4° Revista Nilontraro

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eso si el golpe fue dado de tal forma que en vez de hacerlo retroceder, lo introdujo de una y de cabeza, trastabillando en una imitación de carrera hasta el fondo, donde en una postura muy poco decorosa, termino desparramado debajo de una mesa. No supo quién lo golpeo, ni siquiera porque, menos el por qué era la pelea, la cual era generalizada, pero en parejas, sentado debajo de la mesa, movió la cabeza, tratando de despejar el mareo, que le tenía la vista borrosa y el fuerte dolor de cabeza y quijada, y mientras miraba con una mirada bobalicona, pensaba buscándole el lado bueno a la situación, “primera vez que me mareo tan rápido y totalmente gratis”, eso sí que bastante dolorosa y vergonzosa la experiencia, y se sonrió para si, ya que a pesar de todo, su sentido del humor nunca lo perdía. Parpadeó repetidamente, hasta que se le aclaró la mirada, entonces empezó a ver mejor el escenario que se presentaba antes sus ojos, estaban casi todos sus amigos, solo faltaba el “Malos Modos”, vio que al parecer todos peleaban con todos, el “Yegua Flaca”, era delgado puro nervio, con una cintura que se la hubiera querido Martín, con una facilidad para esquivar los golpes, daba la impresión que se sentaba sobre su talones y con escurridizos movimientos, dejaba que el viento recibiera los golpes, claro que esto le duro hasta que el “Frutillita”, quien era quien trataba de hacerle blanco y que jadeaba de tanto golpe encajado al viento, “Frutillita” le decían por lo coloradito de su rostro y por qué ya estaba bastante pasado en alcohol, parecía frutilla de clery, este se le echo encima inmovilizándolo por completo, y hay lo cosecho a golpes, como se dice, el pobre “Yegua Flaca”, “cayo debajo de una mata de combos”, hasta que se rindió. En otro rincón “El Liebre”, famoso por su rapidez, esta vez al parecer no le sirvió de nada, ya que trataba, sin mucha suerte de capear el temporal de puñetes, que trataba de encajarle el “Negro Victrolitro”, quien era un poco más alto y macizo, quien quizás, confiado en su porte y en la poca respuesta del Liebre, fue abriendo su guardia y de repente se escuchó un golpe seco, el Negro Victrolitro, dio un paso y bailo con el aire, con un ritmo muy poco masculino, bajo las mano y se fue, como se dice, “de jeta contra el planeta”, cuando toco el piso de madera ya el día se le había acabado, y se quedó durmiendo plácidamente, el Liebre miraba su puño derecho con orgullo, suspiro y se sentó debajo de la mesa al lado del Niebla. En medio de la pista y danzando entre las mesas, que aún quedaban en su lugar, el “Jote”, 1,80 mts. de un personaje mal educado, cínico, quien se jura galán, pero de un vocabulario soez, con una boquita como para comulgar los domingos, amagaba y le lanzaba golpes al “Mochila”. Este de mediana estatura, con una joroba, por suerte no se llamaba Cuasimodo, de ahí su sobrenombre, lo estudiaba con paciencia, mientras esquivaba los golpes, el Jote trato de encajarle un puntapiés, el que no llego a su destino, el Mochila lo miró, se sonrió, ya lo tenía medido, como se dice en jerga boxística, 15.-


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