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AL AMPARO DE LA VIRGEN DE CARNICERO
Buen ejemplo de esta armonía es el cambio del emblema de la cofradía para incorporar el de la orden del Carmelo y la recuperación por parte de la oración en el Huerto de la tradición de procesionar el 16 de julio con imagen de la Virgen del Carmen por el centro de la ciudad, costumbre que de nuevo ha interrumpido la pandemia. Una tradición que tiene su origen precisamente en el magnífico conjunto escultórico que preside hoy el altar mayor desde el camarín. Se trata de una escena esculpida por Alejandro Carnicero en la que se representa el milagro de la entrega por la Virgen del escapulario a San Simón Stock, general de la orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo. Según la tradición, María se apareció al santo inglés en respuesta a sus rezos y petición de protección y le entregó el escapulario asegurándole que “quienquiera que muera portándolo, no sufrirá el fuego eterno”.
El conjunto fue un encargo realizado en el año 1728 a Alejandro Carnicero para colocarse inicialmente en el altar mayor del desaparecido convento. Después fue trasladado al altar de la capilla de la orden Tercera, inserto en un gran retablo de Miguel Martínez, perdido durante uno de los muchos incendios que afectaron a este espacio.
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La devoción a la Virgen del Carmen se ha mantenido atravesando todo tipo de vicisitudes en la ciudad y, además, en los últimos tiempos esta iglesia salmantina se ha convertido en depositaria del impresionante testimonio de fe popular en San Judas Tadeo. No se trata de una antigua tradición en torno al apóstol y mártir en este templo, sino un fenómeno de apenas veinte años. Un matrimonio donó a la iglesia la imagen en agradecimiento por un favor recibido y desde entonces la tradición de acudir cada último miércoles de mes a encender una vela roja ante el patrón de las causas perdidas no ha cesado de ganar seguidores.
La Virgen del Carmen entregando el escapulario a San Simón Stock luce hoy completamente restaurada tras el trabajo de Isabel Pantaleón eliminando repintes y otros daños.

Hay dos sensacionales lienzos del XVII: San Juan de Sahagún y Santo Tomás de Villanueva, obra ambos de Claudio Coello para la capilla de la Universidad de Salamanca.


Detalle del expositorio barroco en el altar mayor. Un posible vestigio de los antiguos retablos con los que contó la capilla, perdidos en el gran incendio del siglo XIX.
Capilla de San Judas Tadeo que moviliza a un gran número de fieles cada último miércoles de mes. Durante la pandemia se colocó en una ventana al exterior.
