Boletín Literario Basta ya Anuario 2023 Dossier: Poesía
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DOSSIER: Poesía
Jorge Torres Roggero
Leonor Mauvecin
Rafael Roldán Auzqui
Dardo Passadore
Gladys Alazraque
Mario Trecek
Leonardo Vergara
Mely Almada
Guillermo Bawden
Boletín Literario
Basta ya Anuario 2023
Fotografía: Oleg Oprisco (Ucrania)
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Declaración del tema
a) “Entonces plantó Yahveh-Elohim un jardín en Edén, al oriente, y allí puso al hombre que había formado” (Génesis 2:8)
b) “Cercano a Eridú había un huerto, donde se hallaba un misterioso árbol de la vida que habían plantado los dioses. Sus raíces eran hondas y sus ramas alcanzaban el cielo. Los espíritus guardianes lo protegían y nadie podía acercarse a él”. (Tablilla babilónica)
c) En Córdoba, Argentina, en la primavera de 1985, oculto en las tinieblas de la noche, el dueño de un supermercado taló un eucalipto centenario para ampliar la playa de estacionamiento.
d) Eucalypto: “árbol que oculta bien su semilla”.
e) Calipso: “ninfa que ocultó” a Ulises por siete años.
Fue en Pedro Zanni y Colón
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De vos tan solo quedó el lyptus, empaquetado paladar de colorante permitido, que apuesta todo su sabor paralelo en la góndola, mientras amarga, autorizado conservante, el dulce saborear de las generaciones despojadas de flores, de colores, de amores,
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y de trabajadores, y de significantes y de significados.
Con tu condena a muerte el sol quedó desheredado y las aves del cielo sin casa para la primavera.
(Oh pobres golondrinas, cuando vuelvan caerán en el pozo sin fondo de tu ausencia...)
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Cómo sangraba el corazón de Alberdi, hermano polifemo, cuando arrancaban tus raíces de aorta, cómo se entenebrecían tus vertientes de gozo cuando, escarbando gredas musicales, desenterraba la pala juventudes sin llanto, y desocultaba el hacha los antiguos, acampanados perfumes, los guardapolvos en blanco todavía, y los versos que sembré allí cerca, y regué con verdes lágrimas de mate amargo, allí cerca, en la pensión donde inventábamos
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mundos nonatos, pero ya de fiesta.
(¡Cómo resplandecía, Isidro Morón, tu tonada salteña salmodiando a Manuel J. Castilla a dúo con Almirón, dentista fraternal, que se sabía todo Rubén Darío de memoria!
¿Compañero de qué arcángel noctámbulo chasquearás ahora tu lengua, pitarás tu metáfora, en el árbol eterno que custodia la semilla secreta del poeta?)
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Oh, mi hermano eucalipto,
¿y cómo no empezar a remontarse como un barrilete cuando uno se acuerda de vos y se asienta en tu fronda desbandada?
Se espantan y se vuelan memorias sigilosas ya sin aire, sin rama, sin perfume y sin nido.
¿Por dónde bajarán ahora los mensajes del cielo, los avisos terribles, las blancas profecías?
Angelitos tiznados vagan como perdidos entre las chimeneas.
Andrajosos y hastiados, sin puerto para el vuelo, arrojan como un lastre los reclamos de arriba
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sobre las azoteas, mientras se escurre, mariposa muda, el silencio de Dios por los desagües.
(No todos, hermano Osvaldo Guevara, podemos platicar con la gracia seráfica del sapo, coleóptero de barro, sangabriel de ala clausa, sobre turbios burgueses y polleras que esconden en su viento los duendes de la siesta.)
¿Cómo sabrá la hora de su canto la curucucha mínima que al amanecer nos avisaba que en tu más alta hoja ya se peinaba el sol?
¿A dónde gritarán ahora su gol los benteveos cuando las tardes se vuelvan celestes y se abran las compuertas del cielo en La Rioja y Arturo Orgaz?
¿En qué esquina del mundo se divorciarán los nombres que un corazón cercaba en tu corteza donde se acendraba el perfume dichoso de los años?
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En esta esquina desolada dobla el colectivo, (yo voy para el colegio) baja por Pedro Zanni derecho al cementerio (Hola profe, qué tal, cómo anda profe...) Me están hachando las raíces, pibe, me están desempozando del fondo de mí mismo, me están raspando el alma donde nunca llegó ningún capanga de habla extraña, donde Calipso oculta al Arquero Terrible que tensará sin saña mi destino de flecha, me están vaciando, ahora.
Tomá una astilla, pibe, arrebatá una nota despenada de reinamora ida y ya sin vuelta, cachá un grito pelado en una madrugada, captá el mensaje alzado de una esquina a otra esquina por las campanas altas de los postes de acero cuando ardía en el Clínicas el tiempo venidero, sorbé un hálito, en pneuma, un carraspeo, (¿quién curará las gargantas heridas, quién?
¿dónde se asentará el Espíritu Santo, dónde?)
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Tomá y recemos, y recemos, recemos, y recemos, para que en esta esquina deshojada clave otra vez su centro el universo te rogamos, oínos, para que quebrantando las baldosas asépticas brote un gozoso geiser de esperanza te rogamos, oínos, para que las maldiciones que ennegrecen el aire sin ramaje no se derramen sobre el urbanista que ordenó tu masacre y sus generaciones te rogamos, oínos, para que yo no corte, profesor de hacha y tiza, el axis mundi que atraviesa el corazón de los que crecen te rogamos, oínos, y que, apocalipsis de alegría, revele tu semilla bien guardada un cielo nuevo y una nueva tierra
¡Oh eucalipto, calypto, apocalypto!
Jorge Torres Roggero
Poesía (1960-2015)
Alción Editora, Córdoba, 2019
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La esperanza
A Córdoba
Nuevamente volvieron los otoños la plaza, el parque, la cañada brotaron en otras primaveras.
La lluvia, lavó alguna sangre y los espejos volvieron a decirnos, ahora tal vez, con otras caras, alguna arruga nueva, otra mirada. Ahora, nuevamente ya no somos los mismos
Y volvimos a socavar el horizonte buscando la pregunta.
Arrancando esperanzas a la tarde impávida de sombras Y elevamos la lámpara aventando un pasado siniestro.
Intentamos de nuevo los sonidos, tal vez alguna campana. El ruido del acero.
El pan en el molino.
El trigo entre las manos.
La soja y el maní.
El aceite en girasoles mirando hacia el futuro.
Tejimos la palabra entre las sombras y, creímos llevando las manos atadas a la dureza de mi tierra.
Quisiera que nos viéramos escarbando en el mañana construyendo con los dedos, la esperanza.
Leonor Mauvecin
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Córdoba, una y diversa
Somos hijos de una doble osadía.
La primera fue la del fundador don Jerónimo Luis de Cabrera: sin órdenes nos dio el nombre y con el paso de los siglos vino la segunda y definitiva: la de los hombres de Mayo que también sin órdenes nos dieron la libertad.
De esa doble rebeldía nació este espíritu temerario de incansables búsquedas. Siendo Córdoba una sola ostenta muchas facetas que su historia cultiva: la Córdoba antigua de católica espadaña desafiando los tiempos, la Córdoba docta con su ilustre Universidad y Reforma lanzada al orbe, la Córdoba legendaria con su Pelada de la Cañada y sus letánicas lloronas
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desbrozando secretos, la Córdoba del Cordobazo que con sus puebladas dice basta a las dictaduras, la Córdoba industrial que con sus febriles fábricas construye nuevos horizontes, la Córdoba artística la de los Caraffa y Spilimbergo esos magníficos maestros de maestros que como mi padre también dejaron sus huellas, la Córdoba poética cuyo suelo pisó el primer poeta Luis José de Tejeda y Guzmán y que seguimos transitando quienes nos seduce el misterio de la palabra, la Córdoba de los cuartetos que fue transformando su fisonomía musical al pegadizo son de la Leo, la Córdoba del buen humor que con personajes entrañables como Doña Jovita y tantos otros lleva alegría a todo el país,
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la Córdoba de los deportes la que -sobre todo- grita sus goles aun en la estación más fría, la Córdoba del teatro que con Iriarte y otros creadores sembró de artistas sus escenarios, la Córdoba del canto tradicional y también de los rockeros que enciende las madrugadas entre guitarras y nostalgias, la Córdoba cosmopolita de espíritu generoso donde corre la numerosa sangre de los hermanos originarios que nos dejaron su típica tonada y la de otros hermanos que vienen a arraigarse desde diversas regiones entre ríos serranos y llanuras y aun la de quienes vienen y estudian en nuestras aulas para desplegar sus saberes en otras tierras lejanas.
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La Patria no sería patria si corazón no tuviera: su latido argentino surge persistente desde esta Córdoba madura y juvenil que con raíces centenarias y su canto jovial crece en la memoria y a todo el mundo se proyecta.
Rafael Roldán Auzqui
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Luna llena
Cae la noche en esta tu ciudad.
Mía solo en abrazos.
Y no queda nadie en las peatonales.
Las cirujas acomodan el cartón.
Será fresca la noche y quizás la muerte ronde.
El fisurado anda sin rumbo.
Algún poeta arriesga sus versos al infinito.
Proclaman sonidos extraños las bocas de tormenta.
Un barredor me amenaza sin sentido al sonar la medianoche.
Acelero el paso.
La Cañada está más seca que nunca.
Intuyo cobarde
acero y reyerta en cada pisada.
En cada aleteo.
Al fin llega la señal.
A modo de gato, de serpiente, de pesadilla.
Y cambio el paso.
Y me siento.
Dolorido de nuevo.
A esperar mi próxima víctima.
Dardo Passadore
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Mi barrio
Si quieres sentarte en mi infancia en el cielo de tres mudanzas está la partera de la vuelta donde mi ombligo se hizo nudo de barrio
acaricia la celeste y blanca donde al erguirse mi frente en la escuela Del Alto está Zoila maestra eucaliptus raíz y techo
chapa de zinc de los Palacios hoy supermercado
va al Cerro de las Rosas es el 160 amarillo dobla en la Pedro Zanni bajada profunda donde todo queda atrás y el canillita ruega para no caer al cementerio
si quieres puedes recostarte en mí bajo la lluvia mojarte los pies
chapotear donde se oculta el cordón de la vereda ir en el barquito de papel navegado de tiempo
trepa al barranco esquina Vieytes y Caseros
la casa abandonada a los paraísos y boluquitas cerezas de las tortas de barro
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que se hornean con el sol de la siesta
los techos son todos amables bajos y cerca
aún el miedo camina detrás del camión de la perrera el baldío de la esquina con silencios de cardos lilas es la fábrica de perfume hoy escuela
Don Enrique el judío hojalatero hace una casa rodante el vecino Gabriel el árabe empieza la suya quieren ver más cielo pero en época de dictadura no hay cielo sólo yo ahí
doña Adela comparte empanadas cuida a los mellizos
la Pelusa se casó Martita es médica y Estela es la hija del almacenero y si el peso de tu deseo es celeste
la Pocha tiende la ropa al sol mientras conversa con Luchy por la medianera
la Tunina cose y regala menta
las hermanas solteronas enseñan ortografía y al algarrobo de Duarte Quirós y Vélez de tanto dar vueltas a los niños le crecieron rejas
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la calle León Pinedo fin del recorrido ahí por donde gira el tranvía
donde la vía se hace curva de la vida
vuelve a tropezar el comienzo
a Jesús el loquito hijo del zapatero a la enorme higuera y al huevito caliente del gallinero no puedes verlos
los goles celestes esos sí están y si necesitas abrigo
vuelve a Lozano y 9 de julio la Meneca academia de danza y buenos modales
Inhala niñez de la panadería Esmeralda de la rotisería Altas Cumbres y puedes respirar más hondo y oler los churros calentitos de la feria franca
Jugarse la plaza Jerónimo Del Barco en la hamaca de madera con cadena de hierro y la mano de un padre que empuja
más fuerte por favor
hasta el cielo hasta el cielo de Alto Alberdi. Gladys Alazraque
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Córdoba Cuarentena
Como te extraño Córdoba
Tomar un café y “criollos” con Salzano en el Sorocabana, “el hijo de la costurera y el ferroviario”
Mirar la Catedral fielmente esa que se proyecta sobre el empedrado con sus vecinos de la “corte de los milagros” que protege Brochero, Oberlin o Mariani y luego llegar al “Callejón del gato”
donde conviven la fe con el espanto el esperpento con el recato
pasaje de mirar con memoria o para el costado
Dar una vuelta por la peatonal por rutina que ya no es tan jardín, ni está florida comprarme un libro en “El Espejo”
de Moro, Gonzalo, Tatián, Bialet o de la Tere
Y emprender el repechaje por Vélez Sarsfield en una marcha siempre por derechos con una “Desterradx” y “Palabras de poeta” bajo el brazo, cantado bajito con Tonos, tonadas y toneles y así cansinamente llegar a Güemes
porque solo ahí consigo atrapa sueños así de grandes, y tomar una cerveza con chipá
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a cal y canto, debajo de las tipas, muy cerca de “La Luna”
Pero no hay “Paseo” en Córdoba sin “Olmos”
ni “Campos” con “Pitos” campanas y bocinazos
sin pastores de los buenos y los otros
Como te extraño Córdoba, desde mi interior, yo te lo digo
La “Nueva” del alto, y la del “Bajo” pero Cristina
De Alonso, Seguí, Utrera y de Blatto
La Av. del Trabajo de mi abuelo checo
Del cine, “Alfonsina” con sus locro, cantores y poetas
La “Bandada” con sus noches y el “Café del Alba”
Con música, el Negro Suárez, León y el Piro Garro
Ciudad sin mar, pero con faro, con plebeyos y “Palacio”
Quisiera subirme a un “Dirigible” fuera de “Borda”
Bien campante “Salinas y Sarmiento”
Para definir, si es pro o “Contra Córdoba”
Si es Marcos o “Luc” si es Pol, Tejeda o Trejo
Hernán, pero no Cortés, o Agustín, el del salario
Chango, pero no Sosa, Heredia, Díaz, Lallana
Vicentín, o Marcelo, no tan santos
Con “Calle Vapor “o tunga tunga, y los amigos
La Córdoba del pecado, permisos o celibato
Si es “Fuente del Perdón” o panal
O río, isla, Crisol, laguna con sus patos
con sus doctos muchas veces liberales
un poco reformistas y a veces
pocas veces, revolucionarios. Mario Trecek
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está rota la calle
acaba de abrirse una grieta en el cruce entre Belgrano y Laprida
la gente toma distancia, pero sigue
tendrán cosas que hacer, pienso, y siguen, esquivan con los ojos la pequeña grieta que se ha abierto
la miran, algunos no lo hacen
pero la mayoría mira de reojo y sigue
la grieta crece
crece rápidamente y emite su rugido de asfalto
es un sonido difícil de escribir
un sonido que no conozco y crece
la gente sigue su camino
la grieta crece
se acerca a las veredas en su extensión máxima
los autos han tenido que detenerse hay bocinas
una fila que se alarga hasta perderse de la vista
no ha pasado un minuto
la gente sigue por las veredas intactas
un auto empuja a otro que está al borde de la grieta y éste cae cae sin sonido
no se escucha el fondo, o el impacto
cae mudo
la grieta empieza a comerse las veredas
hay una muchedumbre que la mira crecer atónita
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pasamos de cero a cien en un minuto ya casi nadie puede hacerse el distraído alguien da un salto y sigue
tendrán cosas que hacer, pienso en la vereda de enfrente alguien lo intenta y cae cae, otra vez, sin sonido de impacto, es un grito que pasa rápido y persiste en la memoria pero en el aire nada solo el rugido asfáltico de la grieta que trepa por los edificios de la esquina y sube es más rápido que sus movimientos anteriores vemos caer pedazos de balcones macetas hierros enormes otro auto cae en la grieta se repite la caída al vacío muda hay bocinas, pero menos han pasado dos minutos dos la grieta llega hasta la esquina a una cuadra casi no vemos el final y ruge retrocedemos en nuestros pasos esquivamos los coches embotellados sobre Belgrano hay un chispazo en un poste eléctrico se esfuma la luz en la manzana completa ahora en la del frente los semáforos siguen funcionando inexplicablemente
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no han pasado tres minutos antes de esto teníamos una vida quehaceres
planes absolutamente intrascendentes la grieta empieza a rodearnos sus dimensiones exceden los ojos no podemos ver dónde termina o dónde empezaba parece inútil moverse o huir alguien pregunta a los gritos si alguna vez nos sentimos amados yo levanto la mano grito con todas mis fuerzas que sí como si fuera a cambiar nuestro destino grito que vos me amaste, que vos me amás, aclaro desesperado, y la grieta se detiene justo al borde de mis pies cuando miro alrededor no hay nadie más todos caen sin amor ni sonido Leonardo Vergara
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Córdoba, en plaza de la Intendencia
Mi ciudad despierta el alba acaricia los tatuajes en la vereda.
El asfalto ensordece. Los ojos edilicios se abren a lo cotidiano y el café del encuentro aromatiza los buenos días. Un cordón de agua, sigiloso humedece el trajinar de los contornos.
El aire huele a flores amarillas.
Y la plaza atardece en el chirrear de patines el aliento a caramelos de menta en la mirada al soldado de bronce que resguarda el beso adolescente. Hay revuelo de feria.
Las manos artesanales ofrecen sabores con los frutos de la tierra.
Un libro se desliza del banco mientras los brujos hechizan la palabra que nos acerca. Pero el tiempo es un gigante
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que aquieta las campanas en mi ciudad anochecida. Cuando la luna retiene la sombra de las tipas que adormecen en el Calicanto suenan acordes de guitarras vestidos de nostalgia y la Cañada es un pueblo de fantasmas colgado de las risas.
Mely Almada
Danza de fantasmas
“Un lugar de mi ciudad. El Buen Pastor”
Una sinfonía quiebra la espera, impulsa lenguas de agua, en la fuente adormecida. Un ángel alfarero modela siluetas de monjes. flores con tres pétalos, manos en cáliz, conjuros de lágrimas. Formas que buscan el cielo. El éxtasis queda en las pupilas.
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Y estallan acordes tras la bruma inquietante.
Un fagot presagia a la memoria, Hay dolor ataviando muros y columnas.
Un violín despierta el alma, los torrentes caen, se ocultan.
Hay miradas con recuerdos, trasmutan plegarias en aplausos.
Soles de cobre piden tres deseos.
Y llega el silencio nocturno, luces que vigilan, aguas que no duermen, murmuran, murmuran, hasta la hora señalada, y desde el alba
solo los elegidos y las gárgolas contemplan una danza de fantasmas.
Mely Almada
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De últimas noticias del impero (inédito)
I
Escúchame Imperio
este libro comienza en un extraño almuerzo
Estoy sentado en una mesa en la calle de un restorán de pastas sobre la Av. Irigoyen mi mesa está rodeada por un equipo de vóley femenino americano
Es extraño que haya tantos de los tuyos en mi ciudad, Imperio escucho a dos o tres jugadoras comentar sorprendidas el hecho de que mi ciudad periférica, bien al sur de la frontera no se parezca a México y que somos más altos, menos marrones (si, una de ellas dijo marrones) que los mexicanos son latinos sí, pero raros, dice otra
Pago mi cuenta y bajo por la avenida, intento un ejercicio, un vuelo astral hacia México me doy cuenta que para mí también es un lugar armado a través del cine, los libros y poco más
En seguida me veo envuelto por el equipo, que también ha pagado y baja hacia el centro de la ciudad de mi ciudad que no se parece ni a Pasadena ni a Zihuatanejo
El sol de la siesta ilumina una veintena de
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piernas blancas en el patio trasero
piernas blancas, orgullo de Cincinatti en el mediodía de la avenida
piernas blancas, anglosajonas y protestantes que esperan cruzar la calle frente al edificio del Arzobispado
El equipo me sobrepasa a excepción de una chica de una de tus hijas, imperio que conversa con un pibe de acá que le sonríe entre los you kwon y los something like that con los dientes victoriosos como un marine en Iwo Jima como el novato sensación del súper tazón
No sé si en su mente se cruza la idea del colonizado que siente una victoria al penetrar las carnes de tu hija norteño farol, caput mundi de mis días o si es un revolucionario que siente que taladra con su ariete latinoamericano hacia el centro del placer como si lanzara una nieve de venganza hispana en el ardor de una mujercita de Boston
El equipo, yo, todos, al fin cruzamos la calle dividiéndonos al llegar a la otra vereda por un poste cubierto con un afiche del frente trotskista con sus candidatos de barba bien cortada
No, no parecen chicos de Washington pero tampoco son marrones mirándolos, me doy cuenta de que la chica de Boston
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no será más que un dato de color geográfico en el historial de mi conciudadano vuelvo a reafirmar así que la poesía apenas sirve para eso para retratar el viaje desde la sonrisa victoriosa de un hombre que sabe que tiene una mujer hasta la putrefacción de esa esperanza
Tal vez los trotskistas del afiche puedan escribir algo mejor denunciar al mundo, mostrarle la posibilidad de que sea mejor tal vez las chicas puedan
Nosotros no
Nosotros sucumbiríamos de inmediato a las luces de Las Vegas
Pediríamos a la muerte que nos visite en el camaro mientras cruzamos el desierto buscando el camino para visitar al último médico brujo de los navajo con el dispenser lleno de pastillas rojas
blancas y azules
La poesía no va a prender lenguas de fuego en Rodeo Drive
No va a hacer que los mexicanos dejen Los Ángeles para que haya un mal balance en la economía de las naranjas
Pero no estoy en contra de que escriban que denuncien con elocuencia aunque lamento decirles que Nixon aún tendrá sus dedos en V y las vidas morenas seguirán teniendo un valor ínfimo en South Central Los Ángeles
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Es más, a veces, pocas, es cierto envidio esa convicción, esa creencia en la poesía
Por eso, rezaré por ustedes frente a la tumba del Reverendo King
pediré una absolución colocando una vela en el mausoleo de Malcom X
Y después iré a Dallas quiero ver el nido del francotirador quiero escribir mi último poema en el mismo lugar donde Oswald vio venir la limusina de JFK y quiero silbar la melodía de las milicias, a la hora del té en Virginia quiero hacer el viaje de Kerouac
antes de volver a los plasmas y los planes de pago en cuotas como lo hizo el mismo Jack
Quiero hablar con el diablo en una encrucijada cerca de Fullton Point en el profundo Missisipi
Tal vez pague mi pieza, en el Hotel Chelsea de N. Y. para esperar que todo termine, mientras miro esa pelota roja que arrojé cuando niño y que aún no ha tocado el suelo
¡Oh, hazme una máscara!
Quiero confiar en Dios
quiero que Dios tenga su oficina en el último piso del Edificio de Philip Morris
Quiero que a mi vida la dirija Bob Fosse que me haga bailar
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que le diga a las chicas que yo soy John Gideon
para que me inviten a sus casas sólo para escucharme decir frente al espejo del baño, it´s show time, folks!
El equipo de vóley femenino, mi conciudadano los trostkistas del afiche, se han perdido ya entre la gente que no parece gente de Pasadena, ni de Zihuatanejo
No puedo quedarme
No puedo avanzar
Necesito el plástico perfecto de una starlet californiana
Necesito beber hasta la inconciencia en un bar oscuro
mientras miro bailar a Jenna en el transpirado pole con la madrugada afuera, al acecho en el Sunsent Boulevard
Necesito hablar con Ferlingethi en San Francisco mostrarle un par de poemas
quiero pedirle que me cuente sobre Corso
¿es cierto que murió con su familia alrededor de la cama?
¿es cierto que sus vecinos no sabían quién era?
Que imperio triste
qué mundo triste como tu neón, como las legiones de gordos ciudadanos poniéndole mantequilla de maní a todo mientras compran filetes y fusiles en el Wall Mart
Escúchame Imperio
¿Qué hicieron con Ted Bundy?
¿y con el hijo de Sam, con Gayce?
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La avenida queda vacía de piernas blancas vuelvo a casa ya está bien de la pesadilla en la noche de la jungla ya son suficientes gotitas de sangre sobre los sacos de arroz intento cruzar mi noche equipararla a la noche del oeste empardar la luminaria verde de la noche americana Que imperio triste qué mundo triste la maquina sigue y sigue aun cuando la ciudad se atasca como un hormiguero a punto de ser abandonado los dos sabemos Imperio que algo más que el tiempo se estrangula en un auto atrapado en la autopista no veo más afiches trostkistas no hay noticias de la chica de Boston ni de la boca de mi conciudadano que sonreía victoriosa Las noticias del norte siempre son una futura película dónde se reescribe la verdad en el corazón de los Estados
Cruzo la cañada mientras silbo una melodía negra entre las sombras de un atardecer periférico
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en una ciudad periférica, bien al sur de tu frontera
mi ciudad que no se parece
ni a Pasadena
ni a Zihuatanejo
Guillermo Bawden
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DOSSIER: Poesía
Jorge Torres Roggero
Leonor Mauvecin
Rafael Roldán Auzqui
Dardo Passadore
Gladys Alazraque
Mario Trecek
Leonardo Vergara
Mely Almada
Guillermo Bawden
Boletín Literario
Basta ya Anuario 2023
Fotografía Oleg Orprisco (Ucrania)
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