

Luis Spota, cronista centenario
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EL
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AÑOS DE HISTORIA
DESDE EL SIGLO XIX, LA LAGUNILLA SE HA CONSOLIDADO COMO UN MERCADO EMBLEMÁTICO DE LA CIUDAD DE MÉXICO, AHÍ CONVERGE TRADICIÓN, HISTORIA Y CULTURA QUE RESISTE EL PASO DEL TIEMPO Y LA MODERNIDAD
LPor Redacción cupula@elheraldo demexico.com
a Lagunilla, uno de los barrios más emblemáticos al norte del Centro Histórico de la capital, es mucho más que un simple mercado o tianguis dominical. Su historia, que se remonta a la época prehispánica, narra la transformación de un antiguo cuerpo de agua en un epicentro comercial, cultural y social que aún palpita con fuerza en la vida urbana contemporánea.
Durante el período prehispánico, La Lagunilla era una pequeña laguna conectada al gran lago de Texcoco. Funcionaba como puerto lacustre que abastecía al tianguis de Tlatelolco mediante un sistema de canales. Con la desecación del lago, a finales del siglo XVI, el área se convirtió en un asentamiento urbano y poco después en sede de un mercado al aire libre, frente a la parroquia de Santa Catarina. En 1769, la zona recibió un fuerte impulso económico con la instalación de la Real Fábrica de Tabacos. La actividad
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CON VIDA
El primer edificio del Mercado de La Lagunilla fue inaugurado el 14 de septiembre de 1905, en el porfiriato, estaba fabricado con una estructura metálica y techumbre de cristal.
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En 1957 se construyeron cuatro mercados: de ropa y telas, de artículos varios, de comestibles y comida.
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industrial y la afluencia de trabajadores popularizaron también el consumo de pulque en las cantinas cercanas. No obstante, a comienzos del siglo XIX, el cierre de la fábrica y la epidemia de cólera de 1833 pusieron en pausa su desarrollo. El barrio renació durante el Porfiriato, con mejoras urbanas y una mayor conexión con el resto de la ciudad.
El primer edificio formal del Mercado de La Lagunilla fue inaugurado el 14 de septiembre de 1905. Con una estructura metálica y techos de cristal, representaba un esfuerzo por organizar el comercio ambulante y ofrecer condiciones más higiénicas a vendedores y compradores. Décadas más tarde, en 1957, se construyeron cuatro mercados permanentes especializados: de ropa y telas, de comestibles, de artículos varios y de comida.
La demolición del viejo mercado, en 1975, dio paso al Centro Social y Deportivo Guelatao, pero La Lagunilla nunca perdió su esencia comercial. Hoy en día, su tradicional tianguis de los domingos –con más de 400 años de historia– es famoso por su venta de antigüedades, muebles, ropa de segunda mano, coleccionables y gastronomía popular.
El barrio también conserva tesoros arquitectónicos como la Parroquia de Santa Catarina, la Casa Tagle y la llamada Casa de los Huesitos, además de encontrarse cerca de sitios icónicos como la Plaza Garibaldi.
La Lagunilla no solo es historia, es presente y tradición viva. Un espacio donde cada domingo se respira el espíritu popular de la ciudad, y donde pasado y presente conviven entre antigüedades, regateos y antojitos mexicanos.
La Lagunilla es, ante todo, testimonio vivo de la resistencia cultural frente a la vorágine de la modernidad acelerada. En un mundo donde lo efímero suele relegar lo auténtico, este mercado permanece como un baluarte que preserva el pasado y reafirma la identidad con cada pieza vendida y cada historia compartida. Desde sus orígenes en el siglo XIX, este histórico bazar ha sido refugio de quienes buscan más que objetos: fragmentos de historia a través de muebles que evocan antiguos hogares y miles de artículos.
• Luis Carlos Sánchez ¦ Arte emergente
RECUPERARSE DE LA ADVERSIDAD
CON ARTE
EL ARTISTA OAXAQUEÑO RECOBRÓ LA ESPERANZA, DESPUÉS DE UN PERIODO DIFÍCIL, A TRAVÉS DE LA CREACIÓN. EL PRÓXIMO 16 DE JULIO INAUGURA
RESIL I EN TE EN SU TIERRA NATAL
Por Luis Carlos Sánchez luiscarlos.sanchez@elheraldodemexico.com
En los últimos meses, las cosas no iban del todo bien para Chu Huiini (nacido Jesús Urbieta Palizada en Juchitán, 1985). "Fue una etapa muy triste en la que estuve, de depresión, de ansiedad, de enojo, bastante enojo, bastante coraje". Con el compromiso de montar una exposición, pensó en titularla Nefasta "e iba con dedicatoria a mi vida, a una persona".
Por fortuna llegó la cordura y ahí estaba el arte para salvarlo, el joven artista, hijo del pintor Jesús Urbieta (1959-1997), ha vivido siempre en rebeldía, intentando forjar un lugar en el arte, alejado de los clichés que carga la expresión oaxaqueña. Reconciliado con sus orígenes y con la herencia que le dejó su padre, Chu Huiini (Jesús el pequeño en zapoteco) se remitió a los recuerdos de su infancia y decidió cerrar ciclos. De ahí surgió un conjunto de 23 obras, entre acuarelas, óleos y acrílicos que expone, a partir de este miércoles, con el título Resiliente en la Galería Arte de Oaxaca (Murguía 105, en el Centro de Oaxaca).
La exposición, curada por Sergio Huerta, "tiene mucho que ver con esto de la resiliencia, de cómo adaptarse a algunos asuntos adversos, que a pesar de que te vaya mal, te enfrentas y te adaptas y sales triunfador".
Con el ánimo también regreso el colorido que ha caracterizado la obra del pintor: "En un principio, cuando inicié, los colores que estaba manejando eran colores negros, oscuros, no estaba manejando color porque no estaba con ganas, con los ánimos. Hay como seis u ocho piezas en las que estuve manejando colores oscuros, no tan llamativos, eran colores de depresión, todo era tristeza. Después conocí a Melissa, mi novia, y vino a cambiar todo, cambió el rumbo del título de la exposición, las piezas", cuenta.
Por el estado de ánimo en el que se encontraba, Chu Huiinni dice que es la exposición que más trabajo le ha costado armar: "Cuando empecé a trabajar tenía 18 años, cuando empecé a chambearle en esto de la pintada. Y con esta exposición me imagino que la pregunta es sobre mi arte, no se trata de hablar del arte de los demás, porque

AL ALIMÓN.
Chu Huiini trabajó dos obras junto con los artistas Israel Montes y Tomás Pineda. El colorido de su obra regresó. Fotos: cortesía.

yo ya estoy medio cansadito de estar hablando del arte de los demás. Son muy llorones los artistas, no aguantan una crítica", considera.
Ahora, también, dice, "me he vuelto más disciplinado, ahora me clavo trabajando un tema y me ha servido plasmar más mis personajes, mi dolor, mi alegría, no digo que no lo he hecho en el pasado, pero en este caso influye que ya tengo 40 años, acabo de cumplirlos y entonces ya empiezo a enfocarme más, no como cuando tenía 25".
"Han cambiado muchos personajes, muchos elementos de mi obra. Como dijeran los actores, soy un actor de método, esos actores que se clavan en el personaje y lo sienten. Me he dado cuenta de que puedo meterme en mi personaje, ahora estoy sintiendo más fuerte, los colores, el dolor, la tristeza que tuve y la alegría que llegó".
INICIOS EN EL TALLER
Jesús Urbieta Palizada nació en Juchitán, Oaxaca, en 1985. Asumió el mote de Chu Huiini (Jesusito en zapoteco) por su padre, también pintor.
Su obra se caracteriza por la presencia de personajes propios de la tradición oaxaqueña, en consonancia con animales y color.
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Comenzó en el arte viendo a su padre trabajar en el taller. Poco a poco perdió el miedo a agarrar el pincel y fue forjando un estilo.

ESCRIBIR CON LUZ

#OPINIÓN
BECKER:JASON DE LO SUBLIME
CYNTHIA MILEVA
@cynthiamileva
LAS IMÁGENES DE MÚSICOS
TOCANDO LA GUITARRA SE HAN VUELTO ICÓNICAS, YA SEA POR SU POTENCIA VISUAL O POR LA NARRATIVA QUE CONTIENEN
Soy de esa gente antigua que cree que la música de antes era mejor. Y aunque la del siglo XX alcanzó, por obvias razones tecnológicas, la documentación en video, el valor de las imágenes fijas, ya por su potencia visual o por su narrativa, detuvieron el tiempo en momentos icónicos que destacaron el brillo del virtuosismo de los guitarristas.
Desde la enigmática foto de Robert Johnson con su Gibson acústica, Jimmy Hendrix arrodillado ante su Stratocaster en llamas, Jimmy Page con su Gibson Double Neck, Eddie Van Halen con su Frankenstrat, Stevie Ray Vaughan con su Fender Number One... hay tantas, pero una que me conmueve especialmente: Jason Becker besando su guitarra Carvin La foto es hermosa, su historia, desgarradora. Para quienes no lo conozcan, imaginen a un joven guitarrista virtuoso con un talento inmenso, destinado a la gloria del shred. Lo tenía todo: técnica, velocidad, creatividad, y el carisma de un genio precoz. Pero la vida, con su retorcida ironía, le asestó un golpe mortal. En pleno ascenso, la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) lo atacó, arrebatándole poco a poco la movilidad, la voz y, lo más triste: su capacidad de tocar.
ME CONMUEVE ESPECIALMENTE
JASON BECKER
BESANDO SU GUITARRA CARVIN
Es entonces cuando surge esa imagen. Fue tomada por Ross Pelton, un fotógrafo conocido por su trabajo de celebridades de la música, alrededor de 1996, ya con Jason diagnosticado. Aunque no fue una sesión para portada ni de promoción, a menudo se asocia con el lanzamiento de su álbum Perspective, lo que otorgó al momento un aura dramática. El próximo martes, Jason cumple 56 años y sigue componiendo música con un dispositivo, diseñado por su padre, que le permite traducir los movimientos oculares en notas. Esta foto, más que un retrato, es un manifiesto de la resiliencia humana: una muestra de su inquebrantable conexión con su instrumento, que resuena como un solo victorioso del espíritu sobre el cuerpo.
BETSELLER EN LOS AÑOS
70, CUANDO VENDÍA MÁS DE CIEN MIL EJEMPLARES DE SUS NOVELAS, HOY ES DESCONOCIDO POR EL PÚBLICO LECTOR
Por Javier Moro Hernández javiermoroh@gmail.com
Hay autores a los que tanto la crítica como los lectores hemos desterrado lentamente al cajón del olvido. Las razones pueden ser múltiples y diversas, pero sin duda llama la atención que un escritor como Luis Spota, quien en los años 70 vendía más de 100 mil ejemplares de sus novelas, hoy prácticamente sea desconocido por el gran público lector. ¿Qué pasó en 30 años para que sus obras se volvieran desconocidas y que la gente casi no hable de un autor que además era periodista y llegó a tener varios programas en el canal de televisión oficial de Imevisión junto a Gutierre Tibón?
Tal vez el gusto literario, las modas, las preocupaciones de los lectores hayan cambiado, me digo en un primer momento. Pero sin duda hay algo más. Algo menos tangible, algo que no estamos valorando en toda su dimensión.
Una de las obras más ambiciosas de Spota, quién nació en la Ciudad de México en 1925 y falleció en 1985, fue su pentalogía narrativa bautizada como La costumbre del poder, conformadas por las novelas Retrato hablado (1975), Palabras mayores (1975), Sobre la marcha (1976), El primer día (1977), El rostro del sueño (1979) y La víspera del trueno (1980), y que en el 2017 fue reeditada por Siglo XXI. En ella, Spota nos hace un retrato de un candidato del partido político hegemónico, desde que es designado hasta su último día en el poder.
Un retrato personal realizado por un hombre que, como Spota, conoció íntimamente nuestro país a través del periodismo, oficio que desempeñó desde 1939 cuando
• Javier Moro Hernández
Luis Spota

empezó a publicar en el periódico La hoja de la tarde y Hoy, cuando solo tenía 14 años. Ese bagaje cultural, político y social lo trasladaría a varias de sus obras narrativas y cinematográficas (labores que realizó mientras era guionista de radio y televisión), campo en el que también se desarrollaría como guionista y director de películas.
La vida social del siglo XX mexicano está presente y resumida en la obra de este prolífico escritor. Novelas como Murieron a mitad del río de 1948 nos da cuenta del problema de la migración mexicana hacia los Estados Unidos. Un tema que, como bien sabemos, sigue siendo actual y doloroso. Otras novelas suyas fueron adaptadas como telenovelas, como sucedió con Las grandes aguas, que fue adaptada por Carlos Sotomayor, con el mismo nombre. O La carcajada del gato, que sirvió como base para la película El castillo de la pureza de Arturo Ripstein. Es decir, nos enfrentamos a un hombre multifacético, complejo, que no fue muy bien visto por los intelectuales y escritores de su momento. Es cierto, su vida transcurría en otros campos culturales y políticos, y sus intereses y temáticas, eran vistos y criticados como mundanos por la gran intelectualidad mexicana de principios del siglo XX. Claro, debemos pensar que las motivaciones estéticas eran distintas de un lado y de otro. Spota buscaba contarnos las historias de un país que cambiaba a ritmos agigantados, que se modernizaba, se industrializaba y en el que la clase media urbana venía a ocupar un lugar central en el mundo económico, cultural y político del país. Algo que a la larga provocaría serios conflictos entre el partido único y esta pequeña burguesía conformada por intelectuales, profesores universitarios, pequeños empresarios, burócratas medios, estudiantes, quienes durante los años 70 empezaron a abrirse paso en medio de un sistema que empezaba a anquilosarse y a cerrarse. Un sistema cada vez más corrupto, más autoritario y cerrado, que empezó a chocar con los sueños de modernidad de estas clases urbanas del país, que ansiaban poder ocupar esos espacios de poder, que el Estado les había empezado a escamotear. Es ahí, en las grietas de ese conflicto y de ese cambio político-cultural en donde podríamos ubicar las novelas que conforman La costumbre del poder, novelas que nos permiten entrar y comprender la visión más crítica de Spota. Una visión que nos deja conocer la obnubilación, la ceguera que el poder omnímodo puede generar.

SINESTESIA EL LADRÓN DE LIBROS
HTOMÁS LUJAMBIO
@tlujambiot
RODEADO SIEMPRE DE LIBROS Y PALABRAS, EL CHILENO TERMINÓ POR ENCARNAR LA ACTITUD DESMESURADA PROPIA DE LOS RIMBAUDS DEL SIGLO XX
oy, a 22 años de su muerte, vale la pena recordar al rockstar de la erudición y al poeta más maldito de Latinoamérica: el escritor chileno Roberto Bolaño. Pero, ¿qué adjetivos utilizar para describir a alguien que fue un poco de todo? Poeta, cuentista, novelista y ensayista exiliado; Bolaño fue un lector voraz, un orador irreverente, un fumador empedernido y un artista sin patria definida. Pero, por encima de todo, fue un hombre que dedicó su vida entera a la literatura: no solo pasó su tiempo leyendo libros, sino también robándolos, escribiéndolos y discutiendo sobre ellos. Rodeado siempre de libros y palabras, el chileno terminó por encarnar la actitud desmesurada propia de los Rimbauds del siglo XX; aquella que, según él mismo, impulsa al poeta a “apostar lo poco que tiene por algo que no sabe bien qué es”. Sin embargo, aunque Bolaño nunca pretendió saberlo todo, tampoco será recordado por guardar silencio. En novelas como Amuleto o Estrella distante, por ejemplo, el chileno denunció la violencia política latinoamericana con una destreza novedosa, pero también apabullantemente dolorosa.
Después de todo, leer a Bolaño no da la sensación de estar ante un escritor “letrado” en el sentido tradicional, sino ante un poeta embriagado gozosamente de literatura. Aunque su lucidez fue producto de convertirse en una biblioteca andante, la agudeza singular de su pluma fue, muy probablemente, adquirida vagabundeando por las calles como flâneur de la vieja escuela baudelairiana. Por ello, más allá de recordarlo como el escritor prolífico, vanguardista y atrevido que fue, me gusta recordar a Bolaño como alguien que supo hacer de su vida una verdadera obra de arte. Al final, su vasta obra literaria comprueba que la cotidianidad puede ser igual de misteriosa, salvaje e impredecible que el mismo escritor que, de vez en cuando, no podía evitar robar unos cuantos libros.
LEER A BOLAÑO NO DA LA SENSACIÓN DE ESTAR ANTE UN ESCRITOR “LETRADO” #OPINIÓN
A. TELE. Junto con Gutierre Tibón condujo Fuera de serie, programa de entrevistas.
B HONOR. La Sociedad General de Escritores de México. dedicó un busto"A la memoria del notable hombre de letras" Luis Spota. Fotos: especial. A
Javier Moro Hernández ¦ Centenarios


Novelista contumaz
El ciclo de La costumbre del poder nos da cuenta de este joven político, ambicioso sí, como cualquier político, pero al mismo tiempo un poco soñador, en sus ansias por modernizar al país. Sin embargo, al ser nombrado candidato para después ocupar la silla presidencial, sus buenos deseos se convertirán solo en eso, sueños que se evaporarán ante el ejercicio real del poder La primera novela que yo leí de Spota y de este ciclo fue El rostro del sueño. Llegué a ella siendo estudiante de una preparatoria privada del norte de la ciudad. La novela me deslumbró por su agilidad, por las acciones intensas que cuenta. El rostro del sueño es el retrato de la guerrilla urbana mexicana de los 70 y de la guerra sucia desatada por el Estado para neutralizarla y eliminarla. Centrada en una familia de clase media de una ciudad del norte del país cuenta como, a partir del activismo político-estudiantil de dos hermanos, el resto de la familia se ve envuelta, casi sin querer, en vicisitudes y giros políticos. Es el hermano menor quien, casi sin querer, y más por un arrebato de rabia y venganza personal se une a una célula de la guerrilla, que planea el secuestro de la Sabana Santa de Cristo que se exhibirá en el país. La novela está construida en dos grandes escenarios: la visión del Presidente de la nación, todo poderoso, joven, vigoroso, pero ya con sus sueños de modernización olvidados, dado que el sistema corrupto que pensaba cambiar lo ha transformado, lo ha convertido en el líder de los suyos, y la visión de transformación de un joven de clase media, al que no le interesa la política Podemos observar cómo Spota conocía los entresijos del poder y accedemos tanto a Palacio Nacional, a las reuniones que ahora llamaríamos de Seguridad Nacional, en donde los secretarios de Estado dan cuenta de los avances de la lucha en contra de esta guerrilla urbana y rural, que, en algún pequeño momento de la historia nacional, fueron la amenaza más importante en contra del sistema. Pero también podemos acceder a las formas
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3 PRECOZ EN LOS MEDIOS
El 13 de julio se cumplió un centenario del nacimiento de Luis Spota, quien vió la luz en la Ciudad de México. Con solo 14 años, comenzó en el periodismo realizando entrevistas, lo que le valió el mote de el niño terrible. También trabajó en la radio, en 1949, en la XEW. Obtuvo el premio al Mejor Comentarista Radiofónico.
y procesos de reclutamiento y entrenamiento de las células guerrilleras. (Algo que debo decir, no he leído en ninguna novela mexicana, ni de la época ni posterior.)
La novela se va construyendo con un lenguaje que se acerca más a la crónica, al periodismo que a la narrativa como tal. Una obra que, en palabras de varios críticos, tiene personajes que no evolucionan, no se transforman. Lo cual puede ser una crítica cierta, válida. Pero más allá de los aciertos o de los errores narrativos que contiene la obra de Spota nos permite conocer un país gobernado bajo la visión única de un partido de Estado autoritario, aunque no monolítico, pero que sí ansia mantener la rigidez y el control de una sociedad y de unos ciudadanos que ve como subordinados. Ciudadanos, que, desde la visión del Presidente, le deben todo al Estado y por lo tanto su desobediencia o rebeldía (como en el caso de los estudiantes) era prácticamente un desacato, una grosería. Cuando uno va entrando al mundo construido por Spota en La costumbre del Poder piensa en esos presidentes todo poderosos como Luis Echeverría o José López Portillo. Hombres narcisistas, que creían estar cambiando al mundo y al país. Reformadores autoritarios, que creían que la única vía de transformación era dentro de los límites del partido. Es decir, la única vía era la suya. Una visión que el tiempo demostró desastrosa y que llevó al país a la bancarrota y a una de sus peores crisis económicas. Curiosamente, varios jóvenes luchadores sociales que el Estado mexicano encarceló como perseguidos políticos en los años 70 y 80, encabezaron la llamada transformación a la democracia, que cambió al país hacia finales del siglo XX. Sin duda, la obra de Spota, nos da cuenta de un país que se transformó profundamente en el siglo XX. Heredero del primer movimiento social como fue la Revolución mexicana, el Estado mexicano fue construido por un partido autoritario, que empezó a repetir las mismas prácticas del régimen porfirista. Esto es lo que podemos ver y leer en los libros de Spota, que tal vez funcionan ahora mejor como testimonio de esa sociedad que se transformó de manera brutal. Una sociedad, que hoy, a 30 años del fallecimiento del autor, se encuentra inmensa en una nueva transformación. Solo que, en esta ocasión, nos hace falta una pluma, como la de Luis Spota, que la atrape, la dibuje y nos la cuente en alguna novela.
EL SPOTA IMPRES CINDI BLE
PALABRAS MAYORES
LUIS SPOTA SIGLO XXI, 2017, 472 PP.

CASI EL PARAÍSO
LUIS SPOTA
PLANETA, 2024, 432 PP.
● Revalorada a partir de la cinta, con el mismo nombre, dirigida por Edgar San Juan en 2024, la novela fue publicada en 1956 y cuenta la historia de Hugo Conti, un napolitano que se cuela a la aristocracia italiana y usa su carisma para llegar al poder.
● En este libro Luis Spota explora las esferas del poder mexicanas a través de una ficticia creación de instituciones y cargos públicos con los que relata historias que nada tienen que ver con la realidad, excepto casi todo. Es una crítica disfrazada de ficción.
VAGABUNDA, LUIS SPOTA PLANETA, 2023, 184 PP.
● Se trata de la quinta novela del escritor, fue publicada en 1950. Es la historia de Flor, una bella mujer que toda su vida se ha dedicado a la vida fácil; se dispone a irse con Carioco, un navegante que viaja con un amigo, pero una circunstancia difícil cambiará el rumbo de todo.
LUIS SPOTA ESCRIBIÓ MÁS DE 30 LIBROS
A LO LARGO DE SU VIDA, EL TRABAJO PERIODÍSTICO Y LAS FUNCIONES QUE DESARROLLÓ
NO DETUVIERON SU ÍMPETU CREADOR
Redacción cupula@elheraldodemexico.com
LA PLAZA, LUIS SPOTA PLANETA, 2023, 264 PP.
● Aparecido por primera vez en 1971, pocos años después del funesto 68, en este libro Spota se atreve a exponer, sin censura, con imparcialidad y claridad crítica a los protagonistas de un movimiento que estremeció brutalmente a la conciencia nacional. Narra con lucidez, utilizando materiales ya publicados.
RETRATO HABLADO LUIS SPOTA SIGLO XXI, 2017, 416 PP.
● El imperio económico de Eugenio Olid, nacido del robo y el abuso, con ayuda y complicidad de sus amigos, es el tema central de esta novela en la que una serie de personajes van reconstruyendo la sórdida vida de un hombre que no se detiene ante ningún crimen.
