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Dirección
Mtro. Miguel Ángel De León
Coordinación
Mtro. Miguel Ángel De León
Editor de contenido
J.E. Cervantes Cervantes
Edición y Diseño
D.G. Aidé Amelia Huerta Torres
Autor “La Cueva del Clan”: J.E. Cervantes Cervantes
Autor “ISKALTIPS del mes”: Maestrante Ilse María Sosa Ramírez
*Si tienes comentarios en relación a este boletín, o a nuestros productos y servicios. Escribenos a: contacto@iskalti.com

EDI T O RIA L
Septiembre, mes de la patria, nos recuerda que los legados más valiosos no solo se cantan o se izan: se heredan en la forma de ver, cuidar, escuchar y acompañar a los nuestros.
En la sección la Cueva del Clan presentamos “Hoy no salvé a mi nieta de nada… pero la preparé para todo”. Cuento diseñado no solo para conmover, sino para formar criterio y una estrategia real y funcional ante situaciones de riesgo. Ningún padre quiere imaginar un escenario violento junto a su hijo. Sin embargo, evitar pensarlo no elimina el riesgo. Lo que sí puede hacer la diferencia es: preparar, conversar, modelar y practicar.
Este artículo no apela al miedo, sino a la lucidez. No glori ca al héroe impulsivo, sino que resalta al adulto que respira, observa y actúa con claridad. Aqui aprenderas por qué el veraderos cuidado no se improvisa, y cómo una coordinación previa, una palabra clave, un gesto, o plan simple, pueden salvar vidas.
Cada 40 segundos, alguien en el mundo se quita la vida. Y muchas veces, lo que faltó no fue un diagnóstico, sino alguien que escuchara sin juicio. El artículo de este mes “Cuando escuchar puede salvar”, es una invitación urgente y clara a romper el silencio que envuelve a tantos jóvenes, y a reconocer que hablar de lo que duele no agrava el problema: puede prevenirlo.
El texto ofrese señales de alerta, herramientas prácticas y una consigna valiente: “estar emocionalmente disponibles importa más que saber qué decir”. No busca alarmarte, sino prepararte. Leelo con atención: tal vez hoy no estés salvando una vida, pero sí formándote para cuando llegue ese momento...
La familia es el primer territorio que habitamos y, muchas veces, el más determinante. Allí aprendemos —o no— a con ar, a expresar lo que sentimos y a pedir ayuda cuando algo dentro duele o se rompe. Y también —si hay guía y presencia—, es donde aprendemos a crecer con fortaleza, a transformar el miedo en aprendizaje y las di cultades en raíces para la vida.
ISKALTI SIGNIFICA CRECER, CRECE CON NOSOTROS.
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SECCIONES NUESTRAS
La Cueva del Clan: Protección en primera Línea
Hoy no salvé a mi nieta de nada… pero la preparé para todo
ISK ALTIPS del mes
Cuando escuchar puede salvar Una guía para prevenir el suicidio en adolescentes
¿QUIÉNES SOMOS?
Nacimos en 1994, somos un equipo de terapeutas profesionales dedicados a la atención y educación psicológica. Nuestro principal objetivo es apoyar a las personas promoviendo su crecimiento personal, sostenidos desde el amor, los valores y la sana convivencia a través del autoconocimiento, logrando la estabilidad emocional, desarrollando las habilidades y competencias del individuo.
¡Estamos para servirte!





Atendemos a aquellas personas que se enfrentan a la imposibilidad de cubrir un servicio terapéutico de especialidad, proporcionándoles atención acorde a sus posibilidades. Al mismo tiempo, recibimos nuevos profesionales, a quienes impulsamos y formamos dentro de su profesión.


lå çüëvå dël çlåñ: Protección en primera línea

Hoy no salvé a mi nieta
de nada…
pero la preparé para todo


Por J.E. Cervantes Cervantes
Subdirector Pro-Defensa
El sol cae suave sobre el parque del barrio. Luz, con su paraguas colgado del antebrazo, más por costumbre que por necesidad, camina de lamano y al ritmo ligero de su nieta Martina, de siete años, que de pronto se suelta y comienza a saltar entre las baldosas de la banqueta como si jugara a no pisar las grietas del mundo.
—¿Hoy vamos a los columpios o a la arena? —pregunta Martina, sin dejar de moverse.
—Donde tú decidas, mi pequeña comandante —responde Luz, sonriendo con ese humor que su nieta ya conoce.
Martina continúa saltando de baldosa en baldosa con la ligereza de quien todavía no conoce el peso de la sospecha. Lleva el cabello alborotado pero según ella peinado por su propia mano, una playera con manchas de pintura y esa sonrisa amplia que solo tienen los niños que se saben amados.
La pequeña comandante elige la arena. Siempre le ha gustado construir “mundos”, decía. Ciudades del futuro y del pasado, monumentos a su gato, túneles imposibles que se hundían en segundos… Martina corre hacia el cajón de arena y se lanza de rodillas sin dudar. Empieza a construir una montaña que, según ella, será el castillo de una reina “que pelea como pirata”.



Luz se sienta en un banco cercano, desde donde puede ver todo el parque. El mismo lugar de siempre. Las mismas madres en los bancos. El mismo sonido de bicicletas, gritos, perros y juegos. Nada llama la atención. Nada… todavía. Pero su mirada no se distrae; sabe que lo cotidiano puede quebrarse en segundos, y no está dispuesta a que eso ocurra sin estar prevenida. La tranquilidad es buena, pero no hay que dormirse en ella.
De pronto, algo fuera de tono sucede. Es apenas un roce en su percepción: un hombre que camina lento, demasiado lento. No parece tener rumbo. Su cuerpo es común, pero su energía no. Deambula, se detiene a mirar, y su mirada no es casual. No va con ningún niño, ni pareciera que alguien lo espere. Simplemente… mira. Y esa mirada se detiene demasiado tiempo sobre Martina. Hay algo en su quietud que sobresalta a Luz… no por lo evidente, sino por lo que no hace. No hay ninguna señal clara; la duda aparece, como siempre, pero la duda no puede ser jefa de la acción. Y Luz decide.
No se alarma. Respira. No se levanta de golpe ni llama la atención. Solo coloca ambas manos sobre su paraguas y sostiene la mirada ja en él. El hombre no hace contacto visual. Da media vuelta, avanza unos metros, vuelve a mirar.
Luz no necesita más. Sabe lo que puede venir.
Código activado.

Se levanta. Camina despacio hacia la zona de arena como si fuera una abuela más, cansada de estar sentada. Martina sigue en lo suyo. —Marti —dice con voz serena—, “un pez betta”.
Las palabras otan en el aire, tan cotidianas como en una conversación cualquiera. Sin embargo, llevan otro peso: el de una señal silenciosa.
Martina se detiene, levanta la cabeza. Se queda quieta solo un segundo. Luego se incorpora. No pregunta. No juega. Solo se sacude las manos, se pone de pie y, de inmediato, va hasta su abuela y se toma de su mano.
Sin decir más, Luz gira en dirección al borde del parque, escoge la salida lateral que ya había estudiado antes y comienza a alejarse con su nieta por un lugar lleno de gente.


No hubo gritos. No hubo carrera. Solo decisión. Detrás de ellas, el hombre las mira alejarse, pero no las sigue. Luz periódicamente se gira para comprobarlo; siempre es necesario asegurarse.
Nadie lo nota. Nadie ve el pequeño milagro de la coordinación invisible. Pero en esa unión hay una vida protegida. Y una abuela que no improvisa.
Caminan sin hablar. Una cuadra. Luego otra. Luz observa re ejos en vidrieras, cruces de calles, sombras. Martina sabe que algo pasó, pero también sabe que no debe hablar hasta que su abuela lo indique. Ese era otro de los acuerdos.
El hombre no las sigue. Quizás nunca lo iba a hacer. Quizás sí. No importa. Ellas hicieron lo que había que hacer.
Al llegar a la esquina frente a una avenida, Luz se detiene. Mira alrededor, respira más profundo y suelta la mano de Martina.
—¿Vamos por un helado? —pregunta.
Martina responde con media sonrisa. Lo difícil ya pasó. Pero su cuerpo sabe que no fue un juego.
—De piñón. Y doble, como nos gustan a mi mamá y a mí —dice.
—¡Claro! Como debe ser, mi pequeña comandante.


No se trata de paranoia. Se trata de un legado. Luz no solo crió hijos: formó criterios. Y ahora lo hace con su nieta. Martina no solo aprende, es parte de una línea que cree en mirar el mundo con ojos abiertos y alertas; con el corazón y la mente preparados… y fuertes.
Ya en casa, con el helado casi terminado, Martina rompe el silencio.
—¿Era malo?
Luz la mira. No con preocupación, sino con respeto.
—¿Abuela, ese señor era peligroso?
—No lo sé. Pero no me gustó cómo se comportaba. Y cuando algo no me gusta, pre ero actuar.
—¿Por eso dijiste “un pez betta”?
—Claro. ¿Y tú qué hiciste?
—Lo que practicamos: me levanté, no hablé, no corrí. Me fui contigo.
—Perfecto.
Martina piensa un momento y pregunta bajito, como quien no quiere que la escuchen las paredes:
—¿Y si algún día no estás?
Luz cierra los ojos un segundo. Siente el golpe de la pregunta. La mira a los ojos y responde:
—Entonces haces lo mismo: no pierdes el control, pero te vas igual. Porque tú también sabes cuidarte.
Martina no responde. Baja la cabeza. Parece pequeña, frágil, vencida por el miedo. Luz se acerca. No la consuela. No lo niega.
—El miedo no es debilidad. El miedo es un aviso. Un “ALIADO PODEROSO”. Lo importante es lo que haces con él.
Después de oír a su abuela, una Martina fortalecida deja el resto de su helado a un lado y dice:
—Hoy no pasó nada… pero actuamos como si pudiera pasar. Eso está bien, ¿no?
Luz sonríe. Hay lágrimas que no hace falta derramar para saber que se tocó algo profundo.
—Eso es estar vivas, Marti.


Ese día no hubo golpes ni persecuciones. Solo una intuición rme, unas palabras clave y una decisión tomada a tiempo. Martina asiente. Luego va a lavarse las manos. En su paso corto, ligero, hay algo nuevo: la sensación de saber qué hacer cuando el mundo tiembla.
El parque seguirá allí: los bancos, los árboles, los columpios, el arenero.
Pero ahora, si Luz y Martina vuelven, no estarán en el mismo cuento. Estarán en uno donde saben que el amor no solo protege… también entrena y nos hace estar ¡ALERTA!
Este cuento es solo el inicio. En el próximo número, compartiremos una guía práctica para padres y madres que deseen convertir esta historia en una herramienta de formación para sus hijos. Abordaremos los principios clave: desde el “Primero el adulto respira”, hasta cómo crear planes familiares sencillos, entrenarlos, leer el entorno con lucidez y sostener emocionalmente a los niños después de una crisis. Porque la protección no empieza cuando hay peligro. Empieza mucho antes, en la forma en que enseñamos a observar, evaluar, decidir y entonces, actuar.







CUANDO ESCUCHAR PUEDE
Una guía para prevenir el suicidio en adolescentes

Maestrante Ilse María Sosa Ramírez
¿Sabíascadaque 40 segundos, una persona se quita la vida en el mundo?



En México, el suicidio se ha convertido en una de las principales causas de muerte entre adolescentes. Y a pesar de que las cifras son impactantes, lo que más duele es el silencio que envuelve este tema. Muchas veces no hablamos de esto por miedo, por ignorancia, o simplemente porque creemos que “eso aquí no pasa”.


Por ello, el día de hoy te comparto algunas señales que podrían indicar que un adolescente está en riesgo: cambios drásticos en su comportamiento (aislamiento, irritabilidad, tristeza profunda), pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba, comentarios como “no valgo nada”, “me gustaría desaparecer”, “estarían mejor sin mí”, cambios en los hábitos de sueño o alimentación, autolesiones (cortes, quemaduras, golpes) y consumo de alcohol o drogas como forma de evasión. Cabe recalcar que no siempre son evidentes, y por eso es tan importante aprender a ver más allá de lo super cial.
Dicho esto, me gustaría aclarar que el suicidio nunca es consecuencia de una sola causa. Es un fenómeno complejo, con muchas capas, y por eso debemos considerar diversos factores de riesgo, entendiendo estos como cualquier característica, circunstancia o exposición que aumenta la probabilidad de que ocurra un evento no deseado. Entre los más comunes están:

La depresión u otros trastornos emocionales no atendidos.
El bullying o la violencia escolar.
El abuso sexual o el maltrato físico o psicológico.
El rechazo o la discriminación por orientación sexual o identidad de género.
La presión académica o familiar excesiva.
El sentimiento de no pertenecer o de no ser escuchado.



Además, es importante entender que la conducta suicida se mani esta en diferentes niveles, por lo que no siempre llega directamente al acto. Un ejemplo de ello, son las siguientes situaciones:
1. 2. 3. 4.

Ideación suicida: pensamientos acerca de la muerte.
Planeación: cuando ya se considera el cómo, el cuándo o el dónde.
Intento suicida: cuando hay una acción directa, aunque no se logre el resultado.
Suicidio: cuando lamentablemente la persona pierde la vida.
Y aunque existe una fuerte relación entre el suicidio y los trastornos mentales, no siempre hay un diagnóstico previo. Muchos suicidios ocurren de forma impulsiva, en momentos de crisis aguda, donde la persona siente que no hay salida. Por eso es tan importante brindar un diálogo, acompañar y contener.



De igual manera me gustaría explicarte algunos términos que pueden ayudarte a entender lo que un adolescente puede estar viviendo:
Depresión: Se trata de una tristeza persistente con pérdida de interés en lo que antes se disfrutaba, sensación de vacío y di cultad para funcionar en la vida diaria durante al menos dos semanas.
Ansiedad: Es una emoción de alerta ante algo que percibimos como amenaza. Aunque es natural, cuando se vuelve constante, abruma.
Estrés: Es una respuesta física y mental que se presenta ante exigencias que nos superan o que nos generan mucha presión.
Desregulación emocional: Es cuando sientes di cultad para controlar o expresar adecuadamente tus emociones, entendiendo que las emociones a diferencia de los sentimientos son más inestables y se presentan de un momento a otro y muchas veces de manera inesperada y sin control, mientras que los sentimientos son estables y se expresan por largo tiempo.


ISKALTIPS
Entonces… ¿qué podemos hacer? ¿Cómo acompañar a los adolescentes cercanos a nosotros? Aquí te comparto algunos ISKALTIPS, herramientas simples, pero poderosas que puedes poner en práctica:
1. Escucha sin juzgar.
Evita frases como “no digas tonterías” o “eso es por llamar la atención”. La empatía puede marcar la diferencia entre el silencio y la esperanza.
2. Abre el diálogo.
Habla sobre emociones, frustraciones y tristeza. Y sí, también sobre suicidio si notas señales de alerta. Preguntar directamente no incentiva el suicidio; al contrario, da permiso para hablar de lo que duele y eso muy probablemente será una válvula de escape para bajar la tensión que podría llevar a actuar una autoagresión.
3. Ofrece ayuda profesional.
No minimices lo que ocurre. Acompaña a esa persona a buscar un psicólogo o psiquiatra. A veces, una sola sesión puede abrir una puerta.
4. Crea espacios seguros.
Revisa el ambiente familiar o escolar. ¿Se puede hablar de lo que se siente sin ser ridiculizado? ¿Puede tener diferentes creencias e intereses a las del entorno sin ser juzgado? ¿Se respetan sus límites y la individualidad?
5. Cuida tu propia salud mental.
Un adulto emocionalmente estable es una gura clave para contener y orientar. No podemos dar lo que no tenemos.
Y si estás leyendo esto y te preguntas a dónde acudir, aquí te dejo algunas líneas de ayuda gratuitas y con denciales en México:
91ISKALTI: 555342 2203
SAPTEL: 800 472 7835 (24/7)
Línea de la Vida: 800 911 2000
Recuerda, prevenir el suicidio no es tarea de un solo día, ni de una sola persona. Es una responsabilidad colectiva. Necesitamos construir entornos donde los adolescentes se sientan vistos, validados y acompañados. A veces, solo basta con que alguien les escuche y acompañe con el corazón abierto.








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