Cuestión de Fe - enero de 2017

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CUESTIÓN DE MEMORIA

«Una valdense beatificada» «Después del transcurso de siglos y de cuantiosos gastos hechos por la curia romana, el Papa ha promulgado la beatificación de Juana de Arco, se cree que el Papa la hará santa en el mes de mayo próximo. Lo curioso es que Juana fue condenada en toda regla como valdense, esto es, como herética, por un inquisidor y varios obispos, en nombre de uno de los precursores del infalible Pío X.» La observación no sólo es curiosa, sino cierta. En aquellos tiempos el título de valdense se daba no sólo a los cristianos de los Valles, sino a todos los que se rebelaban contra el Papa en Italia y fuera de Italia. ¡Extraña contradicción! Un infalible decreta una sentencia recondenación, y otro infalible publica un decreto de beatificación. Y añade el periódico del cual entresacamos la noticia: «Entretanto, nosotros los valdenses podemos estar orgullosos de tener en el Olimpo romano una de aquellas personas que llevaron nuestro mismo nombre, fueron perseguidas como nosotros y murieron mártires como tanto de nuestros padres.»

(«La Unión Valdense», abril de 1909, p.) Nota: Juana de Arco, también conocida como la Doncella de Orleans (1412-1431), fue una heroína, militar y santa francesa. Con 17 años encabezó el ejército real francés. Convenció al rey Carlos VII de que expulsara a los ingleses de Francia, y éste le dio autoridad sobre su ejército en el sitio de Orleans, la batalla de Patay y otros enfrentamientos en 1429 y 1430. Estas campañas revitalizaron la facción de Carlos VII durante la guerra de los Cien Años y permitieron la coronación del monarca. Fue capturada por los borgoñones y entregada a los ingleses. Los clérigos la condenaron por herejía y el duque Juan de Bedford la quemó viva en Ruan, el 30 de mayo de 1431. Durante el proceso el Papa era Martín V. En el momento de la ejecución el Papa era Eugenio IV. Fue beatificada el 18 de abril de 1909, catedral de Notre Dame, por el papa Pío X

Los bancos del templo Se estaba en plena época revolucionaria y el Sínodo (en Italia) cumple un acto revolucionario. Decide que de ahora en adelante, los bancos de los templos serán comunes y cada uno «tendrá el derecho de ubicarse y sentarse en el templo donde le parezca bien». Alguien puede preguntar qué tipo de revolución es ésta. Pero en el momento se trató de una decisión histórica. Los bancos en los valles valdenses eran propiedad de la familia que los compraba. A menudo, con la muerte del jefe de familia se desataba una disputa entre los herederos para reivindicar derechos sobre el banco en cuestión. La resolución decide que: «los bancos en nuestras iglesias, que son fuentes de celos, de disensos, de odios y de discordia, son de ahora en adelante, comunes». Los informes de los consistorios están llenos de estas historias e incluso los Sínodos del 700 deben ocuparse del tema por lo menos ocho veces en el lapso de 65 años. Desde el de 1736, que especifica que sobre la cuestión de los lugares en los bancos es juez último el Consistorio, al de 1780, que dice «si has

vendido el banco no puedes pretender derechos sobre el suelo en cual se encontraba». Se avanza entre recursos, disputas y discusiones locales y sinodales. En 1791 el Sínodo invita a todos a seguir el ejemplo de la iglesia de Bobbio Pellice «a hacer el generoso sacrificio de sus propiedades particulares». La propuesta definitiva de cambio es hecha en el Sínodo de 1801 por el subprefecto del distrito de Pinerolo, el ciudadano Pierre Geymet, pastor y moderador de la Iglesia Valdense. Pensé a menudo en este episodio marginal de nuestra historia cuando como pastor he debido confrontar, en la comunidad y en los sínodos, con mezquindades y disputas que nada tienen que ver con los grandes temas de la fe. Y me he dicho que la iglesia ha sido es también esto: «miseria y nobleza». Eran pequeños y pecadores como nosotros, pero al mismo tiempo, por gracia de Dios, capaces de cambiar la gran y la pequeña historia. Claudio Pasquet «L’Eco delle Valli Valdesi» 20 de julio 2016

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Fue canonizada el 16 de mayo de 1920, basílica de San Pedro, por Benedicto XV. Desde entonces es Santa Juana de Arco.

Nuevo Combustible (1903) ¿Podrá ser un recuerso para la calefacción del próximo invierno? Lo dudo mucho por razones que son varia, pero si es interesante conocer cómo en otros momentos también se buscó la eficiencia en el uso de la energía. La necesidad empuja a la creatividad. Así lo aconseja «La Unión Valdense» «Cuatro ladrillos bien porosos, después de permanecer unas horas en el petróleo, si se encienden queman por lo menos durante 2 horas seguidas, permitiendo una cantidad de calor suficiente para cocer un alimento cualquiera. En varias partes de Inglaterra este uso se generalizó rápidamente dando buenos resultados. El método es sencillo; la economía no indiferente; la utilidad apreciable.» («La Unión Valdense», abril de 1903, p. 6)


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