¡BASTA YA!
Una revista de cultura Junio, Julio 2024
n° 175
Borga , Urretabizkaya , Pravaz , Suarez,Sapag,Planas , Tejerina , Carranza , García
ReynaPalascasa , ContrerasBazán , Chaves , Jaimez, Gerbaldo
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¡BASTA YA!
Una revista de cultura
Año 17 – n° 175
junio – julio 2024
Director: Eduardo Alberto Planas. Colaboradores permanentes: Jorge Luis Carranza, Sergio Pravaz, Jorge Torres Roggero, Lily Chavez.
Registro Propiedad Intelectual Nº 598958. Hecho el depósito que marca la ley 11. 723
Contacto:eduardoplanas2001@hotmail.com www.boletinliterariobastaya.blogspot.com
Tel: 351- 6170141
Esta revista se editó en Córdoba
Tapa: www.pinterest.com / Interior y contratapa: Collages de Angie Ferrero, Poeta (Cba) Retratos: Alejandro Planas
CONTENIDOS
Gustavo Borga / Rafael Urretabizkaya / Sergio Pravaz / Claudio Suarez / Nadia Sapag / Eduardo
Alberto Planas / Hernán Tejerina / Jorge Luis Carranza / Camila García Reyna Palascasa / Gustavo Contreras Bazán (La Rioja) / Lily Chaves / Candelaria Jaimez
ENTREVISTA A LUIS HÉCTOR GERBALDO
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GUSTAVO BORGA
GUSTAVO BORGA
Casi un tornado
Hace aproximadamente un año el jefe me llamó a la oficina. Me dijo:
-Borga, ¿por qué llegó tarde?
-Vengo en bicicleta. Tenía el viento en contra. No podía avanzar.
-Eso a mí no me importa. La próxima vez que llegue tarde lo echo a la mierda.
A partir de ese día salgo fuera de mi casa una hora antes para ver de qué lado sopla el viento. Mis compañeros hacen lo mismo. Nadie llega tarde.
Una mañana, un viento muy fuerte, casi un tornado, sopló a favor nuestro.
Ese día tomamos la fábrica.
Gustavo Borga
Obrero ferroviario y poeta cordobés.
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Estar despierto
RAFAEL URRETABIZKAYA RAFAEL URRETABIZKAYA
Pudrirse una naranja el hambre de los gatos el otoño la muerte desafilarse un cuchillo
la sed andar en bici sin recordar llamar al equilibrio, son todas cosas que suceden mientras nos atamos los cordones cuando pensamos en los trenes
mientras llega el cartero y en alguna otra circunstancia.
Sin embargo, perder un sueño
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encender un sueño
olvidar un sueño
abandonar un sueño
amamantar un sueño
matar un sueño
criar un sueño,
son todas cosas que suceden solamente, cuando estamos despiertos.
Rafael UrretabiZkaya
Palabras Abrazadas
Capítulo 8, Editorial Pliegapalabra / Objetos Textuales La Rioja
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SERGIO PRAVAZ SERGIO
Profesor de arquitectura
Al Pato Mullins
Qué es eso de enseñar lo colectivo cuando el ego grita que tiene los mejores orgasmos?
Todo es un círculo, esa rueda es un círculo, el cemento es una nota de música, un pentagrama de barro es una nota de música,
las columnas solo sostienen el deseo, vuela el rotring asestando su golpe perfecto, hay corazones que buscan ser masticados, cátedra y compás es el ángulo para el beso,
todo es una bella locura compartir para mirar eso que nadie mira y es camino de artesanías
PRAVAZ
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que se reparten en la rueda,
oh sí, siempre es la rueda, y así va a ser hasta que las calandrias dibujen algo mejor.
24 M la calle
Nos comenzamos a mirar cuando llegamos, tal vez a reconocernos.
Estalla eso que estalla y se nos alborota el corazón,
en la calle hay una verdad que alcanza para todos,
solo vemos lejos al calor de la memoria, siempre fue así, ella regentea los saberes necesarios, calienta la saliva para que el invierno no golpee, y si lo hace, pañuelo blanco para todos.
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Barrio
A las 7 y tantas canta el gallo de la calle del farol.
Me saluda cuando paso con la bicicleta o quizás sea el golpe de sus ancestros que le batallan desde atrás.
Lo cierto es que grita como para espantar al último de los demonios.
Utilidades
Para qué sirve el aroma del café, el sonido de la lluvia, o el golpe de un asombro?
Como la poesía, estos asuntos no tienen un fin práctico, su utilidad es magra como el eco de una canción que llega
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a tiempo.
Por eso es importante, como la vida cuando escapa a la razón y te convida con un beso.
Densidad poblacional
El guanaco es un ave de prestigio, la mara se alimenta de alfajores y el ñandú arregla relojes durante los días nublados.
Dicen en el
Cenpat que el piche es políglota y que la ballena desayuna antes de la parición; también afirman que la oveja se burla del puma cuando lee por las noches. El zorro se muere de envidia cuando mira carretear
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a la gaviota
y el pingüino juega al ajedrez mientras llueve y mira el mar.
Estos asuntos ignora la política en esta tierra llena de gente.
A escribir se aprende escribiendo
01
Para aprender a escribir un poema lo primero que se debe hacer es intentarlo.
02
Deje el miedo de lado. Como cualquiera de las actividades humanas, la poesía se puede aprender, se puede enseñar y puede resultar algo más disfrutable y permanente que la catarsis de la adolescencia.
03
No crea en el rayo celeste, en la torre de marfil o en esos inventos de la inspiración como único modo de expresión poética. El trabajo sostenido en el tiempo es la única garantía de aprendizaje. La poesía no está alejada de la realidad, todo lo contrario, se nutre de ella.
04
En el caso de que esa noción de inspiración se haga presente, es mejor que lo encuentre en plena faena de escritura, es decir, trabajando. Todos tenemos un mejor día, una mejor actitud para hacer tal o cual cosa, de modo que es posible que sus palabras, si eso sucede, tengan un peso diferente, al menos por un rato.
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05
Observe la inteligencia de nuestro cuerpo. En ocasiones tiene mayor sabiduría que la mente. Nuestra emocionalidad, más antigua que la razón, se manifiesta a través del cuerpo. Nuestro pecho, nuestro estómago, nuestra espalda o la piel contienen poderosas señales para escribir.
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Lea poesía, y también lea otras cosas, abra sus sentidos y confíe plenamente en sus instintos, todo nutre, todo suma, todo ayuda. Haga sus propias elecciones estéticas, éstas siempre mutarán, no sin antes proveernos de buenas herramientas para el trabajo. Eso nos prepara para aventuras inverosímiles, altamente disfrutables.
07
La razón siempre llega sin aliento ante el desatino de la creación; intenta poner algo de orden cuando la magia ya ha dado frutos. Ese es su lugar en el proceso creativo del poema, observa las palabras que ya sostienen el edificio y acomoda un poco los muebles.
08
Insisto: lea poesía. Hágalo con el asombro de una primera vez tanto como le sea posible y en ocasiones, con actitud crítica, a fin de descifrar algunos de sus secretos, los que siempre se mueren por aparecer.
09 La experiencia lectora es fundamental para cualquier intento de tránsito por el planeta de la escritura. No solo incorporamos lenguaje, sino otras realidades, otros modos de ver y de sentir; para eso, hay que leer de todo y las ciencias sociales son una paleta que puede enriquecer nuestro trabajo.
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Aprenda a leer con los oídos, agudiza en extremo nuestra sensibilidad. Hágalo en voz alta, y en ocasiones cierre los ojos y déjese caer. No hay roce, ni desacomodo lexical que no pueda ser detectado por nuestro oído. Ejercítese como para el campeonato. Es mucho el placer que le espera.
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Aspire a concluir un buen poema, en todo caso aspire también a aprender cómo se hace, cuál sería un buen procedimiento. Nunca piense en publicar antes de haber atravesado su propio Jordán. Para merecer el apelativo de poeta hay que recorrer un camino largo, extenuante y en ocasiones, frustrante.
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No tema enamorarse, de un poema, un autor, una autora, de una frase, de un título, un final o de un libro, hasta de tres palabras puede enamorarse. Siempre es un riesgo, pero al igual que en la vida, vale la pena y lo venimos haciendo desde que bajamos de los árboles, nos decidimos a caminar erguidos y articulamos un lenguaje.
Sergio Pravaz
Sergio Pravaz es poeta, periodista y editor. Vive en Rawson, Chubut. Fue corresponsal en Cuba y en México entrevistando a diversas personalidades de la cultura de esos países. Fundador del grupo de poesía “Paco Urondo” con el que recorrió los barrios de Rawson haciendo lecturas públicas. Ha editado 11 libros de poesía y 2 de crónicas. Publicó más de 300 artículos sobre arte, cultura y poesía en medios de Argentina y del extranjero; también ha escrito teatro, canciones y diversos ensayos. Presentó y leyó su poesía en Cuba, México y Chile. Ha recibido diversos premios por su trabajo lírico.
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CLAUDIO SUAREZ CLAUDIO SUAREZ
Corazón
de pan y miel de abejas
A la memoria de Alejandro Nicotra Poeta
Donde abundan todos los abandonos, hay un chacra azul, delineando un otoño definitivo y más allá, un silencio, que cae como el rocío, debajo de otro silencio blanco. Es ahí, donde deseo imaginarte con el sol que brilla, cuando la brisa sopla suave a través de la hierba germinada y el río fluye, como una corriente de cristal entre esquelas y juncos. No será el olvido el que conjugue tu nombre -Corazón de pan y miel de abejassino tu palabra, que de cántaro a cántaro despierta las luciérnagas: esas teñidas distancias, estos vientos de cenizas.
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La madre de mi madre
El brasero apagado y las emociones rotas, que a la vez son espejos, o arañas de cenizas, califican las sombras, esclarecen misterios y repasan conmigo los cuentos, que mi abuela contaba, dejando la memoria en la inocencia, con el azul redentor de sus años y sus libros. Me estremezco y no grito, porque mis padres ya duermen bebiéndose la luna, y en el aire cantan grillos de arena.
En la espuma, de la lluvia sigue tu palabra; el silencio se espesa, y tu mano cierra la puerta para evitar el frío.
Dicen que hay en el cielo rostros que no vemos, quizás la madre de mi madre, se oculte en ese, intimo rincón lleno de estrellas condenada, de por vida a su belleza.
Claudio Suárez
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Fotografía de Alejandro Pi-Hue
Salvemos las dos vidas
Mi viejo tiene razón.
NADIA SAPAG
NADIA SAPAG
No podemos tener ninguna relación porque volvemos al mismo punto.
Tenga la razón o la tenga él.
Nunca vamos a poder entrar en una construcción de padre e hija, amiga o lo que sea.
Porque hay que empezar de cero.
Porque todo está quebrado y no es por él ni por mí.
La culpa es de Cristina
* Un caballo me mira con su ojo duro nos separa una red con alambre de púas.
En un movimiento hace un espiral con la cola no le quito la mirada de encima quisiera en este acto encontrar una respuesta.
Se acerca un gallo es como un plato lleno de sangre.
Se para al lado mío y canta como si estuviese dormida.
Me hace dudar.
Al lado de la tranquera hay una campana oxidada que el viento hace sonar desganada
Sigo con la vista el cauce de la acequia.
A lo lejos flamea un trapo rojo atado en una cruz sobre una garita de cemento. Se robaron el gauchito.
*
El Dúo Salteño
Los domingos son de la familia o de la angustia. O de la familia angustia.
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El domingo tiene filtro nostalgia olor a salsa, pan, asado. Empanadas hechas en horno de barro. Es el día más silencioso de la semana el más desolado en las calles. Es el día de los muertos del cementerio de los muertos en las avenidas de los muertos sentados a la mesa.
Una casa de agua
Editorial Cae de maduro, 2019
*
Febrero carnaval
Agosto Pachamama Agosto cumpleaños. El resto del año solo pasaba entre la escuela el viento zonda los feriados de feria Rituales pestes que si lo pasas que si no Es pecado mortal no quemar la basura el primer día del mes más inflado del Norte Cavar y adornar el pozo para ofrendar Un traguito a cada paso las alasitas los dólares falsos rico singani la reunión con los amigos. Una vez Doña Irma me dijo: “Hay que prometer sin exagerar para poder cumplir”.
*
Huacalera
Un pañuelito baila en el aire parece que se presentan pero más bien se despiden El tiempo del carnaval traerá nuevas promesas
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para los que andan penando amores
En la quebrada dicen que a las cosas buenas las trae el diablo
El amor es un diablo lleno de espejitos bajando borracho por el cerro grande.
*
Tarareo canciones felices en tu cocina
soy la serpentina en el cuello de alguien que baila
Preparamos la comida y adornamos la mesa
El mantel a cuadritos rojo y blanco me lleva a la infancia entonces juego
Fuego mis palabras
Soltás los cubiertos para atajarlas en el aire
llevando el plato hacia adelante:
“Ya no tengo hambre”, me decís
Caminamos hasta tu cama
Elegís un cuento
El libro se abre como tu boca en la sombra de la pared
Tomás una bocanada de aire y empezás:
“Quien me ama, muere”.
Caldo de huesos,
Editorial Cae de maduro, 2023
*
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INEDITO
Escribo un poema como si estuviese en el mar. Cierro los ojos con fuerza hasta escuchar las gaviotas.
Se me hace fruta la boca siento la brisa dorada y suspiro. La arena. Los recuerdos.
El mar dejó en la orilla tu nombre muerto. Me acuerdo cuando bailábamos en la cocina tu andar de playa masticabas rápido.
En las líneas de tu cara no había preocupaciones aunque te comías las uñas. La arena como los recuerdos.
“La crema es para los fideos” decías. Ponías la mano gordita, así, para hacer aclaraciones. Entrabas a casa dando señales de pájaro. Yo respondía silbando una pregunta que nunca era la misma. La arena como los recuerdos se meten conmigo.
Nadia Sapag
Nadia Sapag, nació el 16 de agosto de 1984 en Perico, ciudad ferial de Jujuy. Se crio en Salta capital. Desde hace diez años vive en Córdoba. Es música y escritora. En 2019 editó de forma independiente "Podría ser peor" narrativa poética. En 2021 la editorial de poesía Cae de maduro editó "Una casa de agua" y en 2023 "Caldo de huesos". Algunos de sus poemas fueron traducidos al portugués para la revista Felisberta.
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PALABRAS DESAPARECIDAS
PALABRAS DESAPARECIDAS
ÚLTIMAMENTE están pasando cosas inusitadas. El otro día escribí un artículo en la computadora. Hoy lo voy a buscar para corregirlo y me encuentro con que le faltaban páginas. Tenía dos páginas menos. "Será un virus" pensé. Lo escribo de nuevo y lo imprimo para evitar problemas. A la hora me encuentro que faltaban esas páginas. ¡Increíble! ¡Están desapareciendo las páginas!
Me voy a la biblioteca, tomo mi libro preferido El libro de los Abrazos de Eduardo Galeano y ¡zas!, compruebo que le faltan páginas: unas al principio con el relato del padre que lleva al hijo a ver el mar y la del hombre que sube a la montaña y mira el mundo, un mar de fueguitos.
Inspeccione los otros libros y al parecer todos están bien. Aunque a Rayuela de Cortázar le faltan algunas palabras. No páginas sino palabras. Pocas, pero significativas.
¡Algo o alguien se está robando las palabras haciéndolas desaparecer!
Voy al diario HoyDíaCba y me encuentro que no están ni la columna Cuaderno de Bitácora de Nelson-Gustavo Specchia ni tampoco El Centinela Ciego de Leandro Manuel Calle. ¡Han desaparecido!
Algo o alguien, muy dañino, por cierto, anda haciendo desaparecer no sólo palabras, sino columnas y páginas enteras.
Habrá que buscar las ediciones anteriores y memorizar esas palabras, esas columnas, esas páginas, como en Farenheit 451.
Las palabras nunca mueren ni desaparecen. Mal que les pese a algunos. .
Eduardo Alberto Planas
Mayo 2024
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BIOGRAFÍA DE LEÓN BIOGRAFÍA DE LEÓN
León nació un rato antes que sonara el despertador. Al minuto su madre abandonó la maternidad del brazo de su padre y dos minutos después León estaba de punta en blanco en la fila izquierda de los alumnos de primero inferior. Mientras la bandera trepaba por el mástil, a León le nacieron y cayeron los dientes de leche. Cuando una hora más tarde tocó el timbre del primer recreo, León terminó la primaria.
A las diez de la mañana promediaba el secundario, tenía acné y era más viejo que su hermano mayor. En el instante del que les hablo, pesaba 55 kilos, medía un metro setenta y la memoria lo traicionaba, en ocasiones recodaba su número de identidad y olvidaba el nombre de su escuela, en ocasiones –durante segundosrecordaba unos ojos imprecisos y olvidaba su sexo.
A las once de la mañana León perdió la virginidad y pensó en todo lo que había vivido hasta llegar a esa cama con esa mujer y su vida le agradó.
Un rato antes del mediodía comenzó a estudiar medicina y un rato después se graduó de médico. Recuperada su memoria, festejó su título con compañeros 25 años menos sanguíneos que él. Después, por primera vez, fumó un cigarro, se quedó solo y advirtió el paso del tiempo. Entonces, volvió a su casa.
El barrio había cambiado a lo largo de la mañana, pero León no lo notó, en su recuerdo sobrevivía la casa encalada de rejas negras que abandonó a las ocho menos cuarto para asistir a su primero inferior. Su madre lo abrazó largamente.
Su padre había muerto.
Almorzaron. La madre le dio a León su parte de la herencia y León le obsequió su título de médico, enmarcado. Lloraron. Volvieron a abrazarse. Se despidieron. Después del almuerzo, León entró al quirófano y operó apéndices y próstatas y labios leporinos. Salió del hospital al final de la siesta, con un par de arrugas en la frente y perdidamente enamorado de la enfermera con la que se casó dos minutos después.
A las cinco de la tarde su mujer lo había hecho padre tres veces y León aborrecía los modos y costumbres de su esposa. Al cabo de unos segundos se habían divorciado por incompatibilidad de caracteres. Durante unos instantes, León estuvo eufórico, después se sintió vacío.
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A las seis menos cuarto de la tarde, a León se le cayó el primer cabello y a las seis menos diez el último. Por la misma época, uno de sus hijos dejó de quererlo y otros de visitarlo.
Las siete de la tarde encontraron a León gordo, calvo y viejo. En el instante del que les hablo, pesaba 115 kilos, media un metro setenta y cinco y no le resultaba sencillo atar los cordones de sus zapatos.
Anochecía y León continuaba melancólico. Quiso iniciar sus trámites jubilatorios pero las oficinas públicas ya habían cerrado. A las nueve de la noche encendió el segundo cigarro del día, aspiró una bocanada de humo y después otra y otra y cinco minutos después, un cáncer de pulmón acabó con él.
A las diez de la noche comenzaron a velar a León en una funeraria de la calle San Martín. Y a las diez y dos tuvieron que cerrar el féretro de urgencia, porque los retos de León, hinchados, violáceos, se descomponían. Cuatro minutos más tarde, depositaban el ataúd en un nicho municipal sin crucifijos ni nombre. Segundo más tarde nadie lo recordaba.
Hernán Tejerina
Del libro “Nueve cuentos naifs y una fabulita reaccionaria”, (no) Editorial, agosto 2018
Hernán Tejerina nació en 1972, en Corrientes, pasó su infancia en Bell Ville. Desde los diez años vive en la ciudad de Córdoba. Colabora en revistas culturales que ocasionalmente publican sus cuentos. Publicó en otros los siguientes libros: “Gramática y homicidio” en colaboración con Nicolás Jozami (2005); “El aparecido” ( 2007- Premio Luis de Tejeda)”; “ La lengua de los gorilas”, Editorial Eduvin ( 2009), “El torno y la molotov- Relatos e imágenes de la Córdoba obrera años 60-70” en colaboración con Susana Roitman, Ximena Cabral y Emilia Olivera”(2010);“Nueve cuentos Naif y una Fabulita Reaccionaria” por (no) editorialColección lengua bífida (2018, libro colectivo junto a Lucas Tejerina, Ceferino Lisboa y Sergio Schmucler; y junto a otros autores ha participado del libro “Los visitantes” de editorial Caballo Negro (Editorial Caballo Negro- 2020). Dicta Talleres de Escritura Creativa.
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JORGE LUIS CARRANZA
JORGE LUIS CARRANZA
Una pareja de ancianos en la mesa del comedor arma un rompecabezas.
Hace mucho lo empezaron.
Un paisaje nevado con una casa y un cielo con nubes.
Ella toma una pieza y dice “no sé si es nieve o nube”.
“Probá” dice él.
Quedan unas pocas piezas todas blancas.
¿Y ellos?
Casi nieve casi nube.
Jorge Luis Carranza
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CAMILA GARCÍA REYNA PALASCASA
CAMILA GARCÍA REYNA PALASCASA
¿qué música escuchabas?
¿tomabas té o café?
¿cuándo y cómo te enamoraste?
¿cuál era tu estación favorita?
¿cómo fueron tus embarazos?
¿querías ser madre?
¿jugabas?
¿leías?
¿qué te atormentaba?
¿a qué recuerdos volvías cuando te distanciabas del presente?
¿tuviste miedo a morir?
Laura Rosa Sagués Maimó
Laura Rosa
Laura Rosa suelto tu nombre y lo repito me arreglo un poco y siento nervios preparo un mate pero te ofrezco café tu papá español
no creo que te haya enseñado a tomar mate el mío -tu hijosí caliente y amargo desde niña
Laura Rosa
Laura Rosa
¿qué nombre te gustaba más? quedaste tan atrás en el camino que dudo si te entusiasmaría conocernos
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o te escandalizarían tus nietas y sus familias y preferirías seguir muerta
Laura Rosa
Laura Rosa si me dijeras la canción ambientaría la casa si supiera algún antojo tuyo lo conseguiría y te hablaría de lo que me cuentes te interese podríamos empezar por ahí después con el tiempo podríamos disgustarnos también digamos conocernos
Laura Rosa
Laura Rosa
¿sabrás identificar mi voz? ¿su vibración te traerá hasta mí? podrías si quisieras presentarte de forma traslúcida transparente en pensamiento en sensación en palabras o como puedas o como quieras o como elijas me quedo atenta y si no te reconozco no es mala educación insistir te estoy invitando abuela
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Camila García Reyna Palascasa
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GUSTAVO CONTRERAS BAZÁN
GUSTAVO CONTRERAS BAZÁN
Velorio
El dulzor de las flores se pierde entre el cebo quemado. Las mantillas cubren el dolor, pero no tapan los gritos. El muerto está prolijo porque recién lo trajeron. Los curiosos lo tocan, los deudos lo lloran Y los temerosos miran desde la puerta. Un perro ladra incansablemente en el patio, y en la puerta los jóvenes esconden la petaca.
Una mosca se detiene en el borde y alguien le acomoda un rosario entre las manos. Otra lo peina, y la que lo acaricia no deja de sentirse aliviada.
Secuencia
En la sala de espera, una mujer canosa reza. Con el cuerpo agotado, las manos apretadas, los ojos cerrados y la tristeza agachada.
En la habitación, sobre la cama, un hombre viejo respira su cansancio, y pelea con el miedo. Un brazo cuelga al costado, y el otro reposa sobre su pecho.
En el pasillo, una pareja revuelve una bolsa con desesperación. Mientras uno sostiene las manijas, el otro busca en las miserias reunidas. Afuera el viento golpea.
Adentro, una enfermera gorda mira por la ventana, acomodando en su cabeza la casilla de chapa, el sueldo, la soledad y algún amor perdido.
Una hoja se arrastra por la calle.
En la vereda de enfrente alguien golpea varias veces una puerta.
En la esquina, tres chicos con las manos en los bolsillos esperan junto a un fuego improvisado. Miran para todos lados. El más chico mira a la ventana del primer piso cuando la luz se apaga. No lo sabe. Ni siquiera imagina, que, en ese preciso instante, una enfermera gorda, cierra los ojos de un hombre viejo, mientras en el pasillo, una pareja llora, y una mujer canosa termina de rezar.
Infancia
Cuando se tienen doce años la primavera no tiene ninguna importancia. Aunque el patio estalle en aromas y el verde amenace entrar por las ventanas. A los doce años la sopa es solo una excusa que se transforma en rebeldía frente a la amenaza: tomala rápido que se te enfría.
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A los doce años, las madres tienden camas, van a misa, ordenan el cuarto y nunca se mueren.
Pero a veces, las cosas suceden. Y las flores dejan de ser flores para convertirse en coronas o ramos que impregnan los velorios. Y los doce años duran toda la vida.
Final
Del ruedo mal cosido cae una hilacha nerviosa que se niega a desprenderse, no quiere ser cortada. Son los bordes que alejan la realidad de la mentira, el costado del camino que nos separa del abismo, la silueta de un cuerpo desnudo a media tarde, el borde de una hoja que lastima la yema de los dedos, las piedras que se acomodan después de una creciente o los restos de comida en un plato casi vacío.
Atravesar los límites que nos alejan de la orilla, la extensa línea que señala el final de un juego. Los extremos de un reloj detenido a las 5 y cuarto, la huella de tus dedos sobre el vidrio, la marca que dejamos en la sábana, en el borde de una cama, apenas un brazo que cae al final del último latido.
Nada
Primero es el silencio. Lo que más impresiona es no escuchar nada. Absolutamente nada. Te recuerda a esas siestas de veranos ardientes, cuando la nada se interrumpe con el aullido de algún perro o el filo de una hoja raspa el aire mientras cae desde el parrón del patio. Absoluto silencio. Como el de un pasillo del hospital a las once de la noche. O el del patio de una escuela los domingos por la mañana. Nada. La nada toda. Sólo el silencio. Luego aparecen los recuerdos. Uno a uno, van llegando, se agolpan, se empujan, se estrujan y la mayoría estremecen. Porque son casi reales. Porque es como volver a vivirlos, pero a todos juntos, encimados, uno detrás del otro: el primer diente, la primera pelota, los primeros miedos nocturnos, el amor de la maestra, los chicos de aquí a la vuelta, el barquito improvisado con unos pocos palos y que se llevó el río aquella tarde. La primera vez que cavás un pozo para enterrar a una mascota, la primera novia, las lágrimas primeras, los últimos besos y todas esas otras veces. También están las caras, los gestos, las miradas, todas conocidas y muchas de ellas olvidadas, pero que inexplicablemente vuelven en forma de recuerdo. Y te acosan. Te paralizan. Y aunque quieras, no podés hacer nada.
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Después el cuerpo. Primero se agita. Después las manos se cierran sobre cada puño con esa humedad que se resbala entre los dedos. La lengua comienza a moverse por adentro y por afuera de a boca, buscando agua, buscando aliviar la angustia que sube hasta la garganta. El pecho se estremece, un dolor como de tambores se instala a la altura de las costillas, debajo de la axila izquierda y se mueve buscando la espalda. Allí es donde uno arquea la columna como intentando levantarse. Es imposible. Nada responde. Las piernas son dos látigos mal acomodados. Los brazos, uno junto al pecho y el otro pegado al cuerpo con las manos bien cerradas. Y el frío que nos tiembla. Que se mete en cada surco y no nos deja encontrar un pedacito de calor, como aquel aliento soplado en invierno mientras dormíamos abrazados. Y después nada pasa. Como cuando soplás una vela y todo se oscurece. Como cuando cerrás una puerta sabiendo que no podrás volver, aunque quieras o, aunque tengas ganas. Como iniciar un sueño, como saltar desde muy alto, como meter la cabeza debajo de la almohada. Ya no pasa nada. Dicen que algunos llegan a oír algún llanto. A veces aparece el miedo. Otros dicen que los impresiona el tironeo de la cuerda mientras los bajan. Yo en cambio, no sentí nada. Nada de nada.
Gustavo Contreras Bazán (La Rioja)
Soy nacido en La Rioja una tierra con mucho sol y buena gente. Soy casado y tengo 3 hijos hermosos y un maravilloso nieto. Escribí desde muy joven (poesía y cuentos) y por una “sugerencia” dejé de hacerlo durante mucho tiempo, casi 40 años…Hago fotografía de manera amateur, trato de capturar paisajes, elementos urbanos y rescatar, sobre todo, aquello que tenga que ver con la preservación de la memoria. Soy docente (me apasiona enseñar), y a lo largo de mi vida tuve múltiples actividades relacionados a la comunicación social, la gestión cultural y la realización audiovisual (áreas en las que además me he formado). Por ello, trabajé con y en instituciones vinculadas a los campos de la comunicación, la educación y la cultura. Hace unos años retomé la escritura, y tal como alguien me dijo alguna vez, porque es un “bien incurable” del que uno no puede soltarse. Me gustan las palabras, creo en ellas y en todo lo que ellas pueden hacer con nosotros. Y me pasa lo mismo con las imágenes. Ambas cosas son parte de un mundo del que no podemos liberarnos. Trabajo en una biblioteca popular. Y formo parte de un emprendimiento editorial independiente en el que tratamos de dar visibilidad a autores nóveles. Cuando puedo viajo. Y sino, trabajo.
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UNA COSA TRAE LA OTRA
UNA COSA TRAE LA OTRA
Hay días en que me duermo tarde. Veo una película o videos o una serie, y si estoy concentrada, leo. Lejos de provocarme sueño, muchas de esas veces me quedo pensando en lo que vi o en las frases que por alguna razón me rozaron. Anoche, cerré los ojos en más de una oportunidad, impactada por las imágenes de la caza furtiva, la terrible práctica de cazar animales de manera ilegal. Ver, la desprotección de los animales ante armas modernas, altamente sofisticadas. Por supuesto, que la carne de estos animales no es usada para subsistir, sino para ser vendida en restaurantes categorizados como los mejores del mundo. La caza ha llevado - incluso- a la transgresión de tabúes tradicionales. En Asia, la demanda es creciente, sobre todo de productos de marfil, cuerno de rinoceronte, así como de la carne y la piel de tigre. Esto, obviamente, causa un gran impacto en las poblaciones indígenas que dependen de la caza y la recolección como medio de subsistencia. Además, como es lógico, la eliminación de depredados de la cadena alimentaria afecta a las presas y poblaciones de otras especies, produciendo una disminución dramática en la biodiversidad. Incluso, hay, por ejemplo, monos aulladores y titíes que cumplen una función ecológica, ayudando en la dispersión de semillas de algunas plantas. Y, convengamos, que, a los cazadores furtivos, poco les importa las consecuencias de lo que hacen. Tal vez ni siquiera sepan que la ingesta de carne de mono puede transmitir enfermedades a los seres humanos, incluyendo el peligroso virus del ébola. Ha pasado en Uganda y en Gabón en los últimos años, para dar un ejemplo.
¿Y en qué me quedé pensando? En que cerré varias veces los ojos, sensibilizada por las matanzas. Luego me detuve a reflexionar. Si esto sucede con los animales me imagino la indefensión que sentirán los humanos que son vapuleados constantemente, también por las actitudes de otros humanos. Pensé en los niños, (se calcula 1000 millones de niños entre 2 y 17 años en todo el mundo, víctimas de abusos físicos, sexuales, emocionales o de abandono. Y con los ancianos, igual, porque la experiencia no se premia, no se valora, sobre todo en las grandes ciudades y, la mayoría de las sociedades, lamentablemente, mantiene una actitud de rechazo hacia la vejez.
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Y todo lo que vengo comentando, tiene que ver con heridas, algunas que apenas se ven, otras cuyas cicatrices se cuelan a lo largo de la vida de una persona.
Ediciones del Callejón, que dirige Ricardo Di Mario, ha dado lugar en su editorial (con excelente criterio) a la Colección Voces de la Diversidad. Y hace poco tiempo, se ha presentado un libro que no pueden dejar de leer. La experiencia de alguien puede ser ayuda para muchos. Ese es el caso de “El niño herido”, de Luciano Armando. Diana Guillén -quien hizo el prólogo- da una definición que me parece sumamente certera: habla de Belleza en tensión. Brillo y noche en la comunión de lo puro, de lo abismal. Y agrega: Él sabe urdir con extrema delicadeza y armonía, una seda que te acaricia o esa arpillera que te hiere. Y volviendo a las heridas, Diana dice: ...y es justamente esa herida la que nos hace despertar, salir del adormecimiento, advertir al otro...
He leído el libro más de una vez. He llorado lágrimas de distinta esencia. Cubrí a Luciano con el cariño que le tengo y cuando quería elegir un poema, no podía. Porque todos despliegan un torrente imprevisto, un dolor que no cuaja, una ternura que sangra. Pero, esta nota me obliga a seleccionar, porque no puedo dejar de compartirles algunos textos de esta magnífica obra.
Una vez mi hermano me regaló un autito a control remoto. Fue tan grande la felicidad, que no paré de jugar en todo el día. Sin embargo, había una sensación de no-pertenencia, de que eso no era mío. Aquello se reflejó en mi alma y en el auto que débilmente sostenía entre mis dedos. Esa noche, en silencio, cuando todos dormían, jugué con una Barbie que alguien, sin querer, olvidó. Los momentos de felicidad, en mi vida, siempre fueron así: ocultos y fugaces.
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- “Señor Almir, ¿es usted dueño de esta obra?
- “Así es, Niño/Niña. ¿te gusta?”
Como yo era un niño recién bajado del nogal no sabía distinguir el Bien del Mal y ante la persuasión, inmediatamente entré en la obra. Subió el cortinado carmesí. Las luces me encandilaron un segundo. Eran galaxias, nebulosas abrasadoras. Respiré hondo. Bebí la mezcla de limón y azúcar. Me recosté en un camastro. Quedé quieto por un instante. Sentí su bigote en mi nuca, su baba inmunda. Me entregué a los brazos del inconsciente o a los efectos de la bebida. Perdí toda memoria
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Pero hasta el día de hoy recuerdo al Señor Almir.
A su Monte de Venus.
A su perfume barato.
A su repugnante cuerpo.
Y, por sobre todas las cosas, a su forma de decir “Si llegás a contar algo pendejo, mato a tu vieja”. 45.
Por momentos tengo recuerdos de mi estadía en la bolsa materna. Ciertos aromas, sonidos, voces que me recuerdan a mi vida prenatal, de mi mundo en el agua, sombrío y seguro. Entonces, cuando la mariposa oscura quiere apoyarse sobre mi pecho, siento esos deseos increíbles de volver a ser un bebé. Regresar al submundo de la gestación. Alimentarme de mi madre. Y no salir jamás.
Seguiría, pero se acaba el espacio. Decir solamente que Luciano Armando, nació en Guatimozín, Córdoba, en 1978, que es profesor de inglés y una persona con hermosos dones. Gracias lectores, será hasta la próxima, cuando Una cosa traiga la otra.
Lily Chavez
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VILLA LA TELA
VILLA LA TELA
Le gustaba ver cómo avanzaba el segundero del reloj de la cocina, que tenía hilos de grasa alrededor. El plástico del reloj se había derretido por el calor de las hornallas, como ella, derretida por su casamiento y el calor de diciembre que no la dejaban dormir.
Le probaron el vestido y la corona de flores de tul violeta del tocado. El año anterior se había probado la coronita de los quince en la casa de Eugenia. Mientras ensayaban la entrega de las quince velas. Una a mamá, otra a Luján ¿le tengo que dar una a mi papá que se chupa como en todas las fiestas con el Fernet coqueado o prittyado, y se afloja la corbata enredada en las guirnaldas del cotillón que se cuelga y baila esa canción de mierda “bate que bate que bate el chocolate” con ese movimiento de cadera ridículo?
Maldijo el día en que llegó El Cholo, amigo de la infancia de su padre. Marita aparta la mirada del reloj, se saca el tocado, los zapatos blancos de taco alto y las ligas.
-Igual, Marita vas a poder terminar el secundario en el pueblo del Cholo, es mejor hija que te vayas, te hacemos un bien. Desde que cerró la fábrica no entra un cospel a esta casa, y con la caja del gobierno no alcanza, ni con la asignación que cobro por tus hermanos… es linda La Pampa hija, hay animales que a vos te gustan, vas a poder andar a caballo-, le decía la madre después que El Cholo le había pedido la hija.
El Cholo entró a la pieza a la madrugada, se metió en la cama de Marita y empezó a manosearla.
-Salí asqueroso, soltáme-, dijo entre susurros para no despertar a los hermanos.
-Callate chiquita, te puedo enseñar muchas cosas.
-Salí viejo de mierda, soltame.
-Si gritás te fajo, vení...vení… mirá el paquetazo que tengo- le dijo El cholo y le llevó la mano a la bragueta del pantalón. La inmovilizó con los brazos fuertes y las manos ásperas de revoque grueso y la apretó contra su cuerpo.
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-Cómo me gustan las virgencitas- decía. Marrita sentía el aliento a vino igual al de su padre. Tenía ganas de vomitar, pero no podía moverse, no podía gritar. El Cholo con una mano le tapó la boca y le metió la mano en la bombacha.
De un golpe seco se abrió la puerta. El padre entró tambaleándose, se tropezó con una silla y puteó.
-La concha de la lora que hace esta mierda acá- gritó.
El Cholo se levantó enseguida y fue a buscarlo tanteando muebles en la oscuridad.
-Negro, negro ¿qué haces?
-Amigazo, vamos a tomar un vino
-No Negro, ya estás en pedo
-Vamo, vamo es temprano todavía
-Con una condición- dijo El Cholo
-Decime Cholito
- Dame la nena
-Y vos que me dás
-Te levanto el muerto de Epec y te hago la loza de la otra pieza.
Marita lloraba en la cama, sucia, mojada, manchada.
El casamiento se arregló en una semana. Marita compró en la ferretería veneno para ratas.
Dijo sí acepto mirando al cura como a las agujas del segundero del reloj de la cocina.
En la salud y en la enfermedad, repitió, en la enfermedad.
Lo que Dios une en el cielo, que no lo desuna el hombre en la tierra.
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Hasta que la muerte los separe. Sonrió cuando El Cholo comenzó a comer “el plato del Novio”, sonrió cuando lo vio que se contraía y su cara se ponía roja. El padre se acercó ya con la corbata floja a hacerle respiración boca a boca.
Hasta que la muerte los separe. El Cholo cayó en el piso, estaba muerto. Ella se acercó, se quitó el tocado de flores de tul violeta, y sonrió.
Candelaria Jaimez
Candelaria Jaimez es de Córdoba y nació en 1973. Es especialista en procesos y prácticas artísticas contemporáneas, licenciada en Artes y Gestión Cultural, pintora, escritora y docente. Participó en las antologías Dora Narra. Editorial Caballo Negro y Recovecos (2010), Los Visitantes, Antología de crónicas de viaje - Editorial Caballo Negro (2011) y Espeluznante -Antología de cuentos de terror- Editorial Postales Japonesas (2020). Publicó su primera novela Los nísperos en 2019, la segunda, El trampero, en 2021. Publicó cuentos breves en La voz del interior e integra el colectivo Córdoba Mata desde 2021.
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ENTREVISTA A LUIS HECTOR GERBALDO
ENTREVISTA A LUIS HECTOR GERBALDO
“El que escribe micro ficción no puede olvidarse del lector, no puede porque escribimos muy pocas palabras”.
Luis, vos sos químico. ¿Encontrás alguna relación con tu profesión y la escritura?
- Ninguna, no, lo de la escritura viene de muy lejos, en realidad por esas cuestiones de estudiá algo que te sirva para vivir, uno termina haciendo eso, pero yo, desde la primera actividad que hice estando en la primaria era periodismo.
- En la primaria.
- En la primaria, en aquella época los viernes había actividades y algunos elegían Cruz Roja, coro y yo hacía periodismo, cuando estaba en 5to grado, 4to grado, siempre me gustó escribir.
- Periodismo gráfico, una revista…
- No llegábamos a eso, pero si tratábamos de hacer notas, lo que pasa es que la maestra que estaba a cargo de eso tampoco debe haber tenido mucha idea, pero aprendíamos como se constituía un diario, como se llamaba tal parte, tal otra, eso sí. Pero después con la química nada.
- ¿Vos sos profesor de química? ¿sos licenciado?
- Yo hice ingeniería química, llegué hasta el final de la carrera, no me recibí, hice la tesis y cuando estaba en esa situación entré a trabajar en la Cervecería Córdoba, y empecé en el laboratorio a hacer control de calidad y fui avanzando, hasta que quedé de jefe de producción y me tocó la mala tarea de desactivarla. Después que la desalojaron, el síndico, me encargo, alguien lo que tenía que hacer, de desalojar toda la cervecería, entregar toda la maquinaria, ese fue mi trabajo. Pero, te aseguro que actualmente, sueño, ya es una pesadilla, que recorro los sótanos de la cervecería, todavía lo siento.
- Yo he ido al parque que se ha inaugurado, que la han reconstruido, y han hecho murales.
- Yo no quería ir, porque a mí me afecta muy mucho y en el mural lo veo, está ahí, la gente que estaba a mi cargo, estaba Conti, lo vi a Arguello, en los murales ¿no?
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- Si, hay una mujer también.
- Si, hay una señora que debe ser alguien del barrio, pero cuando los veía ahí a los muchachos que habían estado a mi cargo, es muy difícil. Recorrer esa calle interna de la cervecería, a mí me costó mucho.
- Me imagino, sí. Bueno, volviendo a la literatura, en tus textos vemos que está muy presente el vuelo, las alas… ¿qué implica eso para vos?
- Más que el vuelo, las alas, el ángel. Los ángeles, es un tema recurrente para mí, quizás es eso que no está, que uno lo desea, lo anhela, lo quiere. Esa persona de la cual uno se enamora, pero no está, entonces lo que te queda es ese halo, ese halo de ángel, no está, pero uno lo tiene presente y pareciera que estuviera al lado de uno siempre, para mi es eso, es el ángel. Es más, en el Facebook, preguntan qué ocupación tengo, pongo CEO en perdedor de ángeles, esa idea de los ángeles que he perdido.
- Si, lo he visto en tu muro, en tu Facebook
- CEO perdedor de ángeles. Me duelen mucho las pérdidas.
- Casualmente, Roberto Raschella, dice que, entre otras cosas, se escribe para conjurar las pérdidas, estás hablando de eso, casualmente.
- Si, mucho, mucho. Y si bien yo no creo, no me gusta la literatura terapéutica, eso de dime que te duele y te diré que tenés que escribir, no, la literatura es otra cosa, es creación, buscar belleza. Pero es imposible evitar eso, de que lo que uno tiene presente, lo que uno normalmente cae para escribir porque es lo que lo moviliza, son las pérdidas. A veces pérdidas que son de vida, y otras cosas que bueno, son la vida, el transcurso del tiempo, más allá de eso, de pronto me afecta, veo una foto de alguna chica que conocí cuando tenía 16 años, 17 y la veo, esos ojitos, ¿Cómo estará hoy? ¿Cómo será hoy? Y me gustaría recuperarla, pero eso sí, lo he puesto mucho en los micros, de esta idea de que quisiera recuperarla, pero por más que fuere a buscarla, no la voy a encontrar porque no voy a encontrar a quien yo busco ni yo soy, el mismo. Esa es una de las cosas de las que escribo normalmente.
- ¿Y qué rol le asignás al lector cuando escribís un texto? Los tenés presentes o no, al lector, al futuro lector
- Y el que escribe micro ficción no puede olvidarse del lector, no puede porque escribimos muy pocas palabras. Es más, el libro Sé Quién Eres por las Lágrimas en mis Ojos, ya el título es un micro, sé quién eres, por las lágrimas en mis ojos, está hablando
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de un fantasma que está cerca y que al hacerme llorar yo sé quién es ese fantasma. Entonces, yo tengo que dar algún tipo de información para que el lector termine de armar esa pieza, son muy poquitas palabras y hace que el lector sepa de que estoy hablando, entonces yo no me puedo olvidar del lector, es muy importante. Entonces se transforma, quizás en un lector que sea conocedor de muchas cosas, es un juego, es un juego entre el escritor y el lector.
- Más o menos como decía Cortázar, que no le gustaba el lector pasivo, si no que buscaba el lector activo
- Tiene que ser continuamente cómplice. En el caso de Morfosis, del micro que leí, Morfosis, la que despierta y se da con que es una sirena, que tiene cola de pez, dice que desesperada se tira al mar, y bueno pero el lector ya sabe que una sirena en el mar no va a morir, entonces esa parte no hace falta que yo la aclare, entonces el lector se transforma en cómplice, uno necesita de eso, si yo hubiera hecho otro ejemplo con algún tipo de animal desconocido, el pobre lector no sabe de qué estoy hablando, todo esto es fácil, esto me acompañan seguro en eso, el lector es muy importante
- Si, acá Estela Smania, dijo que el lector completa y aclara y justifica el libro. Y nos dijo que inclusive a veces encuentran cosas que ella se olvidó o no estaban presentes
- Muchas veces no está presente y más en los micro relatos, porque en los micro relatos a veces hay interpretaciones que no están en la idea. Uno de los más famosos, que es aquel de Monterroso, despertó y todavía estaba ahí
- El dinosaurio todavía estaba ahí
-Es más, me parece que no dice el dinosaurio, el dinosaurio es el título, y todavía estaba ahí, hay congresos que se juntaban a discutir todas las posibilidades de ese micro de que, si era que estaba soñando, no estaba soñando y bueno, pero eso todo enriquece, en realidad eso es literatura, el libro o el papel escrito que sea puesto en la biblioteca no es nada, es papel, pero una vez que está tomado por el lector y desarrollado y encontrado nuevas cosas con esa misma idea, eso es literatura. Es más, lo más fácil, segur que el que lee hoy El Quijote, no está leyendo lo mismo que el que leyó en la época de Cervantes, para nada.
- Y el tema que ya hablaste del título, en el micro relato ¿qué papel juega, qué función? Que en tu caso cumple el título
- En micro relatos el título es esencial, forma parte, uno tiene muy pocas palabras. Cuando uno escribe micro relatos hay técnicas, se sacan, no hay adjetivos, no hay
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nombres porque normalmente son uno o dos personajes, soy yo y el o yo y ella, si hablo de mi o hablo de ella, no hace falta que se llame María ni yo que me llame Eusebio, es lo mismo. Entonces no hay nombres, no hay adjetivos y se comprime todo tan justito que el título es muchas veces la posibilidad que tiene el lector de darse cuenta de que estoy hablando.
- Forma parte del micro relato
- Forma parte, es una técnica que está, que está tomada así, en los grupos de micro relatistas ya se la ha asumido como una técnica obligada. El título forma parte del micro relato. También así hace falta tener toda una preparación para elegir el título adecuado.
- En tu escritura menos, es más, ¿no es cierto?
- Si, muchas veces si, de eso se nos ríe Jorge Luis Borges, se ríe de nosotros, hay un capítulo en Crónicas de Domeq que habla de un escritor que tiene como toda su obra literaria, son ocho palabras.
- Toda la obra literaria
- Si, entonces dice, por supuesto al estilo Borges, un escritor que no existe, se ríe de eso, entonces por lo pronto escribe una obra esboina, esboina, con todo lo que eso significa, el origen racial de quien la usa, para que la usa, en que momento la usa, porque la usa, entonces arma todo eso el lector en base a la palabra boina, es una exageración por supuesto de Borges para reírse de los que en ese momento escribían relatos muy cortos, pero si, en realidad cuanto menos, es más
- ¿Y vos buscás esa cosa pequeña o escribís todo y después vas tachando, vas corrigiendo? Sacando, puliendo….
- En realidad uno muchas veces lo encuentra directamente, pero también se hace un oficio de a veces me ha sucedido, estaba en el taller y me decía alguno de los talleristas que iba a presentar un cuento en un concurso, bien, pero tiene 200 palabras y me piden hasta 100, bueno, pásamelo y empezamos trac, trac, uno ya sabe, se acostumbra a esto de todo lo que sobra, porque vuelvo a decir, en caso de los adjetivos, nombres y demás que son innecesarios, desaparecen y enseguida se reduce el texto, se va reduciendo muchísimo el texto, cuando uno saca todo lo que ya es comprendido, cuando uno encara el texto, ya no hace falta ponerlo, y bueno, sale. Es más, es más, en poesía, aunque no lo digan, los poetas lo usan mucho a eso
- Cierto, cierto
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- Ellos lo usan mucho, no lo dicen como nosotros como una forma de estructurar un relato, nosotros estructuramos un relato, el poeta simplemente lo propone y no usa mayúsculas al comienzo, se olvida de las puntuaciones y va encadenando ideas y logrando un clímax, es eso, pero lo usa el poeta también, cuanto menos, es más.
- Si en poesía es así. Y se dice que hay una respiración en la prosa y en la poesía también, que sería distinta ¿en dónde ubicarías vos la respiración en el micro relato?
- Y la respiración en el micro relato está quizás en darle un poco de énfasis o permitirle comprender al lector o el que escucha, qué es eso, porque supongamos, recién leí la del casamiento y entonces yo voy haciendo esta respiración y estos espacios para diferenciar quién es quién… la besó con tierna suavidad… el a ella, es la beso, después …. Buscó mirar los ojos, ella se los negó…. Sos el amor de mi vida… eso ya es una voz, eso ya es alguien que lo está diciendo, entonces todo eso hay que manejarlo con, justamente, la puntuación para que permita la respiración en la lectura y en el mismo lector para poder diferenciar los personajes, es muy importante, muy importante
- Porque no está mencionado….
- No está mencionado, eso se pone directamente, el nomás le dice …no puedo vivir sin vos, dijo sin titubear, pero… ya está, ella lo abrazó con fuerza, quería retenerlo y él se va a su casamiento, terrible, pero bueno, lo peor es que esto, yo sé que sucedió, es un caso que me tocó cerca, pero fue así
- Por eso qué, te iba a preguntar ¿qué es lo que dispara un micro relato tuyo?
- Y a veces situaciones que uno conoce, como en este caso y otras que uno va buscando en el caso de los pañuelos que leyó Jorge, bueno, yo siempre… tenía, me había afectado muy mucho haber encontrado a un compañero de la facultad en una marcha del 24, un chico muy seriecito e estos que van a la facultad con saco y corbata todavía, muy pero muy seriecito y de pronto encontrarlo ahí, armando el cartelito con la foto del hermano para salir, en una época en que éramos pocos los que hacíamos la marcha del 24, que la marcha del 24 eran una o dos cuadras nada más, el en la puerta del Jockey Club, armaban los cartelitos para salir y entonces busqué de qué forma puedo contar eso y lo conté por los pañuelos, que cada pañuelo es un desparecido que se juntan, que el día de reunión son los jueves en la plaza de mayo, que es la reunión de los desaparecidos, se juntan para sentirse felices y sentirse presentes y eso era por el hermano de este amigo
- Hay disparadores, un hecho que vos ves, puede ser una imagen, una música
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- Los disparadores son varios, a veces son ridículos, uno busca el ridículo, pero bueno, va encontrando cosas, de pronto la idea no es que sea un chiste, no es una broma, pero si, a veces se busca el ridículo en las contradicciones que permita contar algo, en el caso de Terminal, era buscar con infinitivos, volver, dejar el bolso, levantar, recordar que ya no está, dejar el teléfono, es esa sensación de bueno, muchas vece, a mí me ha sucedido, llego de viaje y lo que hacía primero era correr a levantar el teléfono y llamar a mi madre, llegué bien! Y ya no está mi madre, entonces, cuelgo el teléfono, que va a hacer, no tengo a quien contárselo, es así, las carencias
- Héctor, Luis Héctor, ¿para qué se escribe?
- Porque uno tiene muchas cosas para contar, uno quiere contar, uno quiere contar cosas que quizás no sean importantes, pero las quiere contar y si no escribiera no sé qué haría, la escribiría lo mismo, no sé si para publicarla, yo, no tengo mucha desesperación en la publicación, en la difusión, pero si necesito escribir para contar, para contar cosas
- ¿Y para quién se escribe?
- A veces, muy pocas veces, he escrito textos que están dirigidos a alguna persona en particular, que yo quiero que de alguna forma le llegue, lo lee y se dé cuenta que es un mensaje para esa persona, eso sí, pero después no, después en general se escribe para un lector general, sin nada específico, si específico en el sentido que tiene que ser en el caso de los micro cuentos, un lector, por decir así, letrado en un mínimo como para que pueda entender muchas cosas de las que escribo, pero si no, algunas veces, tienen un destinatario puntual que el otro que lo lea le puede encontrar cualquier significado pero el destinatario ese puntual se dé cuenta de que estoy hablando de él, eso también
- Y decime, ¿qué pensás de los talleres literarios? Vos das talleres
- Yo he dado talleres, no doy más, pero si he dado ¿Qué pienso? Que los talleres, a veces, los talleristas se quedan mucho tiempo en los talleres. Los talleres sirven, son muy buenos, se los guía, pero a veces los talleristas están 4, 5, 6, 7 años con el mismo taller, o sea, en el taller y siguen haciendo 7 años lo mismo, no avanzan. El escritor tiene que salir del taller, quizás le sirve para ordenar un poco las ideas, acomodar los patitos y después hay que salir, hay que salir, buscan refugio en el taller porque de esa forma tienen quién los escuche, quien los lea, bueno amigo, amiga, hay que salir a hacerse leer, buscar la forma, entonces la forma de saber si estás escribiendo bien o mal es la devolución, que la gente te diga me gustó, no me gustó, y ese mamarracho que es, no importa, hay que estar preparado para todo y no ser celoso de sus textos, los
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textos una vez que salieron, si te los critican y bueno, no les gustó, pero el taller a veces es el refugio del que no se anima, entonces hay que salir, hay que salir a la calle
- ¿Y de la escritura en las redes?
- A mí me ayudó muchísimo la escritura en las redes, porque hasta el año 2000, hasta el noventa y pico, cuando empezaron las redes, yo no podía insertarme en los movimientos literarios de Córdoba, no había forma, todavía es así, para estar en un movimiento literario, hay que estar, hay que conocer, sobre todo hay que recorrer los cafés literarios, hay que hacerse un lugar y que te conozcan, entonces que te inviten y yo eso no había forma, intentaba, intentaba y no. Y cuando empezó la red, antes de Facebook y todo esto, yo si empecé a estar en páginas de escritores que cruzábamos textos, lo primero que hice, algo que se llamaba un taller, Mini Cuentos que era por mail, que a través del mail, que tiene la sede en Puerto rico, existe todavía y ahí conocí unos escritores de primera línea que hoy somos grandes amigos, que uno enviaba un mail con el cuento, bien ordenadito y los demás lo criticaban, pasaba eso, el que escribió el cuento sabía si tomaba o no tomaba y al siguiente cuento lo enviaba otro y eso la verdad es que era enriquecedor y así conocí, bueno lo coordinaba en ese momento y creo que todavía sigue Del Carril que es un escritor de Puerto Rico, gran amigo también y conocí mucha gente fantástica, que todavía tengo amistad, que me visito, en Uruguay, escritoras de Uruguay, Noemí, gente de Buenos Aires…. Un gran amigo que tengo en España, que no he podido ir a visitarlo nunca ni él ha podido venir, nos estimamos mucho y cuando mi hija viajó a España, la recibió en España, a mí, la literatura, aparte de la satisfacción de lo que escribo, me ha dado amistad con muy buena gente
- Saliendo un poco del ámbito de la literatura, Luis Héctor, ¿qué cosas de la realidad, como ciudadano, te conmueven, te duelen, te interpelan?
-
- En general me interpela la injusticia, la injusticia social directamente, la falta de comprensión, como cuando uno ve a alguien que no ha tenido las mismas oportunidades que otro y que es despreciado, eso a mí me interpela. Y escucharlo hoy a uno de los candidatos decir, que el que no tiene para pagar que se la aguante, es yo decirle, este hombre no sé donde vivió los últimos años, pero que se los diga a los compañeros de la Cervecería Córdoba que perdieron todo, su trabajo, perdieron todo en el año 98 y entonces como hacían ellos, como hacían, como hacían para pagarse una jubilación, quedar en la calle en momentos en que no haba como conseguir trabajo, eso a mí me afecta mucho, me afecta mucho esa injusticia social
- Bueno, hablaríamos horas de ese tema. Muchas gracias Luis.
Eduardo Alberto Planas / Jorge Luis Carranza
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Luis Héctor Gerbaldo nació en Córdoba en el año 1958. Se dedica principalmente al género de micro relatos. Su primera publicación fue en el diario Hoy Día Córdoba en una serie de cuentos de verano en el año 2006. Ha sido traducido al italiano para la antología bilingüe Buena Letra 1. Compilador para el libro La Cerradita. Participó de la organización del encuentro Córdoba Breve, primera reunión de escritores mini ficcioncitas de todo el país. Ha publicado los siguientes libros: Calicanto, editorial Tinta Libre en el año 2013, La Cerradita, por la misma editorial en el año 2018, Sé Quién Eres por las Lágrimas en mis Ojos, editorial Tinta Libre en el año 2019. Ha recibido los siguientes reconocimientos literarios: Premio Internacional Especial al relato Híper Breve Teatralizado. Garzón Céspedes, mención categoría cuento, sexto certamen de poesía y cuento breve, ediciones Ruinas Circulares.
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Alejandro Planas
RETRATOS RETRATOS
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Natalie Portman
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Will Smith
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Arnold Schwarzeneger
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Al Pacino
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Charlie Watts
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