3 minute read

DESPOJADO

Hace diez años que algo cambió en la Semana Santa de Salamanca. Una mirada conmovedora hasta el extremo. Un gesto de absoluta humildad. Un cuerpo llagado con toda la crueldad de la que el ser humano es capaz –y ya sabemos que es mucha–. Una década de la llegada de una imagen única en torno a la que su hermandad ha ido creciendo y desarrollando su propia personalidad por las calles de Salamanca. De la Clerecía a San Benito y de aquí a San Sebastián. Traslados, nombres, esfuerzos para cumplir una misión. Diez años dando consuelo a los despojados.

Se cumple una década de la primera procesión en Salamanca de Nuestro Padre Jesús Despojado. Con su mirada, su perfección y su rápida conexión con los fieles, la talla de Romero Zafra y todo lo que la rodea se ha convertido rápidamente en uno de los grandes revulsivos de la Semana Santa de Salamanca

Advertisement

Imposible sumar más de medio milenio de existencia sin una sucesión de momentos, de instantes, hitos y puntos de inflexión. Hace más de 500 años que la Semana Santa existe como tal en Salamanca y son muchas las fechas relevantes en su caminar en el tiempo. Sin embargo, si nos fijamos en la época contemporánea, una de las más importantes se producía hace justamente una década, con la primera procesión de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras por las calles de Salamanca. Un soplo renovado que, en cierta forma, venía a cambiar el paso de la Pasión en la ciudad. La hermandad había iniciado en 2007 un camino con las dificultades iniciales propias de las grandes empresas. Un año después, el obispo Carlos López firmaba su erección canónica. La Semana Santa del 2012 era el primer gran punto de llegada que se marcaron los primeros hermanos, 87, con los que comenzó a caminar la nueva cofradía. Poco habría que esperar para que un grupo de aquellos hermanos, encabezado por Ángel Hernández, consiguiera confirmar los contactos con el cordobés Francisco Romero Zafra para la realización de los dos titulares de la hermandad: Jesús Despojado y María Santísima de la Caridad y del Consuelo. Comenzaba la carrera contrarreloj que culminaba con la primera estación de penitencia el Domingo de Ramos de 2012, con salida ya desde la iglesia de la Purísima.

De ayer a hoy Beatriz Dudes es hoy la hermana mayor de la cofradía y considera que desde los primeros pasos de la hermandad y particularmente desde aquella primera procesión “Jesús Despojado ha sido un revulsivo para la Semana Santa de Salamanca, ha dado un empuje nuevo a la forma de entender la vida cofrade, en nuestro caso con una actividad continuada a lo largo del año y con una dedicación constante a la evangelización y la caridad”.

Aspectos en los que contar con la excepcional talla de Romero Zafra ha sido una gran ayuda. “Sabemos que nuestros santos titulares son un camino a la fe, que ayudan a muchas personas a rezar, que despiertan sentimientos y eso en definitiva es evangelizar”, explica Beatriz.

En esto también ha contribuido de forma fundamental haber recalado en la actual sede canónica de la hermandad, la iglesia de San Sebastián: “tiene una ubicación excepcional y permite que nuestros hermanos vengan y participen en las celebraciones pero también hacemos un esfuerzo por abrir durante los puentes y los días festivos para que las personas que vienen de fuera se encuentren con Jesús Despojado y con María Santísima, son imágenes que impresionan y de ese contacto también han surgido algunas altas en la hermandad”.

Haber podido incorporar la gubia de Romero Zafra al patrimonio procesional salmantino es también un motivo de orgullo para la joven hermandad. La hermana mayor señala que “nosotros hemos aspirado siempre a la calidad en todo lo que hacemos, de ahí que fuera tan importante para nosotros que nuestros titulares fueran como han sido, porque esa alta calidad luego la tratamos de trasladar a nuestra estación de penitencia y en todas las iniciativas que desarrollamos”.

Tomar aliento

Un caminar de una década que ha alternado momentos de ritmo frenético y otros más pausados, como el parón obligado por la pandemia que “ha supuesto un grave problema, porque nos ha frenado en muchas cosas”, reconoce Beatriz Dudes.

Por eso, ahora el reto es “volver a reenganchar a esas personas que quizá tras dos años sin salida a la calle se hayan podido distanciar de nosotros y seguir insistiendo en que la vida de hermandad es mucho más”.

Un nuevo reto para la siguiente década, en la que la hermana mayor señala que “me gustaría asentar más nuestra presencia en la calle con más nazarenos, poder definir un proyecto de caridad propio y que sea un referente para toda Salamanca y crecer un poco más en el número de hermanos”.

Esa es la idea, destaca Beatriz, “tenemos muy consolidado el ADN Despojado, que es nuestra seña de identidad y nuestro modo de vida y tenemos que extenderlo lo más posible, recordar que nuestro objetivo no es otro que ocuparnos de todos los despojados del mundo y darles consuelo”.

This article is from: