Capítulo 1. Región y regionalización: la trayectoria de un debate
El prototipo o el ejemplo más emblemático de este abordaje analíticoracionalista fue aquel construido por algunos geógrafos de la corriente cuantitativa o neopositivista, como el geógrafo David Grigg, cuya perspectiva ya fue tratada aquí (véase “Muerte y vida de la región en una perspectiva neopositivista”). La región como simple instrumento analítico, independientemente de la “realidad”, proviene de posiciones como la de Christaller, para quien “[...] es necesario desarrollar los conceptos imprescindibles para una posterior descripción y análisis de la realidad, la teoría tiene una validez independiente de la realidad concreta, una validez basada en su lógica y coherencia interna” (Christaller, citado en Mendoza, 1982: 108-109). De allí, como ya remarcamos, la aversión inicial de la geografía neopositivista a un concepto clásico, empirista y objetivo de región, y su priorización, muchas veces, de la regionalización como simple clasificación de áreas, mero instrumento de análisis del investigador. Se trata, en verdad, de dos perspectivas extremas: aquella en que la región se reduce a un “hecho”, una realidad objetiva por ser simplemente reconocida por el geógrafo, y aquella en que ella se restringe a un mero “artificio” elaborado intelectualmente a partir de los más diversos criterios, propuestos dentro de una pretendida objetividad del investigador. Al mismo tiempo que identificamos esta visión de región/regionalización que denominamos analítico-racionalista, típica de la lógica formal neopositivista, encontramos también la región como “constructo social” en otras perspectivas, especialmente en aquella denominada de modo más riguroso, y por eso con un sentido mucho más apropiado, “constructivista”, que se impuso en la segunda mitad del siglo xx, y que tuvo sus raíces en pensadores como Jean Piaget y Gaston Bachelard, para luego proyectarse hacia la obra de contemporáneos como Donna Haraway y Bruno Latour. Perspectivas que sobrevaloran el campo de las interpretaciones, como la de la región posestructuralista como “invención discursiva”, abordada anteriormente, se encuentran entre las formas más extremas de (des)constructivismo. Más adelante, sin embargo, a título conclusivo, al enfocar la región como arte-facto, regresaremos a este debate a fin de discutir posiciones más matizadas, en el sentido de un constructivismo no-dicotómico entre campo de las ideas y campo de la materialidad, o, en términos epistemológicos, entre racionalismo y empirismo. Se busca superar lecturas duales o, por lo menos, enfatizar el carácter plural del (los) constructivismo(s). 4.3. ABORDAJES NORMATIVOS: LA REGIÓN COMO INSTRUMENTO DE ACCIÓN
Esta perspectiva, muy explícita en la llamada geografía activa, en los años sesenta, que buscaba conceder un papel más comprometido y
85