El editar el presente trabajo en el país centroamericano con el cual
el General José Francisco Morazán Quezada tuvo una plena correspondencia
de afecto, se debió, en gran medida, a la entrega del pueblo salvadoreño
a su gesta emancipadora. Las ideas de Morazán encontraron en los momentos
más álgidos de su batallar por la integración regional uno de sus mejores
estímulos cuando los salvadoreños lo acompañaron en su derrotero
de victorias y derrotas. En su corazón y en su mente siempre figuró El Salvador
como un faro que le brindó vitalidad y fuerza a su lucha revolucionaria. De
ahí que no es casual que sus restos descansen en la ciudad de San Salvador
tal como fue su deseo.