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Grietas sobre nuestro territorio

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de las memorias P

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Cristian Martínez (Laura Martínez)

La grieta es una serie de talleres pensados para aprender mediante el arte. Tuve la oportunidad de asistir a unos de ellos, cuyo tema central estaba ligado al cuerpo, género y territorio.

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Mediante la fotografía análoga y digital, un grupo de compañeros y yo nos planteamos unas preguntas: ¿Somos necesarios para nuestro territorio? ¿Puedo expresar quién soy con mi cuerpo? Preguntas que parecen simples pero realmente pueden llegar a un buen punto reflexivo.

No somos necesarios para nuestro territorio, hablando en conjunto, si por alguna razón todos los habitantes de Suba desaparecen, la naturaleza al cabo de muchos años va a poder restablecerse con total tranquilidad. Sin embargo, un escenario tan utópico jamás podrá existir. Vivimos en Colombia, donde a nosotros como pueblo nos importa el ambiente natural, pero a los dirigentes que tienen el poder de cuidarlo, no. Entonces nuestra duda fue hasta el terreno político. Y sí, se necesita de nosotros y nosotras, personas del común para cuidar el ambiente de su capitalización. Sorpresivamente llegamos al punto al que el proceso quería llegar, una idea indígena, que plantea que la natu- raleza y el ser son uno mismo. Este pensamiento tiene demasiado sentido, pues desde el punto de vista científico si una especie animal desaparece, por ejemplo, las abejas, por más insignificante que luzcan forman parte importante de la preservación del medio ambiente y sus ecosistemas. Por otro lado, si ponemos una especie en un ecosistema distinto al suyo puede ser considerada “plaga”, pues esta puede comerse el alimento de otra especie, o cazarla hasta extinguirla. Es esa nuestra responsabilidad, cuidar de nuestra raíz natural, para prolongar nuestra vida y las futuras generaciones, para seguir avanzando como sociedad.

Esta charla, en conjunto con el avance del taller, la conectamos con nuestro cuerpo, como si la naturaleza nos hubiera regalado una parte de ella, siendo el ombligo el centro y comienzo de un mar de historias que podremos en algún momento compartir. Con ésto, decorar nuestro templo, territorio o simplemente cuerpo, para expresar nuestro género, gustos y mil cosas más que solo una persona en su más profundo sentir sabe.

Indudablemente expresar esto también va a causar grietas sobre nosotros si no somos capa- ces de lidiar con malos comentarios, ya que hay personas que aún no aceptan la diversidad, aunque no seamos realmente tan diversos, todavía creen que todos y todas somos de alguna manera “iguales” a lo que se nos acostumbra a decir como “lo normal”. Aprender a vivir con estas grietas causadas por la falta de comprensión de terceros es una parte fundamental de vivir, ya que nos hará más fuertes a la hora de afrontar problemas más grandes, y sobre todo, estaremos en paz siendo nosotros y nosotras, no alguien que tapa su ser por la despreciable presión social.

Estas son conclusiones a las que llegue en conjunto con algunos de mis compañeros en tan solo dos sesiones, ojalá hubiera tenido la oportunidad de asistir a todos los talleres, si se tiene la disposición y la actitud se aprende bastante en solo un encuentro. La grieta, si se me pregunta, la describiría como una sala de reflexión donde el arte, el diálogo y debate sano predominan.

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