Laura vive en un tercero sin ascensor. Hace ya un par de años que vive en el mismo edificio, así que las escaleras ya no le suponen un problema. Ni siquiera cuando sube con el carrito a cuestas, la compra de la semana y sus dos hijos, que van siempre delante, a quiénes tiene que ir animando para que no se entretengan entre escalón y escalón. Hoy se ha levantado a las cinco de la mañana. Como casi cada día. Entre los varios trabajos que tiene, uno de ellos es la limpieza de unas oficinas que tiene cerca de casa. Cuando suena el despertador y justo antes de abrir los ojos, siempre tiene unas décimas de segundo en las que piensa dedicarse esos cinco minutos más, pero enseguida recuerda que cuanto antes vaya a las oficinas, antes podrá volver para preparar el desayuno a sus hijos y llevarlos a clase. Su vida ha cambiado mucho en los últimos 10 años. Ella vivía en Perú con su marido y allí las cosas sí que estaban difíciles. Primero fue él quien viajó para intentar construir un futuro mejor. Al cabo de un año, Laura pudo reunirse con él. Lo más duro al principio no fue encontrar trabajo, hacer amigos o acostumbrarse a una nueva cultura. Sin duda, lo más difícil fue vivir sin sus dos hijos, entonces pequeños, que tuvieron que quedarse en Perú y a los que no pudo ver en tres años. Esta mañana, saliendo de casa todavía de noche, Laura ha decidido que, en cuanto termine el turno de tarde en el restaurante, pasará por la tienda a comprar algo especial para la cena. Hace tiempo que no prepara su plato favorito y hoy es el mejor día: empieza unas vacaciones de 10 días después de cinco años sin tenerlas. Por fin, 10 días seguidos para bajar a la playa con sus hijos, mojarse los pies en el mar y agradecer que día tras día, su vida es un poco mejor. Existen superhéroes escondidos detrás de cada puerta, en cada barrio. No los reconocerás a simple vista, no llevan capa ni antifaz. Pero tienen superpoderes. Sólo necesitas estar atento a los detalles y les reconocerás enseguida.
REFLEXIONES
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