Capítulo 2. Por otra regionalización: la región como artefacto
Así como son enfocados más por la discontinuidad que por la continuidad, más por la heterogeneidad que por la homogeneidad, la realidad y el espacio contemporáneos, relacionalmente hablando, son siempre abordados mucho más por el carácter de mutación, de movilidad y también de fluidez que por su conservación, fijeza y estabilidad. Muchos autores, sin embargo, últimamente han cuestionado este relativo menosprecio por la conservación y por el carácter “fijador” del espacio.12 Esto se verifica, antes que nada, por el simple hecho de que una de las propiedades del espacio es “acumular”, o más bien, “condensar” tiempo, sintetizada en la denominación “acumulación desigual de tiempos”, de Santos (1978). El tiempo materializado en espacio interfiere directamente en el potencial que los espacios ofrecen para la transformación y la propia fluidez. Así, contextos o articulaciones regionales dependen también del “tiempo espacial” allí sedimentado. De allí la extrema relevancia del análisis temporo-espacial dentro del análisis regional, pues la des-articulación regional depende no solo de las des-conexiones que es posible realizar en el presente (para el futuro) sino también de aquellas que realiza (o que realizó) con el pasado, sea a través de la misma materialidad previamente construida, sea por la memoria espacial que con frecuencia accionamos. 2.4. EL CARÁCTER ESCALAR INTERMEDIO O DE MESO-ESCALA: POR UNA REGIONALIZACIÓN VINCULADA A LAS MÚLTIPLES ESCALAS DE PODER EN UN MUNDO GLOBAL-FRAGMENTADO
Si existe consenso de que la región siempre implica un nivel “mesoescalar”, ya que se define con relación a un todo más amplio, no se puede decir lo mismo cuando se trata de determinar a qué “mesoescala” se refiere prioritariamente. No hay duda de que la región, especialmente cuando se toma en su sentido más genérico y de naturaleza fundamentalmente epistemológica, como instrumento de análisis, como “recorte” espacial o “parte de un todo”, siempre se trabajó como escala intermedia, sea aquella más típica entre lo local y lo nacional (entendida equivocadamente como una marca central del abordaje clásico lablacheano), sea entre lo nacional y lo mundial (en la popular geografía “de los continentes” y/o de los “bloques regionales” con que
por las desigualdades (económicas) que por las diferencias (culturales) (1994: 209) [...] donde, más que la desterritorialización desenraizadora, se manifiesta un proceso de reterritorialización espacialmente discontinuo y extremadamente complejo” (Haesbaert, 1994: 214). 12 Un ejemplo es Jones, quien propone “considerar un medio camino conceptual entre espacio como anclaje y fijidez territorial y concepciones de espacio como topológico, fluido y relacionalmente móvil” (2009: 496).
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