AGUA QUE CALA LOS LOMOS Dicen los que escriben bonito “que mis pies son como dos fuertes plataformas y terminan en un fuerte tronco de brazos abiertos como en vía crucis”. Pues como no, si diario estos pies y estos brazos sostienen los cantaros del agua en cada acarreo. Y yo que no escribo tan bonito digo; estos cantaros tan viejos y desgastados por el diario peregrinar de cuatro kilómetros pa ir a buscar el líquido tan preciado están rete pesados... Llegar al jacal y administrar a cuentagotas el agua que aunque no es tan pura y cristalina es la única en kilómetros al horizonte. Poner el jarro de los frijoles a las brasas (sin agregarle más agua aunque lleguen visitas inesperadas, no por no hacerlos rendir sino por purita falta de agua), lavar los frutos escasos y después darle un sorbo de vida a la macetita de la hierba buena, con el agua de la lavada y otro poco de ella pa refrescar el rostro mío... Esto sobre el depósito pa que no caiga en desperdicio y que en su tercer uso y segundo reúso sirva pa lavar el chiquero de “Panchito” questá de engorda pos ya se avecina el santo de mi tata. Allá por el pueblo de mi compadre adolecen del río que se sale de cauce y se lleva las milpas, los animalitos y los jacales… Se trata del mismo demonio; el espíritu del agua del río… Dice mi compadre que cada año empiezan y a vuelta llueve y pierden todo… Nosotros todito lo contrario, ya quisiéramos masque sea los cuernitos de su endemoniado río. Nomás ha de ser cosa de domarlo tantito y agrandarle el caminito pa que brote contento de bonito en las crecientes, sin arroyar nada ni a naiden.
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