
Año 16 / n° 168
Diciembre 2022
ANUARIO

Año 16 / n° 168
Diciembre 2022
ANUARIO
Una revista de cultura
Año 16 / n° 168
Diciembre 2022
Director: Eduardo Alberto Planas.
Colaboradores permanentes:
Jorge Luis Carranza, Alfredo Lemon, Sergio Pravaz, Jorge Torres Roggero, Lily Chavez.
Registro Propiedad Intelectual Nº 598958.
Hecho el depósito que marca la ley 11. 723
Contacto:eduardoplanas2001@hotmail.com www.boletinliterariobastaya.blogspot.com - Tel: 351- 6170141.
Esta revista se editó en forma virtual en Córdoba.
Diseño y diagramación: Eduardo A. Planas
Fotografías: www.google.com
María Calviño / Silvia Barei / Claudia Masin / Livia
Hidalgo / Hernán Jaeggi / Hugo Rivella / Marcela
Rosales / Ernestina Elorriaga / Leonardo Vergara / Catalina Correa / Flor López /Javier Quintá / Fran
González Brizuela / Carla Isabel / Eloísa Oliva / Juliana Bonacci / Taller Literario Kaos: Lola
Malharro, Martín Miranda, Huenu Peña, Andrea E. Bruza, Araceli Toledo, Iara Asís Ribba, Camila Encinas, Melina Cebreiro
Minas
Ya no queda tiempo de decidir quién dice por fin algo, quién pregunta si son cada vez más grandes o más blancas, o las dos cosas. No sé si las sacan cada vez más blancas; son cada vez más. Blancas se podrían ver de lejos, antes sin forma, después como la piel dura del color de la piedra, y lejos, como nube baja. Tendríamos que preguntarle a la gente que vive en los pueblos de Traslasierra para saber, porque ellos ven ir y venir casi todos los días los camiones cargados con las piedras.
Casi siempre, casi todos los días: obviamente son minas, no canteras. El tren de las sierras sigue haciendo el mismo recorrido: cuando estábamos en clase no lo veíamos pasar, pero en el colegio temblaban los ventanales…
Las copas de los arboles se quedaban quietas. Estruendo de canteras, no minas.
Hasta que a ella la dejaron esperando que un auto casi detenido baje la luz o baje el vidrio polarizado de la ventanilla del lado de la vereda (el tipo que maneja nunca baja); se dice mujer, no mina.
Mina es palabra que vino de Buenos Aires o son las de los lápices,
De Anaminas que escriben (como la que vive en un laurel o a veces cantaba). pero entonces son mujeres que escriben, tampoco minas. De un grafito tan negro que parecen azules, cumplen con su papel dejando ver el gramaje saturado marcado a golpes en la piel con venas azules, azul oscuro con luz blanca; no, vetas azules, es un mármol azul que sacan en San Carlos Minas; son minas de sangre azul, no abandonadas.
Leo esto que salió el domingo: porque si ya no hay tiempo no sé qué vamos a leer: Habitantes de la zona de La Playa contaron a este diario que una de las cuevas con pictografías, que incluía el dibujo de una serpiente grande, fue usada para el estacionamiento de camionetas de empleados de una de las empresas mineras, hasta que un día cedió y se partió en pedazos.
Y los pedazos de la serpiente andan dando vueltas; no se sabe qué otros dibujos andan dando vueltas, serían chelcos, alacranes, arañas de muchas patas, soles de muchos rayos, manos con cuántos dedos desde donde se pueden ver más blancas las piedras más grandes y apenas se divisan las venas azules como líneas quebradas de lápices oscuros…
Si se puede vivir sin saquear minas, sin golpear; basta de golpes es basta de golpes, nada de por favor.
María Calviño, (Córdoba, Argentina), ha publicado: “Círculo de sombra”, Ed. del Tarco (1993), “Lírica en trámite” Babel Editora (2008); “Fin de semana largo – Babel Editora (2011), “De tarde en el Puerto”, Eloísa Cartonera (2012), “Superficies cultivables” – Ed. del Dock (2017); “Control remoto”, Buena Vista editora (2019). Es profesora titular de la Cátedra de Literatura de habla inglesa de la U.N.C., Facultad de Filosofía y Humanidades.
Para la mujer que salvó al Negro Arrascaeta
Escucha allá, para el lado del ferrocarril, repartido, irregular, el ruido de las balas, y algo raro, como de bramido que no da tregua que luego supo, eran gases y gritos y el repiqueteo de alguna clase de fusil.
Se mira las manos, los dedos agrietados, rojos, un poco doloridos por la humedad y los calambres.
Hace frío adentro y afuera de la casa y ella desea pocas cosas una estufa, un plato caliente, la vuelta sosegada de su hombre, su olor a lluvia, sus zapatos y la cadena de huesos en la oscuridad ardiente.
El golpe, el perro que ladra, un cierto revuelo, le hacen dejar el mate y las costumbres de su cuerpo. En el patio alguien ensangrentado y mugriento con los ojos de quien se hunde en el agua le dice escondeme o me matan.
Mira el cuerpo oscuro tratando de desaparecer entre las matas que ya nadie cuida y no sabe por qué piensa que al igual que su hermano este muchacho vive a contrapelo. A contravida. No sabe por qué piensa también que nunca tendrá flores el durazno. Ponete el gorro, agarrá la brocha y la cal, mové esa escalera, ese tacho,
digo cuando golpeen que sos de por aquí que me ayudás a pintar. No mirés cuando retumbe la puerta no tratés de escapar nadie me visita, estoy sola. Sola de verdad.
El vacío dura muchas horas, muchos gestos repetidos subir, bajar, mirar, rezar, sufrir, callar.
Antes de decirle andate, ya no están, tomá el sesenta, de la esquina veinte metros para allá, tiene tiempo de buscarle un abrigo y de abrazarlo como se abraza un cuerpo náufrago.
Como se abraza el temblor del invierno como se abraza a quien siempre se va.
Silvia Barei, nació en Córdoba; vive actualmente en Cerro Azul (Agua de Oro, Córdoba). Se desempeña como investigadora y docente de posgrado en la Universidad Nacional de Córdoba, donde ha sido también Decana de la Facultad de Lenguas (2008-2013) y Vicerrectora (2013-2016). Es Doctora en Literaturas Modernas, ha publicado numerosos libros de su especialidad (Teoría Literaria y Semiótica de la cultura) y dicta conferencias y cursos en universidades del país y del extranjero. En poesía, ha publicado "Que no quiebre el conjuro la palabra" (1992, Ed. Alcion), "De humana condición" (1997, Ed. Alcion), "Cuerpos de agua" (2004, Ed. Alcion, traducido al italiano Ed. Siena, 2006), "La casa en el desierto" (2008, Ed. Alción), "Plegarias domésticas", en Mujeres, artes y oficios (con María Teresa Andruetto, 2012, Ed. Comunicarte) y "Animal ciego" (Ed. Alcion, 2017) y “Nosotras” (Poemas en dialogo). Han sido traducidos al francés, ruso, sueco e italiano. Forma parte del Consejo de Redacción de la Revista Palabra de Poetas. Ha recibido el Primer Premio Ensayo del Fondo Nacional de las Artes, el Premio Universidad y el Premio de Cultura Italiana.
Nos parecemos: fuera del redil todo es la misma sombra, se termina el arco de luz que te protege. Si vas a salir de lo común, mejor que seas un monstruo poderoso, una criatura dispuesta a dar pelea. Prometéme: no vamos a convertirnos en la familia que tuvimos. No vamos a confundir el amor con una ciénaga donde se mezclan el odio por la vida, el dolor, el miedo a separarse porque afuera hay más peligros que adentro. Adentro está la muerte, lo sabemos, hay que huir como hemos huido siempre vos y yo por separado, esta vez hay que irse tan increíblemente lejos que no haya regreso posible, neguémonos a esa partida a medias, a ese estar y no estar, a seguir alimentándonos con lo que nos envenena. Yo llevo tus escamas en el cuello como el recuerdo de lo que pudo ser, de mi pasado, el nuestro, dos lagartos anfibios, estamos muertos para el mundo si sabemos escondernos. Sino el mundo encontrará la manera de matarnos. Así ha sido siempre: somos bestias con un caparazón durísimo y un sentido de la vista tan potente que podríamos descubrir lo que a cientos de metros se agazapa, diminuto y certero. Somos capaces de perder una parte del cuerpo y restituirla lentamente, fibras y células y músculos nuevos en lugar de los enfermos. Pero nos creemos la presa, estamos listos para el látigo y el encierro. Vámonos de una vez a esos, tus reinos,
que en lo salvaje crezca libre y fuerte lo que aquí nos hace débiles. Te espero desde que intenté decir la primera palabra y fracasé, desde que supe que no sabría hablar el idioma que me dieron, que no quería palabras tan llenas de culpa y de tristeza. Las bestias se adoran en silencio como dioses que nadie más venera, dioses que no aprendieron a castigar, que creen en las enfermedades que se curan, en las fuerzas que vuelven después de una larga convalecencia, en la alegría de soltar el cuerpo, una plomada cayendo en el agua con un ruido sordo, hundiéndose hacia la maravilla que hay allá, en las aguas tornasoladas, profundísimas, donde hasta el animal más tímido y arisco puede mantenerse vivo si no cae en las redes que le tienden para que vuelva a la tierra a boquear al sol hasta volverse una criatura normal que está dispuesta a abandonar lo que más quiere por un poco de aire, una supervivencia en la que solo la punzada en las agallas le recuerde a veces que hubo un tiempo sin dolor, un tiempo plácido, el tiempo de las mareas, sin fin y sin comienzo, el de las criaturas raras, las que no entran en ninguna clasificación: feas, sucias, malas, libres de la belleza normal, de la belleza mortífera extranjeras.
EL HUEVO DE LA SERPIENTE
No se puede dejar de ver lo que viste. El huevo de la serpiente: lo que viste se expande como la tinta de un tatuaje bajo la piel, un número en el brazo que pasa a ser tu nombre desde entonces: así se identifica a un prisionero. Uno, dos,
tres, un millón, un cuerpo más entre los cuerpos, no se puede dejar de ver lo que viste. Y en lo que viste está lo que vendrá. El niño que hunde un cuchillo en el vientre suave del animal todavía vivo. El tajo que lo abre entero. Los órganos, la sangre, el corazón pequeño, su latido rapidísimo, azuzado por el mordisco del terror, el chillido de la bestia que no tiene palabras para explicar un sufrimiento incomprensible. Eso viste. El molde de las cosas que pasarán es ese: la expresión de placer del niño que aprende a ejercer la crueldad como aprendió a hablar, a caminar, a leer de corrido. Ejercitando una y otra vez lo que ya ha sido probado sobre él mismo. Esa imagen es más real, es más compacta que una piedra. En esa piedra está escrito el libro que leerás toda tu vida: una familia entera comiendo de la basura, buscando alimento entre los desperdicios como quien busca oro, la misma esperanza terca y fallida. Una mujer que pasa, los ve, se indigna. Dice se roban la basura, mi basura El hombre, la mujer, los niños que se avergüenzan, se disipan como un nubarrón en un cielo de verano, pasajeros, y se van y se llevan el hambre y la fealdad consigo. El chico adolescente al que patean, cuando ya lo tienen vencido y en el piso, sus propios vecinos: son muchos, lo conocen, era uno de ellos hasta ayer. En este día es el apestado, el paria al que se debe exterminar para que el virus que lleva encima no los contamine. Está escrita en la piedra la piedra que va a ser arrojada sobre el vidrio de la casa tomada: vuelvan a su país, escóndanse en sus madrigueras, en sus nidos, no suelten su cría
en nuestras calles. La temporada de caza que se abre todos los días, apenas sale el sol: hay que encontrar alguien más débil, más raro, más indefenso que uno mismo. Hay que afinar la puntería, la matanza para proteger al amo que nos cuida. Qué sería de nosotros sin el amo, si su infinita generosidad dejara de otorgarnos el favor de la vida. No se puede dejar de ver lo que viste: la alegría, el alivio de estar entre los que sobreviven, no me ha tocado esta vez, estoy salvado y mientras sepa diferenciarme bien de los desgraciados, la desgracia no podrá meterse conmigo. Está escrito, también, que no sirve escribir: es apenas contar cómo crece en tu interior, en tus vísceras, en su huevo de paredes translúcidas, la serpiente que apenas asome a la vida, se enroscará en tu cuello para arrancarte las palabras una a una junto con el aire que te anima, a menos que en lugar de escribir sobre la asfixia y el veneno, te decidas a abrirte el vientre y ver: el reptil está ahí, ese es su nido. Hay que matarlo. No permitas que quede con vida para que su veneno -tu veneno- te corra por la sangre como un río sucio y peligroso que te obliga a embrutecerte para arrancarle a otro el hálito vital, el antídoto. Que se quede sin aire, sin alimento, que ya no pueda nutrirse y crecer y reproducirse y se cierre por fin el círculo de fuego del dolor que se padece y que se inflige.
Claudia Masin. Resistencia. Es escritora y psicoanalista. Vivió desde 1990 hasta 2019 en Buenos Aires. Actualmente reside en Córdoba. Coordina talleres de escritura. Publicó: Bizarría (1997), Geología (2001), La vista (2002), Abrigo (2007), La plenitud (2010), El verano (Ediciones de La Paz, 2010), La cura (Hilos, 2016), La siesta (2017), Lo intacto (2018), El cuerpo (2020); Existen dos antologías de su obra El secreto (2007) y La materia sensible (2015) y una edición de su Poesía Reunida, La desobediencia, (2018). Su libro “La vista”; ganó el Premio Casa de América de España (2002); su libro “Lo intacto”; obtuvo mención en el Fondo Nacionalde las Artes (2004).
vi a glauce por primera vez en su casa de la calle arturo m. bas. en el año 1991. febrero o marzo.
mareco le hacía una entrevista mientras el fotógrafo esperaba aquel relámpago que le diera el mejor retrato de la poeta. la nota apareció poco después.
allí vi una imagen atípica de glauce: el rostro desorbitado el cabello desgreñado. y supe sobre glauce lo que no pude enterarme por ella aquel día.
porque aquel día despidió a los del diario y se sentó en rueda entre nosotros jóvenes y no tan jóvenes. se sentó entre nosotros para escuchar nuestros poemas.
glauce tenía esa extraña virtud: la impaciencia por oírnos. la paciencia de escucharnos.
ese día vi a glauce iluminada vi radiantes aquellos ojos intensamente azules a veces verdes otras. vi su parecido con vanesa redgrave y finalmente
vi el rayo de dolor atravesarla quizás porque sea cierto aquello de que lo sublime va ungido a lo siniestro.
II
después de aquel verano vi a glauce unas ciento cincuenta veces en arturo m. bas y otras cien en su casa del pasaje penna. dos veces en el hospital de urgencias. tres en el neuropsiquiátrico. dos veces la acompañé a unquillo. al atelier de carlos alonso. en el cabildo cuando presentó su libro de los poetas en el obispo mercadillo en el homenaje: “queremos tanto a glauce” en la casona de calle rioja iniciando el ciclo titulado en su honor: de los poetas. una vez en el psiquiátrico saint michel cuatro o cinco en un nosocomio de san vicente varias veces a la salida de mi trabajo en una oficina de la avenida olmos en mi casa en la parrillada betos de la avenida san juan en el bar castelar de la avenida general paz y otras tantas que seguramente olvido.
¿qué significaron esos encuentros para mí? mi vida. lugar común. fue un antes y un después de glauce. ahora. después de veinte años de su muerte. aún extraño a glauce. la busco en sus poemas. en los libros compartidos. en sus dedicatorias.
hay una dedicatoria que me conmovió especialmente. tal vez porque la descubrí hace poco. la encontré en las primeras página de la divina comedia.
editorial aguilar. madrid-1942 que me regaló en un cumpleaños. libro que le regalara su padre en abril de 1946 diciéndole: “para glauce. la hija del alma como estímulo a su vocación poética”.
en abril de 1993 ella escribe: “para livia. hija del alma. por su alta poesía. por aquel amor de un padre por lo que yo hacía. por el amor que siento por lo que haces”. palabras excesivas. generosas. para quien se iniciaba torpemente en el camino de la escritura.
que este libro de pequeño formato haya caido del estante de mi biblioteca justamente cuando pensaba en ella. en esto que estaba escribiendo para ella. y que en la caída se desprendieran aquellas hojas. las que contenían la dedicatoria inadvertida. fue una especie de llamado. un señal. quizás lo que me indujo a compartir estos borradores en principio escritos para nadie. solo para ella. solo por estar en ella. con ella. presencia intacta. vívida en mí.
Livia Hidalgo nació en La Playosa, provincia de Córdoba , en el año 1955. Estudió Letras Modernas (sin concluir) y egresó como Contadora en la Fac. de Ciencias Económicas, UNC. Su vocación por la creación literaria, prevaleció por sobre la profesión universitaria. Coordina talleres literarios. De mucha cercanía a Glauce Baldovin, es una gran conocedora de su obra. Sus textos integran muchas antologías literarias. Ha publicado los siguientes libros: “Formas horadadas” (1991); “Recintos de la muerte”, (1993) ; “Otra orilla para abrazar la noche “(1994); “ Hato de luz (1993 en colaboración con Clementina Osuna, Edgardo Pérez, Oscar Villafañe; “ Requiem del mar” (1997) ; “Isadora –jardín de invierno” , (2003; “ Fecunda” ( 2010); “Entretextos. Lecturas heterónimas” (2015); “Entretextos II (2015); “Glauce” (2021).
Habito una casa donde el silencio es una hiedra que cubre los muros.
Como si nada, las palabras y los sonidos van y vienen por las hendiduras de las habitaciones clausuradas: hacen el amor, bailan, escriben poemas. En esta casa los vivos se reúnen con los muertos y conversan sobre sus costumbres y fracasos.
En esta casa, rotas están la fe y la música, el destino y cada sueño. Sólo puedo ver trozos de paisajes, labios que se mueven, gritos que se confunden con las caras.
La noche se quedó a vivir entre las paredes.
Sordo, sólo puedo dirigir la orquesta de los ángeles.
Me pregunto si oír es artimaña y armadura, en esta casa donde el silencio es el hermano menor de la muerte.
Hernán Jaeggi, del libro “Oir”, Editorial Argos, 2021
Nació el 28 de agosto de 1953 en Villa General Belgrano (Dpto. Calamuchita). Es Licenciado en Letras Modernas. Participó del Grupo «Raíz y Palabra» liderado por Glauce Baldovin. Residió en Paraguay durante algunos años (1988-2002). Dirige talleres literarios. Es uno de los más importantes editores literarios actuales de Córdoba. Coordina junto a Carlos Garro Aguilar, el ciclo “Palabras de Poeta”, comprometido en la difusión particular de voces de poetas locales, que cuenta ya con más de una década de historia; y paralelamente, el ciclo Narradores, “Córdoba cuenta”. Además de poesía, ha escrito algunas obras de teatro que se han llevado a escena en Córdoba y en Paraguay. Integra la comisión editora de la publicación “Palabra de poeta”, iniciada en 2016.
SELFIE MAN: UN FOGONAZO EN LA PENUMBRA
Sacarnos una selfie.
¿Es para recordar lo que vivimos?
¿Lo que zumba en secreto como un agua de estruendo?
Nos sacamos una selfie, para poder ser nosotros, digo estar siempre nosotros, y en ese nosotros, ser un yo plural.
Estar siendo y no de solo estar como dice un poeta querido
La selfie que sacamos, inclinados, de arriba, de abajo, de perfil, de cúbito dorsal, al medio, al costado o delante tiene contundentemente un protagonista: nosotros.
Un Yo mayéutico. De sabio y Rey. De rufián de malandra.
El Yo absoluto de Hoderlïn… y poder decirlo.
Esa es la trama.
Reflexiono sobre esto porque acabo de darme cuenta.
Lo digo en voz alta para que me ayuden a pensar
Puede esta reflexión estar equivocada, pero me lleva a preguntas que necesito hacerme.
Sacarnos una selfie
Una selfie/man
Una selfie/woman
Con Juan, con Pedro, con María, con una flor robada a la tormenta, mostrar mis menudencias, pulir mis dientes, para que todos sepan que fui, que estuve ahí, en ese lugar, o en el otro, andar por la galaxia, en la playa, tartamudeando en la puna, leyendo poesía unos minutos a la sombra o al viento, en una peatonal con fugaces orejas, orillando el crepúsculo.
Sonreír.
Casi siempre los mismos damos vueltas y vueltas de Encuentro a Festival, de Festival a Encuentro.
Aquí.
Acullá.
Una selfie/man
Por ahí, pienso que a los encuentros, vamos los que podemos costearnos el pasaje, mientras un montón de poetas, apenas si pueden participar de un zoom.
Siguen en pandemia
Un meet a contracorriente del olvido.
Un espejismo con luces delirantes.
A los manotazos como un Matrix sonámbulo
Una selfie/man
En las fotos no se puede apreciar si el rimbombante encuentro de poesía, apenas, si fue una reunión de unos cuantos poetas con público ausente o ser uno parte del público ausente.
Con simple satisfacción de estar o quedarnos rumiando para adentro.
Lo que importa es la selfie.
Mostrarnos
Mostrarnos sonrientes, alegres, dicharacheros y apostar a reencontrarnos en un próximo encuentro.
Una selfie/ man
Ser parte de ella
La Poesía en tanto se agazapa, toma impulso para que la eternidad no pueda con la muerte, y en ella nosotros dejemos de ser una selfie para ser un corazón abierto, la palabra que necesita del otro con el que definitivamente podamos celebrar la vida.
Una selfie sin nosotros.
A palabra limpia
A calzón quitado
La Poesía hará posible que la poesía nos debe trascender, aunque, parafraseando, nosotros seamos un fogonazo en la penumbra
Texto de La Palabra y los Días para Los Ocultados
Hugo Francisco Rivella nació en Rosario de la Frontera, Salta, Argentina, en 1948. Ha publicado varios poemarios, entre ellos: :Algo de mi Muerte (1981), Yo, el Toro (Alción, 2008), De Fuego y Sombras (2010), Piedra del Ángel (2011) y Espinas en los ojos y siete poemas de barro (2014). Obtuvo los siguientes premios literarios: Juegos Florales Centroamericanos 1985 Premio Internacional Jaime Gil de Biedma Premio de Poesía Mística Fernando Rielo 2013. Premio Córdoba de Poesía (2015) Premio Internacional de Poesía en Paralelo Cero del 2016 Premio Internacional de Poesía Rubén Darío (2016). Premio Leonor de Poesía 2019. Organiza las ediciones del Encuentro Nacional de Poetas con la Gente, de Cosquín, Argentina, Ha compuesto canciones con Carmen Guzmán, Ramón Navarro, Alberto Oviedo, Ica Novo, Chato Díaz, Mario Díaz, Ernesto Romero, Rubén Cruz, Diego Massimini. Fue Jurado de Poesía en distintos concursos nacionales e internacionales.
SIMPLICIDAD DEL FUEGO
I
Curo la herida de tu mano confiada que alimenta la flor roja que deslumbra los ojos de animales y de niños. Porque así nos miramos cuando estamos juntos en su rescoldo escribo.
II
Tomo de tu mano abierta pan, reposo y palabra recibes de la mía canto, piel y lumbre que enciende tu mirada. De ambos toma la luz -urna y dulzurasu resplandor de pájaro su vuelo como de fuego como de agua.
Marcela Rosales, El silencio de enero, Edit. Alción, 2022
Córdoba, 1970, Lic. en Filosofía, Doctora en Ciencia Política. Docente e Investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba. Escritora, Integrante del Consejo de Redacción de la Revista Palabras de Poeta. Integrante y fundadora del Grupo de Poesía y Narrativa “Todos los Nombres”. Como poeta publicó Versos como Naves (EDUCC, 2005), Con tu pie desnudo (Alción, 2008), Ciudad de huecos (Alción, 2011), Los Miserables (Otros), Todos los Nombres (Alción,2013), Incendiados (Alción, 2015) y Diesis (Alción, 2017), El silencio de enero (Alción, 2022)
VII
Un hermano es uno en otros huesos
el eco de otros pasos
manzanas robadas a la hora de la siesta el viaje de Laika su ladrido la galaxia alucinada y la bomba cayendo en Nagasaki y en el duermevela
una sombra jalando la desdentada boca del recuerdo
un hermano es un nombre que se teje y desteje es el mío que quiero me devuelvan es ausencia de luz en mi carne
es un gemido que me agita es la historia de una calesita dando vueltas para siempre en una plaza sin niños.
Ernestina Elorriaga. Nacida en Darregeira, Pcia. De Buenos Aires. Escribe cuentos para niños y poesía. Su libro “La lengua de la noche” fue editado por la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, Ecuador. En el año 2019 publico “El miedo de una casa inexistente”, Alción Editora.
Ana y Juan se fugan de un geriátrico en Devoto roban las llaves y encierran a sus compañeros y a los empleados del lugar antes de huir todo lo que creemos perfecto se derrumba en perspectiva y lo imperfecto no precisa derrumbarse es una llave que nadie encuentra del lado de adentro es una llave que todos buscan desesperados la calma que nos propicia salir a voluntad de cualquier sitio es una calma negada a los prófugos buscados por el personal del geriátrico buscados por la policía de la ciudad buscados por sus familias que aparecen para asociarse con el opresor esto no es una casa, les oyeron decir del otro lado de la puerta clausurada
la casa que tenían ya la guardaban sus hijos con mejores propósitos que ellos por eso van por la ciudad sin saber a dónde se mueven en círculos y el tiempo pasa más rápido que ellos mucho más rápido que ellos los encontrarán desorientados a veintiocho cuadras eso dirá el diagnóstico lo que permanece cautivo niega la vitalidad del mundo se ajusta a una permanencia alucinógena el encierro desorienta a los que huyen antes de la fuga la clave de la represión está en su constancia en el trabajo de hormiga que hace a diario en que no sepamos qué hacer con la libertad cuando aparezca y que si aparece por fortuna de una llave que cambia de manos termine por desorientarnos a veintiocho cuadras de nuestra jaula
Tabú /a
creíamos que si algo tocaba la muerte y la esquivaba estaba salvado que podía vivir en su triunfo intermedio posicionarse más allá de todo lo que desconoce su final guardábamos esa inocencia bajo llave y a la espera de que no fuera encontrada no sabíamos qué hacer con nuestra lucidez tan terrible y ahora que aparece en toda su dimensión es un gato pequeño que falla su salto un gato inhábil en la oscuridad del mundo que esquiva la desgracia con escasa suerte y encuentra nuestra herida un gato blando como nuestra ternura más profunda que nos mira y nos revela esto es la vida dice con sus ojos brillantes una bala perdida que amenaza nuestra calma y nuestra violencia nuestra esperanza tan frágil y difusa atada a la ciencia de lo incomprensible ¿por qué elegimos el bien estando el mal tan cerca? y viceversa si lo que menos sabíamos era de qué estaba hecho el amor y ahora que los gatos más buenos se han dormido para siempre y en el mundo respira tan fuerte lo que falta ahora estamos despiertos
entonces llegó la muerte y me dijo Leonardo, al fin, vengo a acabar con tu vida yo le inventé que tenía quehaceres urgentes que muchas cosas dependían de mí que si no habría posibilidad de esperar un poco o dirimirlo tal vez en una partida de ajedrez lo siento, no conozco ese juego, dijo, creo que has visto demasiadas películas desesperado le pregunté si seguiría viviendo en el corazón de quienes me amaron no, ellos seguirán viviendo, vos no entonces viviré en los libros que escribí, dije como un estúpido
no, tampoco, allí vivirán quienes te lean, vos no acá termina, todo, agregó puedo escribir un último poema? pregunté concedido, me dijo, pero cuánto tiempo te llevará? ya está concedido? intenté asegurarme sí, está concedido puedo empezar a escribir entonces? sí, podés escribir, pero cuánto tiempo llevará el poema? insistió no lo sé
Leonardo Vergara, Villa Dolores, (1986)
Estudió Filosofía en la Universidad Nacional de Córdoba. Trabaja como corrector y admisor literario. Coordina el taller de escritura creativa KAOS. Publicó “La invención de los azules”, (2018), Borde Perdido Editora y “No me digas” (2021), LaTita Editora.
Hablar me hace doler mi lengua fue partida en dos y a cada palabra se abre más.
Digo agua y me sale apenas una gota flaca, casi seca.
Quiero gritarte libertad y mi boca suelta un soplido levísimo como susurrando un camino. Pero tampoco digo camino. Digo polvo, adoquín, digo la huella de los otros. Anoche perdoné a Dios o él me perdonó y todos sus ojos, sus infinitos rostros y mil caras me pertenecieron y di
con que aquello y esto que porto no es solo mi vida, es la de todos.
Nadie recuerda la vida todos recuerdan algo, partecitas el sapo pero no el renacuajo. La laguna espejando el cielo, no el sapo.
Nadie recuerda las palabras salvo algunas las fundamentales. Las que todavía, se oyen casi claras entre el ruido. Entre las palabras y la vida hay quienes recuerdan
más las palabras que la vida y quienes recuerdan la vida antes que la palabra.
Nadie recuerda nada, salvo partecitas renacuajos en un charco.
Quizás la vida exista porque hay palabras donde seguirla.
Y quizás las palabras recordadas sean aquellas que nos hicieron vivir y aún se oyen casi claras entre el ruido.
Entre la vida y la palabra está la muerte y una descansa del poder de la vida y descansa del poder de la palabra.
Cuando una muere, no se detiene sigue el presente, sigue el río siguen sus corrientes sigue el cuerpo con su ciclo
Navegan juntas vida y muerte
¿y la palabra?
¿dónde la palabra? ¿dónde seguirla con la vida?
Navegando entre el ruido.
Catalina Correa nació en Bell Ville, provincia de Córdoba en 1990. Es Licenciada en Letras Modernas por la UNC. Es profesora de Lengua y Literatura en un colegio secundario. Participa del Colectivo de jóvenes “Jeta Brava” que participa de lectura, talleres y armado de libros. Ha publicado el poemario “No hacemos más muñecas” en el año 2019 (El Brote editora). Está trabajando en un segundo libro de poesía cuyo título tentativo sería “Las fundamentales”.
Pulseaditas
Recuerdo de chica estar con mi viejo midiéndome los brazos a ver quién tenía más músculos, juntos jugábamos a las pulseaditas, así se decía en esas épocas. Apoyábamos el codo en la punta de la mesa hasta que sentíamos el hueso tocar con la madera, nos dábamos la mano en un gesto fraternal y empezábamos a hacer fuerza. Cada uno tiraba para su lado para vencer así al brazo enemigo. Esa es una imagen que hoy tengo.
Después en la escuela yo también quería medirme los músculos entonces le proponía al resto de mis compañeros. Las chicas no querían competir, pero Fernando sí. Aceptaba pelear con chicas sin que importara nada. Eso era un gesto noble para mí.
Después supe que en realidad Fernando gustaba de mí pero también quería medirse los músculos conmigo. Sin embargo, eso a mí no me alcanzó como para gustar de él. Como esas historias de los varones que se enamoran de las nenas que les gusta el futbol, como a ellos, entonces piensan que pueden jugar o hacer cosas con ellas. A mí no me pasó, no me alcanzaron los músculos redondos y bien formados de Fernando si su gesto noble ni su voluntad escandalosa de enfrentarse conmigo
para gustar de él, pero quería verlo, agarrar su mano transpirada y doblarle todo el brazo hacia mi lado y que cayera rendido, con el cuerpo exhausto de tanta fuerza puesta en sacrificio.
Un día en el recreo lo reté a Fernando a enfrentarnos en una pulseada.
Luego de una fuerza desmedida que inflamó todos los músculos de mi cuello, gané yo. Fernando enfurecido no lo pudo soportar y me corrió por toda el aula para pegarme. Pero en ese momento yo creía que era la más fuerte del curso. Me agarró contra la pared, mientras el resto de los chicos entraban y salían y yo no tuve miedo porque sabía que mis brazos musculosos eran los más fuertes del curso.
Así que lo enfrenté y le hice comerse las ganas de golpearme. Esas son también las imágenes que tengo cada vez que pienso que puedo algo que no puedo algo que yo soy fuerte, incluso más que papá.
Flor López nació en Villa Mercedes San Luis, en el año 1988. Actualmente reside en Córdoba. Es poeta, Licenciada en Comunicación y Magister de Antropología Social, docente en la Facultad de Artes de la UNC, editora y gestora cultural. Dirige la escuela de escritura creativa El Brote y la editorial El Brote Editoria. Ha publicado los siguientes poemarios: “Andrea” (2009) “Poemas para ser leídos en camiseta” (2010), “La perspectiva de los peces”- (2015) (Diez mil cosas editoras), “Contorsión”- (2017) (Caballo Negro editora); “Pulseaditas”(2021) (Ediciones La mariposa y la iguana).
¿Dónde estás en esa foto?
Una luz azul parpadea en tu cara mi mano en tu mano quise medir esa distancia abarcar tu espalda de pájaro hubiera roto el techo solo para desplegar tus huesos a vos justo que sos el sonido bello de las cosas a vos justo vengo a hablar con mi voz de sombrilla de un espacio nuestro de nosotros sin nosotros y te cuento una historia y me tomás esa foto donde sonrío yo digo huérfano vos decís dueño y me invitás a verme. Mirá bien, decís. Esto también va a pasar. ¿Qué es esto? No sé.
Javier Quintá nació en Córdoba. Es Comunicador Social. Dicta talleres de escritura, es docente y trabaja como editor. Sus cuentos han sido publicados en distintas antologías, diarios y revistas culturales de Argentina. En 2017 publicó “Defensa Personal” (Ed. Recovecos), su primer libro de relatos. Desde 2020 desarrolla y codirige el espacio literario Somos Bardos, plataforma digital dedicada a la edición, talleres de narrativa y lectura, circulación de libros y ciclo de charla con autores. En 2021 estuvo a cargo de la investigación y propuesta de autores, junto a la supervisión de guion, para la serie El viaje, diez cortos de video-poemas argentinos que se trasmiten en Canal Encuentro. En el año 2021 publicó el poemario “Feedlot” por Editorial Bardos.
Viajo, asomo desde el borde de la mirada espío el exterior desde los ojos de otro encierro las texturas de la ruta suenan se parecen a las mías la banquina se desplaza en sentido contrario la calma no es reposo sigo
un incendio es una danza para nadie el fuego también es sonido atizo el silencio con fuego me detengo, el mundo no quizá todo luto es arbitrario sigo
mi reflejo en el vidrio me increpa en días difíciles mejor sospechar de los límites la velocidad es filo en el aire.
Los estados del árbol son nuestros estados, sus silencios son mejores.
Francisco ha dicho de sí mismo: Ejerzo el periodismo cultural y la docencia en Secundaria y en nivel Terciario. Soy coautor de 7 libros de didáctica de lengua y literatura publicados por Editorial Comunicarte. He publicado cuentos, reseñas y poemas en revistas/medios como Circuz, Dada Mini, Al revés. Producimos y condujimos el programa de literatura "Habrá una vez..." junto a Cristian Maldonado en la FM de la UTN. Leo y escribo para mitigar el miedo y las dudas. En el año 2021, publiqué el libro “Los estados del árbol”, Editorial Bardos.
Como ropa recién lavada
Es domingo, la luz amarilla del otoño está por todas partes. Las flores muertas en las macetas del balcón completan el cuadro, siento el sol quemándome las pestañas mientras tomo el jabón entre las manos lo vuelco en la pileta para que haga espuma blanca, abundante y suficiente, como la que trae una ola cuando golpea en un acantilado a mar abierto capaz de arrastrar una familia, una casa, la población entera, inclusive a aquél que haya hecho el daño aunque sea por añadidura. Sumerjo la ropa con determinación, este es un gesto de supervivencia para hundir el agobio que tiene el peso de un yunque. Por más que empuje, siempre sale a flote.
Meter la tela adentro del agua apretando la punta de los dedos parece un ejercicio quirúrgico de quien sutura a través de la puntada cuidadosa, la herida para que deje de sangrar. Después, cuelgo las prendas estirando los brazos hacia el cielo como alguien que gana una carrera y expresa la victoria. Me obnubila la liviandad de la tela moviéndose en la soga, inclino la cabeza hacia arriba
el sol me parte la cara y pienso: cómo serían las cosas si fuéramos capaces de curar nuestra herida profunda y movernos libres sin más peso que el de nuestros cuerpos impulsados por el viento.
De “El Movimiento no es lo mío” (2019) Ed. El Brote Editora.
Carla Isabel. Nació en 1986 en la Ciudad de Córdoba (Argentina). Es Licenciada en Psicología (UNC). Ha participado de fanzines y lecturas locales. Actualmente escribe y también ejerce su profesión. En 2019 se editó su primer libro de poemas “El movimiento no es lo mío” (El Brote Editora) y en 2021 formó parte de la antología “Lecciones de la metamorfosis II”. Ed. Dovlevé ediciones y la antología “Entrecruzadxs”. Ed. El Brote Editora. “Nací una mañana fría, de esas que cortan la respiración; gélida y determinante como el acontecimiento que la acompañó, que marcó mi ser y mi carne para siempre. Escribo para caminar, para estar llena de pájaros y flores. Escribo para encontrar la letraque se inserta en los huecos del cuerpo, aunque sea un hallazgo imposible. Escribo porque creo en la palabra y en la poesía como una fe y ya no puedo vivir sin ella”
Todavía hay polvo en el aire. La semana pasada arrancó una demolición al lado del edificio. Un grupo de hombres trabajó dos semanas para borrar de la faz de la tierra eso que algún grupo, hace cien años, trabajó para levantar.
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Enfrente de mi oficina nueva hay otra demolición. Ayer, dos operarios colocaron un volquete en la puerta de la casa, sobe calle Rivadeo. Empezaron por el techo. Con maza y martillo neumático. Una vez derribado, se fueron comiendo la casa por dentro. Como una manga de langostas.
* A dos cuadras se rompió un caño maestro. Una cuadrilla trabajó toda la noche para normalizar, esperan en horas de la tarde, la provisión de 70 barrios del noreste de la ciudad. Así lo informe el diario. Un río estallo sin que lo llamen.
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La demolición de al lado del edificio se convirtió en un agujero en la cuadra. Desde la terraza, se ven los pisos antiguos, baldosas con dibujos de otra época. “Acá estaba el comedor, acá la sala, acá fuimos felices, acá no”. Así sería la visita guiada del fantasma. En cambio, la casa de enfrente del trabajo no avanzó más. Demolieron todo lo que estaba atrás y arriba. Los bordes del techo fueron lo último que la maza aplastó. La fachada quedó intacta. Una fachada de los años 60 del siglo XX. Blanca, con persianas de madera, ventanas grandes y cuadradas. José volvió y hacemos lo mismo: demoler lo que había adentro, conservar la fachada. ¿O es al revés?
Eloísa Oliva nació en 1978. Estudió comunicación social y cine. Publicó los libros Humus (La Creciente, 2005), 1027 (Nudista, 2010), El tiempo en Ontario (Nudista, 2012), Extractos del diario de Ana B un mes antes de cumplir treinta años (La Sofía Cartonera, 2013), Un don sensacional Edit. Caleta Olivia, 2022
Uno
De niña quería saber cómo iba a ser mi amado.
Una noche, antes de dormir tomé una ramita de abedul la até a mis cabellos con una cinta rosada y acaricié mis párpados con aceite de lavanda.
Recité:
"Colores silvestres que tiñen el río soleado de ardores develen mis dudas y anuncien pasiones".
Al despertar solo supe cuál era el color de las orillas cuando engendran una partida.
"Quien sueña con el Betula pendula protege su hogar contra las penas. Algunos místicos sostienen que la presencia de dicho árbol está indicada para mejorar las depresiones. En un tiempo otro, era conocido por muchos que las cunas que estaban hechas con su madera resguardaban a los infantes y por pocos, que las escobas de brujas se hacían con sus ramas".
*
Mi abuelo tiene una quinta a la italiana en el fondo de la casa.
Maneja un camión y una bicicleta estilo inglés. Si llueve me espera a la salida del colegio con paraguas y botas de goma que cambia por zapatos Nos miran. O quizás no.
De todos modos, Tengo vergüenza y no le hablo. La calle esta resbaladiza y barrosa. La calle y yo tenemos la misma consistencia.
* Voy a construir un origen un corazón xilografiado para ubicarlo debajo de la muerte del diamante pequeños valles en la matriz del cerezo por el que fluirán palabras para el sino sakura sakura sakura sakura (1) voy a construir un origen porque no puedo destruirlo
(1) Flores de cerezo, La repetición del término es parte de una canción tradicional japonesa.
Juliana Bonacci, nació en Camilo Aldao, Córdoba. Estudió comunicación social en la UNC y Teatro en el Seminario Jolie Libois. Poeta, docente, editora. Ha explorado en el campo de la performance y la danza-teatro. Fue becaria en el Centro de producción Cepia "Esquemas humano provisorios" Proyecto de producción de poéticas fronterizas (UNC). Coordina el Taller de escritura “Un bosque luminoso”. Lleva adelante la Editorial de poesía: Dinamo editorial. Ha publicado los siguientes poemarios: “Herbario” (2015); “Ciertas partículas del mundo” (2017); “Hebras y lluvia “(2019), todos por editorial Dínamo Poético. (Poesía ilustrada y libros objeto).
TALLER DE ESCRITURA CREATIVA
MUESTRA
KAOS, diciendo la “O” hacia adentro, es un taller de escritura creativa anti-tips, que huye de la estandarización y persigue la expresión de la subjetividad a través de la palabra escrita y dicha. Las palabras son de carne y de tierra, y fundamentalmente humanas.
https://www.facebook.com/kaosletras
https://www.instagram.com/kaos.letras/
Coordina: Leonardo Vergara
CÓRDOBA CAPITAL (1997)
*
Los conejos se mueren fácilmente. Basta que dejemos caer un objeto cerca y se desploman, infartados, con los ojos medio rojizos abiertos para siempre. Mi mamá no sabía que teníamos uno escondido en el galpón, odiaba a los animales y gastar plata en sensibilidades. Mi hermana y yo lo criamos por unos días en una caja, en el galpón que había al fondo de mi casa, vivíamos en un campo lejos de todo, a la buena de nosotras. El frío, el amor seco, los nidos de yarará, la bañera con agua podrida en medio del corral. Todo estaba pelado. Fui a buscar el conejo (¿o era una liebre?), fui a buscarlo para alimentarlo a escondidas, se me cayó un listón de madera al piso y lo maté. Quedó
tieso, mirándome, como un recorte de ternura en un collage demasiado hostil para jugar al rescate.
**
¿Dónde estaban mis pies -ubicados en qué fragmento de tierra de todos los que alguna vez pisécuando conocí la culpa disfrazada de rechazo de mi propio cuerpo acalorado?
¿En qué microgesto descubrí mis quiebres, mi estrépita torpeza?
¿Cuál fue el camino de rayos solares colados entre la fronda en que entreví orgullosa un fuego incorruptible de la piel hacia adentro?
¿Dónde bebí la dimensión de mis temores inaccesibles y mis esperanzas insobornables?
¿Cuándo me enfrenté al enigma de una contra una misma, a la escisión coexistente y descifrable habitable?
¿Quién me propuso desgrabar cada escena desordenar todas las órdenes simbólicas, hackear el juego, darle al cero el máximo poder y trepar horizontal por los muros para burlar el laberinto y descubrir que no existe?
CÓRDOBA CAPITAL (1989) *
A veces la puerta del patio se traba tengo que levantarla mientras empujo para abrirla En la vida me pasa lo mismo hay puertas trabadas a las que todavía no les encuentro la maña otras con las que aún no me animé a probar pero las peores son las que están ahí abiertas y sin embargo sigo de este lado **
Sigo dando vueltas por la casa lavo los platos saco la ropa del tender la doblo y la guardo en el armario como si las tareas sirvieran de excusa para postergar la decisión de qué hacer con tu cepillo de dientes
Todas las mañanas me espera me ve hacer mi rutina yo hago que no lo veo como si fuera sólo un cepillo
A la noche otra vez pienso lo mismo es sólo un cepillo, miento
Hoy no me quedan quehaceres
se terminaron mis excusas así que voy al baño agarro el cepillo de dientes más pesado de mi vida y lo llevo hasta el tacho de basura
Lo miro una vez más antes de bajar la tapa veo que tengo que cambiar la bolsa
Capaz mañana
CÓRDOBA CAPITAL (1988)
*
La sombra desenfocada de un árbol se superpone a otra sombra enfocada del mismo árbol.
Vos pero no vos si no las imágenes que tengo de vos Hago con ellas el esfuerzo. Las superpongo en capas con opacidad del 20%.
Hago de ellas una silueta
imposible de poner en foco o de sentir un poco más cerca un poco más real un poco más vos.
Pensarte y que aparezcas. No pensarte y que aparezcas igual.
Cruzarte siempre y esquivarte. Cruzarte nunca y esquivarte igual.
¿Cómo deshechar eso que no se ha hecho?
¿Cómo andar sin algo que nunca se tuvo?
** noche
cuando vengas a casa acercate de a poco como hacen los gatitos con desconocidos con timidez con cautela.
Yo estiraré mi mano para acariciar tus orejas tu cara tu pelo y nos daré de beber
y nos daré de comer. No te sorprendas si nos pasamos toda la noche así convergiendo ronroneando.
Luego vos te irás con la luz del sol a ser vos y no más un gatito asustado y yo me quedaré acá siendo la misma no sé si yo pero la misma.
*
CÓRDOBA CAPITAL (1976)
* Te veo como sólo yo te veo vos me mirás y espero que no veas que oculto muchas dudas errores disonancias luces brillantes noches oscuras. Pero vos ves
me ves me volviste transparente.
Te gusto ahora?
Te gusto ahora?
Te gusto ahora?
**
Llevo en el bolso una foto de mi estómago, es una rosa destrozada.
Rosa pálido en el centro rosa sangre en los bordes.
La miro la alimento con mi llanto con mi furia.
Clonagin nocturno. Karilé matutino.
Optizer al crepúsculo. Mi rosa con pétalos de espinas. Una rosa que estalla.
*
SAN PEDRO DE JUJUY (1993)
* mis mejores amigas fueron dos hermanas distintas físicamente pero igual de vulnerables
éramos un tenedor de edades contiguas poco se hablaba de crecer de los gustos, del cuerpo y sus cambios de la sangre por venir del sexo opuesto de los pezones asomando
había una curiosidad temerosa por un lado ese sería el final de toda nuestra historia olvidar un poco la magia de los juegos para adentrarnos bobas en amores vacíos
**
me arrepiento un poco de no haberme quedado fallé en eso fui cobarde tanto ruido me estaba apagando
traté de sostener de ser la hermana invencible pero mis ojos no me dejaban ver la crudeza de la soledad arroparme a mí misma alimentarme
la casa de la libertad era un lugar abandonado donde el frío entraba por todos lados
*
VILLA DOLORES (1995)
*
Se pierde tanto cuando se pierde, que no se encouentramos ni siquiera el rumbo. Quedan hilachas, ruinas, restos de existencia queda una cucaracha sin cabeza que sigue aún caminando, pero sin que entendamos cómo o por qué.
Sobrevive por el propio motor del cuerpo se sostiene en contra de su voluntad permanece inerte.
Se pierde tanto cuando se pierde yY lo único que resta es esperar a la muerte del propio cuerpo. oO salir a buscarla.
** no soporto el frío no soporto los meses hasta junio los minutos de calor que perdemos por día no soporto que las horas de sol sean pocas y aún así cada mañana me levanto y salgo salgo a que el frío me rompa la piel
Ayer no hablé con mamá no la llamé ni me llamó
no lo pensé estoy cansada todo el día todos los días cansada y solo hallo tiempo de pensar a la hora de dormir y me acuesto y me acuerdo que de nuevo no hablé con mamá pero es tarde y ella ya duerme y mañana quizás me acuerde otra vez, cuando sea muy tarde
*
NEUQUÉN CAPITAL (1997)
* de niña mi abuela me contaba una y otra vez la historia de Adán y Eva.
- De ahí el nacimiento del hombre, Camilita.
- Pero abuela, ¿como puede ser que Adán y Eva fueran los primeros, cómo eran los segundos y los terceros hasta llegar a hoy?
Esa cadena inconmensurable de personas naciendo siempre me comió la cabeza.
Después conocí el sexo.
Pero si no existía un manual para hacer el amor
¿cómo sabíamos que Adán y Eva no se chupaban las orejas por dos horas o se fusionaban en una mirada hasta multiplicarse?
Entonces conocí la disidencia
¿Y si Eva se tocaba la teta y eso le gustaba más que el pene de Adán?
¿Y si nunca vio un pene , ni Adán una vulva? y si Adan tuviera celular ¿miraria sexo hetero u homo sexual?
todo esto abría otra macropregunta.
-Abuela ¿De ahí nace el placer?
¿De la idea de comer la manzana más roja del árbol de chupar una oreja, de mirar porno, o de estar sencillamente pariendo en el paraiso?
Mi abuela ya había muerto, nunca pude preguntárselo.
Conocí el placer. No en la manzana ni en las orejas ni en el sexo.
sino, en la duda. **
te dejo mi ropa y mis papeles escritos explicando el porqué. quedatelos, te los regalo.
te dejo las copas con las que nos celebramos, tus lágrimas cuando escuchaste la canción que te escribí, y los domingos, de calma y nido.
te dejo el cepillo de dientes que dejaba a propósito cuando peleábamos, porque nunca quería irme del todo.
te dejo todas las palabras que te cuidaron, que te hicieron sentir en casa.
mi desfachatez, mi desorden, mi tenacidad.
y el humo del cigarro viajando entre tu boca y la mía.
te dejo la luna, para que la mires en el mismo momento que yo y sonrías.
me llevo tu profundidad cada una de las veces que me escuchaste.
Las llegadas a casa, y la búsqueda inminente del abrazo.
todas las veces que nos reímos cómplices rodeadas de multitudes que no entendían nada. y tu invitación a dormir. "vamos a dormir mi amor?".
los te amo, te cuido, te extraño y te guardo que todas las palabras y acciones dijeron por si solas.
me llevo y te llevo. te dejo y me dejo.
*
CÓRDOBA CAPITAL (1992)
*
Me refugio, no quiero admitirlo, duermo más de la cuenta, hay una luz que percibo tenue
**
Mi abuelo fue un inventor de artefactos extraños que nunca saldrían al mercado y de estrategias cotidianas para combatir lo irremediable de la vida.
Se jactaba de sus baños con agua fría en invierno y agua caliente en verano, al parecer así burlaba al clima.
Lo rebelde se me pegó de él, ir contra la corriente, para que duela más porque lo que se abre duele.
* El Taller de acompañamiento creativo / literario K.A.O.S., pensado para quienes estén iniciándose o por iniciarse en la escritura creativa, tiene como lugar de encuentro la sede de calle Laprida n° 266, de Barrio Güemes (Calicanto Casa de Artes), los días Martes de 10.hs a 12 hs; Jueves de 19 hs a 21 hs; los días Viernes de 19 hs a 21 hs.