Página Valdense - 2024

Page 1


Página Valdense

«...porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.» Hechos 4:20

REDACCIÓN

Varela 1729 - Dolores - Soriano - Uruguay e-mail: paginavaldense@gmail.com

COMISIÓN SINODAL DE COMUNICACIONES

DIRECTORA Daiana Genre Bert

EDITOR RESPONSABLE Darío Barolín e-mail:dariobarolin@yahoo.com.ar

EQUIPO DE REDACCIÓN

Yanina Vigna, Lis Rivoira, Tomás Barolín Tron, Mymma Sappé

CREACIÓN GRÁFICA, DIAGRAMACIÓN Penélope Chauvié

ILUSTRACIÓN DE TAPA Anónima

ETIQUETADO, DISTRIBUCIÓN Y ADMINISTRACIÓN

Julio Leal - 19 de junio 917 casi Vlausich Colonia Valdense- Uruguay Tel.: (598) 4522 0620 - Cel.: 099967745

SUSCRIPCIÓN ANUAL Precios subsidiados por el proyecto OPM

La retirada

de la Directora

a lo que vislumbrábamos -quienes estábamos en la cocina- como un lugar hacia donde ir. Página Valdense continuó publicando contenido lo más plural posible, alineado a la misión, visión y valores de la iglesia, a pesar de que no llegaba a todas las personas que queríamos.

Para mí, Página Valdense fue la insistencia misma del movimiento -o Movimiento-, sabiendo que podía ser mucho más, sosteniéndose como podía entre tensiones y resistencias internas.

Uruguay $U 450 - Argentina $A 500 Europa € 50 - Resto del mundo U$S 70

MEDIA SUSCRIPCIÓN (SEIS MESES)

Uruguay $U 225 - Argentina $A 250

CUENTA EN BROU 1521941-00002 Para recibir pago de suscripciones. Por favor en cada depósito o transferencia poner los datos de contacto.

AFILIADO A OPI N° 837

TIRADA: 900 ejemplares N° Matrícula Dirección de Industrias: 188

Impreso en Imprenta Moyano

Ferreira Aldunate y Haedo - Mercedes Soriano - Depósito Legal N° 68638

El equipo editor asume su responsabilidad sólo por las opiniones propias

Para actualizar agentes, sugerencias u opiniones enviar mail a paginavaldense@gmail.com

O bien al celular: +54 3437 448727.

Argentina

Col. Belgrano: Delhy Pastre. Col. 25 de Mayo: Ruben Bertinat. Cnel. Suárez: Pablo Rafarelli. Gral Roca: Oscar Dalmás. Gral San Martín - LP: Stella Maris Chambón. La Paz - ER: Marisel Garnier. Jacinto Aráuz - LP: Susana Tucat. San Carlos C. - SF: Héctor Cotichini. Villa Iris - BA: Ema Dalmás. Reconquista - SF: Dardo Zanuttini S. Martín - SF: Edith Long. San Gustavo - ER: Orfilia Barolin. El Sombrerito - SF: Aurora Bertinat. IERBA (Buenos Aires): Comunidad de IERBA. Gálvez: Rubén Gardiol. López: Carina Tschopp. Paraná: Equipo de Comunicación. Flores Consistorio: Alberdi 2240 (CABA) San Nicolas: Helvecia Catalín. Laprida: Delta Bertón. Bahía Blanca: Natalia Coria.

Uruguay

Carmelo: Ruth Soulier. Cañada Nieto: Alba Charbonnier. Colonia: Ethel C. Negrin. Col. Miguelete: Ana Félix. Col. A. Negro: Carolina Galván. Col. Valdense: Secretaría IEV Colonia Valdense. Cosmopolita: Milka Charbonnier. Dolores: Nora Gallo. Fray Bentos: Cristina Dalmás. Juan L. Lacaze: Manuel Ávila. Alférez Lascano: Nylia Gonnet. Melo: Glenys Rameau. Montevideo: Mario Pablo Ábalos

O. de Lavalle: Juanita Bonjour. Palmitas: Hilda Geymonat. Paysandú: Ruben Dalmas. Rosario: Andrea Montaña. Mercedes: Natalia Gauthier.Carlos Dodino

Tarariras: Consistorio de Tarariras. Tres Bocas: María Fernández. Young: Esther Malán

Hace ya algún tiempo que se identificaron algunas necesidades comunicacionales nuevas -o diferentes- en el área rioplatense de la Iglesia Valdense, que bien pueden ser un reflejo de los cambios socioculturales que transitan nuestras sociedades y, por ende, nuestras comunidades. El camino es largo y algo sinuoso. Allá por el 2012, la asamblea sinodal pide que Mesa Valdense continúe con el proceso hacia la creación de la Secretaría de Comunicaciones; en el 2013 vuelve a insistir. Con el trabajo de Verónica Biech como secretaria de Comunicaciones muchos de los problemas se subsanan y, como en todo proceso, se identifican nuevos. En 2018 se da un paso muy importante, el sínodo pide que se convoque a diferentes personas para consolidar una política comunicacional. Sin dudas, una transformación aún más profunda. En ese entramado estuvo sumido Página Valdense. Desde fines de 2014 soy la directora de Página Valdense, y confieso que no fue sencillo transitar todas estas transformaciones y que la publicación sinodal que tenía la iglesia no fuera alcanzada, o no tanto, por el proceso interesante que se daba en paralelo. Muchas Comisiones Sinodales de Página Valdense han pasado, algunas con perspectiva de sostener aquello que funcionaba y puliendo pequeñas cosas, otras con cambios más radicales que no se lograron entender como parte del proceso comunicacional general de la iglesia. Lo cierto es que, con el diario del lunes, me resulta bastante sencillo decir que Página Valdense fue un espacio de resistencia que buscaba llevar un contenido liberador, reflexivo y comprometido, ser el reflejo de un testimonio vivo, de una iglesia en movimiento; pero su lucha más grande fue con su propia estructura. Ahora también resulta más fácil mirar para atrás y ver qué se hubiera podido hacer diferente, es cierto. Página Valdense fue un fiel reflejo de nuestras dinámicas eclesiales: procesos colectivos que llevan tiempo y acuerdos que demandan idas y vueltas -o más vueltas que idas-. Página Valdense fue un espacio orgánico, que intentó ser fiel a sus orígenes y adaptarse como le fue posible

Ah, claro. Me olvidé de aclarar que hablo en pasado porque esta es la última edición tal cual la conocemos. Y lejos del dramatismo, es una etapa para vivir con esperanza, porque este final del ciclo no se da porque Página Valdense sea deficitario o un espacio innecesario, no; este final de un ciclo viene es dar lugar a las transformaciones necesarias para poder comunicar mejor nuestro testimonio de fe, para comunicar mejor nuestra historia y lo que nos desafía en este presente. Al menos, es un nuevo intento. Este final es un nuevo comienzo, Página Valdense se está pensando como un espacio más dentro de las comunicaciones institucionales que camine al paso de la nueva Secretaría de Comunicaciones y bajo el marco de la Política de Comunicaciones aprobada sinodalmente.

Es muy simbólico que en el año en que el Movimiento Valdense cumple 850 años, la iglesia esté buscando nuevos caminos para ensayar las comunicaciones. Este final no es una puerta que se cierra, todo lo contrario, es una que busca permanecer abierta para que el viento que trae consigo las transformaciones nos alcance, nos ayude, nos invite a movernos.

Como dice cada retirada, la murga se va para volver; Página Valdense también. Volverá con otras formas o será parte de lo nuevo. Algo es seguro: Página Valdense está en la historia de las comunicaciones de la Iglesia Valdense del Río de la Plata y será parte del cimiento de lo que tenga que crecer, de lo que dejemos crecer, de lo que permitamos crecer.

Que el Dios de la vida plena nos acompañe siempre en esa búsqueda.

Daiana Genre Bert

Algunos pasos en un largo camino recorrido

Quizás este año, en el que se están celebrando los 850 años del Movimiento Valdense, sea un buen momento para revisar los procesos y cambios que identifican a la historia de nuestra iglesia. En ese camino, las comunidades se fueron reconfigurando bajo la influencia de factores internos y externos al movimiento, produciendo cambios bajo el objetivo constante de la búsqueda de la libertad de predicación.

El origen del Movimiento Valdense, a partir de la conversión del acomodado mercader lionés conocido como Valdés o Valdo es, sin duda, uno de los períodos más activos de nuestra historia. A partir de su conversión, cerca de 1174, se dedica a la traducción de diferentes pasajes de las escrituras en lengua vulgar, además de leer y predicar en calles y casas sin dependencia de los sacerdotes.

“El voto de pobreza complementaba a la predicación, confiriéndole autoridad moral frente al clero, cuyas autoridades acumulaban cada vez mayores riquezas. A pesar de recibir la autorización papal para que este grupo liderado por Valdo predicara, su independencia de criterio los llevó a ser expulsados de la ciudad.

“Así fue que comenzaron como una diáspora en la que las y los predicadores salían en parejas, polemizando en plazas y pueblos del sur de Francia y norte de Italia con sacerdotes y seguidores de otros movimientos religiosos, como los cátaros. Su desobediencia determinó que fueran incluidos en la lista de movimientos heréticos, pasando a partir de ese momento a la clandestinidad. La heterogeneidad del Movimiento configuró distintas corrientes que difirieron en su constitución social y en su formación religiosa. Un ala que podríamos llamar conservadora, constituida por los más preparados teológicamente -como Durando de Huesca- que pronto retornaron a la iglesia, en gran parte por miedo a ser confundidos con herejías más radicales, como los cátaros; un ala centro formada por Valdo y sus seguidores más cercanos que hicieron énfasis en la predicación itinerante y en desentenderse del trabajo manual y de los bienes materiales, y un ala radical formada por los

Pobres Lombardos, asentados en las ciudades italianas, quienes consideraron fundamental el trabajo manual en pequeñas comunidades y que progresivamente se tornaron más confrontativos frente al clero. A partir de 1218 estos dos últimos grupos llegan a acuerdos que construirán la identidad y el accionar valdense durante el resto de la Edad Media.

El contacto con la Reforma iniciada en el siglo XVI brinda nuevas posibilidades, pero también nuevos riesgos. El proceso que terminó en la adhesión por parte del valdismo alpino llevó casi una década de discusiones internas, reuniones y disputas frente a autoridades reformadas, discusiones no exentas de fracturas. Más allá de los fundamentos teológicos, al sustituir la justificación por las obras por la justificación por la fe, los principales cambios parten nuevamente del reconocimiento de la libertad personal de interpretar las escrituras y de vivir la fe. Para aquellos grupos de montañeses implicó una revolución organizativa: la sustitución de barbas itinerantes por pastores establecidos en parroquias geográficas; la eliminación de las scholas u hospicios; de la interpretación literal de la Biblia, y del rechazo al juramento. Para este movimiento en retroceso, limitado a los valles piamonteses y a sus colonias provenzales y calabresas, significaba probablemente su última posibilidad de supervivencia, pero también, al constituirse en enclaves reformados en el sur de Europa, brindaba oportunidades en su expansión. Para ello entraron en contacto con Ginebra, donde se formaron los primeros pastores y realizaron la primera publicación en imprenta de la Biblia en lengua vulgar latina, en este caso, en francés.

Para mediados del siglo XIX, los tres siglos de represión enmarcaron el ghetto alpino: prohibición de adquirir tierras fuera de las fronteras de los valles; pagar el diezmo a la iglesia católica; pedir permiso ante cualquier celebración extraordinaria; prohibición de estudiar en las instituciones educativas del reino, entre otras medidas represivas. Pero durante el torbellino de la Revolución Francesa y el período napoleónico, las personas habían dejado de ser súbditas para ser ciudadanas: se instauró la libertad de culto, se eliminó el diezmo, y la iglesia empezó a ser subvencionada y controlada por el Estado.

A partir de la crisis económica europea de 1847, la presión lleva al rey piamontés a tomar tímidas medidas liberales. En ese marco, el 17 de febrero de 1848, les otorga a las y los valdenses una carta-patente instaurando la libertad civil y política.

“Significó poder trabajar y asentarse fuera de los valles, estudiar en la universidad y expresar sus opiniones. Esto, junto a las ideas de reavivamiento religioso, implicó una libertad más amplia: ser valdense no se nace, se elige.

“Al mismo tiempo, el aumento de la natalidad y disminución de la mortalidad, sumadas a la estrechez geográfica, la baja productividad de los valles y las malas cosechas, ocasionaron la expulsión de las y los habitantes de los valles. La diáspora individual era considerada una amenaza para la iglesia por el potencial relajamiento de las costumbres y de la vida religiosa. Sin embargo, dos jóvenes recalados en Montevideo promovieron la llegada de un pequeño grupo en enero de 1857, pasando a cultivar chacras en Florida. Uruguay era un país convulsionado por las guerras civiles, cuyo agro estaba poco explotado y atrasado tecnológicamente. En setiembre llegó un segundo contingente a Florida, donde se radicaron 45 familias; sin embargo, una larga sequía y la hostilidad de la población católica determinaron la búsqueda de un nuevo destino. Con este fin, el capellán anglicano Pendleton se contactó con la Sociedad Agrícola del Rosario Oriental, propulsora del desarrollo rural a través de la introducción de colonos laboriosos. En julio de 1858 se realiza la toma de posesión de las chacras; para 1860, a la llegada del primer pastor, Miguel Morel, la colonia contaba con 185 personas y 809 al final de la década. La colonia recibe el nombre de La Paz, signo de nuevos tiempos a construir.

A pesar de la prosperidad general, en el plano religioso se manifestaron importantes desavenencias internas entre las y los ‘tradicionales’, seguidores del pastor Morel, y las y los ‘disidentes’, no seguidores de una estructura institucionalizada y partidarios de un reavivamiento religioso personal y comunitario. Recién con la llegada del pastor Daniel Armand Ugon en 1879 se empezarán a sanar las heridas.

La historia valdense rioplatense, a partir de allí, se ha caracterizado por un proceso de continua asimilación y sensibilización respecto al medio local. La asimilación en cuanto a las costumbres fue relativamente rápida, pero fue más lenta en otros aspectos de la vida cultural y religiosa. Sin embargo, procesos como la secularización y la urbanización aceleraron cambios culturales y demográficos, como el abandono del francés y del patois, y progresivamente también de la endogamia como mecanismos de cohesión interna, alejando a la iglesia del centro social de las comunidades.

En la segunda mitad del siglo XX, estos procesos culminaron en crisis. Se produjo un antagonismo progresivo entre sectores conservadores, más proclives a

mantener una religiosidad tradicional, y un movimiento acelerado por las crisis sociales y políticas de nuestras repúblicas, fundamentado en la formación teológica de los pastores y pastoras en la Facultad de Teología de Buenos Aires, con una mayor sensibilidad social y abiertos a la evangelización por fuera de la comunidad de la colonia. Aunque adquirieron mayor dramatismo en las décadas de los 60 y 70, estas diferencias han continuado hasta la actualidad, fundamentadas en lo que entendemos por el llamado del evangelio: una invitación a involucrarnos en los problemas sociales de nuestros países, o a vivirlo como una formación personal y familiar, independiente de la realidad general. La invitación a pensar qué cristianas y cristianos queremos ser siempre ha estado presente como ese rasgo de libertad propio del valdismo, primero como movimiento y después como iglesia. La historia valdense ha estado marcada por procesos de crisis y divergencias, durante las que se han manifestado posturas diferentes, inspirados por el ideal de libertad que, hasta cierto punto, también han marcado su unidad. Aunque la historia haya sido muy cambiante en estos 850 años, hasta el punto que algunos de sus rasgos sean muy difíciles de reconocer, nos ha planteado continuos desafíos, como dice la canción: «No nos iluminó para dejarnos regresar, nos llevará a la tierra que nos prometió».

Darío Dalmas

Ilustración de Laura Liedo Alma

850 años de historia? ¿Dónde están las mujeres en estos

Busquemos en los recovecos de la historia, de las historias, para entrelazar otros relatos de lo que fue, para cambiar las voces que lo cuentan y dejarnos enriquecer por otras perspectivas.

Empecemos por dónde se cuenta que inició nuestro relato, en Lyon, Francia. ¿Quiénes eran los pobres de Lyon, en qué andaban con ese tal Valdes, el rico mercader que abandonó su casa y sus riquezas para buscar acercarse a Dios? Eran personas que creían que era tiempo de cambios, que había que transformar la Iglesia, que las personas debían conocer la Biblia y que los bienes materiales y el comercio eran un obstáculo para la misión que estaban cumpliendo.

No hay muchos relatos de la época y los que tenemos vienen de la perspectiva de la institución católica, en donde, por ejemplo, las mujeres valdenses son «mujerzuelas» (mulierculae)1, en general acompañadas por el término neotestamentario “llenas de pecados2». Ese movimiento se fue luego desparramando por toda Europa, hombres y mujeres siguieron predicando y la persecución empezó a ser más organizada con la Inquisición Católica. En 1312, tenemos noticia de la primera mujer valdense quemada por bruja en Pinerolo. En esos años en algunas zonas la palabra «valdesía» es usada como sinónimo de brujería -tanto que Juana de Arco será acusada de «Valdesía» en el proceso que la llevará a morir en la hoguera en Rouen en 1431-. En esa época vemos a las mujeres participando de batallas contra el delfinato francés y en la reconstrucción y el sostén de la comunidad posterior. La situación de las mujeres del movimiento se complica, ir solas o de a dos por las calles alcanza para ser acusadas de brujas y, de a poco, optan por otras formas de evangelización.

El período donde el relato sobre las mujeres es más ausente, es ese siglo y medio que precede la Reforma. Lo que sabemos es que existían lugares llamados «scholas» en donde los y las valdenses, en particular las mujeres, recibían personas viajeras, cuidaban de las personas enfermas y evangelizaban. Silvia Federici3 cuenta de que las herejes practicaban el aborto y que el propio control de su sexualidad fue lo que impulsó, sobre todo después de la peste negra, la violencia inquisitorial.

Un punto clave de nuestro relato es el nacimiento de la Reforma en Europa. Es más importante lo que los documentos callan de lo que relatan. Por ejemplo, cuentan las cartas entre los barbas y los predicadores reformados suizos que había mujeres estudiando la biblia, decidiendo, como ellos, no casarse para dedicarse a la misión. Se relata que algunas vivían en comunidad. Los reformadores pedirán al movimiento valdense que esas mujeres se casen y agrega «si son verdaderamente hermanas, tienen que vivir sin estar a cargo de otros4». Pero lo más importante y peculiar es que en esas cartas hay partes tachadas, para borrar la presencia de las mujeres del diálogo. ¿Quién tachó esas frases? ¿Por qué razón se quiso o quisieron esconder la presencia de las mujeres? ¿En qué momento histórico? No lo sabemos, pero es importante seguir interrogando la historia, buscar las huellas dejadas por esas «sororas», hermanas en Jesús. «Parecerían borraduras programáticase ideológicas - para anular una experiencia femenina incómoda, acompañada de un silencio interlocutorio», añade Marina Benedetti5, historiadora.

En 1532, cuando se decidió adherir a la Reforma que sacudía Europa, un efecto colateral más o menos explícito fue la desaparición del rol de la mujer en la predicación y en espacios de poder de la Iglesia naciente. Las mujeres siguieron existiendo y habitando los espacios, trabajando, resistiendo y reproduciendo la vida, pero lejos de los roles de poderes reconocidos. Hay muchos relatos de mujeres de la época del gueto y en las migraciones que fueron rescatados y que se pueden encontrar hoy en día, por ejemplo en el Museo de la Mujer Valdense en Angrogna, Italia.

En el ‘50 -sí, estamos hablando ya del siglo XX-, se vuelve a hablar, por una crisis de vocaciones de pastores, de la predicación de las mujeres en el rol subordinado de «asistentes de la iglesia», aunque el ministerio sea «incompatible con el matrimonio». Recién en los últimos años de la década del ‘70 se consagran las primeras pastoras -Giuliana Gandolfo en 1977 en Italia y, dos años más tarde, Gladys Bertinat en el Río de la Plata-. Y tenemos que esperar al siglo XXI para ver a la primera moderadora en Italia -Maria Bonafede, 2005- y en el Río de la Plata -Carola Tron, 2016-.

Hay que seguir interrogando la historia, buscando en los silencios y en las borraduras para conocer de dónde venimos como movimiento, iglesia y pueblo. Y recordar hoy ser nietas, nietos y nietes de esas brujas que quemaron, que resistieron, predicaron y que no llegaron a tachar, por más rayaduras que se encuentren en el papel.

Mymma Sappé

1Marina Benedetti, Donne Valdesi nel Medioevo, 2007 2 Timoteo 3:6

3“Caliban y la Bruja”, Silvia Federici, 2004 4Carta de Ecolampadio, (Briefe und Akten zum Leben Oekolampads, pp. 518s.; cfr. VINAY: Le confessioni di fede, p. 68).

5“La repressione delle parole: la predicazione delle donne valdesi”, Marina Benedetti (2004), pp.188

Estamos en crisis

¿Cuál es la base de nuestra identidad? ¿Cómo se trazó el hilo conductor que acompañó estos 850 años de historia? Las respuestas más intuitivas podrían incluir la lectura crítica de las Escrituras, la libre predicación de personas laicas o el sacerdocio universal, el trabajo arduo o la resistencia constante; pero además creemos que hay un elemento que resalta en este caminar: la capacidad de ser movimiento, de reinventarse, de un hacer dinámico, de disponerse frente a las crisis ensayando cada vez nuevas formas de ser y existir, de resistir andando.

Es verdad: podemos decir que la mayoría de las crisis de «nuestra iglesia» se debieron a la persecución de la Iglesia Católica y la resistencia fue hacia fuerzas externas, pero también hemos transitado por momentos y procesos de crisis dentro del mismo movimiento, igual de duros de vivir que los anteriores. Y fue -es- ahí, en ese exquisito quiebre interno, esa leve fisura del cuenco, donde aflora y se enriquece la capacidad resolutiva y constructora, como manos de alfarera creando nuevas formas que dan lugar a transformaciones, animándonos a caminar por los márgenes que brindan nuevas formas de ver el mundo.

En el último Rioplatense, asamblea del Movimiento Juvenil, reflexionamos sobre crisis puntuales que sirvieron como punto de inflexión en nuestra Iglesia buscando entender cómo se vivieron estos procesos y ensayando algunas respuestas que sumen pistas sobre lo que se hizo al respecto. Recorrimos la historia del encuentro de los doce en Bérgamo en 1218, donde se sufrió una crisis identitaria. ¿Cuál era la teología de fondo del verdadero movimiento de los «pobres», esos primeros valdenses? ¿Vivir en la pobreza y predicar de forma itinerante como lo hacían los pobres ultramontanos o vivir en la sociedad, en comunidad, sin egoísmos como lo planteaban los pobres lombardos? Aquel primer movimiento no fue de separación, sino de encuentro. Se convino en la búsqueda de bases comunes y la resolución fue entender que se puede compartir la misma fe aun teniendo interpretaciones distintas de su práctica. Ahí, en 1218, se determinó que ambos paradigmas se podían reconocer como «valdenses» con sus diferencias explicitadas. Hicimos luego un salto temporal de tres siglos para incorporarnos en los días anteriores a la asamblea de Chanforán. ¿Cuál era la relación que iba a tener el Movimiento Valdense con las teologías y las reformas suizas y alemanas? ¿Qué iba a pasar con su identidad y con su fe? ¿Qué les esperaba a las mujeres que acompañaban el movimiento? De nuevo algo sorprendente pasó, frente al entusiasmo y al carisma de los reformados suizos, la tradición valdense y el llamado a la precaución fueron arrastrados por una adhesión total a la teología reformada. Algunas personas se fueron, pero la mayoría decidió que era tiempo para un cambio radical en la vida de fe, y el Movimiento empezó a ser Iglesia.

El tercer momento que propusimos: el «avivamiento», en 1831. Este «movimiento» buscaba volver a una identidad y vivencia de la fe más ligada a lo espiritual y condenaba algunos comportamientos «no ortodoxos». Nos focalizamos en la comunidad de San Giovanni en donde el problema se hizo más extremo, hasta expresarse en episodios muy violentos. ¿Cómo resolver esas vivencias de la fe, en cierto punto, opuestas? ¿Cómo integrar la necesidad de más espiritualidad de algunas personas con la fe tranquila de otras? No fue posible y la Iglesia se dividió, creando dos espacios separados para que cada una pudiese seguir como mejor le pareciera. Fue una separación dolorosa, consecuencia de la violencia que se estaba expresando y la historia terminará olvidando; luego de un tiempo la comunidad «avivada» terminó disolviéndose y el espíritu de ese movimiento encontró otros caminos para ser presente en nuestra Iglesia.

Traemos estos tres conflictos internos que exponen diferentes soluciones, sin perder de vista los pilares. ¿Aceptarse iguales aún en las diferencias, adherirse totalmente a otro movimiento o separarse frente a la dificultad de diálogo? De ninguna forma podríamos juzgar la respuesta adoptada como correcta o equivocada, pero sí celebrar la posibilidad de la pregunta, de la duda colectiva sobre los caminos para hacer y ser con Dios. Cada uno de estos momentos elegidos de nuestra historia común, como comunidad de fe, significó un alimento para nuestra identidad hoy, que permite el encontrarnos, ser Iglesia reformada siempre reformándose; reformarse como algo propio del movimiento, seguir siendo barro. Hoy, entonces, ¿cómo nos enfrentamos a los desafíos y las crisis internas? ¿Qué movimientos se precisan para seguir transformándonos sin perder nuestras raíces de anuncio del Evangelio, de comunidad entre iguales y de defensa de la libertad para todas las personas?

De alguna forma nunca nos movimos a ciegas. Buscamos y nos preguntamos, conversamos ante decisiones difíciles, buscamos en nuestras raíces y en el ejemplo de Jesús cuál es la misión que tenemos, miramos nuestro entorno y nos cuestionamos insistentemente, dialogamos sobre hacia donde vamos en este contexto. Por eso tal vez nos equivocamos en algunos tramos, pero sabiendo donde vamos y haciéndolo en conjunto. Somos una comunidad, por eso es necesario que sigamos entrelazando los hilos de nuestras relaciones, es necesario el horizonte común, buscarlo y nombrarlo cada vez que nos juntamos, para que todas las personas podamos caminar iluminadas por ese Reino anunciado en los Evangelios, ese lugar en donde todas podemos vivir una vida plena y abundante.

Equipo Requinto Mymma Sappé, Federico Plenc, Josué Charbonnier, Emanuel Hernández y Florencia Arias.

Lo que no cambia: la identidad de un movimiento

Los historiadores concuerdan que en 1174 un rico comerciante de Lyon tuvo una crisis de fe. El relato del encuentro de Jesús con el joven rico -Mateo 19:16-22lo impulsó a tomar decisiones radicales: renunciar a su vida económica para dedicarse a predicar el Evangelio a los y las más humildes.

Quiero compartir en este breve texto algunas reflexiones que hicieron y hacen a nuestro quehacer teológico durante este largo camino en la búsqueda de un proyecto de vida plena para todos y todas.

Anticonstantinianismo, iglesia y Estado

Ante la gran expansión de los cristianos, el emperador Constantino -en el 300 D.C.- hizo de la fe cristiana la iglesia mayoritaria, habilitando a que luego se la declarara Iglesia oficial del Imperio. Incluso, en la Edad Media circuló un documento que otorgaba al Obispo de Roma el poder espiritual y político sobre la parte occidental del Imperio.

Esto produjo un doble movimiento; por un lado, elevó al movimiento cristiano de ser un grupo religioso entre tantos a la categoría de Iglesia oficial del Estado y, por el otro, el Obispo de Roma que era uno entre los tantos Obispos del Imperio, crece en la pretensión de ser el primado sobre los demás, dando origen al papado tal como lo conocemos en la actualidad.

Esta actitud fue rechazada siempre por el Movimiento Valdense, se desconfió y criticó toda pretensión de la Iglesia de usar el poder estatal para imponer su fe y su visión del mundo. Esto se expresó en Europa y también en la experiencia rioplatense. El punto más claro se dio durante el Sínodo, en 1977, cuando la dictadura uruguaya quiso imponer a la iglesia quiénes podían dirigirla y quienes no. Esto fue rechazado contundentemente por la Asamblea Sinodal afirmando que «la Iglesia no pretende una condición de privilegio ni acepta injerencias en su propio orden por parte de la sociedad civil», Artículo 5, Disciplina General.

Comunidad de iguales

Afirmar que somos una iglesia laica es ser fiel al movimiento original de Jesús, donde no hay más diferencia entre los y las integrantes de la comunidad, sólo hay diversos dones y tareas. Esa distinción entre clérigos y pueblo que Jesús desterró, reingresó en la Iglesia cristiana y también la Reforma que pretendió criticar a la Iglesia Medieval, luego, en la práctica reinsertó el «espíritu clerical».

Una precisión: hablar de ministros y ministras ordenadas quiere decir que forman parte de una orden, separada del pueblo. En el ordenamiento valdense, hablamos de los pastores-as como ministros consagrados y consagradas, es decir, apartados-as para una tarea especial dentro de la comunidad, pero sin ninguna diferencia esencial con cualquier integrante de la comunidad.

Iglesia de dos alas

Creo que en varios momentos históricos se manifestaron dos alas de la iglesia; es decir, dos perspectivas diferentes. Por ejemplo, es sabido que el movimiento iniciado por Valdo fue itinerante, en cambio, a principios del 1200 se formó en Lombardía un movimiento que creó comunidades de trabajo sedentarias. Esto llevó a un enfrentamiento y separación entre ambos que, luego de la muerte de Valdo, en 1218, se «reconciliación»1 .

En 1532, el Movimiento Valdense adhiere a la reforma de Ginebra y adopta la forma congregacional reformada con pastores e iglesias constituidas. Ello significó dejar atrás el sistema semi-clandestino llevado adelante por los «barbas» que de manera itinerante mantenían la fe de las comunidades. Por un tiempo coexistieron ambas formas hasta que el sistema reformado se impuso totalmente.

Con la emigración de 1856, se forman las comunidades en el Río de la Plata. Por mucho tiempo, éstas fueron un circuito de Italia hasta que en 1965 se estableció que «hay una sola Iglesia Valdense en el mundo», que funciona en dos áreas -Italia y el Río de la Plata-, cada una con su propia Asamblea Sinodal y ordenamiento interno. Este es el sistema legal actualmente vigente. A esto debemos agregar que hay un ala uruguaya y una argentina sus características religiosas y culturales propias de cada país.

Algunas reflexiones

No pretendo en este espacio hacer una conclusión de los 850 años de rica historia, sino destacar algunos aspectos que me parecen importantes porque hemos sido testigos de la Gracia de Dios para con nosotros-as, su pueblo errante.

Ello presenta, al menos, tres desafíos interesantes: vivir con compromiso y responsabilidad el Evangelio liberador que nos trajo Jesús; ser una iglesia laica, de iguales, que codo a codo y a la intemperie comparte el mensaje de vida plena para todos y todas; y también el desafío de vivir en una sociedad pluralista, donde existen distintas expresiones económicas, políticas, religiosas y culturales que requiere que aprendamos a escuchar y a enriquecernos en nuestras diferencias.

¡Quiera el Señor seguir expresando su gracia y misericordia sobre su comunidad!

Darío Michelin Salomon Pastor emérito

1Para ser más precisos, según un historiador habría que hablar en este momento de 3 grupos: el de Valdo, que sería el «centro», los lombardos (la «izquierda») y el de Durando de Osca, que luego se reinserta en la Iglesia Católica (la «derecha»).

Hay política en esta iglesia

Cuando empecé a investigar sobre este tema, guiaba mi curiosidad una afirmación de Mireille Gilles que era una tesis personal. Ella usó una expresión para hablar sobre los valdenses y sobre lo que le parecía un aspecto central de esa identidad: los “bichos políticos”.1

Para ella, la trayectoria histórica de los valdenses en nuestra región fue la de sujetos políticos, personas cuya vida de fe estuvo ligada a las problemáticas de su tiempo, a las necesidades de la comunidad. Ella afirmaba que para los y las valdenses, la vida de fe se traduce en un compromiso claro con lo público. Por eso el énfasis en la educación, en el desarrollo de cooperativas, sociedades de fomento y de servicios públicos; de ahí el impulso dado a obras de servicio, a la participación activa en clubes sociales y deportivos y en la apuesta a las plazas de deportes; por eso una mentalidad tan familiarizada con los espacios de tomas de decisión, asambleas, comisiones y juntas directivas.

En el discurso de Mireille, la participación política era vivida como una forma de testimonio, como resultado de una fe que se volvía acción en los espacios de incidencia de cada uno-a. La singularidad del “bicho político” no era la afiliación partidaria o el reconocimiento social, sino el compromiso con el bien común, un testimonio que se manifiesta en el lugar de vida.

La iglesia y el precio del cereal Hoy, en un tiempo signado por razonamientos dicotómicos y por miradas conservadoras sobre la relación entre la religiosidad y la participación política, analizar la historia de los y las valdenses tiene que servir para descubrir la complejidad de la experiencia humana. En las iglesias valdenses, la forma en que se relacionan fe y política no es unidireccional ni excluyente.

En el Río de la Plata esto queda demostrado de forma temprana. Desde el surgimiento de las primeras colonias agrícolas, las iglesias valdenses operaron como un motor para el desarrollo de la localidad, y sus cuadros directivos no solo se interesaban por el cumplimiento de las actividades religiosas, sino también por apoyar otros emprendimientos. Detrás de esta práctica operaba un razonamiento particular: el testimonio de la fe no se manifiesta en un templo bien cuidado sino en el ‘progreso moral y material’ de toda la localidad.

Un ejemplo de ello puede verse en La Unión Valdense, una publicación religiosa en donde aparecían también novedades sobre la actualidad económica y política: el precio de los cereales, emprendimientos agroindustriales. Esta singularidad da cuenta de dos dimensiones que no podían disociarse en el ethos valdense: el interés por el progreso material y la preocupación por el desarrollo moral y espiritual de la comunidad.

De la unión de ambas facetas surgía el interés por la cuestión política, que se evidencia en las discusiones sobre la laicidad del Estado, el estímulo a la tecnificación agrícola, la crítica al latifundio y la promoción de la granja como modelo de desarrollo rural.

El prójimo y la sala de emergencias

En Uruguay y Argentina, el siglo XX mostró nuevas formas de hacer política. En ambos márgenes del Plata,

las izquierdas organizan los sindicatos, mientras José Batlle y Ordóñez e Hipólito Yrigoyen incorporan en sus programas las aspiraciones de las clases medias. Muchos-as valdenses no tardaron en demostrar simpatía hacia el radicalismo y el batllismo. Luego, en los años cincuenta, la capacidad movilizadora del peronismo y las políticas del neobatllismo vuelven a interpelar a muchos y muchas valdenses, llevándolos a involucrarse políticamente en distintos sectores.

En ese contexto, muchos valdenses empiezan a buscar en la teología una respuesta. Intentan comprender su presente en clave política y teológica. No es una reflexión etérea. Son preguntas a Dios por los signos del presente. Un ejemplo de estas búsquedas puede verse en una carta que, en 1968, Fernando Dalmas envió a Mensajero Valdense, en el marco de las refriegas estudiantiles de agosto en Montevideo. Como médico de guardia en el Hospital de Clínicas, estaba sensibilizado por la gravedad de los heridos y por las secuelas que había dejado en un muchacho el estallido de una granada disparada por la policía durante el allanamiento a la Universidad. Alarmado, Dalmas pide que la Iglesia se pronuncie: ¿No habrá llegado la hora aquí y ahora de que nuestra Iglesia haga oír su voz? ¿No será misión de la Iglesia toda la denuncia y la pública reprobación de este proceder indigno de las autoridades? ¿Qué esperamos? (…) El ‘orden social’ se está rajando de arriba a abajo (sic) En vez de ver soluciones vemos cada vez mayor miseria. En vez de diálogo, garrote, balas y granadas contra los que piden justicia.2

La carta es un ejemplo, entre decenas, de una época en que muchas y muchos valdenses, movilizados por las circunstancias, buscaron en sus iglesias un lugar para interpretar su tiempo. Independientemente de los posicionamientos partidarios que podían existir, la iglesia funcionó como un espacio en el que podían darse esos debates. Los años setenta y el impacto del Estado autoritario generó en las comunidades valdenses un tiempo de silencio, ruptura y distanciamiento. Todavía hay ecos que resuenan y heridas que supuran.

Lo que no podemos olvidar es que en todas estas circunstancias las iglesias valdenses operaron como un espacio de formación de sujetos políticos. No como un círculo apartado de los problemas del mundo, no como un espacio de negación del presente. Un lugar de debate y discusión, una arena que dio -y nos da- valiosas herramientas para comprender la singularidad de nuestro tiempo.

Por eso, cuando el conflicto de Ucrania se cuele a mitad del culto, cuando la música popular cope un fogón de campamento, o cuando el grupo de jóvenes se haya enredado en un debate farragoso, podemos decir sin ninguna vergüenza: “hay política en esta iglesia”.

J. Javier Pioli

1Ver: Entrevista a Mireille Gilles de fecha 29/2/2012. Transcripción íntegra en Los bichos políticos. Debates, rupturas y reconciliaciones en la Iglesia Valdense en Uruguay frente al avance del Estado autoritario, tesis de licenciatura de J. Javier Pioli (ISEDET, 2014)

2Carta de Fernando Dalmas datada en Montevideo, 10/08/1968. MV N°1168 (30/08/1968), 4.

la fe Resignificar

Resulta complejo poder hacer una pausa para reflexionar sobre lo vivido ante la vorágine de lo que acontece. Es un desafío constante permitirnos repensar nuestra fe, tanto a nivel personal como comunitario, en relación al contexto en el que nos encontramos.

Se repiten reflexiones y anhelos en la tarea y misión de nuestras comunidades, que pueden transformarse en algo pesado que sostener, más que en una búsqueda y construcción genuina. Tenemos inquietudes sobre cómo interactuamos, cómo nos relacionamos y cómo, a partir de nuestras experiencias e historias en común, se forma gran parte de nuestra identidad comunitaria. Poseemos un testimonio particular en el cual se sustenta nuestra fe en medio de ese conglomerado de expresiones que se denomina cristianismo. Es, justamente, ante esta diversidad, que se consolida una identidad propia sobre lo que representa y es el Movimiento Valdense como tradición y testimonio particular del cristianismo con un camino de 850 años.

La duda e inquietud estuvieron presentes en la génesis del Movimiento Valdense. Si pensamos en ese llamado que sintió Valdo a compartir sus bienes y, sobre todo, la traducción de las Escrituras, podemos interpretar que fueron búsquedas de nuevas expresiones para que la fe no se «normalizara». Hoy en día, este legado nos anima a pensar nuevas formas de vivenciar la fe, con aciertos y errores, y a no dejar de buscarlas como parte de una tarea inevitable.

“Sentirnos parte de un cuerpo social implica una participación activa en donde hay cosas para decir, compartir y llevar a la acción. Parte de nuestra identidad y tradición, releyendo el Movimiento Valdense, implica una sensibilidad y atención al medio y a las necesidades que surgen en el entorno, a pesar de sus vaivenes

Es posible que tengamos la atención puesta en el presente, pero este tendrá relevancia al comprendernos como parte de un recorrido mucho más amplio en la historia y la fe.

Este ejercicio de memoria colectiva es sumamente complejo porque no podríamos tener un acercamiento a la comprensión y evolución del Movimiento sin tener en cuenta que las sociedades vivieron profundas trans formaciones también. ¿Sería lo mismo una vivencia de la fe en una sociedad en la tardía Edad Media o en la época Moderna? Seguramente no, así como tampoco podríamos tener un acercamiento sin encontrar una transformación y enriquecimiento en la forma de com-

prender los textos bíblicos. Entonces, podemos apreciaresto como un aporte fundamental de apertura y lectura crítica bíblico-teológica como marco constitutivo de la identidad valdense; sin embargo, no podemos pensarlo como un privilegio o exclusividad del Movimiento Valdense, sino como parte de la conformación del propio canon bíblico. A partir de allí, ciertos pilares que parecían inamovibles sufrieron fuertes reveses, teniendo que reconfigurar la fe con una mirada aguda y atenta de lo que iba aconteciendo. En la lectura bíblica podemos encontrar que no es la misma comprensión de la fe del pueblo de Israel en la instauración de la monarquía, en el relato de la búsqueda de la tierra prometida o en su etapa de elaboración redaccional pos exílica, por mencionar algunos acontecimientos diversos. Encontraremos énfasis, tendencias y búsquedas sumamente diferentes en intereses, pero la centralidad del Nuevo Testamento será clave en la construcción identitaria para quienes nos consideramos protestantes.

Formar parte de un movimiento que resignificó la lectura bíblica en momentos en donde era vetado el conocimiento y la capacidad de reflexiones comunitarias alternativas, son pequeñas señales de preparación y continuidad de un camino más amplio. Esta fue una marca constitutiva que hoy nos desafía a reflexionar sobre una fe que no de respuestas automáticas y «normalizadas», sino, por el contrario, nos esperanza en nuevas búsquedas pese a los contextos adversos de hoy y siempre, porque en ninguna época existieron contextos ideales para el desarrollo del Evangelio. El Movimiento Valdense buscó resignificar esa fe en contextos populares desde sus orígenes.

Que inspiradxs en este camino de 850 años, podamos seguir haciéndonos preguntas que interpelen y renueven la esperanza.

Alfredo Servetti

Ilustración de Carson Ellis

Huellas

Este texto puede que sea extraño de leer porque, aunque cueste un poco asumirlo, es un rompecabezas; no sólo porque es un texto colectivo, sino porque es el intento de nuclear sentires y pareceres sobre lo que implicó ser parte del equipo editor. En definitiva, este texto prácticamente es el relato de encuentros con Página Valdense.

“Empiezo yo”, escribe Daiana Genre Bert y sigue: “Allá por la segunda mitad del 2014 inicié mi camino en la dirección de Página Valdense, en compañía con la Comisión Sinodal que me había elegido. Con el paso del tiempo fui comprendiendo con más claridad lo que significó esa decisión. Aún no había cicatrizado la herida del cierre de Mensajero Valdense y se percibía una pizca de recelo con este espacio; era la primera vez que una laica -mujer y joven- se hacía cargo de la dirección de Página Valdense; había muchas cosas que se hacían porque siempre había sido así. Con el diario del lunes es más sencillo reconocer que este camino, que cumple diez años, no fue ni siquiera al inicio sólo un desafío profesional.

Lo primero que me dio este espacio fue una persona que siempre estuvo para acompañar, genuina y amablemente: el Edu. Eduardo Obregón, mi antecesor, fue la persona que estuvo para la transición, para enseñarme el camino y mostrarme hacia donde caminaba el Página en aquel momento, y sigue estando. Lo segundo, el trabajo colectivo: un equipo editor que tenía una dinámica de trabajo a la que fue sencillo sumarme. Este grupo mutó a lo largo de estos diez años.

Algunas personas se fueron, otras llegaron y algunas estuvieron de paso, pero sin miedo a equivocarme puedo decir que todas siguen a la vuelta, siempre dispuestas a contribuir con este espacio. ¿Será que no es solo un ‘espacio’? ¿Será una manera de entender y vivir la fe? ¿Será por eso que se genera este sentimiento de pertenencia y cariño?

Como dije varias veces en las editoriales, este equipo fue lo que el tutor es para las plantas. Un grupo de personas que pensaba parecido, pero no exactamente igual; que tenía ganas de estar siempre preguntándose cosas; que pensaba siempre en la mejor manera de llegar a más personas y no a cualquier costo, que quería compartir la buena noticia y cómo se hacía presente en nuestro aquí y ahora. Un grupo de personas que se reunía una vez al mes para pensar un contenido que sea una herramienta de reflexión personal y comunitaria, y que el resto de los días estaba para apoyarme. Otra vez, sin miedo a equivocarme: el equipo editor fue -al menos en los últimos diez añosel alma del Página Valdense”.

No es posible poner en palabras cada experiencia vivida a partir de pertenecer a este equipo, ni siquiera algunas. Con el paso de los años, la cocina del Página Valdense fue tomando una dinámica propia, y quienes nos sumamos al caminar, nos adaptamos casi sin darnos cuenta. Una reunión mensual: unos mates compartidos virtualmente, un tecito en invierno, hasta alguna que otra cerveza. Un encuentro: una pausa, un hueco en nuestras agendas laborales; en casa, en el trabajo, en la calle. Al principio por aquel viejo amigo Skype, hasta

Ilustración de Trina Dalziel

los últimos por Zoom. Un desafío común: pensar para potenciar el pensamiento crítico, para que el Página deje de ser un montón de textos, a veces un tanto difíciles de leer, para transformarse en una herramienta de reflexión personal y comunitaria.

Yanina Vigna es la más antigua en el equipo editor, “me sumé después del Sínodo de 2016. No era algo que hubiese considerado, ya que la comunicación no ha sido el área de la Iglesia en la que más había participado, pero asumí el desafío. Desde entonces compartí, casi todos los meses, un artículo que fue mutando en su forma y contenido, pero que intentó ser un aporte, una reflexión, mayormente basada en un texto bíblico o en lecturas bíblicas hechas por autorxs latinoamericanxs, con el objetivo de compartir miradas diversas y contextuales que nos animaran a senti-pensar nuestra fe, las comunidades, los vínculos, la sociedad”, escribe en un documento compartido que, de a poco, va tomando la forma actual.

Por su parte, Lis Rivoira, comparte: “Me sumé al equipo editor allá por septiembre de 2017, en pleno puerperio, sin entender mucho cuáles iban a ser las tareas y el tiempo que debía dedicarle a este nuevo rol. Este proceso en el que fuimos caminando juntas y juntos, tuvo momentos de mucha alegría y goce, momentos de tensión, de búsquedas, de reflexiones, momentos donde el tiempo apremiaba y donde tuvimos que resolver”, y suma sobre su trabajo específico en el equipo: “mi tarea era, principalmente, revisar errores de ortografía, de gramática, un poco cuidar el lenguaje inclusivo de todas las notas que nos iban llegando. Y creo que, salvo alguna internación médica, participé de todas las reuniones mensuales (a veces quincenales) en las que, además de planificar las ediciones, nos acompañábamos en nuestra vida cotidiana. El equipo editor, para mi, fue bálsamo y abrazo. Escribo estas palabras con mucha nostalgia, y algo de tristeza, agradeciendo haber dicho que sí en la primavera de 2017”, concluye. Myriam Sappé -sí: Mymma-, fue la última en sumarse hace un par de años. “Conocí Página Valdense en sus últimos años, aún así agradezco haber podido ser parte de este proyecto, de las reuniones en donde compartimos vidas, ideas, redes, búsquedas y perspectivas. La pantalla como ventana hacia el encuentro, las frustraciones y las alegrías, el sostén de la red, el sabernos juntes”, comparte en el mismo archivo que pone: “Tengo recuerdos del 2018, de haber traducido todo una edición al italiano. Me iba al sínodo en Torre Pellice, y quería poder compartir sus contenidos con las personas que estaban ahí. Recuerdo ir a todos lados con copias de Página Valdense, y ver a las personas acercarse a leerlas. Iban mezcladas con otros relatos del Río de la Plata, porque sentía que la orilla oriental necesitaba conocer las transformaciones que se estaban dando del otro lado del océano. Hasta lo llevé a un encuentro de la Federación de Mujeres Evangélicas en Italia, y me acuerdo verlas emocionarse por descubrir que sus luchas seguían caminando en nuevas generaciones tan lejos, y tan cerca”.

Sin lugar a dudas, Página Valdense fue un espacio criticado y defendido, hasta podríamos decir en partes iguales. Es que sí, siempre se pueden hacer las cosas de manera diferente, mejores; lo cierto es que, muchas veces, se hace lo que se puede y las transformaciones son casi imperceptibles. Además de un espacio, Página fue un proceso. Lo que recibimos, hace unos años, era una publicación como una respuesta posible a las necesidades comunicacionales de ese momento; muchas comisiones sinodales han pasado, muy pocas transformaciones visibles. Cuesta adaptarse a otras -nuevas o simplemente diferentes- necesidades comunicacionales, cuesta la transformación en todas áreas y las comunicaciones no son excepción.

Página Valdense tal como lo conocemos llega al final de un ciclo, pero intentando sacarle un poco el drama a esta “no despedida”, queremos compartir un par de certezas: pueden cambiar las formas en que se comunique nuestro testimonio, pero no el testimonio de una iglesia viva, en movimiento -quizás es por eso que se necesita cambiar-; puede que muchas veces añoremos lo que tuvimos -otra vez, con aciertos y errores-, pero de la misma manera en que confiamos y trabajamos por el proyecto de vida buena y abundante en el que creemos, así también vamos a esperar paciente y amorosamente que crezca la semilla que varios y varias supieron sembrar de una comunicación que sea el testimonio vivo de un pueblo que camina hace 850 años. En fin, dicen que quien avisa no traiciona, este rompecabezas llega a su fin con otra certeza: este texto es el reflejo también del Página Valdense. Un espacio que intentó ser plural, sumar voces para generar un contenido liberador, construir desde el centro y también desde los márgenes. Un espacio que buscó ampliarse y no supo bien cómo, que buscó el diálogo y la reflexión, y quizás a veces no salió como lo habíamos planeado, aunque otras tantas seguro que sí. Lo que nadie puede negar es que Página Valdense es parte de la historia de nuestra iglesia, y que seguiremos, por algún tiempo más, identificando las huellas que dejó.

Equipo editor Página Valdense 2024

Yanina Vigna, Lis Rivoira, Mymma Sappé, Tomás Barolín.

Daiana Genre Bert

Conexiones

¡Que vengan otros 850!

Toca afinar, definir el trazo. Sintonizar, reagrupar pedazos a mi colección de medallas y de arañazos.

Fragmento de “Los días raros”, de Vetusta Morla

En 850 años de historia, ¿cuántas medallas y arañazos? ¿cuántas cosas pa’ sintonizar? Al decir del Chino Darín, podemos afirmar que si definimos al Movimiento Valdense, lo limitamos, y tiene un trazo que temblequea. ¡Pero qué claridad de propósito, señoras y señores!

Hemos visto procesos y resultados que nunca dejan de caminar. Evidenciamos -en pasado y presenteacciones y decisiones que se ajustan constantemente para alinearse con valores y objetivos, personales y comunitarios, frutos de un llamado común. Llamado que no pretende otra cosa que el anhelo divino de estar siempre en sintonía con nuestros principios, asegurando que nuestra dirección sea clara y que cada paso esté en armonía con nuestro propósito colectivo.

Podríamos decir que, en este contexto de sintonizar y buscar la cohesión y la unidad dentro de la comunidad, se hacen presentes nuevos proyectos cuyo factor y objetivo común es que todas las personas miembros trabajen juntas. Celebramos, en este punto, la puesta en acción del Equipo Requinto y la Secretaría de Comunicaciones, ambas contagian entusiasmo a la reflexión constante de nuestros haceres.

La fe en Dios es el fundamento que subyace a este proceso continuo de afinación, sintonización y reagrupamiento; es la fe la que proporciona el sustento espiritual necesario para enfrentar los desafíos y celebrar las victorias.

En el camino del Movimiento Valdense, cada cicatriz es un testimonio de las personas que han sostenido -a su vez, siendo sostenidas- la comunidad a través de los tiempos. Es un recordatorio de que cada experiencia, ya sea de éxito o de lucha, contribuye a la fortaleza y la sabiduría colectiva. Que este aniversario sea una oportunidad para renovar nuestro compromiso con la fe y el servicio. Que continuemos siendo una comunidad que acoge, apoya y empodera a sus miembros, para que juntas y juntos podamos seguir siendo luz y sal en el mundo.

En este tiempo de celebración, recordemos siempre que somos parte de una historia rica y significativa. Que cada acción, cada proyecto y cada esfuerzo esté guiado por el amor de Cristo y por el deseo de construir un mundo más justo y amoroso.

¡Felices 850 años, Iglesia Valdense! Sigamos adelante, con fe y esperanza, sabiendo que nuestro camino está guiado por la mano amorosa de Dios.

Ilustración de Penélope Chauvié

y el ecumenismo

Ecumenismo es una palabra griega oikoumene, que significa «todo el mundo habitado». La usamos para denominar el movimiento que busca la unidad de las distintas iglesias cristianas, respetando sus diferencias doctrinales y litúrgicas. Pero bien podríamos jugar con ese significado y darnos ideas para ampliar su alcance porque este «mundo que habitamos» es mucho más que esa baldosa cómoda que tantas veces me acoge y protege, es mucho más que lo que veo y entiendo, y requiere conciencia y acción.

Podemos encontrar en la historia de la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata -IEVRP- en este rincón del mundo, muchos ejemplos de ecumenismo, desde las congregaciones que se formaron en tiempos de la llegada de las familias migrantes y que luego pasaron a ser parte de la iglesia Metodista; ejemplos: Rosario del Tala- 1870; Colonia Alejandra, 1872, y Venado Tuerto en 1892.

La Iglesia Valdense “

La relación de la iglesia Valdense con el ecumenismo se basa en el respeto mutuo, el reconocimiento de la diversidad y la búsqueda de la unidad visible de los cristianos y cristianas. La iglesia Valdense entiende que el ecumenismo es una convocatoria a vivir el amor, la paz y la justicia que Jesucristo enseñó y practicó.

También la iglesia Valdense se ha comprometido siempre con el ecumenismo social, es decir, la defensa de los derechos humanos en todas sus dimensiones, la democracia y la solidaridad con quienes son vulnerabilizados/as.

En el siglo XX, la iglesia Valdense participó activamente en el movimiento ecuménico, es decir, el diálogo y la cooperación entre las diferentes confesiones cristianas. La iglesia Valdense forma parte de organismos ecuménicos como el Consejo Latinoamericano de Iglesias, el Consejo Mundial de Iglesias, la Alianza Mundial de Iglesias Reformadas, la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana, la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas y la Federación de Iglesias Evangélicas del Uruguay, entre otras.

En la diaconía y educación encontramos esfuerzos ecuménicos, desde la fundación del Hogar Nimmo junto a los-las metodistas (1963), pasando por el Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos -ISEDET en 1969- y obras ecuménicas como el barrio Borro. Más cerca en el tiempo, la tarea asumida ecuménicamente ante situaciones críticas de vulneración de derechos, como son el caso del Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos, la Junta Unida de Misiones, la Comisión Argentina para Personas Refugiadas y Migrantes.

Hace cincuenta años, el 16 de marzo de 1973, teólogos luteranos, reformados y unidos en Leuenberg, Suiza, aprobaron por unanimidad un documento destinado a poner fin a la división de casi cinco siglos entre las denominaciones de la Reforma. Con este acuerdo, que entró en vigor el 1 de octubre de 1974, los signatarios se aseguraban mutuamente la plena comunión eclesial: el mutuo reconocimiento de los sacramentos, de los ministerios y del legítimo anuncio evangélico. La IEVRP ha aceptado ese acuerdo y es parte.

La iglesia Valdense también ha buscado el acercamiento a través de diversas iniciativas locales y la reconciliación con la Iglesia Católica Romana, que en el año 2015 -con el papa Francisco- reconoció oficialmente el estatus como iglesia (valdense) y pidió perdón por las persecuciones del pasado.

La iglesia Evangélica Valdense en el Río de la Plata, reafirmó en el Sínodo 2023, su espíritu ecuménico, celebrando y desafiando a continuar las iniciativas que le permitan caminar de la mano junto a otras iglesias, sobre todo en lo que respecta a la formación teológica, siendo parte de la Red Ecuménica de Educación Teológica (REET).

El ecumenismo en el siglo XXI se enfrenta a varios desafíos, como el diálogo con otras religiones donde los fundamentalismos crecen manifestándose de distintas formas y demonizando justamente conceptos como «ecumenismo», la diversidad cultural, la movilidad humana, la defensa de los derechos humanos, de las mujeres, la diversidad de identidades y la protección de la naturaleza ante el cambio climático.

En América Latina y el Caribe, el ecumenismo institucionalizado se encuentra en crisis y claramente el modelo anterior ya no convoca. Entonces ¿qué nuclea al ecumenismo?

Agendas puntuales, como la de justicia de género o la justicia climática, nos encuentran uniendo esfuerzos regionales y globales, aun cuando al interno de las iglesias son todavía -inentendiblemente- temas de debate. Tal vez ese sea el camino: la lucha conjunta ante lo que pone en riesgo la vida digna y el planeta.

El ecumenismo es comunión entre las personas y con la casa común. Una enorme potencia reside en eso. ¿Será que por esa comunión que podría unir esfuerzos y cambiar realidades le temen al ecumenismo quienes quieren pensamientos únicos, verdades absolutas, realidades binarias y sometimientos y explotaciones?

Claudia Florentin Comunicadora y teóloga. Actualmente editora de la Agencia Ecuménica de Noticias y asesora en Justicia de Género para la Misión de la Iglesia Luterana de Finlandia en América Latina

omunicándonos

Espacio de la Federación Femenina Evangélica Valdense

850 años del Movimiento Valdense

Durante este año, estaremos conmemorando los 850 años del Movimiento Valdense.

Este nombre deriva de Valdo (Vaudés, Valdés, Valdesius), su fundador, de quien tenemos pocos datos. El nombre de pila Pedro es un agregado tardío, documentado sólo en Austria y Lombardía a partir de 1386. No son muchos los datos seguros de su vida, pero, teniendo en cuenta las fuentes existentes, podemos afirmar que nació en Lyon o en la zona circundante alrededor de 1140. Perteneció a la clase de la rica burguesía, ejerciendo probablemente actividades mercantiles.

Aproximadamente en el año 1174, atraviesa por una crisis espiritual, que lo conduce a un cambio radical en su vida. Como consecuencia de esto, decide hacer traducir a la lengua vulgar algunos pasajes de la Biblia. Para ello contratan al sacerdote Bernardo Ydros y al gramático Esteban D´Anse. Renuncia a su actividad, a su familia y a sus bienes, repartiendo parte de su fortuna a los pobres y viviendo de limosnas. Al mismo tiempo, comienza a leer la Biblia al pueblo, no siendo sacerdote.

Poco a poco, se reúnen en torno a Valdo seguidores, formándose una pequeña comunidad que toma el nombre de «Pobres de espíritus», en el sentido que desean vivir como los primeros cristianos. Son hombres y mujeres laicos, predicadores. Más tarde son llamados «Pobres de Lyon», «Pobres de Cristo», «Pobres de Lombardía» y «Valdenses». Los Valdenses eran laicos cató licos que reivindicaban el derecho de predicar el Evangelio sin ser sacerdotes. Sobre la base de textos bíblicos sostenían que

cada creyente era un libre predicador del Evangelio. Basándose en el Sermón del Monte, deseaban vivir en una iglesia pobre, no aliada con los poderes de este mundo. La Iglesia Católica estaba dispuesta a aceptar el voto de pobreza, pero no la predicación como laicos. Por esto, los Valdenses fueron excomulgados en el Concilio de Verona en 1184. No obstante esto, decidieron recorrer toda Europa de dos en dos, llevando la Palabra. Sufrieron terribles persecuciones, y, para evitar el exterminio, terminaron refugiándose en la zona montañosa de los Alpes, que hoy conocemos como los «Valles Valdenses». Hoy nos enfrentamos a nuevos desafíos. Ese deseo imperioso de predicar de Valdo y sus seguidores, de enseñar el mensaje del Evangelio, lo hemos delegado durante mucho tiempo. Actualmente no sufrimos persecución en nuestros países por predicar, pero nos encontramos con la urgente necesidad de hacernos cargo de esta tarea… Nuestras comunidades disminuyen; la participación es poca y la mayordomía se resiente. Urge la necesidad de evaluar la situación, para planificar proyectos posibles en ellas que tiendan a un cambio. Este 2024, puede ser la oportunidad de dar a conocer con diferentes acciones, la historia valdense y planear acciones para llegar a más personas con el mensaje del Evangelio.

Tal vez, una de las primeras acciones podría ser intentar conocer realmente la propia comunidad: ¿son reales los datos que tenemos de ella? ¿Con quiénes contamos? ¿Qué nos impide invitar a participar? ¿A qué invitaremos, qué ofreceremos? ¿Por qué las personas se alejaron de la vida comunitaria? ¿Es posible revertir eso? ¿Qué nos agobia, qué nos sensibiliza? En vez de preguntar dónde está la gente, podríamos cuestionar nuestra labor misionera preguntando dónde están nuestros hijos e hijas, nietos y nietas, sobrinos y sobrinas, personas allegadas… Son pocas estas preguntas y cuestionamientos, ante todas las que puedan surgir en un intercambio de ideas. Una de las necesidades que continúa siendo imperiosa, es la continuación de preparación de laicos y laicas, como la que ofreció el proyecto «Esfuérzate en la Gracia».

Tal vez sea hora de que nos pongamos en acción, aunque la principal piedra no sea la prohibición, sino nosotros mismos-as y, fundamentalmente, de quienes no sienten aún la convocatoria para actuar, ofreciendo su tiempo y dones…

Estela Amúz

“Yo valdesius”, abreviado, tal como aparece en la “Profesión de Fe de Valdesius”, documento de 1180 descubierto en Madrid en 1946. Bibliografía: publicación de Mensajero Valdense por el VIII o. centenario del Movimiento Valdense; Catecismo de Historia de la Iglesia; material de estudio de EEG; folleto de IEVRP;

Valdo, según detalle del monumento a Lutero en Worns.

La novedad del Evangelio

Leemos en Mateo 9:

14Los seguidores de Juan el Bautista se acercaron a Jesús y le preguntaron: —Nosotros y los fariseos ayunamos mucho, ¿por qué tus discípulos no ayunan? 15Jesús les contestó: —¿Acaso pueden estar tristes los invitados a una boda, mientras el novio está con ellos? Pero llegará el momento en que se lleven al novio; entonces sí ayunarán. 16«Nadie arregla un vestido viejo con un remiendo de tela nueva, porque el remiendo nuevo se encoge y rompe el vestido viejo, y el desgarrón se hace mayor. 17Ni tampoco se echa vino nuevo en cueros viejos, porque los cueros se revientan, y tanto el vino como los cueros se pierden. Por eso hay que echar el vino nuevo en cueros nuevos, para que así se conserven las dos cosas.»

Estos versículos del Evangelio de Mateo presentan un diálogo breve entre seguidores de Juan el Bautista y Jesús sobre el tema del ayuno. Al igual que en Marcos 2:18-22 y Lucas 5:33-39, lxs discípulxs de Juan el Bautista empiezan exponiendo que ellxs y los fariseos ayunan mucho, y le preguntan a Jesús por qué sus discípulxs no lo hacen. Aquí aparecen dos cuestiones que están vinculadas, una es la referencia a que lxs discípulxs de Jesús no seguían una práctica que realizaba todo el resto del mundo judío de la época, lo cual se infiere de la mención de los otros dos grupos juntos y que no era algo habitual (lxs seguidorxs de Juan el Bautista era un grupo “marginal” respecto a los fariseos que representaban al Templo de Jerusalén). La segunda está implícita y es el cuestionamiento a la autoridad de Jesús, como vemos también en otros relatos evangélicos.

En el versículo 15, la respuesta de Jesús, sin negar la posibilidad de ayunar, justifica que no cabe practicar el ayuno cuando se está en una fiesta. Así recoge la imagen de la boda que aparece en el Antiguo Testamento para referir la alianza de Dios con el pueblo de Israel, para expresar que lxs discípulxs y todxs lxs que reciben el anuncio del Reino están en tiempos de fiestas porque Jesús está con ellxs.

Luego, siguen dos versículos que son muy conocidos, tienen el efecto de los dichos populares que apelan a la sabiduría cotidiana para compartir un mensaje. Los ejemplos usados hacen alusión al tiempo mesiánico que inauguró Jesús (el cuál no puede interpretarse como un “remiendo” a lo que ya existía) y al anuncio del Evangelio (el “fermento” de la Buena Noticia no puede ser “contenido” en las prácticas conocidas). Es decir, Jesús les está diciendo que ha iniciado un tiempo totalmente nuevo que invita a una transformación profunda de la vida toda.

La tensión entre lo viejo y lo nuevo que aparece en el texto es algo que podemos comprender mirando nuestra realidad actual, aunque es verdad que vivimos en una época en donde la percepción del tiempo es vertiginosa. Hoy estamos expuestxs de manera permanente a lo “nuevo”, la sensación generalizada es que todo pasa muy rápido y esto se evidencia en aspectos de la salud mental que se empiezan a mencionar como problemáticas que afectan la vida, los vínculos, el trabajo, etc., pero me parece que es interesante que intentemos tomarnos un momento para observar qué tiene de novedad lo nuevo de este tiempo. Muchas veces notamos que esos cambios que se presentan son una actualización superficial, en los artefactos se ve más claramente puesto se le agrega un botón, se cambia un color, se mejora una función, etcétera, pero no es totalmente nuevo lo que se produce.

La novedad del Evangelio implica una reflexión profunda, nos invita a mirar nuestra realidad y a cuestionarnos la percepción que tenemos al respecto. Reflexionar sobre nuestras creencias, valores y prácticas desde la perspectiva del anuncio de Reino de Dios para toda la Creación no es un mandato, sino una provocación que nos convida a animarnos a la transformación de nuestras vidas.

Queda en nosotrxs tomar esta decisión y será fundamental que no perdamos de vista que esta búsqueda personal y comunitaria requiere de paciencia, ternura y apoyo mutuo para sostenernos en el proceso. Porque lo nuevo, en el sentido de las palabras de Jesús, tiene una dimensión desconocida, genera incertidumbre porque inicia algo que no sabemos a dónde nos va a llevar, el misterio nos da curiosidad, pero también nos hace vulnerables. Por esta razón es importante que nos acompañemos amorosamente y que construyamos espacios de encuentro que nos posibiliten vivir de manera genuina, intentando desarmar los juicios amenazantes y moralizantes que no anuncian la vida plena y el proyecto del Reino al que nos invita el Evangelio.

Cuando se apague todo y se vacíe el club, cuando se abran la puertas y te encandile el sol, cuando te invada el aire de un nuevo amanecer, cuando te falte algo y no sepas qué hacer.

Cuántas cosas olvidamos perdidas por ahí, retazos de una vida que queda por vivir. Podés perder el tiempo y las ganas de querer, siempre hay algo importante para perder.

Podés perder la calma, y la paciencia alguna vez, las ilusiones, pero no podés perder la memoria.

Podés perder todas las discusiones, podés perder la cordura. Nunca pierdas la locura de animarte y arriesgar, no pierdas la pasión nunca jamás.

Fácil es perder a la confianza, un solo segundo nos alcanza. Difícil matar a la esperanza, que nunca se pierde hasta el final.

Si perder es encontrar, perdés lo viejo y ganás, Lo nuevo que se aparece. Cambiar, transformarse, mutar, reinventarse.

Vaciando mochilas, descargándose, largar viejos lastres, que te anclan aquí y soltar amarras hasta el fin.

Murga Cayó la cabra Fragmento del espectáculo 2019 «El club de los malos modales»

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.