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PARA QUE LA LUZ HABLE DENTRO
« Hermanos , p ara que la verdad h able den t ro , p ara que la l uz t ras p ase la in tel igencia , p ara que la sabidur ía em pape el corazón: ¿Prome t éis el más absoluto si lencio desde es te momen to h as ta la conc l usión de es te ac to?»
«¿Prome t éis en t regar t oda vues t ra in tel igencia a la medi t ación , aj enos a cuan to ocurra en la calle ?»
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«¿Prome t éis vivir es ta p rocesión con au t én t ico sen t ido de p eni t encia ?»
«Si as í lo h acéis que el Santísimo Cris to de la Luz y Nues t ra Señora Madre de la Sabidur ía os lo p remien y, si no, os lo demanden»

La Semana Santa de Salamanca tiene entre sus virtudes su carácter heterogéneo, en el que conviven sin ninguna fricción un gran número de maneras de vivir la religiosidad, de las más austeras y recogidas a las más multitudinarias. Dentro de este gran valor y con la dificultad de resaltar un solo instante por encima de todos los demás, a menudo se viene señalando la procesión del Martes Santo de la Hermandad Universitaria como una sublimación de todo lo que puede significar ese modo de vivir la semana de Pasión “en salmantino”.
De manera particular, se destaca la promesa del silencio que se realiza en el Patio de Escuelas. Ante la fachada rica del Estudio y en presencia de los hermanos, que depositan momentáneamente en el suelo las bastas cruces que portan durante todo el recorrido, se forma durante unos minutos un sencillo bosque de humildad en contraste con el oro de la portada que crea un escenario sobrecogedor en el que todos los asistentes tienen la sensación de estar viviendo algo único. Es un momento que tiene el sabor de lo antiguo, de lo más ancestral, revestido con la solemnidad de una universidad más que ocho veces centenaria, y sin embargo, es relativamente reciente si se tiene en cuenta que hablamos de una Semana Santa que hunde sus raíces en lo medieval.
Un acto completamente acabado, de cerrada perfección, llamado a repetirse a perpetuidad pero que forma parte de la Semana Santa como tal solo desde el año 1978 y, como sucede con algunos hallazgos felices, por casualidad.
La Hermandad Universitaria se ha fundado en 1948, hace ahora 75 años, y lo ha hecho con la abierta intención de subrayar los rasgos de mayor austeridad y penitencia en el marco de una Semana Santa salmantina en la que han comenzado a aparecer ciertos “folclorismos” de los que se quiere huir.
Miembro de su primera Junta de Gobierno es Juan Iglesias Santos, quien desde 1943 ostentaba la cátedra de Derecho Romano en la Universidad de Salamanca, institución en la que cursó sus estudios jurídicos y a la que regresó tras alcanzar el grado de catedrático en Oviedo. Iglesias (uno de los más relevantes autores contemporáneos en pensamiento jurídico, lo que le valió en el año 2000 el Premio Castilla y León y en el año 2001 el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales) compuso para la primera procesión de la hermandad una solemne fórmula para que los cofrades pudieran ofrecer como sacrificio su silencio al Cristo de la Luz y Nuestra Señora de la Sabiduría.
Pero el eminente romanista ha pensado la oración para la intimidad de los hermanos, justo en el momento previo a iniciar su recorrido desde la Clerecía, la iglesia del Espíritu Santo, donde los fundadores establecieron su sede canónica desde el comienzo. Pero los avatares de la Hermandad Universitaria iban a contribuir a sacar del templo este acto tan intenso y emotivo. En la década de los 60 comienza una lenta decadencia de la procesión del Martes que llevaría a su junta en 1970 a tomar la dolorosa decisión de no celebrar la procesión, por falta de hermanos, ofreciendo como consuelo un Vía Crucis por las calles cercanas a su templo acompañando a la imagen del Cristo de la Luz, portada sin andas por unos pocos hermanos.
La procesión regresaría en 1978. Ese año volvían a salir los hermanos con sus hábitos negros y sus pesadas cruces acompañando de nuevo al Crucificado y su Madre. Pero en ese momento la Clerecía se encuentra en obras y es imposible realizar la oración de silencio en su interior. Ante estas circunstancias, se decide celebrar la promesa en el exterior, en el Patio de Escuelas, engrandecida por el coro de la Universidad Pontificia. Se acaba de crear una de las imágenes más universales de la Semana Santa de Salamanca.