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DEVOCIONAL
“Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas”. Salmo 126:6
Rev. Luis M. Ortiz
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POR LOS CAMINOS DE AMÉRICA Y DEL MUNDO
Amado lector, en esta oportunidad le presentamos un artículo del Rev. Luis M. Ortiz, tomado de esta su revista Impacto Evangelístico, edición 317, mayo 1987, titulado “Querido Colaborador”. He aquí sus palabras:
Querido colaborador, este siervo de Dios y servidor suyo, juntamente con mi amada esposa Rebecca, estamos en la obra misionera desde el año 1943, cuando salimos de Puerto Rico por primera vez. Estuvimos casi un año en la República Dominicana, y más de dieciséis en la República de Cuba, a donde Dios nos había llamado, y donde Dios se glorificó de manera grande.
Por mandato expreso de Dios regresamos a Puerto Rico, a fines del mes de septiembre de 1960, pues Él nos dijo que había una obra grande que hacer, y en Cuba, habríamos de estar maniatados. Y poco después Dios inició esta obra del Movimiento Misionero Mundial, que Él ha llevado a 32 países, y ha levantado alrededor de 650 congregaciones. Con el programa radial transmitiéndose por 108 emisoras, 135 veces a la semana; y una de estas emisoras de alta potencia que cubre 87 países, donde vive casi la mitad de la población del mundo. ¡Alabado sea el Señor!
Hace casi 59 años que el Señor me salvó. Al mes de ser salvo me bautizó en el Espíritu Santo, y prediqué mi primer sermón; el más quebrantado y ungido que jamás he predicado. Allí y entonces el Señor me trazó la senda: “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas” (Sal. 126:6).
Seguí predicando. Después de mis estudios seculares, por llamado divino, renuncié a mi trabajo y estudié la Palabra de Dios, después de lo cual ingresé en el ministerio activo a tiempo completo en el año 1941, o sea, hace 46 años, y estamos en la obra misionera hace 44 años.
Amados, todo esto le he dicho, para decirles que toda nuestra vida misionera y ministerial ha sido y es una vida de fe y de
sacrificio, de entera dependencia del Señor. Estando en la obra misionera en el exterior, nunca escribimos una carta, ni siquiera a nuestra familia, contándoles nuestras necesidades, penurias y urgencias. Estas las comunicábamos al Señor, pues Él fue quien nos llamó.
Así Dios nos adiestró desde bien temprano, para Él poder levantar esta obra de fe y de sacrificio. Y para la gloria de Dios hemos impartido esta visión, esta vida de fe, y este espíritu de sacrificio a toda la Obra y a todos los obreros. ¡Y Dios está haciendo proezas a través de esta Obra! ¡Cuando hay sacrificio, el fuego de Dios desciende!
Por estas razones bíblicas, espirituales, de experiencias y de vivencia personal, es que esta Obra depende del Señor para el sostenimiento y para el avance de la misma.
Nosotros no tenemos ninguna asignación económica de ninguna agencia misionera, ni de concilio alguno; no tenemos comercios, ni industrias, ni cooperativas; no celebramos maratones, ni ejercemos presiones para forzar los ingresos; ni tampoco hemos bajado los niveles bíblicos de conducta, de disciplina, de moral y de santidad por ventajas económicas.
Pero esto no quiere decir que tengamos fondos en reserva, ni tampoco que recibamos suficiente dinero para atender los crecientes compromisos de la Obra que continuamente se extiende por el mundo. Entre nosotros mismos, los pastores, iglesias, hermanos en esta Obra, tenemos que realizar esfuerzos especiales más allá de nuestras fuerzas, tenemos que agonizar en la oración para que Dios obre y toque corazones y mueva voluntades para que cooperen.
Es mejor agonizar en oración para el cumplimiento de los compromisos y el avance de la Obra, que tener millones de dólares acumulados en los bancos, por razón de lo cual ya no tendríamos que agonizar en la presencia de Dios, y seríamos dependientes de los millones de dólares e independientes de Dios; todo lo cual nos llevaría al materialismo, a la ambición, a la mundanalidad, pues dice la Palabra que “raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos males” (1 Tim. 6:10); y sea hombre o sea concilio irá a parar “a la compañía de los muertos” (Pr. 21:16).
Esta Obra, pues, en el Nombre de Señor, seguirá dependiendo de Dios en agonía e intercesión y siempre avanzando por los caminos de América y del mundo, porque “en cuanto Sion estuvo de parto [agonía] dio a luz sus hijos” (Is. 66:8).
Y para la gloria de Dios, el gozo de los que aquí trabajamos, el regocijo de los que oran y cooperan viendo el fruto de sus ofrendas, la admiración de los que miran de lejos, vergüenza de los que pueden hacer más y no lo hacen, preocupación de los que se oponen, y derrota del diablo, esta Obra, en su agonía seguirá pariendo hijos espirituales, nuevas iglesias, más obreros del Señor, más pastores, evangelistas, misioneros, maestros de la Palabra; y todo para la gloria de Dios y alabanza de su nombre.
¡Dios nunca ha fallado ni fallará!