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De la Realidad actual:

Formas de vida.

Aquí un enfoque económico se transforma en una focalización ética. Todos estamos de acuerdo en que la forma de vida actual no es óptima y hay que mejorarla. Usualmente echamos la culpa a nuestros gobiernos y esperamos que sean ellos los que cambiando sus políticas de estado busquen soluciones a los problemas sociales que padecemos en mayor o menor grado en todas las latitudes, pero ¿cuánto estaríamos dispuestos a poner de nuestra parte para lograrlo?, ¿hasta dónde un gobierno debe intervenir en el control de los habitantes bajo su dominio para que cambien sus hábitos de vida?, ¿sería aceptado por sus gobernados que se impusiera a través de medidas drásticas en pro del bienestar de las mayorías o derrocado por considerar que mostraba autoritarismo?.

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Aunque la línea de estos artículos es cultural y de superación personal, no podemos sustraernos en este mundo globalizado de dos contextos que a todos nos envuelven, determinando nuestras formas de vida y son el el de la balanza entre la tranquilidad y la incertidumbre.

Escuchamos con frecuencia que el mundo está polarizado entre quienes viven bajo gobiernos populistas que favorecen la distribución equitativa de riquezas y oportunidades y los que tienen al frente gobernantes que protegen a sectores privilegiados que si bien son dueños del capital y motores de progreso en iniciativas empresariales privadas y consecuentemente quienes dirigen a masas trabajadoras, que buscan primeramente proteger y acrecentar sus intereses económicos antes de buscar repartir los benecios de la riqueza generada entre quienes las forman.

Ambos sistemas encierran riesgos y peligros cuando sus principios se maximizan. Algún sabio dijo “Como es arriba es abajo” y ahí es donde cabe preguntarnos individualmente cuál es nuestra manera de ver, qué forma de vida nos favorece y analizarnos desapasionadamente sobre cuánto estaríamos dispuestos a compartir de nuestros bienes entre los que menos tienen para que la distribución de las riquezas de nuestro mundo fuera más justas o si veríamos mejor ser de los generadores de progreso basado en la opresión de quienes menos tienen.

Sí a veces es difícil en una familia unida por lazos de sangre, que vive bajo un mismo techo, ponerse de acuerdo sobre las normas que deben regir su vida interna dentro del hogar, cuánto más problemático será controlar a todo un país de miles o millones de seres humanos con percepciones individuales tan distintas en cada persona.

Con frecuencia, lo que se cree más difícil, utilizando el sentido común “el menos común de los sentidos”, se vuelve fácil. Lo bueno siempre es bueno, aunque se pretenda disfrazar y lo malo en consecuencia también lo es, por más que se le justi que en múltiples formas. ¿Cómo te autoevalúas?, las preguntas son solamente dos: ¿serás capaz de contestarlas con absoluta sinceridad?. Si contestas a rmativamente serás actor protagonista para mejorar al mundo ¡atrévete! no esperes que otros lo hagan, la acción debe iniciarse por ti mismo:

1. ¿Puedes amar a Dios como tú lo concibas y con el nombre que quieras darle, respetando su creación y aprovechando racionalmente sus bienes?.

2. ¿Puedes amar desde hoy a tu prójimo como a ti mismo?.

Reportaje por: Guadalupe Martínez Galindo

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