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PREHISTORIA
Durante el trascurso de la excavaciones de Áridos-1, en 1976, y a escasos 200 metros de este yacimiento, una pala excavadora descubre y secciona parte de los restos de un elefante, Elephas (P) antiquus, macho adulto de unos 40 años, 4,6 metros de alzada y casi 5.000 kg. de peso, bautizado por sus excavadores como «Miguelito». Estaba tumbado sobre su costado derecho sin el cráneo ni las extremidades que pudieron sido destruidos por la pala excavadora. La postura del elefante es consecuencia de la fase de putrefacción que favorece el proceso de remoción de los tejidos y tendones. Próximos a éstos en en un área de unos 6 o 7 m2, se encontraron 34 piezas líticas que pudieron haber sido empleadas en su despedazado.
Elefante antiguo (Elephas antiquus) Esqueleto postcraneal (190x135x75 cm.) Yacimiento: Áridos-2 (Arganda del Rey) Museo Arqueológico Nacional.
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Museo Arqueológico Regional. Exposición: «Los primeros pobladores de Madrid»
Los primeros pobladores que se asentaron en Arganda encontraron en la zona un territorio con una configuración morfológica parecida a la actual. El río Jarama, sin embargo, llevaba un curso de agua mucho mayor y su capacidad de erosión era más intensa. El clima que lo acompañaba era templado y bastante más lluvioso que el de la actualidad. La vegetación era abundante y el terreno debía de estar cubierto de praderas y flra esteparia con especies variadas de arbustos y monte bajo, mezclada con bosques de pinos, castaños, pequeños robles, acebuches y encinas. Con estas características medioambientales las especies animales eran muy variadas y numerosas: bóvidos, como el uro, un antepasado del toro; cérvidos como el ciervo común, el corzo o el gamo; équidos, como el caballo primitivo, pequeño, robusto y de largas crines; carnívoros como el oso, el lobo o el gato montés; paquidermos como el elefante antiguo; rinocerontes; reptiles, roedores, insectos, peces y multitud de aves.
LOS PRIMEROS POBLADORES DEL VALLE DEL JARAMA
En este espacio físico, hace más de 300.000 años hacen su aparición los primeros grupos humanos. Su presencia coincide con la época interglacial Mindel-Riss; en el Pleistoceno Medio y, aunque no conservamos restos humanos que lo evidencien, contamos con una industria lítica que nos descubre cuáles eran sus hábitos y necesidades.
En los años 70 la actividad industrial en la zona de Arganda, con la explotación de graveras y áridos sacó a la luz interesantes hallazgos que fueron estudiados y analizados por paleontólogos y arqueólogos antes de proseguir su actividad.
Los asombrosos descubrimientos tuvieron eco en la prensa de difusión nacional del momento, que destacaban en titulares «El fósil de Arganda. El hallazgo arqueológico es uno de los más importantes de los últimos tiempos», «Interés de todo el mundo por el hallazgo». Y, realmente, los hallazgos eran espectaculares. Incluso el NO-DO daba cuenta de los trabajos arqueológicos que comenzaron a desentrañar el pasado de la localidad7 .
Era el año 76 y una excavación de urgencia sacaba a la luz un fósil de elefante antiguo. Parte de su esqueleto de grandes dimensiones: el costillar, el omoplato, el fémur era recogido en las fotografías de los diarios. Incidían los periodistas en el hallazgo de Miguelito como así bautizaron al elefante antiguo, pero lo que estas excavaciones proporcionaron fueron muchos otros datos que

Recreación de la escena del desplazamiento del elefante junto al río Jarama. Ilustración de Dionisio Álvarez Cueto. Cortesía del Museo Arqueológico Regional. Exposición «Los primeros pobladores de Madrid».
ayudaron a averiguar las condiciones ecológicas, el medio climático y datos interesantes relacionados con la vida del hombre en estas épocas prehistóricas. —¿Cuándo fue el descubrimiento?8 —Hace aproximadamente, dos semanas. Habíamos comenzado las excavaciones en el otro punto y en una zona que, descubierta hace cinco años, se había dejado para estudiar ahora. Allí se han encontrado restos de animales diseminados: fósiles de un ciervo y de animales pequeños, como conejos. Y, sobre todo, industria lítica que utilizaba el hombre para trocear estos animales. (...)
Reconstrucción del elefante del yacimiento de Arganda del Rey. Centro de Interpretación «El Campillo». Parque Regional del Sureste.

—¿Qué extensión puede tener este hallazgo, profesor Santonja? —Aquí sólo lo que vemos. Unos doce metros cuadrados donde estaba la vértebra, el costillar, el omoplato y el fémur. Pero en la gravera seguro que hay otros muchos. Esta zona de Arganda debía de ser bien conocida del hombre primitivo, que conduciría a los animales hasta las lagunillas o ciénagas, los metía aquí, y luego se ponía a esperar que muriesen para despedazarlos y quitarles la carne. (...) —¿Es el primer fósil de elefante que se encuentra en esta zona? —El primero que se va a estudiar, porque es el que tiene mayores dimensiones de todos los hallados. —Se hablaba de una «senda de los elefantes» en el Valle... —Más que de una senda, yo hablaría de un cazadero. —¿Qué hacen ahora con los huesos? —Los están consolidando a base de un pegamento disuelto en acetona. También se le pone una materia plástica. Así podremos hacer una especie de cajón con el animal, sacarlo de aquí y llevarlo al Museo Arqueológico Nacional para que lo estudien. Después, en el laboratorio de restauraciones se termina de colocar.
Finalmente los yacimientos investigados fueron dos, Aridos I y Aridos II9. Estos yacimientos se estudiaron en los años 70 con nuevos medios y técnicas que han proporcionado importantes datos para el conocimiento de este periodo cronológico y cultural.
En ambos yacimientos abundan los restos óseos animales, cuya identifiación ha permitido conocer la fauna que poblaba el valle del Jarama en esta temprana época. Estos restos óseos aparecen asociados a instrumentos y útiles realizados en sílex y, sobre todo, cuarcita, fabricados por el hombre, aunque no se han hallado restos humanos.
Se registran en estos yacimientos tres ocupaciones. La más antigua se identifia con uno de los suelos del yacimiento Áridos I. Los ocupantes de esta área eran un pequeño grupo que debió instalarse por un corto espacio de tiempo, posiblemente coincidiendo con el fial del verano o comienzos del otoño, «que probablemente era el momento más favorable por el estiaje del río para establecerse en la llanura aluvial»10 .
En este suelo se han encontrado los restos de dos bóvidos y de un elefante antiguo, un Elephas antiquus, que pertenece a una especie ya desaparecida adaptada a climas templados y ambientes boscosos. El animal parece ser que murió por causas naturales y los cazadores emprendieron en esta área la tarea de trocearlo, aprovechando además de la carne, los tendones y la piel, los huesos, que servirían para la fabricación de nuevas herramientas. Posiblemente un pequeño grupo humano había dado con el elefante herido y procedieron a su despedazado en el mismo sitio donde lo hallaron. Las piezas de sílex más trabajadas, que portaban como equipaje,serían insuficietes y tuvieron que construir nuevas herramientas con
el material lítico de la zona. «En el troceado y desconexión del elefante se emplearon utensilios cortantes, ligeros y poco elaborados (buriles, algún denticulado, raedera, cuchillos de dorso y lascas sin retoque), al menos dos bifaces, y varios cantos trabajados en romper los huesos»11 .
En un asentamiento posterior, tal vez del siguiente año, en el mismo yacimiento (Áridos I), se contabilizaron numerosos restos óseos pertenecientes a una gran variedad de especies faunísticas, que corresponden a anfibios, peces, reptiles, aves y mamíferos como un ciervo, un cánido, una liebre o castores. La cantidad y variedad de restos «implican una alta capacidad depredadora en el hombre de la época» y su buena adaptación al medio12 .
Al igual que en el caso anterior la ocupación debió ser transitoria y realizarse entre los meses de septiembre y octubre cuando era posible ocupar la llanura aluvial a causa del estiaje del río. En este caso Santonja y Querol lo identifiaron con un alto de caza o un campamento transitorio, más que como un área de despedazado.
El segundo yacimiento, Áridos II, tiene también las características de un área de despedazado con el añadido de abastecimiento de materias primas, con los restos de un gran elefante (el famoso Miguelito) y los objetos líticos asociados.
Estos objetos que se emplearon en ambos yacimientos corresponden a los construidos en el Achelense medio. Y, al contrario que en los yacimientos de las terrazas del Manzanares, donde los útiles estaban fabricados con sílex aquí predomina la cuarcita, la materia prima que abunda en la zona. Las piezas de sílex encontradas nos indicarían que habían sido traídas hasta aquí dese otros lugares.
Efectivamente, de esta época hay vestigios en toda la Comunidad de Madrid, especialmente en los valles fluviales, donde los grupos humanos establecían asentamientos siguiendo la caza.



Hace 400.000 años.
Hace 20.000 años.
Época actual.
Molino de mano hallado en la Dehesa «El Carrascal», también utilizado como mortero. Surgen en el Neólitico por la necesidad de transformar en harina cereales como el trigo, la avena o la cebada.

En Villaverde Bajo, Algete, Alcobendas, Aranjuez, San Sebastián de los Reyes, Mejorada del Campo, Perales de Tajuña, Rivas, etc. se constata la presencia humana en el Paleolítico Inferior, pero los yacimientos de Áridos están entre los más antiguos. Hablamos entonces de grupos nómadas que construirían refugios con ramas o pieles cerca de los lechos de los ríos de donde obtenían las presas animales ganadas con su astucia y sus toscas armas. Esta cultura industrial corresponde al Achelense antiguo y medio, y se caracteriza por emplear unas herramientas de piedra afiladas conseguidas al golpear una y otra piedra, desbastándola en sus extremos con percutores blandos para conseguir hachas de mano o bifaces. La economía de subsistencia que practicaban se completaba con la recolección de frutos y raíces silvestres.
Los homínidos que le suceden continúan dedicándose a la recolección y a la caza persiguiendo a las manadas de animales en espacios amplios
siguiendo su ritmo vegetativo, emplean el fuego para cocinar alimentos, levantan refugios con ramas y piedras, entierran a sus muertos y construyen herramientas de piedra más perfeccionadas y adaptadas a diferentes necesidades. «Los neandertales que poblaron nuestras tierras contaron con lanzas de punta de piedra endurecidas al fuego, hachas de gran capacidad de percusión, cuchillos de doble filo, buriles y raederas para cortar pieles, y es posible que descubrieran la honda como herramienta imprescindible para lanzar cantos rodados»13. De esta época hay vestigios en la cercana Rivas del Jarama, en Paracuellos, en Coslada o en Madrid.
Muchos de los asentamientos primitivos siguen siendo ocupados y habitados en diferentes épocas e, incluso, durante el paleolítico Superior (-35000 años), entre ellos los de la zona de Arganda que fue lugar de asentamiento de nuevos grupos humanos que siguieron aprovechando las extraordinarias posibilidades de los valles fluviales y el clima benigno.
A fiales del siglo XIX se donaron al Gabinete de Historia Natural varios objetos que se han identifiado con este periodo y el inmediatamente posterior14. Desgraciadamente, la incipiente ciencia de la Arqueología todavía no contaba con medios para realizar estudios más profundos y sistemáticos. A falta de estos, se han llevado a cabo investigaciones de la técnica empleada en su fabricación y la morfología que los caracteriza15. Los arqueólogos concluyen que entre estas piezas que se encontraron en el despoblado de Valdocarros en la fica del Piul, donadas por el señor León a la Real Academia de la Historia se encuentran doce láminas adscritas al Calcolítico y una pieza foliácea correspondiente al Solutrense. Así mismo, en esta zona se han localizado piezas cerámicas que confiman la reutilización de estos asentamientos en diferentes épocas fundamentalmente por su posición privilegiada, primero como refugios o zonas de acampada temporal y, más tarde, en asentamientos estables basados en labores agrarias y de pastoreo.
La pieza perteneciente al solutrense, uno de los últimos periodos culturales del Paleolítico Superior, nos sitúa ante un individuo que pudo vivir hace 20.000 o 18.000 años. En este etapa comienzan a fabricarse flchas y arcos, además de delicados anzuelos de hueso o piedra para pescar. Las evidencias de este periodo son escasas y en la Comunidad de Madrid destaca la Cueva del Reguerillo en Patones, el yacimiento de el Sotillo o los areneros de Valdivia y Nicasio Poyato. Concluyen estos investigadores que «con este ejemplar, de características muy clásicas, tenemos un argumento más para reafimar el desarrollo de una ocupación solutrense en las terrazas de los ríos de la cuenca del Tajo y, concretamente, en el Jarama. No obstante, los testimonios encontrados en el territorio madrileño, aun confimando esta presencia a lo largo de periodos relativamente amplios (Paleolítico Superior Inicial y Medio), no parecen haber tenido carácter intensivo dada la escasez de testimonios y la fragilidad de los niveles de ocupación»16 .
EL NEOLÍTICO
Las herramientas identifiadas como pertenecientes a la cultura calcolítica nos sitúan hacia el año 2000 a.C., ya en plena edad del Bronce. Aunque el abandono del nomadismo se había ido produciendo en años anteriores y los grupos humanos comienzan a establecerse en los valles de los ríos donde poder practicar la agricultura y el pastoreo, actividades sedentarias introducidas en la Península entre el 7000 y 5000 a.C., todavía se mantenía, en muchos lugares, una economía basada en la caza y la recolección.
Las evidencias que encontramos en Arganda nos indican que los útiles de piedra seguían construyéndose con una técnica más perfeccionada y con el empleo del fuego. No presentan ni pátina ni huellas de haber sido utilizadas, lo que podría signifiar que fuera «un alijo de materia prima» o un lugar de depósito con otras fialidades, tal vez acompañando un entorno funerario. La descontextualización de las piezas no permite mayores conjeturas.
Estas láminas calcolíticas se suman a nuevas piezas que se han ido hallando en la zona, que incluyen piezas líticas y óseas además de piezas cerámicas asociadas a la cultura campaniforme. De esta época hay yacimientos próximos como el de La Cuesta de la Reina, a 20 kilómetros, que,

Hachas pulimentadas Vega del Jarama.
coincidentes o no en el tiempo, confiman una presencia continuada en este período de grupos humanos dedicados a actividades sedentarias, y asentados en pequeños poblados levantados con cabañas de forma circular u oval. La agricultura y el pastoreo comienzan a generalizarse y las herramientas y objetos encontrados muestran este nuevo horizonte cultural, este es el caso de los yacimientos hallados en Valtierra y en las inmediaciones de la dehesa de El Carrascal que nos proporcionan cerámicas pintadas o decoradas con motivos incisos, molinos de mano para triturar el cereal, pesas de telares, objetos de metal o figurs decorativas. Esta población autóctona recibirá la llegada de nuevos grupos humanos de origen centro-europeo que se unirán a los habitantes de la Meseta Central y se asentarán en aquellos lugares cercanos a los ríos con buenas condiciones de subsistencia y de defensa.