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quechua viaja a la ciudad a morir”

Escribe:

Anael Pilares Valdivia (*)

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El profesor Rafael Mercado es quechuólogo, especialista en educación intercultural bilingüe. Hizo diversos aportes sobre pedagogía y enseñanza del quechua. Es quechua hablante nativo, nació en Paucartambo, en el distrito de Challabamba. Investigó y trabajó en torno a la lengua quechua desde los años 80. Se especializó en alfabetización intercultural bilingüe. Participó en la implementación del Plan de Formación Nacional en Educación Bilingüe Intercultural – PLANCAD EIB, específicamente en Chumbivilcas, Cotabambas, Abancay, Curahuasi, Huancayo y Puno. En esta entrevista, ofrece una mirada profunda sobre la importancia del quechua y la discriminación que sufren los quechua hablantes.

Queremos hablar de la problemática del quechua, en este caso, del racismo. ¿Podría explicarnos sobre la frase que nos comentaste antes de iniciar la entrevista: “El quechua viaja a la ciudad a morir”?

Esto es una realidad. Por ejemplo, yo soy de Paucartambo, el quechua vino conmigo a la ciudad, pero yo ya no he transmitido esta lengua a mis hijos. Y esto sucede con muchos profesionales, con muchas personas, que vienen del campo, que proceden de la zona rural, a la ciudad y no lo enseñan. Primero por prejuicio, justifican que hablar quechua es de “indios” o de “ignorantes”, o que si por hablar quechua uno hablará mal el castellano. Eso no es cierto. A no ser que los abuelos sean los que migren, entonces el entorno familiar en la ciudad no tiene otra opción que hablarlo para comunicarse, pero no van a tener un quechua fluido.

¿Existe racismo en las escuelas? ¿Cómo es la valoración del quechua allí?

Claro, cuando era estudiante en una comunidad en el valle de Lares (Calca, Cusco) nuestro profesor nos prohibió hablar el quechua. Estaba mal visto. En la mentalidad de los profesores, con el quechua no se puede hacer educación, hablar quechua es malo, y hablarlo significa ser “inferior”, incluso significa no tener suficiente coeficiente intelectual. Actualmente, en las escuelas de educación bilingüe intercultural, el profe- sor no está convencido de que se puede hacer educación con el quechua, su rol identitario y social.

Sí se está trabajando en torno a ello, yo conozco escuelas donde los niños están escribiendo en quechua. Pero muchas veces sucede que los niños al ingresar a la escuela, al primer grado de primaria, llevan su cultura, cosmovisión, cosmogonía, los que están reflejados en su idioma, pero al llegar al sexto grado salen renegando de su cultura. Ya no cantan, ya no bailan, ya no relatan sus mitos. Muchas veces, la escuela, en lugar de desarrollar la identidad de la comunidad, lo que hace es que sientan vergüenza de su cultura y su lengua.

¿Crees que exista un cambio concreto, por ejemplo, desde hace 15 o 20 años, respecto a esta invisibilización y discriminación con la lengua quechua?

Creo que sí ha habido un cambio. En los años 70 nadie quería hablar quechua. ¿Por qué el campesino no quería hablar quechua? ¿Por qué el quechua hablante no quería que sus hijos hablen quechua? Porque por hablar quechua eran discriminados, marginados, excluidos, tratados como un ciudadano de quinta, por hablar quechua se burlaban de ellos. Esto se mantiene, pero existe mayor tolerancia. Actualmente, si un quechua hablante va a una institución lógicamente se va a expresar en su lengua, y por ello no lo van a atender, se van a burlar de él, yo he visto casos como “aquí hay un quechua hablante, quién sabe hablar quechua, guachimán, atiéndalo”. Pienso que el quechua hablante debe ser atendido en su propia lengua, el funcionario debe atender al quechua hablante y no ser al revés. Pienso que sí ha habido cambios positivos. Actualmente, el quechua está siendo fortalecido, hay muchos jóvenes que se están dando cuenta de la importancia del quechua tanto en la ciudad como en las comunidades. Entonces ya no tienen vergüenza de hablarlo, igual que un sector profesional, pero esto no pasa con un gran sector de la población adulta de zonas rurales.

El artículo 48 de la Constitución nos indica que el quechua es una de las lenguas oficiales del Perú, por lo que no debe de ser una lengua muerta. ¿Se están promoviendo políticas de incidencia desde el Estado respecto a su revaloración y transmisión?

En la práctica no. Por ejemplo, si yo presento un documento, digamos a un ministerio, escrito en la lengua quechua, no me van a aceptar el trámite. El Estado, a través del Ministerio de Educación, implementa acciones a través del programa de educación bilingüe intercultural, pero también hay ciertos problemas, hay poblaciones y comunidades quechua hablantes que el ministerio no acepta como poblaciones quechua hablantes. Por otro lado, se está implementando el quechua en colegios urbanos.

Esto ha podido ser visible en la actual crisis política y social, en las marchas, el centralismo, ¿qué derroteros nos han demostrado que existe esa discriminación?

La discriminación siempre está presente, solo que adormecida o hipócritamente no se manifestaba, no se expresaba abiertamente. Discriminación hacia la gente del campo y hacia la gente que habla quechua. Lo que ha pasado con las movilizaciones es que han venido comunidades a la ciudad y allí es donde nuevamente se ha abierto esa brecha. Hemos escuchado “a qué vienen estos indios a mi ciudad”, “ensucian mi ciudad”, “hagan vuestro paro en vuestra comunidad”. El resentimiento de la gente rural a la gente de la ciudad ha crecido.

¿Cuál sería la diferencia entre un quechua hablante y un castellano hablante, respecto a la cosmovisión? ¿Qué tanto influye y transmite la lengua de los pueblos sobre su manera de ver el mundo, su propia conciencia, su ma- nera de resolver problemas sociales?

¿Piensa distinto un castellano hablante a un quechua hablante?

Son mundos diferentes, culturas diferentes. La concepción del mundo es diferente. Por ejemplo, para la cultura moderna, la naturaleza es un objeto, un recurso que hay que explotar, que hay que extraer. Para un quechua hablante, la pachamama es un ser que hay que atender igual que a las personas, cuidar, proteger, organizar. Esta visión no tiene la cultura occidental.

¿Cómo podemos revalorar la lengua quechua? ¿Qué posibilidades tenemos a futuro para tener un país con mayor respeto y equidad intercultural y así erradicar el racismo que deviene del proceso histórico peruano?

Pienso que el aporte que está haciendo el Ministerio de Educación, mediante la implementación de programas de educación intercultural bilingüe, es una alternativa. A veces las leyes no funcionan, se tiene que entender que existen tantas culturas en nuestro país, no solamente está el quechua y el aimara, hay diversos pueblos amazónicos (más de 48).

La gente tiene que entender que ello es una gran riqueza cultural, si no lo entendemos seguiremos con la misma intolerancia, sin la construcción de una nación pluricultural. Pienso que sí hay avances. Por ejemplo, las redes sociales visibilizan la existencia de grupos de jóvenes donde se comparte información en quechua, es decir, se habla y escribe este idioma.

En su experiencia ha trabajado libros bilingües (quechua/castellano), libros para niños sobre relatos, señaleros de la naturaleza, mitos de origen, entre otros. Esto es una manera de seguir contribuyendo, difundiendo y transmitiendo el quechua. ¿Qué proyectos tiene en camino?

Al escribir un libro, un artículo en quechua, estamos escribiendo el conocimiento, la sabiduría ancestral quechua. Cuando trabajaba en educación bilingüe, algunos profesores decían ¿qué es lo que voy a enseñar si no hay nada en el quechua? Las primeras enseñanzas en educación bilingüe eran traducir conocimientos castellanos al quechua, pero no se trabajaba la cultura, el conocimiento.

La cultura quechua tiene conocimientos ancestrales tales como la medicina tradicional, predicciones climáticas, convivir con la naturaleza, estudiar con la naturaleza, ver su comportamiento, un pajarito te avisa qué es lo que va a pasar, sobre actividad agrícola, ritos… Estos son conocimientos tan válidos como los conocimientos modernos. Mediante la cultura escrita estamos registrando el conocimiento ancestral de la cultura quechua.

¿Cuál es su posición frente al debate histórico en torno al quechua trivo- cálico y el pentavocálico? En Cusco, existen bastantes defensores de la escritura pentavocálica, pero oficialmente la escritura trivocálica es la aceptada y difundida por el Ministerio de Educación.

El Ministerio de Educación ha perdido casi 10 o 15 años discutiendo si el quechua se va a escribir con cinco o con tres vocales y ha descuidado el tema más importante: el de interculturalidad. Lo que más importa es discutir el tema de interculturalidad, la discriminación que hay por ser quechua hablante.

El quechua, más que si se escribe con cinco o con tres vocales, tiene diversos problemas sociales, por ejemplo, no puedo hacer ningún trámite en ninguna institución en mi idioma. Por ello, problemas como la exclusión, discriminación, marginación por hablar el idioma quechua.

Su valor de uso debe de ser puesto en debate. En mi caso, soy trivo- cálico, esta forma de escritura tiene un sustento técnico, la escritura pentavocálica no la tiene. Se dice que el quechua se habla con cinco vocales, pues sí, en efecto, pero aquí no estamos hablando de la forma oral, en la forma oral vamos a seguir comunicándonos con las cinco vocales, a veces una palabra se habla con “e” y con “i”, y significa lo mismo. Yo puedo decir “pesqa” que significa cinco y puedo decir “pichqa” que significa cinco. Realmente este es un problema urbano, porque en el campo este debate no tiene ninguna importancia, simplemente se habla en quechua. Toda escritura es convencional y arbitraria, al final se impondrá la que se escriba más, sea pentavocálica o trivocálica. Lo importante es que se incentive su habla y escritura.

(*) Responsable del Área de Documentación y Gestión Cultural del Centro Bartolomé de Las Casas (CBC).

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