Capítulo 3. La región en una “constelación” de conceptos: espacio, territorio y región
más tradicional, el territorio político-estatal, puede diluirse como un tipo específico de región: las regiones de sello político-administrativo. Al contrario, en las últimas décadas del siglo XX, de cierta manera, en algunos contextos, especialmente en las geografías de lenguas latinas, la región casi desaparece frente al dominio del concepto de territorio –que a veces asume inclusive la antigua noción de región como espacio “integrador” o “síntesis” de múltiples dimensiones, en sentido amplio–. Es el caso de la geógrafa francesa Christine Chivallon (1999), quien define el territorio a partir de nuestra “experiencia total” del espacio. Es interesante resaltar que la región llegó a ser considerada también por algunos geógrafos marxistas, como espacio por excelencia de la “totalidad”.7 La posición sustitutiva también se presenta en abordajes más ligados a la geografía cultural de raíces humanistas o fenomenológicas, como se observa entre aquellos, pocos, que privilegian una concepción cultural-simbólica del territorio (como Bonnemaison y Cambrèzy, 1996) y aquellos, un poco mayor en número, que conciben la región, sobre todo, como “espacio vivido” o desde su constitución identitaria. 2.2. PERSPECTIVAS ASOCIATIVAS
Denominamos perspectivas asociativas (o, en algunos casos, integradoras) entre los conceptos de territorio y región, aquellas en las que no solo no hay una clara separación entre ellos sino que, además, no incurren en una verdadera dilución de los conceptos, uno con relación al otro. Puede hasta ocurrir que uno se conciba como si estuviera “en el interior” del otro, pero no al punto de diluirlo y sí de verlos, de alguna forma, integrados. Algunos autores llegan a proponer, por ejemplo, la región como un concepto más amplio que el territorio, englobándolo, en la medida en que el espacio regional, epistemológicamente hablando, implica recortar el espacio en unidades coherentes según múltiples criterios. Cuando nos restringimos a criterios de orden político, entonces, el recorte que de allí resulta comprende un territorio. Un poco más compleja pero muy próxima a esta perspectiva es la propuesta, hoy clásica, de Robert Sack (1986). Este autor no reduce el territorio a entidades político-administrativas, pues de manera más amplia reconoce en todo control espacial de acceso una forma de territorialidad, por lo que, la región termina siendo un concepto
7 Es el caso de Silva (1978), cuando define la región como “unidad y totalidad singular, componente del espacio geográfico” (Silva, 1978: 83), y de Duarte (1983), cuando considera, de forma bastante cuestionable, que los únicos espacios que representan una totalidad social son las formaciones “regionales” y las “generales” (los Estados-nación).
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