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Al Humilde
Jesús, te vemos pasar apesadumbrado, deshecho, déjanos ayudarte con nuestro no ser nada, déjanos que te llenemos de nuestro querer y con nuestro amor, deja que te inundemos y te invadamos con el deseo de aliviarte, danos Tú de ese gran valor, de ese poder llevar la cruz, de ese querernos tanto, pues darnos tu muerte te pareció poco y nos regalaste a tu madre en el gran suspiro al Padre Eterno, y dijiste: -Todo esta consumado- Que gran valor Jesús mío querido, que dejas tus llagas abiertas por todo tu cuerpo esperándonos para que entremos y moremos junto a Ti. ¿Cómo sabremos decirte gracias?. A ti que estas sentado, cansado, triste y afligido. Pasas a mi vera y quisiera ayudarte, déjame darte el calor para quitarte el temblor de tu cuerpo Santo, déjame que te limpie el sudor mezclado con tu sangre bendita que impiden a tus ojos divinos ver. La corona de espinas se clava en tu cabeza bendita. ¿Cómo lloro al verte en tan lamentable estado, Jesús del alma mía?, así desnudo, Tú, la pureza Santa. Tú, el Rey de los cielos abatido así. Haz que sepamos desnudarnos de lo que nos separa de ti, y cubrámonos de lo que tu quieres que seamos, eso que nos iguale a ti, eso que nos distinga por ser tus hijos. Jesús, alégrate, que Puente Genil esta a tu lado y quiere ser del Padre como Tú, del Padre Celestial.
Lola Arroyo
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