4 minute read

Un apellido, 250 años y Jesús NAZARENO

Se cumple un cuarto de milenio de la entrada en la Congregación de Miguel No y sus descendientes siguen vinculados a la hermandad

Arriba: Registro de la distribución de cargas del tablero del Nazareno, en el que Miguel No ocupa el banzo de atrás.

Advertisement

Abajo: Registro del nombramiento de Miguel No como hermano mayor de paso.

La Congregación de Nuestro Padre Jesús Nazareno es la segunda más antigua de la Semana Santa salmantina y en gran medida es depositaria de algunas tradiciones singulares del modo de vivir la pasión en la ciudad. Entre ellas, destaca el carácter de permanencia de las sagas familiares. Apellidos como Íscar, Fraile, Guervós, Charro o Torres son más que centenarios, pero el trabajo de archivo de María Felisa de Nó Vázquez ha permitido rastrear una particular efeméride: la entrada de un antepasado, Miguel No, en la congregación hace justo ahora 250 años.

Y no le fue fácil. En marzo de 1771, Miguel intentó por primera vez ser admitido como hermano de paso con otros tres solicitantes, pero como había hermanos suficientes “se acordó no admitir alguno por ahora y se les tendría presentes habiendo vacante”, dice el libro de actas. Efectivamente, el 14 de abril de 1772, Miguel No y Mateo Fraile son admitidos “quedando por tales hermanos de paso”, explica María Felisa de Nó.

El paso de Miguel No va dejando además clara huella en el archivo. Se sabe que entró a ocupar un sitio de carga en el banzo de atrás de la costana de María. En 1775 ofreció 2 reales en las rogativas que hizo la Congregación para que lloviese y en 1797 ya era hermano mayor de paso del Nazareno. Así se refleja también al recoger el fallecimiento de su mujer en 1812: “Josefa Villasanta de Miguel Noo Hno de paso, Junio 27”.

Pero ahí ha comenzado ya una saga que va a continuar presente en la hermandad durante los próximos dos siglos y medio. Sucesión de registros homónimos que en un primer momento llevan a hablar de un “Miguel de No mayor” y otro “menor”. A este último se le niega el ingreso en 1821 porque formaba parte de la Milicia de Salamanca y por lo tanto “no se hallaba libre y podía suceder que si era uno de los que salían electos no pudiese cargar”.

Al año siguiente ya se le admite, como “hijo y nieto y sobrino de hermanos de paso que han sido y son”. El mismo año que se notifica que su abuelo, el primer Miguel No “estaba imposibilitado” para continuar en la congregación y pide que se le jubile.

“Hoy la Congregación de Jesús Nazareno está abierta a toda la sociedad salmantina y acoge a todo el que llega, pero es verdad que en gran medida esta hermandad ha sido cosa de familias durante buena parte de su historia”, explica José María Santiago Guervós, hermano mayor. Hoy la congregación supera los 400 hermanos y “atraviesa un buen momento en mitad de las dificultades que todos tenemos”, señala Guervós, reelegido en su cargo el pasado mes de mayo y quien precisamente subraya que “hemos podido crecer porque hemos aunado esta condición de cofradía abierta con la permanencia de muchas sagas familiares”. Justamente, el apellido del hermano mayor es un ejemplo de ello. Mariano Guervós Fernández, que fue alcalde de Salamanca, entró de Nazareno en el año 1826, hace casi dos siglos. No es un caso aislado. Hay otros muchos apellidos que han permanecido vinculados durante generaciones a la Congregación y a menudo de manera ininterrumpida. María Felisa de Nó Vázquez sospecha que ese puede ser el caso de su fami- lia, aunque tras aquellos primeros Miguel No el rastro del apellido se pierde, durante unas décadas, en las que previsiblemente se habría mantenido la vinculación de la familia a través de las mujeres. Por ejemplo, Enriqueta Hernández, que aparece como “hermana fallecida” entre 1904 y 1905.

Sea como fuere, los No reaparecen en 1921. Eduardo y Genaro de No Hernández –el célebre arquitecto racionalista–, Emigdio de la Riva Peñalosa y Leopoldo Lamamié de Clairac Blanco figuran como diputados de la Congregación y entre los cuatro pagan 1 890 pesetas en cumplimiento de sus compromisos. En el registro Eduardo de No Hernández firma las cuentas por él y “por mi hermano Genaro”.

Página 90 (arriba): María Felisa de Nó Vázquez revisa los documentos digitalizados sobre sus primeros antepasados.

Página 90 (abajo): Recibo de los 50 maravedíes entregados en 1827 por las honras fúnebres de Miguel Nó.

Página 91: José María Santiago Guervós y María Felisa de Nó consultando los antiguos libros de la Congregación.

También el hijo de este, Genaro de Nó Soler, sin duda el gran muralista en la historia de la pintura salmantina, permanecería junto al Nazareno. En 1945 su nombre aparece como diputado, junto a su hermano y padre de María Felisa, José Luis de Nó Soler, y José Márquez García, Fernando Montero Maldonado, Matías García Blanco y Fernando Domínguez Berrueta.

María Felisa de Nó recuerda que “los hijos de José Luis y Genaro iríamos jurando como Nazarenos a lo largo de las décadas de los 70 y 80 y la siguiente generación también continúa incorporándose, a partir de los años 2010”.

Calderón, Márquez, Núñez, son otros apellidos de larga tradición en el Nazareno, pero su hermano mayor subraya que “no es cierto que esta fuera una congregación solo de élite y familias burguesas, siempre ha tenido un respaldo popular enorme”. De hecho, María Felisa de Nó destaca que “los libros que recogen las cargas que llevaba el Nazareno dejan claro que aquí había personas de todas las profe- siones, algunas claramente muy humildes”.

Además, en la Congregación los hermanos de cruz que acompañaban al paso “pagaban su cuota en cera, que entonces era un bien muy preciado”, mientras que los hermanos de carga “que eran carpinteros, albañiles, aguadores, gente que tenía que tener además mucha fortaleza porque iban muy pocos con el tablero, no pagaban cuota”. Sin embargo, “en el día a día de la hermandad o a la hora de tener derecho a honras fúnebres, unos y otros eran exactamente iguales”.

This article is from: