iniciando la tarde, salía por primera vez en su historia de la Catedral la procesión de Jesús del Perdón. La marcha definitiva de las madres del convento de las Bernardas y otras dificultades empujaron a la hermandad a decidir abandonar su recorrido más habitual por el barrio de su antigua sede y llevar a cabo una brillante salida por el corazón histórico de la ciudad teniendo como punto de llegaba el convento. El nuevo itinerario permitía admirar aún más los valores del impresionante Cristo del Perdón, uno de los grandes crucificados realizados por Bernardo Pérez de Robles para la ciudad en el siglo XVII.
Había, además, otros dos hitos históricos: la primera salida en procesión de María Santísima de Gracia y Amparo y el desarrollo del acto del indulto, esta vez a un hombre condenado a tres meses de cárcel por conducir sin carné, ante la sede de los juzgados de Colón y con una notable presencia de público.
El Jueves Santo llegaban más novedades con la salida de la procesión del Cristo de la Agonía desde la Purísima y, antes, a las cinco y cuarto de la tarde, con el vibrante recorrido de la Hermandad del Vía Crucis desde la Catedral a San Juan de Mata. La hermandad de San Bernardo unía así los dos puntos universitarios (Escuelas Mayores y el Campus Unamuno) en un trazado de fe y monumentalidad que no omitió el emotivo paso por el Hospital de la Santísima Trinidad para rezar junto a enfermos y mayores en lo que sigue siendo uno de los momentos de espiritualidad más intensa de los días de Pasión.

