En el ISKALTIPS de Marzo: ¿Cómo combatir la discriminación?

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Editor de contenido

J.E. Cervantes Cervantes

Edición y Diseño

D.G. Aidé Amelia Huerta Torres

Autor “La Cueva del Clan”: J.E. Cervantes Cervantes

Autor “ISKALTIPS del mes”: Mtra. Berenice Juárez Granados

*Si tienes comentarios en relación a este boletín, o a nuestros productos y servicios. Escribenos a: contacto@iskalti.com

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EDI T O RIA L

Marzo, cuando la primavera comienza a despertar, es el momento perfecto para re exionar sobre nuevos comienzos y oportunidades de crecimiento que nos ofrece esta estación.

La sección La Cueva del Clan nos presenta la segunda parte de “Cómo la presión social y las inseguridades modelan las decisiones de los jóvenes”. Con la conclusión del cuento “El reto de la cornisa”, fomentaremos en nuestros jóvenes lectores la re exión acerca del valor de ser uno mismo y de tomar decisiones basadas en lo que es correcto, no en lo que es popular o esperado por los demás. El ejemplo del personaje principal se convierte en un mensaje poderoso para todos los chicos: ser valiente no siempre signi ca hacer lo que otros esperan de ti, sino tener el coraje de ser el a ti mismo, incluso cuando eso implique enfrentar la burla o el rechazo.

El artículo de este mes, “¿Cómo combatir la discriminación? Herramientas y valores para educar a losniños”, nos invita a re exionar sobre el impacto de este prejuicio y cómo prevenirlo en los niños. A través de herramientas prácticas y valores fundamentales como respeto, empatía y tolerancia, este texto propone formas concretas de fomentar la inclusión desde el hogar. Enseñar a valorar la diversidad es clave para formar una sociedad más justa y compasiva; un llamado a la acción para construir un futuro sin discriminación, empezando desde nuestras propias familias.

Mejorar la sociedad no es algo inmediato, sino un proceso que requiere paciencia, dedicación y esfuerzo continuo. Sigamos sembrando las semillas del cambio en la próxima generación. La educación, tanto formal como en el hogar, es la base sobre la cual podemos construir un futuro más justo, inclusivo y respetuoso, alentando a los jóvenes a convertirse en líderes conscientes y compasivos que promuevan el cambio desde su propio entorno.

SECCIONES NUESTRAS

La Cueva del Clan: Protección en primera Línea

Cómo la presión social y las inseguridades modelan las decisiones de los jóvenes”.

ISK ALTIPS del mes

¿Cómo combatir la discriminación? Herramientas y valores para educar a los niños

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¿QUIÉNES SOMOS?

Nacimos en 1994, somos un equipo de terapeutas profesionales dedicados a la atención y educación psicológica. Nuestro principal objetivo es apoyar a las personas promoviendo su crecimiento personal, sostenidos desde el amor, los valores y la sana convivencia a través del autoconocimiento, logrando la estabilidad emocional, desarrollando las habilidades y competencias del individuo.

¡Estamos para servirte!

Atendemos a aquellas personas que se enfrentan a la imposibilidad de cubrir un servicio terapéutico de especialidad, proporcionándoles atención acorde a sus posibilidades. Al mismo tiempo, recibimos nuevos profesionales, a quienes impulsamos y formamos dentro de su profesión.

lå çüëvå dël çlåñ: Protección

en primera línea

CÓMO LA PRESIÓN SOCIAL Y LAS INSEGURIDADES MODELAN

LAS DECISIONES DE LOS JÓVENES

PARTE 2

Por J.E. Cervantes Cervantes

Subdirector Pro-Defensa

En esta parte del relato, se destaca la importancia de varios factores: La intervención de observadores que eligen apoyar a las víctimas; los aprendizajes previos sobre cómo afrontar con ictos; y la consciencia de la relevancia de los propios valores frente a las exigencias externas. Estos elementos actúan como catalizadores, permitiendo rechazar la presión del grupo y tomar decisiones informadas que re ejen coraje y autenticidad, promoviendo tanto la autoprotección como la seguridad colectiva.

La historia de Gus-Gus y el Henry Cuento para niños y adolescentes

Segunda parte

El valor de ser uno mismo

Los héroes no siguen modas, siguen sus principios. J.E.C.C.

La azotea del edi cio parecía sacada de una película, pero Gus-Gus no podía quitarse la sensación de estar atrapado en una pesadilla. La baranda de hierro oxidado de la cornisa, parecía un lugar lejano un pequeño mundo donde todo se decidiría en un solo paso. Las playeras de los chicos, adornadas con guras de sus súper héroes o de sus equipos deportivos favoritos, ondeaban por el frio viento, dándole al ambiente un aire de peligro. El Henry, Jazmín y José Luis, parados al borde como aves listas para volar, parecían no darse cuenta del riesgo real. Gus-Gus, en cambio, lo sentía muy claro, el abismo bajo sus pies parecía un monstruo esperando su caída. Cada paso hacia el borde lo sentía más difícil, y su corazón latía tan rápido que parecía querer escapar de su pecho.

– ¡Vamos Gus-Gus, no seas gallina! –Gritó José Luís, parado desde el borde, estando junto a Jazmín.

Parecía que los hermanos habían perdido el control y actuaban como si todo eso fuera algo maravilloso, valiéndoles “queso” lo que pudiera pasar.

– Y tú también Daniel, ¡no te hagas! También te tienes que subir, ¿o saliste como el Gus-Gus? –Dijo Jazmín burlándose de su compañero.

– ¡Va, va, va! ¡Si! ¡Ya voy! –Gritó Daniel para que todos lo escucharan, aunque en el fondo no quería hacerlo, solo lo decía para que no se burlaran de él como lo estaban haciendo con Gus-Gus.

Gus-Gus sintió como si su mente estuviera en guerra. Por un lado, quería largarse de allí, pero por otro, la burla de sus amigos seguía retumbando en su cabeza, como un eco que no lo dejaba en paz. “¿Qué dirán si me voy? Con ellos ya estaba siendo parte de ¡algo! ¿Y si me rechazan?”, Pensó, con la boca seca y las manos sudando.

Todos continuaban allí, mirándolo, esperando su decisión, presionándolo. El Henry burlón, le hacía señas, para que lo siguiera. Los otros dos, Jazmín y José Luis, se reían como si fuera un juego, disfrutando de la tensión en el aire. Daniel estaba callado, mirando el suelo. Bere, la única que no gritaba ni empujaba, estaba sentada a lo lejos y seguía observando con esa mirada preocupada que parecía decir: “No hagas esto, Gus-Gus”.

No nada más enfrentaba al vacío bajo sus pies, también a algo mucho más grande: Por un lado, la presión del grupo, el miedo al rechazo y, por otro, el miedo a perderse a sí mismo solo por encajar con los demás. Gus-Gus volteo a ver a Bere y en ese momento, todo pareció volverse más claro. Cerró los ojos por un segundo, sintiendo el viento frío acariciar su rostro y el mundo entero se detuvo.

Recordó lo que había aprendido en los libros que leía en su habitación, de las historias sobre valentía, sobre héroes reales, no aquellos que buscan aprobación a costa de otros, sino los que son capaces de tomar decisiones valientes en el momento justo, incluso si eso signi ca ir contra la corriente. Se imaginó a esos héroes diciéndole: “A veces, ser valiente es decir ¡NO! Ser valiente no es hacer lo que otros te dicen, sino hacer lo correcto, incluso cuando nadie lo entienda”.

Y de pronto, como si Bere hubiera adivinado lo que Gus-Gus estaba pensando, se levantó y se aproximó, su actitud lo decía todo; allí parada junto a él, de alguna manera estaba demostrando que estaría de su lado apoyando la decisión que tomara. Bere sabía que lo que estaban haciendo sus amigos no era correcto y ya no se quedaría callada esperando a que alguien más hablara y se los dijera.

Pero entonces Bere también sintió el peso de las miradas de los demás. En su interior, la voz de la duda le susurraba: “¿Por qué tienes que intervenir? Ellos también son tus amigos”. Pero luego vio la expresión en los ojos de Gus-Gus y supo que tenía que hacer algo. No se quedaría callada, aunque hablar signi cara que también la rechazaran a ella.

– Si no quieres hacerlo, no tienes que hacerlo Gus-Gus. –Dijo Bere, mirando decidida hacia los otros tres chicos.

Gus-Gus respiró hondo, mirando una vez más al Henry, cuya cara de desafío se veía menos segura de lo que había estado antes. Gus-Gus lo observó bien, y algo dentro de él comprendió: El Henry no era tan fuerte como parecía, estaba luchando consigo mismo, tratando de ocultar sus propias inseguridades tras una máscara de audacia. “Quizá él también tiene miedo”, pensó Gus-Gus.

Con un paso vacilante, Gus-Gus dio un paso atrás. Miró a sus amigos, sus burlas retumbando en su cabeza: “Si no lo hago, me dirán gallina y si hago lo que otros quieren que haga, perderé mi propio valor”. Durante un largo segundo, el peso de la decisión casi lo derrumbó. Pero entonces pensó en Bere, en la forma en que lo había mirado, como si ella comprendiera lo que él sentía. Con un suspiro, dio el paso de nitivo, alejándose de la cornisa. Ya no sentía el peso del miedo, sino una ligera sensación de alivio y dijo:

– No voy a hacerlo Henry. –Su voz resonó con más rmeza de la que había imaginado tener–. Desde el principio no me gustó la idea ¡y pre ero hacerme casa o a mi mismo que a ti!

El Henry lo miró con sorpresa, sus ojos se estrecharon, y luego una expresión de enojo apareció, pero algo más se formó en su mirada. La burla que siempre lanzaba, se desvaneció, dejando ver una grieta en su fachada de con anza. Gus-Gus notó que el Henry no solo estaba molesto por la negativa, una vez más había algo en su actitud que sugería... miedo. ¿Pero miedo a qué? Tal vez miedo de que su liderazgo se desmoronara, a que empezaran a dudar de él.

– ¿En serio? Te lo dije, Gus-Gus, si no lo haces, te olvidas de nosotros. –Dijo el Henry.

Pero al mismo tiempo que lo decía, lo miraba pasmado, como si no pudiera comprender lo que estaba pasando. Por un instante, su mirada se desvió hacia los otros chicos, buscando apoyo, pero vio que tampoco ellos sabían qué hacer. El control que siempre había tenido sobre ellos, sobre todo, sobre Gus-Gus, comenzaba a desmoronarse. “¿Qué pasa si Gus-Gus no me sigue?”, pensó con una pizca de pánico, pero rápidamente se cubrió con su cara de enfado.

– ¡Olvídate de ser uno de nosotros! –Volvió a decir, pero ahora su voz era más baja.

Gus-Gus ya no tenía miedo de lo que decía el Henry. Sabía que había algo más importante que hacer el "reto". Y eso era, ¡su forma de ser! No quería hacer algo solo para agradar a los demás y olvidarse de quién era él en realidad.

– Si hago lo que quieren, pase lo que pase el que pierdo soy yo. Si me caigo ya valí “mandarina”, y aun que no me caiga, si acepto, tendré que hacer siempre lo que ustedes quieren solo para que me acepten. No quiero vivir así. –Les dijo Gus-Gus.

Luego, con voz rme para que todos lo oyeran, continuó:

– Escuchen, ¿de verdad quieren seguir arriesgándose solo para que los acepten? ¿Tan poco valor tiene ser ustedes mismos? No se trata de ser valientes solo porque el otros lo dicen, se trata de saber lo que está bien y lo que no.

– Solo estamos jugando –Dijo Jazmín, ahora con cierta timidez.

– La vida no es un juego para quedar bien con los demás. –Le contesto Bere–. Piensen, esto no es un juego, ¿saben lo peligroso que es? No es solo un paso, es un salto al vacío, ¿y para qué? Para que nos vean como algo “cool”, para que un montón de gente desconocida nos diga “qué chido”, ¿eso realmente vale la pena?

– Imaginen si sale mal. No estamos hablando de caernos un poquito, estamos hablando de caídas que pueden rompernos, hacernos daño de verdad. ¿O qué pasa si alguien más decide hacer el reto solo porque vio que nosotros lo hicimos y se muere en el intento? No quiero vivir con esa culpa. –Añadió Gus-Gus.

– Pero es que se trata de estar todos juntos. –dijo José Luis, como buscando un pretexto.

– No me malinterpreten, yo mejor que nadie sabe lo que es querer ser parte de algo, pero ¿realmente vale la pena arriesgar nuestra vida o nuestra salud solo para estar en un grupo? Porque esto no es ser valiente, es ser tontos.

Todos estaban callados, re exionando lo que escuchaban.

– Pre ero estar fuera de este “team” si tengo que ser alguien que no soy o hacer algo que no quiero. –Dijo Gus-Gus mientras se alejaba sin mirar atrás.

La cara del Henry cambió, pero no fue lo que Gus-Gus esperaba. Se notaba vacío, como si no supiera qué decir después de las palabras de Gus-Gus. Por un momento sus ojos se habían cruzado, y aunque no dijo nada, hubo algo en su mirada que parecía decir: “Lo entendí, pero no sé si lo aceptaré”. La furia se fue, pero también desapareció la falsa seguridad que solía mostrar. Gus-Gus había tomado su decisión, y aunque Henry no lo entendiera completamente, algo en él sabía que había valentía en lo que Gus-Gus había hecho, algo que él mismo no podía enfrentar.

Daniel, quien nalmente parecía aliviado, dio un pequeño paso atrás. Bere, desde la distancia, sonrió con una leve aprobación.

Con un último vistazo a todos, Gus-Gus abrió la puerta que conducía a las escaleras para bajar y comenzó a retirarse. Cada paso que daba lo sentía más ligero. No necesitaba demostrar nada a nadie. No necesitaba seguir al Henry, que en ese momento ya no decía nada; ni quedar bien con José Luis o Jazmín que comenzaban a moverse aleteando como gallinas y le gritaron: – ¡Miedoso, ya sabíamos que tú no podrías hacerlo!

Gus-Gus sintió cómo una ola de frustración y tristeza le recorría el pecho por sentir que seguían burlándose de él. Por un momento, comenzó a caminar con timidez, como si esos gritos pudieran hacer que sintiera vergüenza de sí mismo. Pero entonces, ¡algo dentro de él se mantuvo rme!

– ¡Gallina, gallina! Eres un cobarde, el bebecito de mamá ¡miedoso! –Cacareaban Los hermanos, ya debajo de la cornisa, pero moviéndose como pollos.

– Ustedes dos no entienden nada. –Les dijo Bere–. No saben lo que cuesta decir “NO”, cuando todos te están presionando. No es un cobarde, al contrario, hay que tener mucho valor para poder hacer lo que Gus-Gus está haciendo.

Gus-Gus ya había dado el paso más importante, el más difícil; el de alejarse de la cornisa. Y ahora al sentir el respaldo de Bere, ya no dejaba que las palabras de los hermanos lo molestaran, las escuchaba como si solo fueran un ruido vacío. En ese momento, comprendió que “quien se burla de los demás a menudo es quien más teme ser juzgado”. No era un “cobarde”. Era un joven capaz de elegir lo que consideraba correcto, sin importar las críticas, y les dijo:

– Si, es verdad que me da miedo caminar por allí. Pero ustedes son más miedosos que yo; hacen todo esto para que no se burlen de ustedes y no son capaces de decir “no”.

Jazmín, al ver a Gus-Gus alejarse, soltó una risa que sonó más como un cloqueo de gallina y le dijo:

– ¡A lo mejor hasta las cucarachas se atreverían a hacerlo antes que tú!

Gus-Gus solo levantó una ceja y murmuró para sí mismo: "Las cucarachas tal vez, pero yo no soy una”. Su decisión no tenía que ver con los demás, sino con él mismo. Con el rostro tranquilo, Gus-Gus alzó la vista y terminó por irse, cada vez más seguro de que no había nada que probar.

A medida que bajaba, una voz en su cabeza le susurró con más claridad que nunca: “Hiciste lo correcto, Gus-Gus.” No era la voz de su madre ni la de algún personaje heroico de los libros que le gustaba leer. Era “su propia voz”. A lo lejos, vio a Bere, quien lo observaba con una ligera sonrisa, como si ella hubiera comprendido lo que acababa de vivir. No le había gritado, ni le había presionado. Había estado simplemente allí, en silencio, respetando su espacio. Eso era lo que Gus-Gus necesitaba.

Después de eso Daniel y Bere lo siguieron. Daniel gracias a la valentía de Gus-Gus, se sentía a salvo por poder también él negarse a hacer algo que en verdad nunca había querido hacer. Y caminando juntos mientras lo alcanzaban, Daniel, aún con la cabeza baja y murmurando, le pregunto a Bere:

— Oye Bere, ¿crees que Gus-Gus está bien?

— Sí, lo está. No se trata de encajar, sino de ser uno mismo.

Daniel frunció el ceño.

— Pero... se siguen burlando de él. ¿No es algo raro? ¿O difícil? —Le preguntó.

— Claro que es difícil, —respondió Bere con una mirada seria—. La valentía no es hacer algo peligroso. A veces, ser valiente es decir “NO”, aun que los demás se burlen. Gus-Gus eligió lo que era mejor para él, aunque eso haga que el Henry lo mande a volar.

Daniel pensó por un momento y luego asintió, entendiendo nalmente lo que había hecho Gus-Gus.

Al principio, todos estaban emocionados con el reto, pero poco a poco comenzaron a sentirse raros, como si todo fuera más serio de lo que pensaban. El Henry, derrotado, dio un paso atrás y se fue. Jazmín y José Luis, sorprendidos, empezaron a mirarse como si ya no les pareciera tan divertido. Mientras bajaban, murmuraban entre ellos, pero ya no tenían tanta energía. Aunque no lo decían en voz alta, parecían entender que el verdadero valor de Gus-Gus no era hacer el reto, sino ser valiente al decir "NO" y mantenerse el a sí mismo.

En ese momento, Gus-Gus se dio cuenta de que la opinión de los demás ya no era tan importante. Aunque algunos de sus amigos seguían riéndose, él sabía algo que ellos no: Había ganado la batalla más difícil, la que no se ve, la que ocurre en el corazón de cada uno cuando decides ser tú mismo y no dejarte llevar por los demás. Cuando vio a sus amigos siguiéndolo, se sintió bien, pero no por su aprobación, sino porque había tomado una decisión por él mismo, una que lo hacía sentirse orgulloso. “No se trata de tener miedo o no tenerlo”, pensó. “Se trata de lo que haces con ese miedo”, La voz en su cabeza ya no era un susurro, sino un grito poderoso.

— ¡Lo logré, hice lo correcto! —Se dijo a sí mismo en voz alta. Se dio cuenta de que no solo había dicho “NO” a la presión del grupo, sino que también había dado un paso para ser él mismo. Ya no necesitaba que los demás lo aprobaran para sentirse valioso. Ahora, era dueño de sus decisiones y no tenía que probar nada a nadie. En ese momento, por n, se sintió libre.

Epílogo

Y algo más sucedió mientras Gus-Gus bajaba. Bere, la única que no lo había presionado, lo alcanzó y con una mirada aprobatoria, le dijo:

– Gracias por hacer lo que hiciste, Gus-Gus. Gracias por no dejarte.

Ella fue la heroína silenciosa momentos antes, al decidir intervenir sin necesidad de muchas palabras. A veces, no es necesario dar grandes discursos, simplemente “estar allí”, “ser testigos de lo que está pasando y ofrecer apoyo a la persona que necesita tomar una decisión difícil”, es su ciente. Las personas como Bere tienen un poder real y profundo. Son los verdaderos héroes porque no esperan que las cosas cambien, sino que “crean ese cambio”.

Gus-Gus caminó hacia el parque, donde todo comenzó. Aunque alguna ves pudiera llegar a sentirse un tanto inseguro, ya no se sentía solo, ¡contaba con él mismo! Sabía que la próxima vez que algo así ocurriera, sería capaz de tomar la decisión correcta, y no solo por su bien, sino por el de todos.

Esta historia no es solo de Gus-Gus y el Henry. Va más allá, pues involucra a todos los que participan en ella: Bere, Jazmín, Daniel y José Luis; las historias pertenecen a todos quienes participan en ellas, así como también llegan a pertenecer a quienes las escuchan, las leen, las observan o las cuentan. Por eso, esta historia también te pertenece a ti querido lector.

Queremos que sepas que, aunque el grupo de amigos cambió, no se disolvió. Algunos de ellos aprendieron algo valioso esa tarde: "Que la verdadera fuerza no radica en hacer lo que los demás esperan de ti, ni en actuar de manera temeraria. La verdadera fuerza está en saber quién eres, y tener el valor de expresar y defender lo que realmente deseas hacer". Gus-Gus, por la autenticidad y valentía con que tomó su decisión, se convirtió en "EL HÉROE DE SU PROPIA HISTORIA". Al igual que cada uno de nosotros, podemos llegar a serlo. Un “héroe verdadero” en el sentido más puro de la palabra. Por tener el valor de hacer lo correcto, incluso cuando nadie lo espere.

Con el objetivo de crear una cultura inclusiva y respetuosa que fomente la empatía, la resolución de con ictos y la prevención de situaciones de violencia, y tomando como base la historia publicada tanto en este mes como en el mes anterior, concluiremos en la entrega del mes de abril con el tema “Intervención integral en dinámicas de con icto”. Este enfoque abarca no solo a las víctimas, sino también a los victimarios y observadores. A diferencia de centrarse únicamente en el problema inmediato, promueve un cambio estructural a largo plazo al trabajar con todas las partes involucradas, mejorando su comprensión mutua, promoviendo la empatía y facilitando la resolución pací ca de los con ictos. La propuesta busca no solo resolver el con icto puntual, sino transformar las dinámicas sociales de forma sostenible, involucrando a todos los actores para crear un entorno más saludable y respetuoso.

¡

¿Cómo combatir la discriminación?

Herramientas y valores para educar a los niños

Este 1ro de marzo se conmemora el Día Mundial para la cero discriminación, siendo un tema de gran relevancia que nos involucra a todos como sociedad e invita a la re exión sobre lo que podemos hacer para combatirla. ¿Cuántos de nosotros hemos escuchado historias de discriminación en nuestro entorno? Ya sea por raza, género, orientación sexual, religión, situación económica, discapacidad, enfermedad u otros factores, la discriminación tiene efectos psicológicos profundos. Su impacto emocional puede desencadenar estados de estrés constante, sentimientos de inferioridad, ansiedad e incluso depresión.

La

Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH)

de ne la

discriminación

como “un fenómeno

social

que vulnera la dignidad, los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas”.

Además, señala que la discriminación tiene su origen en la familia a través de la formación de estereotipos y prejuicios. Los estereotipos asignan ciertas características a un grupo de personas sin considerar sus diferencias individuales, mientras que los prejuicios nos llevan a juzgar a otros sin conocerlos realmente. La CNDH enfatiza que los niños aprenden y repiten las prácticas igualitarias o discriminatorias que observan en su familia. Esto nos muestra la importancia de intervenir desde el ámbito familiar y extender esta práctica a la sociedad.

Desde el psicoanálisis, la discriminación puede ser el resultado de mecanismos de defensa, en particular la proyección. Este mecanismo ocurre cuando una persona atribuye a otros sus propios miedos, inseguridades o con ictos internos. Melanie Klein, en su obra “Envidia y gratitud”, publicada en 1957 señala que el miedo o rechazo hacia ciertos grupos puede ser una forma de proyectar angustias internas.

ISKALTIPS

Pero ¿cómo podemos educar a nuestros hijos para fomentar la inclusión y evitar la discriminación? A continuación, se presentan algunos Iskaltips que son herramientas que nos ayudarán a combatir la discriminación:

1. Enseñar el valor de la diversidad

Es fundamental que los niños comprendan que toda persona es valiosa sin importar su origen, religión o condición y que todos merecemos respeto y un trato justo. Para ello, es necesario identi car y modi car actitudes discriminatorias en el hogar. Algunas conductas normalizadas pueden incluir:

Ignorar a los niños cuando están emocionalmente desbordados en lugar de enseñarles a gestionar sus emociones.

Asignar labores domésticas solo a las niñas, mientras a los niños se les da mayor libertad para salir a jugar con los amigos.

Hacer burlas o comentarios negativos sobre el aspecto físico o el color de piel de los miembros de la familia.

2. Ser modelos a seguir

Los niños aprenden de lo que ven. Si en casa se practica el respeto y se validan las emociones de todos, es más probable que los niños repliquen este comportamiento con otros. Para fomentar un ambiente de respeto se recomienda:

Escuchar activamente a los niños y validar sus sentimientos.

Evitar comentarios despectivos sobre otras personas o grupos.

Enseñar con el ejemplo, practicando la empatía y la inclusión.

3. Fomentar el trabajo en equipo

Involucrar a todos los miembros de la familia en las tareas del hogar ayuda a eliminar roles de género y a desarrollar la empatía. Padres, madres e hijos pueden compartir tareas como lavar los platos, tender las camas, barrer y poner la mesa. Esto refuerza el sentido de cooperación y equidad.

4. Educar sobre diversidad cultural

El hogar puede ser un espacio de aprendizaje sobre la diversidad cultural. Ver documentales, leer libros y discutir sobre distintas tradiciones ayuda a los niños a comprender y valorar las diferencias. Se recomienda reforzar valores como:

Respeto: Tratar a los demás con dignidad.

Empatía: Ponerse en el lugar del otro.

Tolerancia: Aceptar y valorar las diferencias.

Justicia: Buscar la equidad y la inclusión.

Solidaridad: Ayudar y apoyar a los demás sin discriminación.

5. Corregir actitudes discriminatorias

Si un niño expresa un comentario discriminatorio, es importante corregirlo sin humillarlo. Se recomienda:

Preguntar: “¿Por qué piensas eso?” y ayudarlo a re exionar.

Explicar con empatía: “Las palabras pueden herir, es importante tratar a todos con respeto”.

Usar ejemplos prácticos para que entienda el impacto de sus palabras o acciones y fomentar que sus respuestas sean lo más asertivas posibles como por ejemplo: si un niño se molesta con otro porque le quito su juguete favorito y le dice frente a los demás “Eres un ratero” como adultos nos toca intervenir.

1. Pongo un límite para detener la situación o con icto.

2. Valido su emoción, diciéndole “entiendo que estas enojado”

3. Le explico que no puede insultar a un amigo.

4. Lo hago pensar en ¿cómo cree que se sintió su amigo al decirle ratero? Con lo que se estaría fomentando el uso de la empatía.

5. Le doy alternativas de respuesta para gestionar su emoción, como por ejemplo: escribir o dibujar lo que siente o piensa, expresar en palabra su molestia y lo que le gustaría decirle o hacerle a su amigo, y si está muy enojado podemos pedirle hacer alguna actividad física como manera de descarga.

Conclusión

Combatir la discriminación requiere un esfuerzo consciente en el hogar y la sociedad. Los niños que crecen en un ambiente de respeto, equidad y empatía son más propensos a reproducir estos valores en su vida adulta. Como padres y educadores, tenemos la responsabilidad de brindar herramientas que fomenten la inclusión y la igualdad. La educación en valores no solo previene la discriminación, sino que también contribuye a la formación de ciudadanos más justos y compasivos.

Al nal, la construcción de una sociedad más equitativa comienza en el hogar. Si enseñamos a nuestros hijos a valorar la diversidad y a tratar a todos con respeto, estaremos contribuyendo a un mundo más justo y armonioso para todos.

Bibliografía

Klein, M. (2009). Envidia y gratitud y otros trabajos. Obras completas Vol. III. México: Paidós. ISBN: 978-607-7626-13-8.

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