BASTA YA . UNA REVISTA DE CULTURA

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¡BASTA YA! UNA REVISTA DE CULTURA

MARZO, ABRIL 2023

¡BASTA YA!

Boletín Literario n° 169 marzo, abril 2023

Una revista de cultura

Director: Eduardo Alberto Planas. Colaboradores permanentes:

Jorge Luis Carranza, Alfredo Lemon, Sergio Pravaz, Jorge Torres Roggero, Lily Chavez.

Registro Propiedad Intelectual Nº 598958.

Hecho el depósito que marca la ley 11. 723

Contacto:eduardoplanas2001@hotm ail.com

www.boletinliterariobastaya.blogspot. com - Tel: 351- 6170141.

Esta revista se editó en forma virtual en Córdoba.

Diseño y diagramación: Eduardo A. Planas.

Dibujos: Liliana Menéndez. Grabados: Andrea Guiu

CONTENIDOS

Sergio Pravaz / Gustavo Tisocco / / Liliana Menéndez / Juan Maldonado / Jorge Torres Roggero / Elisa MolinaRosanna Nelli / Lily Chavez

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Sergio Pravaz

Escenas

El jazmín yace en una maceta, ahí está entre las cenizas de mi madre, lombrices y tierra del río.

Hay días en que canta su solfeo, pero solo cuando el viento le arrastra los pelitos de la espalda, como si fuera posible, ella entona mejor cuando el claro de luna reparte besos desde el techo.

Cómo le gustaba el piano durante las tardes del otoño, canturrear sola ese valcesito de sus sueños mirando Lisboa en la humedad de la pared.

Así son estas escenas de la memoria cuando el jazmín de lluvia olorea desde un borde de mi patio.

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Misa

laica

El cordero del señor no quita pecados, ni del mundo ni los propios; provee a la amistad, genera esa mirada, sin pedir nada llena la jarra para que la higuera cante y haga llover esas palabras; en la mesa dice su verso, unta ese corazón, lo abre, le pasa la lengua, canta el jazmín laico, abraza su pared, el vino vuela, la jarra y la damasca se desvisten hasta la noche.

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Y sin embargo

La palabra del poeta dice cosas que ni el corazón más entendido quiere oír.

Ni hablar de la razón empeñada en sus prudencias y su temor al desatino.

Es así, aunque sacudan el ceño, tanto el mirlo con su canto o los señores cuyo desdén es almuerzo y porfía.

Toda esperanza es lluvia como todo prodigio esquiva el milagro y sucede.

Pestañas y lecturas

Yo hice poesía solo, como solo dios un martes a la tarde sudando el temor de su ensayo, así comencé mensurando versos, como un perro mordiendo la vertical

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de cada palabra que atina a caer en la parte blanda de mi corazón.

Una vez que la verbena chorrea ya no se vuelve. Arranqué con los ojos del asma marcando el camino, ínfimo, vulnerable en un big bang que te acomoda para que leas con los oídos hasta que cante el hígado, hasta que la línea de tus labios se rompa y la virgen te quiera entre los suyos, ni gerundios ni adjetivos salvo en caso de muerte

Ahí está mi evolución, prueba y error hasta que el flautista me diga si la dirección es correcta, si soy capaz de continuar en esta deriva.

Experimenté todo y aún ignoro que no hay lugares para llegar,

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apenas un zanjón pero igual se sigue, eso se refleja en mi obra, sístole, diástole y la obstinación del mismo pasillo que ni de costado se puede por ahí.

Por todos los caminos del lenguaje anduve y siempre me asombra el punto de partida,

me aturde que a diario hablo con el búho y siempre es lo mismo, pestañas y lecturas dice, levanta vuelo sin mirarme, me deja su lápiz preferido.

Manos de abrigo

Hay manos que se presentan como la canción de una nostalgia que aún no sucede, como el don de un tamarisco a quién el viento encorva reflexivo,

un refrán para que sus palabras sean virtud del mar cuando canta a la luna.

Tienen la gloria de su lado, un toque y el sol aparece como melodía de guitarra,

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como un aroma de mesa tendida,

como una lluvia que moja sobre un patio de tierra.

Encendidas como el olor de una panza en el octavo mes son un prodigio de entrecasa.

Manos de abrigo para que el trabajo sonría al invierno, como un mantón que cae sobre la piel y la noche es menos larga.

Coloquio del solo

Quiero lamer tus congojas y que vos las mías con esa ternura demorada de una caricia, no por genital, sino por entrañable.

Respirar bajo

Sergio Pravaz es poeta, periodista y editor. Vive en Rawson, Chubut (Argentina). Su abuela Leonor fue quién lo introdujo en el mundo del arte y la escritura. Fue corresponsal en Cuba y en México entrevistando a diversas personalidades de la cultura de esos países. Fue fundador del grupo de poesía “Paco Urondo” con el que recorrió los barrios de Rawson haciendo lecturas públicas. Ha editado once libros de poesía y dos de crónicas. Publicó más de 300 artículos sobre arte, cultura y poesía en medios de Argentina y del extranjero; también ha escrito teatro, canciones y diversos ensayos. Presentó y leyó su poesía en Cuba, México y Chile. Ha recibido diversos premios por su trabajo lírico.

Estos poemas pertenecen a su libro, aún inédito, “UnruborMédici”

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el agua con tal de abrazarte una vez más.

Eso haría.

Poema del sentido

En ocasiones imagino tu vagina entre mis labios, tan real como esta piel exacerbada, como este aire que convulsiona cuando te rozo.

Me son posibles todas las respuestas, aun aquellas negadas a Sócrates al momento de la cicuta.

Y más también si la orden es explorar con tu lengua mis temores.

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Gustavo Tisocco

Si amas a un gorrión en cualquier momento la muerte vendrá por ti.

Si amas al jazmín vendrá la muerte seguramente como cuando amas a un hombre a un paisaje a un barco viejo.

Si no amas serás inmortal.

La eternidad será sólo tristeza.

*

Se está solo por elección o no.

Pero siempre se está solo.

* Podría llorar y llorar para no estar tan sólo.

Pero rio y disimulo.

Sidisimulasfelicidad

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estaráscomoyo:muysolo.

Manos como un nidito Y en ella una semilla.

*

Un soplo una mirada y con la lágrima el lapacho naciendo.

Llorábamos al muerto por lo no dicho por lo vivido y no por los secretos los aromas que pronto olvidaríamos por la música.

Llorábamos al muerto a cada muerto cada muerta y rezábamos a un Dios que no entendíamos prendíamos velas entre gladiolos y claveles y llorábamos.

Al final quedamos solos.

¿Llorábamos al muerto?

*

Inmortales los que han sido amados -no los que amanlos que se han mojado en la lluvia

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los lobizones en noches oscuras

los que descubren la flor en el resquicio los que fumaron la hierba y bailaron hasta caer.

Inmortales los que han sido amados. Mortal yo.

Pequeño y despiadado mortal yo.

*

Hay tanta soledad como seres habitando el universo.

*

Entonces después del amor aparecían entre los tréboles mariposas celestes que revoloteaban alrededor nuestro confirmando que había un cielo en lo alto.

*

Dejamos al muerto entre las flores y retornamos a casa pero la casa ya no era igual ya no estaba.

Solo un silencio largo y oscuro como los pasillos puertas clausuradas ventanas clausuradas.

La casa

Gustavo Tisocco nació en Mocoretá –CorrientesArgentina. Tiene publicado los poemarios “Sutil”, “Entre soles y sombras”, “Paisaje de adentro”, “Pintapoemas”, “Cicatriz”, “Rostro ajeno”, “Desde todos los costados”, “Terrestre”, “Quedarme en ti”, “Reina” y “Hectáreas” (libro publicado en Madrid, España) “Perla del Sur”, “Entre ventanas”, “Nueve poemas” y “El Solo” de reciente aparición; así como los Cd “Huellas”, “Intersecciones”, “Corazón de níspero” y “Terrestre”.

Participó de diversas antologías tanto en Argentina como en diferentes partes del mundo. Asiste a encuentros nacionales y asistió a festivales internacionales en México, Perú y Nueva York como invitado.

Algunos premios y reconocimientos por su obra. Creador y director del sitio MISPOETASCONTEMPORÁNE OS desde el año 2006.

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también quedó entre esas flores.

De su último suspiro volaban palomas blancas y yo lloraba y lloraba hasta que un picaflor se posó en mi frente bendiciéndome. *

A veces la soledad duele lastima como si un puma te arañara por dentro un puma con hambre enjaulado sediento.

En otra es refugio como si un jardín invadiera tu sombra.

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Liliana Menéndez

Movimientos

De la tierra sacra nacen bulbos

paganos.Estremecen la tierra explotan hacia arriba como pequeños volcanes encubiertos.

*

Mar del Plata

Si cavaras por dentro encontrarías mi corazón boqueando como el pez que un pescador dejó olvidado en un balde.

O el pez saltó con esos movimientos sincopados e inútiles rítmicos.

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Movimientos de medio arco hacia un lado y hacia el otro.

Pugnando por no sé qué con las escamas aún brillantes un último movimiento un último escarceo automático de aquellos que aún se logran en vida.

* Mandarinas

Como si abrieras con los dedos el centro de una mandarina gajo a gajo escupiendo las semillas hasta arrojarlas bien lejos.

Habrás arrancado la piel de a pedazos haciendo un pequeño montón como un cuenco para las semillas sobrantes. Te chuparás los dedos

Liliana Menéndez. Artista plástica e ilustradora de libros. Escribe poesía. Vivió en Lima (Perú), en Santo Domingo, (Rep. Dominicana)) donde comienza a exponer sus trabajos y en Barcelona (España) a publicar sus ilustraciones. 1976/85. Es Especialista en Procesos y Prácticas de producción Artística Contemporánea y miembro del Equipo de Investigación en Dibujo contemporáneo de la UNC donde estudió dibujo y pintura y es Licenciada en Psicología.

Expone regularmente en instituciones y galerías de arte. Ilustró más de 70 libros para niños y jóvenes, portadas y revistas para adultos. Tiene numerosas publicaciones sobre ilustración, artistas y sus obras, lectura de imagen, textos para catálogos, relación texto e imagen, materiales bibliográficos y lúdicos para niños y docentes. Obtuvo distinciones entre las que se destacan: Primer premio Convocatoria Nacional de universidades Memoria y Género.Muad 2019; Fellowship Fundación Bogliasco. The Liguria Study Center. Italia 2013; Primer Premio de Dibujo. La Línea piensa y Museo de Bellas Artes Emilio Caraffa. 2010; Las dalias essu primer libro de poemas.

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todos pegajosos y pensarás en los tatuajes que hacías con el jugo chorreando en tus muñecas

Figuritas recortadas, colores intensos.

Quedará tu boca llena de semen dulce que te quitarás con los dedos aún viscosos de cuando el amor se ha terminado y un rayo de inocencia te atravesará lado a lado.

Permanecerán las manchas en el cuerpo como lamparones de luz alumbrando agujeros de la historia.

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Laspapassedeformanmonstruosamentedebajodelatierra

En una larga mesa de madera rústica hendida de cuchillos y sazonada con harina de magnolias las viejas desfloran nueces, desperdigan arvejas como cuentas de un rosario y le echan un ojo a las dos niñas que están en la cuna. Murmuran que ese día se quedarán al resguardo de las enredaderas que taponan los fondos de la galería que da al campo.

Han escuchado ruidos extraños como si los huesos de los caballos crepitaran para hacerse polvo.

Han escuchado que el agua del arroyo está inmóvil crece hacia adentro, y construye pasajes secretos donde se encontrarán los amantes.

Han escuchado cómo las papas se deforman monstruosamente debajo de la tierra, y los cardos alinean sus cabelleras moradas hacia el nogal donde trepan las ardillas.

19 19 Ellas
Marosa Di giorgio

Ellas tienen miedo de quemar el pan y quedar ahogadas en el humo que se extiende como las tinieblas. Ellas, que de tan viejas están casi muertas oyen el crujir de lo que crece como una melodía. Encienden los faroles ajustan los pañuelos y ciñen las fajas de lana negra como si eso por fin, las librara de la muerte un día más.

* Azul de cianotipia

Estábamos intentando imprimir el silencio en grandes planchas, con un complejo sistema de muchos pasos

Vos trabajabas y yo miraba tus manos en un gesto característico que conservaste con los años. Un gesto como esperando antes del ataque, alerta, alacecho de algo que estaba por venir. Como una foto congelada del 29 de mayodel 69. Hace frío de azul de cianotipia, tengo miedo que te mueras porque en el sueño el tiempo se había acabado y estábamos usando un poco más.

*

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Sobre ‘Relatoconunfondodeagua’de Julio Cortázar

Cuando leemos un cuento de Cortázar podemos hacerlo apelando a un recurso que puede ser, tranquilamente, el que utilizan aquellos que manejan a la perfección los crucigramas. A ver, a ver: tengamos al menos algo en claro: la literatura de Cortázar es un enorme crucigrama. Por el pasa la Avenida del Tiempo y nos hace todo tipo de guiños, no la Avenida no, quien escribe nos hace guiños para ver si comprendemos las trampas construidas para conformar un buen texto, para saltar el plano de los tiempos históricos y caer parado en el presente. El proceso se maquetiza de una determinada manera, como este cuento, donde el narrador está en un lugar, lo señala y dice. Está en el Delta, en un bungalow, parado frente a la veranda mira el río. Lo hace con frecuencia. Allí nacen las instancias recurrentes que lo atraen, en esa soledad brotan los recuerdos y comienza la historia: el recuerdo de Lucio, Mauricio (ingeniero). El narrador alude (tono melancólico) a los momentos compartidos en su juventud, en ese lugar, donde la plenitud los incitaba a leer poesía hasta el cansancio, escuchar música, paladear la vida con el regusto de saber la lejanía de la muerte ubicada a más de 60 años. Pero el tiempo es una coordenada y en Cortázar todo es posible, porque los amigos del cuento son dos, al menos los que nombra: Lucio y Mauricio. Quien visita al narrador es Lucio, alguien por el que el narrador siente que crece el fastidio y cierta rivalidad nunca enunciada. Podemos imaginar, aunque no lo digamos, de quién se trata.

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El tema central del cuento es el sueño del narrador, un sueño que es contado, según él, primero a Lucio, luego a Mauricio y lo aclara, pero antes dice: “No invento nada, Mauricio, la memoria sabe lo que debe guardar entero.”.

Luego continúa y agrega: “Te cuento lo mismo que antes le conté a Lucio, voy llegando al lugar donde los juncos raleaban poco a poco y una lengua de tierra avanzaba sobre el río, peligrosa por el barro y la proximidad del canal, porque en el sueño yo sabía que eso era un canal profundo y lleno de remansos, y me acercaba a la punta paso a paso, hundiéndome en el barro amarillo y caliente de luna… Y cuando río arriba vi el cuerpo del ahogado, balanceándose lentamente…”.

En la línea siguiente el narrador inquieto se dirige al amigo: “Estás pálido Mauricio. Apelemos al coñac, si querés. Lucio también estaba un poco pálido cuando le conté el sueño.”.

Luego viene la descarga de la artillería narrativa de Cortázar y en el proceso de lanzar palabras a la página, él, solamente él, sabe que esas palabras se incrustarán como pedradas en la conciencia de sus propios lectores, que deberán desentrañar cada línea o hueco por donde pueda ingresar la enorme maquinaria capaz de traer, a este lado, lo que estaba boca abajo en el sueño, convertido, para este lector, en la enorme simetría de otro ahogado, que, ahora, no es el narrador, pues aún no dice haber visto su propio rostro en el sueño y es que el ahogado, aún guarda su identidad, en la esperanza costera de un enigma. Este otro Mauricio, también ingeniero, (ingeniero mengano, para tomar distancia) no se hizo cargo.

Y es que la realidad de lo escrito cabe en páginas, pero a su vez en determinados casos, toma y traza caminos propios y se corporiza en aquellas ramificaciones que

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llamamos realidad y entonces, el crucigrama, da vueltas alrededor de las páginas, de los días, y aquí ya no son la simetrías cortazarianas del cuento, sino las otras simetrías, las que tocan cuerpos que flotan de este lado de las páginas y pensamos en un muerto, un ahogado que se llevó esta realidad de canallerías no asumidas y de causas, jueces y penales no cobrados, mientras Santiago Maldonado, yacía, bajo el agua luego de golpes y tormentos y por más que me critiquen seguiré leyendo de ese modo, y escribiendo en primera y en segunda, porque siempre he creído que hay mucho más de verdad en un buen cuento, que en las portadas de los diarios que el sistema alimenta con bastardos dineros.

La hondura del narrador, con largo paso, se acerca para travestir la identidad e incluirse en ese otro muerto, que yace de este lado del cuento, y que, cuando va hacia el final, lanza la soga y permite al narrador, y a su vez dueño del sueño, decir a Mauricio: “y la cara del ahogado era la mía, Mauricio, la cara del ahogado era la mía.”.

Antes no lo había dicho, los sueños suelen dejar detalles para el final, allí la representación es más vasta.

Y unas pocas líneas más adelante, la conclusión del relato, para aventar dudas: “Tendré que ir, la lengua de tierra y los cañaverales me verán pasar, magnífico de luna, y el sueño estará al fin completo, Mauricio, el sueño estará al fin completo.”.

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JUAN MALDONADO
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Epístola a Pancho: sobre ritmos y ritos

Ahora que concluye el verano, vuelvo inevitablemente a tu libro Las cuatro estaciones(AlabanzadelpaisajedeCórdoba) . De la mano de «ese viejo buscador deoro del Otoño» desando sus hojas con avidez de hormiga.

Primera condición: desandar, volver. ¿De dónde vuelvo? Vuelvo de los helados conceptos, me digo, desando el «universalismo», regreso de la objetividad abstracta y me relaciono directamente con el olvidado paisaje . ¿Y qué es el paisaje?

Me preguntará algún hosco epistemólogo, algún semiólogo de censores inalámbricos.

Y les digo: según Pancho, mi amigo, que palpita las noticias hora a hora en su cubículo telemático, sería algo así como la especificidad de la región, su originalidad.

Entonces me pregunto cuál es el signo de lo entrañable e inequívoco de nosotros mismos en tu libro. La respuesta no admite dudas: aquí no se trata ya tan sólo de una provincia, sino de una región y de una región de luz. Pero claro, como ya lo había descubierto Lugones, la luz se relaciona con la música y la música con cierta vibración o tacto impalpable y también con un sabor sapiente, digamos, con un goce de los sentidos y del «sentido», con una fiesta. ¿Y qué es, entonces, el paisaje en tu libro?

Es, palpitamos, una extensión (un lugar de estar) y también una puerta o pasaje a la dimensión arquetípica. Despreciar el paisaje, también en literatura, es como destruirlo, es demoler la casa (oikos/logía/nomía), es no habitar, es sólo

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instalarse. E instalarse (algunos aseguran que proviene de «instábulum») es una vuelta a la animalidad, o peor aún, a la cosificación: hoy en día las cosas mecánicas se «instalan».

Pero nosotros, gracias vos, todavía habitamos, Pancho, la casa del paisaje y participamos con sus criaturas de los ritmos del universo. En todas partes se cumplen puntualmente los ciclos, pero en cada lugar tienen un modo singular de manifestarse. Sin paisaje, nos quedamos sin patria; sin el lugar donde «la Madre» y «el Padre» (debo releer esos poemas tuyos) [1] tejieron con sus actos cotidianos, siempre iguales y eternos, nuestra historia, o nuestra trama, si como dice Borges somos los signos de una escritura secreta.

Claro, ahora que nuestros poetas se pelean por las túnicas prestadas, es bueno que los viejos escenarios pasen a un primer plano como exigiendo que se cumpla en ellos un destino. Alegra el alma ver cómo súbitamente las hormigas y los brotes cobran dimensiones hasta ahora desconocidas por nosotros que somos árboles con las raíces al viento, ambiguos desperdicios de la escuela y de los medios de comunicación. De golpe, aparece lo nuestro, lo que nuestros ojos se niegan a ver, lo que el corazón insiste en reconocer como suyo. Y esa redundancia, esa minucia cotidiana y eterna, es el ritmoque gobierna la vida y que fluye de tu libro con el sabor siempre nuevo de las mieles de Hesíodo.

Sí, Pancho, la Primavera es una Edad de Oro y su reino es la luz que canta: «nueva edad de oro para la hormiga», leo; y el invierno es una edad de hierro, región de abajo, infierno, lugar donde parece morir la luz, donde «la hormiga trabaja en su casamata como un operario gris en un taller industrial, donde todo es oscuro, lejano

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a la alegría de los ojos»× ¡Qué bien conocemos, hermano, dóciles hormigas cibernéticas, esos ámbitos donde la luz es un simulacro y la noche más negra entinta la rotativa de los días!

Pero el ritmo nos salva, la procesión de las cuatro estaciones renace en el juego y en el rito. En la joven Primavera coronada de flores que descubres de golpe: «Asoma el rostro, silenciosamente, en las ramas flexibles del sauce». Y como un viejo flautista griego, pueblas el aire de epifanías, porque también: «La mañana en enaguas y descalza con una ramita de poleo en la boca» se ha aparecido para recordarnos músicas olvidadas: ¿otra vez «el verde saúco» que acogió a Tejeda cuando lo sagrado irrumpía junto a nuestro río que «entre dientes siempre habla»?[2] Algo de eso nos recuerdan tus alusiones a la fecundidad luminosa de las Bodas de Canaán, o la inocencia del Ave María Purísima de los días antiguos.

Y por ese camino no es raro que, con tanto acercamiento amoroso al paisaje, necesariamente, arribe a nosotros el signo por excelencia de nuestra cultura en este campo semántico: San Francisco de Asís, tu patrono y a quien llamas «anticipador de la ecología». Por cierto, no faltará en este punto algún crítico de ojo lacrimoso que pruebe con extensa bibliografía que ese símbolo es más de una cultura invasora que nuestro. Creo que le podríamos contestar que no sólo está legitimado por nuestra cultura popular, sino que está intensificado por nuestra tradición regional de San Francisco Solano cuyas leyendas recogió el común y recordado amigo Julio Viggiano Esain.[3] Esas estructuras culturales subyacentes hablan sin cesar y van entramando el texto (o tejido) cuyas hebras nos envuelven, nos atan y nos desatan. Y he aquí que de

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pronto pendemos del hilo de un discurso incandescente todavía de ecos lugonianos:

Lugones, amador de la luz, buscador, también, del oro otoñal y hormiga derrotada al fin. ¿Y ese nudo ardiente del «hermano luminoso», José Pedroni?[4] ¿Y ese fleco orgiástico, tan cercano a nosotros, Osvaldo Guevara, de «garganta rural y poligámica?[5]

Los ritmos y los ritos, Pancho, de la pampa gringa en la luz de tu verano y de tu primavera; y los ocres de la ciudad, con sus barrancas y sus gredas de Argüello, Los Carolinos y Villa Warcalde. Ya ves, hermano, tu texto entretejido en esa lengua de cultura real, concreta, que nos complica, polifónica, en sus múltiples lenguas – ¡salud abuela Penélope, tejedora fiel y redundante del mismo y siempre nuevo tejido con el mismo y siempre nuevo hilo! -. Ese telar complejo y participante nos arraiga y nos da sentido porque nos ofrece la posibilidad de activar los significados que día a día reprimimos y amordazamos en pos de la subsistencia, el éxito o la figuración. En tu libro, Pancho, el paisaje se sujeta al ritmo forjador (poeta) de formas de las estaciones y los cielos, de los árboles y las aves, del huevo y el vuelo. De Botticelli a Cézanne, nos dices, (esfera, cubo, cilindro o cono) él es la estructura o arboladurade la luz. Y la luz calza su cristal en el pie cotidiano y mínimo de esas cenicientas que salen a recibirnos desde tus páginas: la flor de romero, los geranios, los duraznos, la morera, la dalia, la rosa, la espiga, la mazorca, la gramilla, la espina, el perejil, el pozo de agua, el viento, el tordo, el benteveo, la araña, el grillo. El ámbito vital de la pampa gringa, seno oloroso, cálido, sabroso (uso tus adjetivos), única tierra santa de una posible hierofanía nuestra, lugar de encuentro y fiesta. Nos zambullimos, pues, en el agua

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bautismal de tus páginas para descubrir que, a veces, recuperar los nombres de las cosas ya es cargar con un plus de significado nuestra arritmia urbana.

Como dice W. Blake en tu epígrafe: «El mundo en un grano de arena y en una flor, todo el cielo», o más claro aún: «…y todo el cielo», como decía nuestro Homero, o sea, Manzi.

Y ahora, algo sobre las ilustraciones de Molina Rosa. Yo no soy crítico de arte, pero cómo me acuerdo de lo que dices en «El Verano»:«Vuelvo a preguntarme,¿cómoesque,deunsoloelemento,latierra,seobtenganunainfinidaddematices pictóricos?».

Por último, un saludo cordial para J.C. Maldonado, que cuidó la edición y que ya se ha ganado un lugar en el cielo de los que amasan fortunas de amigos cargando con el costo de las esperanzas ajenas. ¿No será Alción el único milagro cordobés en estos tiempos de «argentinos finales» -como diría Marechal- y cuyo tiempo verdadero está paradójicamente en cierto «espacio primordial» que nos has enseñado a buscar?

III. Coda Hasta aquí la carta. Hay en ella guiños, alusiones, citas escondidas. Hay un goce, un gusto. Hay la dicha de leer y escribir.

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Ahora la arrojo como una entraña. El can multicéfalo, Cancerbero, puede comenzar su autopsia. No hace falta corazón, sólo muchas cabezas, aunque sean ajenas.

* 2. Tejeda, Luis de: Libro de varios tratados y noticias, Municipalidad de Córdoba, Córdoba, l980, pp.24 y 77

3. Viggiano Esain, Julio, Leyendascordobesas , Dirección General de Historia, Letras y Ciencia deCórdoba, Córdoba, l970.

4. Referencia al libro Gratiaplenade J. Pedroni, a quien Lugones llamó en un artículo famoso, el «hermano luminoso».

5. Guevara, Osvaldo,Gargantaenverdeclaro , 1964, Río Cuarto,

JORGE TORRES ROGGERO

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“BASSOCONTINUO”DE ROSANNA NELLI

La primera impresión que tuve al leer estos poemas fue la de la nieve cayendo. Son contadas con los dedos de una mano las veces que asistí a ese espectáculo que parece revelar un paréntesis, una pausa en el tiempo, que se remansa y lo deja a uno a la orilla, solo mirando, solo escuchando. Valoro hasta lo indecible esas primeras y personalísimas impresiones de lectura: son las que anudan un lector a un texto. O al menos ese es mi caso.

Y la poesía de Rosanna, a partir de su potencia para plasmar impresiones, invita la relectura. No es en razón de su complejidad o hermetismo, sino tal vez justamente, por lo contrario, un “contrario” no asociado a la simpleza, la ingenuidad o el candor, sino a la desnuda gravedad.

El título, Bassocontinuo , anticipa el tono del conjunto, que además se abre con una sección denominada “Estaciones”: uno piensa en Vivaldi, cuyo famosísimo concierto comienza con la primavera, igual que el primer poema de este libro a los que siguen otros seis, en los que el predominio del invierno marca una pauta de quietud y de tensa espera, que en realidad está es todos. Los poemas se concentran en esa línea melódica estructural a que hace referencia el concepto de bajo continuo en el dominio de la música. En línea con la analogía plateada, desde el título del poemario,

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es posible entrever dos dimensiones en que se codifica la armonía: una situación existencial depurada al máximo (no hay anécdota, no hay detalle, no hay la más mínima alusión a ello) o -dicho de otro modo- una manera de experimentarla para la que no hay lenguaje transparente; y en otro plano, el contrapunto, el juego de la mano derecha pulsando las notas de un mundo externo que el parámetro de ese bajo continuo admite. Bien calibrado el juego, asistimos a las modulaciones de una voz que se pliega al mundo natural, pero que a diferencia del mencionado concierto italiano, nos presenta un paisaje separado, ahí,mudo; prolongación humana, pero no humanizado: un único otro ensimismado y … sí, de alguna forma distante e inaccesible, en la gama de lo mustio, mientras evoluciona el año entre imágenes de negación: Leo, por ejemplo: “…lanocheyanoes/domesticable” (Invierno). O “El aireesseco/comopapel//Eclipse./Nohaydosel” (Verano) “Hoynoquieroestar/ con nadie.//Nisiquieraconestavoz/quemientras/caminoycamino,/sobreel pasto/queastillayrechaza/hablayhabla.” (Invierno).

No es solo la inanidad del entorno; es antes bien la inmovilidad del observador; una quietud fija en un acontecer que parece ser el único anclaje de quien lo registra. ¿Y qué registra? La tormenta que se cierne y que será “tenueyvacua”;“elaireseco/ comopapel”;“elcielo(que es) unecoquemengua”/elsol(del invierno que) afila elmontedeespinas

Versos cortos, oraciones escuetas puntúan la construcción de cada una de las escenas extremando la sugerencia. Progresivamente asomará la primera persona tan neta en

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su intemperie como neto es el desamparo de esa naturaleza frente a las inclemencias del año.

El quédicen estos poemas lo descubrirá el lector: los poemas logran comunicar una emoción, que, como he dicho antes el lenguaje habitual traiciona. Mal haría yo si intentase traducir ese qué a una descripción. Pero además, creo que el afán de Rosanna es buscar (y encuentra) el cómolograrlo; y lo hace tal como afirma Victor

Redondo en el Prólogo: “con sobriedad y maestría”, dos adjetivos apropiados, ya que apuntan, por un lado, a la medida de la emoción y, por otro, a la pericia, evidente en los aciertos constructivos presentes en diferentes niveles: un lenguaje preciso que hace uso de palabras de “este mundo”, palabras comunes, como nylon, como corcho, como cháchara, pero que no desdeña “oquedades” y “resplandores” y, sobre todo, los combina armoniosamente.

Ningún ribete estilizante, ningún dramatismo, ninguna pirueta intelectual en el lenguaje; sí acaso el registro del observador, cuya reflexión o valoración se desprende de la realidad que enfoca y de las imágenes por las que opta, aunque en ocasiones se expone a la afirmación lisa y llana de verdades que a la autora se le hacen patentes. Sin embargo, eso llega al final del libro. Antes, vemos, como glosaría Borges, por espejo en oscuridad; quiero decir, adivinamos ese sentido o significado que luego dirá Rosanna y que no difiere en esencia de lo que se expone en la primera parte del libro, pero que se concreta en la segunda y tercera, llamadas “Artefactos” y “Jardines”.

El tempus de los poemas es lento, demorado. En la segunda y tercera parte, el mundo, las cosas del mundo parecen completamente distantes de -e incluso ajenas

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a- esta observadora; se desenvuelven como una película muda: una estación espacial

olvidada brilla y gira; el espejo refleja su propio rostro, pero en el que ella no se reconoce; El gato de la casa “esunrecuerdosedosoenelaire(…)esunídolode

otranaciónsecreta ; en la antigua casa “Lentasplumas/decal/bajanleves/desde elcieloraso.//Todoescaso,vetusto/nevado”; una tarde en la playa de Premíá no

devuelve el esplendor arcaico, sino una especie de aceptada decadencia generalizada, en la que coexiste el azul irreal y lo basto de un enorme cartel de lejía, un mar que no baña, un sol que no quema.

Hacer de lo ínfimo un don es una de las cualidades de la poesía y acaso de la inteligencia que no se rinde. Me acuerdo de una escena de la película Solaris de Tarkowsky en la que se aludir a un invento genial que consiste en pegar tiras de papel a los ventiladores: producen en la metálica estación orbital que sobrevuela el lejano planeta, una ilusión: el sonido de las hojas movidas por el viento en la tierra. “tan sencillo como genial” dice uno de los personajes. He ahí el arte de lo poco. De manera similar, la “industria” de estos poemas se nutre de despojo. En sus pausas se oye la voluntad, que de alguna manera -callada pero elocuente- dice que no claudica y amasa flores de pétalos oscuros.

Dos idiomas convergen en este libro, porque Rosanna incluye la versión en catalán de la totalidad de los poemas de la primera parte: en realidad no sabría cuál es el lenguaje de partida supongo que es el español, por ser su lengua madre. No importa.

Más significativa me parece la pregunta de por qué traducir la propia producción a otra lengua. Descarto la preeminencia de una razón práctica (que se publique o haya

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publicado también en Catalunia). Pienso más bien que el hecho delata al placer del artífice que trabaja con las palabras, un placer que tiene que ver con sumergirse en el rumor del lenguaje y el ejercicio metódico del oficio poético, que tan bien se templa y manifiesta en la tarea de traducción. Creo hallar aquí un dato no menor de la búsqueda de Rosanna en el campo de la poesía, que tiene mucho que ver con el equilibrio de la expresión, con la precisión de las imágenes y con una dicción que le es fiel.

Para concluir esta presentación quisiera darme el gusto de leer un poema completo:

Planta Pujando su secreta existencia silenciosa, pulpa verde afelpada de plata.

No se ajetrea y no le inquieta la vida ajena, o la propia.

Las estrellas giran según su propio rumbo, y asimismo, la tierra.

Luz y sombra.

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No reclama ni sueña.

Agua, sol, mundo, y si no, muerte.

Cualquier don.

Un día no estará y la mañana será infinitesimalmente diversa.

Algo de frío, una oquedad, y un reverbero que la trama, tal vez, o no, reparará.

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Rosanna Nelli

Ya no hay sol.

El cielo es un eco que mengua; el estanque, una pupila oscura hacia las estrellas.

Cada trino, una hebra distinta.

Sobre el agua que oscila ronda un viento de halcones.

Silencio.

La luna se asoma sobre mi laguna.

Todos mis animales vuelven para abrevar en mí.

*

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Otoño

Musgo denso y hongos de manteca.

Una pisada y se deshacen en un aroma espeso, vegetal.

Frío y calor en un soplo estriado.

Neblina. Llovizna y niebla. Relente.

Un lento caer de hojas y cortezas, y setas como viejos sombreros desvencijados.

Ríos bajantes. Légamo.

De estas cosas se alimenta el otoño.

De estos silencios. * Pampa

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El sol en el asfalto deja un brillo de lata.

El llano se ondula, y el pastizal oblicuo se aplaca, se reserva.

Una sombra retiembla hacia el este.

Con el ocaso viene la mansedumbre, y un vago sopor de caducidad.

* Invierno.

Las savias han descendido al centro de la tierra.

Habrá una primavera.

Habrá un reverdecer para esta pampa muda.

Para esta luminosidad aquiescente, rendida.

Para esta opacidad.

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Como si nada, como si fuera inocente.

Industrias

La construcción de una iglesia y el estallido púrpura de un cuerpo, o la talla de un rubí: todo es industria humana.

Una moneda rota en elipse.

Los árboles caen bajo la nebulosa luz de las estrellas.

En el agua nocturna aguardamos entre cielos inversos.

Hay algo ahora más refulgente que Venus, más nítido, esplendente.

La estación espacial olvidada, brilla y gira.

Se han congelado sus cascabeles.

Su metal

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*

nos remacha a la rueda del mundo, con un mirar ausente.

* Premiá

Playa tranquila, tibieza, y un mar sin sorpresa ni oleaje. Azul. Irreal.

Las voces se vuelan.

Las olas humedecen apenas la playa.

Bellos cuerpos al sol, que jamás nadie mira. Brisa calma.

Islas griegas minúsculas, donde habitan las aves. un gran chimenea cegada, de los años de Franco, un inmenso cartel de un conejo anunciando lejía.

Hacia el norte, las vías del tren,

Rosanna Nelli. Escritora. Docente en la Universidad Nacional de Córdoba y Universidad Nacional de Villa María. Premiada en Argentina y España, publicó en diarios y revistas literarias de Argentina y Catalunya. Cuenta en su haber con tres libros de poemas editados: “Mémini” (2006, Ediciones del Copista), “Una mujer habla y dice” (2012, Alción Editora) y “Basso continuo”, 2016, Alción. Editora.

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que rutilan y tuercen cap a França. Rodalíes.

Entro a este mar antiguo, esplendente y extraño, como a una laguna.

No hay estrellas, no hay algas.

Sólo flotan como rotas medusas, las bolsas de plástico.

Es el mar de Micenas, el de Ícaro.

De los Niños Cruzados. Los árabes.

Boyan corchos, envases, maderas, acrílico, nylon.

Es complejo nadar.

Me tiendo en la playa, casi inerte; una más, entre tantas.

Miro el sol que se quiebra en el agua.

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Hay que hacer un recuento de navíos errantes, revengas, batallas.

Amores terribles.

No alcanza.

No hay oleaje. El sol no calcina. Las aves se apartan.

Recojo mis cosas y me acerco a las vías.

A lo lejos,Ar veo la aguja del volcán de lejía contra el mar que oscurece; ovillada en neblina.

Más concisa e imbatible, que una nave fenicia.

Más arcaica.

Vaporosa. Oxidada.

Inmortal.

(Grabados de Andrea Guiu. Paisajes, Artefactos, Jardines, que delimitan las secciones del libro“Basso continuo“ de Rosanna Nelli).

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Una cosa trae la otra

Por Lily Chavez

¡Me pregunto si algunos lectores del Basta ya! estarán todavía de vacaciones, Si es así enhorabuena, aunque ya esté latiendo marzo y las actividades parecen emocionadas de encajonarnos nuevamente en el trajín laboral o estudiantil, como seguramenteserá de aquí a diciembre, lamento decirlo. En mi caso, los días de relax se circunscribieron a paisajes cercanos o algún evento de verano referido a las letras. Aproveché para ponerme al día con la lectura y ver algunas series que me interesaban. En lo personal me gustan los policiales, pero también películas que se basan en hechos reales.

Así fue que me topé con la miniserie La ley de Lidia Poët. No ubicaba mucho a Matilda De Angelis, su protagonista ni conocía la historia de Lidia. Pese a que algunas críticas dicen –quizás con razón – que su música no condice con lo que se escuchaba a finales del siglo XIX y que el vocabulario usado no es acorde a la época. Le critican también que se tiende a mostrar casi obsesivamente burdeles y fumaderos de opio, cuerpos mutilados etc., y que esto embrutece el resultado final. Sin embargo, igual me encantó. Me apasiona pensar que Lidia nació en 1855 en Perrero, Italia y que pese a tener el título de Maestra Superior Normal, buscó matricularse en la Facultad de Derecho y licenciarse en derecho en 1881. Lo que me resultó contradictorio es que la dejaran estudiar, pero no ejercer. Pese a ello, trabajó con su hermano Giovanni

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Enrico, siendo muy activa en la defensa de los derechos de menores, mujeres y marginados, apoyando también el voto femenino.

Me puse a pensar en esa actitud contundente que ponen en práctica las mujeres cuando deben defender sus derechos y lo solidarias que son con las más diversas causas.

Las historias de mujeres llevadas al cine generan conocimiento, pero, además, resultan altamente motivadoras. Me pasó con una vieja película (1988) Gorilas en la niebla, sobre Dian Fossey, una activista norteamericana que dedicó su vida a lucha por la preservación del gorila de montaña. Antes de ser asesinada a machetazos en su tienda de campaña por un cazador furtivo de Ruanda cuyas actividades ella venía denunciando escribió en su diario “Cuandotedascuentadelvalordelavida,te preocupas menos por discutir sobre el pasado y te concentras más en la conservacióndelfuturo”.

O Madame Curie (2019), una polaca brillante de la ciencia del siglo XX que utilizó por primera vez el término radiactividad y descubrió elementos esenciales como el polonio y el radio. Sin olvidar que fue la primera mujer en ganar un Premio Nobel y sí, Si buscan, también podrán ver Una cuestión de género, (2018). Ruth Bader Ginsburg fue un ícono del movimiento feminista en EEUU y la segunda mujer en la historia del país en ser miembro de la Corte Suprema de su país. Y su historia es más reciente. Lidia Poët se hubiese puesto muy feliz de saberla protagonista de numerosos casos que allanaron el camino hacia la igual de género como el juicio Reed contra Reed de 1971 donde se estableció por primera vez que era anticonstitucional tratar de manera diferencial a personas de distinto género.

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Y recuerdan a Julia Robert en el papel de Erin Brockovich que sin tener conocimientos

jurídicos ni científicos puso contra las cuerdas a una poderosa compañía que contaminaba las aguas subterráneas de Hinckley, en California con una peligrosa sustancia que producía cáncer, problemas intestinales graves e incluso abortos espontáneos?

En estos últimos meses, resonantes casos judiciales han puesto en el tapete la fortaleza y la perseverancia de algunas madres para luchar y que se haga justicia por sus hijos. Mi solidaridad y admiración para con ellas.

Como verán, en ocasiones, me salen alguna que otra frase “antigua” como poner en el tapete pero, obviamente eso se debe a que no me cuezo de un solo hervor. Pero aclaro – por si las moscas- que tapete es el paño que cubre una mesa lúdica y, en los juegos de cartas, al colocar un naipe sobre el tapete, se expone ante los demás participantes.

Queridos lectores, me quedaron cosas en el tintero (esto también es una antigüedad) pero será en la próxima, cuando Una cosa traiga la otra.

Lily Chavez

Lily Chavez es narradora, poeta, gestora cultural. Nació en Deán Funes. Publicó en numerosas antologías en el país y el extranjero. Colabora con varias páginas de difusión cultural. Cofundadora de API (Artistas y Pensadores Independientes). Conduce desde 2009 el programa radial Luna de Pájaros por FM Activa. Iniciadora junto a Laura García del Castaño del Café Literario La bandada (2010). Compiló las antologías Luna de Pájaros I y II. Ha publicado: Sobre lo baldío (Argos, 2009); Dos estaciones y media (El Mensú, 2013); No siempre (El Mensú, 2016) y El derrumbe de los tulipanes (El Mensú,2020).

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