Mollete literario 15

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El Mollete Literario www.noticiastransicion.mx

Director: Carlos Ramírez

molleteliterario@noticiastransicion.mx

Febrero 15, 2014, Número 15, Segunda Época

$10.00 pesos

Gabriel Zaid, el intelectual incómodo

Por Carlos Ramírez

Legado de Pacheco: letras y poemas de alto nivel en México Por Luis Carlos Silva Fotos: Rogelio Cuéllar


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El Mollete Literario

15.02.2014

Poème par Ernesto

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Maintenant, je comprends que la vie est fait en petits détails, Ces petits moments qui sont uniques, Me rendre compte que j’ai beaucoup des choses dans ma tête, Sans savoir que quand tu étais là, j’avais tout.

Pour Mariel L’amour dans les petites choses J’ai cru savoir et connaître de tout, Mais je n’avais pas fait attention aux petits details, J’ai cru savoir et connaître bien sur moi, Mais je n’avais pas connu la paix qu’avec ton arrivé.

Viens avec moi, Comment est-ce que je peux faire pour te montrer, Ce que tu réveilles en moi, Prends ma main et volons comme des hirondelles qui retournent chez eux.

J’ai eprouvé des sentiments que je n’avais jamais experimenté, Le vide d’un sentiment qui puisse être plus fort que croire avoir tout, Experimenter une connection unique et fascination pour quelqu’un, Reveiller et me rendre compte qu’être sans toi c’est comme ne pas être dans ce monde.

Petite et douce, tendre et unique, Courageuse et décidé, avec du caractère, Tu es à moi puisque cette blessure est à toi, Fier et jolie, donne-moi à nouveau ta sourire, Qui éclaire l’aube du chemin De migration du manchot à sa maison.

J’ai cru profiter et connaître la musique que j’aimais, Mais avec toi, j’ai découvert le sens des paroles et des auteurs que j’ai entendu mais je n’avais pas compris, Puisque je ne savais pas comment apprécier les petits grands détails. J’ai cru être un homme en équilibre, Mais maintenant que tu n’es pas là, je suis incomplet, La patience difficiles changes les jours pour semaines, Et les semaines pour me demander si la vie retournera.

Mtro. Carlos Ramírez Presidente y Director General carlosramirezh@hotmail.com Lic. José Luis Rojas Coordinador General Editorial joselrojasr@hotmail.com Consejo Editorial René Avilés Fabila Wendy Coss y León Coordinadora de Relaciones Públicas

Je te regarde et je meurs, sans toi je ne suis pas moi, Parce que tu existes où je peux te sentir, Et tu existes plus où nous t›aimons plus.

Mathieu Domínguez Pérez Formación Raúl Urbina Asistente de la Dirección General

Mon coeur te cherche, Et je ne t’offre que te préparer du thé, Mais je t’offre ma vie, Ma voix n’est pas fatiguée pour chercher dans les vents ton attention.

Luis Rodríguez, Monserrat Méndez Redacción

Finalement, dans les derniers soupirs de mon illusion, Je te supplie d’être une nouvelle fois ensemble, pour trouver ensemble le sens de l’infini, Je t’aime, et dans mes folies, je bénis tes dédains, Pour me faire éprouver ce que personne ne m’a jamais faire éprouver, pour me montrer comment apprécier et vivre, Je voudrais vivre à nouveau les moments qui m’ont fait heu- Chaqu’un de ces petits moments que je les veux les faire retourner, reux, Me détendre, oublier vouloir être une meilleure personne ou Ceux petites choses qui donnent du sens et du valeur à la vie, Et pour lesquels tu m’as montré à être plus moi, parfaite, Plus de risques, plus de voyages, te trouver pendant les cou- Savoir que je peux seulement être la meilleure version de mon code. chers de soleil, et la lune comme témoin, Te donner la glâce que je ne t’ai pas donné, ne pas parler de Je t’attends sur des pages qui ne sont pas encore écrites. mes problèmes, Et me rendre compte que tu es la réponse et la tranquillité Traducción al español en la página 9. pour ne pas être pressé ou nerveux. Mon espoir et ma foi, me font respirer, Les rêves sont ceux qui ne me laissent pas trouver la défaite, Pour pouvoir vivre à nouveau les souvenirs et rêves, Qui vivront pour toujours.

Karina Rodríguez Jiménez

Coordinadora de las Letras de Seshat.

El Mollete Literario es una publicación mensual editada por el Grupo de Editores del Estado de México, S. A. y el Centro de Estudios Políticos y de Seguridad Nacional, S. C. Editor responsable: Carlos Javier Ramírez Hernández. Todos los artículos son de responsabilidad de sus autores. Oficinas: Durango 223, Col. Roma, Delegación Cuauhtémoc, C. P. 06700, México D.F. Reserva 15670. Certificación en trámite por la Asociación Interactiva para el Desarrollo Productivo, A. C.

Índice Gabriel Zaid, el intelectual incómodo

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Por Carlos Ramírez

Cuento De fantasmas y angustias

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Por Samuel Schmidt

Emisarios del pasado Por los portales de Veracruz

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Por Lucila Rivera de Blanco

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Por Gonzalo Marín G.

Entrevista

Entrevista con Minerva Margarita Villarreal

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Por Carolina Olguín

Las letras de Seshat Coordinadora: Karina Rodríguez Jorge A. Badillo Vega Julián Saldierna Alejandro Badillo Vega Omar Rueda Alejandro Martínez Luis R. Cedeño

Una historia que no posee fin

Novela por entregas El 777 vs. El Chalequero

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Por Slaymen Bonilla

Poesía La Bella Voz Coordinador: Freddy Secundino Lucía Izquierdo Graciela Roque García Bárbara Oaxaca Roberto Lizárraga Jiménez Lauri García Dueñas

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Legado de Pacheco, letras y poemas de alto nivel en México

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Por Luis Carlos Silva

Novedades literarias del mes

18

Por EL Bolillo Escéptico

En México, el problema fundamental de la crítica corresponde resolverlo menos a los críticos que a los escritores. Ante todo consiste en hacernos aceptar, resistir, respetar la inconformidad ajena. José Emilio Pacheco


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Los intelectuales en el reino de PRIracusa

La parresia de Gabriel Zaid Por Carlos Ramírez Me dijiste que ya no me querías. Intenté suicidarme gritando ¡muera el PRI! Y recibí una ráfaga de invitaciones. Gabriel Zaid. Transformaciones, en Cómo leer en Bicicleta, 1975.

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a caracterización del papel del intelectual en el municipio de las letras mexicanas — que quiso ser república con Ignacio Ramírez, según Manuel Gutiérrez Nájera— enlista una larga lista de posibilidades. En un ensayo publicado en Proceso en 1996 Enrique Krauze termina enumerando dieciséis más una posibilidades de definición del intelectual por sus labores pero concluye resumiéndola en una: criticar.

Sin embargo, es imposible resumir en una la tarea del pensamiento pues al final de cuentas la crítica por sí misma implica una función conclusiva. De ahí que haya que regresar a los clásicos griegos para decir que la tarea del intelectual es simplemente decir la verdad, aunque la verdad sea incómoda. Entre los intelectuales de los últimos setenta y cinco años, Gabriel Zaid (Monterrey, 1934) aparece con un perfil singular: más que la ideología —que la tiene, liberal—, lo anima el hecho de decir la verdad, a veces ni siquiera como crítica hiriente. En 1981 enfureció a la izquierda intelectual con un recuento del proceso electoral salvadoreño —guerrilla y ultraderecha entonces unidos— en un texto de cruce de información periodística que eludió cualquier tipo de adjetivo. Eso sí, su intención fue mostrar que la política está hecha de componendas y desmemorias, y enemigos a muerte pueden derivar en colegas por el poder: “Colegas enemigos: una lectura de la tragedia salvadoreña”, publicado en la revista Vuelta de Octavio Paz. Si acaso se insiste en clasificar la función de Zaid como intelectual, aquí se puede ensayar una caracterización que va a merecer alguna explicación mayor: Zaid es un intelectual parresiano, platónico pero no en la versión idealista, sino en el Platón más puro:

el que fue en tres ocasiones a Siracusa a insistir en educar a Dionisio pero sobre todo a decir la verdad, la sinceridad antes que la ideología o el consejo, quizá la principal propuesta de Platón al parejo de su afirmación en la Carta VII de que: “…el género humano no pondrá fin a sus males hasta que el colectivo de los que filosofan recta y verdaderamente no alcance el poder político o la clase de los que gobiernan en las ciudades no filosofe realmente merced a una cierta disposición divina”. Y es que de poco serviría ser un rey filósofo si el pensamiento o la filosofía sirven como coartada para eludir responsabilidades o realidades. Ahí es donde Platón estableció el criterio de la parresia o la sinceridad para decir la verdad tal cual, no para acomodarle a un modelo de ejercicio político del poder o para buscar formas tangenciales de decirle cosas al príncipe para no provocar represalias, porque entonces sería la tarea de una especie de bufón ilustrado. La parresia estaría colocada entre la crítica y la sumisión, y muy por encima del intelectual-coartada o del intelectual justificador.

En su Carta VII cuenta Platón todos los consejos que le dio a Dionisio para ser un buen rey, pero ellos referidos casi en contrario a lo que el rey estaba haciendo, lo que provocó el enojo del monarca y la represión a Platón. Dionisio quiso comprar a Platón con regalos. Pero Platón llegó a Siracusa con una doble tarea: sí, en efecto, ayudar a Dionisio a entender el papel de la filosofía en el buen gobierno, a educarlo, pero antes había que decirle la verdad al monarca aunque con ello provocara la ira. Por eso Platón tuvo tres estancias complicadas en Siracusa. En la filosofía griega existe un concepto para definir el decir la verdad: parresia o parrhesía. El diccionario de la Real Academia define la palabra en un sesgo parcial: aparentar decir cosas ofensivas pero en realidad gratas al escucha. Esta forma de operar en el entorno de los reyes no es propia de los filósofos sino de los bufones, o al menos de una parte de ellos. En el perfil de Dion en sus Vidas Paralelas narra Plutarco el encuentro de Platón con Dionisio y el enojo por lo dicho, pero siempre en el ánimo de Platón hablar con la verdad y no para halagar al poderoso. La racionalización política del papel del intelectual frente a los reyes la hizo, muchos siglos después, Michel Foucault en sus conferencias en los Estados

Entre otros: Tomás Segovia, Gabriel Zaid, Alejandro Rossi, Salvador Elizondo, Octavio Paz, Juan García Ponce, y Kazuya Sakai. Foto de Rogelio Cuéllar.

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La crítica de Zaid al populismo del Estado tenía que ver con el papel del Estado como autoridad y como empresario, algo también derivado en la función de autoridad política e institución destinataria de las críticas: la parcialidad. De ahí que el Estado no puede ser el garante del funcionamiento de la democracia si al mismo tiempo participa como agente político, del mismo modo que ocurre en la economía.

Unidos y en el contexto de la teoría del discurso político. En dos libros se incluyen esas conferencias: El gobierno de sí y de los otros, y Discurso y verdad en la antigua Grecia. En el primero se incluye la clase del 12 de enero de 1983 dedicada a la parresia pero Foucault enfatiza justamente la fracción V del libro para resaltar la conversación entre Platón, Dionisio y su hijo Dion para resaltar cómo “un hombre se yergue frente a un tirano y le dice la verdad”. Y no era menor el riesgo, pues se sabe que Dionisio dio orden de matar a Platón o venderlo como esclavo, lo que al final sucedió y aun así Platón tuvo que regresar a Siracusa por tercera ocasión. Es la forma de identificar por Foucault el papel del intelectual frente al rey en función de la franqueza, no la crítica que implica una toma de posición, quizá la franqueza como el primer paso hacia la crítica.

II Zaid ha leído con cuidado, precisión e inteligencia a los clásicos griegos. En su discurso de ingreso al Colegio Nacional y con el tema central de Daniel Cosío Villegas, imprenta y vida pública, Zaid hace transcurrir en los párrafos la relación de Sócrates y Platón como modelos de filósofos, para desarrollar ahí y en otros textos el papel central de la educación en las funciones del intelectual. En su obra como polígrafo —poeta, ensayista, historiador cultural, observador de la realidad, empresario, economista, politólogo, más lo que se acumule esta semana—, Zaid ha mantenido una línea de conducta antes que una idea filosófica y política, sin negarse a aceptarla y a debatirla. Y ha sido incómoda: desde las altas tribunas del periodismo cultural desarrolló la primera gran crítica al Estado intervencionista en la economía, justo, inclusive, cuando el Estado venía de regreso al poder en el sexenio de Echeverría. Y si había crítica ideológica liberal contra el populismo de Estado, lo sorprendente de los textos de Zaid fue su sentido de racionalidad económica: el Estado es cómplice de sus seguidores y, paradójicamente, funcionaba como empresa privada: en beneficio de sus accionistas, los sectores corporativos del sistema, no la sociedad en general. A Zaid se debe la

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más cruda y certera caracterización del Estado en la economía productiva: no la instancia promotora y distribuidora de la riqueza, sino el presidente de la república en turno como CEO —chief executive officer— o presidente del consejo de administración de una oligarquía elitista y al Estado como el Grupo Industrial Los Pinos. ¿Había en esos textos una crítica? Sin duda que sí; pero a la distancia se puede decir que era más bien una caracterización del papel del Estado en la economía. Recordemos que al comenzar los setenta el país describía la basura de pobreza social debajo de la alfombra y los cadáveres en los roperos de la estabilidad, y a nadie con poder absolutista como los presidentes de la república le gustaba escuchar verdades. El país, además, se había sumido en el discurso de la polarización: los malos eran los empresarios porque no creaban riqueza ni empleos sino que se apropiaban de la riqueza producida socialmente, por lo que el Estado era el único que podía equilibrar y salvar la crisis, aunque al final operara como empresa privada a favor de las élites corporativas. La realidad le dio la razón a Zaid. El Estado se convirtió en agente económico, pero sin atender la racionalidad de la economía, por lo que descolló en déficit presupuestal, obras para satisfacer a sectores y no multiplicar la riqueza y una ilusión económica vía el gasto público en doce años del populismo. Lo que no se entendió entonces fue el hecho de que Zaid no estaba proponiendo el acotamiento del Estado para que la empresa privada siguiera saqueando la riqueza nacional, sino que se promoviera la formación de empresarios con sentido de la realidad que buscaran la utilidad pero también el bienestar vía empleos y salarios. Escritor nada sutil, Zaid ha tenido a su favor un estilo de redacción pulcro, cuidoso, con ironía y sentido del humor. Sus enfoques no son ideológicos, al menos no en la intencionalidad original, sino más bien han resaltado las contradicciones de los discursos económicos y políticos de los funcionarios: el espejo de la realidad distorsionada. Su formación como ingeniero le desarrolló una comprensión clara y a fondo no sólo de la economía sino de las leyes del funcionamiento productivo. La crítica de Zaid al populismo del Estado tenía que ver con el papel del Estado como autoridad y como empresario, algo también derivado en la función de autoridad política e institución destinataria de las críticas: la parcialidad. De ahí que el Estado no puede ser el garante del funcionamiento de la democracia si al mismo tiempo participa como agente político, del mismo modo que ocurre en la economía. De alguna manera Zaid prefiguró las rupturas autoritarias del gobierno de Echeverría, desde su papel en la represión de 1968 como secretario de Gobernación, pasando por la crisis estudiantil de 1971 cuya represión el 10 de junio se quiso acreditar como argumento de Estado como un manotazo autoritario de las posiciones diazordacistas a las que había expulsado Echeverría y sobre todo el conflicto de Echeverría con la crítica en Excelsior y la revista Plural de Octavio Paz —en la que colaboraba el propio Zaid—: el Estado como autoridad y como garante de la libertad, en choque constante por razones de justificación del poder. El golpe gubernamental contra Excelsior se explica en la disfuncionalidad del Estado, no sólo en el hartazgo de Echeverría a la crítica. De ahí que la crítica de Zaid a la intervención estatal debiera leerse también como una crítica a la distorsión de los equilibrios políticos del sistema.

III En la parte política Zaid fue implacable desde su enfoque de la parresia, un enfoque al cual el mundo político e intelectual no estaba acostumbrado y menos cuando la lógica del razonamiento era implacable sólo en su planteamiento y sin llegar a la interpretación. Dos temas fueron básicos en la crítica de Zaid: el papel de los intelectuales y el PRI. En el primer punto tuvo enfrentamientos directos con figuras del espectro progresista de la cultura política y en el segundo no escondió su razonamiento de que el PRI había ya cumplido sus objetivos y que debía de terminar su ciclo en el poder. Ligado a su crítica al Estado intervencionista, el tríptico de los temas centrales en la crítica de Zaid ilustró muy bien el espacio de la discusión: la democracia política, el funcionamiento abierto del sistema y el ejercicio del derecho ciudadano a elegir. En esos temas Zaid practicó la parresia, el comentario tal cual, directo. Los debates más intensos se dieron en el periodo 1971-1977, justamente cuando el presidente Echeverría abrió su gobierno a los intelectuales y se acercó a ellos después de la ruptura cultural-intelectual del 68 por los manotazos autoritarios del sistema. Y ahí la lógica implacable de Zaid causó estragos: si los intelectuales firmaron en el 68 decenas de desplegados contra el abuso de poder del gobierno de Díaz Ordaz y condenaron la represión en Tlatelolco, ¿cómo explicar el acercamiento de esos intelectuales al que fue secretario de Gobernación en ese año de 1968 y por tanto responsable operativo de las decisiones de fuerza contra los estudiantes? Peor aún: sin siquiera deslindar responsabilidades. Ahí ocurrió el conflicto intelectual de Zaid con Carlos Fuentes que marcó distancia en dos grupos de cultura política: en octubre de 1971, casi cerrada la edición de su libro Tiempo Mexicano, Fuentes alcanzó a incluir una opinión sobre el halconazo que documentaron, en un esfuerzo de audacia denunciatoria, algunos medios impresos destacando el hecho de que los Halcones formaban un grupo especial del Departamento del Distrito Federal. Para Fuentes, el halconazo fue un golpe de la derecha gubernamental contra los esfuerzos de democratización de Echeverría. Y luego el propio Fuentes declararría que sería un “crimen histórico” de los intelectuales dejar solo a Echeverría. En la revista Plural Zaid publicó una “Carta a Carlos Fuentes”, un ejemplo de la parresia de Zaid: criticó que Fuentes apoyara a Echeverría y no ejerciera el papel de intelectual de distancia del poder para exigir resultados en los casos de represión. La carta de Zaid es sencilla, carece de pasión intelectual, razona argumentos en frío, encuentra las contradicciones intelectuales, morales y hasta de sentido de opinión. Echeverría era secretario de Gobernación y por tanto operador de decisiones. Fuentes usaba, decía Zaid, su fuerza intelectual para apuntalar al presidente de la república, no para consolidar la independencia del escritor frente al poder. Al final, Zaid propuso a Fuentes fijar fechas de investigaciones sobre el halconazo y condicionar su apoyo al presidente en función de resultados. Obvio: Fuentes eludió ese debate parresiano. Zaid se convirtió en el punto de referencia parresiano al papel de los intelectuales ante la política en ese sexenio de Echeverría por las iniciativas presidenciales para acercarse a los intelectuales y, de hecho, acercarlos a ellos al poder. Fuentes sirvió, por ejemplo de operador de una reunión de Echeverría en Nueva York con


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intelectuales de todas las corrientes, dejando en ellos la sensación de que el presidente era un crítico del poder y curiosamente ninguno de los asistentes pidió cuentas a Echeverría por el 68. En 1975 Fuentes fue designado embajador de México en Francia y en 1976 se incorporó al consejo consultivo del PRI para la campaña del candidato presidencial priísta José López Portillo, participando con un par de ponencias en reuniones priístas; Fuentes aclaró que no era miembro del PRI sino miembro “del consejo consultivo de Luis Echeverría”. La luna de miel terminó en 1977 cuando el presidente López Portillo designó embajador de México en España al ex presidente Díaz Ordaz y Fuentes hizo una renuncia anticlimática a su cargo, se retiró de la política práctica pero continuó dando su apoyo a sectores progresistas del PRI. A Zaid se le debe una de las críticas más ácidas contra la disponibilidad de intelectuales a llamados del poder. En 1974 Echeverría organizó una gira por América Latina y para su visita a Argentina llenó un avión con más de cien intelectuales, entre ellos, por cierto, Víctor Flores Olea, de quien las reseñas de entonces recuerdan que operó la firma de un documento contra el imperialismo para justificar su viaje. Llevados por el Fondo de Cultura Económica, Zaid escribió un pequeño comentario en Plural titulado “Frágil: cuidado al acarrear”, donde usó el verbo acarrear que se utilizaba en la liturgia priísta como el acto de subir a campesinos a camiones de redilas para llevarlos como reses a mítines de campaña del PRI. De ahí se derivó —hasta ahora sin algún sustento probatorio en prensa escrita— la frase de que se trató, el de los intelectuales, de un “avión de redilas”; hasta la fecha en medios intelectuales cercanos a Zaid le atribuyen al intelectual parresiano la autoría de la frase, quizá derivado de su comentario escrito.

Zaid como crítico de la realidad y de los temas políticos, intelectuales, económicos y empresariales se valió no de posicionamientos públicos —es mítico su rechazo a exhibiciones públicas— y sólo le bastan sus artículos en medios impresos.

Respecto al PRI, Zaid fue implacable: en 1985 irrumpió y sacudió la modorra de la clase política con el texto “Escenarios sobre el fin del PRI”, que se publicó en Vuelta al mismo tiempo que el ensayo de Octavio Paz titulado “Hora cumplida: 1929-1985”, refiriéndose obviamente al PRI”. El PRI enfrentaba en 1985 las elecciones federales de medio sexenio precedidas de derrotas municipales en el norte del país y una ola democratizadora ya imparable, con una clase gobernante forjada en la tecnocracia, la economía, las universidades estadunidenses y fuera de los escalafones del PRI. En ese texto de mayo de 1985, por cierto, profetizaba Zaid que un terremoto en la ciudad de México podría acabar con el PRI, hecho que ocurrió en septiembre de ese 1985 y tambaleó al PRI en el poder, obligó al fraude de 1988, llevó a la reforma electoral y concluyó con la derrota presidencial del PRI en el 2000.

Las reacciones contra los textos de Zaid por el fin del PRI fueron agresivas, crudas, ideológicas, pero nadie pudo razonarlas con sentido común. El único que dio una salida por esos años, no precisamente al artículo de Zaid, fue Fidel Velázquez, el eterno líder del sector corporativo sindical del PRI: “el PRI no es inmortal sino inmorible”. IV Zaid como crítico de la realidad y de los temas políticos, intelectuales, económicos y empresariales se valió no de posicionamientos públicos —es mítico su rechazo a exhibiciones públicas— y sólo le bastan sus artículos en medios impresos. Su estilo breve, profundo, lleno de razonamientos y dialécticas, van más allá del texto de coyuntura: recuerdan el modelo del ensayo breve de Michel de Montaigne, al que colocan como el que inventó —por así decirlo— el ensayo, el texto para ensayar alguna idea. Y en efecto, los textos breves de Zaid tienen una construcción sólida, capaces en un párrafo de aportar una idea novedosa, llevando al lector a hacer un esfuerzo de razonamiento por el camino de las palabras sembradas por el autor. No son opiniones o al menos no sólo opiniones sino verdaderas provocaciones a la imaginación e inteligencia de los lectores. De ahí que Zaid pueda ser leído como un intelectual platónico, pero no en la vertiente idealista sino en la tarea del intelectual parresiano que sin posicionamientos ideológicos le dice al poder y a los demás sólo verdades con franqueza, no ideologías, sino el espejo stendhaliano que refleja el lodazal del camino y no lo describe ni lo inventa.

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Emisarios del pasado

Por los portales de Veracruz Por Lucila Rivera de Blanco Cuando la noche avanza, Veracruz comienza a encender sus faroles. Por la Plaza de Armas, marimberos, salseros y trovadores se dispersan tarareando aún una tonada. Muy pocos se acuerdan que la Plaza de Armas se llama así porque allí se concentraban las tropas en las épocas heroicas de las invasiones. Los eternos personajes, estrellas del danzón, bailaron ya su último Nereidas con posturas solemnes. Los galanes con zapato de doble tono y sombrero de postín sobre la mirada sentenciosa. Las damas, con tacón alto que luce medias obscuras y falda ajustada de charmés brillante como lo marcan los cánones rigurosos del danzón. Doña Marianita, cuya veteranía en caminatas y venta de periódicos le ha valido su corona de cartulina dorada, también se va, contando las monedas y saludos que en esa noche se lleva. Es entonces cuando los oscuros portales ya desiertos, recuperan su vida pasada, dando cabida a los fantasmas, emisarios del pasado. Frente al antiguo Hotel Diligencias, un joven alto, de levita obscura a la usanza decimonónica, se dirige a las mesas del emblemático Café de la Parroquia. Como es su costumbre, se instala en una mesa, enciende su indispensable puro y escribe en un cuaderno de doble raya con cuidadosa caligrafía en tono sepia. Los negros ojos que denotan su ascendencia andaluza van errantes tras la poesía. Tiene la palidez de los exaltados. La fogosidad de su temperamento le obliga a martirizar a dos manos la renegrida y abundante melena, buscando la inspiración. Se trata del poeta, político y periodista Salvador Díaz Mirón. Joven marido, piensa responder con poesía a los reproches de su bella y mártir esposa Genoveva Acea de Díaz Mirón. El poeta consume fuertes cafés mientras un tanto arrepentido, la recuerda llorando, suplicando que ya cesen esas noches de sobresaltos cuando escucha alteradas voces cerca del zaguán de su casa y se pregunta si estará en riesgo la vida de su esposo. -Pero ¿es que nunca vas a estar en paz Salvador? ¿Es que naciste tú para impartir justicia y reparar honores? ¡Tienes un brazo inutilizado! ¿Quieres perder también el otro? El poeta se sirve un nuevo café y responde a su mujer con su famosa cuarteta: “No intentes convencerme de torpeza/ Con los delirios de tu mente loca/ Mi razón es al par luz y firmeza/ Firmeza y luz como el cristal de roca”. Y más adelante, inflamado ya el poeta de prepotencia y orgullo añade: “Erguido bajo el golpe en la porfía/ me siento superior a la victoria. / Tengo fe en mí: la adversidad podría/ quitarme el triunfo, pero no la gloria.” Los lances, altercados y duelos siguieron interminables, llevándolo en varias ocasiones a prisión, en donde escribió su famosa “Oración del preso”. En otra mesa, pensativa, una anciana mujer ensimismada, espera una copa de ron, que es todo lo que le pide ya a la vida. Engarzados entre sus finas arrugas, las luces casi ocultas de sus ojos verdes, aún brillan. Como si tuviera quien la escuchara, repite obsesiva, la historia de sus amores con el poeta: -Fui la querida, señores, del gran poeta Salvador Díaz Mirón. Él no era libre, vivía con su familia en la Ciudad de Xalapa. La casona se llamaba “Quinta Rosa”. Aquello era un vergel: tenía caballeriza, gallineros y arboledas por dónde él paseaba fumando su puro y el eterno libro bajo el brazo. ¡Que hermoso era! Un tanto altanero eso sí. Resistí sus miradas, pero sus palabras ¡no! No pude

Yo era sólo una sirvienta que iba a la fuente a buscar agua ¡Que iba yo a saber de libros!...¡y él que iba a saber de mis ilusiones de muchacha! Me tocó con la gracia de su poesía. Se obsesionó con mis ojos y se quedó con mi vida. ¡Sí señores! Soy yo esa de la que dijo: “Ojos verdes como el mar… como el mar por la ribera/ Ojos de lumbre hechicera que ignoráis lo que es amar/ ¡Ojos donde reverbera la estrella crepuscular!”. Y añade sin amargura, reconciliada ya con su suerte: “Él tenía su vida hecha, sus triunfos y ¡quién sabe! Tal vez por un capricho de poeta se le ocurrió ver en mis ojos la estrella crepuscular”. Toma su copa entre sus manos y allí se queda aquélla anciana a solas con sus recuerdos como un fantasma más en el Portal. Un mesero canoso de aquéllos tiempos, se ata su delantal mientras recuerda que en esa misma mesa cenaba una noche el famoso poeta Salvador Díaz Mirón. Hablaba entusiasmado con sus amigos sobre su retorno al Congreso de la Unión. Era el año de 1892, cuando se le cruza en su camino su enemigo político Federico Wolter, que venía ya con su copas y además un tanto resentido por los triunfos políticos y literarios del poeta. Sin medir consecuencias entró en discusión provocativa con Díaz Mirón, que, enfurecido sacó la pistola mientras Wolter corría asustado a guarecerse tras el mostrador de un comercio. Salvador lo alcanzó y le disparó la carga entera de su pistola. Más tarde, declaraba altanero a las autoridades: “Estoy a sus órdenes señores. Yo lo maté. Le apunté al dije del reloj y le partí el corazón”. Los amigos que a pesar de todo lo admiraban, se reunían en la misma mesa a comentar las hazañas del poeta. Hubo uno que lo conoció en la Cárcel de Belem en 1910. “Fui compañero de celda” les platicaba a los amigos. “Constantemente recordaba sus tardes de ajedrez en el Hotel Diligencias discutiendo de política y de poesía. Recordaba también a su querida hija que

tuvo fuera de matrimonio. Murió a los quince años, heredó su poesía. Los amigos recordaban también del gran homenaje que tuvo cuando dio a conocer su “Lascas” ¡Se envaneció tanto que ningún crítico se atrevió a comentar nada!”. Y luego con pesadumbre recordaban como se hizo del bando de Huerta sólo para conseguir su máxima meta: Ser director del “Imparcial”, que después pagó con el exilio en Cuba, desde donde contemplaba el mar, soñando con volver a su Veracruz. “Por esas fechas ya andaba por sus sesentas. Su andar se volvió pesado, ¿dónde quedó su garbo andaluz? Su gran dolor -comentaban los amigos- fue ver a su adorada Veracruz ocupada por la invasión gringa, mientras el sufrido y heroico pueblo resistía En silencio. El ¡no que va! No se callaba. Cuando lo detuvieron las autoridades americanas para reclamarle por sus actitudes agresivas, les contestó ya sin lirismos: “Ando aquí y soy así porque se me pega la gana. Yo soy mexicano y aquí nací, y estoy libre para hacer lo que me venga en gana”. Y después, ya detenido se dio gusto insultando a los guardias y oficiales en su inglés. Él era muy culto y hablaba varios idiomas. Más tarde, los mismos gringos lo respetaban y supieron de que personaje se trataba, mejor lo dejaron salir. Uno de los amigos que se reunía en esa mesa de los Portales, platicaba que lo había conocido… era uno de los pescadores con los que se reunía en el Parque Inglés, y en una banca apartada, entre gente humilde, encontraba sosiego y paz. Parecía hastiado de las alabanzas y vanidades de los efímeros dioses que le tocó ver pasar en ese eterno cortejo que nunca se acaba. Alcanzó a saber de Santa Anna, de Carlota y Maximiliano, Juárez, Lerdo de Tejada, Porfirio Díaz, Madero, Huerta, Carranza, Obregón y Calles. ¡Ya nada le impresionaba! Así pasa cuando la muerte se acerca. Las voces de los recuerdos se van extinguiendo. La mañana se anuncia ya con las primeras claridades y los espectros se desvanecen igual que el humo de sus cigarros. Los primeros fieles vienen de visitar al Señor del Santo Entierro para cruzarse al Café de la Parroquia. Tímidos comienzan los primeros arpegios del harpa con su elaborado contrapunto a dos manos, recobrando su añejo origen europeo. La jarana toma el reto recordando que algún día fue la guitarra barroca en España y se desborda al fin la fogosidad jarocha, relatando sus historias de antiguos guerreros y míticas embarcaciones. Una voz rotunda se eleva con desenfado jarocho, para acompañar el primer café lechero de la Parroquia: “Balajú que fue guerrero se embarcó para guerrear/ Le dijo a su compañera vámonos a navegar/ A ver quién sale primero del otro lado del mar/ Que me gusta el Balajú nada más por el sonido/ Ábreme la puerta cielo, ya no me hago el escondido”. Los jarochos se saludan alegres, ruidosos, buscando los presagios en el cielo “Tenemos Norte pa rato…compañero”. La respuesta no importa, pues la música recomienza: “Cantando el siquisirí estaba/ cuando me quedé dormido/ Desperté porque soñaba/ que en la jaula de cupido/ triste gorrión cantaba/ no recio pero seguido”.


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Una historia que no posee fin Por Gonzalo Marín G.

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Qué es eso que tendrá la literatura como para provocar una pasión que muchas veces se va por la desmesura? ¿Cuál es el objetivo de esa incansable tentación de escribir y vernos vulnerados ante el riesgo? ¿De buscar con frenesí el vértigo y la aventura en las palabras? ¿De esa curiosa mezcla de orgullo, pasión y exceso que nos parece viable sostener develando (o bien ocultando) secretos en un libro, leyéndolos o intentando escribirlos?

Corresponden a estímulos vitales, para bien o para mal, de nuestra infalible atracción ante la necesidad de autonomía. Y la literatura continúa aportando a esa imparable sensación de ser dueños de nuestro propio destino. A veces incluso en demérito de la felicidad. Lo que es indudable es que buscamos en la literatura algo que nos parece inalcanzable a este lado de nuestra necesitada existencia. Cuando descubra que forma parte de la mayoría, decía Mark Twain, haga una pausa y reflexione. La lucidez y el sentido común que componen al oficio de la escritura, casi igualmente involuntarios como el miedo o el hambre, son necesarios. Son muy necesarios ante nuestra atracción por esa clase de delirio que razona, o esa razón que delira, o bien ese acto de desdoblamiento personal que intenta poner en palabras lo que no comprendemos. El escritor dice la verdad sobre sí mismo (o al menos esa verdad que puede narrarse con éxito). Lo hace a través de aquella necesidad de aprobarse, de pronunciarse, de defenderse. Y, sin saber exactamente por qué, de una u otra forma adora esa capacidad de acceder al pensamiento, de cimentar algún recuerdo, de ser dueño de la verdad a través de una frase ingeniosa, una oración, un párrafo, un relato, un libro. Pero siempre ha correspondido a una lenta muerte utilizar un discurso conmovedor como pastilla adormecedora ante la brutal verdad cotidiana. Y entonces, ¿qué? ¿Qué tiene la gente con los libros? ¿Qué tiene la gente con escribir un libro? ¿Qué clase de fascinación representa el hecho de dedicarle meses, años, una vida entera incluso a escribir un único libro? Tal vez haya un solo sentido en las revoluciones, escribió J. M. Coetzee en una carta dirigida a Paul Auster, un par de semanas de libertad, de regocijarse en la propia fuerza y belleza (y en el hecho que te amen todas las chicas), antes de que los viejos canosos reafirmen su control y la vida regrese a la normalidad.

Como es de prever, el Premio Nobel de literatura 2003 no está haciendo relación con esta frase al oficio de la escritura. En ningún caso construye una metáfora con respecto al tema. Pero al sacarla de su contexto, y llevarla al terreno que nos ocupa ahora, el ejercicio resulta extraordinariamente provechoso. La literatura, o el oficio de la escritura, más bien, acaba cediendo siempre a la tentación de cualquiera de nuestros pensamientos, sensaciones o deseos de perpetuidad y de justificación. En otras palabras, nuestra propia fuerza y belleza representadas en un efecto de libertad efímera: la escritura. El oficio de escritor es un oficio bastante miserable. Practicado por gente que está convencida que es un oficio magnífico, afirmó Roberto Bolaño en una definitiva en-

La escritura es una profesión indebidamente calificada. No existen matices dentro del ejercicio. No hay triunfadores ni vencidos. trevista concebida en 1999. El autor de los “Detectives salvajes”, adoptó así la extraña estrategia de querer entregarnos un pródigo mensaje en el seno de una paradoja. Existe un equívoco bestial en la manera común que posee cualquier persona a la hora de aspirar y embobarse con el oficio. La escritura es una profesión indebidamente calificada. No existen matices dentro del ejercicio. No hay triunfadores ni vencidos. Aunque, por supuesto que la literatura entrega, a fin de cuentas, algo así como lo que el delito al delincuente: una decisión propia. Escribir. Ser leído. Hoy por hoy, sin embargo, dirían los más pesimistas, publicar un libro es equivalente a verter un vaso de agua sobre un mar desbordado. En el asombroso “Escritores delincuentes” de José Ovejero encontramos una muy peculiar historia paralela, si se quiere ver así, de la literatura. Allí leemos: “Si no puedes ser un gran artista o un gran escritor, después de eso lo mejor es ser un gran delincuente”. La cita es de Maurice Leblanc y Francis de Croisset. Sería excesivo decir que en la obra de Ovejero sorprende la considerable lista de autores responsables de un delito, y que acabaron encarcelados cumpliendo una condena, como lo son: Jean Genet, Paul Verlaine, William Burroughs, María Carolina Geel, María Luisa Bombal. Y sería excesivo decir que esta lista sorprende, ya que no por el hecho de dedicar la vida a la escritura, ciertamente, una persona quedaría eximida de llegar a cometer algún delito. Lo que verdaderamente resulta

sorprendente, en cambio, es la lista de aquéllos que a lo largo de su condena decidieron dedicarse a escribir. Tanto por la curiosa razón que los motivó a la escritura, como por esa clase de tensión morbosa que se genera entre lo que escriben y callan tales autores, como lo son: Karl May, Anne Perry, Chester Himes, Jack Black, Issei Sagawa. Este último, llamado el “japonés caníbal”, ha escrito varios libros, y todos relacionados con su crimen. Asesinó a una joven holandesa, mantuvo relaciones con el cadáver, y luego lo devoró durante tres días. Pero no vamos, obviamente, a calificar un delito aquí. Más bien, y así como se establece en el libro del Premio Alfaguara 2013 (quien pensó en abandonar la escritura porque no le interesaba a nadie), la idea es corresponder a aquella pasión por la literatura que hemos ido construyendo a lo largo de la historia, y que nos arrastra hacia ella incesantemente. Toda obra literaria tiene algo que enseñarnos, dice Ovejero, incluso la más ínfima. Esa pasión por la literatura, y que muchas veces se va por la desmesura, tiene que ver con el oficio de la escritura. Con la asombrosa relación entre escritor y lector, entre vida y obra. Con intentar perpetuar nuestras historias, nuestro propio conocimiento de un contexto, un escenario y los diferentes personajes que eventualmente lo pueblan y matizan. Dedicarle nuestra vida a ello nos ayuda inmejorablemente a desmantelar prejuicios, a justificar hechos, errores, a suavizar (o expandir) cualquier culpa. He aquí el instructivo principal del oficio de la escritura. La exuberante comedia humana albergada en su propio frenesí bestial, frágil y manipulable. La necesidad de edificar un mundo de almohadones blandos, o bien de demoler cualquier valor, creencia u opinión. El insaciable deseo de meter en una cápsula, en este caso llamada libro, la realidad entera. Una historia que ciertamente no posee fin.

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Deja el escritor y ensayista un gran vacío en la literatura nacional advierten intelectuales y colegas

Legado de Pacheco, letras y poemas de alto nivel en México

“De ahora en adelante tengo que hablar en pasado de una persona que está totalmente presente en mi vida. Todo lo que yo diga de él es pasado. Pero puedo hacer algo, puedo hacerlo real conmigo y que sea un presente distinto porque no entiendo la vida sin él”: Cristina Pacheco Por Luis Carlos Silva

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us poemas, novelas y ensayos han traspasado fronteras y quizás hoy sean más leídos que nunca. Es considerado uno de los más prolíferos representantes de la “Generación de los Cincuentas”, o de la “Generación del Medio Siglo”. Es un cuentista simple, lleno de entrega y que ahora es blanco de homenajes y de las más entrañables pláticas entre pintores, fotógrafos, poetas e intelectuales.

Un mexicano que trascendió en las letras, que es recordado por propios y extraños más allá de nuestras fronteras, aunque para él esto no fue un pretexto para hacerse sentir. Un “estúpido” golpe en la cabeza como el mismo llamó para no ser internado fue el preámbulo de la muerte de uno de los escritores y ensayistas más brillantes del siglo XX y de la primera década del XXI. José Emilio Pacheco jamás pensó que esto traería consecuencias y quizás los “Elementos de la Noche” uno de sus poemarios más reconocidos, es ahora uno de los más leídos y recordados por los amantes de su legado, uno de los más especiales en México. Traductor, novelista, cuentista y quizás uno de los escritores contemporáneos que mejor manejó del Español, lo que valió premios como el Miguel de Cervantes en 2009, y tantos otros dentro de las naciones latinoamericanas que recorrió una y otra vez en los últimos 30 años, según narran quienes le conocieron. Pacheco fue distinguido con importantes reconocimientos en España como el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Hoy, llegan los homenajes de parte de connotadas Universidades en México como la UAM y el extranjero, pero su nivel traspasa los más recónditos sitios de su amado México y Latinoamérica como efusivamente les llamaba. Artista completo y comprometido, ha cultivado casi todos los géneros literarios, e incluso ha incursionado en la edición y la dirección de publicaciones de interés cultural, tales como la revista “Estaciones”. También se le ubica como uno de los poetas que supo llevar en su prosa, el fino detalle de la cadencia nacional del sentir nacionalista y de las oportunidades para hacer de un ensayo, una delicada pieza al sentimiento pisando fuerte, capaz de describir y narrar historias y personajes que quedarán por siempre

grabados en los anales de nuestro México, tal y como el historiador Enrique Krauze, sentenció al saber de su muerte.

Traducir, otra de sus pasiones José Emilio Pacheco dedicó alrededor de 20 años a traducir diversas obras del inglés, de autores de la talla de Oscar Wilde y Tennessee Williams, y ha dictado cátedra en universidades de muchas partes del mundo, como Canadá y Gran Bretaña, además de su país. Por si fuera poco, son notables sus aportes a la investigación en los campos de la antropología y la historia. Su trabajo ha sido sumamente reconocido en varias oportunidades; el Premio Cervantes y el Pablo Neruda son tan sólo dos claras muestras del impacto de su obra. Es destacable su impecable uso del lenguaje, la magistral destreza con la que plasma en una hoja las imágenes más variadas y profundas, como es posible apreciar en su poema "Ecuación de primer grado con una incógnita". Entre sus libros publicados, encontramos los poemarios "Los elementos de la noche" y "Desde entonces", y las novelas "Morirás lejos" y "Las batallas en el desierto". Su adorada Cristina Pacheco Cristina Pacheco explicó que el pasado viernes 24 de enero de 2014, se ausentó de la casa y al regresar, Pacheco, de 74 años, le contó que se había caído y golpeado la cabeza en su habitación. Ambos cenaron y el poeta se quedó dormido a una hora temprana, después de haber escrito un artículo, que fue publicado el domingo y estaba dedicado a Juan Gelman, el recientemente fallecido escritor argentino. "Nunca despertó de ese sueño, estuvo siempre plácido, tranquilo", detalló hoy la viuda de Pacheco,

que se dio cuenta de la gravedad de la situación la mañana del día siguiente, cuando le llevó un café a la cama a su esposo. Cristina Pacheco dijo que el deceso de José Emilio Pacheco "es duro" para ella, a quien se le fue "en un suspiro", una circunstancia que consideró "terrible". "De ahora en adelante tengo que hablar en pasado de una persona que está totalmente presente en mi vida. Todo lo que yo diga de él es pasado. Pero puedo hacer algo, puedo hacerlo real conmigo y que sea un presente distinto porque no entiendo la vida sin él", apuntó la periodista.

Reacciones a su muerte La muerte del escritor y periodista José Emilio Pacheco, ha calado y dejado una huella profunda entre los periodistas, literatos y hombres de cultura de México, quienes ya preparan una serie de homenajes y buscarán que su legado perdure en las nuevas generaciones de la cultura nacional. Leo Zuckerman, afamado analista político y económico, no dejó de opinar tras la muerte del referido autor mexicano: “Es una gran pérdida para las letras mexicanas, un hombre que creyó en sus ideales y los supo plasmar en cada uno de sus trabajos”, sentenció. Para el escritor e historiador Enrique Krauze, José Emilio Pacheco es sin duda uno de los referentes del pensamiento mexicano, un hombre que puso en las letras el esfuerzo de la narrativa, las posibilidades reales de mantener un orden y un equilibrio entre sus pesares y el retrato vivo del México actual, un México de contrastes y de temores. Universidades como la Autónoma Metropolitana, la UNAM y otras se han sumado al recuerdo de uno de los hombres más prolíferos de nuestra era, tal es el caso de los escritores Bernardo Ruiz, Eduardo Langag-


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ne, Miguel Ángel Flores, Jorge Mendoza Romero y Joaquín Armando Chacón quienes rindieron homenaje al connotado escritor mexicano. En representación de Salvador Vega y León, rector general de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Gerardo Marvan compartió con la audiencia el texto que envió el funcionario, para honrar al Premio "Xavier Villaurrutia" 1973. "Venimos aquí para hablar de José Emilio Pacheco, para honrarlo como el hombre y el escritor distinguido que fue nuestro autor", refirió Marvan ante decenas de personas reunidas en la Galería Metropolitana, en esta ciudad. Posteriormente, el profesor, poeta y narrador Bernardo Ruiz, quien fungió como moderador, entabló comunicación con los escritores invitados, quienes dieron cuenta del acercamiento que tuvieron con el autor de El principio del placer y Las batallas en el desierto.

Otras estrellas lamentan su repentina partida En su oportunidad, el poeta y traductor Eduardo Langagne destacó la admirable memoria de Pacheco, "esa actitud de conocer tanto, esas ganas por leer tantas cosas y esa habilidad para recordar los títulos y los compositores de cada canción". El literato y editor Miguel Ángel Flores expresó: "Haber conocido a un escritor como él me asombró, porque contribuyó a mi cultura literaria, al examinarme todo el tiempo, pero a la vez sabía que él era, también, un ser humano con errores y con un sentido del humor devastador". Hablar de José Emilio Pacheco es decir que las “Batallas en el Desierto” es un deleite y un paseo por los sitios más celebres de su legado, de sus expresiones que hoy representan lo que México ha dado en uno de los poetas y ensayistas más importantes nacido en 1939.

Poema Mariel

por Ernesto Morán Santoyo Para María Elena García Anaya El amor en las pequeñas cosas Creí conocer mucho y saber de todo, pero no había prestado atención a los pequeños detalles, creí conocerme y saberme bien conmigo mismo, pero no había estado tan en paz conmigo mismo hasta que llegaste tú. Sentí cosas que nunca experimenté, el vacío de un sentimiento, que puede ser más fuerte que creer tener todo. Experimentar una conexión única y fascinación por alguien, despertar y darme cuenta, que estar sin ti, es no estar en este mundo. Creí disfrutar y saber la música que me gustaba, pero en ti, descubrí el significado de letras y autores que escuché pero nunca comprendí, pues no sabía valorar los pequeños grandes detalles. Pensé ser un hombre equilibrado, pero ahora que no estás, me siento incompleto, la difícil paciencia cambia los días por semanas, y las semanas por cuestionarme si la vida regresará. Mi esperanza y fe, me hacen respirar, los sueños son el impulso por no dejarme vencer, para volver a vivir los recuerdos y sueños, que vivirán hasta las siempre, y nunca y media. Quisiera volver a vivir los momentos que me hicieron más feliz, relajarme, fluir más tonto y más torpe, olvidarme por parecer mejor o perfecto, más riesgos, más viajes, apreciarte en atardeceres, y con la luna como confidente, invitarte ese helado que nunca te invite, no hablar de mis problemas, y darme cuenta que eres la respuesta y tranquilidad por la cual, nunca debí de haberme sentido presionado o nervioso.

Ahora comprendo que la vida esta hecha de esas pequeñas cosas, esos pequeños momentos que son únicos e irrepetibles, darme cuenta que siempre cargo con muchas cosas, sin saber que cuando estabas a mi lado, lo tenia todo. Ya ven conmigo, cómo hago para hacerte ver y sentir, lo que despiertas en mi, toma mi mano y volemos como golondrinas que regresan a casa. Pequeña y dulce, tierna y única, aguerrida y determinada, corajuda y de carácter, eres mía, pues esta herida es tuya, orgullosa y linda, regálame otra vez esa sonrisa, que ilumina como aurora boreal mi camino de migración de pingüino a casa. Te miro y muero, y sin ti no soy, porque existes mejor donde te siento, y existes más, donde más se te quiere, Mi corazón te busca, y no sólo te ofrece preparar un té, te ofrece preparar mi vida, mi voz no se cansa de buscar el viento para encontrar tu oído, Finalmente en los últimos suspiros de mi ilusión, te pido que regresemos, que encontremos juntos la definición de infinito, te amo, y en mis más locos desvaríos, bendigo tus desdenes, por hacerme sentir lo que nadie, por enseñarme a valorar y a vivir, cada uno de esos pequeños momentos que los siento regresar, esas pequeñas cosas que le dan sentido y valor a la vida, y por la cual me enseñaste a ser más yo, saber que sólo puedo ser la mejor versión de mi contigo Y por cierto, te espero en paginas no escritas.

Traducción del español al francés por Sofía Santoscoy.

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Cuento

De fantasmas y angustias Samuel Schmidt

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n día me llegó un correo electrónico, de esos que le mandan a infinidad de personas, no sé si para que todos se enteren que el remitente tiene muchos amigos o para que veamos cuántos se enterarán de algo que normalmente es insustancial; pero el caso es que en la lista estaba la dirección de mi amigo.

Un acto reflejo me llevó a copiar su dirección y enviarle un mensaje usando el apodo con el que le llamábamos cuando éramos jóvenes. A los pocos días me respondió y por supuesto que me llamó por mi apelativo de la época, cosa que nadie hace porque tampoco estamos como para andar manteniendo vivas las apariencias y desfiguros de la juventud; ahora tenemos otras apariencias y cometemos desaciertos tal vez más deplorables que los de entonces, pero esas son manías de las que se va uno apoderando. La respuesta de mi amigo fue un mensaje escueto diciéndome que hacía mucho que nadie lo llamaba de esa manera y era natural porque las barbaridades que hacía de joven seguramente han sido derrotadas por el tiempo; ahora hace otras que todavía no son derrotadas por la sensatez. Ahí debió quedar la historia, pero unos meses después mis dedos, de manera imprudente, fue-

ron a la búsqueda de fantasmas. Le volví a escribir, solamente para decirle que estaría yo unos días de visita en la ciudad donde vive y me gustaría verlo. Su respuesta fue escueta: “Por supuesto, llámame.” y ponía la lista de números telefónicos en donde podía encontrarlo. Escogí el primero porque era el de su teléfono móvil y que por lógica respondería él mismo. Quería yo enfrentarme al sonido de su voz sin tener que esperar a que una secretaria, que seguramente me interrogaría, me hiciera esperar para darle importancia a su jefe. Después de unos saludos de rigor y de establecer el lugar donde comeríamos, me soltó la bomba: -María se divorció. -¿Por qué? -Porque él es un pendejo. Deberías verla. No había nada que responder. Ella llevaba fuera de mi vida más de treinta años en los cuales creo haberla visto una sola vez en la que nos saludamos con una frialdad forzada, como si temiéramos una chispa de fuego, como si pugnaran por salir palabras de un final no dicho, reclamos o palabras que pudieron haber cambiado dos existencias, o más. Pero así son las separaciones, nunca se termina de decir lo que uno lleva dentro. Yo creo que por eso hay personas a las que les duele el pecho, aunque a veces a mí lo que me duele es el estómago. Pienso que esos dolores misteriosos son la explicación por la que los cardiólogos ignoran las verdaderas enfermedades del corazón y mi gastroenterólogo está sorprendido de que no tenga una úlcera con tantos cólicos severos con los que me le he presentado. -La busco y la invito. Mejor no,- dijo respondiéndose a sí mismo de inmediato -porque te quiero todo para mí. No me dejó opinar pero tenía razón. Es tanto lo que los amigos tan viejos tienen para hablar que me pareció pertinente que en esa comida no estuviera nadie más. Nos pondríamos al tanto de nuestras vidas y recuperaríamos las memorias, esas gratas memorias de las andanzas juveniles que más que nostalgia, producen un dulce sabor de boca al

recordarse. Pero además ¿para qué buscarla o verla?, yo estaba convencido de que no tenía nada que decirle y la chispa estaba apagada. Colgamos el teléfono y me di cuenta que el fantasma había vuelto. ¿Y qué tal si ella se aparecía en la comida?, ¿cómo se vería?, ¿cómo me saludaría?, ¿cómo debería saludarla?, ¿nos abrazaríamos?, porque de que nos abrazaríamos no había duda. ¿Nos besaríamos como si fuéramos dos viejos amigos que se alegraban de reunirse de nuevo?, ¿rozaríamos las mejillas como salvando un compromiso social? ¿Qué haría mi amigo?, ¿se iría al ver la escena? Entonces llegó de golpe a la mente la otra realidad de los fantasmas: ¿y si no viene? Porque la ventaja que tienen los fantasmas es que se aparecen cuando ellos quieren; eso ha provocado que muchos incrédulos duden de su existencia, lo que no se puede traer a voluntad simplemente no existe. Por supuesto, ella no fue a la comida. Mi amigo ni siquiera tenía su teléfono, pero yo, cada vez que sonaba su móvil, pensaba que era ella que pedía instrucciones sobre el restaurante y cómo llegar. Era imposible que llegara pero si no era en ese momento ya nunca más sería y el fantasma rondaría sin poderlo evitar. Derrotando al Alzheimer, logramos recordar que en algún momento ella dejó de llamarse por su nombre para convertirse en Antígona, no porque fuéramos duchos en cultura universal o porque algo en su vida la acercara a la hija de Edipo en la tragedia de Sófocles, sino porque era una derivación de antigua. Su nuevo nombre era el resultado de un juego de palabras, producto de un lenguaje cifrado para ser usado entre amigos que se transmiten un mensaje que nadie más debe entender. Cuando queríamos hablar de ella sin que fuera evidente, nos referíamos a Antígona. Me imagino que los demás se impresionaban al notar el alcance de nuestra cultura y nosotros, o mejor dicho yo, no pasaba la vergüenza de mostrar mi renuencia a enterrar a la muerta o a mostrar que el que moría de angustia era yo, o que nadie había muerto. Ha pasado tiempo desde la comida con mi amigo. Desde entonces empecé a recordar todo lo que había enviado cautelosamente a lo más profundo de mi subconsciente. Llevo muchos años asentado en la frontera y la posibilidad de encontrármela era tan remota que ni siquiera me pasó por la mente. No puedo imaginarme cuáles son sus gustos y a qué tipo de lugares acudiría. A mi amigo no lo he vuelto a ver, sé que le va bien aunque me enteré que ha estado un poco enfermo. No hemos tenido otra oportunidad para que ella no llegue a una comida a la que no ha sido invitada, pero a mí el reencuentro me dio un golpe inesperado de pasado que todavía no se me olvida. Ella fue un día el amor de mi vida, hoy es solamente un fantasma del pasado y me tiene horrorizado, no se vaya a convertir en un fantasma del presente.


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Las letras de Seshat Coordinadora: Karina Rodríguez En estas nuevas páginas, Las letras de Seshat, ofrecemos al lector inimaginables espacios para la reflexión y lectura de nuevas propuestas literarias, siempre frescas y novedosas, que le permitirán viajar por algunos mundos conocidos y otros tantos ignorados. En cada viaje que aquí proponemos, las ideas, los sentimientos, los sueños, las ficciones y las sensaciones cobran voz y forma, venciendo así los retos impuestos por el tiempo y la realidad. En este mes de febrero ofrecemos dos sugerencias literarias: la primera, Marte en la memoria de Janitzio Villamar, una atractiva propuesta inscrita en la literatura de Ciencia ficción; y la segunda, Ficciones de Jorge Luis Borges, un clásico de la literatura fantástica. En nuestras Ventanas de febrero, presentamos tres creaciones literarias en verso: Instrucciones para crear mundos de Julián Saldierna, El último pensamiento del mundo de Alejandro Badillo, Fulminante de Omar Rueda; y además dos creaciones en verso: Palabra de Alejandro Martínez y Erre con erre de Luis Cedeño. Queden las presentes para el deleite de nuestros afortunados lectores. Karina Rodríguez. Coordinadora de las Letras de Seshat.

Sugerencias Literarias Marte en la memoria

La literatura, a lo largo de su historia, ha mostrado gran variedad de enfoques para diversos temas. Dichos enfoques van marcados por los gustos y las corrientes en boga de determinada época, sin embargo, el ejercicio de la poiesis siempre es el mismo. Los griegos mencionaron que no había nada nuevo bajo el sol, todo estaba hecho. Pero la literatura se impugna a sí misma, crea modelos y luego los destruye, para revitalizar la poiesis, es decir, la creación. Así, la literatura es un concepto perenne, eternamente regenerado por escritores arrojados, que dejan atrás a los griegos y sus axiomas para descubrir las infinitas posibilidades, no del qué se escribe, sino del cómo se escribe. Con el cómo, fundamento de la literatura, se abre ante nosotros un paradigma infinito. Las posibilidades están ahí, ante nosotros, el secreto es saber elegir la correcta, la que reinvente y al mismo tiempo redescubra el tema, esparciendo una luz renovadora del arte. Con Marte en la memoria, Janitzio Villamar hace dos cosas: renueva el ejercicio creativo del género y, como consecuencia, arroja una nueva luz a la ciencia ficción, tan golpeada por la academia y, por otro lado, tapa un hueco de las letras mexicanas. Se ha cuestionado que la ciencia ficción en México siempre ha estado a la sombra de los grandes escritores norteamericanos y rusos, e indudablemente Marte en la memoria nos recuerda a las Crónicas marcianas de Bradbury, sin embargo, con Villamar la ciencia ficción adquiere una identidad propia; el cómo se escribe surge de manera irreverente para fundamentar no sólo una obra, sino el género mismo. La descripción, recurso cardinal en la literatura, adquiere dimensiones interesantes en la prosa de Villamar, pues la manipula de manera tirana al punto de estirar al lenguaje y explorar sus diversas posibilidades. Como Marcel Proust en En busca del tiempo perdido, Villamar es meticuloso en su descripción, algo que es muy importante en la ciencia ficción, ya que permite explorar otros derroteros del género. Gracias al notable manejo de la descripción, Villamar recorre dos senderos: el de la ciencia ficción “pura” y el de la ciencia ficción que podríamos llamar “poética”. El primero, por el cual pugnaba Asimov, demanda la descripción escrupulosa de los eventos,

teorías y aparatos científicos que le dan cuerpo al relato; el segundo Bradbury lo introdujo y hace todavía “más literario” al género, pues exige la combinación del primero con el sentimiento emanado de las profundidades del alma del poeta. Villamar transita los dos senderos con desparpajo y de manera natural, por lo tanto logra una ecuación difícil de conseguir, pues los mismos prejuicios y naturaleza del género promueven lo contrario, ya que al incursionar en uno se deja de lado al otro. Bradbury enfrentó una crítica demoledora porque sus relatos no eran tan “científicos”, sin embargo, nos enseñó que no era necesario hablar de cuestiones científicas “verdaderas” para hacer ciencia ficción. Marte en la memoria es una unidad literaria que se gestó bajo la sombra de lo anterior, pero sin descuidar la descripción científica meticulosa, de ahí lo difícil de la ecuación. Las historias que nos comparte Janitzio Villamar en Marte en la memoria son aquellas en las que el género humano se encuentra con su psique. El autodescubrimiento de lo humano por cada uno de los personajes contrasta con lo cotidiano de las situaciones; el cómo se escribe hace esa cotidianidad diferente, la reinventa para dejar en el género de la ciencia ficción un sabor fresco y renovado. Aunado a lo anterior, la narración lleva un toque humorístico muy delicado que Villamar se permite en los momentos apropiados, guiñe el ojo al lector, creando, de esta manera, un vínculo que no desaparece del todo cuando se cierra el libro, lo que no deja de ser un acierto literario. Los personajes son heterogéneos y las historias intensas y dirigidas a explorar la mente humana: miedos, anhelos, libertad, conceptos que explora Villamar so pretexto de la colonización y “terraformación” del planeta rojo. Alfonso Reyes definió a la literatura como la verdad sospechosa, ya que por medio de ella podemos externar verdades universales utilizando historias de ficción. Marte en la memoria es una gran verdad sospechosa: el anhelo por la conquista del espacio, el anhelo de la libertad, el autodescubrimiento del yo, la pugna por el poder y el control de los recursos, son una problemática propia del ser humano, además muy actual. El relato Cuenta regresiva se enfoca en la entrañable Madeleine, quien estará presente, de una u otra manera, en toda la narración; Minerva, la comandante, protagonista del relato que lleva su nombre, muestra fuerza y fragilidad al mismo tiempo, por lo que goza -y nutre- de gran vigor a la narración. Todos los personajes representan una encrucijada del yo y como consecuencia el ser humano queda desnudo para la disección de su psique, incluso Enok, el robot-replicante, cobra consciencia de sí mismo y ve un destello en su cerebro que lo lleva a una disyuntiva moral que deriva, a su vez, en la búsqueda de uno de los valores más importantes: la libertad. Encontramos, entonces, un sinfín de verdades emitidas en Marte en la memoria, la problemática social y política son parte fundamental de la trama, además, la psicología de los personajes muestra tanto lo endeble como lo maleable de la naturaleza humana. Las historias que encontramos están revestidas por la ciencia ficción, marco perfecto para el desarrollo de la extensa imaginativa de Villamar. La obra posee, además, otro acierto literario: es la primera entrega de una serie de cinco libros que prometen convertirse en un parteaguas de la literatura de ciencia ficción mexicana. Jorge A. Badillo Vega. ©Todos los derechos reservados.

Ficciones

Ficciones de Jorge Luis Borges reúne algunos de los mejores relatos de la literatura hispanoamericana de nuestros tiempos. Y es que si la lengua es ficción y el universo se inventa con signos (las palabras), entonces una forma de entender lo real es a través de la reinterpretación de estas ficciones. El libro de Borges es una especie de alegoría sobre la condición del ser humano y su forma de asumir el mundo. Integra dos secciones: El jardín de los senderos que se bifurcan y Artificios. La primera incluye ocho relatos, en los cuales lo fantástico se puede percibir mediante la invención de una ciudad (“Tlon, Uqbar, Orbis Tertius”), el sueño (“Las ruinas circulares”), un juego (“La lotería en Babilonia”), una biblioteca (“La Biblioteca de babel”) o un jardín (“El Jardín de los senderos que se bifurcan”). Artificios está conformada por nueve relatos en los cuales “fantasía” y “realidad” se influyen de tal manera que la primera transforma y/o invierte a la segunda. Por ello la historia pudo ser contada por un traidor como si hubiera sido el héroe (“La forma de la espada”), o los héroes se nos hacen ver como traidores (“Tres versiones de Judas”) o simplemente conservan la imagen de un personaje respetable, a pesar de su traición para no herir los ideales de un pueblo (“Tema del traidor y del héroe”). En este libro el mundo es presentado como una incógnita, porque tiene muchas posibilidades de entenderse, como los senderos de un jardín. Dichas posibilidades son los modos inventados: signos, artificios, palabras. Podemos imaginar, entonces, una ciudad como un libro, un mundo como un anaquel y un universo como una biblioteca. Ficciones puede dejar la impresión de que el mundo así vivido, asumido con toda su realidad, está incompleto y que ignoramos un sueño en el que nosotros mismos, los artífices de tal ilusión, también somos soñados. Julián Saldierna. ©Todos los derechos reservados.


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Ventanas de Febrero Instrucciones para crear mundos

1.- Primero diga: “luz” para que haya luz, y que todo esté bien. 2.- Separe las aguas de arriba, de las de abajo, y que todo esté bien. 3.- Que de la tierra broten los árboles y las hierbas. 4.- Invente un sol, una luna y muchas estrellas, y que todo esté bien. 5.- Cree a los animales marinos, a Leviatán, a la ballena blanca, los peces, las sirenas y las aves, y que todo esté bien. 6.- Invente animales terrestres, reptiles, dinosaurios, ratas, un hombre, una costilla que se convierta en mujer, un jardín, dos árboles: uno de la vida y otro de la ciencia del bien y del mal, un fruto prohibido, una serpiente, una higuera para las vergüenzas, y, por último, una etiqueta con la siguiente advertencia: “El abuso de este producto puede generar delirios de redención. Si no hace caso lo pueden crucificar”, y que todo esté bien. 7.- Descanse el séptimo día. Nota: Agregue la siguiente fecha de caducidad: “Mejor consúmase antes del Apocalipsis” Julián Saldierna. ©Todos los derechos reservados

El último pensamiento del mundo

Ruidos feroces, metálicos. El mundo en llamas, muerto. Los apocalípticos sonidos carcomen su mente vencida y derrotada. La tierra languidece y agoniza en la desesperanza. Su mirada, inconmovible y enajenada, en la pared. La idea acechando y dilatándose en todo su ser. Los temibles sonidos de la raza suprema y asesina, cada vez más cercanos, preludian el momento postrimero de la especie. Un golpe terrible y furioso lo saca de su abstracción casi nietzcheana. Están a punto de entrar. La guerra fue rápida, casi pueril para los invasores. La humanidad capituló fácilmente. Se sabe el último hombre sobre la tierra. Otro golpe, ahora con más furia. Falta poco para que la puerta ceda definitivamente. Un atisbo de luchar, de vender cara su vida, la última vida humana, atraviesa su mente, sin embargo, sendo pensamiento se vuelve una quimera, una fantasía inalcanzable. Por última vez urde otra alternativa. No hay ninguna. Finalmente regresa a la idea primordial. No dejará que lo tomen cautivo. Un sudor gélido cubre su cabeza como un manto líquido y fúnebre. No hay marcha atrás. Su mano, resuelta por fin, alcanza la pistola. Alejandro Badillo Vega. ©Todos los derechos reservados

Fulminante

Hoy te levantaste temprano, rascaste tu cabeza, limpiaste aquel hilillo de baba que te queda después de una noche de buen sueño, tomaste tu toalla y te diste un baño que terminó de despertarte. En el almuerzo todo iba normal pero ella notó algo raro y te preguntó si te pasaba algo. Como siempre le respondiste que nada, que había sido un sueño bueno, aunque perturbador al inicio. Te pidió que se lo platicaras, tu respuesta fue que más tarde, cuando volvieras, porque ahora ya tenías poco tiempo. Saliste de tu casa, tomaste el autobús que te llevaría a la estación del metro más cercana a tu domicilio; para variar, llegó un poco retrasado y eso hizo que tu arribo fuera un poco más tarde que lo de costumbre

(sí, tienes la malísima costumbre de llegar tarde a todos lados). Cuando realizaste el transborde en el metro lo hiciste a paso lento, como si el tiempo no fuera lo suficientemente corto como para desperdiciarlo en un nimiedades, es más, parecía que hasta le pedías permiso a tus pies para moverte. Como “de lástima” llegaste a la salida del metro y pesadamente subiste las escaleras, avanzaste hasta la calle y cruzaste el puente peatonal que te permitió llegar a la acera de enfrente. Esa es la acera en la que se encuentra el edificio en el que tienes tu pequeño cubículo, casi en el centro del piso, en el que puedes (podrías) perderte de la vista de todos tan fácilmente si no fuera porque tú y sólo tú eres el que lleva el control del tiempo de cada uno de los que laboran en el piso, y como todos los días, cuando llegas, encuentras tu escritorio lleno con peticiones, revisiones, dudas, quejas, agradecimientos (pocos en realidad) y sobre todo, desorden. El desorden siempre te ha puesto “los pelos de punta” (gran contradicción con respecto a tu vida que es todo un caos, ¿verdad?). Sacas el pañuelo del bolsillo de tu saco, lo pasas por encima del escritorio y quitas el “polvito” que se ha acumulado durante tu ausencia, llamas al intendente y le reprochas su ineficacia laboral y amenazas (como siempre) con quitarle algunas horas de su cuenta quincenal como castigo por su mal desempeño. Él terminará como siempre disculpándose, aseando tu lugar incluso antes que el de tu jefe y pidiéndote una oportunidad que le otorgarás con una sonrisa fingida. Esos son los pequeños instantes que logras disfrutar de tu día laboral, mientras puedes hacer que alguien haga tu voluntad con el fin de que no te desquites con su nómina o el préstamo que pidieron para sacar los gastos de las fiestas. Esos momentos te hacen sentir un gigante, alguien inalcanzable, pero al salir de tu pequeño cubículo, te das cuenta que no eres más grande que la “ratonera” en la que te tienen arrumbado, no eres nadie, no posees nada, no vales más que ese papel en el que anotas y anotas numeritos todo el pinche día. Sales a almorzar, el estómago te dice que comas, te hace falta, no quieres hacerle caso, sólo piensas en una cosa, el suicidio; ¡sí¡, ella descubrió por la mañana tus intenciones y te ha vuelto a la mente su mirada a la hora de preguntarte que te pasaba. ¿Recuerdas tu respuesta?, yo sí, pero no creo que te sirva de nada el que la recuerde en éste momento en que estás en el quicio de ese viejo edificio y pretendes lanzarte al vacío para terminar con tu mísera existencia… Por fin has pensado con claridad y has bajado de ese horrendo lugar; sólo piensa en el inmenso desastre que dejarías a la pobre gente de limpia de la ciudad, arruinarías ese traje que te tardaste seis meses (sin intereses) en pagar y…¿Tienes el valor de asomarte y reflexionar sobre la idiotez que ibas a cometer? Baja de ahí con cui… ¡Bueno, hay que ir llamando a los de limpia, la tarde será larga para ellos! Y sonó el despertador. Omar Rueda. ©Todos los derechos reservados

Palabra

Vuelvo a mis armas de soledad y de letras, con apuntes de ocaso, no de boca, no ya de carne ni de tacto preciso, más bien de una muerte muy niña que juega con burla loca en mi sombra. Me vuelvo a mis armas de soledad y de letras en busca de mí – sin nombres – de mi cara, o de cualquier otro fantasma que esté disponible y me lleve a un olvido atiborrado de noche. En tu espalda es que ahora, palabra, el amanecer se desnuda con sensualidad muerta como un destierro que se vacía inútilmente en mis ojos. Alejandro Martínez. ©Todos los derechos reservados

Erre con erre

A una niña de ojos claros.

Erre con erre cigarro, erre con erre barril. Rápido ruedan las ruedas del ferrocarril. Siempre que juntos estamos fuego con fuego prendidos, erre con erre cigarro, nos consumimos. Sueño cuando estás aquí y los dos nos abrazamos, erre con erre barril: de acero los aros. Tú pasa el tiempo que puedas entre mis brazos, unidos. Rápido ruedan las ruedas en este camino. No prevengas que me vaya, sabes que volveré a ti viajando las vías gastadas del ferrocarril. Erre con erre cigarro, erre con erre barril. Rápido ruedan las ruedas del ferrocarril. Luis R. Cedeño ©Todos los derechos reservados


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Entrevista

Entrevista con Minerva Margarita Villarreal:

El lenguaje anticipado de la poesía Por Carolina Olguín

R

ecientemente, la poeta Minerva Margarita Villarreal obtuvo el Premio de Honor Naji Naaman’s Literary Prizes 2013, por parte de la Fundación del mismo nombre que fomenta la poesía mundial desde Líbano. A este y otros reconocimientos se han agregado actividades en torno a su obra, como la relectura de sus libros en ámbitos académicos y la atención a su quehacer como poeta y promotora cultural en revistas y eventos de distinta índole.

La también catedrática de la Universidad Autónoma de Nuevo León suma ya alrededor de una decena de poemarios publicados y numerosas colaboraciones como ensayista, además de que en los últimos años ha trabajado de manera intensa en la edición y la tarea de antologar libros de poesía. Si uno pone la lupa en el oficio que Minerva ha ejercido, se dará cuenta de que la poesía ha sido su centro. La solidez lírica de su voz, la versatilidad de su ritmo y una poesía que linda con la plegaria y el canto la colocan en un lugar íntimo dentro de nuestra rica tradición poética en lengua hispana. Esta entrevista representa un acercamiento para escuchar sus palabras fuera del cuerpo del poema, pero en relación siempre a este hacer que es la poiesis. 1.-Minerva, hace ya más de treinta años que publicaste tu primer libro de poesía, Hilos de viaje, y desde entonces tu trabajo poético ha sido constante. ¿Cuál ha sido el saldo de esta relación que has establecido con la poesía, en términos de tu propia vida o experiencia de vida? R: Mi relación con la poesía se da en términos de lo absoluto, pues nada me explico sin ella, quizás ella se adelanta a mis pasos, a los acontecimientos en general. El lenguaje de la poesía nos anticipa, pertenece a la índole del misterio y se genera en un ámbito del Espíritu. No vemos ese ámbito ni lo tocamos. La poesía viaja por estos canales inéditos. Por eso estoy totalmente de acuerdo con Clarice Lispector en

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el sentido de que uno escribe dormida. Y no es literal, pero aún despiertos la poesía llega por una vía inexplicable. En el sueño y en la vigilia el lenguaje se desborda, acontece ajeno a nuestro control. De esto trata el poema, así sucede. 2.- Si uno recorre tu poesía encuentra una convivencia entre la mística, el erotismo, el candor del sarcasmo, un lirismo de la soledad y el lamento, ¿cómo concibes esas convergencias en tu obra? R: Propias de una lectora precoz de El Marqués de Sade y Bataille, y de una lectora infantil de La Biblia y Sor Juana. Ya Catulo, Marcial, San Juan de la Cruz, Gabriel Zaid, Valente y el resto han obrado en tiempos más recientes. Pero la escritura es un plano múltiple en el que se combustiona y genera el fruto de esas semillas bajo el influjo del ámbito del misterio que exige bautizar lo inefable. 3.- Hace poco estuviste trabajando en poemas alrededor de la obra plástica de algunos artistas con el tema de los animales, del bestiario. ¿Te has dado cuenta de que en tu poesía se ha venido conformando un bestiario propio, pues en ella se hallan constantemente peces, corderos, tigres, perros, lobos y, con insistencia, aves, como canarios o cuervos…? ¿Puedes abundar en esta cuestión? R: No me había percatado de ello, siempre ando buscando animales en la poesía de los demás. De hecho, empiezo a coleccionar bestia-

rios. La verdad es que los animalitos son seres superiores a los humanos en muchos sentidos; para empezar, carecen de los siete pecados capitales que tanto daño provocan en los hombres. Encuentro más sublime la mirada de un perro cuando sabe que te vas, o sus aullidos cuando reconocen a la distancia la muerte de su amo, que nuestro veleidoso mundo emocional. Ellos saben responder a los fenómenos de la naturaleza mucho mejor y antes que nosotros. Tienen un sentido que en nosotros se ha bloqueado o está totalmente estropeado. 4.- Minerva, tú tienes un poema muy bello en Adamar (1998), libro que por cierto me parece definitorio en tu poesía, en el sentido de que abre una brecha que considero distinta a la de El corazón más secreto, que es tu poemario inmediatamente anterior a Adamar; el punto es que hay unos versos en ese poema que dicen: “Mas yo busco en esta lluvia / el ojo del dolor / busco el ojo del cielo / Todo es luz cuando esta herida se abre / es luz…”. Diez años después de Adamar, le darás a otro de tus libros el nombre de Herida luminosa. Este título y aquellos versos se corresponden profundamente; ¿podrías hablarnos de esas repetidas imágenes que se hallan en distintos sitios de tu obra? R: Ahora que destacas estos versos, creo que nombran —anticipándose— una experiencia sobrenatural o mística que viví poco después de haber escrito Herida luminosa. Con una herida abierta, de muerte, fui a entregarme al ojo del cielo, que se abrió y me bañó con una luz intensa indescriptible durante un amanecer de invierno en Montemorelos, donde nací, a través de la imposición de manos de una religiosa.

5.- ¿Consideras que la poesía tiene algún papel específico en la sociedad? ¿Cuál sería este papel, si no de facto, al menos ideal? R: La sociedad es un término que implica a la multitud; es decir, va de la mano con situaciones que generalizan márgenes de enajenación, masificación, y esto significa pérdida, anonimato, despojo; y la poesía puede caminar


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Encuentro más sublime la mirada de un perro cuando sabe que te vas, o sus aullidos cuando reconocen a la distancia la muerte de su amo, que nuestro veleidoso mundo emocional. entre esta multitud sin ser vista ni advertida, pero irradia, tiene un poder, mas ese poder no tiene que ver con la política ni con el dominio, sino con elementos que nos conforman y que solemos desconocer, allí anda la poesía haciendo de las suyas subversivamente, en sus manos, que ejercitan al poeta, está la semilla de la revelación que siempre trae consigo un alto, un detenimiento hacia una posible transformación, y, si es una obra de peso, en el sentido de que ésta incida en la interioridad de quien la lea, hacia una transfiguración. Ahora bien, no creo que esto sea general, para todas las obras, pero sí hay poetas como San Juan de la Cruz, Rilke, Celan, Dickinson, Vallejo, y Williams que emanan este magno influjo de luz. 6.- Tengo por seguro que eres una gran lectora de literatura y, en especial, de poesía. ¿Puedes hablarnos del panorama general que observas en la poesía mexicana de nuestros días? ¿Habrá rasgos, oleadas, modas o esencialidades que observas en ella? R: Aunque considero la costura un arte, y respeto a los grandes diseñadores como artistas que son, creo que este aspecto fluctuante y determinativo llamado moda es muy peligroso para clasificar a la poesía. Prefiero permanecer ajena a estos valores que se desprenden de la soberbia intelectual. De pronto siento que hay obras muy importantes que son excepciones, no sólo porque son excepcionales sino porque sus autores no son considerados para premios o reconocimientos que pongan en escena sus libros. Esto es lamentable, pero es la historia de todos los días. Por el contrario, hay poetas que configuran los cuadros de honor de las editoriales por buen tiempo, o sus nombres ponderan una época en revistas y recitales, y luego, a la hora de las valoraciones antológicas no hay peso específico en su material. Dana Gioia, un importante poeta norteamericano, tiene un ensayo en el que señala que Wallace Stevens, quien publicó su primer libro a los cuarenta y tres años, y Robert Frost, que empezó a publicar a los treinta y nueve, serían considerados hoy poetas holgazanes y estarían desempleados por flojos, por haberse demorado en publicar. Ahora, aquí en México, con el programa de estímulos a la creación, muchos poetas se sienten pre-

sionados para estar publicando y esto suele atentar contra la verdadera poesía. Debe darse una lenta maduración en el poema. He visto en varios poetas jóvenes una inclinación a confundir el tono de sus lecturas en voz alta, con un ritmo ceñido a una especie de rap, con el propio ritmo de sus poemas. Cuando leo yo misma los poemas no encuentro el ritmo que escuché mientras ellos los leían. Aunado a esto, hay editoriales que privilegian vínculos sobre obras. Y, lo sabido, los grandes poetas son llamados para atravesar grandes abismos o grandes desiertos, lo demás es historia, pero no la historia de Homero, sino la historia oficial. No hay que olvidar que el tiempo de la poesía pertenece a la eternidad, no a “nuestro tiempo”, y que, como dice Quevedo: “solo lo fugitivo permanece y dura”. 7.- A lo largo de tu trayectoria has venido recibiendo reconocimientos nacionales e internacionales, como este último Premio de Honor Naji Naaman’s Literary Prizes 2013, que te otorgan desde Líbano. ¿Qué significan estos acontecimientos para ti como creadora? R: Reconfortan mi credibilidad en mí. Son emocionantes y alentadores.

Minerva Margarita Villarreal recibe premio durante el III Encuentro de Escritores Letras en la Frontera en el campus de la UNAM en San Antonio, Texas. 8.- En tu poesía encuentro una constante interpelación al otro, a una segunda persona, al tú; eso me recuerda al filósofo Martin Buber, quien en su maravilloso libro Yo y tú habla sobre “entrar en relación” con el “Tú” de nuestras vidas. ¿Cómo es en ti ese encuentro con el otro? R: Tiendo a provocar ese encuentro: con el otro que hay en mí, o los otros que me constituyen, y con los que están afuera y con quienes convivo y actúo en el plano diario y en planos insospechados, pues eso es lo rico de la escritura, que nunca sabes a dónde irá. 9.- En la actualidad vivimos en un entorno muy tenso, de crisis en muchos sentidos, esto ha sido claro en los últimos años en México: la inseguridad en las calles, la incertidumbre laboral y monetaria, y un mundo tecnologizado y de información excesiva…. pareciera que todo es relativo, que todo se tambalea. ¿De qué manera asumes esta vorágine como poeta, como mujer, como ser humano? R: La respuesta está en el poema, desde El libro de Job hasta Aullido de Ginsberg y más acá, pensemos en la escatológica obra de José Kozer o en los dolientes cantos marianos de Antonio Cisneros, en la hiriente distancia de Deniz, en el objetivo de conciencia de Pacheco o en la hondura en la que se sumerge Zaid para presentar la época de los sesenta-setenta: ya la vorágine está no únicamente contemplada, está nombrada, explorada, y vivenciada hasta darle la vuelta.

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Novela por entregas

El 777 vs. El Chalequero Por Slaymen Bonilla

U

II n coro de gallos anuncia el comienzo de un nuevo día. Las débiles manchas doradas que se asoman por entre las nubes auguran otro sol desamparado.

Los volcanes, al fondo, son fieles testigos del peregrinar de una ciudad cada vez más ruidosa y contaminada, llena de hoyos y abismos, en los que las ilusiones se crean y se destruyen como volutas esparcidas por el aire. Una navaja penetra en la piel rasposa del teniente Eleuterio Sandoval. Una mueca de dolor irrumpe en el espejo. Se volvió a cortar, por tercera vez consecutiva, parece un novato. Y es que su mano le tiembla. Se limpia con un poco de algodón. Esta herida es bastante profunda. Lo mejor será ir por un poco de alcohol a la botica. Ojalá don Beto ya haya abierto. Colgada en el perchero está su indumentaria habitual: un pantalón, un chaleco, un frac y el indispensable sombrero de copa. Se coloca con cuidado cada prenda, no tiene prisa, aún a pesar de la sangre que le cae por entre la barbilla. Una larga jornada le espera, habrá llevársela con calma. Escucha un suspiro en la habitación, debe de ser su mujer, que aún sigue dormida. Lo último que se pone es su sombrero, importado directamente de Francia, un regalo del Generalísimo para algunos de sus subordinados, entre los cuales él resultó elegido ¡Un gran honor! Beto el boticario estaba abriendo cuando Sandoval llegó. Su barba lo delataba. Don Beto apenas pudo contener la risa. No le haga mi buen, ¿qué le pasó? Ya ve, al mejor cazador se le va la liebre. Si quiere le puedo dar unas clasesitas. La puerta de la botica quedó totalmente abierta. Los olores comenzaron a asomar. Esa combinación de hierbas y químicos recién descubiertos hubiese penetrado, sin duda, en la nariz del más mormado. Sandoval no lograba entender cómo era posible que, estando tantas horas en ese caldo cultivo, don Beto no tuviese mareos constantes. En fin, a todo se acostumbra uno, es más, hasta a dejar de comer, de eso él podía dar fe. Eleuterio Sandoval de la Cruz nació el 3 de marzo de 1823 en la ciudad de Cuernavaca. Fue el sexto de diez hermanos, de los cuales sólo sobrevivieron cuatro. Su padre, José de Jesús Ignacio Francisco Sandoval Ramírez, criollo de nacimiento, había combatido al lado de Agustín de Iturbide durante la Guerra de Independencia. Cuando Iturbide se convirtió en Agustín I, su padre fue uno de los primeros beneficiados. Los honores y el dinero se expandían como pan caliente. Fue entonces que decidieron mudarse a Cuernavaca. La promesa de Agustín I era nombrar al capitán Sandoval,

Marqués de aquella provincia. Pero la fantasía no duró mucho. Unos meses después de la mudanza y recién nacido Eleuterio, Iturbide fue derrocado y mandado el exilio y con él todas las esperanzas de una familia. Ya sin Iturbide, el nuevo presidente, Guadalupe Victoria, se dedicó a asolar a los partidarios del antiguo imperio, entre ellos la familia Sandoval de la Cruz. Temeroso por su vida y la de los suyos, el excapitán José de Jesús vendió todas sus propiedades y huyó rumbó a Querétaro. Ahí procreó otros cuatro hijos antes de que las tropas de Santa Anna lo capturaran y fusilaran. Los siguientes años fueron difíciles, llenos de pobrezas y hambrunas. Sus hermanos comenzaron a morir. Su madre, María Guadalupe del Sagrado Corazón de la Cruz de Sandoval, trabajaba día y noche como sirvienta en la casa de una familia aristócrata favorecida por Santa Anna. Así, Eleuterio cumplió los nueve años. Pero las cosas iban de mal en peor. Dos meses después su madre caía enferma de tifoidea, la muerte no tardó en recogerla. Sus dos hermanos mayores: José de Jesús Hernán, de diecisiete años y María Guadalupe, de dieciséis, decidieron que lo mejor sería partir a la Ciudad de México, y así lo hicieron. En el camino murió otro de sus hermanos, el menor de ellos. En la Ciudad encontraron a un tío del que su madre les había hablado, le presentaron sus señas y comenzaron a trabajar para él. Manuel Antonio de la Cruz era un comerciante de materias primas. Había enviudado hacía poco y sólo tenía dos hijos. La llegada de cuatro miembros más suponía un dolor de cabeza. Pero eran los hijos de su hermana perdida, aquella que creía muerta desde varios años atrás. Por eso se decidió a adoptarlos, con la condición de que trabajaran para él y así sacaran lo de su comida. Después verían lo de sus estudios. Pero eso tampoco fue un problema. José de Jesús Hernán se alistó en el ejército al cumplir la mayoría de edad, María Guadalupe se casó con uno de los amigos de su tío que, apenas la vio, la pidió en matrimonio. Ya sólo quedaba él y su otra hermana, dos años más chica. Lo bueno es que Hernán les mandaba una mesada, con la que pagaban a su tío sus gastos básicos. Y la vida siguió caminando. A punto de cumplir sus veintiún años, Hernán instó a Eleuterio a enrolarse a la Gendarmería de la Ciudad de México. Él podría conseguirle las recomendaciones pertinentes para que empezara de inmediato y así poder, por fin, dejar de depender de los demás. Su vida estaba al otro lado del crepúsculo.

Los siguientes dos años fueron agradables. El esposo de María ayudó a su cuñado a conseguir una casa de buen ver. Con el auxilio de Hernán pudo escalar, más rápido de lo normal, en la jerarquía de su oficio. Pasó de trabajar en una calle a dar órdenes a un pequeño grupo en menos de un año. Varios de sus compañeros lo veían con recelo. Pero él estaba seguro que su éxito no sólo era un acto nepotista intransigente, pues él se esforzaba para ser mejor. La ayuda que le venía de fuera era un empujón extra. Pero la vida es como un sube y baja, llena de altibajos, de escaleras y pozos que se yerguen tras el tiempo. En 1846, los Estados Unidos invadieron México. José de Jesús Hernán fue enviado a defender los colores patrios y ya nunca regresó. A partir de ese momento todo se volvió más complicado. Su cuñado, ante el miedo latente de una conquista sangrienta, decidió mudarse a España. Su hermana se perdió en la distancia. En cuanto a la más pequeña, lo último que supo fue que se fugó con un novio que, al parecer, había pertenecido a la banda de los Plateados. Y por más que hizo para encontrarla, nomás nada. El país vivía tiempos tenebrosos y nadie se iba a estar preocupando por una mocosa calenturienta. Y fue entonces cuando él llegó. Un poco tarde, pero llegó. Don Porfirio Díaz estaba listo para poner orden a un país al borde del colapso. Por suerte, Eleuterio siempre supo y pudo sobrevivir a los constantes cambios de mando. Por eso fue – al menos eso creyó siempre – que el Generalísimo decidió conservarlo en su puesto y hasta darle un ascenso. En 1877, Eleuterio Sandoval de la Cruz, fue ascendido a teniente. Tenía 54 años. De regreso en casa, Sandoval se limpió las heridas. Dolió un poco, eso que ni qué, pero él, a sus 65 años, no estaba para pusilanimerías (o como fuera que se dijese). Era momento de salir y comenzar la búsqueda, que más bien iba a ser una cacería. Slaymen Bonilla (Ciudad de México, 1988) Filósofo y escritor mexicano. En 2011 cursó el Diplomado en Creación Literaria (en el Centro de Creación Literaria “Xavier Villaurrutia”), en donde tuvo la oportunidad de aprender de maestros como J. A. Shelley, Pablo Mandoki, Mónica Brozon, Ernesto Murguía, entre otros. Ha ganado diversos reconocimientos en el campo de la poesía, entre los que destacan: el Premio de Haiku “Grau Miró” (Barcelona, 2008) y el Metropolitano de Calaveras Literarias (México, 2011). Actualmente ha concluido la redacción de su primera novela: El Cantar de Quetzalcóatl, y está a la espera de alguna editorial aventurera que apueste por él.


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Poesía

La bella voz Coordinador: Freddy Secundino S. Como un homenaje y a propósito de Perro de soledad, su libro más reciente, poetas talleristas del uruguayo Saúl Ibargoyen le escribieron un poema a su maestro. Aquí algunos.

Aullar a las manos de un poeta Lucía Izquierdo (México DF)

De cara al pavimento abrí la boca para paladear las ilusiones que otros han dejado abandonadas a su paso. Como llorar pa’elante y encontrarte con que escribes. Escribes con ímpetu irrespetuoso, escribes para no sentir, escribes para sacar de tu sistema laceraciones dejadas por los antiguos dioses, escribes, escribes para vomitar aquellas angustias como un acto de amor y también de odio. Yo escribo hoy no buscando un poema entre mis piernas, escribo porque he vuelto a soñar con tus manos, Poeta, escribo sintiendo el tacto del tiempo, del encuentro de las pérdidas y encuentros desencontrados. Escribo porque palpo la ganancia. Nunca pude aceptar el exilio de tus brazos. Escribo por soledad, porque sentí escurrirse mi infancia, deslizarse indolora incolora insatisfecha por entre mis piernas ante los ojos de un perro que hablaba de la soledad reverenciada en viejas lenguas. Escribo con las manos de ancestros de los que he olvidado su nombre. Escribo como un acto revolucionario, porque alguna vez quise aullar con los lobos y me quedé sangrando, escurriendo dilatando estremeciendo esta perra soledad.

Canto a “El escriba otra vez” Graciela Roque García (México DF)

No esperes que él no hable él nació escriba de pie y su palabra ensalivada mueve las torres de Babel revienta las venas del cuerpo capitalista que impone la explotación del hombre por el hombre violencia soterrada y sistematizada regulación del derecho a vivir de acuerdo a tu productividad desgaste humano por un centavo y su voz atraviesa túneles de ceniza de Hiroshima, Kosovo y Bagdad levanta los inexistentes ataúdes ennegrecidos de las niñas disueltas por el napalm los negros quemados por el Ku Kux Klan los muertos de Treblinka Granada, Tlatelolco, Guernica, Chile, Moscú, Tenochtitlan Madrid, Cincinati, Río de la Plata El Salvador, Panamá, Atenco, Acteal y los miles de pellejos, lenguas y ojos diseminados en nombre de la civilización y yo junto al escriba de pie el escriba otra vez con sus necias articulaciones y cansado corazón entiendo que nada más quiera decir porque es difícil hablar como cantando. *Los versos en cursivas pertenecen al poema “El escriba otra vez”, de Saúl Ibargoyen.

Los gritos orbitales del silencio Roberto Lizárraga Jiménez (México DF)

Carne de circunferencia al centro totalidad cadáver naciente en el girar y amanecer del Hades. Estado estacionario en ecuación de resultado cráneo resultado muerte. Carne de circunferencia ventisca perdida en engranaje de veletas pues el azar está lo mismo en la dualidad de los tableros que en el caos terroso de los juegos inventados por la ausencia y la miseria. Carne de centro en la circunferencia existir que encontramos en teorías formuladas después de voltear cada grano de ceniza que vuela en los gritos orbitales del silencio.

Smartphone y poema Bárbara Oaxaca (México DF)

Alguien de nombre largamente entristecido preña a la Tierra con mortal semilla. Madre en desdicha por fuerza fecundada su útero de piélago profundo gesta un abisal embrión en secrecía cigoto apocalíptico con sedimentos de los cuatro puntos cardinales. Crece el futuro estrato geológico con su testamento de muerte: antropoceno. Mientras, en las costas del Atlántico un cormorán se asfixia enredado en una bolsa plástica, transnacional, tan inocente con su torva filiación de walmart. En el sur de Alaska cuerpos de belugas son declarados desechos altamente tóxicos. En los riscos chilenos un albatros padece las felices compras navideñas y en el Giro del Pacífico un moderno Magallanes explora la plástica evidencia del séptimo continente: un millón de kilómetros cuadrados, tres millones de toneladas de basura. El poeta está en lo cierto: No hay un solo lugar En la Tierra Adonde pueda sentarse A descansar un hombre. Ni a reposar una gacela Thompson o el majestuoso tigre de Bengala o la delicada rana arborícola o el monstruo de Gila, jurásico rey de los lagartos. Pero yo me olvido de tan sórdidos asuntos. Con mi smartphone envío al amado un candoroso e íntimo mensaje de texto satelital hazaña amoroso alarde tecnológico. Qué más da que en el centro de su ensamblaje diminuto guarde un poderoso microchip fabricado con coltán moderno y codiciado oro obscuro extraído con sangre negra y genocidio de las minas del profundo Congo. No importa: yo quiero decirle a mi hombre que lo amo.

La muchacha miraba las vísceras de la espuma

Lauri García Dueñas (El Salvador) A Saúl Ibargoyen, mi maestro La muchacha miraba las vísceras de la espuma mientras la playa esplendía bajo el oscuro sol tímida, metía los pies en la sal remota deslizando con los dedos la luz que le cegaba. Ante el frío del contacto con el agua, el estertor cesó. Desmayada, la encontró un pescador con el color blanco de la muerte en el rostro con el corazón explotado de nostalgia y en la mano, un pequeño manuscrito del adiós. Su cuerpo delgado dejó una huella remota en la arena pero nadie supo nunca el origen de tal explosión.


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Novedades literarias del mes Por El Bolillo Escéptico Contarlo todo. Literatura Random House. México.2013. 512 pp. Primera novela del joven escritor peruano Jeremías Gamboa. Es una historia de la vida de Gabriel Lisboa, un joven que no tiene nada en la vida, salvo su propia historia. Una mañana este joven que vive en un barrio periférico de Lima decide escribir su primera novela seguro de que ya es un escritor. El relato girará en torno a las vivencias que todo joven pasa, nos habla sobre la juventud, sobre cómo encontrar su lugar en el mundo, sobre la amistad, sobre los amigos que comparten nuestros sueños, habla de la pulsión de escribir y sobre el terror que provoca no ser capaz de hacerlo. Pero sobre todo habla del poder transformador de la literatura, con la que busca la forma de encontrar su lugar en el mundo y construir su propia identidad. Es en si un relato conmovedor y una novela de aprendizaje. Y como bien señala el escritor Mario Vargas Llosa, al referirse a Jeremías Gamboa: ”Es un escritor perfectamente dueño de sus medios expresivos, que sabe concentrarse en lo esencial, que es siempre contar una historia bien contada”.

Obama. Grupo Editorial Transición. México. 2010. 205 pp. Carlos Ramírez, Maestro en Ciencias Políticas, columnista editorial y comentarista político de la televisión y la radio, en este libro plantea la tesis de la crisis de expectativas y la necesidad de que Barack Obama rompa con la tradición imperial de los Estados Unidos. Ramírez reúne crónicas, columnas, comentarios y entrevistas en este libro. Además, presenta el dilema que sigue vigente: “Obama puede ser –y le queda poco tiempo- el presidente que cambie la historia de los EU o puede terminar sólo como una mención en el libro de records de Guinness”. Excelente libro que se adelantó a las expectativas del Gobierno de Obama, quien en cinco años de ocho de su mandato no ha podido romper la tradición del imperialismo.

Genealogía de la soberbia intelectual. Editorial Taurus.México.2013.408 pp. En este libro, Enrique serna, nos da a conocer la soberbia que ha marcado a los intelectuales desde el comienzo de la historia. Porqué la gran mayoría de los artistas y creadores han hecho todo lo posible por separarse y desdeñar a la gente común para mostrarse como una casta aparte. Los antiguos brahmanes de la India, los oscuros filósofos griegos, las opacas discusiones medievales y la actual literatura incomprensible que recibe reconocimientos y galardones son -desde la perspectiva del autor - otros momentos y ejemplos de la historia de una soberbia que, por supuesto, también existe en nuestro país. Libro polémico en este año que se conmemora el centenario de Octavio Paz. Vale!

HUGO CHAVEZ Mi Primera Vida. Editorial Debate. España. 2014. 728 pp. Del periodista español y director de Le Monde diplomatique , Ignacio Ramonet es un libro fruto de cinco años de trabajo y más de doscientas horas de conversaciones con Chávez, material con el que logra retratar al dirigente venezolano a través de sus propias palabras. Recrea la apasionante vida de Hugo Chávez y de su desempeño como presidente de Venezuela a los diez años de su ascenso al poder (1999-2009), el libro fue realizado a partir de cuatro largas entrevistas con el líder político. En si son memorias dialogadas, centradas en la primera vida del presidente venezolano, clave y explicación de su posterior trayectoria, son una obra de historia insoslayable para quien quiera entender el arranque del siglo XXI en América Latina y el mundo.

Grupo Editorial Pinguin Random House. Con el fin de dar a conocer Literatura Random House”, su nuevo sello literario, inicia este 2014 sus trabajos para hacer crecer la red de lectores de libros en México. Con la invitación a conocer su blog y redes sociales denominado La Langosta Literaria (http:// lalangostaliteraria.com/), un espacio virtual con el que esperan provocar al lector e invitarlo a compartir los libros que editan.


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Todo Listo para el Festival Cumbre Tajín La decimoquinta edición del Festival Cumbre Tajín se llevará a cabo del 20 al 24 de marzo del presente año, bajo el lema La Revelación de lo Posible. Al presentar los pormenores de este festival de talla internacional, el secretario de Turismo y Cultura, Harry Grappa Guzmán, señaló que miles de turistas celebrarán estos 15 años siendo parte de las 5 mil actividades programadas. Entre ellas, los rituales del Totonacapan, música de los corazones, encuentros de sanadores, talleres ecológicos, muestras artesanales, danzas tradicionales, conferencias de arquitectura, patrimonio y producción cultural. Además encuentros gastronómicos, muestra internacional de cine indígena, laboratorio de acrobacia indígena y sensoramas, y la presentación de bandas internacionales como Tool, Primus, Jack Johnson, Babasónicos e Illya Kuryaki and The Valderramas, entre otros. Se presentarán grandes bandas nacionales como El Recodo, Fobia y Los Ángeles Negros, y los ganadores del concurso Tu Banda en Cumbre Tajín 2014, Macuiles, Soflama y Funker. Se desarrollará el Tajín Vive, que es un recorrido nocturno por la ciudad sagrada, un respetuoso acercamiento donde la iluminación arquitectónica y la narración histórica confluyen para difundir la cultura, la historia, la belleza, el simbolismo y la memoria astronómica, sintetizada en laPirámide de los Nichos, considerada la más bella de Mesoamérica. La invitación está abierta para que asistan a Cumbre Tajín 2014, La Revelación de lo Posible.


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