Revista Rumbo

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EI correr de

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dias

EI rey de la gutapercha MARCIO VELOZ MAGGIOLO n mis doce 0 trece aiios quise ser mecanico dental. Habia visitado la elfnica del Dr. Miguel Grillo Aguirre, en la Jose Reyes con Santiago Rodriguez, y me encarifie con Sim6n, uno de los monos que el Dr. Grillo criaba en el patio del establecimiento. Yo seguia con interes el quehacer de los practicantes y mis visitas continuadas me acercaron a Jesus, quien ademas de extraer muelas y hacer obturaciones, dominaba el soplete fundiendo el oro con sal de bora para producir moldeables "orificaciones". Por los predios de la calle Ravelo con Los Islefios vivia Pedrfn, un mecanico dental que trabajaba por la libre y que se autotitulaba "el rey de la gutapercha", porque la gutapercha era un material con el que se fabricaban planchas y cajas de dientes. Pedrin tenia igualmente su soplete de gasolina para fundir y sus moldes para "impresiones". Se consideraba la excelencia en asuntos de dentalismo. Por esos afios el que no tenia fondos para un dentista "de a verdad" se entregaba resignado a los mecanicos dentales. Existian ademas los dentistas practices, aprendices que luego levantaban negocio disfrazandose de profesionales. Vale decir que muchos practices resultaron mejores que ciertos graduados. La fiebre de usar dientes de oro, coronas abiertas, y orificaciones exageradas era un recurso estetico de las clases pobres. Sonreir con la sonrisa de un Pedro Navaja era en parte ganarse a ciertas chicas de barrio que admiraban destellos biselados de su galan. Es obvio que la mala mezcla de oro con cobre terminaba a veces generando cardenillos y 6xidos que enfermaban la sonrisa ... y el est6mago. Como me habfa quedado de ayudante en la clinic a, aprendi los procesos

E

"gutaperchicos", el encendido del soplete, la fundici6n del oro con bora, pero nunca Ie men la mana en la boca a nadie, aunque Begue a tener mi bata blanca bajo la mirada complaciente de Grillo, Angelito, Tobito, Carlitos, Jesus y los demas, Esa era la escuadra dentistica. Cuando volvfa al barrio -atravesando todo el sector de San Miguel- comentaba con mi padre los aprendizajes. Cierto dfa Ramiro se acerc6 a mf; era mi compafiero de estudios y habfa tenido graves problemas con su padre por desacuerdos del todo odontol6gicos. A este ultimo se le habfa caido la caja de dientes superior hecha con acrilicos de buena calidad, se Ie habfan quebrado los incisivos rajandose ademas en la zona del cielo bucal. Ramiro crey6 que Pedrfn tendria la soluci6n, y mientras dej6 a su padre sin dientes durante mas de una semana, esperaba que el calmoso Pedrfn solucionara el caso. Pero Pedrfn tenia la misma costumbre de los zapateros de entonces, los que te decian "ven pasado mafiana", logrando al fin que te olvidaras del par de zapatos que un dfa te etregaban culpandote de haber tardado en recogerlos. La caja de dientes de don Aneldo cre6 una crisis familiar porque este se qued6 durante una seman a sin salir del dulce hogar y con la boca cerrada, corrugada y sumida en 10 que se resolvfa el problema. Tuvo hasta que enviar una excusa medica a la oficina del Partido Dominicano en Villa Francisca, donde laboraba, y mientras no apareci6 la dentadura se sostuvo con pure de cuanta raiz habfa: fiame, batata, papas, platanos, yautia y avena. A los diez dias Pedrfn entreg6 la caja de dientes "reparada"; no cobr6 mucho, porque era, eso si, baratero; pero cuando don Aneldo vio aquel desastre se Ie aguaron los ojos y grit6, casi como un convaleciente: !Carajo, que cosa habre hecho yo mal en la vida! Pedrfn habfa cambiado los incisivos rotos por dos colmillos casi draculescos, y en donde hubo la rajadura remend6 con gutapercha roja de modo que cuando Aneldo hablaba semejaba un vampiro antillano con sangre de su ultima vlctima en las encias.

6¡ Rumbo¡ DEL 22 AL 28 DE NOVIEMBRE

DE 1995

En esa etapa tragica don Aneldo habl6 hasta de suicidarse. Por mis relaciones odontol6gicas se me permiti6 consultar con Tobito, Angelito y el equipo. En opini6n de Tobito los remiendos rojos eran "del carajazo": no era posible reformar ya el objeto masticador. En la estaci6n policial de Villa Francisca fue puesta la querella. Don Aneldo no se resignaba, pero para que la querella fuese valida deberfa tambien dejar el objeto que originaba la misma. Los dias pasaron y don Aneldo se acostumbr6 -habia perdido la verguenzaa ir a su trabajo con la boca arremangada y cubierta con un pafiuelo panfi lo por el uso. No recuerdo que dta la jueza cit6 a los querellantes y al mecanico dental, el que fue condenado a pagar el "coste" de la caja 0 a cumplir un mes de prisi6n, opci6n esta ultima que prefiri6 por falta de fondos. Don Aneldo retorn6 a buscar su caja, pero por esas fatalidades de la Era de Trujillo era diciembre y se limpiaron todos los dep6sitos de objetos imitiles. Entonces retorn6 cabizbajo y con la boca trenzada, contrafda, mientras que durante ag6nicos meses fue reuniendo un dinerito para una nueva pr6tesis. Se la "hicimos" donde Grillo, y como no alcanz6 para poder pagar una caja de acrilico, se la fabricamos de gutapercha roja, un poco mas clara que la usada por Pedrin para el remiendo tragico, Los colrnillos integrados como incisivos por Pedrfn fueron elminados, y "usamos" los dientes de la caja anterior. Don Aneldo qued6 agradecido, estren6 una sonrisa rojiza, pero muy uniforme. Supe muchos afios despues que Aneldo habfa montado un colmadito en la calle Abreu y lleg6 a tener una caja de dientes de acrilico con coronas de oro. Los muchachos olvidaron entonces el mote de "el hombre vampiro", y dejaron de llamar a las hijas de Aneldo "las morcillas". En cuanto a Pedrin supe que fue encontrado muerto con una picada de ciempies 0 de alacran en el cuello en 1961. Las malas lenguas no se resign an, ya saben ustedes el comentario que produjo su desaparici6n .•


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