16
DiarioLibre.
Sábado 19 de febrero de 2011
Noticias CONVERSANDO CON EL TIEMPO POR JOSÉ DEL CASTILLO PICHARDO LECTURAS
BULLUMBEANDO (CON NEGROS Y MULATAS)
“Y
o soy mulata/ Yo soy mulata/ y a orgullo tengo/ tener la sangre de negro en mis venas/ Yo soy mulata/ y no me importa/ que me critiquen si yo tengo bemba”. Así, sin más, como un verdadero manifiesto mulato, proclamaba Toña la Negra su condición mezclada ayudada por el ingenio creativo de Rafael “Bullumba” Landestoy Duluc. Un pianista y compositor salido de La Voz Dominicana, trasladado a México en 1951 para liberarse de la férula trujillana y hacer carrera independiente. Un himno de orgullo del cruce de colores, de las hibridaciones tan propias del Caribe crisol de etnias, en el cual el sujeto hablante refiere a rasgos morfológicos y patrones culturales. “Yo no sé por qué la gente/ me critica porque tengo pelo duro/Yo no sé/Y si visto de colores/me critican y me dicen/que qué mal gusto/tengo yo”. Para enfatizar con resolución: “Pero no importa/Yo soy mulata/ y a orgullo tengo tener piel tostá.../Y no me importa/ si tengo ñata/ yo soy mulata, mulata e’ verdá...” La Sensación Jarocha -veracruzana Caribe como tantos otros cultores del bolero- había actuado en 1945 en el filme mexicano La Mulata de Córdoba, que narra la historia de la mulata Soledad en el México colonial. Dirigido por Adolfo Fernández Bustamante con guión escrito por éste junto al poeta y dramaturgo Xavier Villaurrutia, la versión operática se estrenó en 1948 con música de José Pablo Moncayo. Los temas que apelaban a la reivindicación del negro o del mulato se hallaban en boga, presentes en habaneras tan difundidas como Lamento Esclavo música de Eliseo Grenet y letra de Aurelio Riancho-, que nuestro barítono Eduardo Brito grabara en 1930 en Nueva York para la Victor e interpretara con garbo junto a la compañía cubana de Grenet, que en 1932 montó en España la zarzuela La Virgen Morena de los referidos autores. Los talentos de compositores cubanos volcados a la zarzuela colocaron en el centro del drama lírico el cuadro social de la isla, con su carga histórica de subyu-
gación del negro en los ingenios azucareros y en las haciendas cafetaleras, así como el ayuntamiento sexual del blanco dominante con las hembras macizas negras y mulatas. Fue el caso elocuente de Ernesto Lecuona en su vasta y espléndida obra autoral, inspirada en gran medida en la temática afrocubana. En colaboración con el libretista Gonzalo Sánchez Galarraga, figura en El Cafetal (1928) la romanza Africana soy y el famoso canto carabalí Triste es ser esclavo. En El Batey (1929) aparece Canto negro, Allá en el batey, Lamento africano. En María la O (1930) la romanza lo dice todo: “Mulata infeliz tu vida acabó/ de risa y guaracha se ha roto el bongó/ que oías ayer temblando de amor”. El famoso tango congo Mama Inez (“Ay Mama Inez, Ay Mama Inez, todos los negros tomamos café”) es fruto del trabajo musical conjunto de Lecuona y Grenet en la zarzuela La niña Rita (o La Habana de 1830), estrenada en 1927 con la actuación de la gran diva mulata Rita Montaner. El pianista y chansonier Ignacio Villa, mejor conocido como Bola de Nieve -un negrazo de ojos saltones y dentadura Colgate que impostaba voces y manejaba el teclado con destreza sincopada- grabó en 1945 su sabrosa versión de este tema como Ay Mama Inés. Lecuona, de su parte, es autor de Danza de los Ñáñigos y Danza Lucumí, del Canto Carabalí, y la Rapsodia Negra para piano y orquesta. La zarzuela Cecilia Valdés (1932) de Gonzalo Roig (autor de Cuando se quiere de veras) y Agustín Rodríguez-José Sánchez Arcilla, basada en novela homónima de Cirilo Villaverde, capta la dinámica de las relaciones entre clases y etnias en la Cuba esclavista del primer cuarto del siglo XIX. Blancos criollos como Leonardo (hijo del terrateniente y tratante de esclavos español Cándido de Gamboa y de Rosa, criolla dueña de ingenio), quien desconoce que la bella mulata clara Cecilia (hija ilegítima de Cándido) es su media hermana. Ambos se enredan en amores, en tanto el músico pardo Pimienta vive prendado de Cecilia sin ser correspondido. Aquella
Niñas en la playa. Ángel Botello Barros.
concibe una niña de Leonardo y deviene en su querida, quien la abandona para casarse con Isabel, una dama de clase alta con quien está comprometido. Dolida, Cecilia planea vengarse utilizando a Pimienta, quien da muerte a Leonardo en lugar de Isabel en las escalinatas de la iglesia el día de la boda. Pimienta es ejecutado y la mulata encarcelada en un hospital. Temas como Po Po Po, un tango afrocubano de la obra, retrata el habla rudimentaria del negro bozal que conozco registrada en la voz potente de la boricua Ruth Fernández. Habla que figura en los parlamentos de Pío y Cirilo, caleseros, las libertas Dolores y Genoveva, los esclavos Caimán y Tomasa, y el curro Malanga. Lamento de la Esclava lo conozco por la mezzo soprano Martha Pérez, al igual que otras piezas de la zarzuela. Cecilia Valdés fue llevada al cine en 1982 por Humberto Solás con la actuación magistral de la primerísima actriz cubana Daisy Granados. Amalia Batista (1936), música de Rodrigo Prats y libreto de Agustín Rodríguez, captura las incidencias que se tejen en torno a una apetecida mulata demandada y disputada por hombres acaudalados en La Habana de los años 20 del pasado siglo. El coro del intermezzo ha quedado inmortalizado para disfrute guarachero: “Amalia Batista, Amalia mayombe, ¿qué tiene esa negra que amarra a los hombres?” Zarzuela concebida para Rita Montaner, conflictos entre el libretista y la artista impidieron que ésta la estrenara, asumiéndola sólo cuatro años después. El Guapachoso Rolando Laserie, con la orquesta de Ernesto Duarte (compositor del bolerazo Cómo fue que el Benny Moré pegó en las velloneras), salseó el estribillo proyectándolo a nivel popular. Lobo y Melón fabricó su propia versión. Pero no sólo cubanos y dominicanos han reivindicado esta temática. El poeta venezolano Andrés Eloy Blanco prestó estrofas de su
inspiración Angelitos Negros para dar forma a una canción con música de Alvarez Maciste que ha sido himno rodante popularizado por Antonio Machín en el disco y en teatros, Pedro Infante en el cine azteca en película homónima de 1948. Eartha Kitt en grabación de 1953, Rita Montaner, entre otros. “Pintor nacido en mi tierra/con el pincel extranjero/pintor que sigues el rumbo/de tantos pintores viejos,/aunque la Virgen sea blanca,/píntame angelitos negros.” Eloy Blanco, en su sueño de integración multirracial, aboga porque “Si queda un pintor de santos,/si queda un pintor de cielos,/que haga el cielo de mi tierra,/con los tonos de mi pueblo,/con su ángel de perla fina,/con su ángel de medio pelo,/con sus ángeles catires,/con sus ángeles morenos,/con sus angelitos blancos,/con sus angelitos indios,/con sus angelitos negros,/que vayan comiendo mango/por las barriadas del cielo.” El gran boricua Bobby Capó puso la pelota a rodar con El Negro Bembón, en versión popularísima de Ismael Rivera, Maelo, el Sonero Mayor, con Cortijo y su Combo acelerando el ritmo. Una crónica policial llevada al pentagrama. Los muchachos y muchachas de mi barrio gozábamos de lo lindo cantando maratónicamente este hit: “Mataron al negro bembón/Mataron al negro bembón/Hoy se llora noche y día/porque al negrito bembón/todo el mundo lo quería/porque al negrito bembón/todo el mundo lo quería/Y llegó la policía/y arrestaron al matón/y uno de los policías/que también era bembón/le tocó la mala suerte/de hacer la investigación/le tocó la mala suerte/de hacer la investigación/ Y saben la pregunta que le hizo al matón/ porqué lo mató y diga usted la razón/ y saben la respuesta que le dio el matón/”yo lo maté por ser tan bembón”/ El guardia escondió la bemba, y le dijo/ Eso no es razón” Entonces Maelo y el coro se daban banquete soneando, bembeteando:
“Yembele-bembe, yembelebembe/ pobre negrito bembón”. Y el corito advertía: “Esconde la bemba que ahí viene el matón” Como los dominicanos lo arreglamos todo con un merengue, el poeta Héctor J. Díaz, con música de Medardo Guzmán, compuso El Negrito del Batey, una pieza que se ha escuchado en todos los confines del planeta como seña nacional. Toda una reflexión filosófica sobre el sentido y valor del trabajo, con acotaciones bíblicas extraídas del Génesis. En los 50 me decían mis mayores, cuando no me aplicaba en las tareas escolares, que si acaso aspiraba a ser como el Negrito del Batey. En Chile en los 60, de joda, mis compañeros universitarios me inquirían si los dominicanos éramos todos como el tal Negrito bullanguero. Y con justa razón. Porque la lírica del poeta Díaz reza como sigue: “A mí me llaman el negrito del batey/porque el trabajo para mí es un enemigo/El trabajar yo se lo dejo todo al buey/porque el trabajo lo hizo Dios como castigo/A mí me gusta el merengue apambichao/con una negra retrechera y buena moza/A mí me gusta bailar de medio lao/Bailar medio apretao/ con una negra bien sabrosa”. Para ampliar en el jaleo: “Y di tú si no es verdad/merengue mucho mejor/Porque eso de trabajar/a mí me causa dolor” Admirador de Celia Cruz toda la vida, escuchaba en los 50 y los 60 su timbre de trompeta desde la sancarleña Voz del Trópico de Joaquín Custals. Insuflando su encanto refrescante bajo el abrasante sol meridiano que derrite hasta los huesos: “Oye vida mía/Óyeme mi vidita/Si tú no me quieres/la vida será/un cruel sufrimiento para mí”. La sin par guarachera de Cuba fraseaba rítmica Oye vida mía de Rafael Bullumba Landestoy. Tras su voz, en contrapunto, los metales pregoneros de la Sonora se soltaban. Válgame Dios, cuánto melao cubano salido de los tachos musicales, hecho con caña quisqueyana. Azúcar prieta de la buena. “¡Azúca!” Pero Bullumba también regaló a Celia un lamento afro (Quédate negra) que se adelantó por mucho al movimiento Black Power de los años 60 con su anverso Black is beautiful: “Quédate así/ no te hagas ná/ no tengas calor/ y mi camisa pintarás de colorao”. Yo no sé a usted pero a mí me gusta siempre bullumbear, más ahora en Carnaval. Como decía el Benny a Jose Inés: “Te llevaste los cueros, el quinto y el tres/ y por tu culpa suspendimos el bembé”.