
1 minute read
ÉPICA Y PASIÓN
Nuestros gemidos se mezclan en un coro apasionado, como música celestial que penetra en el alma, el éxtasis nos envuelve en un éxtasis desenfrenado, como un fuego ardiente que nos consume en una llama. El tiempo se detiene en ese momento sublime, como un sueño eterno en la eternidad del deseo, nuestros cuerpos se entregan en un baile sublime, como una sinfonía de placer, en un abrazo ameno y repleto.
El sol ardiente en el horizonte cayendo, como un fuego encendido en llamas ardiendo, mi corazón en la tarde acelerado, latiendo, anhelando el encuentro que estoy previendo. Mis ojos buscan la gura anhelada, tu cuerpo esculpido en curvas de locura como una estatua de dios idolatrado, que despierta en mí una ardiente desmesura. Tus labios carnosos son dulce tentación, como néctar prohibido que anhelo probar, tu piel suave y tersa despierta mi obsesión, como una rosa en pleno apogeo a deshojar. Nuestros cuerpos se entrelazan en un abrazo, como la danza de dos llamas en la oscuridad, el calor de nuestros deseos se hace paso, como una hoguera de pasión en plena intensidad. Tu aroma embriagador me envuelve y me inunda, como el aroma de una rosa en plena primavera, me pierdo en tus caricias, en cada rincón profundo, como una sirena en el mar, sin rumbo ni brújula siquiera.
Advertisement
Somos dos almas que se encuentran en la oscuridad, como estrellas fugaces que se cruzan en el rmamento, nuestro amor es épico, ardiente en su realidad, como una leyenda que se forja en cada encuentro intenso. En la batalla del amor, somos valientes guerreros, luchando con ardor en una entrega apasionada, nuestros cuerpos son armas, nuestros besos certeros, como una danza en la que somos almas hechas de amor, encarnadas.
Y así, en esta epopeya de pasión y fuego, nuestros cuerpos se funden en un solo ser, en una historia de amor que nunca llega al riego, como una obra maestra escrita con el pincel del placer. En la intimidad, somos poesía en su esencia, nuestros cuerpos son versos que se entrelazan, nuestras palabras son gemidos, una dulce cadencia, como una sinfonía de amor que nunca se acaba. En la oscuridad de la noche, en la claridad del día, en la calma del atardecer, en la bruma del amanecer, en la pasión de cada encuentro, en cada caricia mía, nuestro amor es poesía épica, eterna y sin entender. Así somos, dos almas que se buscan en la inmensidad, que encuentran el amor en la pasión más ardiente, que se entregan sin reservas, en una sublime unidad, como una historia de amor que se escribe en cada instante… En esta epopeya de deseo y fervor.
Reportaje por: Carla Coniglio
