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EDAD CONTEMPORÁNEA

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EDAD MODERNA

EDAD MODERNA

Entramos en un periodo convulso y de grandes cambios políticos, económicos y sociales. Comienza el siglo XIX con la invasión francesa, prosigue con la revolución de 1820 y la reacción absolutista de 1823. Hacen su aparición los regímenes liberales, y la inestabilidad política se verá acompañada por la rebelión carlista. En esta época tienen lugar importantes cambios económicos que se verán refleados en las leyes desamortizadoras y en la consolidación de grandes capitales, lo que fomentará el establecimiento de una nueva clase social, una oligarquía terrateniente y una burguesía industrial y fianciera.

En este marco se inicia un proceso de desarrollo tecnológico y una gran confianza en el progreso y los avances científicos que, ni siquiera quedará dañada por el impacto social que las grandes epidemias de cólera, viruelas o gripe afectarán cíclicamente a la población.

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En nuestra pequeña villa de Arganda sufriremos todas estas convulsiones.

LA OCUPACIÓN FRANCESA

Al comenzar el siglo XIX las tropas francesas, que en un principio habían entrado en auxilio de la vecina Portugal, avanzan sobre la Península tomando el poder que había quedado huérfano ya que la familia real, presionada, había sido llevada a Bayona, lo que provocó el levantamiento popular del Dos de Mayo. Arganda no fue inmune a la entrada del ejército francés y sufrió los desmanes y la destrucción de una parte signifiativa de su pueblo. Dejemos hablar a la pluma vehemente de Benito Alfaro:

«El 6 de diciembre de 1808, la imponente ola de la invasión francesa arrojó una desenfrenada soldadesca en el tranwquilo y laborioso rincón del término de Arganda, que taló los feraces campos, saqueó la población, cometió toda clase de vejámenes y desafueros, y, animada por un febril afán de destrucción, marcó las huellas de su paso en charcos de sangre, que pretendía borrar después con los horrores y estragos del incendio. Nada se libró del desenfreno de aquellas turbas; nada respetaron; ni aun el inviolable sagrado de las ideas y sentimientos religiosos; pues tuvieron la osadía y cometieron el horrible sacrilegio de profanar la casa de la Madre de Dios, allanándola, y convirtiéndola en cuartel y caballerizas˝.85

Efectivamente, la Ermita de la Soledad, de la que ya hablamos anteriormente cuando se construyó en el siglo XVII, sufrirá irreparables desperfectos. Entre las pérdidas más importantes estaba la propia imagen de la Virgen, una talla de Gaspar Becerra. Unos años después, la reconstrucción de la ermita alojará la nueva imagen que es la que hoy podemos contemplar y que se debe al escultor José Ginés, ilustre escultor que trabajó intensamente en las obras del Palacio Real de Madrid. Sin embargo, no será el único rincón de Arganda afectado por el pillaje y la destrucción, «se apoderaron de las casas particulares, establecimientos públicos y la del Ayuntamiento en cuyo archivo y escribanía ejecutaron el más lastimoso destrozo no dejando un papel con orden y rompiendo muchos y muy interesantes»86 .

Las tropas francesas y entre ellas la división del mariscal duque de Beurne permanecieron en la localidad cuatro meses, hasta abril de 1809.

La derrota de Napoleón acaba con el periodo revolucionario que había conmocionado a Europa; y en España vuelve la restauración del poder absoluto encarnado en Fernando VII. Pero este monarca deberá hacer frente a las disensiones generadas por las nuevas ideas constitucionalistas introducidas en ese periodo. Conspiraciones y pronunciamientos se sucederán entre 1815 y

Izquierda. Botón del uniforme del Cuerpo de Telégrafos, hallado de las inmediaciones de la torre.

Derecha. Torre de Telegrafía Óptica de la línea MadridValencia-Barcelona, inaugurada en 1849. Situada en una de las cotas más elevadas del municipio. (763 m.).

Amalia de Llano y Dotres (1821-1873), Condesa de Vilches. Notable escritora y propietaria de la Casa del Rey donde disfrutaba de largos periodos de descanso. Óleo de Federico Madrazo (1,26 x 0,89 m). Casón del Buen Retiro, Museo del Padro (Madrid). 1830. En el Congreso de Verona de 1822 las potencias legitimistas aprobarán la intervención militar en otros países para luchar contra fuerzas revolucionarias y así hacen su aparición los Cien Mil Hijos de San Luis para «liberar a Fernando VII del cerco constitucional». En esta entrada triunfal tendrán un papel importante las tropas realistas que facilitarán el camino de la capitulación de Cádiz (cuyas Cortes seguían con el espíritu de la Constitución promulgada en 1812) y del retorno al absolutismo.

En la década de 1823-33, la llamada «década ominosa», se crearon cuerpos armados en los propios municipios, compuestos en su mayoría por labradores, eran los voluntarios realistas. En 1825, en Arganda se contabilizan 118 voluntarios realistas, de los cuales 48 tenían entre 16 y 25 años y 62 entre 25 a 4087. No usaban uniformes y su único distinto era una escarapela militar. Partidarios del absolutismo real, debían acudir a las llamadas para atender el orden y policía interior y vigilar lugares públicos, festejos o aglomeraciones. Esto suponía, entre otras cosas, que muchos hombres jóvenes (en estos márgenes de edades eran apenas 500 individuos), debían desatender su trabajo para cumplir ese servicio.

La sucesión de Fernando VII abrió un nuevo episodio dramático en España, ya que la abolición de la Ley Sálica, permitió a su hija, Isabel II, heredar el trono. La proclamación de ésta como reina provocó un conflito dinástico entre sus partidarios y los del infante don Carlos, hermano de Fernando VII.

Las guerras carlistas también dejaron su impronta en Arganda. En el año 1837 las tropas del infante don Carlos se acercaban peligrosamente a Madrid después de haberse batido con los partidarios de la reina en la provincia de Zaragoza: «cruzaba en los primeros días de septiembre el río Cabriel y llegaba en dos o tres etapas a Ar-

ganda, uniéndose en Alarcón con Cabrera, que se incorporó al grueso carlista con una fuerza de dos batallones y un regimiento de lanceros. Desde Arganda, el 11 de septiembre, el ejército de don Carlos se dirigió sobre Madrid»88 .

En esta como en otras ocasiones la situación de Arganda en una vía principal de comunicación la llevarán a ser centro de operaciones en una contienda. De aquí pasaron a Madrid, a Vallecas y a las tapias del Retiro donde se produjeron los combates. Vencidos y dispersados, los carlistas volvieron a Arganda mientras se celebraba el triunfo en la capital de las fuerzas leales a Isabel II.

Fueron décadas muy convulsas, marcadas por la inestabilidad de los apoyos políticos (moderados —Narváez—, o progresistas —Espartero—) en favor de la reina y por los continuos levantamientos militares, intrigas palaciegas, problemas en los territorios africanos y Cuba, etc.

EL PUENTE DE ARGANDA

Su estratégica situación, en el camino de la capital a Levante será fundamental también en su devenir económico. Las nuevas necesidades de las relaciones comerciales y el incremento de población hacían imprescindible la mejora de las comunicaciones.

El paso del río Jarama fue uno de los primeros objetivos ya que la barca que realizaba este servicio resultaba insuficiete y en muchas ocasiones quedaba encallada por las repentinas avenidas de agua y el arrastre de arena de las orillas a zonas de escaso fondo. Por otra parte las necesidades creadas por el constante trasiego de comerciantes y trajineros no quedaban cubiertas con este servicio y, aun sin llegar a la anecdótica noticia que sucedió un día de enero: «estando cinco hombres a la media noche esperando el barquero de la barca de Arganda, fue tan grande el hielo que se helaron los tres»89, la idea de la construcción de un puente permanente se reclamaba para solventar tales arbitrariedades.

El primer proyecto se remonta a fiales del siglo XVIII90 cuando a propuesta del marqués de Salas se planifia un puente de piedra y cal con suelo de madera. Este puente aprobado por el monarca en una Real Orden, no se llevará a efecto, en cambio hacia 1806 se reconsidera el asunto cuando se intenta poner arreglo a los destrozos que el río ha causado en la estructura sobre la que funciona la barca.

Finalmente, en 1818 se pone manos a la obra y se construye un puente de madera bajo la dirección del constructor José Díaz, a pesar de que tras estudiar la propuesta el arquitecto municipal Antonio López Aguado no da su entera aprobación, pues considera más conveniente la construcción de un puente de piedra.

Sin tomar en cuenta estas discrepancias, la villa de Madrid y Arganda aprueban el proyecto y el puente de madera se realiza en el plazo record de tres meses. En la casa que junto al río se construyó para cobrar el pontazgo se instaló una lápida. Y en ella se cobraba el arancel según el vehículo, los animales, los productos o las personas que lo atravesaran.

Este puente, sin embargo, tendrá una corta vida y las previsiones más halagüeñas defendidas por el constructor y cuya duración se calculaba entre 60 a 80 años, no se cumplieron. El 13 de abril de 1831, con gran estrépito, el puente se desploma a las 4 de la tarde.

Se vuelve a utilizar el sistema de la barca, para lo que se construye una nueva en ese mismo año, que permanecerá en uso hasta 1843. Sin embargo, para todos los pueblos próximos la construcción de un puente era un tema prioritario y por ello exigen a la Administración que se lleve a efecto lo más rápidamente posible. Cuando el proyecto

En 1819, con la fianciación de los Ayuntamientos de Arganda y Madrid se construye el 1er puente del Jarama. De estructura de madera, se mantuvo en pie hasta 1831.

Puente colgante de hierro inaugurado en 1843. está ya aprobado, los retrasos se suceden. Así encontramos numerosa documentación sobre este problema exigiendo a la Administración la construcción del Puente.

«Los Ayuntamientos constitucionales y representantes de los pueblos de este lado o sea de la ribera izquierda del Jarama cuyos vecindarios se mantienen casi exclusivamente del acarreo de víveres a la capital, se ven en la necesidad de acudir a V.E. exponiendo: Que contratada con el Gobierno la construcción de un puente colgante sobre el Jarama, creían como se vio anunciado en los papeles oficiales que en este corriente [1841] Mayo se llevaría a efecto esta obra y cesarían de una vez los perjuicios que padecen en sus intereses estos Pueblos por los aluviones y crecidas del río, que los incomunica por meses con la capital en la estación del invierno [...]» 91 .

Y se quejan de que siendo éste prioritario por su importancia y proximidad con la capital ven como otros se van construyendo dejando éste retrasado. No sabían aún estos vecinos de Arganda, Campo Real, Valdilecha, Villarejo de Salvanés, Perales de Tajuña, Morata y Fuentidueña que fimaban la queja en mayo del 1841 que habrían de esperar dos años más hasta que se construya el esperado puente colgante.

El 30 de septiembre de 1843 se levanta acta de las pruebas verifiadas en el puente cuatro días antes para «cerciorarse del efecto que la carga» producía en la estructura. Tras realizarse las medidas después de mantener una carga durante 24 horas se da el visto bueno: «Los pilares giraron muy poco durante las cargas. Tampoco han variado notablemente las amarras ni las péndolas. El piso no ha sufrido alteración sustancial. De las observaciones de las flchas ha resultado que los cables ni los tirantes han experimentado dilataciones de consideración. Las maderas no han sufrido alteración. En cuanto a las fábricas, si bien en algunas se han notado grietecillas, no de entidad capaz de inducir a temor».92

En ese año se levanta el puente colgante que dará su servicio a trajineros y vecinos de Arganda hasta que se construya el metálico que aún hoy podemos ver. La inauguración tuvo lugar el 31 de octubre de ese año, y a ella asistieron el arzobispo de Toledo, el ministro de Gobernación, Fermín Caballero, el director general de Caminos, Pedro Miranda y representantes de la Diputación Provincial de Madrid, así como del Cuerpo de Ingenieros de Canales y Puertos, y del Ayuntamiento de Arganda y Vallecas.

En previsión de la asistencia de la reina a la inauguración el 22 de octubre el director general de Caminos autoriza una partida de gastos para los desembolsos que los fastos pudieran ocasionar, entre los que se contaban los cohetes93. Sin embargo, un furioso temporal impidió llegar a la reina y a su hermana a la ceremonia y presenciar el acontecimiento.

«El puente se construyó por contrata y tiene 5 metros de largo entre los paramentos de los estribos, dividido en tres tramos; de los cuales tiene el del centro 212 pies y 182 cada uno de los otros: su anchura es de 26 pies, divididos también en tres secciones formadas por los andenes que hay en los costados de 4 ½ pies de ancho cada uno para la gente de a pie, y el resto lo constituye el paso del centro para los carruajes y caballerías: el pavimento está forrado de tablones gruesos, asegurados en los serchones de hierro, fijados en los extremos de unas péndolas suspendidas de las maromas de alambre, y sujetos con llantas de hierro en el sentido longitudinal: este puente da paso a la referida carretera de las Cabrillas en dirección a Vaciamadrid, única que cruza el

término; y los demás caminos son vecinales en mal estado»94 .

El puente facilitó el constante traslado de personas y mercancías y no supuso grandes incrementos en el precio de los aranceles e incluso en algunos casos se abarataron los precios95:

Puente Barca Reales Maravedis Reales Maravedis

De una caballería mayor cargada De una caballería menor cargada 24 24

14 14

De una persona 8 9

De un empalado de gallinas De un coche o carro largo cargado 7 1 4

6 26

Id. con dos pares de caballlerías 10 16 De una galera cargada 10 16 10 15 De una litera cargada 5 22 5 22 De una calesa cargada 5 5 9 De un carro con reata 6 5 3 De una carreta cargada 3 2 28 De cien cabezas de cerda 6 5 21 De cien cabezas de lana 4 3 22 De cien cabezas de cabrío 4 17 4 17

Este puente colgante «de alambre» también fue motivo de críticas y, según aconsejaba Alfonso Benito Alfaro, ya en 1890 debería ser sustituido «por otro de más sólida construcción, con lo cual se facilitaría el considerable tránsito que por él se hace. Algunas veces se interrumpe el paso con los desperfectos que se originan en el mismo, y los carros y coches se ven obligados a cruzar el río, con mucha exposición»96 .

En 1904 el ingeniero encargado de la carretera de primer orden de Madrid a Castellón, don Basilio Beamonte, decía que «atendiendo al estado ruinoso en que se encuentra, ha sido remplazado por un puente provisional de madera sumergible y camino de acceso, por los cuales se efectúa el tráficoque circula por tan importante vía»97. En este mismo documento se realiza un estudio de los materiales aprovechables que cifra en 2.617 pesetas y los gastos de demolición, 2.550 pesetas, lo que dejaba un beneficioa favor de la administración de 77 pesetas, e insta a que cuanto antes se produzca el derribo y el desmonte de cables, péndolas y piso de los tres tramos del puente, ya que ni «en la actualidad, ni para lo sucesivo ha de prestar servicio alguno el mencionado puente colgado de Arganda». Además el proyecto defintivo del nuevo puente de acero ya estaba aprobado y debía construirse en su mismo lugar.

Las pilas y estribos de fábrica fueron conservados para construir este nuevo puente que se pondría en funcionamiento en 1910. Es el que hoy conocemos con vigas parabólicas y que se mantuvo en funcionamiento hasta los años sesenta.

Entrañable estampa de un tren de Arganda a principios del siglo XX.

EL TREN DE ARGANDA

Pero en este siglo se producen otras innovaciones en cuanto a comunicaciones se refiee:

Museo del Tren de Arganda. Andén de viajeros y máquina de vapor. CIFVM La Poveda.

Dos épocas del ferrocarril en Arganda.

Puente de Valdepeñas. Ferrocarril del Tajuña. Trazado ArgandaMorata.

se inaugura el tren de Arganda o se reordena el mapa de carreteras convirtiendo el camino a Valencia, en carretera nacional.

A mediados del siglo XIX la importante producción vinícola de Arganda, la explotación de las canteras y sus relaciones comerciales con Madrid impulsan varios proyectos para mejorar el transporte y las comunicaciones entre ambas localidades. En 1865 se había solicitado el permiso para un ferrocarril de tiro animal desde Atocha a Vaciamadrid y Arganda98. Sin embargo habrá que esperar hasta 1878 para ver aprobado uno de estos proyectos. Luis Figuera Silva será el que proponga un enlace ferroviario, en este caso ya con un tranvía de vapor. El proyecto no llegó a realizarse y tras pasar por varias concesiones sólo se construyeron 14 kilómetros del fialmente, tranvía Madrid-Vallecas-Canteras que adquirió la Compañía Madrileña de Urbanización.

En 1880 se concede a Juan Carlos Murillo la construcción de un ferrocarril también con una finalidad industrial. El primer objetivo fueron las canteras de Vaciamadrid pasando por Vicálvaro y, más tarde, Arganda. En este caso, la concesión se obtuvo bajo la condición de que el transporte se ampliara al de viajeros. La Compañía del ferrocarril Madrid-Arganda compró en 1883 la concesión de la explotación de esta línea.

En Madrid el emplazamiento de la estación se situó cerca de las tapias del Retiro, en la zona donde acababa de levantarse el Hospital del Niño Jesús, un lugar, por entonces escasamente urbanizado y con difiultades de comunicación con el casco antiguo.

La ubicación de esta estación «estuvo motivada por la necesidad de colocarla en el lugar más elevado posible, a fin de faclitar el arrastre de materiales hacia Madrid sin que por esto se obligara a establecer una pendiente exagerada desde el paso de la línea por el arroyo Abroñigal99 .

Para salvar este problema se estableció una línea de ómnibus, que tenía sus oficias en la calle de Alcalá, que acercara a los viajeros de la estación al centro de la ciudad.

El 30 de julio de 1886 tuvo efecto la inauguración de la línea férrea Madrid-Arganda, siendo alcalde Juan Quesada100. El ferrocarril era el primero de vía estrecha en Madrid y, atendiendo a las demandas industriales, tenía apeaderos en las estaciones de Vicálvaro, kilómetro 13, Vaciamadrid, la Poveda y Arganda. Estos 27 kilómetros de recorrido pasaban por centros de explotación de materiales de construcción que tradicionalmente eran demandados por las obras del ayuntamiento capitalino como el yeso, la cal, la piedra o el ladrillo. El crecimiento de la villa de Madrid con las obras en marcha del ensanche, o de la construcción del metro más tarde, ofrecían un esperanzador futuro a esta nueva línea. «Por los años de 1880 se transportaban a Madrid estos materiales en carros, lo que encarecía bastante el transporte. La empresa que lo realizaba, afima que el guijo que consumía el Ayuntamiento representaba más de 60.000 Tm/año y se extraía de la Cuenca del Jarama por la parte de San Fernando, donde estaba ya prácticamente agotado, en cambio en la parte del Jarama, donde cruzaba la línea, era abundante y virgen»101 .

Benito Alfaro en 1890 loaba este nuevo medio de comunicación por su rapidez y comodidad. «El poco tiempo que emplea la locomotora en recorrer el trayecto de Madrid a Arganda (poco más de una hora) y la baratura de precios (en primera clase 3 pesetas, en segunda 1,95, y en tercera 1,45) anima a muchos madrileños a visitar esta villa, en la que nada falta, ni al que busca

Estación del Valle. Ferrocarril del Tajuña. Tramo ArgandaMorata. Estación que daba servicio a la cantera de yeso propiedad de la familia Salinas. Hacia 1920. la vida en el oxígeno de su aire, ni al que corre tras la alegría en sus sencillas diversiones»102 .

La dirección de la construcción del ferrocarril corrió a cargo de Enrique Calleja, y esta primera línea contaba con tres locomotoras y cinco coches de viajeros.

Los halagüeños presagios, sin embargo, no se cumplieron y la quiebra de la Compañía se produjo en 1893. El Estado se hizo cargo de su sostenimiento hasta que en 1901 la Compañía de Ferrocarriles del Tajuña la adquirió. Esta empresa había emprendido una ampliación de la red de ferrocarriles conectando localidades de esta zona del Tajuña y pretendía unir con la línea de Arganda la localidad de Morata y proseguir hasta Colmenar de Oreja.

La ansiada ampliación de la línea de Arganda a Morata se producirá fialmente al comienzo del siglo XX inaugurándose en julio de 1901. El evento era recogido por la prensa que también daba cuenta de las incidencias en su administración:

«Las vicisitudes porque ha pasado, no sólo el proyecto de esta línea, sino la que desde 1885 estaba en explotación de Madrid á Arganda, habían hecho perder la esperanza de que Madrid pudiera comunicarse normalmente con importantes pueblos vecinos. Declarada en quiebra la sociedad fundadora, incautóse el Estado del ferrocarril de Arganda en 1893, adjudicándolo en subasta después de largo expediente á D. Fernando López de Rivadeneira, administrador delegado de la Sociedad Belga de Ferrocarriles, que también adquirió la concesión de la línea de Arganda a Chinhón y Colmenar, así como la de un ramal de Morata a Orusco. La primera sección de este ferrocarril es la que se ha inaugurado el 21 del corriente; abarca 16 kilómetros, que unidos a los 28 que comprende la de Madrid a Arganda, forman un total de 44, extensión que aumentará en otros 18 kilómetros en cuanto terminen las obras de la línea de Morata a Chinchón, que se Ilevan a cabo con rapidez. Así como el primitivo ferrocarril de Madrid á Arganda ha contribuido á la prosperidad de aquel suelo, facilitando el transporte de vinos, cereales, piedra, yeso y cal, en que es abundantísimo, la línea inaugurada favorecerá la rica región del Tajuña, hasta hoy sin fáciles transportes para sus importantes productos agrícolas; y siendo el propósito de la Sociedad concesionaria llevar á feliz término la construcción de todas las líneas propuestas, han de ser muchos los pueblos que disfruten los grandes beneficios que esto reportará. La labor de la Compañía no se ha visto coronada por el éxito sino después de penosa lucha, y á la cooperación de la Sociedad Belga de Caminos de Hierro que preside Mr. Fris, débese el que en definitiva se haya logrado mucho más que al decidido apoyo de los que por su condición debieran ser los primeros interesados en la prosperidad del país.

Como dato curioso consignaremos que los 16 kilómetros de carriles empleados en esta línea proceden de las fábricas de Altos Hornos, y

los coches, furgones, etc., de la casa Gardé y Escoriaza, de Zaragoza (...)»103 .

Esta línea siguió ampliándose en los siguientes años, en 1903 llegó a Colmenar, en 1910 hasta Orusco, en un ramal que recorría el vallle del Tajuña, y en 1921 a Alocén (Guadalajara), que sería el fial de su recorrido.

Otra inquietud de los argandeños era la de poder enlazar su tramo viario con la red general de ferrocarriles, conectando desde Vicálvaro a la línea Madrid−Zaragoza, pero tales propósitos no se cumplieron en aquella época.

Otro aspecto de las comunicaciones fue cubierto por la telegrafía óptica, un sistema que permitía a través de señales visuales codifiadas transmitir mensajes. Arganda estaba dentro de una línea que comunicaba Madrid−Valencia-Barcelona, con una de las torres que actuaba a su vez de repetidor, es decir, que recibiendo una de las señales desde la torre más próxima, transmitía el mensaje igualmente a otra estación. El mecanismo empleado en estas torres de telegrafía consistía en placas verticales sujetas en un bastidor, que movidas de un determinado modo conformaban un lenguaje de signos. La Torre de Arganda se inauguró en 1849 y era administrada y atendida por varios miembros del Cuerpo de Telégrafos, que pertenecían a una compañía militar. El carácter gubernamental y militar de este sistema de comunicación se deja ver en el aspecto arquitectónico de la torre, una construcción que recuerda la torres defensivas con el ingreso en alto, un foso que la rodea y aspilleras abiertas en sus muros. La llegada de la telegrafía eléctrica a través de las ondas hertzianas desbancó este sistema óptico. Hoy todavía se conserva parte de la torre y es uno de los puntos geodésicos del municipio señalados por el Instituto Geográfico acional.

Trenecillo de la Azucarera cargado de remolacha. Principios del siglo XX.

LAS EPIDEMIAS DE CÓLERA

A los cambios económicos y políticos que tuvieron su incidencia en la población hay que unir en esta nueva época las «crisis de sobremortalidad» como denomina Antonio Fernández las repercusiones de las invasiones epidémicas. «El cólera se convirtió en la enfermedad emblemática de la era del imperialismo... 1834, 1854 y 55, 1865, 1885; en 1890 la gripe invernal y la viruela otoñal»104 .

Estas fechas son hitos de la incidencia masiva de esta enfermedad, que reapareció en otros momentos en brotes menores. En España un millón de habitantes fallecieron por esta razón y en Arganda se dejó notar espectacularmente. La difusión de esta enfermedad originaria de la cuenca del Ganges, que se conocía ya en el Mediterráneo desde el siglo XVI, se hace masiva a partir de 1817. Los nuevos avances tecnológicos refleados en el intenso y rápido avance de los medios de transporte, que había permitido el crecimiento del comercio y la difusión de ideas, también produjo unas vías de penetración para elementos víricos. La política expansionista y colonial fomentó, además, el traslado constante de población, especialmente ejércitos, a otros continentes, lo que provocó una temible expansión del bacilo causante de

Página siguiente: Arganda en 1879. Plano de la Ciudad (fragmento). Se puede apreciar la fica de la Casa del Rey con sus jardines, la bodega y el palomar. La plaza con el lavadero, los soportales, y el ayuntamiento y el puente, que daba nombre a la calle Puente del Cura, que salvaba el curso de agua de la «Arroyada». la enfermedad. En los años 30 toda Europa se ve irremediablemente afectada por la epidemia y Arganda no quedará a salvo:

«En el año 34 de este siglo, otra epidemia más mortífera y aterradora, o la peste grande, como aquí refieren, causó la mayor alarma y consternación en este vecindario. Esta fue del funesto huésped cólera-morbo-asiático, que sin piedad en breves días arrebató la vida a más de 400 personas, llegando hasta el extremo de contar en número de 30 y hasta los 50 muertos en solo veinticuatro horas, siendo uno de los primeros, víctima de su celo, el profesor de medicina don Benito Torres.

Ante cuadro tan desolador, muchas familias acomodadas emigraron de sus casas, huyendo de tanta mortandad, teniendo precisión de disponer un carro para ir recogiendo los cadáveres que depositaban en las puertas de las casas, muchas veces hasta sin la seguridad de hallarse realmente muertos. También hicieron entonces prácticas religiosas, sacando a los santos en procesión por la plaza, y como medida sanitaria, pasear los ganados de lana por las calles, y quemar en grandes hogueras toda clase de yerbas aromáticas»105 .

Al igual que con otras enfermedades, catastrófias en aquel tiempo como las viruelas o la gripe, se aplicaban fundamentalmente medidas de aislamiento para atajar la propagación, pero los médicos se veían sobrepasados ante estos padecimientos infecciosos. Frente a la inefiacia de las medidas sanitarias la población se entregaba a sus creencias religiosas. Se sacaban las imágenes del Santísimo Cristo, la de la Soledad o la de San Roque y en su presencia, en la plaza pública se hacían rogativas y se imploraba su intercesión para atajar el mal. La ermita de San Roque tiene su origen en 1603 en una de estas devociones nacidas del agradecimiento por aplacar una epidemia, al igual que el inicio de su fieta en el mes de agosto.

En 1855, en octubre, hace de nuevo aparición la epidemia de cólera coincidiendo con la vendimia y con la llegada de numerosos forasteros. En 1885, por cuarta vez en el siglo XIX, incide el cólera en la provincia de Madrid y afectó entre los meses de mayo y septiembre. Aún en 1899 se tiene constancia de dos nuevos brotes que se llevaron a 51 personas en la localidad, de nuevo coincidiendo con la afluencia de trabajadores para la vendimia. En el informe médico que se conserva en el Archivo de la Ciudad sobre el cólera de 1899 se especifican los métodos curativos que se emplearon para combatirla, reduciéndose al tratamiento con antiespasmódicos y sedantes y a medidas de saneamiento «mandando rociar con cloro y vaciar las habitaciones que tenían colérico, recomendando poca afluencia en una habitación y estableciendo ventilación»106 .

En la villa de Arganda los médicos titulares asistían a los enfermos. Se había habilitado a partir de 1872 un hospital para pobres y transeúntes y el resto de los vecinos pagaban unas igualas, dependiendo de la posición de cada familia, lo que, junto al sueldo aportado por la Beneficecia, constituían los honorarios de los médicos.

El hospital se había creado sobre el edifici denominado «El Castillo», que antes había sido iglesia parroquial de Arganda y hasta 1872 almacén de maderas. La iniciativa de crear este hospital fue del alcalde Juan de Quesada, a quien se unió Luis Riaza y los vecinos de la villa. Aportaron los vecinos más de tres mil reales y suscribieron el compromiso de mantener con una cantidad adecuada a sus posibilidades el mantenimiento del hospital. «Inauguróse con una sala, en la que se colocaron ocho modestas camas, y merced á los constantes desvelos de los señores alcaldes que se han venido sucediendo, construyóse otra sala, dándole la dependencia necesaria para poder recibir á. enfermos de uno y otro sexo, y se aumentó hasta quince el número de camas, todas de hierro y provistas de lo necesario. Resalta en ellas el más exquisito esmero y cuidado. Está encargada de la custodia del establecimiento y asistencia de los enfermos, una mujer retribuida con fondos municipales, la cual tiene además para su uso particular habitaciones en el edificio. En el menaje del mismo llaman la atención dos camillas preparadas para el traslado ó conducción de enfermos, una mesa de autopsias y depósito para cadáveres. Posee también el establecimiento un baño general, otro de asiento, un botiquín con apósitos y vendajes para las primeras curas y casos urgentes, un completo surtido de desinfectantes, y los instrumentos más necesarios de cirugía para cualquier operación de las frecuentes ó usuales»107 .

La asistencia sanitaria se completaba en la Arganda del XIX con la existencia de dos farmacias «bien surtidas que sirven la titular por 1000 pesetas para las dos, y las recetas que piden los vecinos acomodados sin previo igualatorio»108 . La inspección y asistencia de los animales la realizaban dos veterinarios que ofrecían sus servicios también a través de igualas.

En relación a la salud se contaba tradicionalmente que en el despoblado de Valtierra había una estación de aguas medicinales, se conocía con el nombre de Salobre de Valtierra y aseguraban daban un buen resultado para ciertas erupciones cutáneas, eczemas, acné e infecciones gastrointestinales. Los análisis de esta agua confimaban la similitud de sus componentes

Alfonso XIII dirigiendo unas maniobras militares en la «Dehesa del Carrascal». Año 1917.

Camiones militares en la calle Real, camino de la «Dehesa del Carrascal» para celebrar unas maniobras militares a las que asistiría Alfonso XIII. Año 1917. con la de Loeches, aunque tenía menos sales minerales109 .

EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN

En estas circunstancias la población argandeña había ido en constante aumento. En 1810 se contabilizaban unos 2.099 habitantes, en 1850 la población asciende a 2.772 almas, que se convertirán en 3.235 en 1875; en 1900 llegan a 3.829 habitantes.

Esta población estaba dedicada fundamentalmente a las faenas agrícolas y se contaba a fiales del XIX con 175 propietarios, 1060 jornaleros, 164 sirvientes y 121 industriales110. Había además un constante trasiego de campesinos provenientes de otras localidades a los que se recurría como braceros en la época de vendimia.

En este sentido es interesante la abundante documentación conservada en el Archivo de Arganda sobre los pasaportes que se expedían para poder viajar por el interior de la nación. En ellos se da cuenta del origen de cada uno de estos transeúntes, sus datos personales, sus características físicas, los lugares por los que habían pasado y el objetivo de su viaje; todo ello como documento de identifiación y medida de control. En Arganda se refrendaban ante las autoridades un gran número de estos pasaportes que nos indican que la mayoría de estos viajeros eran campesinos que venían a trabajar en las labores del campo, provenientes de todos los lugares de España, especialmente de Castilla y Galicia. Otros eran carreteros que iban con sus caballerías en busca de las arrobas de vino tinto para llevarlas a las tabernas de Madrid.

Al llegar a la localidad, debían mostrar estos documentos ante la delegación de policía o la autoridad para sellarlos; y si permanecían en la

villa sin haberlo hecho podían ser encarcelados, amonestados o prevenidos sobre la conducta que debía mantener «arreglada y tranquila, sin insultar a persona alguna», para no perturbar el orden y sosiego público111 .

Los habitantes de cada localidad debían, además, tener una carta de seguridad, un documento identifiativo que estaban obligados a pagar los varones mayores de 16 años y las mujeres viudas y solteras cabezas de familia. Los jornaleros, los pobres de solemnidad y los voluntarios realistas debían poseer también carta de seguridad, pero se les proporcionaba gratis. Únicamente los clérigos, los religiosos, soldados y empleados públicos estaban exentos de tomarla. URBANISMO

Los habitantes vivían a fiales del XIX en 800 casas de un piso y 200 de dos que estaban distribuidas en torno a la plaza, las calles de San Juan, de los Silos, de la Calzada, de Carretas, de Salsipuedes, de la Cuesta, de la Solanilla, de don Diego, de los Huertos, del Barranquillo, de la Plaza, del Arrabal, de la Peña, y las plazas tituladas de la Constitución, de la Cruz y del Gato eran algunas de las que conformaban el entramado urbano.

La carretera de Valencia que atravesaba el pueblo viniendo de la calle de San Juan, pasando

Interior del lavadero público junto a la plaza. Año 1954. Fotografía de Santos Yubero (detalle).

Fuente de los seis caños y mercadillo de la Plaza de la Solanilla. Año 1956.

por la plaza y por la de la Calzada, dividía a la villa en dos mitades, y al estar en la parte más baja, las calles formaban pronunciadas pendientes Esta circunstancia provocaba inundaciones habituales de la plaza «habiéndose conocido no hace muchos años bañar las aguas los pedestales de los balcones del ayuntamiento»112. Otro de los inconvenientes derivados de esta situación y agravado con el tránsito de carruajes y la lluvia eran los lodos que hacían intransitable el camino y vía principal de la localidad. Sin embargo, el más grave problema era el arroyo que corría en uno de los lados de la iglesia, que recogía todas las aguas sobrantes de las fuentes y que se había convertido en un problema sanitario de primer orden al transcurrir el cauce por en medio de la población cargado de inmundicias. La Arroyada, nombre por el que se conocía, fue fialmente canalizada. Dirigió las obras de urbanización de la zona el ingeniero de ferrocarril Enrique Calleja, y la nueva calle tomó su nombre hasta que en 1971 se cambió por el de Juan de la Cierva.

Las principales calles de la población se iluminaban con faroles de aceite desde los años 80: «Hace pocos años se instaló en este pueblo el alumbrado público con faroles de aceite mineral, perfectamente distribuidos, para dar claridad a todas las calles de la población, así como el suficiete número de serenos, uniformados y reglamentados, con la dirección de un cabo, para hacer la vigilancia nocturna y cuidar del alumbrado, no registrándose apenas desmanes desde su instalación»113. Y al comenzar el siglo XX ya contaban con alumbrado eléctrico aunque los que aún recuerdan esas noches, nos dicen que poco hacían contra las tinieblas esas pálidas luces.

Los edifiios más notables eran los herederos de otras épocas, aunque en algunos de ellos vemos que se produjo algún cambio signifiativo. Este es el caso de la iglesia que sufrió en la madrugada del 6 de septiembre de 1877 un incendio, provocado por un rayo, que destruyó el chapitel de la torre. Dos años después, el 23 de noviembre se concluyó la obra de restauración. Entre 1898 y 1899 se desarrollaron otras obras de mejora, se cambió el suelo del coro por nuevas tablas de madera, se colocó una nueva pila bautismal, el púlpito y se enlosó en mármol el suelo del templo.

El Ayuntamiento, un edificiosencillo, de dos plantas en el que destacaba su balcón corrido, fue reformado al comenzar el siglo XX. Se realizaron obras para su conservación y se emplearon a carpinteros y vidrieros; también se levantó una torre central para ubicar el reloj, que daría una imagen característica a la plaza. La Casa Girod fue la encargada de construir el torreón y de colocar el pararrayos y el reloj que, en junio de 1900, ya había sido entregado al Ayuntamiento114 . El primer pago que contemplaba la mitad del importe ascendió a 2.625,75 pesetas. Más tarde, en 1906 se cambió la cubierta del torreón del reloj, para evitar goteras, cambiando la pizarra por el plomo115 .

Durante el primer tercio del siglo XX el aspecto del casco urbano, aunque conservaba aún ese aire rural, se fue poblando de establecimientos comerciales, industriales e institucionales. Entre los que podemos reseñar la Fábrica de Aguardientes de la Sociedad Alcoholera de Arganda, molinos de aceite, constructores de carros, canteras de piedra caliza, yeso y oficiosque tenían que ver con la producción de vino como los boteros, cuberos y toneleros116 .

LAS VIVIENDAS Y LABORES DEL HOGAR

Entre las casas de labor espaciosas con varios patios, bodega, cuadras e incluso jardines y las pequeñas habitaciones mal ventiladas en arriendo, había toda una escala de tipos de viviendas en Arganda del Rey. En las primeras vivían las familias adineradas que podían mantener a varios criados y que tenían en propiedad grandes extensiones de tierra que eran trabajadas por jornaleros. Las últimas solían ser las de los jornaleros que venían a Arganda en época de vendimia o trabajadores de la Fábrica Azucarera o las canteras. Otras casas de medianos propietarios tienen patios y corrales y bodega y cuentan con uno o dos obreros fijos. Otros poseen una pequeña parcela de terreno que explotan familiarmente y a veces han de trabajar como peones para otros y apenas cuentas con una pequeña vivienda en propiedad o alquilada.

A pesar de las diferencias socioeconómicas y de la dedicación más o menos exclusiva a unas labores u otras, ciertas costumbres eran comunes a todos los vecinos, como nos cuentan:

«La lumbre en todas las casas era fuego bajo y allí se hacían las comidas. Se utilizaban diferentes cacharros, los pucheros de barro o de porcelana y las ollas de hierro blanco para calentar agua. Las comidas más habituales eran los garbanzos, las judías, las patatas y el pan. El pan, hasta la guerra, no faltaba casi nunca en las casas. Las mujeres lo hacían en las casas y lo llevaban a cocer al horno, aunque también se podía comprar ya hecho en la panadería. El pan valía 15 céntimos de kilo, más tarde subió a 40 céntimos. Pero había "una alfonsina" que eran 15 céntimos que era cuarto de kilo, o luego otro de pan de viena, que hacían por la mañana, que había barritas de 5 y de 10 céntimos. No era muy normal poder comer carne porque era cara, como mucho, algunos podían permitirse criar un cerdito y hacer matanza, aunque no quedaba toda para la familia por que una parte grande se vendía en la plaza. También se solían tener gallinas en el patio.

El agua a las casas llegó mucho después de la guerra, hasta entonces, nos abastecíamos en las fuentes»117 .

En el casco urbano había a fiales del siglo XIX cinco fuentes. La del «Pilar» situada cerca de la plaza de la Constitución constaba de una columna con forma de paralelepípedo en su base y pirámide cuadrangular en la parte superior. Sus aguas son las más salinas y se consideran menos fia. «Vierten sus cuatro caños en un pequeño pilón, desde el cual pasa el agua por una cacera de piedra, donde abrevan los ganados, a uno de los lavaderos públicos»118 .

La fuente de «Leganitos» que fue restaurada en 1863 vertía sus aguas muy abundantes a través de tres caños a un pilón de forma elíptica.

La del «Ave María» estaba compuesta por una columna cilíndrica que acababa en una pirámide octogonal. Los tres caños de los que constaba vertían sus aguas en un pilón alargado por uno de su lados formando una taza casi rectangular.

«La mejor y más hermosa de todas las fuentes de Arganda es la llamada «Fuente Nueva». Seis grandes chorros de agua caen en un precioso y original pilón, difícil de describir porque está dividido en seis compartimentos, algunos de los cuales tienen comunicación entre sí. Las aguas de esta fuente pasan a uno de los lavaderos públicos (cubierto y con un empleado encargado de su limpieza), obra del distinguido arquitecto D. Tomás Aranguren, la cual reúne tanta elegancia como sencillez o comodidad»119. Esta fuente es la única que permanece en su ubicación original desde que se levantó en 1849, en la calle Real, junto a la Ermita de San Roque. Manuel Terán fue el cantero que la construyó y servía de abrevadero como la del «Ave María». En la actualidad tanto ésta como la ermita están siendo objeto de estudio para su restauración. Otra fuente era la de la Estación, que con sólo dos caños tenía una forma parecida a la de Leganitos.

Muchos argandeños recuerdan aún cuando se levantó en el año 1922 la Fuente de los seis caños120. Esta fuente fue recuperada en 1984, tras ser localizada en terrenos de La Poveda, abandonada tras su desmantelamiento en 1968 cuando se hicieron obras en «La Solanilla». El Ayuntamiento emprendió entonces su remodelación, colocándola cerca de su emplazamiento original y, junto con la renovación de la de la plaza de la Constitución, se celebró el acontecimiento con la asistencia de miles de personas.

«Había una fuente donde esta la de los seis caños, pero en medio de la calle, que esa se la llevaron a la estación, que cuando bajábamos del colegio corriendo muchos caíamos de cabeza y yo me acuerdo cuando se hizo la de los seis caños y el abrevadero que lo hizo el tío Daniel Borrego que fue picapedrero, que fue el que hizo los pilares del puente de hierro, que era de Salamanca y que vino a hacer eso y luego ya se quedó aquí. Ese fue el que hizo la fuente» Había otras fuentes para coger agua, estaba la Fuente Nueva, la fuente Leganitos, la del Pilar y luego pasaba allí al «pilar» que era como un estanque de piedra adonde iban las mujeres con una banca para lavar, y allí salía un chorro de la fuente. Donde estaba la fuente nueva había otro lavadero. La fuente del Ave María, la fuente del Matadero que la tenían para sus trabajos, la fuente de la estación. En el campo había otras tantas, la del Valle, la del Pozo Paredes, la que está en el Campillo o la de Valtierra que era la que tenía el agua más fina».

Algunas de estas fuentes se empleaban desde antiguo y todas ellas siguieron con su función hasta años después de la Guerra Civil. De hecho una parte importante del tiempo del día se dedicaba a abastecerse de agua, tanto para el consumo, para usos domésticos diarios como para lavar.

El lavado de la ropa era un trabajo duro al que las mujeres argandeñas dedicaban horas y esfuerzo dentro de sus tareas cotidianas. Aquellas que podían ayudarse de sirvientas o criadas se libraban de esta fatigosa tarea pero pocas había que no dedicaran al menos un día a la semana a realizar «el lavado semanal». A esta tarea se sumaba la de recoger todos los días el agua con los cántaros para llevar a cabo las tareas domésticas: fregar los cacharros, el piso que en muchos casos era de cantos rodados, etc., en este proceso ayudaban también niños y los jornaleros o criados de las casas más acomodadas. «Todos los días teníamos que ir con cubos a la fuente de Leganitos para así llenar media tinaja cortada que servía de pila a la criada para lavar, y la llenábamos a cubos todas las mañanas. Teníamos que hacer un montón de viajes los cuatro que éramos hasta que se llenaba esta media tinaja»121 .

En sus bancas y con su tabla acanalada frotaban y refrotaban la ropa que enjabonaban con el propio jabón hecho en casa con los restos del aceite y sosa caústica.

Tenemos testimonios de cómo fabricaban el jabón en su casa aprovechando el propio aceite que había empleado para sellar las cubas del vino. «El aceite se quitaba con un platillo que tenía cuatro agujeritos, un poquito más hondo, y se cogía. Ese aceite no se tiraba; había siempre una tinajita para echar ese aceite que valía para los candiles y para hacer jabón.

Yo me acuerdo de hacer jabón con mi abuela, que me decía: coge un sarmiento. Ibamos a la alquitara. Antes las casas de labor tenían su alquitara, donde hacían el aguardiente para consumo. Pues en un cacharro grande, se echaba

Sección de la clase de D. Román Aparicio. Ejercicio realizado por los alumnos Santiago Madrid, Ángel Fernández y Domingo Bernabé. Año 1932. Cortesía de Ángel Luis Madrid Moreno.

la sosa, el agua y el aceite y venga a mover con un palo y venga a darle vueltas y probábamos a meter el sarmiento y cuando ya cuajaba aquello el sarmiento se quedaba quieto: ya estaba hecho el jabón. Luego se volcaba en unas latas cuadradas partidas y cuando estaba duro se cortaba con un alambre. Era lo que se utilizaba para lavarse y para fregar».

EDUCACIÓN

A mediados del siglo XIX se da un gran paso adelante en la educación en España. En 1857 se promulgó la Ley de Instrucción Pública, promovida por Claudio Moyano, por cuyo nombre fue más conocida la Ley. En ella se planteaba una reforma educativa que sería la base para el desarrollo del sistema educativo español en el siglo XX. Establecía entre sus normas la obligatoriedad de la enseñanza para todos los españoles entre los 6 y los 9 años y la diferenciación entre escuelas privadas y públicas, estas últimas de carácter gratuito.

A pesar de esta innovadora reforma que pretendía fomentar e impulsar el nivel educativo de todos los españoles, el índice de analfabetismo siguió siendo muy alto, aún en los últimos años de la segunda República.

En Arganda se contaba en 1888 con cuatro escuelas públicas elementales de ascenso, encargadas de la educación primaria. Según Marín de quien tomamos estos datos estas escuelas estaban «desprovistas de las condiciones higiénico-pedagógicas que debe reunir todo centro de enseñanza, pues son estrechas, bajas de techos y de escasa ventilación.

Provéense por traslado, concurso de ascenso y oposición, están dotadas con 1.100 pesetas de sueldo, no tienen compensadas las retribuciones, perciben 275 pesetas en concepto de material y las casas que ocupan sus dignos profesores.

Asisten ordinariamente 350 alumnos a las 4 escuelas públicas, recibiendo, así los niños como las niñas, la enseñanza propia de su sexo por el sistema mixto, que les ha dado y está dando magníficos esultados en la enseñanza.

Sostiene voluntariamente el celoso municipio dos escuelas de adultos, dirigidas por los profesores elementales y retribuidas cada una con 200 pesetas de gratifiación. Por esta pequeña cantidad consigue el ayuntamiento aumentar y solidifiar la instrucción de los jóvenes del pueblo»122 .

En los años siguientes y hasta antes de comenzar la Guerra Civil tanto el número de escuelas como sus condiciones debieron cambiar muy poco.

«Entonces estaba el colegio de las monjas donde era maestra doña Remedios. Costaba 3 pesetas al mes y luego pasamos a otra clase y eran 5 pesetas al mes. Allí enseñaban a las muchachas labores que era también de lo que vivían también las monjas. Entre los colegios del municipio estaba el de don Francisco, donde está el mercado, eso eran, en realidad, dos colegios o tres, mejor dicho, allí el maestro era Don Francisco y luego llegó su hijo, don Román, y otro donde está la Biblioteca. Teníamos el Catón que eran las Letras, para juntar las letras y luego ya se pasaba a una enciclopedia y ahí tenía gramática, aritmética, geografía, tenía de todo. El que sabía escribir ya era una lumbrera»123 .

A comienzos del siglo XX la educación obligatoria se había ampliado primero hasta los 12 años, en 1901 y de los 3 a los 14, en 1923. Durante esta última década de los 20 se estaba viviendo además una renovación en los métodos de enseñanza, atendiendo a los progresos e innovaciones realizados en otros países europeos y el impulso de nuevas corrientes pedagógicas como los que se llevaban a cabo desde la Institución Libre de Enseñanza desde fiales del s.XIX.

Dentro de este movimiento progresista iniciado por un grupo de profesores que veían en la educación el pilar sustentante del progreso de la nación, hay que situar a uno de los profesores que tuvo Arganda en estos años: don Román Aparicio.

Contamos para ilustrar su quehacer diario con el testimonio de sus hijas y con los magníficos ejercicios e ilustraciones que se realizaban en el «Cuaderno del Alumno». Una iniciativa que muestra fehacientemente esta nueva manera de entender la educación.

Las enseñanzas y el método de trabajo eran muy dinámicos y los alumnos desarrollaban actividades cuyos enunciados estaban muy vinculados a su entorno vital. Las matemáticas se relacionaban con las magnitudes de medida empleadas en el campo, se hacía hincapié en la geografía local o se redactaban comentarios o resúmenes de las noticias que se publicaban en los periódicos despertando una conciencia crítica, sin dejar de lado conocimientos generales.

Retrato de alumnos de D. Francisco Aparicio. Año 1920.

«¿Cuánto vino necesito vender a 4,25 ptas./ arroba para obtener 2500 duros que necesito para la vendimia si tengo en baja 1875,50 ptas?¿Qué número de cargas puedo comprar con la mitad del dinero total? La carga 20,5 ptas.

El maestro D. Román Aparicio (1892-1939) acompañado de un grupo de alumnos y miembros de su familia en el patio de la escuela. Año 1931. Cortesía de los hermanos Aparicio.

Resultados: Necesito hacer 2499,88 arrobas de vino.- Podré comprar 304,87 cargas»124

«La línea telefónica de Arganda a Morata mide 8 Km y 3, 5 Dm. Si el aire ha tirado 9 palos y cada uno está a 1 Hm ¿cuántos metros de línea tienen que arreglar?¿cuántos están bien?

Resultados: Están bien 7135 m.- Hay que arreglar 900 m»125

También se incluían entre estas actividades las salidas o excursiones al campo en las que se estimulaba el conocimiento a través del contacto directo con la naturaleza. «Nos gustaba mucho el día que salíamos de excursión toda la escuela y llevábamos cada uno nuestra merienda, por la tarde. Íbamos a la dehesa y los mayores cuidaban de los más pequeños».

A pesar de que los procedimientos pedagógicos eran interesantes el maestro debía resolver el problema de la falta de recursos, incluyéndolos, a veces en el propio ritmo de enseñanza.

«En la escuela eran muy bonitos los aparatos de física. Los hacía mi padre con los alumnos, me acuerdo que para demostrar la dilatación de los metales había una bola de acero y un aro, que poníamos con el mechero abajo, veíamos como se dilataba y luego no podía salir. Cosas muy bonitas, pero cosas hechos por ellos. La biblioteca era un baulito pequeño y allí teníamos los libros de Julio Verne. En las tablas de lavar, poníamos los papeles de dibujo y ahí dibujábamos y poníamos el nacimiento y poníamos las casitas y en las Navidades ya jugábamos allí»126

Otra difiultad a la que debían hacer frente era la falta de regularidad en la asistencia a clase.

«Ayer día primero de septiembre de 1925 empezamos las clases pasadas las vacaciones del verano. Muy pocos niños vinieron, porque todos los años creen que no hay escuela hasta pasada la Función o no quieren venir por estar viendo como ponen los palos de la plaza de toros y eso está mal por dos cosas, dice don Román; porque se pierde el tiempo sin aprender y porque estando allí, además de estorbar, puede caerse un palo y rompernos una pierna»127 .

A esto se unían los días de vendimia y rebusca, labores en las que muchos niños colaboraban con sus padres. Así en el boletín de inspección consta que a pesar de estar matriculados 103 niños (69 de 6 a 8 años; 24 de 8 a 10 y 10 de 10 a 12) la asistencia media era de entre 70 y 80 niños.

Los adultos, entre 12 y 24 años, también recibían clases por la tarde después de terminada la jornada laboral. Había unos 55 alumnos matriculados con una media de asistencia de 29, la mayoría eran jornaleros y operarios de la Fabrica azucarera. El maestro además, aunque mal retribuido, era una institución importante a la que se podía consultar cualquier tema.

«Llegaban más tarde los obreros y los labradores que habían ido al campo. A mí me impresionaba mucho ver a estos señores que llegaban

Café de Lázaro. Calle de San Juan. Desde 1921 sede del Centro Obrero. Fotografía de 1918.

Grupo de socios del Círculo de Agricultores. Imagen del salón de billar. Año 1932. Fotografía de Oronoz. Cortesía de Mª Victoria Espliguero Sanz. del campo, todos se habían lavado, se habían peinado y se quitaban la gorra lo primero, si fumaban, antes tiraban el cigarro. Todos iban con un respeto»128 .

CASINO, CINE, TEATRO Y BAILES

En los primeros años del siglo XX aún la cultura del ocio no se había extendido y los habitantes de pueblos y ciudades descansaban de las duras jornadas de trabajo apenas el domingo y los días de fieta. Aprovechar estos momentos en unos ratos pasados en la taberna, jugando una partida con los vecinos o sacando las sillas al patio y charlando mientras se cosía o pasear eran las actividades habituales. Sin embargo, el domingo podía aprovecharse también para ir al baile, ver una película de cine, asistir a alguna representación teatral o musical, cuando había, participar en los juegos de barra y pelota o ir a bañarse al río en el verano.

Alfonso Benito Alfaro hablaba ya en 1890 de manera loable del Casino que no tenía nada que envidiar a los de la capital, con sus mesas de billar, salas de recreo, gabinete de lectura y la suscripción a importantes diarios de la época. Este casino adopta el nombre de Círculo de Agricultores y toma como sede una casa de la calle Real, propiedad de Ricardo Dotres. En 1931, según un periódico de la época, el casino contaba doscientos treinta asociados.

Además, en 1916, se fundó el Centro Obrero. Esta sociedad cumplía, además de una labor asistencial, una función recreativa. En 1921 esta sociedad compró el Café de Lázaro, ubicado en la calle de San Juan y se instalaron nuevas dependencias, desde salón de baile hasta oficias o mesas de billar.

El baile, celebrado en los locales particulares o en el casino, era la aficin favorita de los argandeños:

«Los domingos había bailes que se llamaban de la Parisa, enfrente de la estación (de Millán); otro de Carcelero, en la carretera de Loeches camino de la estación; y luego otro que hicieron del Centro Obrero que estaba en la calle de la Puente del Cura. Valía diez céntimos la pareja. Era con organillo y luego en el mes de febrero que se celebraba la quinta, celebraban bailes toda una semana. Comenzaba el baile por las tardes a las 4 o las 5 hasta anochecido. En el casino también había baile, pero sólo para los socios. Desde el café del casino había un pasillo para ir al cine o al teatro. Entonces era un teatrito viejo que luego se renovó haciéndose teatro-cine. Pasaban cine por partes y luego una o dos peliculitas de risa de Tomasín o Charlot. Los domingos, había dos funciones, una por la tarde y otra por la noche. Había también teatro: venían algunas compañías y estaban los aficionados. Recuerdo cuando una compañía, la de Carlos Lemos, con el padre, estuvieron más de una semana.. También venían bailarinas, pero no traían música y entonces había que ir a buscar a don Emeterio, que era mi padre, para que tocara, no cobraba nunca y casi le costaba dinero, yo iba con los papeles debajo del brazo. Me sentaba al lado de mi padre a ver las bailarinas. Había uno, el Tío Verde, uno muy grandón que trabajaba en el campo que, cuando venían las bailarinas, no se iba a trabajar hasta que no había sacado la entrada para verlas. Para San Ildefonso, que no había colegio porque era el santo del rey Alfonso XIII también traían bailarinas cupletistas»129 .

Además de estos espacios dedicados al ocio, la calle o la plaza podía convertirse en un improvisado escenario cuando llegaban los títeres y malabaristas ambulantes. Entonces en la plaza colocaban los vecinos las sillas alrededor y comenzaba la función: «Títeres había cada poco tiempo, incluso llegaban otras actuaciones de circo como trapecistas. Me acuerdo que, cuando iban a empezar y la gente no callaba, decían: "Silencio por favor que un padre no se mata por 5 céntimos". Luego pasaban la bandeja»130 .

Y en esta época en que la crónica de sucesos apenas ocupaba unos párrafos en la prensa diaria, los crímenes más famosos se voceaban en las calles de boca de esos narradores orales que destilaban oficioy profesionalidad relatando los más escabrosos detalles. «Venían también los hombres con cartelas vendiendo los crímenes, luego vendían las coplillas por 5 céntimos. Lo iban cantando con el puntero, lo de los crímenes de Cuenca...» EL JARAMA

Y en verano aún quedaba otra diversión, el río. El disfrute de la naturaleza y la conciencia de lo saludable del deporte o el ejercicio todavía no eran ideas generalizadas, pero en los años de la República en España y en Madrid particularmente, las instituciones comienzan a elaborar planes para el desarrollo de este nuevo ocio vinculado con la Naturaleza.

Los madrileños se habían anticipado a las proyectos que a partir de 1933 propondrían arquitectos innovadores en el planeamiento de zonas naturales y ya disfrutaban de las aguas del río Jarama. Los domingos, incluso, salían de Madrid trenes especiales que llevaban a cientos de excursionistas hasta la Estación de Arganda y la Poveda donde desembarcaban con sus comidas y su bota de vino para disfrutar de un día de campo y hacer de los calurosos días de

Proyecto de complejo de ocio en la playas de La Poveda, ideado por Mercadal y Juan Luis Sert. Grupo GATEAPC. Año 1931.

Un día en el Jarama. Año 1953. Fotografía de Diego López.

Del tren a la playa. Camino del Jarama, con todo lo necesario para un día de fieta. La Poveda, años treinta.

Gigantes y cabezudos. Año 1934. Fotografía de Francisco Antoñanzas Sanz. verano, jornadas más llevaderas con algún que otro chapuzón.

«Íbamos andando a bañarnos al río y, a veces, subíamos en el tren, por cinco o 10 céntimos: el mejor sitio era el Hoyo de las mulas que está más abajo del puente del tren del río porque había una pradera grande. Otro sitio era la presa y el vado de Valdocarros, que en aquella época tenía bastante agua, había que pasar el vado para encontrar menos aguas y se pasaba al otro lado, que pertenecía a la finca del Piul y allí había ya casi como una playa, allí iba poca gente. Allí había mucha agua y había unos peces riquísimos: las anguilas. Los domingos venía desde Madrid un tren especial para ir al río».

En 1931 el interés por organizar lugares de ocio para las masas, cobra un interés inusitado y se proyecta el Plan Regional que plantea algunos de estos espacios en la Sierra de Guadarrama y en el Jarama. Dos años más tarde un grupo de arquitectos que se había formado en el funcionalismo de Corbusier, el grupo centro de GATEPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) propone el proyecto de las playas del Jarama. Atendiendo a las posibilidades naturales y a los medios de comunicación ya existentes, plantean «Los baños populares en las Playas del Jarama». Un proyecto que se desarrollaría en tres zonas próximas, Rivas del Jarama, San Fernando y La Poveda, próxima a la estación de ferrocarril de Arganda. El proyecto ideado por Mercadal y Juan Luis Sert contaba con la realización de una zona de deportes, restaurantes económicos y un área de viviendas que se extenderían por la margen derecha del río y a lo largo de la carretera. Estos establecimientos estaban pensados para el disfrute de la clase trabajadora y ofrecía servicios colectivos para el aprovechamiento de

Casa de Prevención y soportales de la plaza en un día de capea. Año 1925.

Espectacular imagen del encierro entrando en la plaza. Hacia 1925. Fotografía de Alfonso.

Imagen de la Virgen de la Soledad. Fotografía de Alfonso.

las nuevas playas que iban a ser acondicionadas y la construcción de embalses que formarían estas piscinas artificales aprovechando el amplio caudal del Jarama.

FIESTAS Y ACONTECIMIENTOS

Pocos acontecimientos extraordinarios variaban el quehacer diario de los vecinos de Arganda. Aun así alguno recuerda la visita de Alfonso XIII en 1917, la de la Diputación Provincial a los viveros o la aparición del Niño Jesús milagroso.

«El Rey vino en 1917. Vino a ver unas maniobras en la Dehesa. Fue un acontecimiento para todos, creo que no fue nadie a trabajar, ni los niños a la escuela ni nada. Colgamos en todos los balcones colchas de colores para que el pueblo estuviera bonito. La plaza quedó preciosa. Llegó el Rey vestido de militar y subió al Ayuntamiento a ver al Alcalde. Me acuerdo de verle marcharse en un coche descapotable y una señora que se llamaba Micaela le dijo: Su Majestad me da usted permiso para besarle una mano y le dijo sí señora y le dio dos besos en la mano al Rey. Y al señor Jacinto, que era Alcalde, el Rey le dio la Cruz Laureada de San Fernando para que fuera a Palacio cuando quisiera»131 .

Otra anécdota que recuerdan algunos vecinos de aquella visita real fue la de aquella mujer que se acercó con una cesta llena de una rosquillas rellenas que se hacían entonces en Arganda, las dividió en dos partes y le dijo al rey: «Tome, estas son para usted y estas para su abuelita».

No había sido esta la primera vez que el rey Alfonso XIII había visitado Arganda. En 1905 pasó por la localidad al volver de Tarancón, donde había participado en una cacería y en ese mismo año visitó junto al ministro de Agricultura, el Conde de Romanones la fábrica de La Poveda. El director gerente, Miguel Díaz Álvarez, hizo de anfitrión, recorriendo los campos plantados de remolacha y las instalaciones y maquinaria de la fábrica. Lo que provocó un entusiasta discurso del rey que quedó refleado en la prensa de la época: «Compláceme sobremanera ver implantados en estos campos de la Azucarera de Madrid los modernos adelantos de la agricultura. Los prodigiosos resultados obtenidos por ustedes en el corto espacio de tiempo que la Sociedad lleva de vida, hacen esperar con razón fundada que ellos han de corresponder, en porvenir no lejano, al poderoso esfuerzo realizado por sus directores»132 .

El niño Jesús del Milagro también dio que hablar durante una temporada, y los vecinos se acercaban a verlo para ver si lloraba como decían. «Estaba metido en una urna. Vino mucha gente de alto copete. Primero lo tenían en Casa Carlota, donde vivía el carpintero y luego lo llevaron a la iglesia»133. Se trataba de la imagen de un niño Jesús que se encontraba en el taller de Santiago Higares. A su casa en la calle de Silos acudían los creyentes y muy pronto la prensa refleó estos hechos:

«Así, llegamos a la hora de las oraciones, y allá acuden las devotas creyentes a venerar la imagen. Con todas hablamos y todas nos afirman que vieron llorar al Niño; algunas nos dicen que presenciaron la aparición de dos estampitas y otras, que estaban presentes cuando sonreía la imagen [...]. El buen párroco, que ha tenido un mes en su casa la imagen del Niño, nos afirmó que había observado en sus soledades con el Santo ciertos hechos que no ha querido revelar[...] y ha informado en Madrid a las altas autoridades eclesiásticas de todo...»134 .

Además de estos acontecimientos eran las fietas las que lograban hacer olvidar por unos días las cargas laborales de todos los días.

En la fieta de San Roque hacían aparición los gigantes y cabezudos que eran acompañados por toda la chiquillería. Entonces las calles se engalanaban y se tendían en los balcones colchas o telas decorativas para dar paso a la procesión, a la que se iba con ramos de albahaca. En la víspera, el día 15 de agosto, «se hacía la famosa luminaria, con todos los cestos viejos que ya no servían para la vendimia, con todos los aparejos y trastos que nadie quería. Estas luminarias eran muy grandes, y los mozos saltábamos por encima de ellas. Después nos íbamos al baile»135 .

Los carnavales, que al principio se celebraban en la misma plaza, llenaban Arganda de máscaras. Cuando anochecía y se encendían las luces de la calle, que alumbraban bien poco, las máscaras tenían que quitarse las caretas. Más tarde, comenzaron a organizarse los bailes ya en recintos con música de organillo.

En otras ocasiones era una romería y un día de campo los que proporcionaban la diversión como el domingo de Pascua día en que «era célebre ir a la ermita de Valtierra a su pradera».

La primavera tenía su fieta principal en la celebración de los mayos con la erección de un árbol engalanado, que simboliza el comienzo de un período o estación del año. En Arganda del Rey se colocaban varios árboles en el casco urbano: en la plazuela de la Cruz, en el arrabal y frente a los soportales de la plaza136 .

Las Navidades transcurrían en un ambiente familiar, los que podían preparaban un menú especial para Nochebuena que consistía en «gallina en pepitoria, la sopa de almendras, sopa de leche con pan y almendras y la ensalada de granada con vino y algunos con azúcar».

Pero las celebraciones de las fietas se hacían extraordinarias cuando se celebraba la tradicional

capea y los encierros. La aficin taurina de los argandeños se había ido forjando a lo largo de los siglos, el renombre de los toros jarameños y el arrojo y entusiasmo de los vecinos por la fieta aún hoy es palpable en las fietas de septiembre cuando se celebra La Función.

Estos encierros y capeas congregaban a todo el pueblo. Antiguamente la expectación nacía cuando las reses eran conducidas por cañadas y caminos hasta la población, donde descansaban en las dehesas antes de que comenzaran las corridas.

A comienzos del siglo XX a comienzos de septiembre la plaza veía levantarse multitud de palos verticales que conformaban el coso donde tenían lugar las corridas. Sobre las talanqueras se construía un tablado a modo de tendidos donde los espectadores contemplaban el festejo en sillas o de pie. También los balcones que daban a la plaza se convertían en palcos y el antiguo ayuntamiento con su balcón corrido acogía a las autoridades.

Al alba se hacía el traslado de los toros desde la dehesa al pueblo que era seguido por numerosos curiosos. Los toros discurrían por las calles principales de Arganda, cuyas bocacalles eran cerradas con carros y tablones y que servían también de improvisados asientos. Hacia las siete un clamor se hacía general entre el público que esperaba el encierro.

«Una muchedumbre compacta corría alocadamente hacia la plaza; detrás marchaban los caballistas, y a continuación 20 reses, atropellándose y mugiendo. Cerraban la marcha otros caballistas y el resto de la gente, los rezagados y los más prudentes. En esta forma entraron los toros en la plaza. Se cerraron los portones que tapaban las bocacalles, y las reses, acosadas con palos, fueron encerradas en los corrales o chiqueros habilitados»137 .

Después de una jornada de vendimia. Lagar de Juana Sánchez. Año 1923.

Y aún quedaba lo mejor por venir, la crónica taurina continúa describiendo la expectación y la fascinación de los centenares de personas que entre los palos de las talanqueras, las gradas y la plaza invadida, esperan el comienzo del festejo.

«Obtenida la venia de las autoridades, que se hallan en el balcón de la casa Consistorial, unos hombres provistos de enormes garrotes golpean la puerta del chiquero. Momentos después sale la res, que recorre gazapeando la plaza entre infinidad de lidiadores, que le abren paso atropelladamente para rodearla poco después, acosándola con varas y palos, y llamando su atención con trapos, capotes y muletas. La res se para recelosa, escarbando la arena de la plaza, e inicia violentas arrancadas, en las que casi siempre lanza al aire a alguno de los que la hostigan. A los siete u ocho minutos de esta lidia salen los cabestros, y la res es reintegrada nuevamente a los corrales para dar salida a otra y otra; hasta que terminado el acoso de las 20, vuelve a salir nuevamente la primera, y así las demás, repitiéndose siempre el mismo espectáculo».

Tras una parada de una a tres, donde las reses abrevan y descansan continuaba el espectáculo hasta las ocho y media, hora ya de preparase para afrontar otra noche de baile.

La aficin a los toros se hacía manifieta en otras fietas celebradas a lo largo del año y en ocasiones especiales. Es el caso del festival taurino benéficoque en 1930 se organizó por primera vez. Tuvo como fin ecaudar dinero para cuidar a los ancianos asilados en El Castillo, hospital que se mantenía con una pequeña partida de dinero del Ayuntamiento y, sobre todo, con la caridad de los argandeños que llevaban pan, vino, carne...

Preciosa instantánea de un día de vendimia en el campo argandeño. Viñas de Cecilio López Martí. Hacia 1925.

Escena de vendimia. Llenado de los cubetos de mimbre. Año 1897.

Pisadores de uva en el lagar. Año 1897.

En el lagar, levantando el canto de la prensa de viga. Año 1897.

A propuesta de reputados bodegueros, el torero Marcial Lalanda, que había nacido en una fica próxima a la localidad y que tenía una relación directa con Arganda, organizó y participó en el acto, y en agradecimiento el concejo al año siguiente bautizó una plaza con su nombre.

A partir de 1941 se siguieron celebrando los festivales benéficos, ahora con la participación de los Bienvenida, para recaudar fondos a favor de la institución que atendía a unos pocos ancianos y transeúntes necesitados, proporcionándoles cama y sustento. Sin embargo, los gastos que ocasionaba el festejo dejaban escaso margen de beneficio 138. Se completó su fuente de ingresos con la explotación agrícola de un terreno en La Isla, cedida por el Ayuntamiento. En los años 60 se hicieron reformas en el edifici, pero en el 68 los asilados fueron trasladados a otra institución en Chinchón para recibir una adecuada asistencia que era difícil en el antiguo edifici, que terminó derruido en 1971.

ACTIVIDADES ECONÓMICAS

Durante el siglo XIX y gran parte del XX Arganda sigue manteniendo su perfil de núcleo rural. El cultivo de la vid y la elaboración del vino sigue centrando el quehacer diario de la mayoría de los argandeños y consolidando un grupo de activos bodegueros que van a destacar en el ámbito industrial y comercial. El vino de Arganda del Rey comienza a ser reconocido fuera del entorno próximo hasta llegar a competir en ferias internacionales. Así nos encontramos en la Feria internacional de Chicago celebrada en 1893 a varios cosecheros de Arganda que presentan sus productos con los distintivos —botellas, tapones, corchos, etiquetas— de la localidad, proporcionados por el propio ayuntamiento139 . La representación de ocho bodegas de Arganda —la de Juan Calleja, Emilio Cebrián, Emilio Clavo, Juan Antonio Díaz, Luis Dotres, el Marqués de Hoyos, Eduardo Sardinero y Celedonio López Alonso— en esta feria internacional dejaba patente el potencial y la hegemonía vinícola de Arganda respecto a otras zonas de Madrid —en total seis— y la excelencia de sus caldos como pone de manifieto la medalla de Oro conseguida por el bodeguero Celedonio López. Los viajeros extranjeros que viajan por tierras españolas, destino romántico en este siglo XIX, también se hacen eco de este paisaje y esta dedicación. El barón Davilier viajando hacia Cuenca no puede dejar de admirarse de la alegre vista que proporcionaba la comarca «plantada de olivos y viñedos». Y menciona el vino tinto de esta tierra como uno de los mejores del centro de España «tiene un rico aroma y rivaliza en las muestras de las tabernas de Madrid con los de Valdepeñas y de Cariñena»140 .

Algunos hablan de Arganda como el primer centro vinícola de la provincia de Madrid, pues produce 300.000 arrobas de vino por término medio anual141 y su comercialización se ve favorecida por las mejoras en los medios de comunicación.

Los demás cultivos son, en cambio, insuficietes para la población. Se importa trigo, cebada, centeno, garbanzos o paja para forrajes y aunque se recogen hortalizas, patatas y verduras en las vegas de Vilches y Valtierra, se vive casi exclusivamente de la producción vinícola y aceitera. Se producía esparto, producto del que se surtían las cárceles de Madrid y que trabajaban los presos. Esta actividad venía de antiguo y en el catastro de Ensenada se hace referencia a las gentes que hacen pleita, que es un trenzado de esparto o de paja de centeno; con ambas se hacían esteras, espuertas, albardas y objetos de paja: sombreros, bolsas, etc.

Entre los oficiostradicionales se mantenía la botería, la cordelería,... «Estaba Cipriano Espliguero, que era el que ponía las botanas en los pellejos para la medición del vino. También estaba Juanito Cabello, que era pintor y al mismo tiempo hacía las lápidas para el cementerio; su hermano, que hacía los cubetos y cubas en la fuente del Ave María; el tío «Cordelero», que hacía cuerdas en la Soledad. Entre los medidores había uno que era el «fil», que es el que medía, y luego estaban los que sacaban los pellejos de las cuevas; cantaban la medida «unoo, dooos...», y echaban una hortera de

Medidores llenando pellejos de vino en la bodega de Celedonio López Alonso. Medalla de Oro en la Exposición Universal de 1893 en Chicago. Hacia 1920. Fotografía de Illera. Cortesía de la familia de Cecilio López Martí. Tinajas del cocedero de la antigua bodega de la familia Balcázar.

vino (una escudilla o cazuela de madera) en la que cabría medio litro o un litro; esto lo hacían cada media arroba que echaban al pellejo»142. La extracción de yesos y piedra se incrementa como vimos en el capítulo del tren, ya que favorece su establecimiento y Miñano habla de vetas de mármol y una cantera de jaspe que esta sellada de real orden desde su descubrimiento143. Pero, la industria que nacerá con el siglo XX y que influirá notoriamente, económica y socialmente será la Azucarera de la Poveda, como veremos más adelante.

EL CULTIVO DE LA VID Y LA VENDIMIA

La dedicación de los labradores argandeños al cultivo de viñas y a la elaboración del vino prosiguió pues en estos años, donde a pesar de la filoxera se fueron introduciendo mejoras o novedades en el cultivo de las viñas y en la elaboración de vino.

En 1927 las tierras de Arganda son objeto de estudio y se publica un informe en el que se aconsejaba la replantación con vides americanas en las tierras afectadas por la «filoxera»144. Hay que recordar que la plaga de la filoxera había comenzado a extenderse por todo el mundo desde la Provenza a mediados del siglo XIX, llegando a la Península en 1878. Las plantaciones de vid madrileñas —de uvas negras y garnacha— se vieron afectadas a comienzos del siglo XX, salvándose apenas de esta plaga el 15% de los viñedos. La solución adoptada para recuperar la producción fue la ya experimentada en Francia y otros países la introducción de injertos de procedencia americana145 .

Por estas fechas se fomenta desde la Diputación un proyecto de repoblación forestal para intentar rodear los alrededores de la capital de bosques. Para ello se impulsó la creación de viveros que proporcionaran plantas y arbolado a los ayuntamientos o a particulares. Del mismo modo se trabaja en el vivero con olivos y arboricultura frutal y, sobre todo, vides. En 1932 el concejo cede a la Diputación Provincial treinta hectáreas para vivero de vides americanas y otras cincuenta hectáreas para la repoblación forestal146 .

En 1933 representantes de la Diputación Provincial visitan los viveros de Arganda, hecho que queda inmortalizado por la prensa gráfica. También en esta época de la República se realizan cursos y conferencias a los labradores para que saquen mayor provecho a sus tierras y mejoren sus cultivos.

«Un año los enseñó a cuidar las cepas, nos enseñó que había que despuntar las cepas para que el racimo cuajara mejor, y desde entonces se despuntan las cepas como 15 o 20 centímetros con una varita o con una hoz, pero es más peligroso, y eso cuando empieza a cerner, que se llama cuajar la uva, lo haces mejor. Luego hay otra forma que es la poda en verde que es cuando se ha despuntad»147 .

Esta poda se realizaba hacia febrero sobre las plantaciones de vides que estaban organizadas en líneas paralelas, ocupando cada cuatro un estadal (una medida de once pies).

«Las costumbres de los trabajadores del campo eran muy parecidas en todas las familias. Antes del trabajo, al amanecer, los obreros llegaban a las casas que les habían contratado a cobrar el jornal y a «echar el vino». Les daban lo que se llamaba el vino de aguas, un vino que tenía a veces 11 grados. Era parte del vino de la casa que era para ellos, para los obreros, y, si sobraba, se vendía en el verano. Se vendía a cuartillas, una medida y una botellita de propina o unas tinajitas de 8 o 10 grados a 10 céntimos los dos litros, que era la media cuartilla. A las 8 salían para el campo, y, por la tarde, cuando volvían, llevaban los sarmientos de las vides de tintos que habían podado a las casas. Los sarmientos de las cepas blancas se las llevaban para ellos. En aquella época, el jornal de un obrero, que algunos llamaban criado, venía a ser lo que valía una arroba de vino, o sea, entre 4, y 5 pesetas... Además de los obreros, estaba el mayordomo, que era el encargado y tenía a su cargo 4 ó 5 obreros. Era costumbre que a los trasegadores, a media tarde, se les hiciera una merienda aparte de su jornal. La merienda típica era judías con chorizo, un panecillo y una naranja. Todo esto acompañado por todo el vino que quisieran. Luego, después de la merienda, ya casi no se trabajaba, se recogían los tiestos, se cerraban bien las llaves y a casa»148 .

Cuando llegaba el tiempo de recolectar la uva el Ayuntamiento se encargaba de publicar un bando para prescribir las reglas que habían de guardarse y las amonestaciones o multas que se impondrían por su incumplimiento incidiendo en las penas por introducir ganado en las ficas. También se fijaba un día para el comienzo de la vendimia aunque cada cual podía empezar antes, habiendo informado antes a la autoridad de las ficas que se iban a vendimiar y la fecha.

«A la vendimia venía mucha gente, de Illana, de la parte de Guadalajara, de Almoguera, de Estremera. Y había gente que venía también de Madrid, de Vicálvaro. Entonces era como una feria. Iba todo el pueblo al campo, más

todos los que venían. Y los medios de locomoción de la gente que venía de fuera era con sus burros. La vendimia se hacía con carros y a cargas, que era un animal con dos cestos, uno a cada lado; y a donde no podían ir los carros porque eran veredas de herradura, que se llamaban, iban con las cargas al campo. Aquí, al atardecer, era una feria, en la plaza ponían los puestos en la plaza con unos sacos o tendales en el suelo y se extendían los pimientos, los tomates, en fin, todas las cosas que se vendían y entonces venían los vendimiadores. A las 4 de la tarde, ya estaban aquí. Luego, por la noche en las casas se les hacía la comida, unas patatas guisadas con bacalao o con cualquier cosilla, pan y vino. Y en estas mismas casas eran donde se quedaban a dormir, en los pajares o en algunas habitaciones, en sacos de paja. Venían hombres y matrimonios».

Terminada la vendimia comenzaba la rebusca, la recogida del fruto que quedaba en las viñas después de alzada la cosecha, y que era regulada anualmente..

Una vez que las cuadrillas habían cortado la uva y la habían depositado en las espuertas, vertían su contenido en tinillas que una vez llenas, se cargaban en el carro que había de llevarlas al lagar.

LA PRODUCCIÓN DEL VINO

El lagar tenía una ventana baja por la que se echaba la uva que iba formando montón enorme. Como la costumbre era trabajar a jornal, cada vendimiador llevaba la uva a la casa que le contrataba y no se pesaba, se volcaba y a moler. O bien se pisaba la uva en el suelo, pataleando sobre la parva, o se empleaba una pisadora.

La uva pisada se depositaba en el cubo de una prensa enorme y sobre ella descendía una piedra cilíndrica de más de cien arrobas de peso, que por medio de una polea hacían girar dos otres hombres y que al estrujar la uva logra sacarle el zumo que aún le queda.

«Había pisadora, viga y prensa que había con una palanca también; la viga de la piedra funcionaba dándole vueltas para subir el tornillo y la viga bajaba. Tenía el retranqueo, las vírgenes, las espadas que se llamaban al retranqueo de la viga aquella gorda. Las vírgenes eran las que estaban para hacer el retranqueo, detrás; las trancas que iban encima del cubeto y las espadas son otras que había con dos palos que había otras dos tranquitas que sujetaban para que subiera o bajara, hacer balanza a la viga con la piedra. Cada uno tenía su nombre. Nosotros teníamos una máquina pisadora que tenía abajo un eje con unas aspas y que se le metía una zaranda de cobre con agujeros como el tamaño de un duro antiguo y servía para moler; y salía el escobajo, aquellas aspas lo iban sacando por un lado y lo otro molido salía por los agujeros y así se limpiaba. Escurría a un tinillo o foso. De ahí se ponía un mecanismo que era una bomba de cobre con una palanca con una bola de madera con estopa para que ajustara. Y de la de metal salía otro tubo que era por donde, al hacer la presión, salía a un cajón y allí ya iba por canales de madera a las tinajas. Esa era la forma del mosteo, antes de haber otras máquinas de ruedas.»

Se dejaba fermentar el vino en los cocederos, unas estancias donde se colocaban empotradas en unas tablas sujetas por maderos unas grandes tinajas que podían contener entre 300 arrobas y 500 arrobas149 .

«Si subía muchos grados era peligroso, se puede parar la fermentación y entonces se te queda el vino agridulce y para eso se le metía una bolsita cal, de metalisulfito que es parecido al azufre y con eso iba más lento. Otra cuestión es que a las tinajas siempre se les dejaba un vacío así de alto, como 20 o 30 arrobas porque cuando empieza a fermentar, sube y hay veces que las tinajas se salen; para que no se saliera el mosto se le daba jabón en la boca y con eso se para. Y luego había para hundir todo eso, aquí se llamaban mecedores, eran batidoras, que eran un palo de dos o tres metros y una arandela de madera, y con eso se empujaba todos los días, un par de veces por la mañana y por la noche para que la casca, al fermentar, no se resecara y se agriara y se removía todos los días. Cuando se iba de madrugada a dar una vuelta al lagar, se abría la puerta del cocedero y era igual que cuando se abría la puerta del toril, no había quien entrara, del tufo.»

Efectivamente las ema naciones de anhídrido carbónico podían provocar la muerte y por ello se tenía la costumbre de llevar un candil al ir a limpiar las tinajas, de modo que si se apagaba la mecha, se esperaba y no se entraba.

El proceso acababa cuando se filtraba este vino y se depositaba en las tinajas de las cuevas. En Arganda del Rey había un gran número de ellas y formaban redes subterráneas. Las tinajas, de menor tamaño, permanecían en estas cuevas a una temperatura constante hasta su venta.

«En el mes de febrero se hacía el trasiego, cuando ya estaba el vino en los cocederos, entonces se bajaba ya a las cuevas para conservarlo hasta que se vendía en el verano. Si estaba el cocedero alto pues con una goma «se bajaba» por unos agujeros, o con pellejos. Lo primitivo era con pellejos. Eran 4 o 5 hombres a bajar el vino del cocedero a la cueva, a cada uno se le echaba,

Las primeras canteras del Jarama. Extracción de gravas con destino a las obras de construcción de metropolitano de Madrid. Año 1920.

Pabellón de la Azucarera de La Poveda. En estos momentos uno de los primeros complejos fabriles de España. Exposición de las Industrias Madrileñas. Parque del Retiro. Año 1907. como mucho, 4 cubos de vino, venía ser casi dos arrobas. Luego llegaban a la boca de la tinaja y echaban hasta que se llenaba. Y ya no queda otra cosa sino aguardar a que repose. Sobre las tinajas se echaba unos cuantos litros de aceite que servían de tapa impenetrable y evitaba la evaporación.»

El vino lo compraban arrieros, la mayoría venían, sobre todo de Segovia. Recuerdan aún al célebre Cándido que venía de chiquito en mulo con los pellejos hasta Segovia. Se llevaban también vino a Asturias, a Trubia sobre todo, en barriles grandes de 50 o 60 arrobas.

«El vino de ahora se produce más pero tiene menos grados. Entonces había muy poquitos cerros que los llamaban, y todos esos cerros eran viñas y todas esas llevaban grados. Unos de uva blanca blanca con 14 grados y tinta de 17 y 18 grados»150 .

LA ACEITUNA, LAS HORTALIZAS Y LA PESCA

De los demás frutos producidos en Arganda del Rey destacaban los que se cultivaban en las vegas de Vilches y Valtierra, y en algunos otras huertas. Legumbres, como judías, habas y guisantes; abundantes y excelentes verduras, como lechugas, escarolas, cardos, apios, coliflores, espinacas, acelgas, alcachofas etc., y otros productos, como tomates, pimientos, patatas, melones, sandías, pepinos o cebollas.

«Yo he vendido patatas a 15 cts el kilo de patatas y 15 céntimos el kilo de judías pero cuando tenía 6 o 7 años. Que entonces se sembraba la patata de segundo esquilmo, primero se sembraba para dar de comer a los animales y después ya se sembraban judías patatas y maíz.

También se sembraban unas matas para hacer escobas finas».

Frutales había menos pero se podían encontrar manzanos, perales, ciruelos, guindos, cerezos, melocotoneros, albaricoqueros, avellanos, granados o higueras.

Más extendido era el cultivo de aceituna:

«Entonces había varios molinos particulares. La aceituna la cogías y se llevabas allí, y no la pesabas. Tenías una troje, tú llegabas y volcabas allí en tu troje la aceituna que recogías cada día, hasta que te decían que iban a moler tu aceituna y, una vez molida, cuánto aceite había dado. Viendo que aquello no funcionaba, se reunieron unos cuantos agricultores, entre ellos mi padre, que fue el primer tesorero de la cooperativa aceitera, y se hizo la cooperativa aceitera. desapareció. Yo me acuerdo el primer año que se molió o el segundo, que daban a trece libras por 100 kilos de aceituna y, ahí, aquel año en el molino este con la maquinaria de entonces iba a 27 kilos los 100 kilos de aceite. Aquí se daba todo el aceite a los socios menos lo que se quedaba para gastos de molienda. En los primeros años se hizo una troje, desde la misma entrada, desde la carretera hasta donde está una casilla. Eso era un atroje. cabrían 7 u 8 millones de kilos. Los socios se lo llevaban, luego ellos lo vendían en su casa. Nosotros nos llevábamos el aceite y teníamos para el gasto. Por Reyes empezaba ya la aceituna y duraba hasta el mes de febrera, casi mes y medio».

Los recuerdos de los argandeños vuelven a Vilches cuando nos hablan de los exquisitos cangrejos que allí cogían o al Jarama cuando las anguilas todavía no sufrían la contaminación de las aguas ni tenían presas que obstaculizaran su camino.

Imponente imagen del complejo industrial de la Azucarera de La Poveda. Años sesenta. Fotografía Paisajes Españoles.

Antigua verja y caseta de entrada a la fábrica azucarera. La Poveda. «Desde el verano o antes y hasta el mes de septiembre había tres o cuatro cuadrillas que vivían del río. Desde las Juntas, desde el lugar donde se juntan las aguas del Henares y el Jarama, hasta Velilla o más arriba. Pescaban con redes, cortaban el río con redes y entonces ponían unos butrones, unos tubos de red que cuando hacían la muerte, iban arrimando una red a otra y ahí se metían los peces y sacaban muchas veces 20 y 30 banastas de peces; y ellos mismos a las 12 de la noche salían con caballerías a la Plaza de los Mostenses a Madrid. Era el pescado más fino que se vendía y las anguilas sobre todo». ACTIVIDADES INDUSTRIALES

Relacionada con la industria del vino se producía desde siempre aguardiente casero, pero en este tiempo se estableció una pequeña industria alcoholera: «estaba aquí en Juan de la Cierva. Y ahí había 8 o 10 obreros casi fijos todo el año. Estos sacaban del desperdicio de la uva, lo que llamábamos las cáscaras. Luego eso lo quemaban y hacían el alcohol. Era una sociedad de los labradores y más bien se lo repartían entre ellos, luego si había un sobrante lo vendían, pero la mayoría se lo llevaban los labradores, los que eran socios. Que ese alcohol entonces se echaba al vino».

También hay que recordar que ya en los primeros años del siglo XX comenzaron a explotarse las graveras de Arganda. Aunque su explotación masiva se produjo en los años 70, en 1919 se extraían los materiales que hicieron posible la construcción del Metropolitano de Madrid. Y así en la memoria que Miguel Otamendi, el director de la obra, escribe en 1922 sobre la construcción del segundo tramo de la primera línea de metro Sol-Atocha menciona el origen de muchas de las materias primas: «La piedra procede en su mayor parte del río Jarama, junto a Arganda, y se transporta con camiones automóviles a la vecina estación del ferrocarril; en este último año [1922] se han sacado 12.798 metros cúbicos»151 .

En los años veinte se contabilizaban cinco canteras de cal y cuatro canteras de morro o guijo, siendo el Ayuntamiento propietario de una de cada152. Unos años más tarde, en 1932, se aprecia una reducción del rendimiento de las canteras, espacialmente de la venta de piedra silícea. «Esta crisis se debe principalmente a la falta de consumo de estos materiales en Madrid por la paralización de las construcciones, esta baja con ser tal no se siente tanto en los ingresos como por la paralización de los obreros especializados en este oficioque en otras épocas llegaba hasta más de cien hombres»153 .

LA AZUCARERA DE LA POVEDA

Los primeros signos de industrialización, sin embargo, aparecen en Arganda con el comienzo del siglo XX. En un pueblo eminentemente agrícola se instala una industria que llegará a emplear a más de 1.500 personas en los primeros años, se trata de la Azucarera de La Poveda. En la Dehesa de La Poveda, un terreno tradicionalmente dedicado a tierra de pastos y algún cultivo de cereales, se pone el día 13 de enero de 1900 la primera piedra de la Azucarera.

Esta iniciativa posiblemente se viera impulsada por su estratégica situación entre las vegas del Jarama y el Tajuña (tierras muy aptas para el cultivo de la remolacha y la capital, además de por las nuevas comunicaciones inauguradas apenas 14 años antes con el ferrocarril Madrid-Arganda que tenía en La Poveda también un apeadero.

Se construye un gran edificioy una chimenea de 100 m. en un terreno de 1.000 metros cuadrados y se acondiciona su interior para llevar acabo las tareas de tratamiento de la remolacha para convertirla en azúcar, con sus «once máquinas de vapor, elevadoras de agua, trituradoras, limpiadoras y segadoras»154. La fábrica se encarga de proporcionar la semilla a los labradores que cultivan la remolacha en una amplia zona del sureste madrileño, en las localidades vecinas de la vega del Tajuña, Morata, Rivas, Velilla y San Martín. Esta granja agrícola de la vega del Jarama creada para abastecer de materia prima a la fábrica contaba con numerosos trabajadores, la mayoría de carácter temporal.

«La campaña empezaba en noviembre hasta primeros de febrero. La Azucarera daba la semilla y luego la descontaba. Si había buena campaña allí se empleaban pues alrededor de 400 o 500 personas en cada campaña. La mayoría de aquí. Luego estaban los obreros fijos que se quedaban durante el año, para trabajos administrativos, que eran alrededor de 100, pero esos sólo trabajaban en la fábrica. Los del campo eran otros».

Ya en los primeros años de andadura proyectan una vía férrea que una La Poveda y Gózquez, unos 15 kilómetros, a través de la que transportar la remolacha y en 1904 se decide ampliar hasta Ciempozuelos.

El gran impulsor de la fábrica fue Miguel Díaz Álvarez, que tras dos años de andadura toma las riendas de la fábrica intensifiando su producción y sus beneficios.Este empresario fue el último alcalde en la Habana, lugar tradicional de producción de azúcar, proveniente de la transformación de la caña de azúcar a través de esos ingenios azucareros tan famosos en época colonial. La pérdida de Cuba en 1898 había privado a España de esta materia prima y provocó la intensifiación de la producción de azúcar remolachera en nuestro país.

Estas instalaciones fueron creciendo a lo largo de los años y el 4 de julio de 1905 reciben, incluso, la visita del Ministro de Agricultura, Conde Romanones y el rey Alfonso XIII, acontecimiento que queda refleado en la prensa de la época y supone un apoyo institucional a su desarrollo.

Alrededor de la fábrica nace un nuevo núcleo poblacional formado por los trabajadores de la industria azucarera, la cual emprende la construcción de viviendas en sus proximidades, a las que acompañan comercios y otros servicios cada vez más indispensables.

La Guerra Civil paralizará la producción a causa de las destrucciones causadas por los bombardeos que intentaban frenar la entrada de víveres a Madrid. En 1940 se retomó la actividad, que duró hasta 1972, última campaña de la fábrica.

AÑOS TREINTA

En los años treinta la situación económica de Arganda se presenta a las autoridades del concejo como preocupante. De los 5.600 habitantes que registra la villa en 1932, 1.100 son obreros. A pesar de la epidemia de la filoxera, los obreros agrícolas no sufrieron la escasez de trabajo sino que afectó sobre todo a los obreros industriales. La disminución de la producción de las canteras dejó en el paro a unos 100 trabajadores y la fábrica de remolacha de la Azucarera restringió «de una manera enorme su plantilla de empleados constantes, los cuales como nunca han trabajado en la agricultura ni están capacitados para ello se encuentran en paro forzoso»155. Esta situación de crisis, pues se contaban en Arganda más de 300 parados, se intentaba paliar con actos benéficos, ealizando obras públicas de beneficio común o recaudando un tanto por ciento de las contribuciones. El Ayuntamiento también contaba con una bolsa de trabajo para que los patronos acudieran a ella si necesitaban trabajadores. Los obreros apuntados a ella disponían de un carnet en el que se iban apuntando los sucesivos patronos. Pero medidas como estas no llegaron a calar entre la población, que seguía acudiendo a la plaza pública muy de mañana a esperar ser contratados por los patronos, como era la costumbre.

Los problemas económicos y sociales generados por esta situación de crisis laboral colaboró en la consolidación de organizaciones obreras y partidos políticos de izquierda. Estos canalizaron las tensiones y quejas de parte de la población denunciando el incumplimiento de derechos o exigiendo la puesta en marcha de reformas.

Hay que resaltar aquí la importancia que tuvo para la localidad la instalación de la Industria de la Poveda que, con sus trabajadores fijos y temporales, había acogido a numerosos obreros. Como ocurría en el resto de España, comenzaban a unirse en sindicatos obreros y a afiliarse a partidos políticos de izquierda, naciendo una nueva conciencia social. En 1931 se crea también la Sociedad de Trabajadores de la Tierra vinculada a UGT y al Partido Socialista, que tenía su sede en la calle de San Juan, 17. Entre sus fies estaban el de «mejorar moral y materialmente las condiciones de la vida de los obreros, prestar ayuda a los pequeños propietarios para conseguir que los impuestos que gravitan sobre ellos sean sustituidos por un impuesto progresivo sobre

Arganda del Rey portada de ABC, 24 de junio de 1937.

El mes de febrero de 1937 toda España vivía pendiente de Arganda. Diario ABC, 28 de febrero de 1937, recién acabada la Batalla del Jarama.

la renta, crear cooperativas de agricultores o preparar por medio de la educación técnica, agrícola y social a los hombres para que puedan un día dirigir la producción en beneficiode la sociedad,...»156 .

En 1935 había en Arganda nueve sociedades de diferentes signos ideológicos: la Asociación de Labradores y Cosecheros, el Casino de Agricultores; el Centro Obrero argandeño, el Círculo de Agricultores, la Cooperativa, el Sindicato Agrícola de Regantes del Canal de Arganda, el Sindicato Agrícola Católico, la Sociedad de Agricultores recreativa, y la Unión General de Trabajadores. Algunos tenían fies recreativos, pero su mayoría tenía como objetivos la defensa de los trabajadores, la formación y la presión política.

De hecho, en este año 1935, se lleva a cabo una experiencia pionera para frenar el paro obrero: la explotación en régimen colectivo de terrenos de la dehesa de la Isla pertenecientes al municipio, a favor de dos asociaciones de campesinos, la Sociedad de Trabajadores de la Tierra y el Sindicato local de obrerosl157 —precedente de la colectivización que tendrá lugar durante la Guerra Civil—.

Este creciente asociacionismo se encontraba de frente a una sociedad rural conservadora, donde se tendía a la preservación de los intereses de clase ostentados por la oligarquía tradicional.

La lucha por los derechos de los trabajadores, la participación en las decisiones políticas de todos los ciudadanos a través del voto, la elección de una nueva forma de gobierno, la «regeneración» de la anquilosada sociedad española, las nuevas relaciones económicas y sociales o la respuesta de las inquietudes intelectuales eran constantes temas de polémica y fricción. Desde las tribunas, los políticos; desde los periódicos, los intelectuales; y desde la calle, los obreros: la agitación social era un hecho en el primer tercio del siglo XX en España.

Arganda con afiliados a los sindicatos UGT o a los partidos políticos de izquierda como el partido comunista y el PSOE, especialmente de la fábrica azucarera, se enfrentaban a las decisiones del gobierno con huelgas y manifestaciones.

«Por la parte de la estación, ahí, estábamos todos juntos, todos los comunistas. Donde esta ahora el metro había un pequeño puente que llamábamos el Puentecillo y por allí se pasaba y se iba desde el pueblo hacia la estación. En cuanto estábamos en la plaza ya venía la Guardia Civil y nos echaban. También los medidores. Hubo huelgas durante la dictadura de Primo de Rivera y los guardias de asalto venían a disolverlas. Los de izquierda prendieron el corral de los Ramos y tiraban petardos detrás de la iglesia. Esto fue cuando los primeros fusilamientos, cuando fusilaron a Fermín Galán y García Hernández»158 .

Estos fusilamientos habían sucedido a mediados de diciembre de 1930. Fermín Galán había capitaneado la guarnición de Jaca y proclamado la República, pero es frenado en su avance y condenado junto a García Fernández en juicio sumarísimo dos días después. En otros puntos la rebelión se estaba cuajando, en Cuatro Vientos Queipo del Llano, Ramón Franco e Ignacio Hidalgo prosiguen con la conspiración y se sublevan. El apoyo civil se hace esperar y el intento revolucionario fracasa a causa de la descoordinación de los dirigentes políticos. Sin embargo, en muchas zonas de España estalla la huelga general y los altercados y manifestaciones en las calles y fábricas se generalizan.

El ideal republicano se hace fuerte frente a la dictadura de Primo de Rivera, primero, y frente

Cocina de campaña. Preparando el rancho en el frente. Año 1937. a la monarquía, después, lo que se refleará en las urnas en 1931. Las elecciones municipales de abril de ese año darán el poder al nuevo sistema político, bajo la coalición repubicano-socialista que obtuvo el 66,9% de los votos. Pero no era tarea fácil transformar el panorama que se encuentra la República. Los problemas estructurales e ideológicos, el auge de los nacionalismos o el atraso cultural y educativo no parecen de fácil y rápida solución. Si tenemos en cuenta, además, la gran cantidad de partidos afies al poder y las diferencias en sus ideologías, la situación se hace aún más complicada. Las primeras decisiones de la República relacionadas con la legislación agraria, laboral, militar, electoral o educacional levantan a los detractores del nuevo régimen.

Huelgas y disturbios ensombrecen la tan celebrada República y en las elecciones de 1933 las derechas, unidas en un único partido, Acción Nacional, ganan las elecciones. Estos resultados frenaron gran parte de las iniciativas tomadas dos años antes, sobre todo las referidas a la reforma agraria. Por otra parte, prosiguen las huelgas obreras y se refuerzan los grupos fascistas. Refleo de esta tensa situación será la llamada a la huelga general de octubre de 1934, que acabó con una de las represiones más feroces imaginables, especialmente en Asturias donde los obreros tomaron parte activa en la lucha y en la planifiación de comités revolucionarios.

Los problemas se generalizan en toda España y en Arganda la tensión política que se vivió fue, también, muy grande durante estos años anteriores a la Guerra Civil.

En un informe elaborado por el nuevo secretario del Ayuntamiento realizado tras la guerra y, por tanto, desde el punto de vista de los vencedores, se expresaba así la situación: «En este tiempo se producen varios hechos violentos con carácter tumultuario, siendo los más importantes el cierre de la Iglesia en plena

Semana Santa, por ataques personales a sus sacerdotes, la muerte violenta de un obrero de derechas, el motín contra el Casino, [...] la salida del pueblo de algunas personas de orden. Colocación de petardos en la iglesia, casa del cura y ayuntamiento. Mitines, manifestaciones, etc»159 .

Y los argandeños recuerdan también esta agitación y confrontación política y social.

«La Guardia de Asalto iba por las noches a la plaza porque había unos jaleos impresionantes, sobre todo cuando mataron a un guardia civil. Nuestra familia recibía amenazas por las ideas políticas de mi padre, que era republicano. Los medidores le amenazaban [a don Román] y había que avisar a los obreros de La Poveda para que subieran a defenderle. Cortaban la luz y a lo mejor estaba la escuela llena.

Siempre había dos o tres jóvenes que acompañaban a mi padre o a nosotras; nosotras no lo sabíamos, pero eran de la fábrica, comunistas que no tenían nada que ver con mi padre, pero que venían para protegerle y que no le pasara nada»160 .

Esta presión que se vivía en las calles, y que algunos intelectuales sufrieron por tener unos ideales, se hizo patente en las elecciones convocadas en 1936, en las que se enfrentaban fundamentalmente dos candidaturas: la CEDA, que representaba a las derechas, con monárquicos y tradicionalistas coaligados, y el Frente Popular, donde se unían socialistas, republicanos y comunistas; y en las maneras en que se intentaba atraer o captar el voto.

«En las últimas elecciones para que votaran a los de la CEDA, la señora donde trabajaba me dio para los de las casas viejas una cesta de patatas y una botella de aceite por cada vecino»161 .

«Los cogían a los viejecitos del hospital para que votaran y con unas alpargatas les compraban el voto»162 .

Tras las elecciones del 16 de febrero de 1936, con la victoria del Frente Popular, los trabajadores afiliados a la Sociedad de Trabajadores de la Tierra de Arganda, pertenecientes a la UGT de España, convocaron una manifestación para exigir el cumplimiento de unas «aspiraciones mínimas de los campesinos». Apoyados por la Sociedad Obrera de la Industria y la Edifiación se manifestaron el 15 de marzo, partiendo de la Estación y llegando hasta el ayuntamiento donde entregaron al Alcalde un escrito, que remitió al Gobernador civil de la Provincia, exigiendo: «Entrega inmediata de tierra y créditos a las comunidades de campesinos; rescate de comunes; devolución de sus ficas a los arrendatarios despedidos; trabajo para todos los parados; cumplimiento estricto de las bases; turno riguroso; ni un represaliado en la calle; justicia contra los verdugos y ladrones del pueblo; mandos

Barbería al sol. Frente del Jarama. Año 1937.

Bombardero nacional Junker Ju52/3M, bautizado con el nombre de «Arganda», en recuerdo del trimotor pilotado por el capitán José Calderón Gaztelu, derribado por la aviación republicana el 16 de febrero de 1937 en los cielos de Arganda. Ilustración de Fernando de la Cueva. Cortesía de Crafair y la Fundación Infante de Orleans.

republicanos; Ayuntamiento izquierdista; destitución de los empleados públicos enemigos de los trabajadores; desarme de las derechas; milicias populares»163 .

La petición de reformas se hacían también por parte de los políticos del Frente Popular que pedían al gobernador civil de la provincia: la reposición e indemnización de todos los trabajadores despedidos con motivo de las huelgas políticas o por sus ideas durante el año 1934; la separación del ejercicio de sus funciones y mando de todos los enemigos del régimen republicano; la rápida puesta en práctica de un vasto plan de obras públicas para liquidar el paro obrero en Arganda y la disolución y desarme de todas las bandas fascistas y monárquicas164 .

Esta politización de la vida civil se refleaba incluso en canciones que recorrían la localidad. Nos recuerdan algunas letras que circulaban al compás de la música del Himno de Riego, adaptado como himno de la República:

«El día 14 de abril Los chicos de don Román, escuela número 2 han bordado una bandera que vale por toda la Nación, y unas se mueren de envidia porque no las pueden bordar y otras se van gritando, Libertad, libertad, libertad»165 . LA GUERRA CIVIL: LA BATALLA DEL JARAMA

Tras la victoria electoral del Frente Popular en febrero de 1936, se va gestando entre algunos opositores a la República un golpe de Estado. Los preparativos de este levantamiento militar perseguían la toma de poder en favor del general Sanjurjo, exiliado en Portugal, y su cabeza directora era el general Mola. Fra nco parte desde Canarias a Tetuán, y el 18 de julio de 1936, se erige en el jefe de las tropas sublevadas del ejército africano. La fidlidad de parte del ejército español al gobierno elegido por los españoles y la participación popular en la defensa de la República

desbarata los planes de los insurrectos. El avance que se prometía tan fácil es frenado por una tenaz resistencia; un par de meses más tarde, a nadie se le escapa ya que este es el comienzo de una larga contienda. Franco es elegido como mando supremo del alzamiento el 29 de septiembre, tras la accidental muerte de Sanjurjo, y se pone al mando del ejército nacional que, durante los primeros meses, intentará enconadamente entrar en Madrid, sin éxito.

A fiales del año 36, Madrid se encontraba asediada, los frentes de lucha se adentraban en sus calles llegando incluso hasta la Ciudad Universitaria o la Casa de Campo. Ya en noviembre, el avance de las tropas sublevadas obligan al gobierno republicano a trasladarse a Valencia y un número importante de madrileños, sobre todo niños y mujeres, son evacuados también hacia la zona de Levante. En esta diáspora serán incluidas algunas de las joyas del Museo del Prado. En enero atravesando el Puente de Arganda, por donde pasaba la carretera de Valencia, los argandeños ven llegar un camión tapado con inmensas lonas. Su paso lento, entre 15 y 20 km/h y su voluminosa carga despierta la curiosidad. Embaladas con los bastidores y los marcos incluidos, transporta los cuadros de Velázquez, La familia de Felipe IV o Las Meninas y El retrato ecuestre deCarlos V. Los milicianos y los responsables técnicos que escoltan y supervisan el transporte ven con impotencia que la armadura superior del puente impide el paso del camión a causa de la altura de los cuadros, más de tres metros. Deciden bajar los cuadros y por un sistema de rodillos arrastrarlos a través del puente, sumando al ya interminable viaje otras cuatro horas166. Pocos días después la zona se convertirá en un campo de batalla.

A comienzos del mes de febrero de 1937 las tropas rebeldes franquistas intentan adentrarse en la capital por el flanco este. El acceso natural

Cerro de Valdeperdices, rodeado de olivares que fueron testigos de durísimos combates aéreos y terrestres. Era el objetivo de las tropas nacionales, para cortar la carretera de Valencia, y provocar así la caída de Madrid.

Oficales republicanos en el Puente de Arganda. Año 1937.

Ernest Hemingway en Arganda. Como corresponsal de guerra y guionista del documental «Tierra Española» visitó en varias ocasiones el Frente del Jarama. debía atravesar el Jarama, y el Puente de Arganda y el Cerro de Valdeperdices, próximo al casco urbano de Arganda, se convierte, entonces, en un punto clave para lograr sus objetivos. El 6 de febrero comenzó la ofensiva el general Luis Orgaz y sus tropas, apoyadas por la Legión Cóndor desde el aire, produciéndose varios combates aéreos protagonizados fundamentalmente por los junkers nacionales y los polikarpov republicanos. En homenaje a uno de estos episodios que tiñeron de luz y fuego el cielo de nuestro municipio uno de los bombarderos nacionales sería posteriormente bautizado con el nombre de «Arganda».

Desde Getafe y Seseña se produce el avance hacia la zona entre el Henares y el Tajuña, ocupándose Ciempozuelos, Gózquez de Arriba y La Marañosa. Las milicias republicanas, que habían ido retrasando una ofensiva que cortara las comunicaciones entre Toledo y el Frente de Madrid desde el Jarama, deben intervenir para frenar el avance. El día 11 el puente de Arganda era tomado, por muy poco tiempo, por las tropas franquistas constituidas en su mayoría por los tiradores de Ifni (tropas africanas).

La reacción inmediata de los brigadistas es contraatacar, les hacen frente los batallones XI, XII y XV de las Brigadas Internacionales y División 11 encabezada por Líster. El batallón italiano Garibaldi devuelve el puente a manos de la República pero la batalla cruenta y de desgaste prosigue en los días siguientes con innumerables bajas en los dos bandos.

La Marañosa y el Pingarrón donde se habían hecho fuertes las fuerzas rebeldes son objeto de lucha. Ataques y contraataques se suceden para recuperar estos enclaves y frenar el avance nacional. Los intensos combates por tomar estas cotas estratégicas se resolvieron en encarnizadas luchas que supusieron un costoso balance material y, sobre todo, humano. La batalla del

Jarama que se sucedió a lo largo de todo el mes de febrero dejó casi 18.000 bajas, entre tropas nacionales, republicanas y brigadistas internacionales, que actuaron como fuerza de choque. Los duros enfrentamientos llegaron incluso al combate cuerpo a cuerpo y el despliegue material, entre tanques y aviones alemanes y rusos, convirtieron la contienda en un campo de pruebas167 .

Tras la batalla que dejó la situación en tablas, los intereses y los objetivos de ambos bandos se extendieron a otros puntos.

Durante los combates, las poblaciones vecinas sufrieron los bombardeos por el día y por la noche.

«Todos los días había un bombardeo, pasaba la aviación, las pavas como las llamábamos. Cayeron bombas en muchas zonas del pueblo, en la Cuesta de la Peña, había que ver bajar los ríos de vino, en el lavadero donde está el Ayuntamiento, allí murió una mujer, en el Castillo... Había baterías antiaéreas en el cerro de la Horca. En el mercado que hay ahora, ahí pusimos el c uartel general y ahí se pusieron camas e íbamos unas cuantas mujeres de izquierdas a hacer las camas mientras hacían guardia dos compañeros. Los brigadistas eran muy buena gente, les lavaba un montón de gente la ropa cuando llegaban. Yo iba a verles a la carretera de Morata y ahí me enseñaron a tirar con pistola y con fusil. Luego, ya me metí de lleno. Éramos tres milicianas»168 .

Un testigo de excepción fue Ernest Hemingway, que por aquel tiempo cubría la guerra como corresponsal de la agencia North American Newspapers Alliance (NANA). Se trasladó a Arganda para conocer por los propios protagonistas cómo había sido la batalla. Los brigadistas

Puente de Arganda (1910). Punto estratégico de la Batalla del Jarama, y en el que se inspiró Hemingway para recrear el puente de su novela "Por quien doblan las campanas". Recordando su visita a Arganda aparece descrito como «fino, de metal, elevado y con aspecto de telaraña».

Serena panorámica de la Plaza de Arganda, con los palos y tablaos de los tendidos. Año 1965. supervivientes le cuentan el enfrentamiento y le muestran el escenario, el Puente de Arganda, convertido ya en símbolo de resistencia. Entonces, toma las imágenes que ilustraran el documental Tierra Española «donde adquiere un protagonismo estelar, con su estructura metálica junto a la carretera»169 .

La lucha que se mantuvo en este frente durante dos años consecutivos provocó el abandono de algunas casas y de sus habitantes. La población que permaneció en la villa tuvo que acostumbrarse al paso de los aviones, al estallido de los obuses y al ruido de la metralla. Su campo se convirtió en refugios, zanjas antitanques, puestos de observación y transmisiones, líneas de trincheras y ametralladoras y caminos donde milicianos, tanques y carros blindados sustituían a las cuadrillas de trabajadores y sus carros de mulas.

El barrio del Puente de Arganda y el de Casa de Postas, próximos a la línea de fuego, quedaron deshabitados completamente y sus edificios unos 35, fueron arrasados por la artillería y la utilización de sus maderas. De hecho, el aprovisionamiento de leña fue uno de los grandes problemas a los que tuvieron que hacer frente la población y los milicianos. Las cocinas y las lumbres calentaron estos terribles inviernos a costa de las encinas de El Campillo (unas 3000), de los álamos negros de las vegas de Valtierra y Vilches, de las acacias de la Serna o de los almendros de El Campillo y Valdepeñas. Cuando se acabó con estos árboles se consumieron en el fuego muebles, entarimados, escaleras, maderas de techos y tejados o los empotros de las bodegas.

Casas de campo fueron ocupadas por fuerzas militares. En la casa de campo del Campillo y de Valtierra se instalaron servicios del Estado Mayor y hospitales militares. La casa de campo de Vilches se dedicó a alojamiento de fuerzas con capacidad para un batallón. La Dehesa de

«El Carrascal», zona próxima al frente estuvo vedada a la población civil y se construyeron numerosas obras de fortifiación: trincheras, nidos de ametralladoras, polvorines o puestos de artillería. El barrio industrial de La Poveda, un sector también próximo al frente, fue ocupado por fuerzas militares y servicios de segunda línea. En la Isla, fica municipal dedicada a viveros forestales y viñedo por la Diputación Provincial y en sus proximidades se estabilizó el frente de guerra, ocupando el terreno las dos fuerzas combatientes y dejando el suelo sembrado de minas y explosivos, chabolas y trincheras antitanques.

Como se dijo tras acabar la guerra, Arganda se convirtió en un gran cuartel170. La vida cotidiana se hizo más dura e, irremediablemente, muchos cultivos se perdieron.

Pequeños propietarios reunieron sus esfuerzos, sus labores y sus tierras en una colectividad afecta a la Confederación Nacional de los Trabajadores (CNT). La formaban cuarenta y dos familias y el total de tierras de labor sumaban 1200 fanegas de tierra cerealista y 50 de regadío. Nació así la primera experiencia de colectivismo en Arganda del Rey en 1937.

Proporcionaba esta colectividad judías secas (50 arrobas), cebollas (3.000 arrobas), tomates (1.500 kg), uvas tempranas para fruta (500 kg), pepinos (2000 kg), pimientos (1.000 kg), judías verdes (700 kg). «Se ha recolectado 400 fanegas de trigo, 600 fanegas de cebada, 50 fanegas de avena; con un total de 500.000 cepas, que se puede cosechar, en caso de hacer vino, de 10.000 a 12.000 arrobas; tiene también olivos con fruto, que se puede cosechar, 5.000 arrobas de aceite; además de ocho cocederos con sus bodegas correspondientes, con una capacidad de 300.000 arrobas de tinajas; con lagares y prensas y todos los aperos de la cuestión vinícola»171. Poseían además ganado de labor y arados, carros, camionetas o aperos. La producción además permitía llevar hasta Madrid una camión diario de uva negra, que abastecía diariamente al Mercado de Frutas y Verduras de 1.800 kg. de este producto. Tenían establecido un jornal familiar con una escala de salarios en el que el cabeza de familia disfrutaba de 45 pesetas semanales, por cada menor de edad, una peseta diaria más; los solteros percibían 35 pesetas y las viudas 25 pesetas.

A pesar de esta experiencia , la proximidad del frente malogró muchos de los cultivos de la localidad y numerosas cepas fueron arrancadas o arruinadas por la falta de cuidados. DESPUÉS DE LA GUERRA

Después de esta dura contienda, hubo que hacer frente a las consecuencias de la guerra, destrucción, muerte, miseria, represalias. Las más inmediatas y dolorosas tuvieron que ver con la represión de los vencidos, algunos sufrieron el exilio como Enrique Tapia, trabajador de la fábrica de la azucarera que en el campo de refugiados francés de Argelès reconstruiría con pobres materiales una maqueta de su lugar de

Uno de los primeros vehículos de la línea de viajeros MadridArganda. Año 1948.

Vista general de Arganda. Año 1968. Fotografía Paisajes Españoles. trabajo, tal vez en un intento de no perder sus raíces; otros fueron condenados a muerte como el maestro Don Román, de cuya labor docente ya hablamos arriba, y que fue presidente de Izquierda Republicana durante la guerra (años más tarde, tras su fusilamiento, un juicio le exculparía, declarándole inocente) y otros padecieron la cárcel, trabajos forzados y torturas. En este sentido, Arganda no se distinguió mucho de los actos represivos que se repetían en otros puntos de España: «En general puede decirse que fueron condenados por adhesión a la rebelión todos aquellos que habían desempeñado algún tipo de cargos en la España del Frente Popular; las penas podían ser desde la muerte a veinte años de prisión. Quienes no habían desempeñado cargos recibían penas inferiores, como culpables de auxilio a la rebelión. En total el número de ejecuciones parece situarse en torno a las 30 000, de acuerdo con las cifras de Salas, que en este aspecto no parecen ser sometidas a una crítica fundamental»172 .

Sin llegar a estos extremos, una gran parte de la población tuvo que enfrentarse a la escasez y la penuria económica que sobrevino al fial de la guerra, viéndose atenazados por el hambre y la miseria:

«Después de la guerra yo he buscado de todo para sobrevivir. Allí en el monte Pajares, íbamos a las trincheras y buscábamos casquillos para venderlos, los muchachos iban con un azadón, en un saco nos lo llevábamos todo a Morata a vender, andando. Con lo que sacábamos, compramos medio kilo de naranjas picadas y nos la comíamos con cáscara y todo y lo mismo pasaba con las mondas de las patatas, echábamos una remolacha y sal y comíamos eso todos los días»173 .

La extrema necesidad de muchos de los vecinos de Arganda tenía su expresión más trágica en las enfermedades y fallecimientos que el hambre provocaba. El doctor Gregorio Escribano se lamentaba de las penurias de la posguerra: «La gente moría literalmente de hambre (...) en ese mes de mayo de 1940 hubo alrededor de cuarenta defunciones (...) según la gente se fue alimentando volvió su vida normal y este tipo de casos fue desapareciendo»174. Las enfermedades arrasaban entre una población débil que, además, no contaba con una higiene y salubridad mínima en sus infraestructuras básicas. Así, las aguas residuales eran empleadas para el riego, y las zonas inundadas como las charcas del Jarama y sus proximidades eran foco de infección por sus viveros de mosquitos, lo que provocaba las temibles fibres tifoideas y palúdicas.

La reactivación del tejido social tardará aún tiempo en producirse, mientras, las casas, los campos, las calles iban reconstruyéndose y acogiendo a los supervivientes. El casco urbano había sufrido los bombardeos y más de sesenta edificiosquedaron dañados gravemente, al igual que varios edificiospúblicos, como las escuelas, el lavadero, la fuente del Pilar o la cárcel.

La Iglesia de San Juan Bautista, ocupada por el ejército republicano durante la contienda será uno de los primeros edificiosen rehabilitarse. En el informe de reconstrucción el arquitecto José Mª Barbero explicaba cuál era el estado en que se encontraba en 1941: «saqueado .. y después convertido en garaje y almacén de abastos, ha sufrido todas las devastaciones y destrozos de dicho periodo, hasta el punto de ser arrancados para la lumbre, los peldaños de la escalera de la torre, así como bastantes vigas de las que servían para el atirantado de las bóvedas, esto unido al estado de suciedad y abandono a que ha estado sometido el edificiodurante toda la guerra, ha determinado la producción de bastantes goteras con el consiguiente perjuicio para

Plaza de Arganda. Final de la década de los sesenta.

Vista general de Arganda. Año 1969. Con la antigua Cooperativa Vinícola (1953-2003), la fica de la Casa del Rey y las huertas que pocos años más tarde se convertirían en el parque municipal. Fotografía Paisajes Españoles.

Vista general del Valle del Jarama, junto a la carretera de Valencia, por entonces poblado por olivares y viñedos. En la actualidad, uno de los más importantes polígonos industriales de la Comunidad de Madrid. Año 1969. Fotografía Paisajes Españoles.

Manifestación promovida por la Asociación de Vecinos de Arganda en defensa de mejoras en la sanidad. Diciembre de 1977.

el estado del edifici. Asimismo las excavaciones que sin precaución alguna fueron hechas para la construcción de un gran foso, han determinado algunos desperfectos que se perciben en la cúpula del crucero que tiene partidos los cuatro arcos torales. Como consecuencia de su habilitación para garaje fue destrozado todo el pavimento de mármol que tenía el Templo y arrancada la baranda del mismo material que daba acceso al altar mayor»175 .

La veneración, sin embargo, que los argandeños sentían por su patrona, la Virgen de la Soledad, la protegió y fue llevada desde su ermita al Castillo donde prosiguió su culto durante la contienda con el consentimiento de las fuerzas republicanas.

El campo, el medio de vida de la mayoría de los argandeños ofrecía un aspecto lamentable. Minas y explosivos quedaron diseminados en la zona de línea de fuego, y nidos de ametralladoras y algunas trincheras construidas con cemento y hierro difiultaban las labores agrícolas. Más de dos millones y medio de cepas (sanas, enfermas, nuevas, en nacimiento o en producción) se perdieron. Se arrancaron cepas, y otras nuevas, plantadas antes de la guerra, habían quedado sin cuidados por la falta de brazos o por la proximidad con la línea de fuego. Además, durante esos tres años no se realizaron nuevas plantaciones. Otros daños ocasionados por la instalación del frente afectó a manantiales y cauces de riego, algunos abandonados y otros desviados; a fuentes, una de ellas fue cegada por una trinchera; a instalaciones de riego a motor, destruidos los pozos y arrancados los motores de las más próximas al frente. También a los transportes y

a la maquinaria agrícola, requisados, incautados y desaparecidos, estos aperos de labor, carros u otra maquinaria auxiliar supuso una pérdida de 291 265 pesetas.

El ganado, que nunca supuso un gran número se vio mermado aun más: de las 400 cabezas de cerda quedaron 68; de las 1205 cabezas de ganado lanar y cabrío, 845; se perdieron 43 cabezas de ganado vacuno, productor de leche; el ganado de trabajo quedó reducido a 182 cabezas, frente a las 375 de antes de la guerra; y de los cuatro colmenares que había solo sobrevivió uno.

A las secuelas directas producidas por la guerra se sumaron, en los primeros años cuarenta, varias desgracias naturales que ahondaron más en la situación de penuria de los argandeños: una plaga de langosta y una terrible inundación.

«Todavía recuerdo cómo íbamos a destruirla [la plaga de langosta], haciendo grandes zanjas, donde las acumulábamos y después de rociarlas con gasolina, las quemábamos. Después de esta plaga bíblica vino un año de fuertes lluvias torrenciales, que provocaron grandes inundaciones. El río Jarama llegó hasta donde parte la carretera de la Poveda. Inundó toda la Poveda y la carretera estuvo cortada durante mucho tiempo... así estuvimos un mes y pico»176 .

De esta terrible inundación de 1947 se hicieron eco los noticiarios oficales, que mostraban las calles de la localidad como río navegables177. Los años de posguerra fueron, por tanto, años de carestía, centrados en la reconstrucción.

LA INDUSTRIALIZACIÓN

A partir de los años 50 se produce una cierta recuperación demográfia en Arganda del Rey, que en los años 60 se convertirá ya en un aumento espectacular, pasando de los 6.200 (1960) a los 11.993 habitantes 1970). La crisis del campo, la emigración a las ciudades, el establecimiento de las primeras grandes industrias, el crecimiento del cinturón metropolitano de Madrid, afectará a Arganda de una manera extraordinaria, comenzando a desdibujarse su perfil de localidad rural.

«La Azucarera» había comenzado de nuevo su actividad y aquellos que contaban con el salario fijo de esta industria se consideraban afortunados, al poder escapar de los avatares que sufría el campo. «Gallina Blanca» fue la segunda industria importante que se aficó en la localidad, una granja avícola americana que levantó varias naves de cría de pollos y empleó a más argandeños.

Radio Nacional de España instala sus emisoras de Onda Media, destacando sus grandes antenas en el campo argandeño. La inauguración de estas nuevas instalaciones contó con la presencia de los dirigentes del régimen que califiaban al medio de comunicación de «arma incruenta que servirá para lanzar al mundo la verdad de nuestra España»178 .

Pero, cuando en los años sesenta se instala la industria Finanzauto puede decirse que da comienzo el desarrollo industrial de Arganda del Rey. Estas instalaciones de maquinaria para obras públicas e industrial llegaron a tener tal volumen de importación que la delegación ministerial le concedió el permiso para implantar un pequeña aduana. Esta empresa sería la pionera del desarrollo posterior del polígono industrial de Arganda del Rey. De hecho, un sector de éste tomará el nombre de esta sociedad.

También la industria tradicional del vino con la Cooperativa Vinícola que había comenzado a funcionar en 1953, levanta unas nuevas instalaciones a fiales de los años sesenta en lo que más tarde será el barrio de las Nieves. Más tarde el Consejo de Investigaciones Científias instalaría en el kilómetro veinticuatro un Instituto de Productos Lácteos y derivados grasos; una Escuela Superior de Cerveza y Malta y un Instituto de Cerámica y Vidrio.

A partir de los años sesenta otras industrias deciden implantar su negocio en la localidad que aportaba grandes extensiones de terreno y una comunicación estupenda con Madrid y con el puerto de mar de Valencia.

Propaganda electoral. Primeras elecciones municipales 3 de abril de 1979. LA TRANSFORMACIÓN DE ARGANDA DEL REY

Además de la atracción de la zona como lugar de radicación industrial, se veía a Arganda como una lugar de descongestión urbana respecto a Madrid.

Las difiultades que surgieron en esta época, en cuanto al desarrollo de la localidad, estaban vinculadas al imparable crecimiento demográfico y a esta dedicación a nuevas actividades económicas con la instalación de numerosas industrias: un desordenado crecimiento urbanístico, falta de infraestructuras adecuadas al número de población, contaminación ambiental, etc.

La gestión urbanística municipal no tenía instrumentos de actuación adecuados ya que carecía de un Plan General de Ordenación que controlara específiamente los procesos de urbanización. De este modo, el suelo califiado como urbano había sufrido un crecimiento anárquico y de difícil control.

El rápido crecimiento de la población había provocado la construcción acelerada de edificaciones que rompían el carácter tradicional de su paisaje urbano y, asimismo una carencia de equipamientos y una falta de planifiación de zonas de uso público.

Entre estos cambios urbanísticos hay que señalar la desaparición de la tradicional plaza con soportales que muchos tienen en su memoria cuando eran niños y jugaban en sus gradas. También el edificiodel Ayuntamiento fue sustituido por el que vemos en nuestros días, más funcional y espacioso, en 1973, y se creó el Parque «González Bueno» en 1973.

En cuanto a las comunicaciones, aunque se había desviado la carretera general, los accesos de la red viaria a la carretera de Valencia se veían entorpecidos por el estrangulamiento que provocaba el paso del ferrocarril, dedicado

Constitución del primer ayuntamiento democrático. 19 de abril de 1979.

exclusivamente al transporte de mineral para la planta de Valderribas (el tren había dejado de prestar servicio como transporte de viajeros en 1953). Se produjo, también, un incremento del número de vehículos, especialmente camiones que accedían a las industrias situadas a ambos lados de la carretera.

La implantación de estas industrias, además, no respondía a un esquema racional de califiaciones, con lo que su instalación anárquica mostraba la falta de previsión, la ausencia de infraestructuras y de urbanización (calles, aceras, abastecimiento de aguas, iluminación, alcantarillado). Se demandaba una planifiación general, la creación de polígonos industriales y residenciales debidamente ordenados y proyectados179. En relación a la problemática industrial y a su escaso control surgieron problemas medioambientales como vertidos descontrolados o residuos contaminantes.

En los aspectos relacionados con la Educación, hay que destacar la gran cantidad de población escolar. En los años 70, cuando entra en vigor la Educación General Básica, los centros estatales de la ciudad acogen a 1.200 alumnos y 120 de Enseñanza Media; y los centros privados a otros 500 alumnos. Para afrontar esta necesidad de escolarización se abren en esta década varios colegios, como «La Milagrosa», «San Juan Bautista», el «García Lorca» de La Poveda y el «Miguel Hernández» que servirían para descongestionar otras unidades escolares.

Estos eran los graves problemas a los que debía hacer frente una corporación que se había visto sorprendida por esta transformación espectacular. Así lo admitía el alcalde de Arganda del Rey, Cipriano Guillén quien, a comienzos de los 70, declaraba: «La realidad ha desbordado las previsiones de las necesidades a cubrir y los problemas

Fuente de los seis caños. Construida en 1922, desparecida en 1968, recuperada y colocada en su antiguo emplazamiento en 1984. han aumentado en número y volumen»180. Y sus esperanzas y proyectos pasaban por la ampliación y depuración del abastecimiento de agua, la apertura de un instituto de enseñanza media con capacidad para 720 alumnos, la construcción de un polideportivo de 7.000 metros cuadrados, una biblioteca pública, un ambulatorio de la Seguridad Social, una casa de la juventud o una guardería infantil; y una urgencia, la construcción de la autopista, el desdoblamiento de la carretera Madrid−Valencia.

LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA EN ARGANDA: LOS AÑOS DE LA TRANSICIÓN

En 1975 comenzaba para España una nueva etapa. Franco había muerto y se había proclamado Rey a Juan Carlos I. Los años anteriores, el régimen ya había sufr ido golpes que lo habían dejado en una crisis profunda (huelgas prolongadas, enfrentamientos obreros, movimientos sociales de oposición, etc.) y la tendencia general se inclinaba por una transición hacia un sistema parlamentario.

La presión social demandaba libertades democráticas, amnistía y reivindicaciones económicas. En julio de 1976, el primer gabinete de Adolfo Suárez promueve la reforma política con un referéndum.

Los cambios se iban presentando poco a poco, la mayoría de las veces, presionados por grandes sectores de la sociedad, ya que aún permanecían en los puestos decisorios representantes del régimen anterior reacios a las innovaciones y transformaciones. En este sentido, se celebró con satisfacción la legalización del PCE, en 1977, por el signifiado aperturista y de conciliación al que daba paso.

En Arganda, los movimientos sociales tomaron un papel protagonista en las decisiones y las propuestas de cambio. La Asociación de Vecinos (AVA), que nació en este momento, en 1976, aglutinó a todos aquellas voces reivindicativas que, unidas, reclamaban soluciones inmediatas a problemas económicos, sociales, sanitarios o de transporte.

Entre las campañas más destacadas de esos años destaca la promovida para luchar contra el abusivo precio del pan. El alto precio de los productos básicos, entre ellos el pan, animó a las asociaciones de vecinos a vender el pan más barato en sus propios locales. Para ello se realizó un acuerdo con el panadero Munárriz, que tenía una panifiadora en el barrio de Moratalaz, y la Asociación, que se encargaba de su distribución en Arganda.

Otro conflito que surgió en esa época fue el desencadenado por las epidemias de hepatitis. Se exigió una investigación que aclarara las causas de la enfermedad en la localidad en una exaltada reunión con los representantes políticos y sanitarios, a la vez que se denunciaba el deficiete sistema de depuración del agua (posible causante de la enfermedad), ya que las conducciones de agua potable se encontraban al aire libre, «sin otro tipo de canalización hasta la estación de bombeo que una presa de barro, entre la tierra calcárea, por zonas de cultivo y a menos de quinientos metros de un vertedero de basuras»181. Por otra parte, no se contaba con una infraestructura de alcantarillado en las zonas industriales y el mal estado de las fosas sépticas podía permitir el filtrado de los residuos. La lucha en el terreno de la sanidad planteó otras demandas que paliaran las deficiecias existentes: urgencias, ambulancias, rayos X, análisis clínicos y especialidades. Estas protestas tuvieron un importante respaldo social que quedó patente en las manifestaciones celebradas el 15 de diciembre de 1977 y en enero de 1979 (a la primera acudieron según la AVA más de 2.000 vecinos).

La enseñanza fue otro de los asuntos polémicos que enfrentó a la Asociación y al residuo de poder franquista del Ayuntamiento, que mantenía el control de la única asociación de cabezas de familia que existía, La Milagrosa, y se centraba en la denuncia de la escasez de plazas escolares, que obligaba a hacer dobles turnos en algunos colegios.

La mala calidad del transporte, sus horarios y sus precios, o el paro obrero y los despidos de las grandes empresas fueron otros temas de queja. En este último caso tuvo un papel señalado el sindicato Comisiones Obreras, que se creó en la primavera del 76 también en una reunión celebrada en la sede del AVA, y que convocó manifestaciones de protesta y una gran asamblea a la que asistió Marcelino Camacho en el local donde fijaron su sede, en la Carretera de Loeches, en noviembre de 1977.

La Asociación de Vecinos, además de encabezar el liderazgo reivindicativo, fue el germen de los movimientos democráticos y a partir de la que se estructurarían los partidos políticos y los sindicatos. Promovida por militantes del clandestino PCE que ya contaba con una primera célula en 1976, aglutinó en su fundación a diferentes sectores sociales y políticos incipientes: miembros del Partido del Trabajo de España, de la Falange Española Auténtica (sector hedillista de Falange), del Sindicato Unitario de Trabajadores, de la Organización Revolucionaria de Trabajadores, del PSOE, de la CNT o cristianos de base. Desde su sede en la calle de la Hoz concentrarán sus fuerzas y sus inquietudes en apoyo del movimiento ciudadano y en sus luchas reivindicativas durante el periodo de la transición.

Tras la aprobación de la nueva Constitución en 1978 y la convocatoria de elecciones legislativas en marzo de 1979 y municipales el 3 de abril, comenzaría un nuevo periodo en la historia de España.

1979 / 2003

Entramos en 1979. Estamos en una Arganda del Rey que ha comenzado ya a transformarse en una ciudad con una población importante, con un desarrollo industrial imparable y una trama urbana en permanente ampliación.

Pero, la transformación más importante y que nos abre paso a una nueva época histórica será la que traiga el cambio político. En cuarenta años de dictadura ha dado tiempo a superar la tragedia que supuso la guerra civil y a formar nuevos grupos de opinión que tienen el convencimiento de que la situación política es la que nos separa de la modernidad y el progreso, y que las libertades personales y políticas son derechos incuestionables. La muerte de Franco y el consenso político y social son las plataformas de despegue en esa conquista por las libertades.

Los problemas a los que han de enfrentarse los políticos, posiblemente, son los mismos que los de la década anterior —la industrialización, la construcción desordenada de las viviendas, la especulación, la mejora de la educación—, pero lo que supone un verdadero avance es el cambio de actitud, el crear unas bases de participación pública, la contribución de cada uno los ciudadanos en la construcción de la sociedad en la que quiere vivir.

No asistir al cambio sino contribuir a él y hacernos responsables de nuestro futuro y de nuestro presente serán los desafíos que nos propuso esta recién nacida democracia, que tendrá su expresión en la convocatoria de elecciones municipales en 1979.

De esta visita a las urnas saldrá el primer

Ayuntamiento democrático. Esta expresión democrática, además de un refleo de lo que los ciudadanos votaron libremente por primera vez en muchos años, fue sobre todo un ejercicio saludable de tolerancia. Así, el primer alcalde de Arganda en este periodo democrático perteneció al PCE, partido que sumó 2.659 votos (6 concejales); el PSOE consiguió 2.637 votos (5 concejales), UCD, 2209 (5 concejales), Fuerza Nueva, 712 votos (1 concejal) y la Organización Revolucionaria de Trabajadores, 93 votos. Este primer gobierno, liderado por el PCE y por el PSOE fue un gobierno de concentración incluyendo a representantes de los partidos opositores.

Resultado de las Elecciones Municipales 1979-1999 (porcentaje de votos / número de concejales)

1979 1983 1987 1991 1995 1999 AP/PP 27,6/6 21,7,5 28/7 49,7/11 46,6/10 UCD/ CDS 26,5/5 12,8/2 PSOE 31,7/5 13,63 18,6/4 27,4/6 30,3/6 43,8/10 PCE/IU 32,7/6 54,9/12 43,9/10 29,9/7 17,5/4 6,4/1 FN 8,7/1 IDA 5,41/1

No dudamos de las difíciles circunstancias que hubieron de superar los primeros gobiernos de la democracia, pero, mirándolo veinticinco años después, no dudamos tampoco de que debió de ser una aventura apasionante y un reto para toda la sociedad.

Hacer balance de esta época, hacer historia de este período resulta todavía difícil al no existir esa perspectiva histórica que da el tiempo, pero aun así vamos a intentar resumir cómo Arganda ha vivido estos años y cuáles son sus perspectivas para el futuro.

URBANISMO

Los años sesenta y setenta habían supuesto en Arganda, al igual que en otras ciudades del círculo metropolitano, una gran expansión demográfia, la implantación de un número signifiativo de industrias y un crecimiento urbanístico intenso.

La población entre los años sesenta y setenta casi se había duplicado llegando a rondar los 12 000 habitantes y en 1979 alcanzaba ya la cifra de 20.456 habitantes. Sin embargo, este espectacular crecimiento no había ido parejo a un planeamiento urbano y de infraestructuras adecuadas. La superación de los límites del casco urbano y el crecimiento desorganizado y desmesurado había generado problemas pues los servicios y las infraestructuras no respondían a las necesidades de esa población creciente.

Una de las primeras medidas tomadas en estos años es la exigencia de un Plan urbano específicopara la localidad que superara las Normas generales de planeamiento urbano de 1976. El Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) suponía la creación de una normativa que regulara el crecimiento demográfic, industrial y urbanístico de la localidad, con el que poder controlar la construcción ilegal, la previsión de zonas verdes o la instalación de equipamientos.

Este Plan anhelado y necesario desde hacía tiempo fue largamente discutido en el pleno, lo que contribuyó al consenso del proyecto. En un principio la línea política y urbanística que se siguió tras la aprobación del PGOU en 1985, se basó en convenios entre el Ayuntamiento y promotores y empresas constructoras que cedieron importantes terrenos para uso público por la concesión de licencias de promociones de viviendas. Se intentaba con ello, por un lado, buscar soluciones a problemas urbanísticos, creando equipamientos de tipo educativo y cultural e intentar recuperar el patrimonio arquitectónico del pueblo y, por otro, ordenar la edifiación futura. La casa del Rey pasó a manos municipales a través de uno de estos convenios, así como la Casa de la Avenida del Ejército edifiada en 1914, hoy, Casa de la Mujer y la Juventud.

Otras iniciativas tenían que ver con el desarrollo de los barrios nacidos en torno al casco

urbano y las mejoras de sus infraestructuras desde el saneamiento hasta las comunicaciones entre éstos y el casco histórico.

La provisión y dotación de agua al municipio era, en el terreno de las infraestructuras, el problema más importante al que se hubo de hacer frente. En 1982 se ponen las bases para acabar con la precariedad en el abastecimiento de aguas. Comienza a realizarse el proyecto de conducción de agua procedente del canal de Isabel II hasta los municipios de Arganda del Rey, Loeches, Torres de la Alameda, Valverde de Alcalá y Villalbilla, a través de una red de tuberías de 600 milímetros de diámetro, que se llevaría a cabo en varias fases para solucionar el problema de escasez de agua en la zona, especialmente en los meses de verano. Recibiéndose el agua con una multitudinaria fieta popular en 1983.

En mayo de 1999 se aprobó el Nuevo Plan General de Ordenación Urbana en el que se tuvo en cuenta el previsible crecimiento que supondría la apertura del Metro. Además se atendió a la reforma de los polígonos industriales, la creación de un eje de circunvalación en el sur, la mejora de las infraestructuras del actual eje norte —comunicado con la carretera de Valencia— colocando rotondas para acceder más efiazmente al casco urbano, o la construcción de viviendas de protección ofical.

La amplia oferta inmobiliaria que se planific en este Plan de Ordenación Urbana con la construcción de 9500 viviendas está encaminada al desarrollo de un núcleo residencial que evite que Arganda del Rey se convierta en una ciudad dormitorio, con un crecimiento de residencias, de prestaciones y de servicios junto con la ampliación del área industrial. Además desde mayo de 2000 la localidad cuenta con la Empresa Municipal de la Vivienda constituida para facilitar el acceso a la vivienda a familias que no tienen una en propiedad y con escasos ingresos. Del mismo modo, la actuación municipal va encaminada a facilitar el acceso de jóvenes y otros colectivos necesitados a la primera vivienda, preferentemente en alquiler.

En los últimos años los objetivos a alcanzar en el área de obras públicas, infraestructuras y urbanismo incidieron en resolver los accesos a Arganda, los problemas de las redes de alcantarillado o la cubrición de la vía del Metro a su paso por la zona urbana; además de mejorar las comunicaciones con las zonas industriales de otras zonas de la región, la urbanización e infraestructuras de los barrios y los polígonos industriales. Todo ello para conseguir un diseño de ciudad habitable, moderna y sostenible.

COMUNICACIONES

El carácter de punto estratégico en las comunicaciones gracias a su situación ha sido, como hemos visto a lo largo de la historia, un elemento fundamental en el desarrollo de Arganda del Rey. Aún hoy su enclave es un factor determinante para su desarrollo, por ello todos los gobiernos democráticos se han preocupado en la mejora de la red viaria.

Los proyectos han ido encaminados a potenciar la red de comunicaciones que se ve sometida a un intenso tránsito de vehículos pesados, atendiendo especialmente a los accesos de la A-3, en el desdoble de ésta entre Madrid y Arganda, en la mejora de las transversales M-300 y M-313 y en la adecuación de la antigua carretera nacional a su paso por el polígono industrial, actual avenida de Madrid

Uno de los hitos en las comunicaciones se producirá en 1999 y será la llegada del metro a Arganda. Desde tiempo atrás se planteaba la necesidad de enlazar la ciudad con Madrid a través de un medio de transporte público que evitara la carretera. La red de tren de cercanías era una posibilidad que se transformó en Metro en 1997 cuando se adjudicaron las obras del Tren Arganda-Rivas-Vicálvaro, al grupo encabezado por el Metropolitano Madrileño, que presentó un proyecto de vía única dejando abierta la posibilidad de trazar una segunda vía, como fialmente se realizó. El trazado aumentó en 20 km la línea 9 de metro con la que enlaza en la estación de Vicálvaro y tiene cuatro nuevas estaciones: Arganda, La Poveda, Rivas-pueblo y Rivas-Covibar. Otro apartado dentro del sector de los transportes tiene que ver con la red interna de comunicaciones. En 1983 se aprobó la creación de un Servicio Municipal de Transporte público, para dar asistencia a zonas alejadas del casco urbano como la Poveda, la Residencia de Ancianos, Los Almendros, el Instituto de Enseñanza Media, el polígono industrial o Los Villares. Nació así la primera línea de autobuses de carácter circular que se ha ido ampliado e intensifiado en estos años y que hoy, desde el sector privado al que se ha transferido, da servicio a la localidad.

El Plan de Acción Municipal de 2000-2003 marcaba unos objetivos conducentes a mejorar la circulación de la ciudad con una adecuada señalización, la racionalización del servicio de transporte público atendiendo a las necesidades reales de los barrios o el fomento de formas de movilidad más sostenibles, como puede ser la construcción de una red de carriles bici, cuya primera fase, que une la ciudad deportiva con la Poveda, es ya una realidad.

TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS

A partir de los años sesenta se vive en Arganda un despegue industrial que crecerá en las décadas siguientes de una manera desordenada y con problemas graves en infraestructuras.

A partir de los ochenta se intenta acondicionar el espacio industrial reordenando el polígono industrial y creando servicios, construyendo redes

de vertidos y depuración de aguas, creando redes de suministro de energía eléctrica o mejorando la red de aprovisionamiento de agua.

El desarrollo de este polígono industrial ha sido fundamental en estas dos últimas décadas para Arganda, que en la actualidad ha visto incrementar su producción en el sector servicios con el establecimiento de entidades bancarias y dos hoteles. El incentivo para la instalación de empresas modernas pasa por la continua modernización de las infraestructuras y las mejoras en las comunicaciones.

En la actualidad, a variedad de sectores de producción se hace patente en el siguiente cuadro:

Empresas industriales: 885

•Metal •Madera •Químicas •Edición, artes gráficas y reproducción de soportes grabados •Productos alimenticios y bebidas 30,85 % 20,79 % 13,68 % 8,14 % 6,66 %

•Comercio

Empresas de servicios: 1.322

56,05

Entre las empresas existentes figurn varias de alta tecnología, como Rymsa, dedicada al desarrollo de componentes electrónicos de comunicaciones, Fedesa de componentes para Odontología, TetraPak, de envases, Imabe Ibérica, especializada en maquinaria para el cuidado del medio ambiente, o Hutchinson, de componentes de automóviles. Desde comienzos de los noventa Hispasat, el sistema de satélites español para Europa y América, tiene su estación central de control y seguimiento en el Campillo, lugar donde, curiosamente, también se halla la torre de telegrafía del siglo XIX.

Un marco de desarrollo y proyección al exterior de las industrias y comercios del polígono de Arganda del Rey lo proporciona la Feria Industrial y Comercial (FICAR), celebración que desde 1996 sirve como punto de encuentro de diversas actividades empresariales y culturales.

Este imparable auge del sector económico industrial en Arganda ha imprimido un nuevo carácter a la localidad. El territorio, caracterizado por una paisaje agrario con predominio de los viñedos, se ha transformado irremediablemente siguiendo el curso de los tiempos.

La dedicación a la actividad vitivinícola, durante tantos siglos fundamental en la economía argandeña, se traduce en la labor vitivinícola de la Cooperativa y Bodegas Castejón. En 1981 se celebró la I Semana del vino de Madrid. En el concurso que se celebró en ella con más de una treintena de caldos de la región, Arganda obtuvo el mejor resultado; premios que han seguido cosechando los caldos argandeños hasta la actualidad. Un evento que se celebró para potenciar un producto de difícil competencia con los más afamados de otras regiones españolas. En 1986 obtiene la denominación específia de “Vinos de Madrid”, en la que se engloba dentro de la subzona comprendida entre Arganda y Colmenar de Oreja, con más de 13 000 ha cultivadas.

También en cooperativa subsiste otra actividad tradicional, la Cooperativa de aceite que asocia a más de 500 agricultores que en su mayoría se dedican a esta actividad de modo familiar, con favorables expectativas de crecimiento. La extensión de terreno dedicado al olivar repartido en pequeñas parcelas alcanza las 1200 ha.

Estas actividades han supuesto para la localidad unos puntos generadores de empleo y también unos polos de atracción poblacional. Aun así, la coyuntura de crisis socioeconómica atravesada en la década de los ochenta y noventa se dejó notar en los índices de desempleo.

Evolución del paro registrado en Arganda del Rey

AÑO PARO REGISTRADO 1984 1.601 1987 1.359 1990 1.022 1993 1.472 1996 2.342 1999 1.516 2002 1.285 Fuente: Instituto Nacional de Empleo - Subdirección General de Servicios Técnicos

El ayuntamiento argandeño reaccionó ante esa preocupación social y aportó el Plan de Promoción Industrial de Arganda (el PPIA), la primera reforma de promoción; o la creación del DIFE (Desarrollo industrial, Formación y Empleo).

MEDIO AMBIENTE

Un capítulo fundamental en este cambio operado en las actividades económicas será el impacto sufrido en el medio ambiente por el efecto de la industrialización descontrolada. Los vertidos contaminantes, la agresión de la explotación de áridos o la contaminación atmosférica y acústica son algunos de los problemas que en estas dos décadas se han presentado.

Desde 1985 las empresas dedicadas a la extracción de grava están obligadas a presentar un plan de restauración de la zona. Los efectos de estas explotaciones suponen un deterioro medioambiental signifiativo pues destruyen la capa fértil del terreno, provocan la disminución del nivel de los acuíferos a causa de la evaporación de las láminas de agua que aparecen en los vaciados, se erosiona el terreno al quedar la tierra sin sujeción, etc. La recuperación de las

zonas afectadas se convierte, entonces, en una obligación para las empresas extractoras.

Como ejemplo del rescate de una zona degradada por la acción de una antigua gravera para reserva natural y lugar de recreo público hay que citar las lagunas de Las Madres. El Ayuntamiento de Arganda del Rey y la Comunidad de Madrid colaboraron en las labores de recuperación de este espacio, que fializaron en 1991, y fue motivo de mención internacional en el Año Europeo del Medio Ambiente (1987). Este enclave natural es hoy un humedal compuesto por tres lagunas, una parte del cual es una reserva para diferentes especies faunísticas y otra es una zona de ocio donde se puede pasear por una senda ecológica, observar aves, montar a caballo o navegar en barcas de remos.

El interés de los últimos años en preservar espacios naturales únicos y revalorizar los paisajes y entornos medioambientales autóctonos llevó a la aprobación en 1994 de una Ley Regional en la que se constituía el Parque Regional del Sureste. De éste, más de 3000 hectáreas pertenecen al término municipal de Arganda del Rey, lo que supone la protección de algunos de sus parajes más singulares y la recuperación de parte del ecosistema degradado.

Los humedales, los cerros yesíferos o el bosque mediterráneo que representa la dehesa de El Carrascal, vertebrados por el río Jarama son el patrimonio natural objeto de atención, tras años de constante maltrato. Unos años de abandono que no han hecho olvidar que los argandeños iban a pescar sus ánguilas al río o que todos los fies de semana decenas de visitantes se acercaban en tren a bañarse en las limpias aguas del Jarama.

En el entorno urbano se están aplicando, en este sentido, varios planes municipales encaminados a gestionar el agua de manera racional, implantar sistemas de energías renovables (solar fotovoltáica) en centros públicos, enterrar los contenedores de basuras o disminuir la contaminación acústica. Medidas que garanticen la mejora de la calidad de vida respetando y conservando los recursos naturales.

SOCIEDAD

El más importante cambio que ha sufrido la localidad está relacionada con el espectacular aumento demográfic. La recuperación poblacional vivida en los años sesenta se convirtió en un crecimiento imparable del número de habitantes en las siguientes décadas. El factor fundamental de este desarrollo hay que buscarlo en la inmigración ya que la tasa de crecimiento vegetativo, es decir la relación entre la natalidad y la mortalidad, no varió en exceso.

En los años setenta la llegada de gentes de otras regiones españolas a la localidad, especialmente de Extremadura, Andalucía y Castilla la Mancha, fomentado por el polo de atracción que suponía la capital, y acompañando al ritmo acelerado de la implantación industrial, supuso que la base de la pirámide poblacional aumentara. A mediados de los años ochenta, un 40% de la población era menor de 25 años. Este panorama obligó a atender unas necesidades de educación, formación y ocio, hasta entonces inexistentes.

Hoy existe una regresión en cuanto al crecimiento demográficodebido fundamentalmente a la baja tasa de natalidad, pero se está consolidando un proceso inmigratorio, protagonizado fundamentalmente por ciudadanos llegados de Rumania y, en menor medida, de América Latina y Marruecos, que ha evitado ese frenazo demográfic. El porcentaje de población extranjera aficada en la localidad casi alcanza el 10% del total, lo que supera la media nacional y repres enta un interesante avance de lo que será la malla intercultural de la sociedad del futuro.

Como podemos ver en estos datos de población desde 1975 hasta hoy la población se ha duplicado. Hay que reseñar aquí la importancia que tuvo el desarrollo de La Poveda en los años 80, que aportó más de 5000 habitantes al balance total del crecimiento de población. Arganda del Rey supera hoy los 35000 habitantes.

VIDA CULTURAL

Este repaso a la situación socioeconómica de la Arganda de las dos últimas décadas no se podría considerar completo si no viniera acompañado de otros factores de índole cultural. Desde el Concejo se decía en 1987 que lo que defie a una ciudad “es la calidad de los servicios que tiene a su disposición la gente, el nivel de sus manifestaciones artísticas, culturales, su ambiente y su capacidad de hacer una vida humana”. Dotar a la ciudad de estos servicios y abrirlos a la participación ciudadana han sido importantes retos en estos años.

En 1979 las plazas educativas ofertadas a esa población creciente eran claramente insuficietes (tres grupos escolares de 16 aulas y una guardería infantil), los equipamientos culturales eran casi inexistentes (una casa de la juventud y una biblioteca municipal), aunque ya se contaba con un polideportivo. La labor en este sentido ha sido signifiativa. Cuenta hoy con cuatro institutos de Educación Secundaria y Bachillerato, ocho Colegios Públicos, un Centro de Educación de Personas Adultas y dos Escuelas Infantiles públicas, que imparten enseñanzas regladas a más de 5854 escolares de 3 a 16 años.

En cuanto a los equipamientos culturales uno de los primeros centros sociales construidos en esta época fue el auditorio Municipal Víctor Jara, levantado con fianciación únicamente municipal y que supuso la apertura de un lugar de

participación en el que se dan cita exposiciones y demostraciones de artes escénicas.

Le siguieron otros proyectos como el Conservatorio de Música o el Archivo Municipal instalados en la Casa del Rey, tras una profunda rehabilitación. Desde esta nueva sede, el Archivo municipal ha trabajado por recuperar el patrimonio histórico y documental, aunando tradición y nuevas tecnologías. Prueba de ello es la introducción en Internet de una página de consulta, desde donde se puede acceder tanto a los fondos catalogados como a servicios on-line de información y documentación.

Hoy en día a estas instituciones culturales se le suman otras como el Centro Cultural Pilar Miró, donde tienen lugar talleres culturales; el Centro Dolores Ibárruri como casa de la Mujer y Casa de la Juventud; el centro social de La Poveda que acoge talleres, consultorio médico, biblioteca, etc.; el Centro Municipal de Salud Ernest Lluch; el centro de Servicios Sociales y Mayores; el Centro Social de las Casas Regionales y pequeños locales de barrio en Los Almendros y El Puente.

Dentro de los futuros proyectos están el Centro integrado de Educación, en construcción, que acogerá desde principios de 2003 el nuevo Conservatorio Municipal de Música y el Centro Integrado de La Poveda.

El fomento del deporte en la localidad se ha visto respaldado por la construcción de instalaciones como la Ciudad Deportiva Príncipe Felipe, el Polideportivo de La Poveda o el antiguo polideportivo, que dan servicio a más de 8000 personas adscritas a sus actividades, y que ha merecido el reconocimiento del Ministerio de Educación, Cultura y deporte con el Premio Nacional del Deporte en 2002.

A la labor cultural de estos centros e instituciones, marcos de participación donde poder desarrollar actitudes, habilidades o cualidades personales, se unen otros actos encaminados a recuperar el patrimonio cultural. Entre estos podríamos citar la celebración del certamen de arte público “Ardearganda”; la conmemoración del Motín de Arganda con la reconstrucción histórica del episodio protagonizado por los argandeños ante el Duque de Lerma en las calles de la localidad, convertida por unos días en una ciudad barroca; o la publicación de monografías y facsímiles de interés histórico para todos los argandeños.

En este terreno, los proyectos para el futuro son ya casi una realidad y se trabaja en un ambicioso programa museístico que incluye en un Ecomuseo, el Museo del Vino, el Museo del Tren de Arganda (estos dos en construcción) y el Parque histórico de la batalla del Jarama. Recientemente, el Ayuntamiento ha alcanzado un acuerdo con Eduardo Capa, propietario de una de las colecciones de escultura más importante de España, para crear en los próximos años, el Museo Capa de escultura Contemporánea que introducirá a Arganda en el circuito nacional de museos.

La reconstrucción de estos pedazos de historia y su recuerdo en la Arganda de hoy son un buen ejemplo de los deseos, planes e intenciones de la nueva identidad que se construye día a día: una ciudad con proyección de futuro que tiene presente su historia y sus orígenes.

En este proceso, la participación ciudadana es un elemento indispensable que contribuye a la construcción de la ciudad. Una ciudad, Arganda del Rey, que se alza, sin duda, con vocación de capital económica, administrativa y social del sureste madrileño.

Alcades de Arganda del Rey (1887/2018)

Junio/1891 16/04/1892 J. A. CEBRIÁN DE LA CANTOLLA 16/07/1892 01/01/1894 MARIANO SARDINERO VALLES 01/01/1894 01/07/1985 GREGORIO RIAZA ALONSO 01/07/1895 01/07/1899 MARIANO GARCIA CAMPOS 01/07/1899 01/01/1902 MANUEL SANZ ASENJO 01/07/1887 Mayo/1891 MARIANO RIAZA GARCÍA 01/01/1902 01/01/1904 GREGORIO RIAZA ALONSO 01/01/1904 28/03/1908 JUAN CALLEJA GARCÍA 28/03/1908 1911 JOSÉ GARCÍA BALLESTROS 1912 01/01/1916 VICTORIO RIAZA RINCONADA 01/01/1916 01/04/1920 JACINTO GARCÍA YEPES 01/04/1920 02/10/1923 ANTONIO DOTRES CEBRIÁN 02/10/1923 01/12/1927 JOSÉ ALONSO FRANCO 01/02/1927 1929 EVARISTO RINCONADA GARCÍA 1930 21/06/1931 JACINTO GARCÍA YEPES 21/06/1931 05/03/1936 AMALIO ASENJO MILANO 05/03/1936 TOMÁS CABRERA GARCÍA 1937 MARIANO CASTEJÓN SANZ 28/03/1939 01/04/1939 JESÚS CASTEJÓN PÉREZ 01/04/1939 02/03/1941 EUGENIO SALVANES TABOADA 02/03/1941 05/04/1941 JOSÉ OLIVARES ARENAL 05/04/1941 20/02/1944 AMALIO AGUILAR RIAZA 29/02/1944 23/06/1948 BONIFACIO ESPLIGUERO DE LEÓN 23/06/1948 05/04/1954 JOSÉ DEL POZO ESCRIVA 05/04/1954 31/01/1958 AMALIO ASENJO GARCÍA 31/01/1958 10/11/1961 SEBASTIÁN LÓPEZ SEVILLA 10/11/1961 03/06/1970 AGUSTÍN CUELLAR AGUADO 03/06/1970 19/04/1979 CIPRIANO GUILLÉN MARTÍNEZ 19/04/1979 29/12/1989 PEDRO DIEZ OLÁZABAL 29/12/1989 17/06/1995 JULIO GÓMEZ GANZA 17/06/1995 03/07/1999 GINÉS LÓPEZ RODRÍGUEZ 03/07/1999 14/06/2003 PEDRO DIEZ OLAZÁBAL 14/06/2003 06/03/2009 GINÉS LÓPEZ RODRÍGUEZ 16/03/2009 13/06/2015 PABLO JOSÉ RODRÍGUEZ SARDINERO 13/06/2015 PEDRO GUILLERMO HITA TÉLLEZ AÑO 1500 1580 1613 1797 1850 1875 1890 1900 1910 1920 1930 1935 1940 1945 1950 1960 1965 1970 1975 1981 1986 1991 1996 2000 2005 2010 2015 2018

POBLACIÓN DE ARGANDA (1500-2018)

HABITANTES 980 1.610 2.226 2.350 2.722 3.829 3.829 4.053 4.889 4.844 5.528 5.517 5.166 4.995 4.939 6.277 8.110 11.993 17.356 22.032 23.872 26.113 29.224 30.662 41.411 53.135 54.533 54.866

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