Revista Entre Nos Otros no 2

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Revista del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué

Enero-Junio 2013. No.2

PANÓPTICO

MEMORIAS DEL PANÓPTICO DE IBAGUÉ

Foto: Tatiana Calero

Por: Pilar del Castillo*

Penitenciaria, cárcel o prisión es una institución donde recluyen a las personas que son sindicadas o condenadas por delitos culposos o dolosos. Lo que no sabemos es que un hombre como Otto Valderrama, como quiso que lo llamaran, vivió más que un simple imaginario de lo que es la cárcel. En el 2002 Otto fue detenido por varios delitos. Se le acusaba de extorsión y porte ilegal de armas. Fue recluido en el panóptico, lo que hoy en Ibagué conocemos como “El elefante blanco”. Él imaginó que su vida en la cárcel sería como lo había visto en algunas películas. Tendría una cama para él solo, una celda individual y un guardia de seguridad lo acompañaría a su celda. El 31 de octubre del 2002 entendió que en la cárcel, el que tenía plata llevaba la voz y el mando. “Cuando pisé el panóptico lo primero que escuché fue: tráigame a ese canoso para darle por donde se merece”. Carlos es un hombre de 1.80 de estatura, el cabello blanco por herencia familiar, con armoniosa voz. Voz que le regaló espacio en la emisora institucional carcelaria, lo cual se convirtió en su pasatiempo. “Lo que yo imaginaba que era la cárcel se terminó en el momento que tuve que comprar mi celda”. Tuvo que pagar 300 mil pesos por el lugar donde pasaría dos largos años de su vida. Un lugar donde podría sentirse protegido, pero nunca seguro. Los primeros días estuvo con el “protector”, como él lo llamaba. Le enseño las reglas internas de la cárcel, el que hablaba moría por “sapo”, le explicó cómo estaban divididos los patios. El patio Chalet era donde estaban las reclusas mujeres, el patio cinco era para la gente pudiente o “los riquillos” y el patio dos donde él estaba, era para los del común. En el país el poder está dividido y el panóptico no era la excepción. “El Cacique” o “Pluma Blanca” era el que tomaba las decisiones en el centro penitenciario. Luego de muchos meses de convivencia Carlos con la ayuda de su “protector” fue entendiendo que la cárcel era un sistema capitalista, el que tenía plata podía darse una buena estadía. Era un pueblo pequeño donde lo único que hacía falta era la libertad. Las celdas eran desde pequeñas plazas de mercado, hasta cómodas tiendas de ropa y ventas de minutos.

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Los trabajos de inteligencia de la Policía Nacional y el Inpec, para Caliche, como le pusieron sus compañeros de patio, son momentos inolvidables de esa experiencia. Recuerda con asombro, cómo dos hermosas mujeres se infiltraron entre los presos para obtener información. Luego de esto fueron señalados en público y recibieron sus respectivos castigos, en otros casos aumentaron sus penas por seguir traficando dentro de la cárcel. Estos castigos hacían que en muchos momentos Otto se sintiera más solo, ya que las pocas visitas que recibía se hicieran menos frecuentes. Su esposa se volvía más distante. Sentía que su familia se estaba acabando, además de que estaba perdiendo autoridad hacia sus hijos. Durante el tiempo que paso allí, ningún domingo le faltó la visita de su mamá. También realizó varios cursos de los que se dictaban, entre esos carpintería, costura y contabilidad, esto hacia que su soledad fuese más llevadera. “Recuerdo con total asombro uno de esos domingos donde ya no recibía visita, una joven de no más de 20 años traía en su vagina una pistola siete milímetros” Otto era considerado como un consejero y un padre para los demás reclusos por eso acudían a él en casos como este. “El arma se atascó y no había manera de sacarla, la mujer no hacía sino gritar, lo único que pude hacer fue abrirla un poco más de piernas y con una ‘presto barba’ cortar la parte de su piel que se había adherido con el seguro de la pistola”. Dos años de su vida se quedaron tras las rejas, las vivencias de una cárcel que son inimaginables, la privación de la libertad, la incertidumbre de una realidad diferente afuera. Dos mundos en una sola sociedad, hicieron de Otto lo que hoy puede expresar en sus ojos, un caballero. Y aunque ningún ex presidiario tiene credibilidad ante nuestra sociedad, día a día a él no le faltan las ganas de salir adelante y seguir luchando por su pequeña familia.

EL PANÓPTICO ACTUAL Tatiana Calero**

Al recorrer el centro de la ciudad de Ibagué, es común encontrar construcciones y edificios, pero uno llama la atención de los transeúntes por su peculiar aspecto, este es el Panóptico ubicado en la calle 10, lugar que ahora es denominado por la ciudadanía y los medios locales como el “elefante blanco”. Aquel lugar que en el siglo XIX fue una penitenciaría con una estructura panóptica, hoy es un proyecto de Museo de los Derechos Humanos. La planeación de esta obra empezó en el 2001, sin embargo ha pasado poco más de una década y hasta el momento no han habido avances significativos en su intervención, lo que ha convertido al Panóptico en una de las obras de la región y del país con mayores inconvenientes e irregularidades en su contratación y ejecución. Del proyecto sólo ha quedado una inversión millonaria de recursos públicos, murales del fallecido Jesús Niño Botia que se desgastan con los años, pozos de agua que propician la proliferación de insectos, paredes desgastadas por la humedad y el ambiente, y la sensación que el museo sólo será imaginario.

*Estudiante del programa de Comunicación Social y Periodismo. Trabajo realizado en el marco de la asignatura Enfoques de Investigación, orientada por el docente Edgar Aya. **Estudiante del programa de Comunicación Social y Periodismo de octavo semestre.

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