

En los tiempos que corren, se intensifica el hostigamiento, el acoso. El ataque verbal irascible de grupos contrarios a la Tauromaquia en particular. Desde el estado con un mensaje subliminal y polarizado, se pretende un reclamo de perdón al gobierno (y de paso a la corona de España), por las “atrocidades” cometidas en el proceso de conquista (15191521). Ese es uno de los telones de fondo habidos para que los contrarios cosechen manojos de argumentos con los cuales pretenden ese otro reclamo: que la Tauromaquia, como viene de España, es también cruel y despiadada. En el peor de los casos consideran esta representación con el equivocado término de “tortura”
En efecto, los tiempos cambian y en esos cambios que también son de criterio legal, jurídico, se emplea el eufemismo de “maltrato animal”, concepto que en sí mismo es discutible, de acuerdo a la mirada de donde proviene pero olvidando que desde milenios atrás, el “homo sapiens” tuvo que domesticar plantas, animales, especies marinas para su supervivencia.
Hoy sucede algo que ya desde 1980 contemplaba el autor Roland Barthes en su obra fundamental La cámara lúcida:
( ) Lo que caracteriza a las sociedades llamadas avanzadas es que tales sociedades consumen en la actualidad imágenes y ya no, como las de antaño, creencias; son, pues, más liberales, menos fanáticas, pero son también más “falsas” (menos “auténticas”) -cosa que nosotros traducimos, en la conciencia corriente, por la confesión de un tedio nauseabundo, como si la imagen, al universalizarse, produjese un mundo sin diferencias (indiferente) del que sólo puede surgir aquí o allí el grito de los anarquismos, marginalismos e individualismos ( )
Por todas estas razones, el presente texto TAUROMAQUIA: Summa de un pasado remoto que pervive, que fue presentado el 27 de enero pasado, siendo la 76ª participación en línea, convocada por el grupo taurino de Ciudad Juárez “Efrén Acosta Baray”, la que, en su afán de divulgación o diseminación entre un espectro más amplio de aficionados aquí o allá; comparto ya editado el mismo. Su contenido es un profundo referente que pone en valor la invisibilización de la cultura. Agradezco a D. Manuel Peña, presidente de dicha organización, así como a D. Luis Carlos García Sierra su amable invitación que correspondo ahora también, gracias al apoyo del estimado amigo Óskar Ruizesparza, quien administra acertadamente y desde hace algunos meses, el excelente portal de internet FOMENTO CULTURAL TAUROMAQUIA HISPANOAMERICANA, permitiéndome anexar este nuevo ejercicio de reflexión al conjunto de otros tantos trabajos que aparecen bajo mi nombre y responsabilidad.
Así que el aficionado a los toros tiene, a partir de estos momentos, una mirada que poco se observa, pero que está ahí, de modo tan presente y evidente en el legado que la Tauromaquia ha construido en milenios. En siglos de afirmación como un hondo ritual que seguiremos procurando defender y justificar desde sus más misteriosas entrañas y sus significados.
Dr. José Francisco Coello Ugalde. CDMX, febrero de 2025.
Por: José Francisco Coello Ugalde Director del “Centro de Estudios Taurinos de México, A.C.”
El tiempo, como el espacio y como la materia, ha cesado en su función milenaria de servir como clave para la resolución del enigma de la existencia humana.
El término o concepto Summa significa, ni más ni menos que, acumulación de la experiencia, del conocimiento… De ahí que vayamos a entenderlo en la siguiente lectura. Brotan estas notas, iluminadas nuevamente por la polémica conmemoración del 12 de octubre, considerado el “día de la hispanidad”, y que aún mantiene encontrados o enfrentados, a inmensos sectores de la sociedad latina que no terminan por asimilar debidamente ese paso que culminó, ¿o empezó?, la jornada del 12 de octubre de 1492, cuando el hombre se encuentra con otra parte del mundo, pensando que toda civilización adelanta modificándose.
Ya lo decía el gran Alfonso Reyes en su aporte “La X en la frente”: Se trata de dos cruces; el interno de razas y mentalidades y el de las influencias de oriente y occidente. Una particularidad de México es ser punto de cruce.
Por ello, está presente una ignorancia y un falso adoctrinamiento, del enorme grupo, que son legión; además, convencidos seguidores (que ponen en práctica una conducta propia del fanatismo). Un fanatismo sin sustento, exacerbado por las redes sociales y líderes de dudosa procedencia. Nos condenan diciendo que hacemos seudociencia, como si fueran inquisidores. Es decir, sienten tener la razón…, pero los demás no.
Ha dicho recién María Cristina “Marita” Perceval, Presidenta de Feministas Sin Fronteras en Argentina: “Estamos en un mundo en que negar derechos es la estrategia”. Autoritarismos como esos, los hemos tenido a lo largo de la historia y son episodios oscuros en sí mismos. Y aún más, este significado pudo sintetizarlo el gran Alfonso Reyes en una precisa y puntual observación que hizo de su obra Stella Mastrángelo: “Y por este brazo de la equis el México de Reyes linda (o cuadra, o triangula) con algunas de las obsesiones favoritas de la cultura dominante del siglo XX (y ahora del XXI): no sólo la conciencia y la elaboración de pautas de convivencia con lo “otro”, sino la búsqueda de una posición más soportable -incluso para la precisa y puntual mirada hacia la tauromaquia que agregamos nosotros-, en las tensiones entre naturaleza y cultura, entre lo individual y lo social, entre lo animal y lo divino y aun entre la vida y la muerte”.
Tal cual lo decía también Edmundo O´Gorman en su “Crisis y porvenir de la ciencia histórica”: “Junto a las catedrales y sus misas, las plazas de toros y sus corridas. ¡Y luego nos sorprendemos que a España y los suyos de este lado nos cueste tanto trabajo entrar por la senda del progreso y del liberalismo, del confort y de la seguridad! Muestra así España, al entregarse de toda popularidad y sin reservas al culto de dos religiones de signo inverso, la de Dios y la de los matadores, el secreto más íntimo de su existencia, como quijotesco
intento de realizar la síntesis de los dos abismos de la posibilidad humana: el “ser para la vida” y el “ser para la muerte”, y todo en el mismo domingo”.
Lo anterior parece un “in crescendo” poético. Y es que, “Como facultad de la especie, la poesía es un puente entre el hombre individual, su época y los días por venir; entre lo vivo, lo muerto y lo que no ha nacido. Por lo tanto, es asimismo un diálogo con los seres que se han ido y cuyo espíritu vuelve a expresarse como voz y presencia”, esto lo afirma Eduardo Hurtado en Este decir y no decir.
Hablar o escribir. Reflexionar o cuestionar la TAUROMAQUIA, desde dentro o fuera de su nicho, viene siendo asunto que despierta pasiones o repugnancias. Reminiscencias y hasta un cargado discurso opositor. Tal ya es un enfrentamiento que sube y baja de nivel. El destino de dicha representación, dicen unos, tiene contados sus días. Otros, le conceden eternidad.
Su diagnóstico es tan sencillo como complejo, tanto como lo queramos ver, en su epidermis o en sus entrañas. Y no me anticipo a una valoración maniquea sino sustanciosa, en la medida en que este legado reúne ingredientes milenarios, resultado de un intenso cruce de culturas entre oriente y occidente para luego unirlos en mezcla, mestizaje, asimilación y demás retruécanos con ese otro territorio, la otra parte del mundo que va desde Alaska a la Patagonia.
Para ello entonces abro un espectro que comprende el Paleolítico y el Antropoceno. 50-75 mil años donde al comienzo del día que se separa de la noche de los tiempos, vemos ya, en convivencia a Cromañones, Neandertales junto a Homo Sapiens (el humano sabio, aunque discutible hoy día que haya alcanzado la altura de dicha definición). De ese grupo, el último
elemento sobrevivió y desarrolló una inteligencia, empujada en buena medida por la supervivencia. ¿Qué hizo entonces?
Domesticar plantas y animales,
así como poner en práctica la pesca. Luego, materializar ciclos agrícolas. Más tarde con mirada puntual hacia el cielo y el misterio que producían los caprichos de la naturaleza, entendió que era necesario crear o inventar dioses, cultos y religiones, mientras practicaba la
cacería, que hoy se la entiende como “la suerte suprema”, justo cuando el torero culmina con una espada, el sacrificio y muerte de un toro.
Reitero, acto de cacería per se, por lo que no es casual que una actividad de supervivencia ritualizada, hoy se la vea estilizada en el ruedo. Y la o las religiones creadas, se constituyeron de complejos entramados que incluían rituales donde de ciertos rebaños, hatos o manadas fueron saliendo ganados mayores y menores específicos -el Bos Taurus entre ellos-
(y en otros casos aves); que, en ceremonias especiales eran sacrificados, y derramada su sangre.
Estos comportamientos tuvieron una dinámica incansable y al pasar por diversas culturas en afanes de expansión y dominio, conquistas, guerras. Mudanzas y convivencia con el otro o los otros, tenemos ya un impresionante bagaje con el que, para 1492 significa ese otro cruce de culturas, listo para fusionarse con la futura América.
En ese sentido, “José Alameda” nos dice en “Tauromaquia, Tauromagia”:
El toreo es un rito, una fiesta solar. Los millares de seres que domingo a domingo -y el domingo es también un día solar- se congregan en la plaza circular, en el circo, en el círculo, a presenciar el juego mortal de toros y toreros, de bestias y bestiarios, que se lleva a cabo en la arena que tiene forma solar, no saben pero sienten que están imantados por la irresistible atracción de un rito pagano presidido por una divinidad que no es otra que el sol.
En las tardes en que las nubes amenazan ocultar el sol, o al menos atenuar su luz, el público echa de menos la presencia de la divinidad solar. Cuando las nubes se apartan para dejarlo brillar con máxima potencia, un grito unánime se escapa de todos los seres, aclamando al sol. El alma antigua del hombre primitivo que se esconde en el hombre actual se expresa en ese grito de adoración. Si buscáramos el por qué del entusiasmo irresistible del pueblo mexicano por el espectáculo taurino, tendríamos que acudir a la persistencia de los ritos solares de los antiguos mexicanos, entre los que el sol -Huitzilopochtli, Tonatiuh- era la divinidad principal. La fiesta taurina es una fiesta de sacrificio y, como tal, de sangre y de muerte. “Los hombres para expresar necesidades eternas, encuentran espontáneamente, apenas modificadas, las formas religiosas que expresaron esas necesidades durante los milenios del mundo antiguo”.
El toro es el animal solar, el signo astrológico del sol. En la fiesta taurina se sacrifica al sol un animal solar, una imagen viva del sol. El combate entre el hombre y la bestia, o en una palabra, la tauromaquia, es también un rito solar mágico. La fiesta, la ceremonia taurina, es lo que pudiéramos llamar una tauromagia. El sol la preside, pero el sol es el toro. El toro es la víctima, pero el toro es también sol.
El toreo tiene, además de sus víctimas, sus mártires. El público, que en esta es, como pocas veces, sinónimo del pueblo, se ha reunido ahora con un doble fin: el de la ceremonia taurina por sí misma y el homenaje a un torero muerto en la arena solar, víctima de la víctima.
Es, lo que en otras palabras se considera como culto heliolátrico al sol.
En ese sentido, y retomo de nuevo a Alfonso Reyes, cuando el regiomontano en su maravilloso texto “México en una nuez” refiere lo siguiente:
Los aztecas, raza militar, dominaban por el terror a un conjunto de pueblos heterogéneos, y sólo escapaban a su imperio los muy alejados o los muy bravos, como la altiva república de Tlaxcala, cuyos hijos preferían cocinar sus alimentos sin sal a tener trato con los tiranos de Anahuac. Los aztecas vivían sobre los despojos de civilizaciones vetustas y misteriosas, cuya tradición ellos mismos habían comenzado a no entender, vaciándola poco a poco de su contenido moral.
( ) su colisión contra los hombres que venían de Europa, vestidos de hierro, armados con pólvora y balas y cañones, montados a caballo y sostenidos por Cristo, fue el choque del jarro contra el caldero. El jarro podía ser muy fino y muy hermoso, pero era el más quebradizo.
ahí que la gran mente política de Hernán Cortés
jugó de intrigas y ardides, abusó del respeto que el indio concedía siempre al que se decía embajador, y como embajador vino a presentarse para que le abrieran todas las puertas; se aprovechó de la superstición que lo hacía aparecer como emisario de los Hijos del Sol (verdaderos amos del suelo mexicano que, según los oráculos, un día volverían a reclamar lo suyo), y amparado por la feliz aparición del cometa, triunfó sin lucha en el ánimo asustadizo del emperador Moctezuma, que así se portó ante él como el Rey Latino, en la Eneida, a la llegada de Eneas, el hombre de los destinos. Y todavía sacó partido del pavor que causaba en el ánimo de los indios la sola presencia de las tropas españolas, haciendo pasar por dioses a los caballos y por centauros a los jinetes. Finalmente, Cortés movilizó, contra el formidable poder central, los odios de los cien pueblos postergados. Y así, bajo las inspiraciones de Cortés, los indios mismos hicieron -para él- la conquista del Imperio Azteca. (…) ¿Unos centenares de hombres y una docena de caballos lograron tamaña victoria? Oh, no: como en la Iliada, todas las fuerzas del cielo y de la tierra tomaban parte en el conflicto.
Por otro lado
( ) Habituadas a vivir en un comunismo agrícola, las poblaciones rurales se ven divididas por el conquistador en reparticiones y encomiendas. La repartición del suelo era la cruel verdad, la encomienda de almas era el eufemismo sangriento. Y la Iglesia se lanza a proteger a las poblaciones indígenas: cuida sus tierras, y junta en el atrio a las familias espantadas.
Fueron años de reconocimiento, asimilación, conquista, eliminación. Se afirmó una nueva religión -con la cruz y con la espada-, donde actuaron seres humanos de toda índole y franqueza. Los hubo también de toda laya y baja estofa y el considerado exterminio no acabó con todo, como se cree. Fue necesario imponerse sobre imperios y no necesariamente en entes tributarios o poblaciones distantes de toda posibilidad de civilización (miro en el horizonte a los belicosos chichimecas, por ejemplo). Ello fue una demostración de cuando los primitivos cronistas y soldados, ( ) usaron de la pluma de las memorias cuando ya no podían más con la espada de las hazañas (Alfonso Reyes en “Don Ramón [de Valle Inclán] se va a México”).
De llamar a juicio sumario, estarían aquí fray Diego Durán o el capitán Pedro de Alvarado. Cristóbal Colón o Hernán Cortés, contuvieron, hasta donde les fue posible deseos oscuros, sed de venganza, desacatos, rebeldía, hambre insaciable y putrefacta de joyas, oro, mujeres, dominios…, e intentaron, el genovés y el extremeño poner en práctica la mejor diplomacia. Pero al salir de madre el proceso de expansión de la corona española y luego, las sucesivas conquistas; lo que significaba declaraciones de guerra, esta condición fue capaz de muchas infamias que hoy día los mantiene como perseguidos o criminales de guerra, incluyendo a la “lengua” que fue, ni más ni menos que Malinali Tenepal o la “Malinche” misma, cuya sombra no deja de causar molestia y ruido, como sigue sucediendo.
Y recupero una observación de Rosario Castellanos quien advierte “Es preciso inventar, otra vez, al hombre”. ¿Por qué?
No es fácil descubrir al hombre
si contemplamos el mundo con una mirada que se despoja, propositiva y voluntariamente, de prejuicios morales, psicológicos y estéticos, de compromisos políticos, de anhelos redentores, de proyectos de acción. No es fácil descubrirlo porque se confunde entre los inagotables objetos: ese mundo en el que el hombre carece de una estatura y de una ubicación específicas.
Lo que primero salta a la vista, son los objetos, y los objetos son, de acuerdo con las definiciones del diccionario, todas aquellas cosas que afectan los sentidos (lo tangible, lo gustable, lo visible, lo olfateable, lo audible) y todas aquellas otras que ocupan el espíritu, es decir, el reino entero de lo imaginario. (…) Al objeto le basta aparecer, ocupar un espacio, solidificarse en torno a un punto. Lo demás que se construye alrededor de este fenómeno -en el sentido más estricto de la palabra- es retórica. Una retórica que, al desecharse deja al descubierto el mito de la profundidad. El universo, dice Robbe-Grillet, es superficie. Y detrás de la máscara, no se oculta ningún rostro.
Finalmente:
Para relacionarlos con el universo, para comprenderlos, sería suficiente la función óptica que mide, coloca, señala. Esto es, describe. Y el uso de este verbo invalida el de otros que durante siglos pretendieron suplantarlo: penetrar, desentrañar, revelar, interpretar, dotar de sentido, componer, modificar.
Para comprender hasta aquí este complejo proceso, es necesario contar con una visión universal muy peculiar. En ese sentido, quien nos abre esa mirada es el filósofo mexicano Leopoldo Zea quien anota:
El universalismo considerado en su más auténtico sentido, esto es, como capacidad para reconocer al hombre en sus múltiples expresiones. El universalismo como capacidad para comprender y hacer comprender. No es universalismo que califica, discrimina y decide sobre otras expresiones de lo humano, sino el universalismo que sabe reconocer, en la concreción de los hombres, lo que de común tiene con la propia e, igualmente, concreta humanidad.
Y si interviene una empatía, entonces sucede que al hablar de la igualdad de todos los hombres por su concreción, esto es, por ser distintos los unos de los otros, pero no tan distintos que no pueden
comprenderse y reconocerse como iguales. Igualdad por la diversidad, porque cada hombre es igual al otro por ser distinto. Esto es, por tener una identidad, una individualidad, una personalidad. Pues ha de ser el reconocimiento de lo propio en otros, y de los otros en lo propio, la mejor garantía del respeto que han de guardarse entre sí los hombres para convivir.1
Pues bien, esa nueva convivencia continental permitió a propios y extraños, conformar una vida cotidiana donde se entrecruzaron diversas razas, contribuyendo cada una de ellas a trascender hábitos, religiones, alimentación, cultura, lenguaje. Surgieron las “castas”, se afirmó -quiérase o no- la presencia indígena que se hacía entender con la “castilla” y las lenguas originarias. También hubo otras tantas: la africana, asiática, la del medio oriente, la latina. El maridaje de igual forma, aplicó en expresiones territoriales como Santiago
Tianguistenco, San Juan Teotihuacan, San Juan Malinaltongo, por cierto, barrio indígena donde hoy día, y según los portadores de pueblos y barrios originarios de la CDMX,
1 Reconocimiento al Doctor Leopoldo Zea. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro Coordinador y difusor de Estudios Latinoamericanos, 1984. 21 p., p. 18-9.
se encuentra el centro ceremonial denominado “Plaza México”. Nada de esto es casual, hasta aquí. Tenemos ante nosotros, la compleja configuración humana y cultural asentada en este 2024 (y ahora 2025) en convivencia plena, cuya acumulación en todos los componentes hasta aquí citados, más un largo etcétera, hacen posible que suceda una incomprendida fiesta de toros. Las sociedades modernas, sus integrantes, jóvenes en su mayoría, rechazan esta expresión que, a lo que parece, no es de ayer. Proviene de un remoto pasado cuya carga de elementos, rememora cacería, desfiles fastuosos de soldados, guerreros o esclavos en el circo romano. Desfile simbólico que hasta nuestros días, conserva una cuidada y ordenada estratificación, en cuya avanzada aparece la figura de alguaciles que, a caballo, nos proyectan un mensaje de que ha de prevalecer el orden, en una fiesta que, conforme se desarrolla, también se relaja, y en muchas ocasiones, aparecen los guiños de Baco que combaten entre lo apolíneo y lo dionisíaco de la ceremonia misma. Se trata entonces del ritual de sacrificio y muerte mismo, con todas sus implicaciones y connotaciones, que se hace acompañar de decorados peculiares insertos en el procedimiento y desarrollo del festejo mismo, con el “¡Olé!” árabe de fondo o reminiscencias de la canción sufí (indiopaquistaní), no solo en el cante gitano -con sus “palos” de ida y vuelta: habaneras y guajiras,
sino hasta en el melodioso y rumboso pasodoble. Se trata de un espectáculo que, al cabo de 500 años
ha sido solidario con afectados, instituciones o integrantes vulnerables (hospitales de niños expósitos, de locos, de sangre o de guerra). Pendiente de apoyo a damnificados. Ritual y representación que hoy día, ya regulada, pretende elongar hasta donde le sea posible su propia escenificación, puesta en duda por liderazgos sospechosos, y seguido por legiones de contrarios, integrantes de sociedades modernas,
antitaurinos, influencers, bajo radicalismos que provienen del rechazo inmediato. Generación de “cristal” la llaman unos. Generación “clip”, otros donde “trollear”, “scrollear”, “Crush”, “F”, “POV” y otros conceptos que provienen de la modernidad digital encaminan la lectura fugaz de hechos, acontecimientos y procesos históricos, entre los cientos de miles de usuarios que hoy día llevan en la mano un instrumento de comunicación con pantalla. A mi entender, salvo que se diga lo contrario, los usuarios en general, han perdido la fascinación por la capacidad de asombro, o de aquel otro, el arte de la conversación que se da sí, pero cada vez menos, siendo el confidente perfecto el teléfono celular, el móvil que ha llegado a instalarse en la mesa como otro cubierto que usar. O un nuevo confesor en las iglesias. Está en todas partes, y no niego su enorme utilidad, pero es instrumento donde las redes sociales pueden mover masas y conciencias con acierto y error hasta el punto de que, al desbordarse, no sé cuál actúa siguiendo su principio de creación. Dispositivo que en sus enormes virtudes, limita el desarrollo del pensamiento. El uso del lenguaje, cuando en casos específicos, sólo hay capacidad para 128 caracteres. Por lo tanto, la REFLEXIÓN, así, con mayúsculas que se medita con argumentos fiables, no es frecuente y, como en un efecto “tsunami”, muchos son arrastrados e inoculados sin saber cuándo, de una especie de pensamiento inhóspito, vacío, aunque ensoberbecido como flama de cerillo.
Y para entender el camino de la independencia, de la emancipación, arrancado el siglo XIX mexicano, recupero a Alfonso Reyes en su “México en una nuez” para saber que:
Durante tres siglos las razas se mezclan como pueden, y la Colonia se gobierna y mantiene por un milagro de respeto a la idea monárquica y por sumisión religiosa a las categorías del estado. Porque la metrópoli casi no desarrolló sobre América otra fuerza que la espiritual, desprovista de ejércitos americanos que sólo se improvisaron a última hora. Entretanto, sordamente -los indios abajo, los españoles arriba y en medio los criollos señoriales y soberbios y los mestizos y astutos y sutiles-, se engendra el nuevo ser de la patria.
Cuando sobreviene la guerra napoleónica en la metrópoli, los caudillos liberales de la Nueva España, inspirados en la filosofía de la Revolución Francesa, se lanzan a la independencia. Si ellos no llegar a hacerla -dice Justo Sierra- es posible que la Iglesia hubiera provocado la revolución, amenazada como se veía ya por la Corona. Y, en todo caso, es muy significativo que aparezcan, entre los caudillos insurgentes, tantos eclesiásticos de aldea.
Hasta aquí, Alfonso Reyes. El toro muge, brama o reburdea. Y bajo estas señales de comunicación, expresa dolor que, ya en la plaza lo estabiliza a partir de las betaendorfinas que operan como un escudo protector ante el umbral del dolor, y al sentirse lastimado, se defiende, muestra su raza, su casta y su bravura.
Sucede entonces que, al verle en la arena, se trata de un integrante más, el de una pequeña comunidad de su especie, criado en forma especial, habitando un espacio que les es común
a otros ejemplares -ganados mayores y menores-, dedicados a la engorda y con fines cárnicos. Así que el toro, en una “toma medida”, se convierte en una ínfima proporción de los hatos que se envían a las plazas, procurándose, en ese sentido, mejorar la especie, respetando su vida salvaje y apartando toda domesticación.
Por cientos o miles, los otros ganados tienen como destino el rastro. Entran a una cadena de muerte colectiva, bajo cuatro grandes muros hasta ser destazados de forma tal, que el producto terminado, se coloca en frigoríficos de grandes centros comerciales, o es expuesta al aire libre de mercados -techados o no-,
parte de sus entrañas, costumbres quiérase o no, que siguen en práctica. Creo que todos hemos acudido a típicos mercados donde se exhiben filetes, cabezas,
patas, vísceras, chicharrones,
quesos de puerco, pollos enteros y desplumados; otras aves, variedades marinas.
Todo ello, hasta donde he podido comprobar, no escandaliza ni a propios ni a extraños. Así que aquellos veganos declarados, considero que han decidido bien su consumo y dieta, aunque no faltan quienes niegan en el sustento alimenticio, productos cárnicos o lácteos, pues los consideran como de imposible ingesta y fuera de su contexto. En ese sentido, no puedo dejar de mencionar una cita de Simone Weil: “el alma de lo bello” cuyo significado se deforma al dirigir nuestra mirada a las mascotas (otro dilema a resolver). Humanizarlas ha sido el siguiente error de una especie que no ha estado a la altura de este nombre: homo sapiens
Mucho podemos seguir platicando, pero sobre todo reflexionando, pues hasta lo aquí apuntado, todo tiene una razón de fondo. Tiene una razón de ser. Recuerden, “el pasado nos constituye” (Edmundo O´Gorman dixit), y con esto, hacemos desde la trinchera del Centro de Estudios Taurinos de México, A.C., el ejercicio interactivo de información y divulgación sobre varios significados históricos de próxima conmemoración: 100 años de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona (12 de abril de 2025), “…hacia los 500 años de Tauromaquia en México (24 de junio de 2026)”, y los 500 años de la hacienda ganadera de Atenco (19 de noviembre de 2028) aún en pie, cuidándonos en esto último de advenedizos y diletantes; embusteros y filibusteros. “Catones” y “Garbosos”, por ejemplo en donde “el feo lenguaje con que se bastan los charlatanes, ese lenguaje tan muerto como las coronas de nuestras frentes semejantes, reduzcámoslo, transformémoslo en un lenguaje encantador, verdadero, de intercambio común entre nosotros”, como bien lo afirma Paul Eluard.
Reunidos hoy en este espacio colmado de historias, como lo es el “Zócalo” o “Plaza de la Constitución”, rodeado de los símbolos de autoridad: Política, legal y jurídica, religiosa, militar, que todavía se cimbra con la fecha del 13 de agosto, día para conmemorar, venerar o
recordar al santo patrono de la ciudad de México. Día de encontradas condiciones históricas, pues lo mismo se rememora la capitulación de la ciudad de México-Tenochtitlan, que el triunfo español y sus aliados, con lo que en tal fecha comenzaba un largo periodo para muchos de sumisión, coloniaje y esclavitud. Para otros, de una esperanzadora condición de cambio que devino entre otras cosas mestizaje, el cual, en tres siglos pasó por diversos estados de comportamiento. Ya en el siglo XIX, y superada esa etapa, hubo suficientes condiciones para la emancipación dolorosa también, pero que dejó como consecuencia, la creación de un nuevo estado-nación que hoy, afortunadamente, y desde 1821, sigue llamándose México.
Lamentablemente, algunas ríspidas interpretaciones e intenciones han llevado a ciertos gobernantes demandar perdón por la conquista. España, en 1836 tuvo la capacidad de reconocer la independencia de México y sus relaciones diplomáticas mejoraron. Aún así, como dice Juan Villoro -palabras más, palabras menos-: “…esa historia ya fue. Quedan las moscas…”.
No voy a meterme en un conflicto cuya sola dimensión rebasa a cualquiera y entonces, detonan sin control las pasiones, cuando son las razones quienes deben acudir a poner en claro el horizonte. En todo caso, recomendaría, incluso como libro de texto obligatorio esa maravilla que se llama LA X EN LA FRENTE, de Alfonso Reyes, pues, en tanto diplomático como lo fue el “Regiomontano Universal”, deja testimonio en dicha obra de sus mejores apreciaciones despojadas de prejuicio y maledicencia, pues el ejercicio que desempeñó como funcionario, lo convierte en ser humano capaz de oír, escuchar. Ver, mirar, sentir y llevar todas esas sensaciones a la literatura más exquisita que he leído en los últimos años.
Una liturgia trágica, la “suerte suprema, o consumación del ritual de sacrificio y muerte”, o el “falso teatro de la crueldad” (que enarbolan los contrarios), son hechos y procesos históricos excepcionales que no pueden escapar a la mirada de la sociedad, primero. De los especialistas y estudiosos después, para contar entonces, con el mejor de los balances posibles, buscando no se desaten los demonios en aras de ganar o perder batallas que suelen ser de aquellas donde se “gasta pólvora en infiernitos”. No necesitamos que llegue la madre de todas las guerras. Debates razonados al exterior, defensa legítima al interior por y para la Tauromaquia, es el anhelo.
CDMX, 12 de octubre de 2024.
Lo anterior, pretendí leerlo sin suerte el pasado 12 de octubre en un evento que se realizó contra viento y marea
Viene al caso, en seguida una Adenda dirigida a la Sra. PresidentA, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, a propósito del despropósito de su “mañanera” del 23 de octubre de 2024, la cual insiste en la petición de que España pida perdón por la violencia en la época de la conquista en América, declaración del 4 de diciembre pasado y de lo que sólo agregaré una labor y una solución muy sencilla que tomó el gobierno español en 1836: reconocer la independencia de México, sin más. Y que, por otro lado, nos deja una sensación de inestabilidad luego de sus dichos, los de aquella conferencia matutina del 23 de octubre pasado, donde, entre otras cosas comentó:
-Yo soy protectora de animales (habló de seres sintientes);
-Daremos seguimiento a la Reforma Constitucional para protección de los animales y las leyes secundarias que quedaron pendientes en el sexenio del Lic. López Obrador;
-Es momento de revisar estas circunstancias (las del maltrato animal);
-Es conveniente que los posibles afectados busquen una orientación distinta para que la gente no se quede sin trabajo, y
-Se platicará con las partes, buscando esquemas que den salida (a esta confrontación en puerta).
Y para continuar con estos dichos, aquí un antecedente.
El siguiente, es un mensaje enviado a la Presidencia de la República y recibido en septiembre de 2019 por Oficialía de partes:
Sr. Lic. Andrés Manuel López Obrador, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
Respetuosamente nos dirigimos a usted con objeto de plantear un asunto que consideramos no solo relevante, sino también preocupante dada la naturaleza de su origen. Sabemos de antemano, que es un convencido del legado que la figura pública y política de Benito Juárez ha marcado en usted. Y que el solo apotegma -que hemos hecho nuestro en muchas ocasiones-, de que “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, es paradigma fundamental en su gobierno.
A pregunta expresa hecha el pasado 5 de septiembre de 2019, en su acostumbrada conferencia en Palacio Nacional, se le deslizaba la posibilidad sobre si los toros deben prohibirse o no. Su respuesta fue plantear que el punto se someta a una “consulta” popular, lo que significa también, poner en riesgo, en caso de suceder una votación adversa, que la tauromaquia quede sujeta a desaparecer.
Por tal motivo, y a continuación, deseamos mostrar un claro posicionamiento que proviene de la afortunada reunión de un grupo de aficionados, pero también de especialistas y profesionales, en la ciudad de Tlaxcala, presentando aquellos argumentos que, desde nuestra perspectiva, consideramos como elementos que justifican una clara defensa para conservar debidamente este patrimonio. Resultado de lo anterior, es la siguiente declaración del
PACTO DE TLAXCALA.
Nosotros taurinos, fundados en el derecho de la libertad, manifestamos que el patrimonio cultural de la tauromaquia, es una expresión que se integró a la vida cotidiana de nuestro país, alcanzando cerca de 500 años de convivir entre nosotros.
A lo largo de casi cinco siglos, es y ha sido parte de la cultura popular, y de que siendo resultado de un evidente mestizaje entre dos culturas –europea y precolombina-, ha conseguido integrarse en diversas poblaciones de nuestro territorio, maridaje que está vivo hasta nuestros días.
Su presencia ha permitido crear entornos naturales, como la ganadería cuyo sustento hoy día es la ecología y la biodiversidad. Del hábitat del toro, como otro imperativo más en el equilibrio del ecosistema, Que solo en ese rubro, es fuente de trabajo para más de 100 mil personas (como portadores directos e indirectos), entre diversos aspectos que redundan en una derrama económica favorable, sin dejar de mencionar otro sinnúmero de asuntos que favorecen la dinámica en este patrimonio.
De someter al espectáculo taurino en todas sus representaciones a una consulta popular, ello vulnera en principio, lo establecido por la Convención para la salvaguarda del patrimonio cultural, documento que emitió la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas), el 17 de octubre de 2003, mismo que plantea lo siguiente:
a) la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial;
b) el respeto del patrimonio cultural inmaterial de las comunidades, grupos e individuos de que se trate;
c) la sensibilización en el plano local, nacional e internacional a la importancia del patrimonio cultural inmaterial y de su reconocimiento recíproco;
d) la cooperación y asistencia internacionales.
Por otro lado, e igual de importante es:
-Que el alma de los pueblos que es su cultura, no se prohíbe, se defiende, se conserva y se protege.
-Que ninguna autoridad puede prohibirla válidamente, y mucho menos invocando una legitimidad basada en dudosas consultas.
Y aún más. Un elemento cultural, incluso por ser minoritario, no puede ser descalificado como tal, ni sometido a voto alguno, pues en ese caso se utilizaría un supuesto proceso democrático como instrumento de censura cultural.
Por lo tanto, invocando el sentido de madurez que recae en los destinos que, como Presidente de México nos plantea, conduciendo al país por los senderos de la prosperidad, conviene una reflexión donde se imponga un razonable sentido para proteger esta clara manifestación cultural, en el entendido de que no es, ni por asomo, cuanto se argumenta en su contra, sino que se constituye y representa como un profundo proceso ritual, de honda tradición milenaria, suma de aportaciones legadas por diversas culturas, las de oriente y occidente. Y que luego, a partir de 1526 se materializan aquí, se integran y se enriquecen con valores y elementos que provienen de una compleja consecuencia, derivada del proceso de conquista, hace ya 500 años.
Superado el trauma, pero sobre todo asimilada e integrada aquella experiencia, el mestizaje surtió efecto y el toreo, entre otros aspectos fue incorporado y hecho suyo por el espíritu de nuestros pueblos que hasta hoy lo conservan y mantienen como propio
Apelamos respetuosamente, con objeto de que, sin necesidad de esa alternativa en la que una simple votación elimine o pueda eliminar una tradición; por el simple hecho de respetar la opinión de las mayorías; esto podría sentar un claro precedente donde también otros aspectos de la vida cultural en este país, queden condenados al mismo racero.
Estamos convencidos firmemente que el poder no existe. Se crea.
Desde la ciudad de Tlaxcala, septiembre 6 de 2019.
Aquí la respuesta emitida desde Palacio Nacional:
Y reitero: Nosotros taurinos, que defendemos la Fiesta o ritual secular, la representación hacia adentro y hacia afuera también, manifestamos una profunda preocupación, y ponemos en valor la preocupación existente sobre los esfuerzos aislados que se están dando en torno al permanente esfuerzo que significa la defensa legítima y sustentada de la Tauromaquia en muchos aspectos teóricos que alcanzan la dimensión jurídica y también cultural, esta última invisibilizada ante la opacidad de propios y extraños…
La publicación en el Diario Oficial de la Federación del pasado 2 de diciembre de 2024 del “Decreto por el que se reforman y adicionan los artículos 3°, 4° y 73 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de protección y cuidado animal, ya no sólo pone en riesgo TODA la cadena de valores al interior o exterior de la Tauromaquia (con portadores directos o indirectos). El asunto comprende también otras expresiones como: Charrería, jaripeo, lazo, gallística, cetrería y otros, muchos de ellos regulados y sujetos a observancia para su mejor desempeño Existen en este momento riesgos de alto valor a nivel político por parte de diversos personajes que, pretendiendo ayudar, perjudican cualquier maniobra debida y razonada desde su posicionamiento.
Y también esos riesgos se extienden arrastrados por la obsesiva autorregulación (donde la autoridad de la autoridad queda invisibilizada también) de buen número de empresarios que, con sus caprichos y los resultados de estos, no queda más que decir: ¿Qué cara ponemos cuando se trata de defender la fiesta desde adentro? Precisamente cuando recuerdo aquella frase sentenciosa que me compartió el buen amigo José Carlos Arévalo: “La Tauromaquia en
España es una industria. En México, es un negocio”, que suena a verdad como una Catedral. Ya lo ha dicho Juan Salazar en Toros sin complejos: “Hoy en día, al emerger un cuarto colectivo contrario, beligerante y que por menos de nada, cuando te manifiestas como aficionado, te califican de asesino” Nunca como hoy, la sociedad había expresado un malestar que proviene también de la ausencia de una información sobre cómo o cuál es el desempeño de toda una cadena de valores puesta en práctica por todos sus portadores, directos o indirectos Su profundo y arraigado espectro histórico, de tradición, ligado con diversas cosmovisiones, que incluyen las propias venidas desde lo ancestral que siguen poniendo en valor pueblos y barrios indígenas originarios.
El complejo entramado de un ecosistema y otra no distante y rica biodiversidad, que operan con tal precisión, como la de una pieza de relojería, para que no exista perturbación en el espacio natural donde el Toro, en convivencia con otras especies, se encuentre bajo los cuidados ejemplares de sus propietarios. De ahí que, la unidad de producción agrícola y ganadera alcanza, de acuerdo al clima y otras propiedades naturales, el fiel de la balanza.
Nada más hermoso que ello. El urbanita no comprende todo eso, si no es capaz de acercarse a la naturaleza, sin más.
Y sobre el ritual de sacrificio y muerte del Toro, este va a las plazas significando en una “toma medida” sólo el 6% de la población de cabezas de ganado. El 94% restante se vale del beneficio de aquellos para su pervivencia, junto a siembras, cosechas y la mano de obra de los trabajadores aplicados a dichas labores. Sin todo ello, no sería posible obtener buenos resultados, también con muchos sacrificios de por medio.
Lo anterior, sólo significa una pequeña porción del universo que constituye la Tauromaquia, expresión que, como la Charrería, el jaripeo, la gallística y otras que son lícitas y están bajo
ordenamiento para su celebración, se encuentran en alto riesgo de ser vulneradas y violentadas sus propias circunstancias no solo al nivel del ser humano, sino al de la especie particularmente conocida como “bos taurus” que, de dejarse de criar como hasta hoy, caería en extinción, alcanzando también un estado silvestre que se agrupe con otras cuyo contacto con el humano signifique, respectivamente un riesgo y peligro constantes.
También de importante es la siguiente reflexión: Agotadas las posibilidades de profundas transformaciones, surgen las ideas engañosas de cambios que nada mejoran la vida Sólo son autoengaños que menosprecian el futuro. ¿Acaso, el animalismo se sustenta en un futuro mejor que beneficia a los trabajadores del campo o de las ciudades? ¿Equiparar a los hombres comparte algún futuro?
Por el contrario, no abre futuro porque destruye los equilibrios de la naturaleza y supone que las tradiciones carecen de raíces. Sólo quienes ignoran los orígenes de las civilizaciones afirman tal cosa. Acaba con la economía, las tradiciones alimentarias y despreciar el mundo rural no es el camino de mejorar la vida, de ahí que dependa en mucho asegurar el bienestar a las mayorías que generan riqueza para todos.
Para ello, necesitamos que exista tanta elegancia y dominio del lenguaje en la forma y tanta originalidad y trascendencia en el fondo. Por ejemplo: si los pájaros tuviesen el mínimo de PERSONALIDAD necesario para poder respondernos, nos enamoraríamos de los pájaros y no de la mujer. Y si de la mujer hablamos, cito aquí el mejor ejemplo habido en la jerónima sor Juana Inés de la Cruz, “Décima musa” quien afirmaba: “No estudio por saber más, sino por ignorar menos” .
No olvidemos tampoco lo expresado por José Ortega y Gasset: “Cada ser humano es un punto de vista sobre el universo” . Aunque, si nos atenemos al pensamiento moderno, y como lo afirma Octavio Paz: “a pesar de que su función es pensar, son cada vez menos inteligentes”. Y es que “los intelectuales de aquel fin de siglo XX, (y que parecen extenderse en lo que va del XXI), piensan con anteojeras ideológicas que les impiden ver lo que pasa a su alrededor. Y ver es pensar… ” Así que, para regresar a Ortega y Gasset de nuevo, nos dice, en forma reveladora: “El hombre, medida de todas las cosas, es una encrucijada del universo y de él parten vías hacia todo lo demás que no es él”
Por tanto, el animal es irracional, pero no es persona; es incapaz de darse cuenta de sí mismo y de respondernos, de darse cuenta de nosotros.
Hace algunos años, Miguel Ricardo Aranda Zamudio, entonces Director Operativo de Proyectos de Socialización de la Ciencia, e integrante del Colectivo Tozans Kali, A.C., planteaba un escenario utópico y de exploración sobre el entonces considerado Museo de la Incertidumbre, en el que:
Los malentendidos como los explica Søren Kierkegaard, filósofo y teólogo danés, son los que generan las acaloradas discusiones que permiten la construcción del conocimiento. El desacuerdo es el principio por el cual se rige la construcción de la realidad.
Y es que es cierto que hay de verdades a verdades. Pero si es importante saber que cuando se transmite la realidad como acabada, se está transmitiendo una imagen absoluta y estática de un mundo cambiante, en donde reina el autoritarismo y todo aquello que lo transgreda se deja de
catalogar como creativo, transformándose en locura o disidencia y etiquetándose como “malo” , “enfermo” o, peor aún, “peligroso”
Y concluye, luego de reflexionar:
En lo que va del siglo XXI, se mantiene como reto la inclusión, y para lograr dicho objetivo, se tiene que reconocer que tenemos menos certezas que las que presumimos tener. El escepticismo y la incertidumbre deben ser las herramientas para fomentar un intercambio de ideas que trascienda desde lo local hasta lo global. De ahí que los museos -o la Tauromaquia, en nuestro caso-, han sido una pieza o elemento fundamental en la creación del tótem del conocimiento absoluto, de las realidades cerradas. Por lo tanto, también lo serán en el proceso de destrucción de certezas y en la creación de un mundo de incertidumbres.2
Estaremos atentos y defenderemos este patrimonio, este legado hasta donde lo permita la libertad y la razón, pero sobre todo lo que para ello, encarna la cultura en todas sus manifestaciones. Usted lo expresó el día de toma de posesión como Presidenta de la República: “¡Prohibido prohibir!”
2 Miguel Ricardo Aranda Zamudio: “El Museo de la Incertidumbre. Realidades compartidas para un futuro incluyente”, en Lavoz inah. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Nueva época, año VIII, N° 17, mayo de 2012. 23 p. (p. 12-13).
Antes de concluir, quisiera compartir con todos ustedes, el resultado de una lectura hecha a reciente ensayo que lleva como título: “La apuesta por la interculturalidad para hacer frente al mundo agitado contemporáneo. Un diálogo entre distintos saberes descoloniales” 3 En su contenido, existe el profundo análisis del comportamiento manifestado por la sociedad en su conjunto durante la pandemia por COVID-19 en 2020 y meses posteriores a la misma. El autor plantea patologías tales como que olvidamos cosmovisiones de las comunidades, los saberes tradicionales y las estructuras de poder dominantes, latentes en diversas sociedades. Que la estructura sociocultural del mundo capitalista ha venido cambiando en relación con las distintas transformaciones que se han producido, especialmente a partir de la pandemia, pero también otros síntomas como el vacío social, el alejamiento de las comunidades rurales. Cuando cita al filósofo surcoreano Byung-Chul Han en La sociedad del cansancio (2023) expone que estamos viviendo un aumento de las enfermedades neuronales dentro de nuestro marco temporal.
Más adelante advierte que las redes sociales y el aumento de las plataformas digitales acrecientan todavía más el mismo ritmo rápido y vertiginoso demuestra sociedad. Disponemos de un sinfón de aplicaciones y aparatos tecnológicos que mantienen nuestra capacidad de desear constantemente despierta y espoleada en medio del infierno delo igual Se ocupa en el hecho de que hay un “Occidente herido”, explicado por Ana María Llamazares quien defiende lo siguiente:
3 En “Filosofía e Interculturalidad. Revista de pensamiento y diálogo de saberes” N° 1, Abril, 2024. Martos Cañete, D. (2024). La apuesta por la interculturalidad para hacer frente al mundo agitado contemporáneo. Un diálogo entre distintos saberes decoloniales. Filosofía e Interculturalidad, I, 35-49.
Debido al proceso global de occidentalización que ha sufrido el planeta en los últimos siglos, hoy los padecimientos nos alcanzan a todos, occidentales y no occidentales. Aunque no de la misma manera y con la misma intensidad, nos alcanzan a todos. Y así como es un compromiso global encontrar salidas a la crisis ambiental, económica, social y ética, también es una necesidad de todos y cada uno de nosotros encontrar vías de sanación. Sanación del planeta y su biodiversidad. Sanación de las sociedades y las economías. Sanación de nuestro cuerpo que duelen y se enferman cada vez más. Sanación del alma que se desgarra inexorablemente.
Para luego afirmar: debido a las circunstancias de malestar que se presentan en la actualidad dentro del paradigma occidental moderno -sobre todo aquellas que tienen que ver con nuestros padecimientos anímicos que se anteponen en nuestro ritmo de vida cada vez más acelerado, así como con la falta del cuidado y de la sabiduría del medioambiente que tanta falta hace para con los ciudadanos- resulta mayormente valioso conocer otras formas de convivencia e incentivar la toma de contacto con otras prácticas terapéuticas y de pensar dentro de una perspectiva mayor, abierta al diálogo y global. Ello conduce, en consecuencia, a una búsqueda de alternativas frente a los horrores del neoliberalismo. Y no olvidemos que hay una expresión diacrónica de la vida en relación con la modernidad neoliberal occidental que presenciamos en nuestros días, por lo que Occidente necesita un encuentro con múltiples diálogos en clave intercultural. De ahí que el reto al que nos enfrentamos, tanto individual como colectivamente, consiste en establecer una ruptura epistemológica4 que ponga en tela de juicio el carácter etnocéntrico dominante que se proclama a sí mismo como “visión hegemónica totalizadora” del mundo, síntoma prevaleciente en este aquí y ahora, cuya influencia sentimos con fuerza arrolladora en el ritmo de vida que llevamos, y del que nos valemos finalmente para actuar en consecuencia ante las realidades presentes, olvidando el andamiaje, la plataforma. En otras palabras, las raíces y el desarrollo de cualquier circunstancia, hecho o proceso histórico que requieren atención para atenderlo y entenderlo a cabalidad. Tal es el caso de la Tauromaquia, territorio que aún sigue inexplorado en su auténtica dimensión, por lo que sus acercamientos son epidérmicos; cuando lo que se requiere es dirigirse a sus entrañas, a las profundidades de su legitima presencia y hasta para preguntarnos por qué hoy, en este 2025, pervive dicha representación que hoy nos reúne en una sesión como esta.
Finalmente, debemos decir que contamos con la experiencia académica y de vida por todo lo que significa el Toreo, cinco veces centenario el 24 de junio de 2026 próximo.
4 Entendido este término como el análisis filosófico de la naturaleza del conocimiento en conjunción con la semántica, la cual va hacia la explicación de las expresiones lingüísticas
Estaremos atentos y defenderemos este patrimonio, este legado hasta donde lo permita la libertad y la razón, pero sobre todo lo que para ello, encarna la cultura en todas sus manifestaciones.
Recordamos a un notable torero, Víctor Barrio, quien afirmaba orgulloso: “La Tauromaquia, más que defenderla, hay que enseñarla”.
Vale, Gracias.