Cuadernos de Indicador Político edición 5

Page 1

Fracaso del PAN como presidencialismo opositor 2000-2012

Cuadernos de Director: Carlos Ramírez

indicadorpolitico.mx

Octubre de 2016

contacto@indicadorpolitico.mx

La elección del fin del mundo Por Carlos Ramírez

Los tapados destapados

Número 5

$10.00


En resumidas cuentas por Luy

3

Presentación

4

La elección del fin del mundo

5

Zapata: la silla endiablada.

8

De la sucesión a la elección

10

La sucesión, eje articulador de sistema-PRI

11

Dedazo: el recurso del método

16

Tapado: una poca de gracia

17

Fracaso del PAN comopresidencialismo opositor 2000-2012

19

Los tapados destapados

21

El 2018 y la crisis

22

Directorio

Índice

Acabó el recreo

Mtro. Carlos Ramírez Presidente y Director General carlosramirezh@hotmail.com Lic. Rafael Herrera Piedra Director General Hacemos periodismo Lic. Armando Reyes Vigueras Director editorial armando.reyesvigueras@gmail.com Lic. José Luis Rojas Coordinador General Editorial joselrojasr@hotmail.com Dr. Rafael Abascal y Macías Coordinador de Análisis Político Mtro. Carlos Loeza Manzanero Coordinador de Análisis Económico Ana Karina Sánchez Coordinadora Operativa anakarinasl08@gmail.com Raúl Urbina Asistente de la Dirección General Lic. Alejandra Sánchez Aragón Diseño Monserrat Méndez Redacción

Cuadernos Indicador Político es una publicación mensual editada por el Grupo de Editores del Estado de México, S. A., y el Centro de Estudios Políticos y de Seguridad Nacional, S. C. Editor responsable: Carlos Javier Ramírez Hernández. Todos los artículos son de responsabilidad de sus autores. Oficinas: Durango 223, Col. Roma, Delegación Cuauhtémoc, C. P. 06700, México D.F. indicadorpolitico.mx

Cuadernos de Indicador Político

2

Octubre 2016


Presentación

P

ocas ocasiones como en la que vivimos, la elección presidencial que tendrá lugar en 2018 ha despertado tanto interés entre periodistas, analistas, académicos, políticos y ciudadanos. Si bien, buena parte de los comentarios que ya empiezan a saturar medios tradicionales y digitales se relacionan con los aspirantes y sus posibilidades –reales o supuestas–, hacía falta un texto que desnudara todo el entramado que hay detrás de la manera en que destacados actores políticos se mueven para, desde sus respectivos partidos, posicionarse de cara a los siguientes comicios, además de considerar los antecedentes vividos en México durante los años del partido oficial hegemónico. Cuadernos de Indicador Político ofrece ahora, gracias a la pluma de Carlos Ramírez, una radiografía que desnuda esta parte del sistema político electoral mexicano, ubicando en su lugar a cada una de las piezas que componen este medio, así como los alcances que podrían tener de cara a un proceso electoral que se vislumbra competido y con un elemento propio de cualquier democracia, la incertidumbre respecto al resultado final. Nuestros lectores podrán conocer la manera en que se pelearon las candidaturas a la presidencia en el seno priísta en la segunda mitad del siglo XX, así como empezó a emerger, en los años 80 del siglo pasado, una oposición que comenzó a arrebatar en las urnas las victorias a un priismo que aún hoy no termina de adaptarse a un entorno electoral competitivo. Asimismo, no sólo los partidos considerados grandes –como PAN, PRD o Morena– son parte de esta competencia, sino que también se revisa el papel y las posibilidades de los integrantes del bando independiente, quienes podrían tener un papel destacado en la siguiente campaña electoral. En resumen, se trata de un texto que servirá para que cualquier ciudadano interesado comprenda el contexto en el cual se desarrollarán las elecciones de 2018, unas votaciones que se antojan definitivas para, como apuntó Carlos Ramírez, redefinir el rumbo de la Nación… o para engrosar la lista de oportunidades perdidas. Armando Reyes Vigueras Director Editorial

Octubre 2016

3

Cuadernos de Indicador Político


La elección del fin del mundo Por Carlos Ramírez @carlosramirezh

La elección presidencial del 3 de junio de 2018 será la última del viejo México priísta que se niega a morir y el ingreso de la república a una zona de incertidumbre política ante la inexistencia del nuevo sistema político/régimen de gobierno/Estado. El PRI ya estableció que el 18 no será el 2000 ni el 2006, el PAN entendió su fracaso en el 2012, el caudillo López Obrador sabe que será entonces o nunca, el PRD asistirá a su propio funeral sin cenizas de las cuales resurgir y la sociedad activa aunque minoritaria quedará desencantada una vez más de una sociedad pasiva mayoritaria sin ciudadanía. En este sentido, en el 2018 todo cambiará para seguir igual. El sistema político fundado por el PRI seguirá crujiendo las amarras ante las diferentes tormentas perfectas, pero seguirá siendo la estructura de poder funcional a la continuidad cuando menos de las élites en el poder. El PRI llegará fracturado, el PAN se dividirá, el PRD seguirá extinguiéndose, Morena se ahogará en el funcionamiento como movimiento caudillista-cesarista y la sociedad no partidista de nueva cuenta quedará desencantada porque las posibilidades de candidatos independientes padecerán el síndrome priísta de la ambición por el poder. Como el tiempo de la transición se ha agotado y las fuerzas políticas confundieron reglas electorales estrictas y no la reconstrucción del sistema político, la alternancia del 2000 recordará a la sociedad que lo que está en disputa será el cargo máximo en el poder ejecutivo. Y que las élites que van a competir por las candidaturas y por la

victoria electoral serán las mismas que han funcionado en gobiernos federal o estatales o municipales no para instaurar un nuevo sistema/régimen/ Estado sino para aprovechar los beneficios de haber llegado a las cúpulas del poder. Y lo peor de todo es que no será siquiera la restauración del viejo régimen, sino la revalidación de ese régimen que permite la alternancia… hacia ninguna parte. Las experiencias de transición a la democracia en otras sociedades tuvieron liderazgos intelectuales y fuerzas políticas dispuestas a la instauración de nuevas formas de gobierno y de convivencia. Ayudó a ese proceso que venían de regímenes autoritarios, dictatoriales y represivos. México cumplía con las exigencias del agotamiento del viejo régimen, pero le faltaron las fuerzas políticas e intelectuales del cambio. La alternancia en el 2000 supuso que el mero relevo en la titularidad del ejecutivo federal sería suficiente para dinamizar la democracia. Al final, Fox y Calderón en la presidencia, López Obrador en la jefatura de gobierno del DF, gobernadores no priístas y el PRD y el PAN como fuerza equiparable al PRI en el Congreso sería suficiente. El problema del 2000-2012 fue que nadie supo definir el nuevo rumbo: una transición hacia la dimensión desconocida. La vieja estructura de poder verticalista del PRI quedó vigente y ayudó a gobernantes del PAN y del PRD a mantener el dominio político en espacios territoriales y sociales de la república. La transición como modelo de transformación política fue derrotada por el pensamiento político priísta dominante: la

Cuadernos de Indicador Político

4

Octubre 2016

alternancia en una élite pragmática desvió el camino de la reconstrucción del sistema político priísta que se fue nutriendo de las experiencias de las monarquías indígenas, de las prácticas virreinales, del liderazgo caudillista, de la dictadura personal y de la estructura de poder centralizado. La confusión del 2000 radicó en suponer que bastaba con un nuevo partido en las viejas o corroídas estructuras de poder para instaurar una democracia. Paradójicamente el poder presidencialista rumbo al 2018 es aún más fuerte que el que existía en el 2000 panista, con la circunstancia agravante de que el PAN en la presidencia de la república no supo entenderlo y por tanto no supo usarlo. El PRI en Los Pinos en el gobierno del presidente Peña Nieto ha carecido de espacios de poder pero ha sabido sacarle ventajas en el ejercicio de los hilos autoritarios del poder institucional priísta. El país esperaba que la alternancia en el 2000 y en el 2012 ofreciera una salida estructural a la crisis nacional. Si el PRI encontró su edad de oro en las posibilidades de un crecimiento económico promedio de 6% anual en el largo periodo 1954-1982 y una tasa de inflación de 2% anual en el ciclo estabilizador hasta 1973, el deterioro del liderazgo del PRI estuvo en su incapacidad para ofrecer estabilidad con desarrollo social. De 1982 a 2016, la tasa promedio anual de crecimiento económico ha sido de 2.2% anual, frente a una tasa demográfica promedio de 2.25% y un aumento promedio anual de la población económicamente activa de económicamente


activa de 1.5%. El modelo de desarrollo mexicano se sustentó en el dominio político del PRI a través de las estructuras productivas –campesinos, trabajadores, empresarios, clases medias– con la garantía decreciente de una distribución de la riqueza. El alcance de las políticas públicas de desarrollo social fue decreciendo en la medida en que el presupuesto no alcanzaba para cubrir a la población. Los cambios en la distribución del ingreso nacional no ha modificado la estructura de la desigualdad: de 1968 a 2014, el ingreso del 80% de la población pasó de 43.5 a 49.0, en tanto que el del 20 por ciento más rico pasó de 56.5 a 51.0 en el mismo periodo; la diferencia de 5.5 puntos en cuarenta y seis años es irrelevante a partir de la fórmula Pareto: 20% de la población debería tener el 80% del ingreso; en México, el 80% de la población llega a sólo 49%. Los relevos presidenciales se han hecho en México en dos universos: el visible, el de la política, se justifica en los compromisos de encabezar las políticas de desarrollo nacional; el invisible que cada vez domina más es el de los juegos de poder de las élites marcado por el incremento de la corrupción. Hasta 1982, los relevos presidenciales sexenales vinculaban el modelo de desarrollo con el funcionamiento del sistema político en función de la Revolución Mexicana como el factor cohesionador de un proyecto nacional económico articulado a la igualdad social; de 1988 a la fecha, con la Revolución Mexicana excluida del PRI, las banderas políticas de las elecciones presidenciales se han basado en ofertas asistencialistas sectoriales y en propuestas de reformas de desarrollo. Vicente Fox se comprometió a tasas de crecimiento económico de 7% y en la realidad fue de 2.1% y Enrique Peña Nieto ofreció tasas promedio de 5% y el saldo real podría ser de 1.8%. La clase política no entendió la dimensión de la crisis política de los setenta: no fue por hartazgo social sino por efecto de la crisis económi-

ca. El movimiento estudiantil del 68 careció de una bandera propositiva, se agotó en una protesta antiautoritaria y sólo evidenció la ruptura del sendero educación pública-empleo en el Estado; por eso el PRI ganó las elecciones presidenciales de 1970 con el 83% de los votos y con la candidatura del secretario de Gobernación de Tlatelolco, Luis Echeverría Álvarez. En 1994 el PRI ganó las elecciones con el 48.7% de los votos, a pesar de la crisis de Salinas de Gortari, del alzamiento zapatista de los pobres y el asesinato de Luis Donaldo Colosio. En el 2000 el PRI perdió las elecciones presidenciales no por el voto de la crisis sino por la falta de apoyo del gobierno de Zedillo al candidato priísta Francisco Labastida Ochoa. Y en el 2012 el PRI recuperó la presidencia con el 38.2% de los votos, a pesar… de todo. El escenario del 2018 no difiere de los anteriores; las crisis no votan, las derrotas responden más bien a acuerdos elitistas y al final de cuentas persisten los tres puntos centrales de la crisis nacional: el modelo de desarrollo que no crece más de 2.5% promedio anual y profundiza la desigualdad social, el sistema político dominado por las prácticas de poder del PRI y el Estado nacional que amarra la estructuras de poder autoritario. En este sentido, en las elecciones presidenciales del 2018 se jugará un relevo en la oligarquía dominante –PRI, PAN, PRD, Morena e independientes– sin ninguna propuesta para reorganizar los tres pilares de la república: el modelo de desarrollo, el sistema político y la Constitución. Gane quien gane, el país y su crisis seguirán igual.

serio, le cedió el lugar a Zapata para que se sentara pero éste, hosco, dijo que no. Villa no se hizo del rogar: ya había probado las mieles del ejercicio del poder cuando fue gobernador interino de Chihuahua en 1913-1914, sabía que la voz de mando salida de las armas era superada por la voz de mando salido de quien estuviera sentado en la silla. Zapata dijo que era una silla endiablada porque se sentaban buenos y se levantaban malos. La silla era electrizante, hipnotizadora. Las imágenes que se tienen de ella le dan más parecidos monárquicos que republicanos: • Tela rojo brillante. • Pequeña. • Las patas delanteras son águilas erguidas cuyas alas se encuentran en el centro. La extensión de las alas sobresale en el centro por encima de la parte en que se sienta el monarca, obligándolo a estar con las piernas abiertas. • Los descansabrazos o coderas descansas sobre la cabeza de las dos águilas. • El respaldo parece un escudo de armas con las letras RM (república mexicana) están tejidas con estilos barrocos, la M más delgada sobre los

2.- Zapata: la silla endiablada. Luego de la Convención de Aguascalientes en 1914, Zapata y Villa acordaron reunirse en la ciudad de México, corazón del poder. Ya en Palacio los dos no pudieron resistir la atracción de la Silla del Águila. Villa, juguetón pero en

Octubre 2016

5

Cuadernos de Indicador Político


gruesos trazos de la R. • Al respaldo lo corona un águila imperial muy monárquica, las alas extendidas, el águila erguida, y detrás de ella una cortina que parecen ser rayos de sol. La fotografía histórica de Villa y Zapata en la silla presidencial encierra muchos mensajes: • Villa mira a su derecha pero sonríe con la satisfacción de haber llegado hasta ahí. • A su izquierda, al extremo de la foto, aparece también el simbolismo de la fase sangrienta de la revolución: el general Rodolfo Fierro, el sanguinario que murió hundiéndose en un pantano por el peso del oro en las alforjas de su silla de montar. • Villa está inclinado a su izquierda, como recargándose – ¿apoyo?– en Zapata. • Zapata está sentado a la izquierda de Villa, inclinado a su derecha como recargándose – ¿apoyo?– en Villa. • La mirada de Zapata parece de incredulidad, sus ojos acerrados, fríos, la boca cerrada. • Zapata tiene cruzada la pierna izquierda sobre la derecha, la mano izquierda sobre su sombrero sureño de ala anchísima, de corona alta como embudo. • El brazo derecho de Zapata, como quien no quiere la cosa, está sobre el brazo de la codera de la silla presidencial, descansando como informal pero habiendo contacto con la fuente del poder, indirecta pero probando la fuerza electrizante del poder de la silla. • La silla donde se sienta Zapata no es tan espectacular pero no deja de llamar la atención: grabados barrocos… La historia política del presidencialismo ayudaría a explicar el fenómeno de la sucesión presidencial y la ambición por la silla presidencial. 1.- La Constitución de Cádiz del 19 de marzo de 1812 fue monárquica pero ante la ausencia del rey por el secuestro napoleónico, estableció el modelo de monarquía parlamentaria

y puso a las Cortes como el poder terrenal. El gran debate sobre el poder absoluto de los reyes –Jacobo Bossuet, Robert Filmer y John Locke– entró también en las variables del poder por la vía de las reformas borbónicas. Así, la Constitución de Cádiz limitó el poder de los reyes, le definió funciones específicas, legitimó las Cortes como poder legislativo de contrapeso monárquico, delineó con claridad los no a los reyes o facultades restrictivas y reconoció el mecanismo sucesorio en la corona. 2.- Los Elementos Constitucionales de López Rayón, del 4 de septiembre de 1812, fueron el primer intento de formalizar una nueva estructura de poder: la Nueva España aseguraba la independencia de España, pero se asumía como un imperio autónomo, con la soberanía del pueblo pero con criterio de que la soberanía “reside en la persona de don Fernando VII” ejercida a través del Supremo Congreso Nacional Americano. Esta forma de gobierno era monárquica-parlamentaria, una ligera variante del modelo establecido por Cádiz. Los miembros del Supremo Congreso eran electos. Y se establecía un “protector nacional”, una especie de poder superior entre el Congreso y el rey, pero nombrado por el congreso. 3.- Los Sentimientos de la Nación de Morelos, del 14 de septiembre de 1813, basa su forma de gobierno en la soberanía que dimana del pueblo, que reside en el Supremo Congreso Nacional Americano y crea ya la estructura de tres poderes –del barón de Montesquieu–, aunque sin propuestas republicanas. Este pronunciamiento de Morelos fue más de utopía social y política que propuesta formal. Aunque reconoce un poder ejecutivo, no aporta elementos prácticos sobre su existencia, su formación, sus facultades y sus limitaciones. 4.- A partir de los Elementos Constitucionales y de los Sentimientos, los autonomistas de la independencia llegaron a Apatzingán a definir la primera Constitución formal en octubre de 1814, ya marcando dis-

Cuadernos de Indicador Político

6

Octubre 2016

tancias del regreso de Fernando VII al poder absolutista en España. El modelo de gobierno propuesto fue inédito: una estructura confederativa de provincias bajo dos autoridades: el Supremo Congreso y el Supremo gobierno, ambas con facultades precisas. La forma de gobierno de Apatzingán era parlamentaria, con un ejecutivo designado por el Supremo Congreso y federativa en provincias integrantes. 5.- Derrotados los españoles, España ya sin intención de seguir dominando a la Nueva España y la Nueva España decidida a la independencia, México entró en la etapa de la consumación de la independencia bajo dos documentos básicos: el Plan de Iguala del 21 de febrero de 1821 y el Tratado de Córdoba del 24 de agosto de 1821. Así, la independencia de México fue de España pero para crear un Imperio con gobierno monárquico constitucional moderado, como establecía la Constitución de Cádiz y reconocimiento a Fernando VII como emperador superior: “si Fernando VII no se resolviera a venir a México, la Junta o Regencia mandará a hombre de la nación (o sea: el propio Iturbide), mientras se resuelve la testa que debe coronarse”. El 18 de mayo de 1822 Iturbide inició su proyecto de coronación, disolvió el Congreso, encarceló a los diputados y se proclamó emperador. En octubre de 1822, Antonio López de Santa Anna promulgó el Plan de Casamata y se inició la guerra de derrocamiento de Iturbide. 6.- La Constitución de 1824 fue republicana, representativa, popular y federal. Su conformación, derivada de Cádiz 1812, fue parlamentaria por doble parte: las legislaturas locales hacían las propuestas de aspirantes a la presidencia y la legislatura federal escogía al presidente. El cargo de presidente era por cuatro años y se permitía la reelección después de un periodo intermedio. El presidencialismo era parlamentario, pero con ciertos espacios de autonomía vigilada y capacidad de decisión. Los aspirantes al cargo de


presidente tenían que buscar apoyos en las legislaturas locales y después en las dos cámaras federales. Por la extensión territorial y las dificultades en las comunicaciones terrestres, era bastante difícil y complejo que los aspirantes a la presidencia pudieran cabildear en las provincias. Por eso los primeros presidentes del primer periodo federal fueron seleccionados de figuras de presencia nacional. La primera república federal tuvo una breve duración: 1824-1836 y registró dieciséis presidentes; el cargo de ejecutivo se convirtió en la disputa del poder y el régimen parlamentario carecía de fuerza para imponer un orden legal y político, sin atender a las reglas legales y constitucionales definidas en el congreso constituyente de 1823. La disputa fue doble: por el régimen federalista-régimen centralista y por el control de la titularidad del poder ejecutivo federal. 7.- El caos político, las restricciones económicas y las presiones extranjeras le dieron espacio a los conservadores para imponer la fase centralista 1836-1846. Las reformas de Valentín Gómez Farías llevaron al país a la guerra, los conservadores fundaron su congreso constituyente y decretaron las Siete Leyes Constitucionales que abrogaron la Constitución de 1824. Este periodo centralista registró dieciséis presidentes, cuatro ocasiones con Santa Anna, quien también había sido cuatro veces presidente de la república federal. El cargo de presidente tuvo modificaciones: poder ejecutivo designado como Supremo Magistrado, titular como presidente de la república y duración de ocho años en el cargo. El método de designación del presidente centralizaba la designación: en lugar de legislaturas locales, el Consejo de Estado, los ministros, el senado y la Alta Corte de Justicia presentaba cada uno de ellos una terna que se entregaba a la Cámara de Diputados; ahí se seleccionaba una terna que se pasaba a las Juntas Departamentales o poder legislativo centralista; cada junta designaba a un ganador y comunicaban su selec-

ción por correo a la capital. Las dos cámaras federales, vía una comisión de cinco personas, revisaba las listas departamentales. El que obtuviera más votos departamentales era designado presidente de la república; en caso de empate, por sorteo la suerte llegaba a la selección de una persona. La reelección se permitía pero con la condición de haber sido propuesto en ternas por tres juntas Departamentales. La crisis nacional, la pérdida del territorio, la invasión de EE.UU. y el separatismo llevaron al centralismo al caos y en 1946 los liberales tomaron el poder y restauraron la república federal y la Constitución de 1824. 8.- En medio del desorden de la república centralista la lucha política interna lleva a dos propuestas básicas: las Bases Orgánicas de 1841 y las Bases Orgánicas de 1843. La primera fue firmada por Santa Anna, disponía la disolución de las autoridades y la facultad a Santa Anna de designar a dos diputados de cada departamento estatal para que ellos designarán al titular del ejecutivo federal; a pesar de la guerra, se mantenía el método de la periferia al centro. 9.- La segunda república federal dura apenas de 1846 a 1853. Los presidentes de la república fueron doce; se dio el caso de que Santa Anna gana las primeras elecciones de la república federal en 1846 pero no puede tomar posesión porque estaba al mando de tropas combatiendo a EE.UU. en el norte. México pierde Texas, Santa Anna es el combatiente contra EE.UU. pero pierde todas las batallas. En 1848 se firma la paz con los Tratados de Guadalupe Hidalgo. Santa Anna es cuatro veces presidente con una sola elección. En 1953 asume la totalidad del poder e instaura una dictadura hasta que la Revolución de Ayutla lo derroca en 1855. Ahí se inicia el periodo de La Reforma. Dentro de la segunda república federal se redacta el acta Constitutiva y de reformas de 1847 como preludio a la Constitución de 1857. El documento es muy sucinto y respecto a la

Octubre 2016

7

elección de presidente de la república la enmarca en leyes generales y deja entrever la posibilidad de “elección directa” y ya no a través de propuestas de legislaturas estatales para decidir en la legislatura federal. 10.- El largo periodo de la reforma bajo el dominio político de Benito Juárez (1855-1872) tuvo cuando menos cinco fases: la Reforma 18551867, los conservadores 1853-1860, la regencia preparatoria del Segundo Imperio 1863-1864, el Imperio 1864-1867 y la República Restaurada 1867-1876. La Constitución de 1857 se dio en el periodo de mayor presencia de los liberales y antes de la ofensiva de los conservadores. Su promotor fue Ignacio Comonfort, quien primero la promulga y luego la niega con un autogolpe de Estado para aliarse a los conservadores. La Constitución de 1857 asume la forma electoral (poder electoral) que estableció las Bases Orgánicas de 1843 respecto a elección indirecta de presidente de la república; es decir, se pasaba de elección a propuesta de legislaturas o departamentos locales a la elección de electores que se encargarían de elegir presidente; este modelo es similar al de EE.UU., la elección en primer grado. Así, los electores votados para votar por presidente aumentaron en la medida en que subían los

Cuadernos de Indicador Político


distritos electorales: 8 mil 81 electores presidenciales en 1857 de una población total de 8 millones 247 mil 660 habitantes a 8 mil 288 en 1876 con 9 millones de habitantes. Con leyes electorales más precisas, la Constitución de 1857 estableció la regla de que la elección de presidente “será indirecta (vía electores elegidos por ciudadanos) en primer grado y en escrutinio secreto, en los términos que disponga la ley electoral. La elección indirecta le quitó el poder de elegir presidente a los estados y las élites legislaturas y la trasladó al pueblo aún en votación indirecta en primer grado. Con esta votación vía electores se dio el primer paso hacia el reforzamiento del sistema presidencialista porque el presidente de la república se debía a los electores y no a la clase política. 11.- El paso definitivo hacia la autonomía total del ejecutivo ocurrió en la Constitución de 1917 con el dictamen breve: “la elección del presidente será directa”. La votación de Porfirio Díaz en 1916 tuvo 18 mil 625 electores indirectos, contra 797 mil 305 ciudadanos que votaron por primera vez directamente por el presidente en 1917. Como punto de referencia, las elecciones presidenciales de 2012 tuvieron 80 millones de votantes. 3.- De la sucesión a la elección Durante los años de dominio ideológico, cultural y partidista, el sistema político priísta construyó su propio lenguaje del poder: la gramática de la dominación. En este sentido, las palabras eran la cristalización del ejercicio del poder. La palabra madre del lenguaje político del viejo sistema político era sucesión. Su popularidad fue promovida por Francisco I. Madero en 1908 cuando publicó su libro La sucesión presidencial en 1910 para criticar las reelecciones de Porfirio Díaz. Por sucesión se entendía la herencia del poder, no su ratificación electoral: el

poder se heredaba, no se elegía. Hasta 1988 la sucesión era la elección: es decir, el acto de anuncio del nombre del candidato presidencial era en realidad la elección: la campaña se utilizaba para dar a conocer al candidato, toda vez que su papel en el gabinete presidencial estaba dominado por la discreción. Y la votación en las urnas era la formalización de un acto de poder. Las elecciones presidenciales de 1880 a 1994 –aún con fracturas revolucionarias, inestabilidades violentas y candidatos salidos del propio sistema político– se dieron en la certeza de la victoria. Las elecciones del 2000 marcaron la diferencia por tres elementos nuevos: la pérdida del control gubernamental de la estructura electoral, la irrupción de las encuestas difundiendo tendencias fuera de control oficial y la observación electoral internacional derivada del tratado de comercio libre y la firma de la cláusula democrática con la Unión Europea. A partir del 2000, en las elecciones presidenciales del 2006 y del 2012 y las que se darán en el 2018, el proceso electoral presidencial ya no es una sucesión hereditaria sino una competencia electoral en la que cualquier candidato puede ganar: Zedillo puso a Labastida Ochoa pero no le garantizó el triunfo; Calderón le arrebató a Fox la candidatura y le ganó a López Obrador y a Roberto Madrazo; Josefina Vázquez Mota salió de la estructura de la política social pero quedó en tercer sitio electoral. En la lógica del poder heredado se definió la gramática del poder priísta: el tapadismo significaba el ocultamiento del sucesor para evitar su desgaste, el destape era el acto de dar a conocer el nombre del aspirante oficial, la cargada era la movilización de las masas priístas para arropar al sucesor del presidente en turno, la decisión presidencial era el momento en el que el presidente decidía y le informaba al escogido su deber como sucesor, el dedazo era la acción simbólica en el que el dedo del presidente de la república señalaba al sucesor, los aspirantes eran los funcionarios cuyos

Cuadernos de Indicador Político

8

Octubre 2016

nombres circulaban en los pasillos del poder como deseosos de ser candidatos a la presidencia, el fiel de la balanza era el poder presidencial que inclinaba el platillo hacia el seleccionado, el ungimiento era el acto de asunción de la responsabilidad de ser candidato y la gallina ciega era el juego del poder que utilizaba el presidente en turno para distraer al sistema político y a los propios precandidatos escondiendo a su preferido. La sucesión presidencial era un juego de poder. • Álvaro Obregón dejó la Secretaría de Guerra de Venustiano Carranza y compitió contra él en las elecciones presidenciales de 1917 pero apenas acumuló 0.5% de los votos; en 1920 Obregón volvió a pujar por la candidatura, pero Carranza impuso al civil Javier Bonillas como candidato; Obregón se rebeló con el Plan de Agua Prieta. En las elecciones Obregón ganó con el 95% de los votos. • En 1924 Obregón impuso a Plutarco Elías Calles como candidato oficial con el compromiso de modificar la Constitución y eliminar la no reelección absoluta, permitiendo una reelección después de un periodo. La sucesión presidencial de 1928 se aceleró en 1927 con la aparición de los generales Arnulfo R. Gómez y Francisco J. Serrano, su arresto y asesinato; la historia de esa sucesión fue contada en forma de novela por el escritor Martín Luis Guzmán en La sombra del caudillo. • Convertido en el caudillo en turno, Elías Calles operó su sucesión en 1928 con la candidatura de Obregón, su asesinato y la nominación de Pascual Ortiz Rubio en contra de la candidatura civil y ciudadana de José Vasconcelos. Elías Calles operó las candidaturas de Obregón, Ortiz Rubio, el interinato de Abelardo Rodríguez y la nominación de Lázaro Cárdenas. Su poder duró de 1928 a su exilio forzado en 1936. • Cárdenas manejó su sucesión con elementos de estabilización: bloqueó la aspiración del general radical Francisco J. Mújica y allanó el camino


del conservador Manuel Ávila Camacho. El general Juan Andrew Almazán rompió con el gobierno y lanzó su candidatura independiente, pero apenas recolectó el 5.7% de los votos. • Ávila Camacho impuso como sucesor a Miguel Alemán Valdés, el primer civil electo a la presidencia, aunque en las elecciones participó como disidente Ezequiel Padilla y alcanzó la nada despreciable cifra de 20% de los votos. • Alemán llegó a acariciar la idea de la reelección pero al final la vio sin posibilidades; y su sucesor institucional fue Adolfo Ruiz Cortines; como disidente corrió Miguel Henríquez Guzmán con el apoyo indirecto de Lázaro Cárdenas, y acreditó el 15.8% de los votos. • Con Ruiz Cortines comenzó la picaresca de las sucesiones presidenciales, los juegos de espejos, las distracciones. Cuentan que Ruiz Cortines le dijo a su colaborador Gilberto Flores Muñoz que “prepara sus cosas” y el nominado fue Adolfo López Mateos. • Aunque hubo una lista de suspirantes, Con López Mateos no hubo juegos secretos: su candidato fue de punta a punta Gustavo Díaz Ordaz. • Hombre enérgico y autoritario, Díaz Ordaz jugó con la institucionalidad y su candidato fue Luis Echeverría Álvarez, aunque por los conflictos sociales en 1968 hubo una lucha elitista entre algunos suspirantes. La sucesión fue política. • Echeverría comenzó a abrir el juego sucesorio. En 1975 uno de sus secretarios del gabinete dio la lista de seis aspirantes presidenciales, aunque al final siempre estuvo convencido de José López Portillo. El juego de la lista abierta sacó de la estabilidad al sistema político. • López Portillo dio un paso adelante y formalizó también una lista de seis aspirantes, aunque a la final llegaron dos: el político Javier García Paniagua y el tecnócrata Miguel de la Madrid. López Portillo decidió por la continuidad financiera. • De la Madrid no sólo hizo su lista de seis, sino que a los aspiran-

tes oficiales los hizo comparecer en el PRI para que dieran a conocer sus respectivos programas de gobierno. Pero como ocurrió antes con Echeverría y López Portillo, el juego abierto escondía una decisión tomada de antemano: Carlos Salinas de Gortari por encima de Alfredo del Mazo y de Manuel Bartlett Díaz. De la Madrid formalizó el proceso con una reunión de la cúpula del PRI para dar a conocer al candidato escogido por el presidente de la república. • Salinas de Gortari creó un grupo compacto de colaboradores de su primer círculo pero no pudo evitar la configuración de dos grupos en el gabinete: los salinistas y Manuel Camacho. Los aspirantes fueron también seis, aunque al final quedaron tres y de ellos dos posibles: Luis Donaldo Colosio y Camacho. La decisión por el primero hizo romper al segundo y la campaña electoral se contaminó con el alzamiento zapatista, los secuestros de empresarios y el asesinato de Colosio y de José Francisco Ruiz Massieu. El candidato suplente salió del círculo salinista de Joseph-Marie Córdoba Montoya. • Zedillo no pudo construir una sucesión a modo porque nunca pudo afianzar el control del PRI. Los precandidatos zedillistas Guillermo Ortiz Martínez y José Ángel Gurría Treviño fueron bloqueados con la reforma estatutaria que exigía una candidatura a cargo popular y Zedillo se quedó con Labastida. En los hechos Zedillo sí apuntaló a Labastida y no le regateó recursos, sólo que el candidato nunca pudo superar el activismo público de Vicente Fox. El equipo

electoral de Labastida le apostó a la compra de votos pero los votos no llegaron. Ciertamente que Zedillo no estaba convencido de Labastida pero le hubiera gustado que ganara sin privilegios. Zedillo sacó las manos de la elección el día de las votaciones. Pero en el 2000 se estrenó en elección presidencial un organismo electoral no controlado por el PRI. • Fox no supo operar la estructura de poder de la presidencia, tampoco supo administrar la relación de su partido con el gobierno y la presidencia y agotó sus posibilidades sucesorias en el ejercicio del mecanismo tradicional: el candidato saldría del área política de Gobernación; sin embargo, a diferencia del PRI, en el PAN había vida interna más libre y Calderón le ganó la candidatura a Fox y a su candidato Santiago Creel Miranda. • Calderón cometió el mismo error de Fox apostándole a su secretario de Hacienda, pero de nueva cuenta el PAN no se sometió a las voluntades presidenciales y le dio la nominación a Josefina Vázquez Mota. Calderón vio reproducir, sin analizarlo así para sacar lecciones de poder, lo ocurrido con Zedillo y abandonó a la candidata del PAN a su suerte, en tanto que en el PRI había surgido la candidatura mediática de Enrique Peña Nieto. • Peña Nieto ha querido reconstruir la relación de dependencia PRIpresidencia de la república, pero en un escenario no sólo de mayor competitividad electoral sino de decrecimiento de la base electoral del PRI, Si bien Peña no parece encarar alguna fractura en el PRI como la de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 o la de Camacho en 1994 o la de Calderón en 2006 o la de Vázquez Mota en el 2012, el riesgo aparece en la figura de López Obrador y su candidatura molusco –sin estructura ósea y moldeable– que quiere captar el voto del descontento priísta como Fox en el 2000 o del descontento panista como Peña Nieto en el 2012. Las principales características de las presidenciales del 2018 son tres:

Octubre 2016

9

Cuadernos de Indicador Político


• Será una elección, no una sucesión. • El PRI llega con una pérdida de su voto duro. • Como en el 2000, el voto útil va a definir la victoria. 4.- La sucesión, eje articulador de sistema-PRI Cuando observadores académicos y políticos llegaban a México a estudiar y analizar la estabilidad política con sistema de partido dominante, las respuestas que encontraban a veces eran distractoras o elusivas y los enviaban a estudiar la psicología del mexicano y el efecto dominante de la ideología de la Revolución Mexicana. Sin embargo, las conclusiones no les daban las respuestas que necesitaban. El eje articulador del aparato de poder político en México no era el presidente de la república, ni el PRI, ni la ideología, ni el pensamiento histórico. Lo que mantenía la continuidad en el tiempo y el espacio era el modelo de sucesión presidencial o de designación del candidato oficial del PRI a la presidencia de la república. El PAN en la presidencia nunca pudo construir su propio método porque el partido tenía sus reglas y el Partido Comunista Mexicano, el Partido de la Revolución Democrática y Morena nacieron de las entrañas del PRI con todo y sus vicios. El modelo de sucesión presidencial en la era PRI 1929-2018, ochenta y nueve años, fue el elemento cohesionador de disciplinas, lealtades y reglas del juego funcionales: el presi-

dente saliente albergaba en su equipo de trabajo al sucesor, lo entrenaba, lo designaba, lo hacía ganar, lo llevaba al poder y el sucesor podía o no –casi siempre no– mantener sus lealtades al antecesor pero siempre las reforzaba al sistema que lo había llevado a la cumbre del poder. El sistema priísta pudo así superar los asesinatos de Obregón y Colosio, el exilio a Elías Calles, la persecución a Salinas de Gortari y las salidas de Carlos A. Madrazo, Cuauhtémoc Cárdenas y otros. Se trataba, eso sí, de un modelo progresivo. No lo inventó el PRI de la nada; en realidad, lo entendió en la lógica histórica del poder y lo fue perfeccionando. Fue el mismo modelo que operó desde las monarquías indígenas y se fue perfeccionando en cada nueva etapa: el modelo virreinal con reyes no interesados en la Nueva España, el autonomismo para crear el Imperio Mexicano asociado a la corona española, la consolidación del presidencialismo como el país de un solo hombre (acertada apreciación de Enrique González Pedrero) con el santanismo como necesariato, el benemeritismo de Juárez respondiendo sólo a la Historia, la dictadura personal de Porfirio Díaz, el liderazgo revolucionario hasta 1928 y con el partido como eje articulador del aparato de poder político. La estructura del poder político en México se ha basado en dos triángulos del poder: de un lado, el presidencialismo, el sistema-régimen y los consensos autoritarios; de otro, el Estado, la Constitución y el partido nacido del seno del poder. Vistos como figuras geométricas, estos dos triángulos ilustran gráficamente el funcionamiento del poder en México. El modelo se complementa con la caracterización del sistema político más allá de los planteamientos de la caja negra de David Easton o de los sistemas sociales de Niklas Luhmann. El sistema político mexicano está sostenido por seis pilares fundamentales, como un Partenón: 1. Presidente de la república. La figura dominante opera al mismo

Cuadernos de Indicador Político

10

Octubre 2016

tiempo como el factor cohesionador social: el presidente como el “gran dador de vida”. Ante el retraso en la construcción de clase sociales, el aparato de poder colocó al titular del ejecutivo como el centro de las redes de toma de decisiones. 2. PRI. El partido nació del seno del poder para conservad el poder, a partir de las experiencias del Partido Liberal del juarismo y del no-partido con Díaz. El partido reguló las disputas por el poder, centralizó las decisiones en una persona y estructuró a las clases como corporaciones del poder. 3. Estado de bienestar: el crecimiento económico con políticas sociales públicas 4. Entendimientos con sectores fuera. A pesar de que el autoritarismo le alcanzaba para imponerse, el sistema creó mecanismos de atención, concesión y entendimiento con sectores fuera del sistema pero dependientes de sus decisiones, a fin de evitar que se convirtieran en oposición. Fueron los sectores invisibles del sistema: empresarios, intelectuales, militares, EE.UU., medios de comunicación, jerarquía católica y disidencia sin partido. 5. Cultura política. El sistema entendió que la cultura era un aparato ideológico del Estado y centralizó la cultura y la educación como facultad exclusiva del Estado; asimismo, creó el pensamiento histórico oficial que se apropió de la historia nacional y la transformó en ideología. La educación creaba la mentalidad política oficial a través de la educación pública. 6. Constitución. La carta magna se asume en la historia de México como el gran pacto social articulador de compromisos y funciones políticas. La Constitución le dio legalidad y obligatoriedad a la estructura de poder, otorgándole al ejecutivo el papel central como el representante del gobierno, del Estado y de la sociedad. El funcionamiento del aparato del poder era eficiente en su apreciación general. La maquinaria venía de los mecanismos de designación de reyes indígenas a través de los consejos de


ancianos y los equilibrios con los sumos sacerdotes. Durante la colonia, los virreyes tenían contrapesos institucionales y dependían de la voluntad del monarca. En el puente entre la crisis de la monarquía española en 1808 y las primeras expresiones de corrientes autonomistas e independentistas, la propia estructura de poder de la corona española creó el modelo de monarquía parlamentaria con la Constitución de Cádiz; a América le crearon las diputaciones provinciales como instituciones de gobierno auxiliares de los virreyes. México nació a la independencia con la Constitución de 1824 y el modelo parlamentario. En toda la historia, la clave de la funcionalidad del sistema de gobierno en cada una de sus expresiones propias fue la forma de designar al sucesor en el poder supremo sin rupturas: el sistema mantenía su continuidad con las sucesiones en el poder. Las ocasiones en que se interrumpió ese proceso fueron las que determinaron revoluciones políticas. Juárez ejerció el poder supremo hasta su muerte prematura, Díaz estiró la liga del poder hasta que taponeó la circulación de las élites y los conflictos en el sistema político posrevolucionario ocurrieron cuando el modelo de sucesión presidencial fue menos funcional a las necesidades de la continuidad: Zedillo abandonó el control del proceso y se dio la alternancia en el 2006 y Calderón también perdió el manejo de su sucesión y se dio otra alternancia. El principal factor político de todo proceso de sucesión presidencial era

la cohesión del grupo en el poder; las rupturas que prohijaron candidaturas independientes u opositoras tuvieron sus posibilidades en la cohesión del grupo gobernante: Vasconcelos, Padilla, Almazán, Henríquez, Cuauhtémoc Cárdenas y Manuel Camacho no alcanzaron a construir un grupo político poderoso y la élite en el poder mantuvo la cohesión interna. La interrupción del grupo gobernante se dio en procesos de ruptura revolucionaria: ascenso y caída de Iturbide, ascenso y caída de Santa Anna, muerte de Juárez, movimiento revolucionario contra Díaz y las alternancia en el 2000 y el 2012. La gran aportación de Elías Calles a la estructura de poder del sistema político fue la fundación del Partido Nacional Revolucionario; y su valor político fue de tal manera institucional que Lázaro Cárdenas se apropió del PNR para liquidar políticamente al jefe máximo de la Revolución y el partido en manos de otros presidentes anularon la revolución cardenista y al propio Cárdenas lo inmovilizaron en su nicho revolucionario. Colosio fue asesinado en una lucha criminal por el poder dentro del PRI pero Salinas de Gortari mantuvo el control del partido. Zedillo se alejó del PRI y mantuvo distancia cuando le impidieron colocar a sus dos piezas sucesorias y el PRI perdió las elecciones, pero el partido siguió siendo el factor de cohesión del sistema/régimen/Estado. La Unión Soviética se desmoronó cuando Mijaíl Gorbachov disolvió el Partido Comunista.

La transición mexicana a la democracia –el paso de un sistema autoritario-presidencialista– ha sido imposible por la existencia de una continuidad en la estructura del poder. El sistema/régimen/Estado se mantiene vigente sólo por la forma de transmitirse el poder. Y si lo malo no es las estructuras de sistema/régimen/ Estado, lo perverso de este modelo es que está vinculado a la ideología priísta vía la Constitución como instancia reguladora de las funciones de las instituciones. A ello se agrega un PAN que nació en 1939 para “corregir” los incumplimientos del PRI con la Revolución Mexicana y con un PRD y Morena salido del seno del PRI y del priísmo con el objetivo concreto de regresar al modelo social priísta. En este escenario se entiende el fracaso de la transición a la democracia. El problema de México no radicaba sólo en la democracia como procedimiento electoral de respeto al voto, sino en el agotamiento de la estructura priísta de poder. Ahí se percibió la transición en el modelo de Leonardo Morlino: la construcción de un nuevo sistema/régimen/Estado y no sólo el relevo en las élites gobernantes para administrar la misma estructura de poder. Morlino estableció la crisis del viejo régimen, la transición a uno nuevo vía la instauración de una nueva estructura de poder. La alternancia en el 2000 y en el 2012 no sólo dejaron latentes las estructuras de poder sino que las afinaron para seguir sirviendo al modelo político e ideológico del PRI. El día en que se cambie el modelo de sucesión presidencial como continuidad de un modelo político, ese día podrá comenzar la instauración de un nuevo sistema/régimen/ Estado.

5.- Dedazo: el recurso del método La experiencia práctica del mecanismo de la sucesión presidencial se llevó

Octubre 2016

11

Cuadernos de Indicador Político


a cabo en el siglo XX y concretamente a partir de la elección presidencial de 1920, sin las figuras dominantes de Santa Anna, Juárez y Díaz en la presidencia. El presidente Carranza se había apoderado de la jefatura del poder ejecutivo por la vía revolucionaria y desde ahí construyó su legitimidad con la Constitución de 1917. Justamente en la primera elección constitucional de la nueva era, Carranza compitió contra el candidato opositor Álvaro Obregón, quien había peleado a su lado contra el gobierno de la Convención de Aguascalientes (1914) y había derrotado a Villa. En 1916 Obregón fue nombrado secretario de Guerra del gabinete de Carranza, pero renunció para competir como independiente por la presidencia en marzo de 1917 frente a Carranza y al general Pablo González; el saldo le fue negativo: 97% de votos para Carranza y apenas 0.5% para Obregón. El mensaje de la crisis política 1914-1917, de la Convención de Aguascalientes a la primera elección formal constitucional posrevolucionaria, fue el de la disputa por la presidencia de la república como el trono del poder político. El dato más importante radicó en la institucionalización de la lucha por la presidencia vía elecciones, aunque éstas irían precedidas por conflictos, crímenes y complicidades. De 1917 al 2012, la única vía fue el proceso electoral organizado y calificado por autoridades especiales, no siempre con resultados creíbles y con conflictos antes y después. Pero atrás quedarían los pronunciamientos rebeldes y golpes para tomar el poder por la fuerza. El ingreso a la periodización institucional de la presidencia fue, cuando menos, un signo de madurez política de las élites. Y si se había formalizado el itinerario institucional para acceder a la presidencia, a lo largo de años y conflictos se fueron depurando los mecanismos políticos. A pesar de que el sistema político priísta se fue forjando en el terreno del pragmatismo, detrás siempre hubo una metodología no siempre visible. A reserva de que

existan muchos más, aquí se van a ras- poder de Díaz: el militarismo, el contrear cuando menos tres métodos de trol de las élites, el poder centralizado, sucesión presidencial. el control sobre los gobernadores y a través de ellos –como lo hizo Juárez– EL METODO MADERO el control del congreso, la represión El primero que fijó la categoría poli- y el desarrollo modernizador. Estos tológica de la sucesión –es decir: des- elementos de control político fueron de la óptica de la política y las cien- magnificados ya por el PRI como siscias sociales– fue Francisco I. Madero tema político en la versión de David con su libro La sucesión presidencial en Easton: la administración de deman1910. El Partido Nacional Democráti- das sociales para convertirlas en políco, publicado en diciembre de 1908. ticas públicas de legitimación. La intención original de Madero fue Los capítulos II y IV los usa Mala de escribir un panfleto dirigido a dero para ir delineando la estructuseguidores y sociedad para invitarlos a ra de poder de Díaz: no sólo fue la reflexionar su voto presidencial. Pero mano dura, sino la construcción de también tuvo la motivación de con- redes de poder en todas las instanvencer al general Porfirio Díaz a cum- cias políticas, empresariales, sociales plir con su declaración de que había y productivas, todo ello a partir de llegado el momento de abandonar su fama como luchador contra el inla presidencia, como se lo confesó al vasor y brazo militar de Juárez. En periodista estadunidense James Creel- su libro-ensayo, además de panfleto, man, de la revista Pearson Magazine. Madero destaca el factor ideológico Y quedó también en el ambiente so- de Díaz: el liberalismo, es decir, el cial de entonces la suspicacia de que fermento en la construcción de un ese libro le había sido dictado a Ma- sistema productivo capitalista que dero por algunos espíritus a los que inició Juárez con la desamortización buscaba en sesiones especiales. no sólo de los bienes de la iglesia El método de análisis de Madero sino de las comunidades indígenas. sobre la presidencia de Díaz y el es- Si Juárez abrió la inversión al mercacenario de la sucesión presidencial do, Díaz utilizó el presupuesto púes histórico, de grupos de poder; asi- blico para detonar el desarrollo por mismo, Madero ofrece los primeros el dinamismo de la inversión privaperfiles de caracterización del sistema da. Lo que sirvió para activar la revopolítico, a partir de la tesis de Perry de lución fue un pivote de la actividad la maquinaria política de Juárez, sólo productiva: los bajos salarios y la soque ahora convertida en estructura de breexplotación de la mano obrera y poder. Madero destaca los pilares del campesina. Sin esa explotación, que

Cuadernos de Indicador Político

12

Octubre 2016


paradójicamente alimentó la revolución, México no hubiera abierto el siglo XX con tantas potencialidades de modernización. Madero aportó mecanismos analíticos que después derivaron en categorías politológicas: el elitismo y la psicología. El comparativo que hace Madero de Díaz con los Césares romanos es brillante porque descubrió el ejercicio descarnado del poder. Madero aportó los primeros elementos analíticos y politológicos para ir definiendo el modelo político del presidencialismo. La capacidad que tuvo Díaz de construir un poder institucional de uso personal no fue mérito propio porque derivó del modelo presidencialista de Benito Juárez: el liderazgo personal, el control del ejército y sobre todo la asunción de facultades extraordinarias entregadas por el congreso a Juárez en las dos guerras civiles –la Guerra de Reforma y la guerra contra Maximiliano–; una vez terminada la guerra, Juárez ya no le regresó al congreso esas facultades y las sumó al poder presidencial. Sin la herencia de poder de Juárez, Díaz no habría podido edificar su dictadura. Los medios de Díaz para fortalecer su poder, a juicio de Madero, fueron la centralización de poderes, el ejercicio del pan o palo, el uso del presupuesto para conseguir lealtades, la alianza con los poderes fácticos simplemente permitiendo su existencia sin aplicar la persecución, el control de los gobernadores vía el presupuesto y la obligación a legalizar su permanencia por la vía electoral, designar legisladores vía el control de los gobernadores, seducción a la prensa o radicalización de la persecución penal, depuración de los mandos del ejército. En las elecciones presidenciales de 1884, 1888, 1892, 1896, 1892, 1896, 1900, 1904 y 1910 Díaz se dedignó a sí mismo como sucesor o candidato presidencial a partir de la centralización

del poder, del control de los hilos políticos y del absolutismo presidencial. El método sucesorio de Madero no sólo fue vigente para analizar la sucesión en 1910 sino que dejó esquema de análisis para indagar sucesiones posteriores. EL METODO GUZMÁN Aunque el método de designar sucesor fue unipersonal en las candidaturas de Juárez y Díaz, el sistema fue adoptado por el poder revolucionario en sus fases militar (1914-1946) y política (1952-2012). En lo que pudiera considerase el método por excelencia de designar al candidato presidencial del grupo en el poder, la sucesión presidencial de 1928 fue paradigmática. Entre los documentos sobre ese suceso se encuentra la novela La sombra del Caudillo de Martín Luis Guzmán, revolucionario civil y sin grado, escritor sobresaliente y político institucional. La novela cuenta el proceso de designación del candidato presidencial del grupo sonorense en el poder en 1927 para las elecciones presidenciales de 1928; escrito en

Octubre 2016

13

1929, su lectura multiplicó las posibilidades con el asesinato de Obregón en 1928 y las elecciones extraordinarias en 1929. Aunque se trata de una novela, sus referencias realistas ofrecieron un fresco de la forma de hacer política en los veinte aunque con nombres ficticios. La anécdota de la novela es sencilla: ante la inminencia de la elección presidencial, la candidatura del grupo en el poder se dividió en dos personas que trabajaban en el gabinete del Caudillo (Álvaro Obregón): el secretario de Guerra Ignacio Aguirre (Francisco J. Serrano) y el secretario de Gobernación Hilario Jiménez (Plutarco Elías Calles), los dos hechos al amparo del caudillo pero con grupos políticos diferentes. Los dos aceptaban el hecho de que el Caudillo tenía la facultad y el poder de designar al candidato, pero los dos querían ofrecer personalidades distintas: más liberal y con impulso propio Aguirre, más disciplinado Jiménez. En la novela, Guzmán logra ofrecer los mecanismos políticos del sistema de selección de candidato presidencial. El Caudillo tenía a su preferido pero no quería cometer el error de dejar desencantos que pudieran pasarse a la oposición. Para evitar alzamientos – Obregón se sublevó con el Plan de la Noria–, la designación del candidato en 1928 debía ser un manejo de habilidad política. La novela ilustra las formas de hacer política en dos escenarios: el real y el de las apariencias. Desde la atalaya política del Castillo de Chapultepec donde se alojaba como presidente de la república, el Caudillo observaba con ojo crítico. Aguirre no quería ser candidato en contra del Caudillo, pero sus seguidores lo presionaban y también provocaban al adversario; Jiménez sólo esperaba que el Caudillo lo señalara. Guzmán logra captar el juego de dobleces del poder: Aguirre va a ver al Caudillo para decirle que no quiere ser candidato pero el Caudillo no le cree; luego Aguirre visita a su contrincante

Cuadernos de Indicador Político


Jiménez para lo mismo pero tampoco le cree. Así, Aguirre se siente empujado a la lucha. Jiménez le pide a Aguirre como garantía de calidad el sacrificio de sus seguidores y Aguirre se niega; por tanto, concluye Jiménez, sí quería la presidencia diciendo que no. Guzmán maneja a los personajes como títeres en un gran teatro de comedia trágica; dibuja la forma en que los poderosos usufructuaban al poder en nombre de las masas y éstas aparecen como borregos sin conciencia. También exhibe la corrupción política desde los cargos públicos, porque hasta los buenos tenían que corromperse justificando que sólo así podían obtener los recursos para seguir la revolución a favor de los pobres. Los dos precandidatos reflejan grupos de poder, intereses oscuros, se mueven en las orillas del sistema, los domina la ambición aunque con apellido social o acumulativa, cada uno tiene seguidores marcados por las peores famas públicas de su tiempo. Fuera de control la situación llega a las decisiones últimas. Una versión clandestina le avisa a Aguirre que va a ser detenido por órdenes del Caudillo y sería sometido a consejo de guerra; en la noche se fuga de su casa con seguidores y apenas veinte mil pesos

Álvaro Obregón

y viaja refugiarse a Toluca donde lo arroparían el gobernador y el jefe de la zona militar. En el bar de un pequeño hotel se reúnen sus seguidores con gente local y ahí Aguirre recibe la seguridad de que estará protegido hasta que llegue el momento de lanzar su candidatura independiente contra la candidatura de Jiménez como el nominado por el Caudillo. Confiado, Aguirre respira tranquilo. Pero repentinamente llega gente del general de la zona militar para decirle que forman parte de una escolta para llevarlo a un lugar más seguro; confiado, Aguirre sale con ellos pero en la calle lo toman prisionero y lo encierran en una cárcel militar. De ahí lo sacan para llevarlo al DF a un consejo de guerra pero en Huitzilac, a la mitad del camino, se detienen los camiones, bajan a Aguirre y a sus seguidores y los pasan por las armas el 2 de octubre de 1927. La información oficial, firmada por el Caudillo, habla de conspiraciones levantamientos en armas y corrupciones. La prensa, bajo estrictas medidas de control, sólo reproduce la versión oficial. Pasado el problema, Jiménez (Elías Calles) es lanzado como candidato oficial a la presidencia de la república para sustituir al Caudillo (Obregón). En la vida real todo eso ocurrió y de ahí el valor de la novela de Guzmán publicada en 1929, ya muerto Obregón y Elías Calles consolidado como el hombre fuerte de la revolución. Guzmán logra develar el método sucesorio: el Caudillo o presidente saliente tiene la facultad de designar al candidato oficial, los aspirantes tienen que someterse a los ritmos y lealtades del caudillo, nadie puede salirse del guión, y al final de cuentas el sucesor debe ser el garante de la lealtad hacia el saliente. El poder presidencial no se comparte: Obregón-Elías Calles, Elías Calles-Cárdenas. La novela de Guzmán recoge algunas de las prácticas del poder: –Hablando en plata, el honor, entre políticos, maldito lo que lo garantiza. –Quería hacer sentir al candidato que aquella popularidad era ya la expre-

Cuadernos de Indicador Político

14

Octubre 2016

Elías Calles

sión de una alianza indisoluble –“fundada en la naturaleza de las cosas”– entre Aguirre y sus partidarios políticos. –En política no hay más guía que el instinto. –La tragedia del político, sincero una vez, que, asegurando de buena fe renunciar a las aspiraciones que otros le atribuyen, aún no abren los ojos a las circunstancias que han de obligarlo, pronto y a muerte, eso mismo que rechaza. –En el campo de las relaciones políticas la amistad no figura, no subsiste. –De los amigos más íntimos nacen a menudo, en política, los enemigos acérrimos, los más crueles. –No te cree el Caudillo porque se imagina que tú haces lo que él haría en tu caso: fingir hasta lo último para no perder las ventajas que te da tu carácter de ministro. –Renunciar ahora no remediaría nada. El Caudillo sólo creería que ya te sientes bastante fuerte. –Mi primera razón para no creerte es que no veo la causa que te obligue a rechazar una candidatura que, según tú mismo afirmas, te ofrecen de todos lados. –Ni a ti ni a mi nos reclama el país. Nos reclaman –dejando a un lado tres o cuatro tontos y tres o cuatro ilusos– los grupos de convenencieros que andan a caza de un gancho de donde colgarse. –Y que abandone a mis partidarios, que los traicione. –Si no los encabezas, dejarlos no es traicionar.


–Fíjate en la sonrisa de “las gentes decentes”. Les falta a tal punto sentido de la ciudadanía, que ni siquiera descubren que es culpa suya, no nuestra, lo que hace que la política mexicana sea lo que es. Dudo que sea mayor: si su tontería o su pusilanimidad. – ¿Sabes por qué tomo el dinero (de la corrupción)? No porque me figure que al tomarlo está bien hecho; no soy tan necio. Lo tomo porque lo necesito. –Soy un sinvergüenza, pero un sinvergüenza dotado de valor y de voluntad. – ¿Quieren a fuerza que luchemos? Pues iremos a la lucha; que al fin y al cabo, en política, en México, todos pierden. –O nosotros madrugamos al Caudillo o el Caudillo nos madruga a nosotros; en estos casos triunfan siempre los de la iniciativa. – ¿Qué pasa cuando dos buenos tiradores andan asechándose pistola en mano? El que primero dispara, primero mata. Pues bien, la política mexicana, política de pistola, sólo conjuga un verbo: madrugar. –Hay que madrugar tomando en cuenta el reloj. Si no, ¿para qué sirve? –Nos consta a nosotros que en México el sufragio no existe; existe la disputa violenta de los grupos que ambicionan el poder, apoyados a veces por la simpatía pública. Esa es la verdadera Constitución mexicana; lo demás, pura farsa. –La regla de la política es una sola: en México si no lo madruga usted a su contrario, su contrario lo madruga a usted. –Consentí para disimular. –Usted habrá sido general y ministro, pero aquí (sometido por las armas) no es más que puro jijo de la tiznada. Guzmán ofreció en La sombra del Caudillo un método para hacer política en la sucesión presidencial. EL METODO REVUELTAS De todos los análisis sobre la sucesión presidencial en México, el más lúcido fue el de José Revueltas, escritor y ensayista marxista. La aplicación del materialismo dialéctico y sobre todo del

materialismo histórico dio un marco de referencia más de fondo. Revueltas publicó un ensayo sobre la sucesión presidencial de 1958: México: una democracia bárbara. En apenas cincuenta páginas del texto, Revueltas logró pasar la política mexicana sistémica por el ojo de la aguja del marxismo: mentalidad sexenal contra conciencia histórica, fue el ensayo complementario recogido en Ensayos sobre México de sus obras completas. La tesis central radica en el argumento de que la sucesión se analiza sólo como cambio en las élites y juega un papel de reforzamiento de los controles ideológicos sobre las masas, sin entender que se tratan de acomodos en la superficie de una estructura de dominación empresarial. Y a partir del análisis marxista, Revueltas concluye que la disputa por el poder no se da e4 la política: “La única clase llamada a hacerle al ‘gobierno revolucionario’ una concurrencia política (cursivas de JR), es aquella que también viene a ser la única que puede hacerle la concurrencia económica”. El análisis de Revueltas se basaba en las estructuras de dominación de clase: por eso decía que los cambios en la presidencia, aún con enfrentamientos entre las élites, en nada ayudaban al replanteamiento del proyecto de producción y distribución de la riqueza porque el modelo de explotación seguía igual con Cárdenas que con Alemán y López Mateos. Al final, el monopolio político era dominado por el monopolio económico y de producción. En los hechos, la renovación electoral solamente extendía la dominación de los monopolios ecónomos sobre la vida política. De ahí que su tesis fuera sencilla: para cambiar el modelo de produccióndistribución se requiere una lucha de clases y de fuerzas sociales y ahí la “única oposición” que puede ser eficaz es la “oposición de izquierda”, pero de la izquierda socialista no funcional a los intereses del sistema priísta. En su ensayo Una democracia bárbara Revueltas potencia su debate con

Octubre 2016

15

Vicente Lombardo Toledano sobre el escenario político de la sucesión presidencial de 1958. Revueltas señalaba que se trataba de una sucesión dentro del sistema, por más marxista que fuera el lenguaje de Lombardo: en la realidad, Lombardo pugnaba por una alianza entre las fuerzas revolucionarias y las fuerzas de la pequeña burguesía en torno a un programa nacionalista. En 1958 Lombardo era líder del Partido Popular, de reflexión marxista leninista, apellidado socialista a partir de 1960. Para Revueltas, el proceso de sucesión presidencial era el camino para extender en el tiempo y en el espacio el dominio de un grupo político funcional a los intereses de la clase propietaria dominante; y todas las fuerzas políticas activas –incluyendo al Partido Comunista en su fase no crítica al sistema– carecían, antes de fuerza, de una lógica de cambio y no tenían un proyecto alternativo. De ahí que los procesos de sucesión presidencial en las élites representaban el juego político de rostros a veces diferentes y lenguajes aún contradictorios, pero todos ellos representando los intereses del sistema económico como expresión del modo de producción capitalista. Ahí fue donde Revueltas aplicó el materialismo histórico: confrontar la mentalidad sexenal que jugaba con las expectativas cada seis años primero con la identidad del tapado o candidato presidencial oficial y luego con elecciones sin oposición real con la mentalidad histórica de las clases sociales. Para Revueltas, los procesos históricos no eran sexenales –cambios que nada cambiaban–, “los procesos reales de transformación histórica no operan por sexenios ni enajenados a una sucesión presidencial determinada”, sino que la dialéctica de los hechos históricos es de más largo plazo y en el modo de producción. “La característica sexenal no es nada más que un rasgo folklórico de la política y los políticos mexicanos, como lo fue en otros tiempos la pistola al cinto y el sombrero de alas anchas te-

Cuadernos de Indicador Político


janas encima de la cabeza”, reflexionaría Revueltas. Al final, el juego de sucesión presidencial y de elecciones previsibles expresaba en la superficie “una deformación y perversión fundamentales del proceso histórico del desarrollo del país”. La historia, al final de cuentas, la escribían las clases, no las élites. 6.- Tapado: una poco de gracia La sucesión de Carlos Salinas de Gortari en 1994 fue la más conflictiva desde la de 1928-1929: primero por la división polarizante en el gabinete entre el superasesor presidencial Joseph-Marie Córdoba Montoya y Manuel Camacho Solís dejando a Luis Donaldo Colosio en el cruce del conflicto. Al arrancar 1993 todo se perfilaba a favor de Colosio, pero con Camacho presionando por un juego limpio. El 28 de noviembre, días antes de la llegada del vicepresidente estadunidense Al Gore, Salinas de Gortari dio autorización para que el PRI nominara a Colosio; las reglas del juego obligaban a los otros contendientes a reconocer al nuevo ungido, pero Camacho se negó, presentó su renuncia al Departamento del DF y dejó entrever que podría lanzarse como candidato independiente. El presidente de la república usó todo su poder para arraigar a Camacho en el gobierno a cargo de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Aunque en pocos días se enfrió el conflicto, de todos modos quedaron los resentimientos. El aspecto central se localizó en el hecho de que Camacho suponía que habría juego limpio, cuando a lo largo de 1993 Salinas de Gortari operó la consolidación de Colosio como su sucesor. Hasta la sucesión de 1994 no había habido juego limpio con ninguna: Obregón se sentía sucesor de Carranza pero fue aplastado, Obregón quiso regresar en 1928 pero fue asesinado desde el poder, Mújica fue sustituido por Ávila Camacho, Ruiz Cortines le ganó a Casas Alemán, Flo-

res Muñoz fue distraído para meter a López Mateos, Díaz Ordaz sacrificó a Ortiz Mena por Echeverría, Echeverría jugó con Moya Palencia para imponer a López Portillo, López Portillo le dio espacio a García Paniagua pero para poner a De la Madrid, De la Madrid contuvo a Del Mazo y mareó a Bartlett para colocar a Salinas, Salinas se confrontó con Camacho para candidatear a Colosio y Zedillo abrió el juego para contener a Bartlett y a Madrazo a favor de Labastida. La sucesión de 1994 fue la más crítica en la historia del sistema político: el desafío del tratado de comercio libre, el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en mayo de 1993, la crisis en el gabinete por el enojo de Manuel Camacho al método tradicional del tapado con Colosio, el auge del narcotráfico, el alzamiento zapatista guerrillero el 1 de enero de 1994, el secuestro del banquero Alfredo Harp, el asesinato del candidato presidencial priísta Colosio en marzo de 1994, el rechazo del EZLN zapatista al plan de paz negociado por Camacho, la renuncia de Jorge Carpizo MacGregor a la Secretaría de Gobernación la víspera de las elecciones, el asesinato del diputado electo y operador zedillista y secretario general del PRI José Francisco Ruiz Massieu en septiembre, la denuncia de Mario Ruiz Massieu de que su hermano había sido asesinado por el poder, la devaluación de diciembre y el arresto en febrero de 1995 de Raúl Salinas de Gortari. La sucesión de 1994 fue la más abierta porque el sistema había perdido la secrecía y muchos hilos de poder –sobre todo los medios– se habían soltado. Uno de los ejercicios más novedosos fue el del politólogo Alfonso Zárate: a través de su publicación quincenal de circulación por suscripción Carta de Política Mexicana elaboró un modelo de análisis de la sucesión a partir del estudio de once variables. Se trató del primer audaz ejercicio cuantitativo de la cualitativa política (a la) mexicana. Las once variables se aplicaron en puntuación

Cuadernos de Indicador Político

16

Octubre 2016

para llegar a conclusiones. El ejercicio de ciencia política aplicada de Zárate determinó que el candidato debería ser Manuel Camacho Solís porque ocupaba el mayor número de puntos, pero en los hechos el candidato fue Luis Donaldo Colosio que había quedado en segundo lugar. Las variables definidas por Zárate fueron las siguientes 1. Perfil de la familia. 2. Congruencia con el proyecto

presidencial.

3. Relación con el presidente. 4. Red de alianzas y antagonis-

mos con actores dentro del sistema político. 5. Red de alianzas y antagonismos con actores fuera del sistema político. 6. Desempeño de sus tareas. 7. Red de alianzas y antagonismos con los hombres del presidente. 8. Desempeño anterior. 9. Equipo de trabajo. 10. Ramo a su cargo. 11. Perfil de los aspirantes. De los tres principales puntos, la competencia Camacho-Colosio aportó elementos que probablemente fueron determinantes en la decisión final: en confluencia con el proyecto presidencial –neoliberalismo tecnocrático–, Colosio aventajaba con 904 puntos, contra 772 de Camacho; en relación con el presidente, Camacho estaba en punta con 840 puntos contra 760 de Colosio; y en relación-antagonismo con los hombres del presidente, Colosio punteó con 96 puntos, contra -12 de Camacho porque se había peleado con todos los salinistas. Al final, la decisión no habría sido por el puntaje consolidado sino por las tres condiciones que puso Salinas de Gortari en la selección de su sucesor: continuidad personal, de proyecto y de equipo; Camacho era el que menos le garantizaba al presidente la continuidad de proyecto y equipo. Una vez tomada la decisión “en la soledad del despacho” –como escribió José López Portillo en sus memorias–,


la parte más complicada no era la de decirle al seleccionado sino cómo administrar los mensajes a los que no serían: las leyendas urbanas del priísmo han hablado de sobre lacrado del presidente de la república a los dirigentes del PRI con el nombre del seleccionado, luego de reuniones privadas: López Portillo contó que le llamó Echeverría y sólo le dijo: ¿estás dispuesto a hacerte cargo de esto?, abarcando con los brazos el despacho presidencial. Salinas de Gortari se reunió con Camacho para decirle que no sería y Camacho tuvo una reacción agresiva porque le había ido a garantizar a Salinas su presencia en el sistema. De todas las sucesiones presidenciales dentro del partido del gobierno, la única fuera de control fue la de Salinas de Gortari a Zedillo; ciertamente que Zedillo formaba parte del primer círculo presidencial y que había sido enviado por el presidente a la coordinación de la campaña de Colosio, pero no había los vínculos de complicidades como con Colosio. Pero Zedillo fue el candidato suplente de Colosio, pertenecía al grupo de poder del superasesor salinista Córdoba Montoya y decían en los pasillos del poder que sería el sucesor de Colosio en el 2000. Zedillo fue leal salinista hasta la toma de posesión; y a finales de febrero de 1995 decidió encarcelar a Raúl Salinas de Gortari como un acto de ruptura total con Carlos Salinas de Gortari, aunque no por cuestiones personales sino de poder: Zedillo necesitaba marcar distancia fuerte con el expresidente porque comenzaba a hablarse de Zedillo como el beneficiario del asesinato de Colosio. Otras anécdotas sucesorias: en 1957, la esposa del presidente Ruiz Cortines había presentado, en una reunión con esposas de políticos, a la esposa de Flores Muñoz como la más importante del gobierno; y el propio presidente le había comentado a Flores Muñoz: “pon en orden tus cosas”. El entonces secretario de Agricultura, muy movido en grupos políticos, pensó que sería el agraciado; cuando le dijeron que acababan de destapar

a López Mateos, Flores Muñoz se apersonó en la oficina presidencial pero ahí fue recibido, antes que pudiera explotar, con palabras picarescas del presidente: “ni modo, Pollo, nos chingaron”. Las formas de hacer política en México fueron fijadas con precisión por el PRI en la vida cotidiana del poder. En 1981, en su estudio Los laberintos del poder. El reclutamiento de las élites políticas en México, 19001971, el politólogo estadunidense Peter H. Smith definió con precisión las veintidós reglas para hacer política en México, es decir: los modos de hacer política. Y todas ellas dibujaron el modelo piramidal de ejercer el poder: 1. Estudie una carrera universita-

ria, de preferencia en la UNAM.

2. Ingrese al PRI. 3. Acepte cualquier cargo que

pueda obtener o en el gobierno, y cuanto antes mejor. 4. Ya que esté en política, prepárese para competir. 5. Estudie el sistema. 6. Siempre que haya la posibilidad trate de obtener un puesto en la Ciudad de México. 7. Haga todos los amigos que pueda, sobre todo entre sus superiores. 8. Capitalice sus relaciones familiares. 9. Si ha decidido formar parte de un equipo o de una camarilla, elija con mucho cuidado a su jefe. 10. No se enemiste con nadie. 11. No hunda el barco. 12. Evite los errores. 13. No haga declaraciones controvertibles. 14. Si tiene que hacer una declaración pública, utilice el lenguaje adecuado. 15. Turne las decisiones difíciles a sus superiores. 16. Evite errores, evada a los medios de comunicación y la excesiva responsabilidad, pero trate de destacar. 17. Trabaje rápido. 18. En vez de perder tiempo en el cargo que ocupa, siga hacien-

Octubre 2016

17

do amigos.

19. Respete la ley de la ineficien-

cia productiva.

20. Si no obtiene el cargo que

pretende, sea paciente.

21. Una vez que esté en la élite

política, prepárese para salir de ella.

22. Aun en la cúspide de su carrera

sea amable con sus subordinados.

Estas veintidós reglas de Smith revelan las tres características de los escalafones políticos en el sistema priísta: la disciplina, la sumisión y la pirámide del poder. Las características del reclutamiento y el escalafón político dependían del poder omnipresente y omnímodo del presidente de la república en turno. En este sentido, la lealtad era circunstancial. 7.- Fracaso del PAN como presidencialismo opositor 2000-2012 El PAN había sido fundado en 1939 para protestar contra los modos de presidencialismo absolutista de Lázaro Cárdenas en su periodo de radicalización 1936-1939. A lo largo de su vida política, los panistas definieron su oferta política en la democracia basada en la sociedad y en las instituciones, acotando el poderío presidencial. La diferencia parecía conceptual pero era de dimensiones del poder: el sistema presidencial democrático, contra el sistema presidencialista autoritario, el primero sustentado en leyes e instituciones y el segundo erigido sobre los pilares del poder absolutista personal. El PAN comenzó a participar en

Cuadernos de Indicador Político


elecciones presidenciales en 1952, con excepción de 1976 en que sus pugnas internas impidieron nominar a un candidato. En las siete elecciones presidenciales antes del 2000, el PAN mantuvo una tendencia creciente de 7.8% a 25.9%, de 285 mil 555 votos a 9 millones 140 mil 841. La presidencia la ganó el PAN con la candidatura del neopanista Vicente Fox Quesada en el 2000 con el 35.9% de los votos, casi 16 millones, contra el 36.1% (13 y medio millones) del priísta Labastida Ochoa. Las condiciones que se dieron para

la victoria panista en el 2000 fueron, entre muchas, tres: el candidato del PRI no era el que quería Zedillo, la organización y conteo de votos había salido del control de Gobernación en 1996 y los EE.UU. estaban apoyando la alternancia desde 1985 vía la alianza PAN-empresarios-jerarquía católica impulsada por el entonces embajador reaganiano John Gavin. La crisis política dentro del PRI en 1988, la salida de Cuauhtémoc Cárdenas y la pérdida de mayoría absoluta presidencial desde la elección de Salinas de Gortari habían abonado la posibilidad de victoria panista. Y en el 2000, por primera vez, las casas encuestadoras se habían salido del control autoritario del gobierno y habían comenzado a advertir la victoria de Fox y el PAN. El discurso panista en las elecciones presidenciales del 2000, 2006 y 2012 fue diferente, coyuntural y sin presentar una oferta de instauración

democrática. Fox articuló la oferta del “cambio”, de la “transición” y la concretó festivamente en la arenga de “sacar al PRI de Los Pinos a patadas”, Calderón se centró en combatir contra López Obrador porque el priísta Maderazo Pintado se había caído en las encuestas y Josefina Vázquez Mota hizo una oferta de género. La alternancia panista duró apenas doce años y nada logró en cambio de paradigmas priístas: Fox promovió algunas reformas conservadoras negociadas con el PRI y Calderón centró su gobierno en la lucha contra los cárteles del crimen organizado. Al PAN le hizo falta el razonamiento sobre la crisis del sistema; hacia el 2000 el panismo estaba seguro de que la crisis era del sistema político priísta, pero en los doce años las reformas fueron más bien procedimentales electorales y productivas, no de sistema/régimen/Estado. Así, el PAN dejó la impresión que la crisis nacional no era producto del sistema/régimen/Estado sino de la coyuntura nacional como efecto de la coyuntura internacional. Ciertamente que el PAN careció de fuerza legislativas: en el periodo 2000-2012, las bancadas panistas en el Senado fueron de minoría (36% contra 45% del PRI) en el foxismo y de primera minoría (39%, contra 25% del PRI) en el calderonismo y de minoría de diputados (40.8% en 2000-2003, contra 41.6% del PRI; 29.6% en 2003-2006, contra 40.4% del PRI; 41.2% en 2006-2009, contra 21.2% del PRI; y 28.4% en 20092012, contra 48% del PRI). Sin embargo, el tema de los porcentajes de bancadas era relativo porque la falla estratégica era de ofertas de reformas integrales que hubieran podido concitar apoyos legislativos. El tropiezo fundamental fue de Fox porque había prometido el “gobierno del cambio” y había usado el lenguaje de la transición; sin embargo, el foxismo pareció haber concebido la transición sólo como la democracia electoral procedimental. En todo caso, su gobierno se dedicó a ad-

Cuadernos de Indicador Político

18

Octubre 2016

ministrar la crisis. Y el mensaje de que enfrentaba una crisis circunstancial y no estructural fue en la designación de Francisco Gil Díaz como secretario de Hacienda, pues el economista representaba el modelo económico de los Chicago boys neoliberales que había diseñado la estrategia económica de los gobiernos de De la Madrid, Salinas y Zedillo. El otro error político de Fox fue la falta de participación del PAN como partido en el poder en el diseño de la instauración de un nuevo sistema/régimen/Estado. La primera mitad del sexenio foxista se fue en defender la distancia crítica del partido con el presidente y la segunda le apostó a la internacionalización del PAN con la democracia cristiana. Los dos presidentes del PAN en el foxismo –Luis Felipe Bravo Mena y Manuel Espino Barrientos– perdieron la oportunidad de definir la alternancia de sistema. En el 2003 Fox pidió el control mayoritario de la Cámara de Diputados, pero sin una propuesta de modelo alternativo de nación; la respuesta electoral fue negativa: el PAN apenas tuvo el 30% de bancadas, contra el 40.4% del PRI como primera minoría. Y el PAN le apostó desde entonces a transitar en solitario y sin alianzas con otros partidos. Como para reafirmar que no habría proyecto alternativo de nación en el sistema/régimen/Estado, Fox trabajó en el 2003-2006 con el priísta Manlio Fabio Beltrones como el operador político del PRI en la Cámara


candidaturas de Vázquez Mota en el PAN y de López Obrador en el PRD carecieron de una oferta de recuperación de la transición del 2000 y de propuesta de unan instauración de un nuevo sistema/régimen/Estado. La crisis de la propuesta opositora tuvo que ver con la caracterización de la alternancia: PAN y PRD no se vieron como alternativa en cuanto a propuesta de creación de un nuevo sistema/Régimen/Estado, sino como relevo político del mismo proyecto priísta de nación. En términos del ensayista marxista José Revueltas en de Diputados. Las propuestas de re- México: una democracia bárbara, la formas estructurales de Fox en mate- única alternancia política era la que ria fiscal y energética fueron una ex- era correlativa a la alternancia protensión de las reformas pendientes en ductiva, es decir, que la disputa era ese rubro del modelo priísta de trata- por el modo de producción y su codo de comercio libre con los EE.UU. rrelación de fuerzas sociales. El PAN y Canadá. y el PRD –este último nacido más de Con Calderón fue lo mismo: la las cenizas del viejo PRI– sólo planbandera del PAN fue derrotar a Ló- teaban un relevo en la conducción de pez Obrador como el abanderado del la administración pública y no una populismo y el PAN como el garante nueva propuesta de proyecto naciodel modelo de nación derivado del nal de desarrollo. La única fuerza que tratado comercial salinista. Las refor- tenía claridad respecto a la verdadera mas fiscal y energética de Calderón alternativa era el Partido Comunista no definieron el proyecto priísta de Mexicano, pero en 1989 se había auto nación. A partir del 2007 Calderón disuelto y entregado su registro legal definió una guerra frontal del Esta- como partido a los priístas-neocardedo contra los cárteles del narcotráfico nistas. El proyecto socialista que había abandonando la reforma del sistema/ enarbolado el PCM en la candidaturégimen/Estado que venía pendiente ra presidencial de Arnoldo Martínez de la alternancia en el 2000. Verdugo en 1982 dejó de existir en En los doce años de gobierno y en 1989. La pugna del PAN y del PRD la candidatura de Vázquez Mota en el con el PRI no era de proyectos sino 2012, el PAN mostró una carencia de –como lo planteaba Manuel Gómez comprensión de la crisis del régimen Morín en la fundación del PAN– de priísta y la urgencia de una transición élites buenas, no contaminadas por el hacia elecciones libres sino hacia un abuso del poder. nuevo sistema/régimen/Estado. El El mandato electoral para el PAN desgaste panista en el poder fue corre- en las elecciones del 2000 y del 2006 lativo a una agenda superficial de re- fue el de la instauración de régimen, formas. Hacia el 2012 el PRI le ganó pero en realidad la bandera del camal PAN con la candidatura mediática bio y de la transición había sido sólo y en encuestas del entonces goberna- electoral y sin una comprensión del dor del Estado de México. La crisis en agotamiento del viejo sistema priísla candidatura priísta en marzo por la ta, aunque en descargo la sociedad movilización estudiantil en la Univer- mexicana tampoco tenía clara la crisis sidad Iberoamericana y el movimien- del sistema/régimen/Estado y menos to #YoSoy132 se agotó en la confron- aún de la necesidad de una propuesta tación porque esas corrientes querían alternativa. El debate sobre la transiun modelo alternativo al PRI pero las ción eludió la discusión académica de

Octubre 2016

19

las transiciones (Samuel Huntington, Leonardo Morlino) y el debate de las transiciones a la democracia de dictaduras como la de España y la propia Unión Soviética y sus países satélites en 1989-1991. Al final pareció consolidarse la percepción de Jesús Reyes Heroles a miembros de la Platajunta española en 1975 que vinieron a México a buscar apoyo para la transición española: en México había una democracia formal; y en efecto, así era, pero el debate sobre la transición era la modificación de las estructuras de poder basadas en puntos concretos: el presidencialismo absolutista, el PRI como partido del Estado, una Constitución redactada como proyecto nacional del Estado priísta y un Estado de derecho controlado por el PRI. En este sentido, los doce años de gobierno panista fueron una pérdida de la oportunidad para la instauración de una nueva república con instituciones, leyes y Estado democráticas.

8.- Los tapados destapados Como nunca antes, los suspirantes a la silla endiablada están a la vista, juegan sus cartas abiertas, se comen el tiempo y son juzgados en medios y redes cibernéticas. Como se presentan las cosas casi dos años antes de la elección, las elecciones del 2018 registrarán cinco candidaturas reales: PRI, PAN, PRD, Morena e independientes. Y en las primeras encuestas existe

Cuadernos de Indicador Político


una cifra que dice mucho: 30% de indecisos, porcentaje que no alcanza ningún candidato formal. Estos datos revelan que habrá un ganador con alrededor del 25% de los votos y una fragmentación del electorado. PRI: –Aspirantes. Con posibilidades altas: Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray Caso, Eruviel Ávila Villegas y José Antonio Meade Kuribreña. Con posibilidades bajas: Aurelio Nuño Mayer, Manlio Fabio Beltrones Rivera y José Calzada Rovirosa. –Método de nominación: el presidente de la república ejercerá todo su poder para imponer al candidato; el PRI bajo Enrique Ochoa Reza no contará. –Fuerza partidista: el PRI es primera minoría en las cámaras y tiene la mitad de las gubernaturas. Militancia oficial: 5 millones de afiliados. –Factores determinantes: a favor: voto fragmentado en cinco partidos, solidez del poder ejecutivo y círculo rojo crítico minoritario; en contra: aceptación presidencial debajo de 30%, redes cibernéticas adversas y crisis económica. –Cifras electorales: en votación presidencial: 50.3% con Salinas en 1988, 48.7% con Zedillo en 1994, 36.1% con Labastida (derrota) en 2000, 22.2% con Madrazo (derrota y tercer sitio) en 2006 y 38.2% con Peña Nieto (recuperación de la presidencia) en 2012. Elecciones legislativas de 2015: 29.2%. PAN: –Aspirantes: Ricardo Anaya Cortés, Margarita Zavala de Calderón y Rafael Moreno Valle Rosas. –Método de nominación: elecciones internas con participación de militantes. –Fuerza partidista: El PAN es la segunda fuerza electoral y avanzó en la victoria en gubernaturas en el 2016, tres de ellas en alianza con el PRD. Afiliados: 450 mil personas. –Factores determinantes: control del partido, tendencia en las encuestas y representación política. La condi-

ción de Margarita Zavala de ser esposa del expresidente Calderón operará en sentido positivo y negativo. –Cifras electorales: en votación presidencial: 17% con Clouthier en 1988, 26% con Fernández de Cevallos en 1994, 42.5% con Fox en el 2000 (victoria), 35.9% con Calderón en el 2006 (victoria), 25.4% con Vázquez Mota en el 2012 (derrota y tercer lugar). Elecciones legislativas de 2015: 21%. PRD –Aspirantes: Internos: Jesús Ortega Martínez, Jesús Zambrano Grijalva. Externos: Miguel Ángel Mancera (no milita en el partido pero ganó el DF como candidato); no oficiales: Juan Ramón de la Fuente Ramírez, José Woldenberg Karakowsky. –Método de nominación: encuestas, acuerdo entre quince (hasta ahora) corrientes de opinión que controlan el partido (tribus), votación interna. –Fuerza partidista: el PRD fue hasta el 2012 la tercera fuerza nacional pero la salida de López Obrador para fundar Morena le quitó militantes y votos y pasó a cuarto lugar. –Factores determinantes: fuerza propia insuficiente para ganar presidencia, alianza con el PAN en candidatura única y la Ciudad de México como territorio electoral decreciente. En cada elección Morena le quita militantes y votos. –Cifras electorales: en votación presidencial: 31.1% con Cárdenas por el Frente Democrático nacional como antecedente del PRD, 16.6% con Cárdenas en 1994, 16.6% con Cárdenas en 2000, 35.3% con López Obrador en el 2006 y 31.6% con Ló-

Cuadernos de Indicador Político

20

Octubre 2016

pez Obrador en el 2012. Elecciones legislativas de 2015: 10.8%. Morena –Aspirantes: Andrés Manuel López Obrador como precandidato único. –Método de nominación: auto dedazo de López Obrador a favor de sí mismo y asamblea a mano alzada. –Fuerza partidista: Morena nació la víspera de las elecciones legislativas de 2015. En esas votaciones le quitó el PRD el tercer sitio como fuerza electoral. –Factores determinantes: López Obrador como candidato presidencial hace campaña desde el 2000 y tiene el control absolutista de Morena. Sin respetar leyes electorales ha hecho campaña personal desde la fundación de Morena en 2015. –Cifras electorales: en presidenciales como candidato del PRD: 35.3% con López Obrador en el 2006 y 31.6% con López Obrador en el 2012. Elecciones legislativas del 2015: 8.4% a nivel nacional y 23.6% en la Ciudad de México (18.5% del PRD). Independientes La figura de los independientes nació a partir de la reforma electoral promulgada en febrero de 2014. Su éxito coyuntural se conoció en la elección de gobernador de Nuevo León de 2015 en donde el expriísta Jaime Rodríguez Calderón El Bronco se presentó como independiente y ganó con el 48.8%, contra 23.8% para la candidata del PRI Ivonne Álvarez García. En las elecciones legislativas de 2015 también hubo cuatro candidatos independientes que ganaron una curul en la Cámara de Diputados.


–Aspirantes: Jaime Rodríguez El Bronco, gobernador en funciones de Nuevo León; Jorge G. Castañeda Gutman, canciller del gobierno de Vicente Fox 2001-2003; Pedro Ferríz de Con, periodista, conductor de programas de radio y conferencista; y Enrique Alfaro, expriísta y alcalde de Guadalajara. En la lista de independientes se coloca a Miguel Ángel Mancera Espinosa, jefe perredista de gobierno de la Ciudad de México sin ser del PRD. –Método de nominación: hasta ahora han funcionado las encuestas, pero como los aspirantes pertenecen a grupos políticos diferentes no habrá una forma efectiva de designación y puede preverse que haya dos o tres candidatos independientes en las boletas. Castañeda y Ferríz de Con proponen que haya sólo un candidato a la presidencia y un grupo. Las posibilidades de los independientes se fueron por el camino equivocado cuando un grupo de líderes sociales fueron convocados por el panista Diego Fernández de Cevallos para construir el camino de un independiente único pero sólo para confrontar a López Obrador. –Fuerza partidista: al ser independientes, carecen de estructura de partido, de militantes y se sostiene sólo por el impulso mediático. Jaime Rodríguez El Bronco creo una estructura electoral, pero su verdadera fuerza fueron las redes cibernéticas, el repudio al PRI y su compromiso de encarcelar al gobernador Rodrigo Medina por corrupción. De llegar a la candidatura, los independientes van a moverse sólo por espontáneos. –Factores determinantes: el impulso que tuvieron los independientes fue el rechazo a la partidocracia, pero los resultados de algunos de ellos en las elecciones del 2015 y del 2016 desalentaron al electorado. Las posibilidades de buena votación dependerán del estado de ánimo de la sociedad, de la participación social activa en redes cibernéticas, de la construcción de una militancia sin partido que colabore en la campaña y la mo-

vilización y de las figuras partidistas que aparezcan como participantes. En efecto, el principal adversario de los independientes no es el PRI sino López Obrador por su discurso crítico a la partidocracia. Sin espacios en medios escritos y electrónicos masivos, a los independientes no les alcanzaran las motivaciones en redes cibernéticas. –Cifras electorales: como los resultados electorales de los independientes a cargos de gobernador, alcaldes y legisladores son más bien locales, sólo quedan las encuestas nacionales que le otorgan el 7% promedio de votos, con una masa grande de 30% de indecisos.

9.- El 2018 y la crisis A diferencia del 2000 en que el PAN construyó el voto útil a favor de Fox y el PRI confío en el aparato presidencial y del 2012 en que Peña Nieto arrasó en las encuestas con voto ganador, las elecciones presidenciales del 2018 girarán en torno a un punto esencial: cualquiera de los candidatos puede ganar. En todo caso, la diferencia estará en la capitalización de la crisis política, económica, social, cultural y en las élites. Y lo único cierto es que no será una elección entre proyectos u ofertas de programas de gobierno, sino una guerra de desgastes, sin reglas: ganará el que sobreviva a la campaña. A pesar de la confianza en las cuatro principales fuerzas –PRI, PAN, Morena y PRD–, partidos y candidatos llegarán con suficientes pasivos como para oscurecer las campañas. A partir de la dimensión de la crisis del proyecto de nación, ninguno de los contendientes presentará una verdadera alternativa. De ahí que el 2018 vaya a propiciar un relevo dentro del mismo sistema/régimen/Estado y por tanto ninguno de los contendientes y sus partidos tendrá la capacidad para ofrecer una instauración de sistema/ régimen/Estado no priísta. En la realidad, precandidatos conocidos y po-

Octubre 2016

21

sicionados y sus respectivos partidos han carecido de un diagnóstico del fin del sistema/régimen/Estado para convocar a la construcción de un nuevo destino nacional. Las principales características de las elecciones del 2018 serían las siguientes: 1. La sociedad mexicana carece de verdaderas alternativas; si acaso, votará entre opciones. 2. La principal característica radica en la despartidización de los electores. De acuerdo con cifras entregadas al Instituto Nacional Electoral por los propios partidos, oficialmente existen 16 millones, 152 mil 826 militantes entre los nueve partidos registrados; contra el padrón electoral de 83 millones 229 mil 64 votantes, apenas el 19.4% de los electores milita en un partido. 3. El PRI registra su más severa crisis de militancia, en contraste con los millones de militantes en los años setenta y ochenta: de una militancia registrada en el INE en 2015 de 9 millones 991 mil 310 militantes. El PRI reconoce en su página electoral sólo 5 millones 44 mil 528, una baja de 4 millones 877 mil 650 militantes o el 49.5%. Los demás partidos han mantenido su militancia entre 308 mil y 730 mil personas. 4. La lucha electoral será por arrebatarle otra vez la presidencia al PRI. A favor de este objetivo se localiza la pérdida de siete gubernaturas en el 2016, pero todas ellas respondieron a una lógica local que no puede asumirse en automático como una derrota presidencial. 5. El pasivo más fuerte del PRI está en la baja aprobación del trabajo presidencial –23% en Reforma y 29% en El Universal–. 6. El fracaso real de las reformas se percibe en su nulo impacto en el crecimiento económico: para el sexenio peñista se estima un crecimiento anual promedio del PIB de 1.9%, comparable con el 1.8% de Calderón, aunque a Calderón le afectó la crisis estadunidense de 2008 porque tumbó el PIB a -4.7%; sin esa caída, el PIB calderonista promedio anual fue de 3.6%. En cambio en el sexenio peñis-

Cuadernos de Indicador Político


ta la tasa más alta de PIB fue de 2.4%, lo que quiere decir que las reformas no impactaron en el crecimiento económico. 7. La crisis política es del sistema; el presidente de la república no cohesiona sin o divide, el PRI sigue perdiendo votos, militancia y plazas y apenas gobierna la mitad de la república, el PIB no alcanza para reconstruir el Estado de bienestar, la crisis educativa con la CNTE es reflejo de la pérdida de la educación como aparato ideológico del PRI, la Constitución priísta ha sido desarticulada y los viejos sectores invisibles del sistema se han pasado a la oposición y pugnan por la alternancia: los medios de comunicación, los empresarios, los EE.UU., la oposición y los intelectuales, en tanto que el ejército ya no consolida voto priísta. 8. El fracaso de la no-política de comunicación social ha creado un sentimiento anti Peña Nieto que va a votar en el 2018. 9. La baja en el voto duro del PRI de 28% en 2012 a 22% en el 2006 ha reorganizado las simpatías electorales: PAN y Morena han comenzado a beneficiarse de la reasignación de los votos. La competitividad electoral afecta al PRI. 10. El Instituto Nacional Electoral ha sido incapaz de coordinar elecciones racionales, además de que su actual dirección ha estado metido en problemas de credibilidad, honestidad y legitimidad. Ello se ha visto en

el uso de la guerra sucia en elecciones que demeritan la calidad de la democracia electoral. 11. Las encuestas han distorsionado la credibilidad electoral, a pesar de sus desprestigios en competencias anteriores. Los precandidatos han utilizado la parcialidad de algunas para auto promocionarse como ganadores a pesar de que faltan poco menos de dos años para las votaciones. 12. La clave principal del proceso electoral se localiza en el PRI: su caída por desaprobación presidencial, su fractura con la salida de Manlio Fabio Beltrones, la división en el gabinete casi al nivel que hubo en la sucesión de Salinas de Gortari en 1993. 13. Como repetición de lo ocurrido en el 2000, la presión estadunidense directa de Barack Obama y Hillary Clinton e indirecta de Donald Trump en contra del gobierno priísta de Peña Nieto ha dejado la sensación de que Washington estuviera impulsando une nueva alternancia partidista en México. 14. Y como en el 2000, el voto útil podría volver a aparecer para inclinar la balanza en contra del PRI y oscilar hoy entre el PAN o López Obrador. 15. El gran dilema del PRI a la hora de la decisión presidencial para establecer la candidatura será igual que en 1970, 1976, 1982, 1988, 1994 y 2000: un candidato político (Osorio Chong) o un candidato tecnócrata (Videgaray Caso), con la posibilidad de Meade Kuribreña como un candidato priísta forjado en el PAN o el gobernador mexiquense Ávila Villegas como un operador político de votos al viejo estilo priísta. 16. La decisión presidencial de Peña Nieto sobre la candidatura presidencial del PRI también determinará las posibilidades. El segundo dilema de Peña Nieto radicará en sus objetivos personales de la sucesión casi copiados de la sucesión salinista en 1993: continuidad personal, de proyecto y de grupo. 17. Como ningún otro presidente de la república surgido del PRI, Peña Nieto debe prepararse para una per-

Cuadernos de Indicador Político

22

Octubre 2016

secución letal en tres puntos, cierto o no, ya advertidos: la corrupción, la violación de derechos humanos y la violencia policiaca. De ahí el dato de que la principal característica de continuidad sea la personal. 18. La elección presidencial en los EE.UU. será un factor en contra de Peña Nieto y del PRI, gane quien gane: Trump insistirá en el muro y Hillary buscará presionar en derechos humanos y corrupción. El tema migratorio no saldrá porque el congreso estadunidense lo controlan los republicanos y no aprobarán la reforma porque le inyectaría más votos a los demócratas. 19. El papel de la oposición será de incomodidad para el PRI. Como en el 2000, el PAN y López Obrador estarían imantando votos abandonados por el PRI y el creciente voto de castigo contra Peña Nieto, aunado a la baja en la tendencia electoral del PRI. Con una votación previsible de 60% del padrón electoral, el 30% de una victoria cómoda implica 15 millones de votos que en elecciones pasadas PAN y López Obrador ya registraron. El PRI está esperanzado en el partido Verde, pero el desprestigio ha llevado a esta organización política a perder votantes y no aumentarlos. 20. De ahí que el proceso electoral se le presente al PRI como una elección que se definirá en las urnas y ya nunca más como una sucesión en la que el destape era la elección.

10.- Acabó el recreo Cuando el PRI perdió las elecciones presidenciales en el 2000, las élites reaccionaron con preocupación: el sistema tenía que reformarse, los partidos debían de acercarse más a la sociedad y la sociedad requería encontrar nuevas formas de participación. Nada ocurrió: Fox se dedicó a disfrutar el poder y Calderón nunca entendió el desafío sistémico. Luego de tres sexenios –dos panistas y uno priísta– y


dieciséis años de tensiones nacionales crecientes, el sistema/régimen /Estado encara la ausencia de acuerdos y la movilización por la tangente de importantes segmentos de la sociedad. El sistema político como la caja negra donde se arreglaban las demandas sociales y las ofertas públicas carece de viabilidad porque el PRI, el PAN y el PRD en gobiernos en diferentes niveles se han olvidado de la sociedad en general y se han dedicado a cultivar sus sectores patrimonialistas. Las políticas públicas se han reducido a programas asistencialistas telescopiados que no modifican clasificaciones sociales aunque garantizan votos. Ello ha provocado la proliferación de movimientos sociales basadas en el modelo de la acción directa y al margen de las reglas y de las instituciones. Nada ilustra mejor esta etapa que el movimiento magisterial de la CNTE: la exigencia de la abrogación de la reforma educativa aprobada legalmente en los espacios legislativos de toma de decisiones, pero sin tomar en cuenta a los maestros disidentes. Las decisiones autoritarias y la acción directa social como respuesta han derivado en represiones, asesinatos y violación de derechos de terceros y con ello a inestabilidades crecientes por la articulación de protestas en una agenda de radicalización de exigencias. La tensión social ha llegado a los límites de la estabilidad en el sexenio de Peña Nieto. El conflicto magisterial llegó al punto de la ruptura institucional: el gobierno comenzó a descontar salarios y a despedir maestros, la dirigencia de la CNTE quiere la abrogación de la reforma y los empresarios exigen el uso de la fuerza pública contra marchas, plantones y bloqueos de activistas magisteriales. El problema es mayor que el agotamiento de los espacios de negociación de las agendas: se trata de la disfuncionalidad del sistema político priísta, toda vez que los funcionarios priístas ya no pueden seguir tomando decisiones autoritarias, dictatoriales y verticales sin consensos con los involucrados, por más razones justificadas que existan.

Las elecciones y el relevo de élites gobernantes servían para mandatar liderazgos pero también para establecer mecanismos de representación social en los niveles del sistema de toma de decisiones. El viejo sistema/ régimen/Estado garantizaba la representación social; hoy la sociedad mexicana no se siente representada en la clase política, en los partidos, en los poderes, el sistema político, en el régimen de gobierno y en el Estado nacional. El México del PRI 1917-2018 es otro y de ahí la movilización social contra la estructura del sistema/régimen/Estado priísta que representan el PRI, el PAN, el PRD, Morena y los partidos chicos e inclusive muchos de los independientes que creen que el problema nacional es la corrupción y no una estructura de poder excluyente y elitista. Si las elecciones presidenciales del 2018 no toman en cuenta el agotamiento en la funcionalidad del sistema/régimen/Estado y no aceptan que la crisis nacional es de sistema político/modelo de desarrollo/Constitución priísta, entonces podrán cumplir el calendario de la democracia electoral pero no sabrán resolver las demandas sociales de nuevos grupos nacionales. La gran fractura histórica que sufrió México en el largo periodo 1968-2000 fue el tránsito social de pueblo priísta a la condición de ciudadanía. Los gobiernos del periodo 2000-2018 fracasaron en el entendimiento de la lógica del desa-

Octubre 2016

23

rrollo político dialéctico de la sociedad mexicana, se distrajeron en sus propias limitaciones de comprensión política y contribuyeron a la profundización de la crisis social de gobernabilidad porque no atendieron las demandas de modernización política que exigía la nueva configuración de las clases sociales. México ya se acostumbró a la identificación de las coyunturas históricas y no se va a sorprender de nuevos fracasos en la reorganización como república. El 68 despertó a la clase media urbana capitalina de su sueño ilusorio priísta, la crisis 1973-1985 la sacrificó para corregir con nivel social los errores de las élites irresponsables, quedó pasmada en 1994 con la violencia del poder, se desangró en 1995 con el costo social de la crisis devaluatoria provocada por la irresponsabilidad de Carlos Salinas de Gortari y encontró una salida en la alternancia partidista en la presidencia de la república. Sin embargo, la alternancia fracasó en sus resultados porque las élites del PAN, el PRI y el PRD y la propia sociedad no pudieron definir la reconstrucción de la república. Aunque los partidos y candidatos no alcancen a comprenderlo así, las elecciones no son –es decir: no deberían ser– elecciones del rencor satisfecho o del agravio castigado socialmente, sino que deben construirse alrededor del tema central que agobia a la república: pasar de una república priísta a una república de instituciones.

Cuadernos de Indicador Político


Suscríbete al Diario Indicador Político y apoya al periodismo independiente Un año mil pesos o 65 dólares Al suscribirte recibes los siguientes beneficios:

• Certificado de Mecenas Editorial. • Tu nombre en la lista de apoyadores que publicará la edición del Diario en su último número de cada año. • Ejemplar del Diario en PDF a las siete de la noche del día anterior en tu correo electrónico. • Libro autografiado de Carlos Ramírez: Los Pinos 2018 que saldrá en diciembre. • 3 eBooks de nuestra producción editorial. • Una pluma y una libreta con el logo del Diario Indicador Político. • Además, participa en un Chat mensual con Carlos Ramírez sólo para suscriptores. • Edición especial anual de los ejemplares del Diario en versión PDF en un cd. • Descuentos especiales en eBooks. Puedes realizar tu pago a través de un depósito en la cuenta: 00106828305 de Scotiabank a nombre de Centro de Estudios Políticos y de Seguridad Nacional S.C. o por transferencia en la cuenta mencionada con la CLABE: 044180001068283058. Envía copia de tu ficha de pago a contacto@noticiastransicion.mx con tu nombre y los datos de la dirección a la que se enviarán los obsequios. También pueden hacer el pago a través de Pay Pal, en nuestro portal http://indicadorpolitico.mx/suscripciones.php Más información al teléfono 6264.0054

Hablemos de política... con Carlos Ramírez Todos los miércoles a las 22:15 en Efekto TV canal 234 de Sky


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.