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DiarioLibre.
Jueves 22 de septiembre de 2011
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LA VIOLENCIA QUE NO PUEDEN RESOLVER LOS CÓDIGOS
Ed.
Nuestra opinión. SANTIAGO RODRÍGUEZ TEJADA
E
n los últimos tiempos, nuestra sociedad ha sido fuertemente impactada por fenómeno de la violencia, el cual se expresa a través de acciones delincuenciales cuyas modalidades están matizadas por la utilización de métodos cada vez más inusuales. Esta situación ha generado preocupación tanto en el sector público como en el privado, al extremo de que en fecha 10 de septiembre del 2011, diversas organizaciones convocaron y celebraron un panel en el recinto de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) de la ciudad de Santiago, con la finalidad de buscar alternativas para enfrentar el auge de la violencia en esta ciudad y la región del Cibao, actividad esta que fue encabezada por el presidente Leonel Fernández. Es innegable que en nuestra sociedad existe una explosión de los niveles de violencia, la cual, con su secuela de inseguridad ciudadana, criminalidad, delincuencia, etc., afecta a casi todos los estratos y sectores sociales por igual; ahora bien, no podemos caer en una visión limitada del fenómeno y pensar que su única manifestación es la que cometida por individuos malvados, la ejercida por un agente clara-
mente identificable, que es la denominada por Slavoj Zizek, como violencia subjetiva, puesto que junto a esta existe otra modalidad de contenido subliminal, pero tan perniciosa como la primera, cuyas víctimas son abstractas y que, en gran medida, la subjetiva es su consecuencia; se trata de la violencia objetiva. Es, tal y como afirma Zizek, “una modalidad que no es atribuible a los individuos concretos y a sus “malvadas” intenciones, si no que es sistémica, es una violencia oculta, que no resulta obvia, pero que es la clave para comprender lo que de otro modo parecen manifestaciones irracionales de violencia”. (Slavoj Zizek: “Sobre la Violencia. Seis reflexiones marginales”, Editora Paidós, España, 2009, p. 23) La violencia objetiva está implícitamente contenida en cifras como las
reveladas por el Informe de Competitividad Global 2011-2012, conforme al cual, de 142 países evaluados, somos el número 140 en cuanto a calidad de educación primaria; el 142, es decir los últimos, en despilfarro del gobierno; el 141 en favoritismo en decisiones de los funcionarios público, y el 140 en desvío de fondos públicos; pero también y esto atañe al sector privado - ocupamos el lugar número 116 en ética corporativa. Esta es la violencia a la que hace referencia el reconocido filósofo francés Michel Onfray, en su libro “La filosofía feroz”, cuando afirma: “opino que la delincuencia de los individuos funciona como contrapunto de la delincuencia de los gobiernos. En todas partes del planeta, los Estados contaminan, avasallan a las minorías, declaran guerras, aplacan las
sublevaciones, reprimen las manifestaciones, encarcelan a los opositores, practican la tortura, las detenciones arbitrarias, ahorcan, arrestan, en todas partes compran silencio y complicidades, desvían fondos en cantidades faraónicas y otras preciosidades reportadas parcialmente por la prensa cotidiana. Esta violencia no encuentra nada por encima de ella, y es eso lo que la hace llamarse legítima”. (Michel Onfray: “La filosofía feroz”, Editora Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2006, p. 24) Esa violencia objetiva o estructural no puede ser disminuida ni de ninguna manera diezmada modificando el régimen de medidas de coerción establecido por el Código Procesal Penal, haciéndolo más drástico, ni mediante la creación de penas o medidas de seguridad más gravosas, dado que esta no se origina en los sujetos o individuos, sino que estos son en gran medida sus engendros, tal y como lo consigna la conocida anécdota de Picasso, quien durante la Segunda Guerra Mundial recibió en su estudio la visita de un oficial alemán, quien al ver el Guernica y, sorprendido por el “caos” vanguardista del cuadro, preguntó a Picasso: “¿Esto lo ha hecho usted?”. A lo que Picasso respondió: “¡No, ustedes lo hicieron!”.
El Mural de DL La ropa se seca... donde quiera Dicen que la necesidad tiene cara de hereje, y también que es la madre de los inventos. Estas familias que viven en apartamentos han seguido la costumbre italiana de secar su ropa utilizando los balcones y ventanas de sus apartamentos, ante la ausencia de otras facilidades para ese importante propósito. Es que la secadora eléctrica o de gas es un lujo que no todos pueden darse. FOTO LUIS GÓMEZ
EN MANOS DE QUIÈN... Ya no puede ser coincidencia que en cada crimen sonoro haya un policía o militar envuelto, pues como dice el refrán, “un caso es azar; dos, una coincidencia, pero tres es un patrón de conducta”. Que oficiales y soldados o agentes de policía cercanos a los jefes de las instituciones que reprimen el delito, hayan sido captados por los barones de la droga, pone a pensar muy seriamente respecto a los niveles de penetración del narco y de la delincuencia común en las filas de las fuerzas del orden. Se entiende por qué la gente es tan renuente a detenerse ante una patrulla: ya no se sabe quiénes son los buenos y quiénes
los malos. Hasta los malos recelan de sus perseguidores y prefieren estrellar su vehículo en un lugar vigilado para escapar de una posible muerte a manos equivocadas. Ya no vale lo de “viene el lobo”. El lobo está aquí con nosotros y se va a necesitar de muchas agallas y responsabilidad para limpiar nuestras Fuerzas Armadas y Policía de tantas manzanas podridas. No se puede esperar más.
Espejo de papel
PRESIÓN CIUDADANA HOMERO FIGUEROA os cambios ocurren en la realidad cuando surgen antes en las mentes de los ciudadanos. Nada existe antes de ser una idea. El país requiere cambios en muchos aspectos, pero nadie quiere pensarlos. La seguridad, por ejemplo, es una gran preocupación. Todos sabemos que nuestra policía nacional es incapaz de procurarnos la seguridad que queremos, porque no es un secreto para nadie que ella a menudo es la portadora de la inseguridad. La policía tiene que ser reformada, pero se niega a permitir la reforma. Empecemos a presionarla para que no pueda resistirse. Lo único que falta es presión ciudadana. hfigueroa@diariolibre.com
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