1 minute read

El Señor de la Columna

En esta página: Imagen de la procesión del 18 de abril de 1938, en plena Guerra Civil / Biblioteca Nacional.

(Página 48, arriba): Primera procesión con las nuevas andas de la Hermandad de Jesús Flagelado (posteriormente se añadirían banzos exteriores).

Advertisement

(Página 48, abajo): Jesús Flagelado y los Niños de Pasión en la hornacina de espejo en la antigua sacristía del Espíritu Santo.

Al año siguiente, los impulsores deciden cambiar el rumbo y solicitar su consideración de cofradía independiente de la Vera Cruz. Algo que supondrá un enorme esfuerzo económico, entre otras cosas al tener que devolver los hábitos de las primeras procesiones a su antigua hermandad matriz.

Eso obliga a que solo se acepte el ingreso de nuevos hermanos si pueden costearse ellos el hábito o a imponer que solo carguen el paso aquellos que acepten hacerlo gratis. También se realizan rifas y sorteos (de trajes de caballero, entre otros) con el fin de recaudar fondos. En 1951 se incorporan dos elementos clave: las medallas, encargadas a la casa Juan Fer de Madrid, y las características hebillas de plata, realizadas por Emilio Sánchez, al precio de 8 pesetas cada una.

El año siguiente se pueden estrenar las andas propias, realizadas en los Talleres Merchán con un precio de 4 675 pesetas. El hábito queda conformado definitivamente con la decisión de incorporar la capa, en 1956, y unificar los capirotes y fajines en color eminencia, en 1959.

En 1967, la hermandad sale de la procesión general del Santo Entierro (que conserva un momento iconográfico similar, Los Azotes de Alejando Carnicero) y se traslada al Miércoles Santo ante las crecientes dificultades de la Hermandad de Excombatientes para conformar su procesión. La extinción definitiva de la procesión con la imagen del Cristo de las Batallas hará que en 1972 por primera vez celebre en solitario su salida en Miércoles, situación que se ha mantenido hasta la actualidad.

Con una reconocible seriedad y prudencia, la hermandad se estabiliza y logra atravesar la crisis de la Transición. En su repunte tiene mucho que ver la decisión de aceptar a la mujer en 1987, anticipando la incorporación de la imagen de José Miguel Sánchez Peña, Nuestra Señora de las Lágrimas (previa votación de su advocación con Nuestra Señora del Consuelo como alternativa), en la procesión del Miércoles Santo de 1992.

Una hermandad pionera en el año 1959 en la creación de una Sección de Caridad, sin la que hoy es imposible entender la Semana Santa salmantina y que, además, tiene la inmensa responsabilidad de rendir culto y preservar (en 1998 acometió una restauración ejecutada por Isabel Pantaleón por valor de 500 000 pesetas) una de las cumbres del arte español.

This article is from: