DOS MIL AÑOS DEL BALNEARIO DE LUGO. BLOQUE 2

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DOS MIL Aร OS DEL

BALNEARIO DE LUGO

Ediciรณn de J. Mario Crecente Maseda y Silvia Gonzรกlez Soutelo


BLOQUE II

Contexto histórico y social

S

in duda la ciudad de Lugo pasa por ser una de las ciudades más antiguas de Galicia, heredera de los asentamientos de la Edad del Hierro existentes en el entorno de la ciudad. Así se considera que fue fundada ya a finales del s. I a.C., aprovechando quizás la ubicación de un campamento militar creado durante las Guerras Cántabras, conflicto bélico que derivó en la pacificación del noroeste peninsular, y con ello, la inclusión de este territorio en el recientemente constituido Imperio Romano. Desde entonces, este enclave urbano surgido en la meseta existente entre los ríos Miño y Rato, ha ido evolucionando de acuerdo con los acontecimientos históricos vividos en el territorio, que de una forma u otra han marcado el carácter de esta urbe sita en el ámbito más interior y rural de Galicia. En ese sentido, el Balneario de Lugo tampoco se comprende sin su relación directa con la ciudad en la que se asienta y con el territorio en el que se encuadra, enmarcado en las múltiples vicisitudes históricas vividas desde su fundación. Así, desde la presencia del populus de los Copori en este territorio, la historia de la ciudad y consecuentemente del Balneario, se va construyendo en mayor detalle. Tras alzarse en época romana con la capitalidad del conventus iuridicus lucensis, una de las tres circunscripciones administrativas en las que se dividía parte del actual territorio gallego, la ciudad será posteriormente conquistada (s. V d.C.), tal y como nos describe Hydacio, por pueblos germanos (primero suevos y posteriormente visigodos), siendo uno de sus principales legados la creación en este lugar de la sede episcopal lucense.


A este periodo de incertidumbre, le suceden diversos momentos de decadencia y desarrollo, marcados por continuos conflictos sociales entre el poder eclesiástico (poseedor del señorío temporal de la ciudad y en este caso también del Balneario), y los intereses individuales de los vecinos, fundamentalmente tras la fundación del concello de Lugo que se atribuía el dominio civil y con ello la protección de los derechos de los ciudadanos. El s. XIX sin duda, marcará un antes y después en la configuración de la ciudad, ya que se verá el desarrollo de un progresivo laicismo, y un despunte poblacional y económico posiblemente cimentado en el desarrollo de las infraestructuras viarias creadas durante este siglo. Su designación como capital de una de las 4 nuevas provincias recientemente creadas, tuvo sin duda mucho que ver en el desarrollo urbano, arquitectónico y poblacional que se vivió en este siglo de fuertes cambios. Periodo, que sin duda, es el preámbulo de los acontecimientos que marcarán con fuerza la nueva fase de esplendor de la ciudad lucense, y con ella la del Balneario, que desde 1847 vivirá un nuevo renacer a partir de la reconstrucción del nuevo establecimiento de Baños. Gracias a los artículos de los autores que acompañan este bloque, se plantea una rápida pero significativa revisión de la evolución histórica de este Balneario y de su entorno, entendido en el contexto político, social y económico vivido a lo largo de sus más de 2000 años de historia, como testimonio de las vicisitudes y recíproca dependencia entre la urbe y las aguas mineromedicinales de este establecimiento termal surgido a principios del s. I d.C. a orillas del Miño. Rosa Meijide | 121


II. Contexto histórico y social

La ciudad y el Balneario: los orígenes del Balneario de Lugo en su contexto histórico Enrique González Fernández Servizo de Arqueoloxía. Ayuntamiento de Lugo

Silvia González Soutelo

Investigadora Torres Quevedo. MINECO-Crecenteasociados, GEAAT-UVigo.

122 | Las aguas del balneario


Resumen El Balneario de Lugo, al igual que otros complejos de baños minerales de época romana, no se comprende sin su contexto histórico, social y político, y sin la referencia al enclave poblacional más importante existente en sus proximidades: Lucus Augusti. De ahí que en este trabajo expondremos una breve revisión del marco cronológico y territorial en el que se desarrollaron los orígenes de este Balneario, atendiendo fundamentalmente a la evolución histórica de la capital del conventus lucensis dado su claro reflejo en la creación y desarrollo de este edificio.

Introducción La presencia de aguas mineromedicinales en cantidad, de fuerte composición y elevada temperatura, ha suscitado desde siempre el interés por el uso de unas aguas que de forma empírica y posteriormente analítica, no solo permitirían un baño placentero (normalmente con agua caliente que podría acompañarse con inhalaciones de vapor, abluciones y bebidas), sino también implicarían un remedio natural para el tratamiento de determinadas afecciones ante las cuales no se conocía cura. En la Península Ibérica es poco lo que conocemos sobre el disfrute y aprovechamiento de estas aguas en un momento anterior a época romana. Si bien tenemos constancia en diferentes territorios de la aparición de materiales, ofrendas y ciertas estructuras que testimonian el uso de estas aguas ya, al menos, durante el primer milenio a.C.1 son muy pocas las evidencias que realmente se pueden asociar con seguridad a ese aprovechamiento antiguo, probable1 Si nos trasladamos a los ejemplos galos, pero en mayor medida itálicos, comprobamente porque en la mayoría de los casos se mos la existencia de evidencias materiales y realizaría su acondicionamiento con mateen algunos casos constructivos por ejemplo en determinados enclaves etruscos, ya en el riales perecederos, sin un claro afán por la primer milenio. En éste y otros territorios pervivencias de estas estructuras. es también frecuente la aparición de materiales prehistóricos junto a estos mananEn todo caso, a partir de los vehículos tiales, aunque sin constancia específica de edilicia vinculada al uso de estas aguas. de transmisión utilizados en el mundo cláEnrique González Fernández y Silvia González Soutelo | 123


sico, caso de la epigrafía, contamos con indicaciones específicas vinculadas a la asociación de divinidades de culto prerromano a estas aguas, que tuvieron un fuerte desarrollo y pervivencia en el NW de la Península, lo que es clara muestra del importante significado de estas aguas ya entre la población indígena2. Lugo no será una excepción. Si bien se ha localizado dentro de este establecimiento un importante conjunto epigráfico votivo dedicado fundamentalmente a las ninfas3, son prácticamente nulos los elementos (cerámica, materiales diversos,…) que de alguna forma podrían evidenciar un uso anterior a época romana, algo que tampoco aparece reflejado en los patrones de ocupación de este territorio. El territorio que abarca el entorno del Balneario y la ciudad de Lucus Augusti, cuenta con un denso y esparcido poblamiento castreño, que cabe relacionar con el antiguo pueblo de los Copori, uno de los 16 populi citados por Plinio que formaban parte del convento jurídico lucense (Fig. 1). Distribuidos en colinas, espolones e incluso en zonas de planicies o ligeramente en pendiente, encontramos un gran número de asentamientos castreños, que llegan casi a cuarenta en el ámbito del actual ayuntamiento de Lugo (Fig. 2). Sin embargo, desconocemos la cronología exacta y la evolución de muchos de estos asentamientos, ya que algunos de ellos parecen ser de datación exclusivamente prerromana, mientras que otros siguieron siendo ocupados o reocupados en época romana. Existe un abundante número de castros que se caracterizan por su situación en zonas claramente llanas o en ligera pendiente, de pequeño tamaño, planta casi perfectamente circular y con mínimas defensas, consistentes en un foso y una muralla térrea o de piedra. Este tipo de castros, con posible pervivencia en época romana, parecen articularse atendiendo a la fertilidad agrícola de las tierras próximas, pero también se puede advertir una cierta función estratégica tanto en la ocupación como en la explotación del territorio circundante vinculado a la ciudad de Lucus Augusti. Concretamente en el entorno del Balneario, se han identificado un número muy 2 Contamos con múltiples ejemplos en el caso del NW peninsular, territorio con una puntual de enclaves catalogados, en donde fuerte pervivencia de los cultos prerromanos vinculados a las aguas termales, caso de destacan, además del eje viario, otros yaciCaldas de Vizela (Bormanico) o Caldas de mientos situados en todo caso en la orilla Reis (culto a Edovio), como ejemplo. izquierda del río Miño. 3 Hervés y Meijide 2000. Divinidades que se consideran sincréticas ya que podrían estar Así, Arias Vilas (1998: 1220-1222 y de alguna forma representando creencias en este volumen), menciona fundamentalprerromanas, frecuentes en esta región (por ejemplo, en el caso de Cuntis, Ourenmente los castros de Orbazai, O Castrillón se o Caldas das Taipas) y en otras partes de Adai, A Cortiña do Castro, Os Castros del Imperio. 124 | La ciudad y el Balneario: los orígenes del Balneario de Lugo en su contexto histórico


da Medorra e A Croa, A Castronela de Vilar-Meilán e Agra dos Castros (Piringalla); y de época romana el yacimiento de Agro da Ponte, así como la aparición de materiales romanos (teselas romboides) y un epitafio cerca del cruce de As Arieiras, junto con epígrafes como el de Penarrubia, o el Pontegaos en el lugar de S. Lázaro da Ponte. Aplicando un estudio de intervisibilidad entre el Balneario de Lugo y su entorno, se comprueba que podría haber cierto control visual sobre los manantiales termales desde al menos 3 asentamientos (castros) de la Edad del Hierro (A Croa de Toiriz; O Castro da Medorra, Torrón; y ya más al noreste, O Castro de Taboelle); y fundamentalmente, desde el yacimiento romano de Agro da Ponte, ya en las proximidades de a Ponte Vella, en donde se controlaría el paso de la vía romana (Fig. 3). Será, sin embargo, como hemos visto, en época romana cuando el fenómeno del termalismo cobre especial protagonismo, a partir del progresivo descubrimiento de las posibilidades de estas aguas y sus emanaciones, empleadas inicialmente de forma espontánea en el contexto de enclaves naturales4, con una progresiva adaptación a nuevos modelos constructivos cada vez más lujosos, así como a una regularización de su uso bajo criterios médicos, alcanzando unas cotas de desarrollo y popularidad sin precedentes como se vivirá por ejemplo en el enclave termal de Baia (Nápoles). El despegue de estas construcciones se producirá fundamentalmente entre el s. I a.C-I d.C. en el ámbito de las provincias del Imperio, momento en el que se realizará la difusión del modelo romano y la progresiva monumentalización de todos aquellos espacios con aguas mineromedicinales de fuerte mineralización y temperatura, y/o con un claro papel estratégico para desarrollar su política imperialista. En estos enclaves balnearios, frente a lo que sucederá en el caso de las conocidas termas de agua común presentes en casi todas las ciudades y asentamientos de época romana, al ser explotaciones supeditadas a la localización de la surgencia de agua mineral (normalmente en las inmediaciones de un río por factores de índole geológica) y a las características intrínsecas de estas aguas (minerales y en ocasiones con alta temperatura) vinculadas a la curación y al tratamiento de enfermedades, se evidencia una realidad funcional y consecuentemente constructiva significativamente di4 Caso de las cuevas y pozas utilizadas en ferente en este tipo de establecimientos resla región cumana, espacio volcánico en el pecto a otros modelos de edificios de baños. extremo occidental de la bahía de Nápoles (Italia) y cuna del termalismo por excelenPrueba de ello será que estos edificios cia del mundo romano (Vitruvio II, 6; Plinio el Viejo, Nat. XXXI, 2-4). se adaptarán al punto de surgencia de las Enrique González Fernández y Silvia González Soutelo | 125


Fig. 1. Mapa del Noroeste Peninsular con la posible localización de los populi identificados por las fuentes clásicas en el convento jurídico lucense, indicando la presencia de los Copori en este territorio. Servicio Municipal de Arqueología.

Fig. 2. Estudio de visibilidad desde distintos yacimientos del ámbito sur del ayuntamiento de Lugo hacia el Balneario. S. González Soutelo y F. González Ínsua.

Balneario Vía XIX Lucus Augusti

Yacimiento E. Hierro Yacimiento romanos

126 | La ciudad y el Balneario: los orígenes del Balneario de Lugo en su contexto histórico


Fig. 3. Distribución de asentamientos castreños en el ámbito del ayuntamiento de Lugo. Servicio Municipal de Arqueología.

Enrique González Fernández y Silvia González Soutelo | 127


aguas y no al contrario, fenómeno que explica en muchos casos su compleja ubicación5 y hace si cabe más significativa la existencia de estos edificios, creados, pese a las dificultades técnicas exigidas, única y exclusivamente en aquellos lugares donde existían unas aguas minerales de interés. Los ejemplos conservados de este tipo de establecimientos son muy contados ya que, al estar supeditados a la presencia de estas aguas, muchos de ellos han sido destruidos u ocultados en las posteriores reutilizaciones de los manantiales, sobre todo en el s. XIX. Sin embargo, la presencia de estas aguas y su utilización en época romana estuvo, sin duda, en el origen y desarrollo de muchos de estos enclaves termales que han llegado hasta nuestros días. Podríamos hablar así de establecimientos termales romanos de cierta entidad en la Península Ibérica como Caldes de Montbui, Caldes de Malavella, Fitero, Fortuna, Archena, Alhama de Murcia, Alange, Carballo, Chaves, S. Pedro do Sul o Caldas de Monchique (González Soutelo 2013), o en ámbitos extrapeninsulares como Baia, Néris-les-Bains, Allianoi, Jebel-Oust, Badenweiler o Bath, por poner algunos de los ejemplos más conocidos. Dentro de este listado, a nivel patrimonial, llama significativamente la atención el caso de Lugo ya que sin duda es uno de los ejemplos más excepcionales dado el hecho de que gran parte del Balneario romano se conserva en el interior del edificio termal actual aún en uso. En todo caso, para entender el origen y el significado histórico del Balneario de Lugo, como en cualquiera de los otros establecimientos comentados, tenemos que tener en cuenta al menos dos aspectos fundamentales: por una parte, la población principal a la que se vincula su uso y aprovechamiento; así como el contexto general (histórico, social, cultural, político y económico) en el que se desarrolla. Lucus Augusti y el Balneario

La existencia de unas ricas surgencias termales en las proximidades, fue un factor determinante en el emplazamiento de la futura ciudad de Lucus Augusti, aunque sin duda, no el único. La ciudad, cuya fundación se debió a Paulo Fabio Máximo (Fig. 4), entre los años 15-13 a.C. (Rodríguez y Carreño 5 Fenómeno claramente presente en el Balneario de Lugo, donde las continuas crecidas 1992), en el marco del proyecto de urbadel río han dificultado y dificultan seriamennización llevado a cabo por Augusto tras te su mantenimiento, fenómeno recurrente en época romana, como lo testimonian los la conquista del noroeste, se emplazó somuros de opus caementicium construidos para la contención del río Miño. bre una zona casi plana del espolón deli128 | La ciudad y el Balneario: los orígenes del Balneario de Lugo en su contexto histórico


mitado por los cursos confluentes de los ríos Miño y Rato, un lugar que, sin ser la mejor de las localizaciones para la fundación de una ciudad ideal, por lo menos cubría las expectativas fundamentales. A su buena situación como epicentro de comunicaciones naturales de gran valor estratégico6; a la existencia de abundantes materias primas, fundamentales para la edificación de un ciudad; a la proximidad de unas tierras (Terra Chá) con unas condiciones agrológicas semejantes a las que estaban acostumbrados a practicar en su país de origen, y que permitían poner en práctica las técnicas aconsejadas por Varrón, Virgilio y Columela, debería, en parte, Lucus Augusti el éxito de su fundación (Díaz-Fierros 1996: 9-24). El origen de la ciudad podría obedecer a la existencia de un campamento militar en el contexto de las guerras cántabro-astures, cuya localización se debe fundamentalmente a razones geoestratégicas. Ese origen vendría avalado principalmente por el descubrimiento de un importante número de monedas de las llamadas de la caetra, así como de dos cospeles sin acuñar (Ferrer 1996). Su hallazgo sugiere la existencia de una ceca militar itinerante entre los años 25-23 a.C., relacionada con la columna occidental mandada por Caius Antistius, y cuya presencia en Lugo no parece entenderse sin la existencia de un campamento militar. Junto a esto, el hallazgo de dos epígrafes con la concisa inscripción L.VI, interpretable posiblemente como L(egio) VI, podría aportar más argumentos a la hipótesis campamental. Con todo, hasta la fecha, apenas contamos con evidencias arqueológicas definitivas que corroboren la prístina naturaleza del asentamiento militar. En este sentido, de haber existido ese primitivo campamento, la presencia en las proximidades de unas aguas termales generosas, facilitaría su uso por los militares para la mejora o curación de sus lesiones y enfermedades. Es por ello que no debemos descartar unas primeras instalaciones termales en estos momentos, quizás de materiales perecederos o con las mínimas estructuras como también habría podido suceder en época prerromana tal y como 6 Lugo imperial aparece como nudo de cohemos comentado7. municaciones, tanto de aquellas de servicio propio (salida al mar por la via XIX y XX a Pero la monumentalización del BalneaIria y Brigantium) como de otras que aparerio se realizaría paralelamente a la organicen de época tardía (rutas del Cantábrico) y de carácter claramente secundario (Rodrízación de la ciudad y al auge urbanístico guez et alii 2004). que ello llevaría consigo. Situado a los pies 7 Igualmente, el hallazgo de varias monedas de la ciudad, en ámbito suburbano, las pride la caetra en las intervenciones arqueológicas realizadas en el Balneario en los últimeras dataciones con las que contamos mos años, podría sugerir una primera ocupación en estas fechas finales del s. I a.C. para el Balneario nos sugieren una primera Enrique González Fernández y Silvia González Soutelo | 129


Fig. 4. Monolito fundacional de Lucus Augusti. Servicio Municipal de Arqueología.

Fig. 5. Recreación virtual del urbanismo de Lucus Augusti en época altoimperial. Servicio Municipal de Arqueología.

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Análisis de trazados óptimos Camino óptimo Vía XIX trazado Balneario

Fig. 6. Estudio de movilidad y caminos óptimos, aplicado al trazado de la vía XIX a su llegada a la ciudad. Pese a que el trazado aconsejable se situaría más al norte, se optó por la construcción de la vía en un trazado más sur, en las proximidades de los manantiales. S. González Soutelo y F. González Ínsua. Derecha: Trazado hipotético de la vía entre el puente y la ciudad, según las evidencias arqueológicas identificadas. S. González Soutelo y F. González Ínsua.

Enrique González Fernández y Silvia González Soutelo | 131


fase edilicia en la primera mitad del siglo I d.C., coincidente en este sentido con el propio proceso de creación y urbanización de la ciudad. Para el desarrollo de estos planes constructivos se hacía necesario movilizar importantes capitales y recurrir a la generosidad de magnánimos ciudadanos; por ello no resulta descabellado pensar en la intervención de las élites locales, en su posible labor de evergetas, a tenor de algunas de las dedicatorias a las ninfas halladas en el lugar, con la presencia de personajes con altos cargos en la administración (Hervés y Meijide 2000)8. Durante las primeras décadas de la existencia de la ciudad, y especialmente a partir de Tiberio, se irán materializando algunos de los elementos definidores del urbanismo de Lucus Augusti (González 1997; González y Carreño 1996) (Fig. 5). A este momento corresponde la construcción de las primeras vías urbanas, que obedecen a la implantación de una trama viaria que, aunque parece responder a un trazado ortogonal, no se aplicaría de una forma rígida. Dicho trazado se verá condicionado por la creación, probablemente ya desde época augustea, de un área foral de notable extensión. Se trata de un gran rectángulo, de unos 20.776 m2, incluyendo la posible basílica, levantado en el lugar topográfica8 Aunque las construcciones y reparaciones de las termas hispanas fueron en un immente más prominente, pero desplazado portante número de casos realizadas pardel centro geográfico de la urbe, dividido cial o totalmente por evergetas (Melchor 1993:450), no es descartable que estas obras transversalmente en tres sectores (templo, formasen también parte de la política implaza y basílica), ordenados de forma axial, perial vinculada al control del territorio, y no pocas ocasiones bajo la supervisión de donde la basílica se sitúa sobre uno de los la administración municipal de la ciudad de Lugo (como se documenta, por ejemplo, lados cortos enfrentada al templo prinen el caso del balneario de Archena. CIL II cipal de la ciudad (capitolio o edificio de 3541 = ILER 2043). Así, el hecho de que el balneario presente rasgos cronológicos en culto imperial) situado sobre el lado más las diferentes fases tan similares a los de la septentrional9. El foro determinará los dos ciudad, justamente podría estar hablando de que su evolución constructiva se encuadra en ejes viarios principales, el cardo maximus la misma política edilicia de Lucus Augusti. (N-S), cuyo decurso al oeste del foro pare9 El foro de Lucus Augusti parece pertenecer al modelo de “foro tripartito”, modelo que ce coincidir, en parte, con la actual calle de se generaliza en las provincias occidentales la Reina, y el decumanus maximus (E-O) a partir de finales de la República-inicios del Imperio, perpetuándose durante todo el que, partiendo del interior del foro, recoImperio (Gros 2002: 214). Se trata de foros rrería longitudinalmente la actual calle Aralargados en el sentido de los cardines, donde las grandes vías lo bordean y, en muchos manyá hasta hallar su salida al exterior por casos, el decumanus maximus lo cruza, ajusla Porta Miñá. En este punto, y siguiendo tándose al esquema del foro peatonal, que alberga los edificios sacros y administratiel curso del decumanus maximus, iniciará vos, relegando el área comercial a otro lugar (Gimeno 1983: 20-23). su recorrido la vía romana en dirección a 132 | La ciudad y el Balneario: los orígenes del Balneario de Lugo en su contexto histórico


Bracara Augusta (vía XIX del Itinerario de Antonino), en continuo descenso

por un trayecto que se mantiene fosilizado en la actualidad en un viejo camino que recibe el nombre de Rego dos Hortos o Calzada da Ponte, hasta cruzar el puente sobre el río Miño, donde se cumpliría la reducción de la primera milla desde Lugo. De esta manera, este trayecto se convierte en el cordón umbilical que unía la urbe con el Balneario y el puente (Fig. 6 y 7), cuyo trazado, por otra parte, pudo responder a la proximidad con los manantiales termales, permitiendo asimismo darle mayor y mejor acceso a este complejo, al mismo tiempo que, sin duda, condicionaría su configuración arquitectónica. Los restos de edificaciones de esta primera etapa son exiguos, si bien tenemos que admitir que la gran mayoría de las construcciones de esta época pudieron haber sido sacrificadas al urbanismo de etapas posteriores. En este sentido, cabe mencionar la presencia de un gran edificio termal en el interior de la ciudad, entre las calles Armanyá, Catedral y Obispo Basulto, que parece ocupar toda una insula situada al oeste del área foral, si bien a cierta distancia, pero comunicados directamente a través de los dos decumani principales de la urbe. Aunque solamente se han excavado, hasta el momento, sectores muy pequeños de este gran edificio, conocemos dos piscinas, un hipocausto y otras estancias no bien definidas, la monumentalidad de cuyas ruinas hace pensar en unas termas públicas que estarían funcionando ya desde época de ClaudioNerón (González Soutelo y Carreño Gascón 2008) (Fig. 8). La existencia de unas termas urbanas, con el consumo de agua que ello lleva consigo, demandaba la construcción de un sistema de abastecimiento de agua de cierta envergadura. Para ello se recurrió a la construcción de un acueducto de captación de manantiales desde las ricas surgencias de la zona de O Castiñeiro, a unos 2.100 m al NO de la urbe (Álvarez et alii 2003). Una serie de canales radiales desaguaban en otro transversal provisto de las correspondientes arquetas de captación, para continuar en un único conducto hasta su llegada a la ciudad. El agua circulaba por un canal (specus) de sección rectangular y 28 cm. de ancho, con cubierta adintelada o abovedada, con el fin de evitar la contaminación y/o evaporación del agua. En la mayor parte de su recorrido marcharía este canal sobreelevado mediante un muro continuo de fuerte argamasa (opus caementicium), de aproximadamente un metro de ancho y una altura variable, como se puede observar en los vestigios conservados en la calle Mazaira en un tramo de aproximadamente 200 m. Excepto aquellas zonas donde existían depresiones o vaguadas, como es el caso de la calle y plaza de la Milagrosa, donde se recurrió a la construcción de una estructura sustentada sobre pilares (arcuationes), para poder salvar la pendiente hasta prácticamente Enrique González Fernández y Silvia González Soutelo | 133


Fig.7. Recreación virtual del trazado hipotético de la vía entre el puente y la ciudad, con la situación del Balneario romano. Servicio Municipal de Arqueología. Fig.8. Restos arqueológicos de unas termas en el interior de la ciudad (calle Armanyá). Servicio Municipal de Arqueología. Fig.9. Recreación virtual del urbanismo de Lucus Augusti en época bajoimperial. Servicio Municipal de Arqueología.

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Enrique Gonzรกlez Fernรกndez y Silvia Gonzรกlez Soutelo | 135


su entrada en la ciudad, aprovechando la cresta topográfica, aproximadamente a la altura de la puerta de San Fernando. Desde este punto, el acueducto discurría probablemente ya soterrado, como confirman los hallazgos de la calle y plaza de San Marcos, conservados ahora in situ. El acueducto conduciría el agua hasta el castellum aquae o depósito de distribución, cuya localización podría corresponder con los restos descubiertos en un solar situado en la parte alta de la plaza de Sto. Domingo. Con la llegada de la dinastía Flavia, a finales del siglo I d.C., la ciudad alcanza su apogeo, con la aplicación de un ambicioso programa de renovación y expansión. Coincidente con esta etapa, en el Balneario también se produce una profunda reorganización, que afecta a la anulación de algunas estancias y la creación de nuevos espacios, con la elevación de pavimentos, quizás motivado por las crecidas del río Miño (Meijide y Hervés 2000: 216). En la ciudad, se acomete una profunda remodelación plasmada en la realización de importantes cambios en la estructura viaria, que contempla, no sólo reformas en las calzadas, sino también variaciones en los ejes viarios. Las calzadas, bien identificadas hasta el momento, muestran un pavimento a base de cantos de río, de diferente tamaño y grosor, siendo sus dimensiones relativamente uniformes, variando entre los 4 y los 8 m. de anchura. Casi todas ellas se caracterizan, asimismo, por la presencia de pórticos, por lo menos en uno de sus lados. La ciudad conocería durante esta etapa un importante desarrollo, llegando a extenderse por una amplia área. Al respecto, debemos señalar que el ámbito de la ciudad altoimperial no se adecuaría al espacio circunvalado actualmente por la muralla. Las excavaciones arqueológicas de los últimos años han demostrado que el circuito amurallado bajoimperial dejó fuera de su perímetro una extensa zona de la ciudad altoimperial, al SO, mientras ganaba algún terreno, preferentemente por el NE. A partir del s. III d.C., el Balneario, al igual que la ciudad, sufrirá importantes reformas que afectan a buena parte de las instalaciones. La ciudad experimentará importantes cambios de orden urbanístico, que afectarán tanto a las edificaciones públicas como privadas. En el origen de esto no sólo está la construcción de una obra de la magnitud de la muralla, erigida probablemente en el último cuarto del siglo III d.C. sino, quizás, también todo el proceso de reformas administrativas introducidas por Diocleciano en torno al año 305, con la creación de la nueva provincia de Gallaecia. Eso determinará que algunas ciudades, como pudo ser el caso de Lucus Augusti, mantuviesen su importancia política y económica en un momento en el que otras muchas urbes registran un aparente declive urbano. 136 | La ciudad y el Balneario: los orígenes del Balneario de Lugo en su contexto histórico


La construcción de la muralla introduce nuevos cambios en la fisonomía de la ciudad derivados de la nueva traza impuesta por este bastión defensivo (Fig. 9). Su planta, de forma curva, ligeramente rectangular, con esquinas redondeadas y torres a corta distancia unas de otras estaría motivada por la necesidad de adaptarse a la topografía del lugar. Estas exigencias de orden topográfico suponen una modificación del urbanismo anterior ya que, bien por razones de índole constructiva o por la prioridad dada a su edificación sobre cualquier otra necesidad que tuviese la ciudad, algunos edificios quedaron cortados en su decurso, dejando de lado amplias zonas edificadas en el sector SO de la urbe y ganando, por lo contrario, una estrecha franja situada a septentrión, antes no incluida en el ámbito urbano. Los cambios se producen principalmente en relación con las infraestructuras públicas, con la desaparición o reducción del ancho de algunas calles, la anexión de los espacios porticados por parte de las nuevas edificaciones y, fundamentalmente, por la creación de nuevos colectores en forma de cloacas abovedadas que, ahora sí, discurren bajo el eje de las calzadas. De igual modo, este nuevo resurgimiento urbano se traduce en las remodelaciones realizadas en las grandes edificaciones privadas o domus de la ciudad, algunas de las cuales, como la “Casa de Océano”, se dotan de estancias pavimentadas con mosaicos, pinturas murales y baños privados (González 2005). El último episodio en el devenir histórico del Balneario y la urbe romana se produce en el transcurso de la quinta centuria. Las instalaciones del Balneario mantienen su uso probablemente hasta los lustros finales del siglo IV o inicios del V d.C., momento en el que se produce el abandono de las instalaciones principales10, aunque no de las aguas. El punto de inflexión lo marcaría, con toda seguridad, el período de inestabilidad que sigue a la ocupación de la Gallaecia por los vándalos en el año 411 y que alcanza su cénit con la conquista de la ciudad por los Suevos el día de Pascua del año 460, como bien nos relata un testimonio excepcional de aquellos acontecimientos, Hydacio de Chaves. El siglo V d.C. marcará por tanto significativamente un punto de inflexión en el proceso histórico del Balneario y de la ciudad, con la progresiva adecuación de este territorio a un nuevo contexto político, social, económico y religioso que, con el trasfondo de la caída del Imperio Romano de Occidente, dejará atrás progresivamente la configuración de las antiguas provincias hispanas, para em10 Cronología asignada igualmente a la destrucción de las aras votivas y la colmatación barcarse en un periodo de transición hacia de la piscina exterior (Hervés y Meijide 2000:189). la Alta Edad Media. Enrique González Fernández y Silvia González Soutelo | 137


Postal del Parque del Balneario de Lugo. ca. 1920, en la que se observan en el centro, restos del muro romano de cierre de opus caementicium. Postal de la colecciรณn de J. Reboredo.



II. Contexto histórico y social

Contexto histórico y social

de los Baños de Lugo Adolfo de Abel Vilela Doctor en Geografía e Historia

140 | Contexto histórico y social de los baños de Lugo


Resumen Los conocidos como Baños de Lugo fueron utilizados en todo tiempo y por todas las clases sociales. Justificamos su utilización en la Edad Media, desde el punto de vista de la salud, el ocio, el servicio al peregrino y el relacionado con ciertas prácticas supersticiosas, como la pena caldaria. Abordamos su aprecio y consideración como “obra antigua de los romanos”, la fama de sus aguas, que traspasaba el territorio del Reino de Galicia, y las disposiciones municipales dictadas para evitar abusos en su uso. Confirmamos su carácter público, aunque de propiedad del obispo que los aforaba con otros bienes por una renta anual para su conservación y limpieza. En el siglo XIX se transforman en una Casa de Baños moderna, en la que se hacían reuniones y veladas musicales para distracción de los usuarios, de los que citamos a algunos que gozaban de celebridad a finales del citado siglo.

Introducción y objetivos Cuatro son las características que vemos en los Baños de Lugo: su continuo funcionamiento, su carácter de públicos, su utilización por todas las clases sociales, y la diversa procedencia de los usuarios que va más allá del ámbito local. Los dos edificios romanos lucenses que tuvieron un uso continuado desde su construcción son los Baños y la muralla, pues aunque sabemos que Lucus Augusti quedó deshabitada en algunos períodos de la Alta Edad Media (un fenómeno común en Europa para las ciudades de origen romano), los Baños, situados en el “suburbio lucense”, siguieron siempre en uso, lo mismo que intuimos que estos manantiales eran utilizados por los habitantes de este territorio antes de que los romanos construyesen las termas, dedicando después aras a sus divinidades indígenas, una manifestación de asimilación cultural y por tanto de romanización. Incluso no se debería descartar el hecho de que en la ubicación del puente influyese la celebridad de estos manantiales, con posibles connotaciones religiosas, a los que debían de acudir muchas personas.

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Tanto en la Edad Media como en la Moderna y Contemporánea, estos baños tuvieron el carácter de públicos, aunque fueron propiedad de la Mitra hasta la desamortización, siendo utilizados por todas las clases sociales. Este artículo pretende por tanto, dar una visión general de la importancia que tuvieron los Baños de Lugo a lo largo de sus casi dos mil años de existencia, a pesar de las dificultades con las que el investigador se encuentra debido a la falta de documentos medievales que in extenso le pudiesen dar una idea de su actividad, finalidad y procedencia de los usuarios, pero a pesar de ello las escuetas referencias relacionadas, o bien con su localización o con su utilización, al menos sirven para confirmar su funcionamiento en este período. Como veremos en el siglo XVI los testimonios, tanto documentales como bibliográficos, aun siendo escasos, son más concisos aportando una información de mayor interés, siendo más amplia la de los siglos XVIII y XIX (Fig. 1).

1. El Baño en la Edad Media La ciudad de Lugo tuvo tres intentos fallidos de repoblación, a saber, el de Odoario de hacia el 747, el de Ordoño II en 9101, y el de Odoño III2 en 968. Solo el de Alfonso VI, de finales del siglo XI, permitió que la ciudad perviviese hasta la actualidad3. Hay dos hechos documentados que ocurrieron uno a principios y otro a finales de la Alta Edad Media que nos hacen suponer que los Baños siguieron funcionando a lo largo de la etapa sueva como baños 1 “Ciento cincuenta años después de su establepúblicos después de una posible reforma en cimiento en la antigua Lucus Augusti, seguía esta a medio poblar. El 7 de junio del 910, los el último tercio del siglo V o principios del condes de la Galicia lucense, desde el mar y el VI. El primero es la aparición de fragmentos Navia al Sil, se comprometieron con Ordoño II, aquien llaman dominus, aunque vivía su de aras votivas que tuvieron que ser destruipadre Alfonso III, ut vicet iste anno presenti incotemos et laboremus casas qui sunt desdas por el cristianismo por ser elementos de tructas de ista civitate Luco et coto erigamus culto pagano al estar dedicadas a las ninfas eas sicuti antiquis fuerunt sive eis fracturas renovemus secundum in faciem nostras domi(Fig. 2) y a otras divinidades pro salutem del nus Ordonius ordinasti nobis sic que per diem dedicante. Es más, el licenciado Molina dice Sancti Petri sit omnem illam operam completam et nos ibidem habitantes cum nostras que había a la entrada del edificio una insmulieres”. Tumbo viejo de Lugo, núm. 80, fol. 36. Publicado por Cotarelo Valledor cripción con el tiempo en que se había hecho 1933: 659-660. También en Amor Meilán “que sube de mil años, digo el edificio, porque 1927: 59-63; Murguía 1862: 147-148. los mismos baños son de gran tiempo antes4”. 2 García Conde y López Valcárcel 1989: 112. Por tanto nos situamos en el siglo VI. 3 Abel Vilela 2009: 55-63. El segundo es documental. En el año 4 Molina 1550, Fol. 20 v. Epígrafe desconocido en la actualidad. 995, se hizo una prueba caldaria en los ba142 | Contexto histórico y social de los Baños de Lugo


ños en un juicio por hurto en casa del cura de Piugos del que eran acusados Istofredo y su mujer Egilona, lo que evidencia que se utilizaban las instalaciones a finales del siglo X5. Incluso intuimos que la construcción del Palacio de Miraflores, residencia de verano de los obispos de Lugo, en las riberas del Miño y al pie de la llamada en la Baja Edad Media “costa grande do Baño6”, lo fue, entre otras razones, por la cercanía del balneum, para que los prelados pudiesen hacer uso de sus salutíferas aguas. 5 “(...) Et facerunt inde pena de rio in Mineo ad Son varios los documentos medievales illas caldas; et pressit Noso Postea facerunt que citan los baños pero no aportan inforinde alia pena caldaria per manu sagione Petro (...)”. López Peláez 1897: 38-39. mación sobre ellos. Sirvan como ejemplo los 7 8 6 Es posible que el origen de este palacio fuedocumentos de 1198 , 1223 , y otro de 1283 se “o casaron do lagar que esta primeiro en a que nos hablan de un camino que “itur ad entrada da dita Costa Grande quando ban da çiudade para o Bano et deçende polo valado balneum9”; en 1227 se cita una heredad en que vay tras lo dito lugar para vayxo fasta Pontegaos y un linar que está cerca del río, topar en o camino publico que vay da Porta Minaa para a Ponte de Lugo, onde chaman junto al baño10; en 1228 se sitúa una coros Barreyros”. Portela Silva 2005: 276. Doc. nº. 1127. tiña en la vía que va a la Porta Castelli y al balneario11; en 1199 Jimena Froilaz deja 20 7 “(...) Extra portam mineam a parte dextera sicut itur ad balneum”, Madrid, AHN. Cósueldos para el “ponti de balneis”12, el puendice 1040 B, fol. 15 v. Citado por Jiménez Gómez 1987: 171. te de los baños, que es el puente de Lugo 8 “(...) Per domum meam de foros porte minee sobre el Miño; en 1203 doña Galiana dona en sinistra parte ut itur ad balneum”, Madrid, una casa situada “a la izquierda de la Porta AHN, Códice 1041 B, fol. 17 r. Citado por Jiménez Gómez 1987: 196. Miñá, camino de los Baños13”, y en 1417 Roi 9 “(...) Extra portam mineam a parte dextera sicut López y su mujer Leonor López, reciben en itur ad balneum”, Aniversario de don Burzes. foro “el caneiro del Baño14”. A principios del Xo Kalendas marcii. Era MaCCaXXXVIa. AHN, Códice 1040 B. Fol. 15v. siglo XV el mayordomo del racionero Fer10 “(...) hereditatem meam de ponteganos cum nando Rodríguez cuenta que cuando fueron omnibus directuris suis et cum linari que al baño y se bañaron, prepararon una comida est circa flumen et iuxta balneum”. Madrid, AHN. Códice 1041 B, fol. 5 r. Citado por campestre a base de sardinas, huevos y toJiménez Gómez 1987: 188. rreznos, todo asado a la brasa15. 11 “(...) Per cortinam suam que est sub via qua La primera noticia impresa sobre los itur a porta castelli ad balneum”. Madrid. AHN, Códice 1040 B, fol. 3 v. Citado por baños de Lugo nos la da el monje alemán Jiménez Gómez 1987: 165. Herman Künig von Vach, que peregrinó a 12 Amor Meilán 1927: VII, 174-175. Santiago en 1494 y en 1495 imprimió en 13 Portela Silva y García Oro 1996: 239. Estrasburgo una guía en verso para el pe14 Portela Silva 1998: 76. Doc. nº. 941. regrino, Die Walfart und Strass zu Sant Ja15 “(...) Quando fomos o bano et nos banamos... cob (Fig. 3), en la que dice: “La ciudad está quando comemos... sardiña asada... ovos asados... torresmos asados”. Cuentas. fol. muy bien construida. Hay murallas. Hay 30 r. Citado por Portela Silva y García Oro 1996: 75. unos baños cerca de un puente” (1495). Adolfo de Abel Vilela | 143


144 | Contexto histĂłrico y social de los BaĂąos de Lugo


Fig. 1. Salas romanas del Balneario de Lugo. Foto Balneario de Lugo.

Fig. 3. Portada de la Guía del peregrino de Herman Künig von Vach (1496). Fig. 2. Aras votivas localizadas y expuestas en el Balneario de Lugo. Foto Balneario de Lugo.

Fig. 4. Portada de la Descripción del Reino de Galicia, de Bartolomé de Molina. Foto Galipedia. Real Academia Galega. Adolfo de Abel Vilela | 145


2. El Baño en el siglo XVI Tres son las referencias que conozco de los baños en el siglo XVI. La primera información extensa la tenemos en el consistorio del 30 de mayo de 1550, en el que la justicia, regidores y procurador general dicen: “…que sabido y entendido cuan provechoso es el baño de junto a esta ciudad para los enfermos, y se ha visto por experiencia como mediante Nuestro Señor convalecen y se curan en el muchos enfermos, y son los mejores que hay en muchas partes de estos reinos. Y siendo como son tales, han venido y vienen a ellos muchas personas enfermas así de este Reino de Galicia como de los reinos de Castilla y de otras partes, y están y se aposentan en los dichos baños, y algunas personas y mancebos, de noche y de día, con armas se van a los dichos baños y levantan en ellos ruidos y cuestiones y los desasosiegan y hacen mucho daño y perjuicio, y se siguen muchos inconvenientes y cuestiones”16. Y para evitarlos mandaron por vía de ordenanzas “que ninguna persona desde hoy día en adelante no sea osada de ir ni vaya de noche ni de día con armas al dicho baño. Y si fuere y se pudiere probar, o se hallare con ellas, que por el mismo hecho caiga en pena de tres mil maravedíes, la mitad para el juez que lo ejecutare y la otra mitad para los reparos del dicho baño, en los cuales los han por condenados a cada uno que lo contrario hiciere. Y que si no tuviere de que pagar, que le den cien azotes públicamente17”. Bartolomé Sagrario de Molina en Descripción del Reino de Galicia y de las cosas nobles del, que algunos autores datan en 1550, destaca en verso a los baños (Fig. 4): “Tambien hallareis en aquella Ciudad Los baños antiguos de quien ay memoria, Que Plinio los pone también en su historia18, Por esso los pongo por su antiguedad, I su letrero dira la verdad Demas de mostrallo su viejo edificio, Ser estas aguas, y aqueste artificio Obrado en el tiempo de Gentilidad19”

16 Caja 1. Leg. 1. Actas capitulares de 1550. Consistorio 30-05. Fol. 157 v. AHPL. Ayuntamiento. 17 Ibídem. 18 Referencia falsa ya que no aparece referencia alguna a los baños de Lugo en la obra de este autor. 19 Molina 1550 Fol. 20 v. También: Risco 1796: 24.

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A continuación repite en prosa que están “en la ciudad de Lugo los más antiguos baños, y edificio de los que hay en España, de los cuales algunos Autores hazen mención, y a la entrada en una esquina tiene escrito el tiempo en que se hizo, que sube de mil años, digo el edificio, porque los mismos baños son de gran tiempo antes. Cosa es de maravillar, que esté el rio Miño junto, que no ay quarenta passos, y tenga en sus riberas estas aguas tan calidas, y assi haze por Orense, y otras partes; de lo qual no nos devemos maravillar de que en tan poco trecho aya tanta diferencia en el agua, pues se sabe de una fuente de Etiopia, de donde han venido romeros, que es de tal calidad, que de dia estara fria, que no se sufre en la boca, y de noche tan ferviente, que con la mano no se puede tocar. Y tambien es notorio aquel lago de Ybernia, donde si se hinca un madero, lo que entra en el arena se convierte en hierro, y lo que queda en el agua en piedra, pasado cierto tiempo; do tambien ay otro lago, que la mitad del dia el agua es muy dulce y la otra mitad tan amarga, que sirve de ponçoña; asi que pues en una misma agua y fuente y tanto estremo, no es de admirar que lo aya, aviendo espacio de tierra”20. Teniendo en cuenta que el libro de Molina fue impreso hacia 1550, la fecha que dice que existía en el edificio, nos lleva al siglo VI y por tanto a la época sueva. Este es un dato que nos confirma que en la Alta Edad Media los baños estuvieron en uso. En las Ordenanzas de la Ciudad, que eran unas normas para su buen gobierno, aparece citado el baño. Ordenan que “ninguna persona sea osada de lavar ropa en el baño, ni desarnarla dentro del21”, bajo la pena de perderla y de cien maravedíes por cada vez aplicados para reparar los baños, dos reales para el baño y un real para el ejecutor, si era la primera vez, a la segunda la persona sería traída a la ciudad para someterla a la vergüenza pública encadenada al rollo. También se prohibía que los zapateros fuesen a raer cueros “al corgo del baño, con treinta pies alrededor”, bajo la pena de perder los cueros y diez días de cárcel, si era la primera vez, y a la segunda ser llevado a la vergüenza, “que conviene a la Ciudad y república el dicho corgo que está fuera del baño, quede y esté reservado para lavar ropa de los vecinos de esta ciudad, repartidos los dichos cueros según dicho es22”. Juan Pallares y Gayoso en Argos Divina Santa María de Lugo de los Ojos Grandes, 20 Molina 1550 Fol. 20 v. obra escrita hacía 1667, pero publicada en 21 Caja 3. Legajo 5. Actas capitulares de 1583. AHPL. Ayuntamiento. 1700, nos confirma que en esa época se 22 Ibídem. usaban los Baños y que según Gil GonzáAdolfo de Abel Vilela | 147


lez “son saludables para la vida humana, por tener sus aguas gran virtud contra enfermedades originadas de frialdad, por cuyo motivo concurren a gozar de aquel beneficio enfermos de diferentes provincias23”.

3. Unos baños públicos de la Mitra A ser Lugo ciudad de señorío episcopal, los baños pertenecían al obispo, pero tenían el carácter de públicos, aunque los aforaba incluidos en un lote compuesto de varias fincas y casas. El bañero recibía una propina o gratificación, voluntaria por tanto, de los usuarios. En 1814, el teniente general de la primera división del Ejército de Reserva de Galicia, consultó al Ayuntamiento “si los baños termales de los extramuros de esta ciudad son públicos o propios del vecino Joaquín de Neira”. Le contestaron el 4 de julio, diciendo que a primera vista se podían estimar como públicos, “ya por que por de esta cualidad se reputan las aguas, e ya porque desde el tiempo de los romanos al uso común observamos que han sido destinados. Más por la copia de un instrumento de que dio fe Juan Cabana Pillado y Dineros, escribano de asiento que ha sido de esta ciudad en los 5 de mayo del año 1686, que ha visto el Ayuntamiento, advierte este que el baño aquel con casas, huertas, entradas y salidas, usos, costumbre, derechos y servidumbres, fue aforado por el ilustrísimo señor obispo don fray Miguel de Fuentes a los causantes del Joaquín de Neira en la pensión de 22 reales en cada año, y con la condición de que había de andar dicho baño limpio y aseado, y sea, o ya por estar situado dentro de aquella casa, o ya por el trabajo de limpiarle y prestar la asistencia y servicio a los concurrentes y mantenerles dentro de dicho edificio como es más regular, siempre se acostumbró contribuirse con alguna gratificación por los que concurrían a tomar los tales baños a los dueños o llevadores de la expresada casa y aun se abonaba un tanto por los mismos militares, antes de haberse construido el barracón24”. En efecto. El 5 de mayo de 1686, el obispo don fray Miguel de Fuentes (1685-1689), dice que “el baño que está junto al río Miño, tras de la Viña de Miraflores, con sus casas y huertas de junto al derredor de ellas, entradas y salidas, 23 Risco 1796: 24. es propio todo ello de su dignidad epis24 Caja 98. Legajo 137. Actas capitulares de 1814. Anexo consistorio 2-07. AHPL. copal25” y como tal el obispo don Alonso Ayuntamiento. López Gallo (1612-1624), el 12 de enero 25 Leg. 283-6. Protocolos de Juan de Cabade 1624 se lo aforó a Juan Mourenza, vena Pillado y Dineros. Año 1686. Auto del baño a favor de Pedro López Ventosinos, cino del Puente, por los días de su vida y forero del mismo baño en 22 reales de renta. Fol. 13. AHPL. en renta de 10 maravedíes cada año. Como 148 | Contexto histórico y social de los Baños de Lugo


estaba vacante el foro por fallecimiento del llevador, ocupaba intrusamente los bienes Pedro Fernández Ventosinos, sin título ni causa legitima, por lo que el obispo lo demandó. Compareció ante él y manifestó que el foro le había sido confirmado y prorrogado por vida de tres reyes por el obispo fray Juan de la Serena (1643-1646), el 4 de enero de 1644 ante su secretario de cámara y notario apostólico, y lo mismo se había confirmado por los obispos Diego Vela Becerril (1624-1632), y fray Juan del Pozo Horta (1646-1650)26. Pero el obispo consideraba nulos los documentos y sin ningún efecto por no constar hechas y otorgadas las escrituras ante escribano público y testigos, y faltarles las demás solemnidades y requisitos de derecho. La prórroga era un papel simple “que no merecía se le diese fe ni crédito y en renta muy tenue”. Pedro Fernández Ventosinos después de consultar con sus abogados, se presentó ante el obispo y en presencia de escribano público y de testigos le pidió y suplicó que le hiciese nuevo foro de todos los bienes en la cantidad que fuese justo, en atención a que era hijo de Juan Mourenza y que siempre habían tenido en pie los bienes, bien cuidados y reparados. El obispo se los dio a él, a su mujer Isabel López y al hijo de ambos Amaro Fernández, a sus hijos, herederos y sucesores, por el tiempo y vida de tres reyes de España, el primero era Carlos II, y de otros dos reyes consecutivos que les sucediesen en los reinos de España, que fueron Felipe V y Luis I, y veintinueve años más, llegando por tanto el foro hasta el reinado de Fernando VI, en renta canon y pensión de 22 reales al año. La primera condición era tener el Baño bien reparado de todo lo necesario, sus casas cubiertas y arregladas, y las huertas y demás propiedades bien cerradas. En la segunda se dice “que dicho baño ha de andar limpio y aseado”, que no se podía vender, trocar ni enajenar ni el baño, ni las casas, ni las huertas, ni parte alguna de los bienes, ni dividirlos entre los herederos. En caso de incumplimiento o si dejaban de pagar durante tres años, por el día de San Martiño, el foro quedaba anulado27.

4. La Casa de Baños en el s. XIX Va a ser en el siglo XIX cuando las primitivas y deficientes instalaciones del llamado Baño, se van a transformar en una moderna Casa de Baños o Balneario, que se pondrá de moda como lugar de veraneo a finales del siglo XIX y primer tercio del siglo XX, primero, en el reinado de Fernando VII, a impulso de las reco26 Ibídem. Fols. 13-13 v. 27 Ibídem. Fol. 14. mendaciones terapéuticas que de las aguas Adolfo de Abel Vilela | 149


minero medicinales hace la Real Junta Superior de Sanidad, que tendrá más amplio desarrollo en los primeros años del reinado de Isabel II con varias normas emanadas de las Cortes, y después como opción de descanso y relación social de la nueva burguesía, a la que los médicos recomendaban tomar las aguas en los balnearios y los baños en el mar, más que como un remedio para su salud, como un período de descanso estival en una época en que no había vacaciones regladas pero sí licencias que se solicitaban con el pretexto de reponer la salud. Pero las clases populares también utilizaban los baños. Los médicos recomendaban a las campesinas tomar los baños en el mar. A las llamadas catalinas, el descanso y una mejor alimentación las reponía. En agosto de 1810 el guarda de la catedral Manuel Quintá pidió al Cabildo “algún socorro para tomar baños28” y le dieron 80 reales. Igualmente, por un plano firmado por Pedro Giraldo, del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, el 30 de junio de 1812, podemos hacernos una idea de cómo era la Casa de Baños en esa época. A petición de la Real Junta Suprema de Santidad en 1816 se publica un decreto por el que se regula la utilización y aplicación de los baños y aguas minero medicinales, que será la base para posteriores normas, para que “en los Baños más acreditados del Reino se establezca un profesor de suficientes conocimientos de las virtudes, las aguas y de la parte médica para determinar su aplicación y uso29”. En el consistorio de 26 de abril de 1817, se da cuenta de la Memoria que había hecho el médico titular de la Ciudad, doctor don José Sanjurjo y Mosquera, relativa “a las cualidades y propiedades de los baños situados sobre la orilla del río Miño, en el arrabal del Puente, para que la Ciudad haga de ella el uso que tenga por conveniente en beneficio de la humanidad que tanto interesa en el mejoramiento y perfección de estos baños tan saludables y tan descuidados como en el día se hallan30”. Viendo lo útil que iban a ser al público “que dichos baños se restablezcan y vuelvan al nombre que en la antigüedad han tenido, y puedan ser auxiliados y protegido por Su Majestad, como recientemente lo tiene hecho con otros diferentes de la península, y aun de este mismo Reino”, el Ayuntamiento acordó enviar la Memoria al diputado general para que le diese el curso por medio del ministe28 Libro 26. Actas capitulares del Cabildo. Sesión 14-08-1810. Fol. 191. rio de Estado, solicitando que se rescatasen 29 Vázquez Gallego 1987: 17. del abandono en que los tenía el labrador 30 Caja 101. Legajo 140. Actas capitulaque los poseía por foro, que se le reinteres de 1817. Consistorio 26-04. AHPL. Ayuntamiento. grase en dicho fuero con otra cosa equiva150 | Contexto histórico y social de los Baños de Lugo


lente, que para hacer las obras indispensables se estableciese una junta directiva y se levantasen los planos del edificio que se debía construir, y una vez obtenida la aprobación y cálculo de su coste, que se procediese a abrir una suscripción invitando a particulares a cooperar en el proyecto con sus caudales. También se pidió que se asignase un médico titular a los baños, como se acaba de hacer para los de Caldas y otros nombrados del Reino de Galicia, “que inspeccione y señale la administración de esta agua prodigiosas, y concurra a que las obras lleven la planta y forma proporcionada a el objeto31”. Para un mayor conocimiento de la importancia de los antiguos Baños de Lugo, remitían el ejemplar impreso en la imprenta de Pujol, recalcando que los “monumentos conservados al través de tantos siglos demuestran claramente el grandioso edificio que los antiguos designaron para la comodidad, extensión y buen uso de aguas tan saludables y beneficiosas pudiéndose asegurar por tan preciosos restos que entre los romanos ocuparon el más distinguido lugar estos baños32”. El 20 de diciembre de 1817 el secretario de Estado, José Pizarro, trasladaba la Real Resolución que ordenaba formar inmediatamente una junta directiva que con asistencia de facultativos formase el plan de las obras necesarias y su coste teniendo cuidado de no dar lugar a prejuicios y reclamaciones del dueño del terreno donde estaban las aguas, y una vez aprobado se abriría la suscripción33. La Contaduría del Reino de Galicia hizo el repartimiento de 32.000 reales anuales para los cuatro médicos nombrados para Galicia, correspondiéndole al Ayuntamiento de Lugo 2.350 reales que no podía aportar de sus propios. El 17 de julio de 1826, el alcalde Juan Francisco de Neira, dio cuenta a la corporación de que le habían dado quejas sobre “la poca limpieza que se observaba en el baño mineral de los arrabales de esta ciudad, y de la mezcla de hombres con mujeres, con otros excesos de esta naturaleza, y hasta en el precio del vino34”. El Ayuntamiento comisionó a los regidores Miguel Traseira y Antonio López de Prado para que se informasen, dispusiesen y propusiesen con la posible brevedad, “cuanto sea útil en beneficio público y privado de todas las personas, tanto pobres como ricas, que toman los expresados baños minerales, con 31 Ibídem. 32 Ibídem. las multas o providencias que deban to33 Caja 102. Leg. 141. Actas capitulares de 1818. marse contra los infractores, y a cuyo cargo Consistorio 21-01. AHPL. Ayuntamiento. debe quedar el celo sobre la observancia 34 Caja 106. Leg. 149. Actas capitulares de 1826. y ejecución, con todo lo demás que se les Consistorio 17-07. AHPL. Ayuntamiento. ofrezca y parezca35”. 35 Ibídem. Adolfo de Abel Vilela | 151


El 3 de febrero de 1834 se aprueba un Reglamento que regula la utilización de las aguas del Baño, del que fue nombrado director interino en 1836 el médico José de la Peña. A partir de ese momento se establecen mejoras, se establece un Reglamento higiénico-moral” que separa a los usuarios por sexos, edad y enfermedad. También se dictan unas normas para la utilización de las aguas según el tipo de enfermedad. En 1839, después de muerto el obispo fray Hipólito Sánchez Rangel, el gobernador eclesiástico Pedro López de Rivera, arcediano de Triacastela y Magistral y el canónigo y arcediano de Dozón, José María Padilla del Águila, protegido desde la juventud del obispo difunto, se disputaron la propiedad del Balneario. En 1846 el gobierno de la provincia instruyó el expediente de expropiación y se hizo dueña del establecimiento36, para enajenarlo después. La escritura de adjudicación se otorgó a favor de Antonio María Iglesias y de don Ramón María Montenegro, aunque después solo aparece este último como propietario que en 1847 comienza la construcción de la parte antigua del edificio actual, que se hizo por fases y se terminó en 190537.

5. Presencia de familias burguesas Ya señalamos que en la segunda mitad del siglo XIX al no existir vacaciones regladas se buscaba el subterfugio de la solicitud de licencia para tomar las aguas o los baños, bien en un balneario o en el mar, con el pretexto de restablecer la salud, lo que se hacía coincidiendo con el período estival y la temporada oficial de baños que terminaba el 30 de septiembre, aunque habitualmente se prorrogaba hasta el 12 de octubre. En esta época el Balneario cumple con una doble función, por un lado la que tiene que ver con la salud y el descanso, y por otro con la relación social y el ocio. Los usuarios pertenecen a todas las clases sociales, pero los que residen en las instalaciones son funcionarios, comerciantes e industriales acomodados, políticos, militares, eclesiásticos, escritores, músicos y de otras profesiones, bien individualmente o acompañados de sus familias y generalmente procedentes de otros lugares. El “cambio de aires” era importante. En 1891, acudieron al Balneario de Lugo 1.380 bañistas, mientras que el año anterior habían sido 1.10038. 36 Ibídem. Los escritores fueron habituales usua37 Vázquez Gallego 1987: 17. rios del Balneario de Lugo. A primeros de 38 El Regional, Lugo. 1-10.1891. Nº 2.660. p. 2. septiembre de 1883 se encontraba toman152 | Contexto histórico y social de los Baños de Lugo


do los baños “el joven y aventajado periodista que dirige El Hermandino de Mondoñedo, D. Emilio Tapia39”. El periodista, dramaturgo y poeta Gonzalo Cantó Vilaplana fue un asiduo veraneante lucense en la década final del siglo XIX, en donde pasaba los meses de julio y agosto, siendo seguro que utilizó el Balneario, pues además de venir a ver a la familia y a escapar del calor madrileño, aprovechaba para escribir y restablecer su salud. Si en alguna ocasión fue al balneario de O Incio, en donde estaban Segismundo Moret, su esposa e hija en la casa de Benigno Quiroga Ballesteros con su esposa la cantante de ópera Julia Espin Pérez Colbrand, sobrina de Rossini, es de suponer que fuese también al de Lugo. Aquí estuvo con Carlos Arniches en el verano de 1891, en donde escribieron la zarzuela La Campanadas, y con Manuel Amor Meilán escribió en el verano de 1896 la zarzuela cómica De la Corte al Cortijo40. Lo mismo se puede decir de la poeta Carolina Coronado, considerada el equivalente de Rosalía de Castro en Extremadura, que llegó a Lugo a mediados de agosto de 1873, después de la muerte de su hija41, y del joven escritor madrileño, de origen gallego, Juan Armada y Losada, Marqués de Figueroa, que en el verano de 1885 residió en la Casa de la Viña que era propiedad de Enrique Soler42. En 1892 se comenzaron a hacer reuniones de las llamadas de confianza para diferenciarlas de las de etiqueta. El día 13 de septiembre se celebró reunión a la que asistieron las señoras y señoritas que se hospedaban en el establecimiento y varias de la capital, “así como un buen número de individuos del sexo fuerte43”. Tocó el pianista señor Casas y los jóvenes bailaron rápidos valses, animadas mazurkas y ceremoniosos rigodones. La administración del establecimiento obsequió a las damas con pastas y dulces”44. El día 14 se celebró otra reunión en la que actuó la tiple María López de Casas, que cantó varias piezas de su repertorio. Su marido, el señor Casas, toco algunos bailables y varias 39 Diario de Lugo. Lugo. 5-09-1883. Nº 2.070. p.3 obras de concierto. Los jóvenes bailaron y 40 Abel Vilela 2014: 140. la velada resultó muy amena45. 41 El Eco de Galicia, Lugo. 19-08-1873. Nº Al año siguiente comenzaron los asal165. p. 3. tos en la segunda semana de septiembre, 42 Abel Vilela 2015: 133-135. estando la orquesta bajo la dirección del 43 El Regional, Lugo. 14-09-1892. Nº 3.010. p. 3. violinista Rafael Gayoso46. El 6 de sep44 El Regional, Lugo. 14-09-1892. Nº 3.010. p. 3. tiembre de 1895, a las 7 de la noche, hubo 45 El Regional, Lugo. 16-09-1892. Nº 3.013. p. 3. un concierto del quinteto barcelonés que 46 Eco de Galicia, Lugo. 2-09-1893. Nº 2.184. p. 3. había actuado en el Café Español estableAdolfo de Abel Vilela | 153



Fig. 5. José María Riguera Montero. Foto de A Ínsua do Ínsua, Blog de Emilio Xosé Insúa López.

Fig. 6. Juan Fernández Latorre. Foto cedida por La Voz de Galicia.

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cido en la calle de la Reina47. En la primera parte interpretaron la sinfonía de la zarzuela “El maestro Campanone”, de Giussepe Mazza; el preludio de “El Anillo de Hierro” (1878), de Pedro Miguel Marqués y el pasacalle y la jota de la ópera “Dolores”, de Tomás Bretón estrenada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 16 de marzo de aquel año. En la segunda parte, el quinteto de la ópera “La Sonnambula” de Vicenzo Bellini, estrenada en el Teatro Carcano de Milán el 6 de marzo de 1831; el terceto de “Lucrecia Borgia” de Gaetano Donizetti estrenada en el Teatro alla Scala de Milán el 26 de diciembre de 1833 y el preludio de “El Tambor de Granaderos” (1894) de Ruperto Chapi, zarzuela estrenada en el Teatro Eslava de Madrid el 16 de noviembre de 1896. Como ocurrió a lo largo de su historia, los bañistas tenían diferente procedencia. A finales de agosto de 1880 estaban en el establecimiento Federico Martínez, hermano de Cándido Martínez Nocedal, diputado por Mondoñedo; el almirante Nicolás Fernández Chicarro Leguinechea, Baamonde contador del ramo de Marina y el conocido médico de A Coruña señor Ucha. Distinguidos coruñeses eran asiduos veraneantes en el Balneario de Lugo. En septiembre de 1887, el director de la banda del Regimiento de Reus, José Braña Muiños, se encontraba en Lugo “con objeto de tomar los baños minerales, acompañado de sus simpáticas y amables sobrinas48, para restablecer un tanto su quebrantada salud”49. El Lucense decía que el catedrático del Instituto de A Coruña Acisclo F. Campano, que había estado unos días en la Casa de Baños, se había ocupado de examinar la catedral detenidamente y que en breve publicaría en una acreditada revista el resultado de sus observaciones50. José María Riguera Montero (Fig. 5), emigrante, doctor, catedrático de Latinidad, académico de la Real Academia 47 Eco de Galicia, Lugo. 6-09-1895. Nº 2.776. p. 3. Española de Uruguay y filántropo, estuvo 48 El Regional, Lugo. 25-09-1887. Nº 1.117. p. 3. con su esposa en 189651; el conocido litera49 El Lucense. Lugo. 23-09-1887. Nº 883. p. 3. to coruñés y editor de la Biblioteca Gallega, 50 El Regional, Lugo. 14-09-1892. Nº 3.010. p. 3. Andrés Martínez Salazar52; otro habitual 51 El Regional, Lugo. 30-09-1896. Nº 4.937. p. 2. de la temporada de baños era el diputado 52 El Regional, Lugo. 19-08-1896. Nº 4.896. a Cortes por Ortigueira del Partido Libep. 2. Eco de Galicia, Lugo. 12-07-1897. Nº 3.321. p. 3. ral, Juan Fernández Latorre (Fig. 6), fun53 El Regional, Lugo. 10-07-1897. Nº 9.681. dador y propietario de La Voz de Galicia53. p. 2. El Regional. Lugo. 23-09-1897. Nº También el señor Puga, fiscal del Tribunal 9.754. p. 2. Supremo, con su familia54. A mediados de 54 Eco de Galicia, Lugo. 22-09-1897. Nº 3.382. p. 3. septiembre de 1899 se encontraba toman156 | Contexto histórico y social de los Baños de Lugo


do los baños el delegado de Hacienda en Oviedo, que también lo había sido de Lugo, Marcos Mantecón55. El alto clero también hacía uso del. El 18 de septiembre de 1897 llegó al Balneario, donde se hospedaba, Manuel Fernández de Castro y Menéndez, obispo de Mondoñedo acompañado de dos familiares56, y el 31 de agosto de 1898 llegaba a la ciudad el obispo de Astorga, Vicente Alonso y Salgado, para tomar los baños en el Balneario, pero se hospedaba en el Palacio Episcopal57. Debido a que la gente que residía en el Balneario tenía una posición acomodada, entorno al edificio se congregaban mendigos para pedir limosna. El Diario de Lugo llamaba la atención del alcalde “acerca de las quejas expuestas por un bañista en carta publicada por El Noroeste respecto al gran número de pordioseros que asedia continuamente las puertas de aquel establecimiento58”. Acudían a tomar los baños y las aguas dos tipos de clientes, los que se alojaban en la fonda del propio establecimiento, que eran los más pudientes, y los de la clase proletaria, a los que llamaban “os do saco”, porque traían en él alimentos. Incluso en el establecimiento había una pequeña casa para ellos, pero hasta la primera mitad del siglo XX una buena parte de las familias del Barrio da Ponte daban alojamiento en sus casas a bañistas que procedían de Castilla, lo que suponía unos ingresos extra a sus propietarios, y muchos de los que eran habituales les traían garbanzos. Por último dejar constancia por ser un dato desconocido que entre los años cincuenta y sesenta del siglo pasado el célebre Juan Antonio Vallejo Nágera estuvo dos años sustituyendo a su tío Antonio Vallejo-Nágera Lobón, como médico director en la temporada de baños del Balneario. Nájera iba a comer al Club Fluvial y le gustaban mucho los quesos que hacían los caseros de la Casa do Baño que era de las señoritas de Palmeiro, a las que había conocido en la playa fluvial59. 55 La Idea Moderna, Lugo. 12-09-1899. Nº 2.636. p. 2. 56 El Regional. Lugo. 23-09-1897. Nº 9.754. p. 2. 57 El Regional. Lugo. 1-09-1898. Nº 10.053. p. 3. 58 Diario de Lugo. Lugo. 28-08-1880. Nº 1.169. p. 2. 59 Información facilitada por María Varela Traseira, de la casa de Traseira da Ponte. Nájera lo contó también en una conferencia o presentación de un libro suyo en el Círculo de las Artes.

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Balneario de Lugo. ca. 1940-50. Fotografía de la colección de M.U. Barrio.



II. Contexto histórico y social

Un viaje por la historia contemporánea del Balneario de Lugo Margarita Vilar Rodríguez Departamento de Economía Aplicada. Universidad de A Coruña

160 | Las aguas del balneario


Resumen Este capítulo pretende analizar la trayectoria histórica del Balneario de Lugo en el contexto del termalismo europeo desde finales del siglo XVIII hasta la Guerra civil. Durante estos casi ciento cincuenta años no solo cambiaron los establecimientos balnearios, avanzaron las técnicas hidroterápicas, adquirió complejidad el negocio y se diversificó la clientela, sino que se fue transformando la propia concepción y paradigma de lo que supuso la hidroterapia en la historia cultural, social, política y sanitaria de los españoles. Dentro de este contexto, este viaje en el tiempo nos permitirá entender cómo la supervivencia del histórico Balneario de Lugo hasta nuestros días estuvo llena de obstáculos y dificultades que se consiguieron superar no sin esfuerzo. Tras varias crisis y algunos periodos de cierre hoy en día el Balneario de Lugo se erige como uno de los establecimientos de referencia dentro del sector balneario gallego.

Introducción La entrada de los balnearios españoles en el ciclo europeo de la modernidad se preparó a comienzos del siglo XVIII. Las nuevas ideas ilustradas y la llegada al trono de la dinastía de los borbones abrieron el camino para la difusión de nuevas ideas sobre el ocio y la salud corporal. En paralelo, los avances de la medicina y de la química permitieron análisis de las propiedades de las aguas minerales que consolidaron sus aplicaciones terapéuticas. Como consecuencia, durante esta centuria se fusionaron dos maneras de entender la salud a través de las aguas y de los baños: la tradicional y popular, vigente desde los tiempos antiguos, y la científica y más culta, heredada de las nuevas modas europeas. Este proceso se observa también en el Balneario de Lugo, donde sus termas romanas nunca fueron olvidadas por sus vecinos, a pesar de las lamentables condiciones del manantial, tal y como recoge Limón Montero (1679: 326) en la obra más antigua impresa de hidrología: “estan los baños de la Ciudad de Lugo a las riveras del Miño, es un estanque descubierto de piedra labrada. Tendrá de altura como un estadio y nace el agua brotando hacia arriva, es capaz Margarita Vilar Rodríguez | 161


para bañarse muchas personas juntas, tiene desaguadero al río, por donde se vacía y limpia. El calor de dichas aguas es más que templado y hacen encima de dichas aguas graso sutil. Son utiles para la cura de muchas enfermedades, especialmente dependientes de tumores fríos”. Parece que los manantiales de Lugo permanecieron en estado de semi-abandono hasta el último tercio del siglo XVIII en que se enajenaron a un particular que los cercó, limpió e impulsó algunas reformas. Ya entrado el siglo XIX el Balneario consiguió la declaración oficial de utilidad pública y fue dotado de un médico director. Durante el tercer cuarto de la centuria se construyó una casa de baños moderna con instalaciones balnearias más modernas y alojamiento para los enfermos. En este periodo alcanzó su máximo esplendor. Sin embargo, en el ocaso del siglo XIX, la falta de inversiones y la competencia de otros establecimientos condujeron al Balneario de Lugo a un languidecimiento progresivo. Durante las década de 1920 la situación mejoró, pero otros balnearios habían tomado la delantera. Finalmente, el estallido de la guerra civil adentró al sector balneario gallego en un ocaso que se alargó en el tiempo hasta el ecuador del siglo XX. Este capítulo pretende analizar la trayectoria histórica del Balneario de Lugo en el contexto del termalismo europeo desde finales del siglo XVIII hasta la Guerra civil. Durante estos casi ciento cincuenta años no solo cambiaron los establecimientos, avanzaron las técnicas hidroterápicas, adquirió complejidad el negocio y se diversificó la clientela, sino que se fue transformando la propia concepción y paradigma de lo que supuso la hidroterapia en la historia cultural, social, política y sanitaria de los españoles. En definitiva, este viaje en el tiempo nos permitirá entender cómo la supervivencia del histórico Balneario de Lugo hasta nuestros días estuvo llena de obstáculos y dificultades que se consiguieron superar no sin esfuerzo.

1. El renacimiento de la casa de baños desde su esplendor romano Desde principios del siglo XVIII contamos con más fuentes escritas que nos informan del estado y reformas de la casa de baños de Lugo. El 30 de junio de 1812 Pedro Giraldo puso su rúbrica en un plano que tituló Plano de la Casa, donde se detallan las instalaciones existentes por entonces en el Balneario (Girado 1812). Se reconocen en el plano los restos arqueológicos de las antiguas termas romanas, una humilde casa de baños con habitaciones de madera, cocinas y cuadras. Es posible que parte de estas instalaciones se correspondan con el tosco barracón y enfermería que se construyó durante la Guerra de la Independencia. Según indica el relato de Sanjurjo (1817: 8), el referido edificio había sido finan162 | Un viaje por la historia contemporánea del Balneario de Lugo


ciado por el gobierno y contaba con 63 camas ocupadas por militares heridos o enfermos que seguían los tratamientos prescritos por un facultativo militar asistido por dos cirujanos. En conjunto, pasaron por los barracones alrededor de 441 enfermos, la mayoría de los cuales mostraron una notable recuperación y pudieron volver al frente; el resto obtuvo licencia absoluta firmada por el gobernador militar. El barracón militar quedó abandonado tras la Guerra. En 1816 sólo quedaban en pie los edificios correspondientes al cuerpo de guardia, el cuarto de los practicantes y la cocina levantada en una caseta independiente. Conocemos esta situación gracias a la primera memoria impresa de los baños de Lugo, escrita en ese año por el médico titular de los hospitales civil y militar de la ciudad, José Sanjurjo y Mosquera. Esta memoria fue encargada por el ayuntamiento de la ciudad con el fin de conseguir la declaración de utilidad pública para los manantiales. Este certificado oficial significaba un reconocimiento terapéutico de las aguas y permitía disfrutar de un director médico durante la temporada de baños. Sanjurjo adjuntó también una breve descripción de las propiedades de las aguas, aunque siguiendo métodos científicos muy rudimentarios: “El gusto de dicha agua es algo fastidioso, y nauseabundo, y su olor sulfúreo (...) propiedades características de todas las aguas minerales sulfúricas (...) muy recomendables en las enfermedades de la cutis, de los pulmones, en las parálisis y varias otras afecciones como puede verse en los elementos de química de Fourcroy”. El facultativo completó su relato con la descripción de los baños en estado ruinoso. La antigua valla de “argamasa indisoluble” que rodeaba los brotes minerales para protegerlos de las subidas del Miño se encontraba en ruinas, dando lugar a frecuentes inundaciones. Por otro lado, los conductos que permitían desaguar los brotes minerales y las cubiertas de las fuentes estaban rotos, por lo que las aguas se esparcían por el entorno sin ningún control. Al lado de las ruinas se mantenía en pie una casa compuesta de un solo piso, construida en paralelo al río y cerrada con una puertezuela de madera clavada. Albergaba en su interior un pozo cuadrado de cantería, con una vara y media de profundidad y agua muy templada. La pila disponía de unos asientos de piedra para que los enfermos pudieran tomar los baños de pie o sentados. El mencionado pozo estaba comunicado a través de un caño de plomo de poco más de tres pulgadas de diámetro con una pilón de cantería exterior, donde se abría o tapaba el conducto para graduar la temperatura del agua. Al parecer, los vecinos del lugar recordaban la existencia de otras pilas similares explotadas por los labradores de la zona a través de foros antiguos. Este era el caso de Joaquín López de Neyra quien recibía los enfermos enviados por los médicos y les cobraba cuatro reales de vellón por el uso de las aguas, la habitación y otros sustentos. Margarita Vilar Rodríguez | 163


La situación se tornó más favorable para las casas de baños con el regreso de Fernando VII al trono, un monarca entusiasta de las casas de baños. El impulso de la Monarquía al fenómeno del termalismo hay que entenderlo en el contexto del triunfo del paradigma higienista. El higienismo puede definirse como esa corriente de pensamiento desarrollada por diferentes médicos desde finales del siglo XVIII consistente básicamente en otorgar una gran influencia e importancia al entorno social y ambiental en el origen y evolución de las enfermedades. Dentro de esta corriente, y a la sombra de los avances químicos que permitían conocer mejor la composición de las aguas y sus efectos sobre el organismo, se extendió por Europa la confianza en las propiedades salutíferas y curativas de las aguas (Larrinaga 2002). Dentro de este contexto, y a pesar de las lamentables condiciones, Lugo consiguió la categoría de establecimiento oficial a principios de la década de 1830.1 El nuevo estatus permitió que el uso de los manantiales quedasen bajo el control de directores interinos designados con carácter político desde 1835. José Jorge de la Peña fue nombrado primer director interino de la casa de baños y parece que mantuvo a su cargo la dirección facultativa hasta 1863. Su labor fue continuada por otros médicos nombrados en la Gazeta oficial (ver apéndice final). A mediados del siglo XIX, la ciudad amurallada de Lugo estaba integrada por alrededor de 687 casas habitadas por 872 vecinos y 4.436 almas (Madoz 1845-1850: 457). En los barrios exteriores se diseminaban 343 casas con 367 vecinos y 1.959 almas. La mayoría de las calles estaban empedradas y alumbradas por 118 faroles. La principal actividad económica de la ciudad giraba en torno a las labores agrarias, incluso dentro del casco urbano se podían encontrar abundantes huertas y frutales. Fuera del ámbito agrario, destacaban varias fábricas de curtido situadas en las riberas de Parada y la Chanca. Las aguas de estos ríos servían también para alimentar varios molinos harineros. Entre las industrias del país destacaban un par de fábricas de sombreros ordinario y la famosa fábrica de cremor tártaro2 situada en el centro de la ciudad que funcionaba con tres calderas. El resto de la población se ganaba la vida desempeñando oficios varios desde médicos hasta plateros, carpinteros o serenos. A su establecimiento de baños era posible llegar a través del camino de carro que conducía a Santiago. La casa de baños no ofrecía medios de transporte, así que los enfermos más pudientes arrendaban caballerías y los que disfrutaban de menos poder adquisitivo hacían el camino a pie. Por estos años, el dueño de la casa de baños esperaba 1 Gaceta de Madrid de 18/05/1833, suplemento al número 2017: 5-6. que el Ayuntamiento arreglase las 128 va2 Polvo blanco, sin sabor específico y cuyo ras de camino del paseo que bajaba desde nombre químico es bitartrato pótasico, una sal ácida. la ciudad al Miño. Cuando la obra estuviese 164 | Un viaje por la historia contemporánea del Balneario de Lugo


ejecutada, planeaba establecer un coche con seis asientos para el servicio de los enfermos del pueblo y de los forasteros que se alojasen en el casco urbano.3 Los baños tampoco ofrecían alojamiento, aunque su ubicación permitía a los enfermos alquilar habitaciones a particulares en el cercano barrio del Puente, un pequeño pueblo de ochenta o cien casas habitadas por labradores, pescadores y lavanderas. A mediados del siglo XIX acudían a tomar los baños alrededor de 500 enfermos. Entre los visitantes abundaban los vecinos de Lugo, pero también acudían de las provincias limítrofes de Asturias y León (Memoria 1849). Se mantenían en uso cuatro manantiales que ofrecían dos bañeras de grandes proporciones con capacidad para veinte personas y otras dos más pequeñas con capacidad de una a cuatro personas, respectivamente (Memoria 1844). Cerca de las instalaciones de los baños se encontraban unas pequeñas fuentes destinadas al suministro de agua en bebida, siempre en ayunas y algunas veces mezclada con leche. La temporada de los baños comenzaba a principios del mes de junio y terminaba en septiembre, aunque la mayoría de los enfermos llegaban en los meses de julio y agosto. A primera hora de la mañana los enfermos hacían cola para baños, mientras decenas de carros del país esperaban para llenar barriles de agua destinados a los baños particulares a domicilio.

2. La modernización del Balneario (1846-1876) A mediados del siglo XIX, el estado de la casa de baños de Lugo era lamentable por lo que el gobierno inició un expediente de expropiación por utilidad pública (Real orden de 4 de abril de 1846) impulsado por las autoridades de la ciudad y la provincia (Memoria 1848 (Fig. 1)). El mencionado expediente proponía dos alternativas a Francisco López de Neira, dueño de la finca: o bien mejorarla con arreglo a un plano y determinadas condiciones en el plazo de dos meses o bien cederla a la provincia, previa indemnización con fondos públicos. Al no haberse efectuado las obras en el plazo referido, se procedió a expropiar la casa de baños y los terrenos circundantes. Su dueño recibió a cambio 118.335 reales y 26 maravedíes. A continuación, en cumplimiento de la Real orden, se sacó a subasta la casa de baños y se vendió al mejor postor.4 La administración de la casa se adjudicó en remate público a Antonio Iglesias que se comprometió a construir de inmediato un edificio acorde con la normativa establecida. El rematante 3 Boletín de medicina, cirugía y farmacia, 1850, tomo V, tercera serie, nº 210-261, Madrid, debía abonar al municipio el importe de la Imprenta de Deliras Hermanos p. 230. expropiación. El prócer local Ramón Neira 4 Rubio (1853: 625-626) y Meijide (1996: Montenegro actuó como fiador de la opera47-48). Margarita Vilar Rodríguez | 165


166 | Un viaje por la historia contemporรกnea del Balneario de Lugo


Fig. 1. Primera página manuscrita de la Memoria del balneario de Lugo, año 1848, firmada por el médico José Jorge de la Peña. Fondos de la Biblioteca de la Facultad de Medicina, UCM.

Fig. 2. Portada de la Memoria del Balneario de Lugo, año 1856 y grabado del balneario incluido en esa memoria. Fondos de la Biblioteca de la Facultad de Medicina, UCM.

Margarita Vilar Rodríguez | 167


ción de venta, convirtiéndose más tarde en el propietario del inmueble.5 Como benefactor de la junta de beneficencia y de otras obras sociales, tomó interés por la casa de Baños de Lugo que al parecer adquirió del primer comprador en la subasta. Tampoco podemos descartar que don Antonio Iglesias no pudiese hacer frente a los pagos, causa por lo que su avalista se quedó con la propiedad. Las obras del nuevo edificio comenzaron a principio del verano de 1847 y se alargaron durante los siguientes años. A partir de aquí se abrió una nueva etapa para el Balneario. En el terreno de los transportes el futuro se dibujaba prometedor porque la carretera en construcción próxima al balneario que unía Madrid y A Coruña se iba a convertir en la llave de paso de acceso a Galicia (Memoria de Lugo 1856 (Fig. 2)). La proximidad al casco urbano facilitaba también el alojamiento y suministro de víveres y combustibles para los visitantes de los baños. La casa de baños en construcción iba a ofrecer cabida a 200 personas, que podían tomar los baños sin salir a la intemperie. A principios de la década de 1860, el edificio principal ofrecía dos plantas para el alojamiento de los bañistas menos pudientes (planta baja) y los más acomodados (planta principal). Se construyó además una capilla en una de las habitaciones bajas del edificio, con entrada también desde la parte exterior, donde se colocó un retablo con la imagen de la Virgen de los Dolores.6 La campana se utilizaba para anunciar las horas de misa y los turnos de los baños destinados a los pobres de solemnidad. Los visitantes podían también disfrutar de una sala de juegos con mesa de billar. El director del establecimiento encargó al arsenal de Ferrol elegantes botes para dar paseos por el río. El precio de una estancia de quince días con alojamiento y comida incluida ascendía a 560 reales en 1856. Si el bañista permanecía más de la quincena que componía una temporada “tradicional”, se le cobraría entonces sólo 24 reales por cada día adicional y podría disfrutar de algunos privilegios como el desayuno de chocolate, café o té con leche de vaca en la propia habitación. En el comedor del establecimiento con capacidad para cincuenta o sesenta cubiertos se servía el menú del mediodía que constaba de dos sopas, un buen cocido, tres entradas fuertes, una de ave o pescado y tres postres y a la cena se servían dos ensaladas, dos entradas fuertes y tres postres. A cada persona se le servía una botella de vino y el que lo desease podía tomar chocolate por la tarde. Los clientes que optaban solo por el alojamiento podían encontrar habitaciones desde 10 reales hasta 2 y baños medicinales entre 1 y 4 reales. En el Balneario también se ofrecían comidas desde 4 a 20 reales, según el gusto y la posibilidad de cada uno. La calidad del establecimiento mejoró 5 Meijide Faílde (1996: 47-48). tras el periodo de reformas, situándose entre 6 Gaceta de Madrid de 22 de agosto de 1859: 3. los más valorados de Galicia (Tabla 1). 168 | Un viaje por la historia contemporánea del Balneario de Lugo


En paralelo, el prestigioso químico Antonio Casares realizó en 1852 el primer análisis detallado de las aguas de Lugo, lo que aportó mayor prestigio al establecimiento y a sus manantiales (Otero 1867: 231). Según los resultados obtenidos, las aguas quedaron clasificadas como sulfurosas por su composición química y como muy calientes por temperatura. La renovación de las instalaciones y el aumento en la capacidad del establecimiento se tradujeron en una creciente llegada de enfermos. En la temporada de 1861 se acercaron hasta la casa de baños 1.222 visitantes, de ellos 416 con certificado oficial de pobreza. Dentro del grupo de pobres, la Diputación Provincial a través de su presupuesto de beneficencia costeó la estancia en el hospitalillo del establecimiento a 314 pobres de solemnidad de la siguiente forma. Se pagaron tratamientos para pobres por valor de 16.781 reales de vellón, se gratificó a una persona que suministraba agua en las dos salas de pobres con mil reales y se adquirieron medicamentos imprescindibles para la botica por valor de 387 reales. Las prestaciones benéficas de las autoridades provinciales se mantuvieron durante la segunda mitad del siglo XIX a través de las tres partidas ya referidas: pago de estancias y tratamientos a pobres, compra de medicamentos y contratación de un ayudante para el hospitalillo de pobres de la casa de baños. Por término medio la estancia de cada enfermo en el Balneario se prolongó en torno a once días, siendo sometidos a tratamientos de bebida y de baños parciales, generales y de chorro. En conjunto, se administraron, alrededor de 13.431 baños y se bebieron 17.094 cuartillos de agua medicinal. Las cifras no dejarían de aumentar en los siguientes años hasta 14.487 baños y 35.000 vasos de agua medicinal suministrados en 1863. A principios de los años sesenta, el abogado Dositeo Neira Gayoso heredó la casa de baños tras el fallecimiento de su padre. Con la llegada del nuevo dueño, se ejecutaron algunas obras en el establecimiento, ampliándose el edificio de la hospedería en una tercera parte, dejando al extremo y con luces a tres costados un espacioso y elegante salón para las reuniones en sociedad al que se accedía por una vistosa galería (Memoria, 1863). Se situó un nuevo gabinete de consultas del Director médico a la entrada del establecimiento con sala de descanso y espera de los bañistas. Se realizaron también obras de decoración en la mayor parte de las habitaciones del segundo cuerpo, de manera que la mayor parte quedaron constituidas de sala y alcobas amuebladas y con suficiente ventilación. Cada una de ellas contenía cama de hierro, servicio de ropa buena y limpia, mesa de caoba que servía de tocador y escritorio, cómoda y espejo, mesa de noche, sillería de tapicería y de paja; lavabo de mármol y porcelana. Por otro lado, se construyeron dos piscinas comunes cubiertas situadas en el exterior del edificio y destinadas para los pobres de ambos sexos. Esta obra perseguía como principal finalidad “evitar al público el Margarita Vilar Rodríguez | 169


Tabla 1. Establecimientos balnearios oficiales de Galicia con director médico (c. 1850). Balneario

Provincia

Tratamiento

Hospedaje Calidad

tecnológico (1)

(2)

Tipo

servicio (3) propiedad (4)

Arteixo

A Coruña

B

H

M

P

Carballo

A Coruña

B

B

M

P

Carballiño y Partovia

Ourense

B

B

R

M

Cortegada

Ourense

B

C

R

M

Caldas de Cuntis

Pontevedra

B,P,C,E

C

B

P

Caldas de Reis

Pontevedra

B,P

H

B

P

Caldelas de Tui

Pontevedra

B,P

B

R

P

Louxo o A Toxa

Pontevedra

B,P

B

M

P

Lugo

Lugo

B,P,C,E

H

E

D

Referencias: (1) B, baños, estanques o pilas colectivos; P, pilas individuales; C, baños de chorro o golpe, E, estufas o baños de vapor. (2): H, hospedería; C, casa de vecinos, B, barracas, cuevas o cobertizos permanentes o no. (3): E, excelente; B, buena, M, media y R, reprobable. (4): D, diputaciones provinciales; M, bienes municipales y P, propiedad privada. Fuente: A partir de los datos de Rubio (1853), pp. 625-626.

Tabla 2. Tarifas en Balneario de Lugo (1868)

Tabla 3. Tarifas en Balneario de Lugo (1906)

Servicio

Tarifas

Precio (reales )

Alojamiento y comida

Precio (pts.)

Baño en pila de mármol

1,50

entre 4 y 12

Baño en pila de azulejos

1,25

Comida en primera clase

18

Baño en pila de granito

0,75

Comida en segunda clase

14

Por cada ducha en primera

1,50

Comida en tercera clase

10

Por cada ducha en segunda

1

Comida en cuarta clase

7

Por cada sesión de pulverización

0,50

Por cada sesión de inhalación

0,50

Uso de agua en bebida por día

0,25

Habitaciones

Departamento de baños Bañadera de mármol

6

Bañadera de azulejos

4

Bañadera de cantería

3

Estanques colectivos

1ª clase

5

Baño a domicilio

10

2ª clase

3

Fuente: García López (1869).

Fonda-Habitaciones por persona y día

Fuente: Menéndez, de Miguel y Martínez (1906).

170 | Un viaje por la historia contemporánea del Balneario de Lugo


doloroso cuanto repugnante espectáculo de las dolencias de la miseria”. Al lado de las piscinas mencionadas quedó emplazado el hospitalillo para pobres, a un extremo del edificio principal, con entera independencia de éste, y en medio de un gran patio. La planta baja estaba destinada a cocheras y el piso superior estaba compuesto por una amplia sala rectangular en la que se podían colocar hasta 22 camas de manera holgada destinadas a mujeres. Enfrente y al otro extremo del referido patio se ubicaban otras dos habitaciones con capacidad para 16 camas destinadas a los hombres. Allí se facilitaban a los enfermos pobres ropas de cama y abrigo. Además, se construyó una nueva cañería perfeccionada que permitía en la mayoría de las pilas individuales rebajar la temperatura sin pérdida de tiempo, según las necesidades. En estos años se adquirieron también dos pilas de mármol y se consiguió elevar el agua por medio de una bomba para administrar la ducha de chorros, habiéndose colocado también en el mismo departamento los aparatos necesarios para los baños de lluvia. A pesar de las mejoras realizadas en los últimos años, Ventura López Chavarri, el nuevo director médico desde 1866 denunció la necesidad de más reformas en la zona balnearia. Tras largas discusiones con el dueño, el médico consiguió que se instalasen un baño de chorros, se cerrasen los tabiques de dos habitaciones de baños y se montase una sala de inhalación que, aunque presenta deficiencias por razones económicas, permite aprovechar las propiedades de los gases emanados por el manantial. El conjunto de servicios de hospedería y baños ofrecidos por la casa de baños trataba de acoplarse a las diferentes capacidades adquisitivas de los enfermos (Tablas 2 y 3). En conjunto, las memorias médicas elaboradas por Chavarri están plagadas de quejas y reclamaciones de reformas que el médico consideraba imprescindibles (Memoria 1872). Da fe de sus eternas conversaciones con el dueño y de la falta de medios económicos para llevarlas a cabo. Repite de manera continuada algunas obras urgentes como el cierre hermético de los manantiales para evitar las influencias climatológicas, la sustitución de las pilas de granito, “de sucio y negro aspecto” por otras de mármol o loza que permitan una mejor limpieza, sustitución de algunas cañerías por otras de mayor diámetro y la instalación de llaves de paso para regular la temperatura en todos los baños individuales, la instalación de una sala de inhalación de gases al abrigo de las inclemencias del tiempo y la edificación de una sala de pulverizaciones acorde con los adelantos científicos modernos. Por esta época acudían al Balneario sobre todo de vecinos de la provincia de Lugo o de provincias limítrofes como A Coruña, Oviedo, León u Ourense. La construcción de la línea ferroviaria del Noroeste facilitó la llegada de enfermos desde Madrid. En 1868 la última estación abierta en este recorrido era Astorga, en 1871 ya había alcanzado el pueblo de Brañuelas (cerca del Puerto Margarita Vilar Rodríguez | 171


del Manzanal), al finalizar el recorrido del tren se establecían servicios diarios de sillas correos y diligencias que terminaban por la carretera general su viaje hasta la casa de baños (Memoria 1871 (Fig. 3)). Escasa importancia mantenían los enfermos procedentes del extranjero dentro de la cartera de clientes del Balneario. Alrededor de un tercio de los visitantes poseían certificado oficial de pobreza, lo que significaba que no pagaban dinero por la utilización de las instalaciones. La mayoría de los enfermos acudían a la casa de baños con enfermedades relacionadas con reumatismos y herpes, aunque también se trataban dolencias relacionadas con el aparato digestivo, nervioso o respiratorio. Según los informes elaborados por los directores médicos, el porcentaje de enfermos cuyos síntomas resultaban curados o aliviados después del tratamiento termal era muy elevado.

3. Éxito y ocaso de la casa de baños: 1876-1935 El Balneario de Lugo había alcanzado un máximo en su clientela, 1.559 bañistas, a comienzos de la década de 1870 al despertar la edad dorada del sector balneario en España, durante la etapa restauradora. El imparable proceso de industrialización, los avances médicos y la creciente influencia de la burguesía condicionaron la oferta y la demanda de los balnearios en España. Galicia no permaneció al margen del cambio de tendencia. En este periodo, triunfaron las tecnologías derivadas de la máquina de vapor aplicadas con fines terapéuticos y se crearon nuevas formas empresariales para la explotación de balnearios (Vilar y Lindoso 2010). El Balneario de Lugo se había ido ampliando con nuevos pisos y cuerpos de edificios para acoger a la creciente concurrencia (Memoria 1877). Aunque no ofrecía el lujo de los establecimientos de primer orden, disponía de los medios para que la estancia de los enfermos resultase agradable e higiénica con buenas camas y cuartos decentes y ventilados (Memoria 1879). Gran parte de los enfermos pertenecientes a la clase acomodada se alojaban en la fonda del establecimiento, donde se prestaban toda clase de servicios con mesa de primera (17 reales) y de segunda (11 reales), pagando por separado las habitaciones que ofrecían un amplio abanico de tarifas (5, 7, 8, 9 y 11 reales diarios). La clase más necesitada pagaba por el servicio de habitación, fuego y luz dos, tres y cuatro reales diarios. A comienzos de la década de 1880, el edificio acogía a unos 600 usuarios por año.7 Los clientes de las termas constituían un rédito importante para la capital provincial y su comarca. En 1878, se estimaba que los clientes invertían un capital de trescientos mil reales en baños, alimentación y hospedaje de los que cuarenta mil 7 Memoria Lugo 1879 y Anuario 1882, II, 50-54. se correspondían con los productos líquidos 172 | Un viaje por la historia contemporánea del Balneario de Lugo


derivados del uso del agua, cincuenta mil con los gastos de hospedaje y estancia, y 210.000 con los gastos de alimentación, de los que la Hacienda pública percibía su cuota perceptiva en virtud del aumento de los artículos de consumo (Memoria 1878). A esta cifra se le podían añadir unos cuarenta mil reales por gastos de viaje en diligencias, caballerías o ferrocarril en 1882 (Memoria 1882). En realidad, el Balneario de Lugo se había convertido en uno de los establecimientos termales más concurridos de la región (Alonso, Lindoso y Vilar 2011). Las cifras oficiales de agüistas/bañistas de las termas de Lugo rebasaron el millar entre 1876 y 1893, una tendencia en línea con la seguida en años anteriores. Extraoficialmente, el centro recibía la visita de numerosos enfermos fuera de temporada, un hecho frecuentemente denunciado por los médicos a cargo del establecimiento. Así, unos 120 enfermos tomaron las aguas desde el 23 de mayo al 15 de junio de 1881, fecha de inicio de la temporada. Dos años después, la cifra ascendía a 200 y, en 1890, se superaron los 300 y 400 enfermos presentados quince o veinte días antes de la apertura oficial, incluso provistos con papeletas de prescripción. Tal y como se recogió en la memoria quinquenal de 1912-1916, la temporada oficial abarca de 15 de junio a 30 de septiembre y “la extra-oficial no tiene límites” (Memoria 1912-1916). La provincia de Lugo seguía contribuyendo con el mayor cupo de enfermos a las estadísticas administrativas del Balneario. Entre la mitad y las dos terceras partes de los mismos procedían de la citada provincia. En segundo lugar, Lugo recibía una numerosa clientela originaria de la cercana provincia coruñesa (Fig. 4). A pesar de disponer de balnearios más cercanos, las termas de Lugo estaban entre las casas de baño preferidas de los bañistas oriundos de las ciudades de A Coruña y Ferrol (Memoria 1881). En menor medida llegaban castellano-leoneses, asturianos y madrileños, muchos pertenecientes a la colonia gallega establecida en la Corte que completaban la cartera de clientes. La inauguración del enlace ferroviario entre A Coruña y Lugo en 1876 impulsó todavía más la llegada de enfermos. Sin embargo, los viajeros que embarcaban en la estación de tren en Madrid debían abandonar el ferrocarril en Villafranca del Bierzo, última estación del trayecto, y desde este punto hasta el Balneario lucense tomar la carretera en un trayecto de alrededor de doce horas de duración.8 Se estimaba que, una vez terminada la línea del noroeste, el tiempo de viaje entre Lugo y Madrid se reduciría hasta las 24 horas.9 Pero el enlace ferroviario de Galicia 8 Anuario 1882, vol. II, pp. 50-54. con la meseta no se logró hasta 1883 y las 9 ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL. B2. FC. Ministerio de Interior, leg. 2019/4. expectativas de incrementar la clientela se Asunto de Baños. Varias provincias 18791898. Provincia de Lugo. Baños de Lugo. vieron frustradas debido a la mayor compeMargarita Vilar Rodríguez | 173


Fig. 4. Capítulo del Balneario de Lugo de la Guía Oficial

de Balnearios españoles

publicada en 1935, Asociación Nacional de la Propiedad Balnearia.

Fig. 3. Cuadro que describe el estado de los enfermos que acudieron al Balneario en la temporada de 1871, Memoria del balneario de Lugo, año 1871. Fondos de la Biblioteca de la Facultad de Medicina, UCM.

Fig. 5. Fotografía del Balneario de Lugo en la Guía Oficial

de Establecimientos Balnearios y Aguas Medicinales de España, 1927,

Madrid-Barcelona, S.A. Editorial y de Publicidad Rudolf Mosse. 174 | Un viaje por la historia contemporánea del Balneario de Lugo


Margarita Vilar RodrĂ­guez | 175


Tabla 4. Concurrencia a los balnearios gallegos, 1904-1931 Provincia

Balnearios

1904

1913

1923

1928

1931

A Coruña

Arteixo

457

560

553

525

416

Ourense

Cabreiroá

n.d.

256

257

n.d.

236

Ourense

Caldas (Ourense)

n.d.

n.d.

n.d.

n.d.

n.d.

Pontevedra

Caldas de Cuntis

1.805

1.626

1.788

1.838

1.802

Pontevedra

Caldas de Reis (Acuña)

214

n.d.

105

326

301

Pontevedra

Caldas de Reis (Dávila)

234

314

n.d.

n.d.

n.d.

Pontevedra

Caldelas de Tui

999

973

1.115

1.093

1.201

A Coruña

Carballo

799

337

361

582

631

Ourense

Carballiño y Partovia

404

383

215

225

267

Pontevedra

Catoira

n.d.

n.d.

n.d.

88

107

Ourense

Cortegada

488

760

603

602

500

Pontevedra

Fonte do Val

n.d.

n.d.

n.d.

109

170

Lugo

Guitiriz

n.d.

452

491

971

639

Lugo

O Incio

424

542

483

612

469

Pontevedra

A Toxa

1.749

1.749

1.580

1.984

1.666

Lugo

Lugo

885

1.027

1.222

1.639

1.441

Ourense

Molgas

n.d.

490

n.d.

999

930

Lugo

Mondariz

2.906

2.686

1.992

1.992

1.680

A Coruña

Nosa Señora dos Ánxeles

n.d.

n.d.

170

164

196

Pontevedra

Ponte Caldelas

n.d.

n.d.

n.d.

n.d.

n.d.

Ourense

Verín

412

n.d.

320

638

566

Ourense

Villaza

62

n.d.

n.d.

n.d.

n.d.

Visitantes totales en Galicia

11.838

12.155

11.255

14.387

13.218

Visitantes totales en España

86.015

73.458

85.430

92.187

78.748

% Galicia /España

13,76%

16,55%

13,17%

Fuente: ASEHM 19, 2 (1907); 34, 12 (1924); 38, 12 (1931); 38, 12 (1931).

176 | Un viaje por la historia contemporánea del Balneario de Lugo

15,61%

16,79%


tencia de otros establecimientos de provincias limítrofes y la dejadez y abandono del establecimiento por parte de su propietario (Memoria 1880). En efecto, Dositeo Neira Gayoso encomendó la gestión diaria del Balneario a varios administradores y redujo las reformas al mínimo exigido por sus directores médicos en una época de grandes avances en la tecnología hidroterápica.10 Como resultado, Lugo había perdido posiciones en el mapa balneario gallego. En 1904, descendió al quinto puesto por número de concurrentes (Tabla 4). Las termas lucenses se habían visto superadas por las villas termales de A Toxa y Mondariz y otros balnearios pontevedreses como Cuntis o Caldelas de Tui.11 En conjunto, la apatía y escaso interés de su propietario fue el denominador común de este periodo. En consecuencia, en vísperas de la I Guerra mundial, el Balneario y su hospedería presentaban un estado de abandono relativo y sus deficiencias fueron puestas de manifiesto en el expediente elaborado por el Inspector Provincial de Sanidad por mandato del Gobernador civil de la provincia (Memoria 1912-1916). A raíz de la formación del expediente, se realizaron pequeñas mejoras básicas que solo actuaron como parches y no como solución. La clientela del Balneario lucense no comenzó a mostrar síntomas claros de recuperación hasta la década de 1920, al igual que otros establecimientos de la región. El crecimiento de la demanda le permitió ascender del quinto al cuarto puesto por concurrentes en 1931. Este año el Balneario de Lugo fue declarado Monumento Histórico Artístico, pero Mondariz, Cuntis y A Toxa seguían rebasándolo con creces en cuanto a poder de atracción (ASEHM 1931). La intensa renovación que habían sufrido los establecimientos pontevedreses con el cambio de siglo actuaba como imán. En cambio, Lugo apenas había experimentado reformas importantes en las décadas anteriores a la Guerra civil. La remodelación resultaba necesaria para sobrevivir a los tiempos de creciente competencia y mayores exigencias de la demanda (Fig. 5). Finalmente, y de forma similar a otros balnearios de la comunidad, el hotel entró en una nueva etapa de crisis tras el estallido de la guerra civil y acabó cerrando sus puertas en 1960, aunque mantuvo abierta la instalación balnearia. El servicio hotelero no se volvió a abrir al público hasta mediados de la década de 1980 y la modernización de las instalaciones termales no llegó hasta 1993. 10 Memoria Lugo 1898. Francisco Paredes administró el Balneario a comienzos de la déSuperviviente de varias crisis y algunos cada de 1940, Guía (1942, 1946-47). Véase también Alonso, Vilar y Lindoso (2012: 139). periodos de cierre hoy en día el Balneario 11 Vilar (2011) y ASEHM (Anales de la Sociede Lugo se erige como uno de los establedad Española de Hidrología Médica) 1904 y cimientos de referencia dentro del sector capítulos correspondientes a los balnearios de la provincia de Pontevedra. balneario gallego. Margarita Vilar Rodríguez | 177


Volta da Viña, río, puente y Balneario, ca. 1954. Archivo Juan José Vivanco Puente. AHPL, 34-223.



II. Contexto histórico y social

“Ir ás augas” El tratamiento por las aguas en el Balneario de Lugo Ascensión Sánchez Carrión Médico Hidrólogo. Directora Médica del Balneario Termas Romanas


Resumen Aunque las termas romanas de Lugo se ha venido utilizando desde el s. I d.C. ininterrumpidamente, la llegada de los médicos directores a mediados del S. XIX, fue decisiva para dar un impulso terapéutico-científico a los baños, definiendo tanto sus indicaciones como la forma de aplicación de las aguas. A partir de ahí, el complejo Hotel-Balneario siempre ha evolucionado paralelo a la sociedad del momento, hasta llegar a nuestros días, donde sigue primando su aspecto terapéutico-preventivo.

Introducción Como en toda intervención clínica, el tratamiento termal en el Balneario de Lugo tiene su propia evolución, marcada tanto por el propio proceso histórico de la ciudad doblemente milenaria, como por los proyectos sanitarios dependientes, entre otros, de las administraciones públicas. De esta manera, a lo largo del tiempo, constatamos que los tratamientos prescritos, las técnicas y los procedimientos fueron transformándose y cambiando conforme a las mejoras científicas y necesidades médicas, al igual que observamos las variaciones de la propia tipología y características de los pacientes dentro de la sociedad de cada época. Si en las termas romanas con aguas minerales, la función higiénica y social primaban sobre la terapéutica, en el caso del Balneario era al contrario por la propias características de las aguas mineromedicinales, uso que se puso de manifiesto en la historia contemporánea con las primeras prescripciones para los militares heridos y enfermos durante la guerra de independencia, hasta llegar a nuestros días en donde la combinación de tratamiento preventivo y curativo es fundamental. A lo largo de este capítulo nos centraremos en las principales peculiaridades del Balneario relacionado con las intervenciones de los directores médicos, así como las distintas patologías y procedencias de los pacientes para terminar extrayendo las conclusiones finales que nos darán una visión global desde el punto de vista médico. Ascensión Sánchez Carrión | 181


1. Supervisión y memorias médicas Si bien nos quedan vestigios del uso de estas aguas en el edificio romano, referenciado y explicado en otros capítulos del presente libro, las primeras crónicas aparecen ya en el s. XVI, por ejemplo en la documentación de 1566 en que se menciona la fe en la capacidad curativa de las aguas y su uso por parte de los vecinos del lugar, que también las empleaban como lavaderos, siendo su estado poco menos que ruinoso. Pese a todo, en 1570 el cronista oficial de Felipe II, Ambrosio de Morales, cita el paredón de argamasa, para “estorbar” al río Miño que cubriese los Baños de Lugo, que olían a azufre y comenta que el agua estaba teñida de su color. Un siglo más tarde, en 1679, se publica el que parece ser el primer tratado de hidrología médica en España, Espejo cristalino de las aguas de España por Alfonso Limón Montero, catedrático de vísperas de la Universidad de Alcalá, donde se describen distintas fuentes y baños, y donde ya, explícitamente, habla de “muy excelente las aguas termales de la ciudad de Lugo” (Limón Montero 1697: 325). Parece que hubo un abandono total hasta el último tercio del s. XVIII, en que se acondicionaron para uso de las gentes del lugar. Hasta este momento no se hablaba aún en Lugo de un control médico en la utilización de dichos baños y se siguió sin él, a pesar del real decreto de 1816 que creaba el Cuerpo de Baños, que establecía la asignación de un médico director en los baños más acreditados del Reino, ya que a Lugo no se le asignó ningún director en las primeras convocatorias de oposiciones. La primera referencia a la asistencia médica de los pacientes del Balneario se hace por José Sanjurjo y Mosquera, en 1817, en “Descripción del baño termal de la ciudad de Lugo” (Fig. 1). Sanjurjo y Mosquera era médico titular de la ciudad de Lugo y de sus hospitales militar y civil. Honorario de número de los reales ejércitos de S.M., en su obra hace referencia a cómo se restableció el uso del baño termal por el Dr. Ramón Sánchez de Parga (antecesor de Sanjurjo) y su compañero José Orozco y como se extendió la noticia de las benéficas propiedades de estas aguas por la provincia y por todo el reino. Así aumentó el número de pacientes “bajo el dictamen de profesores de cuya noticia se carece” (Sanjurjo y Mosquera 1817:7). También hace mención ya de los efectos negativos que pueden tener los baños sin control “siendo no pocos los que se meten en el guiado de su capricho, de que frecuentemente, se sigue el empeorarse y aún llegar a perder la vida” (Sanjurjo y Mosquera 1817:7). De los resultados, decía: “resultaron curados muchos y aliviados la mayor parte de los restante” (Sanjurjo y Mosquera 1817: 10). 182 | “Ir ás augas” El tratamiento por las aguas en el Balneario de Lugo


Fig. 1. Portada de la obra del Dr. J. Sanjurxo y Mosquera de 1817.

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A partir de 1835 y hasta la actualidad, el Balneario ha contado siempre con un director Médico responsable de los tratamientos aplicados. En los primeros años, dicho director era designado con carácter político y a partir de 1837 aparecen, periódicamente, las memorias del Balneario de Lugo, ya que todos los directores médicos estaban obligados por ley a redactarlas y remitirlas al Ministerio de la Gobernación, según el reglamento de Baños del 28-V-1817. En las memorias médicas se describen muy distintos aspectos del Balneario, su entorno y la situación socioeconómica del lugar. En casi todas se repasa el estado de los restos arqueológicos, del manantial, de las instalaciones de baños y del hospedaje, las dietas de los bañistas, los honorarios de los baños y del hospedaje, de las reformas realizadas y las que se deberían de realizar, así como se hace un minucioso análisis de la climatología durante la temporada de baños, intentando correlacionar las variaciones meteorológicas de cada temAscensión Sánchez Carrión | 183


porada con la afluencia de bañistas e incluso con la evolución y los resultados de la cura. Obviamente, tienen todas una parte estrictamente médica, con las estadísticas de los pacientes, las enfermedades tratadas y los resultados obtenidos, pero sin duda el factor común a todas ellas, era la denuncia del mal estado de las instalaciones y el poco interés de los distintos propietarios por afrontar las reformas demandadas por los directores para un mayor aprovechamiento de los beneficios del agua y la mejora de las condiciones higiénico sanitarias. El primer director médico del Balneario fue José Jorge de la Peña, natural de Lugo. Fue designado como director interino en 1836 por las autoridades políticas de la ciudad por los méritos contraídos con motivo de la epidemia de cólera, y se mantuvo en la dirección del complejo durante casi 30 año consecutivos. Con su llegada, se estableció la temporada oficial de baños entre el 15 de Junio y el 30 de Septiembre y se separaron los enfermos por sexo, edad y patologías. Durante su dirección y debido al estado ruinoso y lamentable en que se encontraba el Balneario, éste fue expropiado y el nuevo propietario, comprometido a edificar un nuevo edificio, da un impulso a los Baños de Lugo, aumentando, desde entonces, tanto el número de pacientes como el número de publicaciones científicas sobre dichos Baños. Del Dr. De la Peña, se publicaron varias memorias, en la primera de 1844, hace referencia a los cuatro manantiales existentes y sus indicaciones y en la última de 1863, se narran todas las obras realizadas en esos años y cómo aumentó el número de pacientes. El primer director médico en propiedad del Balneario de Lugo fue el doctor Ventura Chávarri (1866-1873), nº 101 del escalafón general de baños y natural de Madrid, graduado de bachiller en filosofía, medicina y cirugía. Fue nombrado director de Lugo sin opositar, por figurar en tercer y segundo lugar en las oposiciones de 1858 y 1856 respectivamente. En sus memorias de 1871, denunciaba que los manantiales no estuvieran cerrados herméticamente, para no sospechar mezcla de agua y pérdida de virtudes curativas de dichas aguas sulfurosas, sódicas. El segundo médico director titular fue Mariano Juan Carretero y Muriel, entre los años 1874 y 1876. Nº 91 del escalafón. Nació en Madrid, donde también se licenció en Medicina, en San Carlos, con la calificación de sobresaliente en todas las asignaturas y siete premios extraordinarios entre bachiller y licenciatura. Se licenció en 1857 y se doctoró en 1858, opositando ya en la convocatoria de ese mismo año. Fue fundador de la Sociedad Española de Hidrología, de la que fue vicepresidente, siendo también académico numerario de la Real academia de Medicina. 184 | “Ir ás augas” El tratamiento por las aguas en el Balneario de Lugo


Existen dos memorias suyas, correspondientes a los años 1874 y 1876, y en ésta última critica que los manantiales estuvieran al descubierto, lo que les hacía perder temperatura y propiedades terapéuticas por el contacto con el oxígeno del aire. También es de resaltar que por primera vez recoge y refleja las temperaturas de los manantiales en grados centígrados. Parece ser que hubo un tercer titular del cuerpo, Gregorio Zaldúa y García, Nº 113 del escalafón, natural de Avilés y doctorado en Madrid en 1844. Tras el concurso libre del 1874 y distintos destinos en propiedad, fue destinado en comisión a Lugo en Noviembre 1876, siendo anulado su nombramiento a los dos meses. El siguiente médico director del cuerpo de Baños, fue José Hilarión Rugama de la Sierra, entre 1877 y 1893. Nº157 del escalafón, natural de Solorzán y licenciado en Valladolid. También figura como cofundador de la sociedad española de Hidrología Médica, de la que fue vocal. Hay numerosas memorias suyas y muy extensas. Sobre todo, en las primeras, se queja de que el propietario admitiera pacientes fuera de la temporada oficial y en las siguientes comenta las reformas necesarias y las realizadas, tanto en el Balneario como en la hospedería. En 1894 fue médico director interino, Pedro Gasalla González, que había ejercido como asistente en el Balneario y que publicó sus memorias junto con el análisis de José Casares. El quinto médico director titular fue Desiderio María Varela y Puga, Nº 124 del escalafón del cuerpo, natural de san Juan de Carballo. Licenciado en Medicina en Santiago con sobresaliente y tras opositar en 1874, pasó por distintos balnearios, hasta llegar a Lugo en 1895, donde estuvo hasta 1897. De sus memorias, destacar que, con la limpieza de los manantiales, se descubre que no existen los cuatro identificados anteriormente, sino que solamente existe uno que alimenta a los demás y que coincidiría con el pozo romano existente aún en la actualidad En 1898, el director titular, fue Eduardo Palomares, natural de Granada, quien hace una exhaustiva explicación de los efectos del agua en bebida. Arsenio Marín Perujo, natural de Logroño, fue el siguiente director titular entre los años 1899 y 1901. Fue director también de otros muchos balnearios y profesor de la facultad de Madrid, destacando por ser buen higienista. Sigue haciendo referencia a las obras de reforma de las instalaciones balnearias. Las siguientes memorias, ya quinquenales, publicadas en 1910, pertenecen al director titular Ramón Llord y Gamboa, donde se siguen expresando las necesidades de mejora de las instalaciones, a pesar de que en 1905 se terminaron las obras del edificio del Balneario. Ascensión Sánchez Carrión | 185


La última memoria publicada y conservada, corresponde al quinquenio 1912-1916, por el nuevo director titular Manuel Martí Sanchis. Hace un repaso de todas las publicaciones existentes y hace una larga exposición de las propiedades y acciones del agua en el organismo, así como describe explícitamente, la forma de tomar el agua en bebida. Aunque ya no se conservan más memorias médicas del Balneario, sí se ha podido documentar, como hemos visto, el los nombres de todos los directores médicos de Lugo hasta la actualidad (ver apéndice final). Desde 1974 y tras quedar vacante, no vuelve a haber director médico perteneciente al Cuerpo de Baños y el Balneario es dirigido, oficialmente, por dos médicos de Lugo de forma interina. No será hasta 1985, cuando sea la dirección del Balneario quien decida el médico director. Hay que destacar que, desde entonces, el Balneario siempre ha intentado mantener un médico con la especialidad de Hidrología médica.

2. Técnicas y tratamientos Obviamente, no podemos, ni debemos juzgar científicamente, las indicaciones y tratamientos del pasado desde nuestro punto de vista contemporáneo, en donde los avances clínicos, quirúrgicos y terapéuticos, pueden hacer desmerecer cualquier uso termal a lo largo de la historia, pero si aproximarnos a los cambios sufridos en su propia evolución. Según las instalaciones que aparecen descritas, desde un principio, el uso terapéutico de las aguas estaba ligado casi exclusivamente a los baños, si bien su ingesta también debería contemplarse. Así, de los restos existentes, se deducen baños comunes, fundamentalmente calientes, en tiempos de los romanos. Limón Montero los describe como “un estanque descubierto de piedra labrada” (Limón Montero 1679:326) y hace ya la primera aproximación a sus indicaciones “útiles para la cura de muchas enfermedades, especialmente, dependientes de humores fríos” (Limón Montero 1679: 326). Ya en el último tercio de S. XVIII “se enajenaron a un particular, que los cercó, los limpió e hizo un estanque de piedra con capacidad para 20 personas y tres baños individuales” (Alonso Álvarez, Lindoso Tato y Vilar Rodríguez 2011: 345). Sanjurjo, en su primera obra, ya nos habla de la cura termal y las indicaciones médicas de las aguas: “su agua caliente, mineral, ha sido tenida por la antigüedad por sulfuraría y útil para las enfermedades de frialdades” y “llamadas por Berman aguas hepáticas, muy recomendables en las enfermedades de la cutis, de los pulmones, en las parálisis y varias otras afecciones” (Sanjurjo y Mosquera 186 | “Ir ás augas” El tratamiento por las aguas en el Balneario de Lugo


1817: 8 y 12). Lo que resulta aún más interesante es su descripción de las patologías más frecuentes por las que eran tratados los soldados que ocupaban un barracón, con sesenta y tres camas, anexo a los baños, dónde podemos ver que la lista de enfermedades es de lo más variopinta, a la par que muy completa: dolores crónicos, reumáticos, venéreos, tofosos y con exostosis, anquilosados, con dolores isquiáticos, paralíticos, con úlceras de mal carácter, fistulosas, sarnosos, erupciones herpéticas, indisposiciones interiores, afecciones histéricas y heridas de guerra. A su llegada, se les preparaba de antemano y se les prescribía el número de baños que debían tomar, siempre de manera prudencial y vigilando los efectos que iban notando. En total, en el año 1813 pasaron por el Balneario 441 soldados, la mayoría de los cuales acabaron recuperados. También expone su experiencia citando 20 casos clínicos, en los que la aplicación de los baños era entre 12 y 26 días y deja reflejado que en su mayoría eran procedentes de Galicia y el Bierzo. En 1844, se describen cuatro manantiales existentes y sus indicaciones específicas, posiblemente debidas a las pequeñas diferencias de temperatura que presentaban: tumores fríos, úlceras de difícil cicatrización y heridas de arma de fuego para la primera surgencia, la segunda era muy útil en fístulas escrofulosas y en la gota, parálisis, cólicos, ciáticas y sarna crónica. La tercera era indicada para sífilis y neuralgias y la cuarta, se empleaba, sobre todo, en lo vicios herpéticos, leucorrea, gonorrea y clorosis. Estos baños no debían de tomarse más allá de ocho o diez días y el número total de agüistas en esa temporada fue de 600, la mayoría de ellos ambulantes, que provenían sobre todo de Galicia, León y los menos de Asturias. Tras las reformas iniciadas por el nuevo propietario, en 1848 ya existía una piscina de piedra de sillería, encima del manantial principal, para 24 bañistas a 33ºR., otra a 26ºR para otros tantos bañistas y 6 baños individuales, además de una fuente para beber. El agua debía beberse en ayunas, sola o, en algunos casos, mezclada con leche. En ese año se atendieron a 513 pacientes, la mayoría “reumáticos, herpéticos bajo muchas de sus variadas fases y úlceras escrofulosas, también tumores fríos y neuralgias fijas” (Meijide Failde 1996: 51) y se pone ya de manifiesto el tratamiento con chorros, además de los baños. Al año siguiente, además de las dos piscinas anteriores, ya hay 14 baños para una o dos personas y la casa de baños contaba con 50 habitaciones para hospedar a casi 200 personas. Como es lógico, con las mejoras de las instalaciones aumentó considerablemente el número de pacientes y en el año 1861, ya se atendieron a 1222 personas (674 hombres y 548 mujeres) incluidos los pobres de solemnidad, cuyos gastos eran sufragados por la Diputación ProAscensión Sánchez Carrión | 187


vincial. Las patologías tratadas eran parecidas a las mencionadas anteriormente: reumáticos, herpéticos, úlceras, sobre todo escrofulosas, traumatismos, gota, tumores blandos, parálisis incompletas y en menor número, epilepsias, amenorreas, hemorroides, hepatitis crónicas, dispepsias, amaurosis, oftalmías, enajenación constante, Baile S. Vito, aneurismas…. Y una buena parte de los agüistas acudían para “cura confirmatoria o de reiteración de baños y agua para curación completa o prevención” (De la Peña 1861: 3). La duración de los tratamientos estaba establecida alrededor de los 11 días, administrándose 13.431 baños y bebiéndose 17.094 cuartillos de agua. De los pacientes tratados, más del 50% mejoraron notablemente, el 23% obtuvo una mejoría importante y el 20% curaron, estando el director médico muy satisfecho con los resultados obtenidos en el tratamiento de la tuberculosis por medio de semibaños y agua en bebida. Quizás, reflejo de la sociedad, los baños individuales se fueron ocupando por los bañistas más adinerados, mientras que las piscinas generales, quedaban para los menos pudientes. Esta diferencia entre enfermos se ve más marcada con la nueva construcción, en 1863, de 2 piscinas comunes cubiertas, en el exterior del edificio, para los pobres de ambos sexos, cuya finalidad era “evitar al público el doloroso y repugnante espectáculos de las dolencias de la miseria” (De la Peña 1863:9), aunque también sirvió para aislar el manantial templado y así poder rebajar la temperatura de los baños según las necesidades. Se adquirieron, también 2 bañeras de mármol y se consiguió elevar el agua por medio de una bomba para poder dar chorros y en ese mismo departamento se colocaron las duchas de lluvia. En ese año pasaron por el Balneario 1337 enfermos, dándose 14.487 baños y 35.000 vasos de agua. Las patologías vistas eran prácticamente las mismas y, salvo un 4% de los pacientes, que permaneció sin cambios, el resto mejoraron todos. Las reformas se prodigaron y ya en el 1871, el Balneario contaba con 18 bañeras, de mármol, loza y granito en habitaciones individuales, aunque en muy malas condiciones higiénicas para los bañistas. Detrás de esa galería de baños había 2 piscinas espaciosas para 10 ó 12 personas y había también una sala de chorros. Tras no pocas protestas del director médico por no aprovechar los gases desprendidos por los manantiales, se construyó también una sala de inhalaciones, que parece tampoco reunía las condiciones adecuadas. Aunque seguía tratándose un gran número de enfermedades, Chávarri, en esa época ya deja ver la preferencia por algunas indicaciones, de las que destacaba: en primer lugar, las enfermedades crónicas de la piel y los catarros crónicos de vías respiratorias; en segundo lugar, los reumatismos crónicos, bien articulares, musculares o nerviosos; y en tercer lugar, las enfermedades quirúr188 | “Ir ás augas” El tratamiento por las aguas en el Balneario de Lugo


gicas y las amenorreas. Las técnicas utilizadas para su tratamiento eran: bebida, baños generales ó locales, chorros, duchas, lociones, fomento, gargarismos, inyecciones e inhalaciones para aprovechar sus principios gaseosos. En este momento se mencionan cuatro manantiales que manaban a distinta temperatura, entre los 35 y los 26ºR., por lo que ya, según las necesidades de cada paciente, se podían aplicar baños templados, calientes o muy calientes, pero, a pesar de ello, seguían las críticas por parte de la dirección médica por las malas instalaciones del sistema de tuberías y no poder enfriar los baños adecuadamente. Se aplicaban durante 25-30 minutos. En 1871 se bañaron 1359 personas, la mayoría pertenecientes al grupo de reumáticos y herpéticos, obteniéndose una curación de 666 pacientes, una atenuación de los síntomas en 561, sin apreciarse ningún cambio en el resto. La mayoría de los pacientes procedían de la provincia de Lugo, seguidos de A Coruña, León y Asturias, así como los primeros procedentes de Madrid, debido al desarrollo de las comunicaciones, sobre todo ferroviarias. También destacar que el complejo hotelero seguía con su remodelación y modernización y ya podía hospedar a 200 personas de forma cómoda y en condiciones higiénicas adecuadas. Cinco años después, se construyeron 4 departamentos con 16 gabinetes de baños, independientes cada uno de ellos y con bañeras de mármol, azulejo o granito y con 2 surtidores cada una de ellas, uno caliente y otro frío, lo que hizo que ya se pudieran aplicar los baños templados, entre 26 y 30ºC, calientes de 33 a 37ºC y muy calientes, de 38 a 44ºC, durante 20-45 minutos los calientes, siendo los demás tipos de más corta duración y se daban entre 9 y 21 sesiones. El uso del chorro era ya más extendido y se usaban como excitantes o sedantes en la zona doliente o revulsivo en la región distante al mal. Podían ser de lluvia, delgados, gruesos, fríos, calientes, a mucha o poca presión. Además, se utilizan las aguas en forma de inyecciones, fomentos, gargarismos, inhalaciones y pulverizaciones. La dirección médica seguía reclamando mejoras, sobre todo, en la sala de pulverizaciones e inhalaciones y en la sala de chorros para un mejor aprovechamiento de los mismos, así como la construcción de un aljibe que permitiera disminuir la temperatura del baño. Atendiendo a estas necesidades, en 1882, se construye una sala de pulverizaciones, con “cuatro mesitas de mármol con tres aparatos articulados para duchas filiformes y un pulverizador directo” (Meijide Failde 1996: 56). Durante esta década las patologías atendidas seguían en la misma línea que en años anteriores, citándose en el año 1881, 58 tipos diferentes de enfermedaAscensión Sánchez Carrión | 189


des que habían presentado los pacientes que acudieron al Balneario. La afluencia alcanza los 1000 pacientes y se albergaban en el mismo Balneario más de la mitad de los bañistas, siempre separados por clases, de primera, segunda, tercera y los pobres, reclamándose, en varias ocasiones, una salida independiente de los pacientes de primera y segunda de los de tercera y los pobres. En cuanto a los tratamientos, las aguas seguían aplicándose en forma de baños, chorros, duchas, pulverizaciones y en bebida, durante 9-12 días y en la mayoría de las enfermedades se observaba un buen porcentaje de mejorías y no pocos casos de curación, y se hace referencia a la cuarentena después de terminar el tratamiento, en la cual, el número de mejorías podrían aumentar ya que 9 o 12 días son pocos para evaluar la evolución de la enfermedad. En la década siguiente, la de 1890, el Balneario, aunque sigue con las reformas, éstas siguen siendo insuficientes, lo que unido a las circunstancias sociales del momento, hace que se inicie un declive en el número de pacientes. A pesar de ello, en 1897, el Balneario contaba con 20 bañeras de mármol, azulejo y granito, una sala de duchas con la escocesa, la circular, un baño de asiento con chorro vaginal y rectal y una sala de pulverizaciones con cuatro aparatos. También contaba con una sala de inhalaciones sobre una piscina situada en el centro del patio, que se había considerado hasta entonces como manantial. Fuera del establecimiento se encontraba la piscina de los pobres en no muy buenas condiciones higiénicas. Es en ese mismo año de 1897, cuando Varela reduce el número de indicaciones: reumatismos crónicos, por lo que acudían el mayor número de pacientes, afecciones de la piel, escrofulosis, sífilis, linfatismo, catarros de vías respiratorias y vesicales, afecciones quirúrgicas y endometritis. Resultando al final del tratamiento, aliviadas la mayoría de ellas, aunque refiere que los peores resultados se obtienen con la sífilis. Ya inmersos en el s. XX, el número de pacientes por temporada continúa por debajo de los 1000, si bien es verdad que realmente son más, tal como se deduce de las múltiples quejas transmitidas al propietario por parte de todos los directores médicos por dejar entrar a gran cantidad de pacientes fuera de temporada. Igualmente constatan que las instalaciones siguen siendo defectuosas, sobre todo, las destinadas a los pobres, donde se insta a cambiar las bañeras de granito por mármol, para una mejor limpieza y la sala de duchas queda reducida a las formas de chorro y regadera, no pudiéndose utilizar la ducha circular por no tener agua fría, ni las estufas que, aunque habían contribuido a mejorar los resultados de los tratamientos respiratorios, no conseguían alcanzar temperaturas suficientemente elevadas. 190 | “Ir ás augas” El tratamiento por las aguas en el Balneario de Lugo


En el año 1905 terminan las obras y en las últimas memorias publicadas (quinquenio 1912-1916) el Balneario tiene una estructura física muy parecida al que conocemos en la actualidad, con una galería de baños conformada con 16 bañeras individuales (4 de primera clase de mármol, 6 de segunda con pilas de azulejos y 6 de tercera con baños de granito) postergándose el uso de las piscinas. En el patio se encontraban los dos manantiales cubiertos por los gabinetes de inhalaciones, (donde también había diferencia entre los pacientes de primera y segunda) con estufas y agua en bebida, además de otro gabinete para tres pulverizaciones y duchas. Al igual que las instalaciones, las indicaciones y tratamientos también nos empiezan a ser más familiares y cercanos a las prescritas hoy en día. De este modo,”las afecciones en que están indicadas estas aguas son, especialmente, el artritismo en su forma reumática, los catarros de las vías respiratorias y las dermatosis de carácter tórpido” (Martí Sanchis 1917:108), sin olvidar que son de las que tienen una acción profiláctica en mayor grado por nutrir al organismo de distintos iones: hierro, calcio…y tener una acción depurativa orgánica de todas las secreciones. En cuanto a los tratamientos, se realizan en bañeras con agua a distintas temperaturas según las enfermedades, y con unos tiempos estipulados entre 10 y 30 minutos, aunque llama la atención que se utiliza bastante los baños templados (por debajo incluso de los 30º C) y que a veces se asocien ya con los masajes en el agua o las corrientes eléctricas. En la patología respiratoria se utiliza las inhalaciones, las estufas y las pulverizaciones principalmente y el agua en bebida se asocia en prácticamente todos los tratamientos realizados. Igualmente, quisiera resaltar el hecho de que en el tratamiento para los pacientes más debilitados no se aplicaba ninguna técnica especial, sino, simplemente consistía en su permanencia durante un tiempo determinado en la propia galería de baños En el quinquenio anteriormente referido se atendieron a 5171 pacientes, de los cuales más del 56% acudía por reumatismos, el 24,5% por enfermedades del aparato respiratorio y el porcentaje restante se lo repartían las demás afecciones, entre ellas, enfermedades del sistema nervioso, de la piel, la gota, la sífilis y las alteraciones del aparato digestivo, sin excluir el 3,3% de las profilaxis genéricas. En cuanto a los resultados, los grupos de respiratorio y reumatismo son los que atesoran un mayor porcentaje de curación, aunque todos los grupos presentan una mejoría en sus afecciones, lo que encontramos referenciados en las memorias como “aliviados”. Ascensión Sánchez Carrión | 191


En cuanto a la procedencia de los pacientes continúa la misma línea que en toda la historia del Balneario. El mayor número los recibe de Lugo y provincia, seguido de Coruña, León, Madrid y Oviedo, siendo la duración de los tratamientos entre 8-10 días y albergándose en el hotel alrededor de 600 pacientes por temporada. Realmente estas cifras no empezarían a recuperarse hasta la segunda década del siglo XX, y se mantuvo “estable con entre 1300-1500 agüistas por temporada, durante prácticamente todo el siglo XX” (Meijide Failde 1996: 61), a pesar de que en 1957 se cerró el hotel y la mayoría de los pacientes se alojaban en distintas casas cercanas del Barrio del Puente. Es a partir de 1980, con la entrada del nuevo propietario, Antonio Garaloces Paz, cuando el Balneario da un giro radical gracias a su actitud emprendedora y se empiezan a realizar obras y reformas que nos llevan al complejo hotel-balneario actual, cuya completa remodelación aún no ha sido finalizada. En 1985 se reabre el hotel, y la temporada de baños se amplía desde febrero a diciembre. Las principales reformas se realizaron en el patio interior, que se cubre con una bóveda acristalada, aislándose el manantial y configurándose como zona de recepción a los pacientes. En este mismo patio se instaló la fuente de bebida, pues anteriormente, el agua para beber se sacaba directamente del manantial con un cazo (Fig. 2), quedando separada la zona de tratamiento respiratorio, que se distribuyó en dos salas dotadas de inhalaciones naturales, pulverizaciones, nebulizaciones, aerosoles y duchas nasales. La zona de la galería de baños, permaneció con su estructura original con 4 departamentos, con cuatro bañeras individuales en cada uno de ellos (en dos aún se conservan las bañeras de mármol), una sala de chorros y una sala con ducha circular, excepto en uno que tiene dos duchas Vichy en vez de ducha circular, y en otro departamento en el que se habilitó una estancia para maniluvios y pediluvios. En 1988 se amplió la zona de Balneario, con una nueva una sala para aplicar los parafangos y otra para fisioterapia, y en año 1996 se inauguró la actual piscina termal. A finales de los años 90 se inició una reforma del hotel con la construcción de un nuevo edificio anexo al anterior, con 3 plantas para las habitaciones y una primera planta que alberga una zona con salas individuales de masajes y estética, otra sala de chorro y ducha de columnas y un circuito termal dotado de saunas seca y húmeda, jacuzzi, piscina de relax y sillones calientes, destinado fundamentalmente, a los nuevos clientes que acuden al Balneario por relax y ocio, que fue inaugurada en el año 2003. 192 | “Ir ás augas” El tratamiento por las aguas en el Balneario de Lugo


Fig. 2. Foto de la fuente del cazo (pozo-arqueta romana). El progreso, 1987-07-06.

Fue desde esta época que comienza en el 1985 cuando el número de pacientes aumenta progresivamente, llegando a superar los 3000 en la década de los 90, a lo que contribuyó, sin duda, la puesta en marcha del programa de Termalismo Social, implantado en el año 1989 y al que muy pronto se incorporó el Balneario. En la actualidad, el Balneario sigue con la misma estructura. Obviamente, no hay diferencias de tipo adquisitivo ni de sexo entre los pacientes a la hora de adjudicarle el departamento de baños, aunque sí, en el año 96, existía un departamento solo para hombres (atendido por un auxiliar masculino), que fue evolucionando hasta llegar a los cuatro departamentos mixtos, donde la totalidad de auxiliares son mujeres. Ascensión Sánchez Carrión | 193


Las indicaciones médicas del Balneario, quedan prácticamente reducidas a tres grandes grupos: las afecciones reumatológicas, las enfermedades respiratorias (y ORL) y las afecciones dérmicas. Con lo que respecta al número de pacientes, se mantuvo entre 3000 y 3500 durante toda la década de los 90 y comienzo del 2000, así en el 2004 hubo 3395 pacientes, comenzando un pequeño descenso que nos lleva a un total de 2499 pacientes tratados en el año 2014, a los que deberíamos añadir un buen número de clientes que acuden por un espacio reducido de tiempo (uno o dos días) que no consideramos que realicen cura termal. La gran mayoría de los pacientes acuden por decisión propia, aconsejados por amigos o familiares, por lo que han oído o por lo que han indagado o visitado en Internet, siendo realmente pocos los que acuden por consejo o prescripción de su médico de cabecera o especialista. A diferencia de lo reflejado en todas las memorias anteriores revisadas y analizadas, donde predominaban los hombres, desde los años 80 del siglo XX, son las mujeres las que predominan alcanzando ya un 65-70% del total, mientras que los hombres suponen un 30-35%, manteniendo esta tendencia a lo largo de los últimos años. Este cambio posiblemente sea debido a la diferencia con las patologías que se veían en los siglos XIX y principios del XX y donde, además acudían muchas lesiones de arma de fuego y sus secuelas, mientras que hoy en día la patología más frecuente es la artrosis, que, a su vez, es más frecuente en las mujeres. En cuanto a la edad, la inmensa mayoría de los pacientes superan los 60 años, observando un cambio en la evolución de los grupos de edad asociado, innegablemente, al aumento de la esperanza de vida de la población española en general, por lo que pasamos del grupo predominante correspondiente a los 61-70 años reflejado en los años del periodo de 1989-91, a que en los últimos años el grupo predominante se sitúa en los 70-80 años de edad, y en el que más de un 17% tienen más de 80 años. Como curiosidad en el 2014 se albergó a la paciente más longeva del Balneario con 100 años. Significativamente, la característica que permanece constante a lo largo de los años es la procedencia de los pacientes que, sucesivamente, siguen acudiendo en primer lugar de la ciudad de Lugo y su provincia, seguidos del resto de Galicia, León, Asturias y Madrid, si bien, esta última procedencia fue la que más creció (pasando de un 5% en los años 89-90 a un 15% en el año 2008) superando a León y Asturias. Pero, prácticamente, todas las comunidades tienen representación entre los pacientes del Balneario. En el año 1996, del total de pacientes, el 50% pertenecían a algún grupo de termalismo social (IMSERSO o Xunta de Galicia) y el otro 50% a particula194 | “Ir ás augas” El tratamiento por las aguas en el Balneario de Lugo


res, bien ambulantes o bien alojados en el hotel, y éstos porcentajes también van variando a favor de los pacientes del grupo de termalismo social, que en el 2008 ya representaba el 67,25% y en el 2014 el 82,39%, alojándose en conjunto en el hotel el 83,31% de los pacientes que acudieron a realizar algún tipo de tratamiento ese año. Por patologías, desde las últimas memorias de 1800 y primeras de 1900, que ya empezaba a destacar la patología reumatológica, sigue inalterable; las patologías que con más frecuencia se tratan en el Balneario son las afecciones reumatológicas, seguidas de las respiratorias /ORL y, a mucha más distancia, las enfermedades de la piel. La patología reumatológica sigue representando en torno al 70% de los pacientes, pero sí observamos un aumento considerable de la patología respiratoria, pasando del 8,5% en los años 89-91, a un 17,8% en el 2004 y algo más de un 42% en el 2014. Ello se debe, independientemente de que hayan aumentado dichas enfermedades, a que la mayoría de los pacientes que vienen a hacer tratamiento reumatológico aprovechan también para realizar el respiratorio, en muchos casos, profilácticamente. La patología dermatológica representa en torno al 0,5% desde hace muchos años. Dentro de la patología reumatológica, la más frecuente es la artropatía degenerativa o artrosis, de cualquier localización, aunque habría que destacar la de columna vertebral, seguida muy de lejos de las artropatías inflamatorias, de partes blandas y osteoporosis. Respecto a la patología respiratoria/ORL, las más vistas son la bronquitis crónica y faringitis, seguidas de la sinusitis. Y sin lugar a dudas, la psoriasis es la patología más vista dentro de dérmica. Afortunadamente, en los resultados observados, constatamos un gran número de personas que mejoran en sus dolencias. Así en el último año, de todos los pacientes que acudieron a realizar tratamiento reumatológico, al final de la cura el 76,1% refería haber tenido una mejoría moderada, el 4,7% una mejoría importante, el 18,9% permaneció igual y el 0.3% empeoró (Fig. 3). En la patología respiratoria, es más difícil valorar la evolución al final de la cura, pero sí es importante señalar que un buen número de pacientes, repiten la cura por referir un menor número de recaídas, menos tomas de antibióticos y menos ingresos hospitalarios por reagudizaciones de bronquitis crónicas. A modo anecdótico diré que en el Balneario septiembre es “el mes de respiratorio”, cuando acuden la mayoría de los pacientes, sobre todo, de Lugo capital y alrededores, después de pasar las vacaciones en la playa y para afrontar mejor el invierno, siendo muchos de ellos profesionales de la educación. Ascensión Sánchez Carrión | 195


Fig. 3. Resultados cura termal en pacientes reumatológicos. Fuente propia Empeoramiento 0,3% Mejoría importante 4,7%

Sin mejoría 18,9%

Mejoría moderada 76,1%

Fig. 5. Tratamientos aplicados en el año 2014. Fuente propia 18000 16000 14000 12000 10000 8000 6000 4000

Maniluvios

Baño en piscina

Agua en bebida

Baño burbujas

Ducha circular

Fisioterapia

Masaje

Chorro

Parafangos

Ducha nasal

Nebulizaición faríngea

Pulverización faríngea

Aerosoles

Inhalación automática

Inhalación de vapor

Pediluvios

0

Baño

2000

Fig. 4. Sesión de chorros. Foto Balneario de Lugo.

196 | “Ir ás augas” El tratamiento por las aguas en el Balneario de Lugo


Ascensiรณn Sรกnchez Carriรณn | 197


Las técnicas más empleadas son la asociación de chorro y baño en bañera o piscina. En los primeros tiempos, tras la apertura de la piscina y en los pacientes repetidores, había cierta reticencia a cambiar el baño individual por la piscina, pero poco a poco, hablando entre ellos y notando que los efectos son los mismos, hoy en día son pocos los que demandan bañera, por ser más fácil el acceso a la piscina, por la mayor posibilidad de realizar ejercicios y porque, desde mi punto de vista médico, el efecto psicológico es mucho mayor por los grupos que se forman. Eso sí, los que van a bañera siguen prefiriendo las de mármol. De todas formas, debo plasmar que la “técnica reina” del Balneario sigue siendo el chorro; hay un buen número de pacientes que acuden año tras año a tomar 9 chorros “bien calentitos y lo más fuertes posible” y la mayoría van asintomáticos, simplemente para prevenir y en agradecimiento de lo bien que le fueron en su día para sus dolencias, sobre todo, lumbalgias. Obviamente, desde consulta, siempre que no haya contraindicación, se concede la petición. En total el pasado año, se dieron 16823 chorros (Fig. 4). En la patología respiratoria, lo habitual es que se les prescriba 2 o 3 técnicas, dependiendo de la patología por la que acudan, pero la técnica que más se prescribe es la inhalación simple, en la que se inhalan los gases procedentes directamente del agua del manantial. En cuanto al agua en bebida, igual que se refleja en muchas de las memorias revisadas, la prescribimos a la mayor parte de los pacientes, salvo que exista alguna contraindicación, habiéndose prescrito casi 16.000 vasos en el 2014 (Fig. 5). La media de sesiones tomadas es de 11 días en los pacientes del programa del IMSERSO, mientras que los que acuden por su cuenta, llegan a los 9 días la mayoría. Si bien el aumentar o disminuir en una sesión el tratamiento de termalismo establecido no tiene una incidencia relevante desde el punto de vista médico, sigue siendo muy difícil que los pacientes asuman de buen grado la prescripción de un número par de sesiones, por la tradición de los novenarios de los baños y porque, según dicen, siempre “deben ser impares para que sienten bien”. Una de las características del actual Balneario es la fidelización contrastada del paciente, ya que todos los años repiten su estancia entre un 50 y un 60% de los pacientes, en gran medida debido a los indudables beneficios obtenidos por las aguas y por otra parte, gracias a disfrutar de una agradable estancia en el hotel, tanto por sus instalaciones como por el trato recibido. Igualmente no debemos olvidar al 2,71% de los pacientes que acudieron al Balneario en 2014 por ocio y/o relax en su tiempo libre o periodo de vacaciones, personas 198 | “Ir ás augas” El tratamiento por las aguas en el Balneario de Lugo


que optan por el cuidado de la salud física y psicológica, gracias al componente terapéutico del termalismo, como al bienestar personal que proporciona la interacción con el medio natural y goce turístico y cultural que permiten las múltiples actividades que se pueden realizar desde el mismo.

3. Conclusiones Aunque la lista de indicaciones ha ido disminuido paulatinamente respecto al s. XIX y XX, debido a los avances médicos y a la aparición de la antibioterapia, continúan siendo tres las principales indicaciones vigentes en la actualidad: las enfermedades reumatológicas, las enfermedades respiratorias /ORL y las dermatológicas. Las patologías tratadas con más frecuencia son la artropatía degenerativa, bronquitis crónica y faringitis siguiéndolas a una gran distancia la psoriasis, manteniéndose el número de sesiones de baños que aplicamos, por término medio, durante toda la historia del Balneario. La necesidad de mejora continua de las infraestructuras tanto del Balneario como del hotel, es una constante a lo largo del tiempo, persistiendo la complementariedad y una obligada sincronía de ambas para alcanzar el éxito perseguido en el tratamiento y bienestar del paciente. El Balneario, desde un principio, está tan ligado a la propia ciudad de Lugo, que precisa y requiere una constante adaptación a las necesidades y demandas de la propia sociedad lucense. Así, la procedencia de los pacientes es prácticamente la misma desde hace más de 100 años, siendo mayoritariamente de origen local. Desde el principio del termalismo, el componente terapéutico y social se complementan, aunando salud y bienestar a partes iguales, con un efecto socializador que los distingue de cualquier otro procedimiento curativo. Si bien, el termalismo cuenta con una muy importante evolución histórica asociada a la salud y al bienestar de la población, precisa de un aumento cuantitativo y cualitativo del número de investigaciones sobre el mismo, que nos puedan conducir no sólo a abrir nuevas posibilidades, sino a aprovechar las potencialidades de estas aguas que nos permanecen ocultas.

Ascensión Sánchez Carrión | 199


Lugo. Paisaje del MiĂąo.

A Tolda. ca. 1915. Postal de la colecciĂłn de M.U. Barrio.



II. Contexto histรณrico y social

Los caminos histรณricos y la Ponte Vella en el entorno del Balneario de Lugo Manuel Durรกn Fuentes Dr. Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos

202 | Las aguas del balneario


Resumen La red viaria para un país es una infraestructura fundamental ya que por ella circulan la cultura, las gentes, el comercio y, en ocasiones, la guerra y la destrucción. La historia nos enseña que su construcción está vinculada, entre otras cosas, al desarrollo de la vida urbana y del comercio, bases sobre las que se asentaron las primeras grandes culturas. A los senderos prehistóricos de seguimiento de la caza o la búsqueda de agua les siguieron los caminos terrestres, las vías fluviales y las rutas marítimas de las que se tienen constancia desde tiempos protohistóricos. En este caso se tratará de las vías terrestres de comunicación como vectores fundamentales del devenir histórico y económico de una zona concreta como la ciudad de Lugo y su entorno, situando la atención en un lugar concreto como es la zona de las aguas termales en la orilla izquierda del Miño, al pie de la ciudad, paraje en el que se ubica el Balneario de Lugo y muy cerca del antiguo puente romano construido a unos 200 metros aguas arriba.

1. La red viaria prerromana y romana en el entorno de Lucus Augusti Si se plantea este tema desde un punto de vista cronológico habría que empezar a hablar de los emplazamientos y caminos prehistóricos del entorno de la ciudad de Lugo. Es posible, pues no existe una prueba fehaciente que lo confirme, que la posterior ciudad romana se asentara sobre este enclave bordeado por A Terra Chá, el río Rato, Fervedoira y el Miño poblado con gentes pre-romanas por sus buenas condiciones topográficas, agrícolas e hidrológicas. Sí está documentada la presencia de gentes castrexas en numerosos asentamientos, algunos anteriores a la llegada de Roma y otros con una ocupación coetánea con la ciudad de Lucus Augusti. Este territorio prerromano y castrexo tuvo sin duda unas redes viarias de interconexión entre los espacios habitados –facilitados por ser de una misma tribu, quizás la de los Capori– y los terrenos de cultivo, zonas de aprovisionamiento de productos y materiales y las riberas del río Miño. Son unas infraestructuras muy difíciles de detectar pues sus trazados o han sido borrados por la posterior actividad humana, o han sido ocupados por caminos Manuel Durán Fuentes | 203


posteriores. Al conocer la rueda quizá empleasen un tipo de carro muy sencillo similar al “carro del país” para el transporte de los productos agrarios, minerales y materiales constructivos. Los caminos serían también similares a las ‘corredoiras’, de una anchura no superior a los 2 metros asentados sobre el terreno natural y solo pavimentadas con piedras irregulares en los tramos de fuerte pendiente o humedad. A partir de una época indeterminada los pasos sobre los ríos se ejecutarían con losas de piedra asentadas sobre unas pilas del mismo material, con luces que no superarían los 2 metros pues las piedras, que no resisten esfuerzos de tracción, romperían por el medio. Su altura sería reducida pues la simple acumulación de piedras para formar la pila no les permitía hacer pasos elevados. Serían similares a las pontellas o poldraos que se conservan en todo el territorio de Galicia (Fig. 1). Para el paso de personas solo era necesario asentar unas piedras más o menos regulares sobre el lecho del río, en un tramo donde fuese lo suficientemente ancho para que el calado de las aguas medias fuese el más pequeño posible. La abundancia de poblados castreños en el entorno de Lugo generó una densa red de caminos en la zona, a pesar de que el cruce del río Miño se tendría que realizar en barcas pues en esa época no había la ingeniería para construir un puente salvo las sencillas pontellas. En caso de existir una estructura de este tipo, debido a su baja altura, solo sería utilizable en las épocas de caudales reducidos del río. Hay que esperar a la llegada de Roma y a la conquista de estos territorios en tiempos ya imperiales de César Augusto. Traen consigo su cultura, su modo de vida, su economía y su ingeniería, que fue parte esencial de su proyecto de conquista, colonización y permanencia duradera en los territorios dominados. En sus obras viarias reflejan la técnica y experiencia constructiva aprendidas de otras culturas más antiguas, que les sirvieron de base para avanzar en su propia tecnología. La nueva ciudad se convirtió en el siglo I d.C. en un importante nudo viario y capital de uno de los conventos jurídicos del noroeste de la Península Ibérica. A ella llegaba la vía nº 19 del Itinerario de Antonino que la unía con Braga y Astorga –capitales de los restantes conventos jurídicos–, así como la vía que procedía de Brigantium y que formaba parte del recorrido terrestre de la vía nº 20. También era el destino de una vía que no figura en el citado Itinerario pero que está documentada por el hallazgo de miliarios a lo largo de su traza, que derivaba de la vía nº 18, la Via Nova en la masión de Aquis Querquennis. Seguramente hacia el norte y el sureste partían otras vías menos conocidas con dirección a Lucus Asturum y Dactonium. Esta red principal se densificaría con otros caminos de 204 | Los caminos históricos y la ponte Vella de Lugo


menor rango y de uso local, las viae vecinales, para el acceso a las fincas agrícolas y otros tipos de explotaciones existentes en un entorno más o menos próximo. La vía nº 19 y la que venía desde Aquis Querquennis se unirían en un punto próximo a la Ponte Vella a la que nos referiremos más adelante. La cruzarían dejando a la derecha y a unos 200 metros la instalación termal romana, actual Balneario de Lugo, y ascendería hacia la ciudad por la Calzada da Ponte a la que entraría por la puerta Miñá. Esta vía nº 19 continuaría hacia Astorga y saldría de la ciudad por la puerta hoy llamada de San Pedro, compartiendo el camino con la vía nº 20. La vía nº 20 procedente de Brigantium pasaba cerca del campamento romano de A Cidadela en Sobrado dos Monxes donde estuvo alojada la Cohors I Celtiberorum, por la mansión Caranico ubicada por los estudiosos en Friol, y entraba en la ciudad con dirección oeste, cruzando por el Miño a través de un puente que algunos estudiosos sitúan en Ombreiro, aunque es probable que lo superase por la Ponte Vella pues dos puentes romanos tan próximos era poco habitual por lo costoso de su construcción y el acusado sentido práctico de los ingenieros romanos. Como ya se ha dicho, muy cerca de estos caminos y del puente romano están los antiguos baños termales de Lucus Augusti, un recinto único de este tipo en Galicia y de los más señalados de España.

La Ponte Vella o romana de Lugo La situación de las antiguas termas, hoy Balneario de Lugo, tan cercana al puente romano hermanan a estos dos monumentos en el tiempo y en el lugar. Desde hace 2.000 años el caminante que atravesaba el puente veía el edificio termal, y quizá esta vista le hiciese dirigirse a él para descansar y recuperarse de su penoso viaje. Del mismo modo al usuario de las aguas termales la visión del puente le incitase a ponerse en ruta o le recordase viajes anteriores. Este puente romano de Lugo ha soportado el paso de caminantes y carromatos durante los últimos veinte siglos hasta el año 2013, fecha en la que se rehabilitó quedando para un uso exclusivamente peatonal. Gracias a estas obras y a los hallazgos que aparecieron ya no queda la menor duda de su origen romano y de su vinculación a la fundación de Lucus Augusti y a la vía nº 19 terminada probablemente en el año 11 d.C. Los restos romanos que conserva el puente están en las bases de tres pilas contiguas de la mitad izquierda del puente (fig. 2). En la excavación del cauce se han hallado varias piezas originales y líneas de replanteo de forma curva que han permitido conocer la forma semicircular del Manuel Durán Fuentes | 205


Fig. 1. Pontella de Saa en Guitiriz Foto autor.

Fig. 2. Bases de las pilas romanas Foto autor.

Fig. 3. Base y tajamar reparado con la forma original Foto autor.

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tajamar romano. Este descubrimiento ha permitido que la reparación realizada de la base y tajamar de la pila romana adaptase la forma original (Fig. 3). Tajamares con esta forma solo se conservan en el puente de Mérida, aunque se cree que también lo tuvieron los puentes de Ourense y el emeritense de Albarregas. Es con el puente de Mérida –también construido en la primera mitad del siglo I d.C.– con el que guarda más parecido. La fábrica sacada a la luz reúne una serie de características y singularidades que permiten afirmar sin ninguna duda la “romanidad” del puente. Entre ellas destacamos en primer lugar la utilización de sillares con un apreciable almohadillado, así como la existencia en los bordes y lechos de algunas piezas de muescas para facilitar el empleo de palanquetas en su colocación, por la finura de las juntas en seco. También emplearon en el puente un aparejo de hiladas alternas de sillares a soga y tizón con objeto de incrementar la firmeza de la fábrica. Otro de los hallazgos más interesantes durante las obras de rehabilitación han sido dos sillares con un lado achaflanado, y que podrían pertenecer a una cornisa que habitualmente tuvieron los puentes romanos en los arranques de las bóvedas y en los alzados a la altura de la calzada. También los puentes romanos de Salamanca y de Caparra (Cáceres) tienen este tipo de cornisa. Una prueba esclarecedora para identificar el origen romano de la fábrica es la presencia de huecos con forma de cola de milano para alojar en ellas enlaces de madera o plomo que trababan los sillares entre sí, no de un modo rígido sino con un grado de flexibilidad que dotaba a la sillería de una cierta capacidad de deformación sin que las piedras se rompiesen. Se hallaron entre los sillares de las bases de las pilas y en el tajamar circular (Fig. 4). Con los últimos datos obtenidos durante las obras de rehabilitación se puede dar una interpretación bastante fidedigna de cómo era el puente romano de Lugo, con ocho arcos o bóvedas semicirculares de 10,40 metros de luz (es la distancia entre las bases de las pilas romanas), con una composición de arcos iguales y simetría en la pila central y con una plataforma horizontal. Se sabe que la anchura de las bóvedas era de 7 metros y que solía coincidir con la anchura de la calzada (Fig. 5). Esta solución constructiva pertenece a un modelo compositivo relativamente abundante en Hispania, similar a la de los puentes romanos de Salamanca, los portugueses de Chaves y Ponte de Lima, la ampliación izquierda del puente de Mérida sobre el Guadiana, el Ponte da Pedra cerca de Torre de Dona Chama en Portugal, el de Mérida sobre el río Albarregas, el sevillano de Alcantarillas y el cacereño de Caparra. 208 | Los caminos históricos y la ponte Vella de Lugo


Fig. 4. Hueco para una grapa de doble cola de milano entre unir los sillares entre sí. Foto autor.

Fig. 5. Reconstrucción hipotética del puente romano. S. Ferrer Sierra.

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2. Los caminos medievales Los medios de transporte en la Edad Media siguieron una línea evolutiva lenta pero innegable sin muchas innovaciones revolucionarias salvo aquellas que permitieron aliviar el penoso trabajo de las caballerías al calzar sus pezuñas con herraduras y no asfixiarse con el tiro gracias al uso de nuevas colleras que les permitían arrastrar los carros con los hombros en lugar del cuello. La lenta desaparición de la administración romana produjo cambios en las actividades sociales y económicas que reducen su ámbito a una escala mucho menor, apareciendo poderes laicos y religiosos que gobernaban en territorios mucho más reducidos. Una de las consecuencias es el abandono de la conservación y mantenimiento de la amplia red viaria romana y la reducción del tráfico a medias y largas distancias, sobre todo durante la Alta Edad Media. En estas épocas de escaso desarrollo económico no se construyen caminos, simplemente se usan los existentes y, como mucho se reparan, sobre todo los puentes. En muchas ocasiones son las instituciones religiosas las que se encargan de ello ante la falta de un poder civil que lo haga. Recordemos las figuras de Santo Domingo de la Calzada, patrón de los ingenieros de caminos, conservador del Camino a Santiago en las tierras riojanas, o los santos constructores de puentes como el gallego San Pedro Telmo, el portugués San Gonzalo de Amarante o el catalán San Armengol. Uno de los nudos importantes de la red de caminos medievales interiores de Galicia era Lugo, cuya sede episcopal, establecida en el siglo IV d.C., estaba comunicada con otras cabeceras religiosas de territorios demarcados por los antiguos conventos jurídicos de época romana. La conversión de Lugo en una ciudad amurallada a partir de la segunda mitad del siglo III d.C. la transformó en un centro neurálgico del interior de Galicia, y es en esta etapa tardorromana cuando se intensifica la relación con un entorno amplio –preferentemente con el valle del Miño– que sin duda necesitó la existencia de una red viaria con buenas condiciones. Tras las invasiones germánicas la importancia de Lugo no menguó pues a pesar de los escasos restos arqueológicos se sabe que hubo en ella una ceca sueva y posteriormente visigótica. Se desconoce cómo afectaron a la ciudad la llegada de las gentes germanas y de cómo fue su convivencia con las gentes galaico-romanas que la habitaban. Pero la existencia de una sede episcopal permitió que se ubicasen en ella las nuevas estructuras de poder y que se convirtiese en un nuevo centro político-administrativo, logrando mantener su influencia en un amplio territorio y, en consecuencia, sus infraestructuras viarias. Su amplio señorío, O Couto, abarcaba el centro-sur de la provincia y la parte colindante de Pontevedra y A Coruña. Se transformó en un burgo medieval de 210 | Los caminos históricos y la ponte Vella de Lugo


Fig. 6. Mapa de caminos medievales de Galicia con centro en Lugo. Ferreira Priegue 1988.

artesanos y comerciantes, que focalizaba el trasiego de las gentes de un entorno rural para sus transacciones mercantiles. De este tráfico de corta distancia, que predominará durante esa época, no parece que se derivara una mejora apreciable de las infraestructuras viarias preexistentes de época romana, pues la gente se movería fundamentalmente a pie y las mercancías en carros del país o a lomos de acémilas y asnos. En el estudio de Elisa Ferreira (1988) se pone de manifiesto la importancia de Lugo en esta época como nudo de comunicaciones de la mitad oriental de Galicia. Los caminos que a ella llegaban por el norte y el este cruzarían la red fluvial del extrarradio de la ciudad por diversos puentes como el de A Chanca sobre el regato del mismo nombre, el del río Rato y el de O Bao sobre el río Manuel Durán Fuentes | 211


Chamoso. Los que entraban por el oeste cruzaban el Miño en Rábade, los que venían del sur por la Ponte Vella romana y, a partir de su construcción, por el de Ombreiro. La Ponte Vella pasó a depender del obispo, gracias a la concesión que le hizo Alfonso IX de León (1188-1230), y al que los transeúntes y transportistas habían de pagar un peaje por cruzarla (Fig. 6). A partir de la invención de la tumba del Apóstol Santiago en Compostela, los caminos que iban en esa dirección comienzan a ser transitados por numerosos peregrinos que dan una nueva vida a esas rutas, así como a los núcleos de población por los que pasan. Por Lugo pasaba el llamado Camiño Primitivo, que fue el que recorrió el rey Alfonso II El Casto desde la capital de su reino en Oviedo hasta Compostela. Fue el primer y principal impulsor de la construcción de la primitiva basílica que alojaría la tumba del Apóstol. Este camino primigenio cedió su protagonismo a partir del siglo X al Camino Francés, que discurría por el sur de la ciudad, por Sarria, Portomarín y Palas de Rei. Lugo también recibía peregrinos que desembarcaban en Ribadeo y los que venían de El Bierzo recorriendo la antigua vía romana. Para atender a este tránsito de gentes en peregrinación desde el siglo XII la ciudad tenía hospitales -uno fuera de murallas-, tres albergues y un lazareto localizado en el actual barrio de San Lázaro, en la orilla derecha del Miño y aguas arriba de la Ponte Vella. Los peregrinos salían hacia Santiago por A Porta Miñá y descendían al encuentro del paso del Miño por el viejo puente romano. Es posible que visitasen los afamados baños termales antes de ponerse en camino por el barrio del Lazareto y dirigirse hacia Melide, atravesando los pueblos de O Burgo donde hubo un hospital, San Romao da Retorta, Ferreira donde hay un pequeño puente medieval, Augas Santas, Vilouriz y Vilamor. El camino de acceso a Castilla, según Elisa Ferreira, llevaba una traza más al sur de la vía romana, de la que se desviaba antes de Nadela hacia Laxosa, Chamoso y Corgo, y por donde siglos más tarde pasaría el Camino Real.

3. Los caminos entre los siglos XVI y XVIII España entra en el siglo XVI como un único reino que abarca la totalidad del territorio español de la Península Ibérica, conseguido por el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón y la conquista del reino nazarí de Granada. Toda la actividad política y bélica que estos acontecimientos generaron, con abundantes viajes regios por toda la geografía española, supusieron un adecentamiento de los malos caminos que había por aquellas fechas y que pusieron de manifiesto en sus crónicas los viajeros que por 212 | Los caminos históricos y la ponte Vella de Lugo


ellos transitaban, como León de Rosmithal y Jerónimo Münzer. Permiten conocer por donde iban los caminos que siguieron, los malos pasos que se encontraron y algunos de los puentes cruzados, además de otras curiosidades del país y sus gentes. Esta unión territorial potenció la red viaria, se promulgaron leyes que reforzaban la conservación y el mantenimiento de los caminos, así como la seguridad de los viajeros con la creación de la Santa Hermandad. También se construyeron nuevos caminos y puentes sobre todo en las tierras conquistadas. La red viaria de Galicia tenía las mismas o peores condiciones que el resto de España por su climatología, siendo frecuentes los malos caminos y los puentes inseguros por la falta de atenciones. Estas dificultades las experimentaron Felipe el Hermoso y su séquito cuando desde A Coruña, ciudad en la que desembarcó procedente de Inglaterra el 26 de abril de 1506, se dirigió hacia Castilla al encuentro del rey Fernando. Pasó por Santiago y se dirigió a Ourense por un camino muy malo, con un calor agobiante que les fatigaba y enfermaba por no hallar cabalgaduras y carros que trasportasen los equipajes. Un factor decisivo en el endémico retraso económico de Galicia fue sin duda las malas e insuficientes infraestructuras viarias que tuvo durante tantos siglos. Esta red, además de carecer de una ordenación planificada, al no ser más que el simple resultado de su evolución histórica, era de mala calidad y los caminos carecían de pavimentación por lo que se generaba mucho polvo en épocas secas y se volvían intransitables en invierno. Los mantenimientos puntuales que se realizaban con ocasión de un viaje de una alta autoridad de la Corte, de la Iglesia o el traslado de un tren de artillería pesada, se reducía al extendido de una capa de grava. Seguía siendo endémica la falta de ventas o albergues para el aprovisionamiento y descanso de los viajeros, y las que había eran caras, de poca o nula calidad y mal atendidas, donde el viajero podía ser sorprendido por falta de ajuares, de comida o ser robado impunemente. La red de caminos moderna en el entorno de la ciudad no debió experimentar una transformación significativa o un notorio crecimiento con respecto a la época anterior, ya que su población y economía no evolucionó de modo manifiesto debido a que, a pesar de que su relativo crecimiento, siguió siendo un burgo poco poblado en comparación con otras ciudades gallegas. El mantenimiento de las instalaciones del ‘Baño’, como era conocido en esta época el antiguo Balneario romano, era responsabilidad del ayuntamiento y lo tenía medio abandonado. Como ha pasado con muchas instalaciones termales y de aguas salutíferas de Galicia, las termas sufrieron el abandono de muchos siglos, aunque el pueblo las siguió utilizando pues conocía sus propieManuel Durán Fuentes | 213


Fig. 7. Red viaria del entorno de Lugo hasta la mitad del siglo XIX. (indicaciones sobre mapa de Domingo Fontán de 1845).

dades higiénicas y curativas. Las empleaban para recuperar la salud, no solo los habitantes de la zona y del resto del reino de Galicia, sino que hasta él llegaban gentes de otros reinos de España sobre todo de Castilla. En el siglo XVIII, como probablemente los siglos anteriores, los caminos de acceso al ‘Baño’ y a la ciudad debían tener un estado tan deplorable como las calles de la ciudad (unas con el pavimento de ‘coio’ hundido e irregular, otras sin pavimento en tierra que en invierno generaba un enojoso ‘bulleiro’ haciéndolas intransitables). En esta época algunos caminos como el de Lugo a Santiago y el del Correo a la Corte en Madrid cambiaron su trazado. Con respecto al primero su traza se desplazó hacia el norte y dejó la del antiguo camino de peregrinación por Ferreira, Melide y Arzúa, para circular por Santa Eulalia de Devesa, Carregal, 214 | Los caminos históricos y la ponte Vella de Lugo


Sobrado, Ponte Puñide y Labacolla, donde se unía al Camino Francés. Este trazado todavía figuraba en los itinerarios de los caminos de ruedas y de herradura de finales del XVIII y principios del XIX. Un camino alternativo al medieval por donde se desplazaba el correo a la capital del Reino tenía un trazado más al sur de la vía romana y del mencionado camino medieval, que desde Lugo pasaba por el puente de Bao, Hospital de Chamoso, Marei, Ponte de Carracedo, Gallegos, Furco y Fonfría donde se unía al Camino Francés que le llevaba a Pedradita. Este camino todavía figuraba en la ‘carrera desde Madrid a la Coruña’ del Itinerario Real de las Carreras de Postas escrita por Pedro Rodríguez de Campomanes y publicada en 1761. Lugo recobra una cierta importancia viaria en la segunda mitad del siglo XVIII al pasar por ella el nuevo Camino Real de Madrid a A Coruña, el cual le supondría un importante acicate social y mercantil y reforzaría su crecimiento económico y poblacional iniciado ya a partir de 1754 cuando, por privilegio real, se comenzó a celebrar la feria anual de San Froilán (Fig. 7). La red radial de Caminos Reales que con centro en Madrid se encaminaron hacia San Sebastián, Barcelona, Valencia, Cádiz Badajoz y A Coruña, fue el resultado del impulso económico de la nueva monarquía de los Borbones y de la necesidad de modernización de los caminos para el fomento de la industria y del comercio. Esta nueva administración planifica una amplia red de caminos llamados “carreteriles”, con una concepción radial con centro en Madrid a imitación de la realizada por el ministro Colbert décadas antes en Francia con París como foco. Se desechó la implantación de caminos norte-sur y este-oeste que hubiese sido mucho más conveniente para la movilidad a nivel nacional. Hubo que esperar a finales del siglo XX y principios del actual para tenerla, facilitando esos desplazamientos sin tener que pasar por Madrid. El Camino Real a Galicia se dirigió a A Coruña, una vez descartada su entrada por el sur de la Comunidad a pesar de su mayor población y economía, por motivos administrativos y militares ya que en Ferrol se ubicaba un importante arsenal de la Marina y en A Coruña tenían su sede la Real Audiencia y la Capitanía General de Galicia. En la ciudad el camino entraba por la antigua puerta de San Pedro, ya mencionada en un documento de principios del siglo XII y salía por la Porta Nova, de reconocido origen romano ya que hace unos años se desenterró una pieza grabada de sus fundamentos originales. Esta larga carretera se inició en 1761, con el ingeniero Crame al frente estando dos años en el cargo. Su sucesor fue el prestigiado ingeniero francés Carlos Lemaur que permaneció hasta 1770; durante su etapa se hizo la mayor parte del tramo gallego del Camino terminado en 1778. Por este camino, eje de Manuel Durán Fuentes | 215


las comunicaciones gallegas y objetivo principal del poder central, llegaron a Lugo en la fría noche del 9 de enero de 1809 las tropas inglesas al mando del general John Moore en retirada hacia A Coruña perseguidos por el ejército francés. En su retirada se negó a volar los puentes que iba dejando a su paso para evitar daños inútiles a sus aliados españoles que tan magníficamente los habían construido, pues los ríos que salvaban eran fácilmente vadeables por las tropas francesas. Años más tarde el ingeniero militar Agustín de Betancourt y Molina, fundador del cuerpo de Ingenieros de Caminos, criticó con dureza en 1802 la excesiva grandiosidad con la que se habían construidos los nuevos caminos, al haber sido concebidos erróneamente como grandes y anchos paseos dotados de numerosas obras de fábrica, muchas de ellas inútiles y de tamaños desproporcionados. Todo ello había producido unos gastos desorbitados que no habían sido suficientes para la conclusión de muchos de ellos. El camino desde Astorga hasta A Coruña era considerado por algunos viajeros extranjeros como el más bello, sólido y bien conservado de Europa (fig. 8).

4. Las infraestructuras viarias de los siglos XIX y XX Para la Ingeniería Civil el siglo XIX fue un tiempo de grandes evoluciones y cambios, que vinieron de la mano de las revoluciones industrial, urbana y ciudadana que se habían iniciado en diversos países europeos el siglo anterior. Entre ellas se destaca la profunda remoción de los sistemas de transportes, tanto física como conceptualmente por la aparición del ferrocarril en una primera fase y de los vehículos motorizados posteriormente que, entre otras ventajas, trajeron la posibilidad de transportar un gran volumen de mercancías y un importante número de viajeros a un precio económico y a gran velocidad para la época. La transformación de la red viaria en torno a la ciudad de Lugo hizo que la mayoría de los antiguos caminos de carro fuesen transformados muy lentamente en carreteras, lo que implicaba el ensanche de la calzada, la rectificación parcial de los trazados y la reparación y acondicionamiento de la mayoría de los puentes. Un ejemplo fue la Ponte Vella de Lugo que se adoptó a la carretera de Ourense a finales del siglo XIX (Fig. 9). Estas primeras carreteras hacia los núcleos más poblados de la provincia y al resto de las capitales gallegas fueron ejecutadas con criterios ingenieriles en cuanto a su trazado y construcción. La falta de maquinaria impedía hacer grandes movimientos de tierra por lo que la carretera se ajustaba al terreno para reducir los volúmenes de excavación, traduciéndose en un trazado muy sinuoso, salvo en planicies como A Terra Chá. 216 | Los caminos históricos y la ponte Vella de Lugo


Fig. 8. Ponte do Cruzul del Camino Real cerca de Becerreรก (Lugo) Foto autor.

Fig. 9. A Ponte Vella de Lugo ensanchada y antes de su rehabilitaciรณn (2012-2013). Foto autor.

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A mediados del siglo XX de Lugo salían carreteras hacia Ourense por Monforte y por Chantada, a Santiago por Meixaboi, a O Ferrol por Rábade, a Villalba por Cospeito, a Ribadeo por Meira, a Mondoñedo, a Portomarín, a Fonfría por Gallegos y a Parga por Roimil. La llegada del ferrocarril a Lugo desde A Coruña en 1875, su posterior conexión con la Meseta (línea Coruña-Palencia) en 1883 y en 1885 con las ciudades de Ourense y Vigo, aportó la modernización que este nuevo medio de transporte suponía. La línea se trazó y construyó por el norte de la ciudad donde se construyó la estación y el conocido y espectacular para la época viaducto de A Chanca. A pesar de que a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX el ferrocarril fue considerado como un prometedor y exitoso medio de transporte, no por ello los vehículos quedaron relegados así como las mejoras de las carreteras siguieron siendo impulsadas por los diferentes gobiernos de España, sobre todo en las redes provinciales y vecinales. Los coches y las diligencias sobrevivían lánguidamente en aquellas rutas no cubiertas por el ferrocarril, discurriendo por carreteras térreas. El transporte por carretera comenzó a competir con el ferrocarril a partir de la invención de los motores de explosión de gasolina en 1863. El incremento de la circulación de vehículos, su mayor velocidad y la necesidad perentoria de reducir la producción de polvo, exigieron la mejora del pavimento de tierra de las carreteras con el empleo del alquitrán obtenido en la destilación seca de la hulla y posteriormente, ya en el siglo XX, del asfalto procedente de la destilación del petróleo. Al principio del siglo XX en España el problema de las malas carreteras se había agudizado, ya que el 90 % de ellas eran inservibles para las nuevas exigencias de los automóviles. Había que rehacerlas o desaprovechar las ventajas económicas que ofrecía el transporte en automóvil. Gracias al notable auge económico que tuvo España durante la Primera Guerra Mundial y a la proliferación del automóvil, que desde 1925 circulaba por las carreteras españolas, se incrementó de una forma progresiva la mejora de las carreteras. La transformación más importante se produjo con el “Circuito Nacional de Firmes Especiales” de 1926. Con este plan se pretendía no solo la mejora de la construcción de los firmes de las carreteras y su adaptación al creciente tránsito de automóviles, sino también fomentar el turismo que comenzaba a generalizarse por las zonas de mayor valor histórico y artístico creando unos circuitos de buenas carreteras. Para llevar a cabo este ambicioso plan se creó un nuevo organismo autónomo con personal y medios propios para llevarlo adelante.

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Tuvo un gran éxito ya que cambió las carreteras españolas hasta tal punto que ilustres visitantes extranjeros, como el arquitecto Le Corbusier, alabasen sus resultados. En un conocido libro del viajero inglés Freeston (1930) se manifestaba que las carreteras españolas en 1930 eran las mejores del mundo. Después de la guerra civil destacan el Plan de Modernización de Carreteras de 1950, el Plan General de Carreteras de 1960, el Plan REDIA de los años 60 y 70, el de Autopistas del 70 y de Autovías (Plan General de carreteras 19841991), hitos que jalonan la historia más cercana de nuestras carreteras. Fue la creación de la variante de la N-VI en los años 70 del s. XX, incluida en las obras del Plan REDIA, que desvió el tráfico por el sur de la ciudad, el que afectó negativamente el entorno del Balneario y su entorno al pasar su trazado prácticamente pegado a sus instalaciones, con todas las implicaciones que esto trajo consigo. Redujo el espacio que normalmente debía haberse respetado en su contorno y todas las incomodidades que le supusieron por el intenso tráfico que circulaba y circula por esta carretera nacional. La apertura de la autovía A-6 no le ha supuesto mucha mejora pues las condiciones en las que quedó el Balneario siguen presentes, salvo una ligera disminución del tráfico. La importancia de Lugo como nudo viario actual se concreta con la reciente autovía A6, transformación de la antigua N-VI, y la que actualmente, en 2015, se está construyendo para unirla con Santiago, capital administrativa de Galicia.

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A Ponte Vella en la actualidad. Foto J. Salgado.



II. Contexto hist贸rico y social

El puente romano de Lugo

y la participaci贸n de la Legio X Gemina en su construcci贸n Santiago Ferrer Sierra Grupo Arqueol贸xico Larouco

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Resumen Fruto de los trabajos de rehabilitación del puente de Lugo sobre el río Miño realizados durante el año 2012 se han detectado diversos restos de su fábrica romana consistentes en la cimentación de tres pilas levantadas a base de grandes sillares de granito dispuestas en hiladas alternas de sogas y tizones. Pero de especial interés resultó la localización de una marca de cantero compuesta por dos letras capitales cuadradas LX que hacen referencia a la participación de la Legio X Gemina en la construcción del puente romano de Lugo en un contexto cronológico de época julio-claudia, momento en que formaba parte del Exercitus Hispanicus presente en la Península.

Introducción Los puentes, como la mayoría de los monumentos, son estructuras vivas que fueron mudando a lo largo de la historia, adquiriendo aspectos que en muchas ocasiones nada tienen que ver con su primitivo diseño, adaptando soluciones técnicas que reflejan las modas constructivas de cada época. En el caso del Puente de Lugo las reconstrucciones, reformas y reparaciones efectuadas están motivadas por defectos constructivos, demoliciones intencionadas o grandes avenidas no calculadas por los architectus o maestros de obras, adquiriendo, en la actualidad, un aspecto muy distinto al diseñado en la primitiva fábrica romana y que responden a diversas intervenciones realizadas en distintas fases históricas que se detectan en un análisis superficial de sus paramentos. A lo largo del tiempo esta obra fue conocida como Puente de los Baños, Puente Romana, Puente del Míño, Puente Mayor o Puente Vieja, relegada a un segundo plano por los historiadores que concentraron sus esfuerzos en el estudio de otros monumentos como la muralla romana (Arias Vilas 1972; VV.AA. 2004; Rodríguez Colmenero y Rodà 2007; Abel Vilela 2011), aunque últimamente fruto de las obras de rehabilitación realizadas en el año de 2012 se ha publicado la primera monografía dedicada a esta singular infraestructura viaria (Durán y Ferrer 2013).

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Las obras de rehabilitación permitieron descubrir una serie de elementos constructivos pertenecientes a los fundamentos de tres pilas originarias romanas de las que había sospechas de su presencia desde 1995 cuando se realizaron las obras de construcción de un colector en el río Miño, por las que quedó al descubierto la parte superior de una serie de hiladas de sillares graníticos en las que aparecían talladas varias dobles colas de milano que delataban su fábrica romana (Durán 1996). Pero será en esta ocasión, con la ejecución de una ataguía envolvente sobre las tres primeras pilas del lado de la ciudad, cuando se pudo trabajar en seco retirando los distintos sedimentos y escombros del lecho del río, procedentes, fundamentalmente, de la destrucción de los arcos pertenecientes a fábricas medievales construidas con bóvedas de rajuela y boquillas de granito que ocultaban la mayor parte de los fundamentos de las pilas romanas. Este proceso permitió, por un lado, estudiar y reparar las patologías existentes y por otra analizar las característica constructivas de la fábrica romana de las que pretendemos dar cuenta en esta ocasión, al mismo tiempo que intentaremos hacer una reconstrucción hipotética de la estructura originaria romana, siendo conscientes de los escasos elementos con que los que contamos (algunos conservados in situ y otros recuperados del dragado del lecho del río, consistentes en distintas piezas sueltas pero cargadas de una importante información que ayudan a completar diversos aspectos que las partes conservadas no reflejan). Por otra parte, el reciente descubrimiento de una marca legionaria, LX, grabada en un sillar de la fábrica romana, nos permite realizar una aproximación cronológica y determinar la importancia que tuvo el denominado Exercitus Hispanicus en la construcción de las obras públicas en un momento incipiente de la reordenación del territorio recientemente conquistado por Roma.

1. El puente en el contexto de la red viaria romana Una vez finalizado el conflicto bélico, en el que Roma somete a los pueblos del Norte y Noroeste de la Península Ibérica, Cántabros y Astures, el emperador Augusto acomete un completo plan de organización territorial basado, fundamentalmente, en una acción urbanizadora capaz de integrarlos en la compleja maquinaria del Imperio en la que el ejército de conquista tuvo un papel decisivo participando, entre otras misiones propias del estamento militar, en el diseño, dirección y construcción de la obra pública necesaria para que la potencia del Lacio llevase a cabo sus objetivos. 224 | El puente romano de Lugo y la participación de la Legio X Gemina en su construcción


El Príncipe acomete una reorganización de la presencia militar trasladando hacia otras zonas fronterizas del Imperio al grueso de su ejército, innecesario ya en estas zonas del Finisterre donde la paz se consolida poco a poco, dejando de guarnición únicamente tres de las legiones que habían intervenido en los acontecimientos bélicos: la Legio IIII Macedonica con base en Pisoraca (Herrera de Pisuerga), la Legio X Gemina en Rosino de Vidriales (Zamora) y la Legio VI Victrix con sede en León, que, a través de sus vexillationes, participan en distintas tareas romanizadoras. Primeramente, en la creación de tres epicentros urbanos: Asturica Augusta, reconvertida de campamento en ciudad contando, para su fundación, con la presencia física del propio emperador, dejando en manos de su legado especial Paulus Fabius Maximus los honores fundacionales de las otras dos ciudades del Noroeste, Lucus Augusti y Bracara Augusta (Rodríguez Colmenero y Carreño Gascón 1992); al mismo tiempo que participan en la construcción de las distintas vías que articulan la comunicación entre estas tres incipientes ciudades, una por el sur, la vía nº 17, uniendo Bracara con Asturica a través de Ad Aquas (Chaves, Portugal), y otra por el norte, la vía nº 19, a través de Lucus Augusti según refleja el Itinerario de Antonino. La participación de estas unidades militares en la construcción de varias obras públicas está suficientemente testificada por la presencia de distintas marcas grabadas en sillares de muy diversos monumentos: construcción de vías1, puentes2, presas de agua3 u otros edificios4 distribuidos por el norte y noroeste de Hispania. Esta situación no resulta ajena para la ciudad de Lugo donde se cuenta con la Legio VI Victrix, cuya presencia queda plasmada por las iniciales L.VI en la solera de una puerta aparecida en las excavaciones arqueológicas en un solar de la calle de los Clérigos y otra en un gran fuste 1 Lostal Pros 1992: 26-29. En los miliarios de de columna aparecido en las excavaciones la vía Caesaraugusta- Pompaelo: Miliario de del solar nº 16 de la calle del Miño (HerSora, Ejea de los Caballeros (Zaragoza) con marca de la Legio X Gemina. Miliario de Casvés y Rodríguez Colmenero 2010: 213-201) tilistar-I (Zaragoza) con marca de la Legio (Fig. 1); o la Legio X Gemina como veremos, IIII Macedónica y en miliarios de CastilistarII (Zaragoza) con marca de la Legio VI Victrix, que vienen a certificar la participación de eslos tres dedicados al emperador Augusto. tas unidades en el primitivo diseño urbanís2 Fabré, Mayer e Rodá 1984: 282-288, Con tico en el que se acomete la transformación marcas de la Legio VI en el puente de Martorell. de campamento en ciudad y posiblemente 3 VV.AA. 2010: 342-344, con marcas de la en la construcción de la red de comunicaLegio IIII Macedónica. ción viaria que enlaza los tres núcleos urba4 Presencia de marcas de la Legio VI y Legio nos incipientes como de los distintos puenX en el puerto romano de Caesaraugusta (Beltrán Llorís 2007-2008: 1069-1079) y tes de los que forman parte y de los que no presencia de marcas de la Legio X Gemina en Astorga (Sevillano Fuertes 2014: 17). podemos separar de su trazado. Santiago Ferrer Sierra | 225


Fig. 1. Marca de la Legio VI Victrix en la ciudad de Lugo. Servicio Municipal de Arqueología.

Fig. 2. Vía romana en O Rego dos Hortos. Servicio Municipal de Arqueología.

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Así, vía y puente participan de un mismo proyecto constructivo complementándose para dar continuidad al tránsito tanto de personas como de mercancías salvando los distintos cursos fluviales que se interponen en su trayectoria sobre todo en las temporadas donde la bravura de los ríos y las crecidas adquieren cierta relevancia. Aunque carecemos de pruebas que relacionen la Legio VI Victrix con la construcción de la vía nº 19 y como consecuencia del puente sobre el río Miño, no sucede lo mismo con la Legio X Gemina, como veremos, no pudiendo olvidar el contexto histórico en el que fueron creadas y que, junto con los ejemplos expuestos anteriormente, constatan la participación de estos destacamentos militares en la construcción de las obras públicas, que contarían con personal cualificado y equipos técnicos experimentados necesarios para acometer la nueva ordenación territorial impuesta por Roma. El puente sobre el río Miño se construye para dar servicio y continuidad a la vía nº 19 en su tramo entre Lucus y Bracara, y posteriormente a otras que se van incorporando a la red viaria que comunica la ciudad con otras partes del occidente de Gallaecia, unas reflejadas en el Itinerario de Antonino como la vía Per loca maritima y otras que conocemos gracias a la presencia de miliarios como la vía que de Lucus parte cara Auriensis con ramificaciones para Aquae Querquennae y Aquae Flaviae, después de atravesar el río Miño en la ciudad de las Burgas. Para el estudio de la red viaria del Noroeste Peninsular contamos con varias fuentes de información: en primer lugar las fuentes clásicas como son el Itinerario de Antonino, el Ravenate, la tabula Peutingeriana y las tablas de Barro de Astorga, resultando la más completa e interesante, para el estudio de la vía nº 19, el Itinerario de Antonino que nombra la ruta como Item a Bracara Asturicam, con un punto de partida en Bracara y otro de llegada en Asturica, seguido del número total de millas, en este caso, CCXCVIIII continuando con la enumeración de las distintas mansiones por las que va pasando, y marcando las distancias entre cada una de ellas seguidas de un número parcial de millas: Limia m.p. XVIIII, Tude m.p. XXIIII, Burbida m.p. XVI, Turoqua m.p. XVI, Aquis Celenis m.p.

XXIIII, Iria m.p. XII, Assegonia m.p. XIII, Brevis m.p. XXII, Marcie m.p. XX, Luco Augusti m.p. XIII, Timalino m.p. XXII, Ponte Neviae m.p. XII, Uttaris m.p. XX, Bergido m.p. XVI, Interamnio Fluvio m.p. XX, Asturica m.p. XXX.

Por otro lado, será la presencia de miliarios los que nos ayuden a precisar esta ruta, fundamentalmente aquellos en los que aparecen grabadas el número de millas, marcadas siempre con referencia a la capital del convento jurídico en el que se encuentren, en este caso a Luco demostrando la importancia que tuvo esta ciudad como epicentro viario del Noroeste, convirtiéndose en un verdadeSantiago Ferrer Sierra | 227


ro caput viae del que parten, hacia varios destinos, otras diferentes rutas: Lucus Augusti – Asturica Augusta, pasando por Lucus Asturum citada por el Anónimo de Ravena; la vía Lucus Augusti – Dactonium conocida por las Tablas de Barro de Astorga; o la vía Lucus Augusti – Flavia Lambris (Betanzos) detectada por la presencia de varias dedicatorias a los Lares Viales (Rodríguez Colmenero et alii 2004; Rodríguez Colmenero 2010: 98). Así el puente romano de Lugo sobre el río Miño sirve de infraestructura necesaria para aquellas vías que cogen rumbo hacia las partes occidentales de Gallaecia, en primer lugar para la vía nº 19 para la que fue construida y, posteriormente, para otras como la vía nº20 o Per loca maritima que, a través de Cidadela (Sobrado dos Monxes) sede del campamento militar de la Cohors I Celtiberorum, enlaza la capital del convento jurídico con el puerto marítimo de Brigantium; o las procedentes de Vicus Auriensis, juntándose todas en la zona de las Areeiras para, mediante un único ramal, cruzar el río Miño hasta la ciudad amurallada, primeramente iniciando un suave descenso hacia el puente, ocupado por el trazado de la antigua carretera de Lugo a Santiago, para continuar por el barrio de Pontegaos y por la calle Vella da Ponte, entrando por la Porta Miñá o del Carmen, y por el decumanus maximus alcanzar el foro, por un trayecto que se mantuvo a lo largo de la historia fosilizado en un viejo camino que recibe en la actualidad el nombre de Calzada da Ponte y Rego dos Hortos, en el que el Servicio Municipal de Arqueología realizó diversas intervenciones arqueológicas poniendo al descubierto, a una profundidad de 1,40 metros con respecto al pavimento actual, vestigios de la calzada romana. Esos estudios se vieron complementados con los sondeos realizados en los acceso a la Porta Miñá (Costa do Carme, 2005), donde fueron descubiertos un pequeño tramo de vía urbana identificada con el decumanus y salida de la ciudad hacia el río Miño y el Balneario romano, caracterizada por una calzada de cantos rodados con su zona porticada, datada entre los siglos I y IV d.C., con trecho de cloaca abovedada de época Bajo Imperial que discurría por debajo del pavimento de la calle (González Fernández et alii 2006: 253-254). No están claros los límites urbanos de la ciudad en este sector, detectando diversos tipos de restos arqueológicos relacionados con el entramado Altoimperial asociado a estructuras de producción alfarera y necrópolis relacionadas con el paso de la vía, sirviendo de cordón umbilical entre la ciudad, los Baños y el puente, por lo que la comunicación con estos puntos no deja de ser la prolongación del decumanus maximus transformado, en su último tramo, en una calzada por la que los habitantes acomodados de la ciudad se trasladaban a uno de los lugares de ocio y curación tan apreciados por los romanos. 228 | El puente romano de Lugo y la participación de la Legio X Gemina en su construcción


2. Las obras de rehabilitación del puente realizadas en el año 2012 Con la construcción de un nuevo puente aguas abajo localizado, a poca distancia del puente viejo, se plantea por parte del Concello de Lugo, la recuperación de este singular monumento, intentando darle el aspecto que mantuvo a lo largo de la historia antes de la reforma de Godofredo Álvarez-Cascos González a finales del siglo XIX (Durán y Ferrer 2014: 102-105), eliminando el tráfico rodado para darle un nuevo uso peatonal más acorde con los tiempos actuales. Las obras permitieron intervenir en muy diversos aspectos del puente pero lo que nos interesa resaltar, en esta ocasión, son los que afectaron a la cimentación de las cuatro primeras cepas de la margen izquierda, que por una parte permitieron analizar las distintas patologías existentes y corregir sus defectos, y por otra descubrir los fundamentos de la primitiva fábrica romana, ya intuidos en el verano de 1995, con motivo de la construcción de un colector en el lecho del río, que dejó al descubierto las primeras hiladas del cuerpo de los pilares, 2, 3 y 4 habitualmente sumergidos bajo las aguas del Miño. Así, se pudo identificar una serie de características constructivas presentes en los puentes romanos: almohadillado en sillares, colocación alterna de sogas y tizones y huecos de grapas en forma de doble cola de milano, así como una serie de daños que afectaban tanto a espolones como a tajamares poniendo en peligro la estabilidad del puente. Estas circunstancias fueron las que motivaron intervenir en estas cepas para lo que fue necesario dejarlos en seco a partir de la ejecución de una ataguía, con la finalidad de conseguir la mayor estanqueidad posible, completada con el achique, por medio de bombas sumergibles, del agua que se filtraba por el dique de tierra (Fig. 3). Conseguido el acceso en seco al cauce del río, se ejecutó la excavación de los escombros depositados entre los pilares, consistentes fundamentalmente en piedras y lajas de esquistos pizarrosos procedentes, muchos de ellos, de la destrucción de las bóvedas correspondientes a los arcos de la fábrica medieval del puente. Destrucciones motivadas unas veces por la fuerza de las aguas durante las grandes avenidas y otras intencionadas como le sucedió al arco nº 4 volado durante el desarrollo de los sucesos bélicos relacionados con la Guerra de la Independencia cuando, a mediados de 1809, el ejército francés, al mando del general Ney, abandona en retirada la ciudad de Lugo. Del lecho del río también se recuperaron una serie de piezas, en su mayoría sillares de granito, pertenecientes a su fábrica romana, así como otras que relacionamos con la capilla existente sobre la cepa central y pretiles de la reforma de Godofredo Álvarez-Cascos. Con respecto a las piezas romanas, algunas resultaron de gran interés para completar algunos aspectos constructivos desaparecidos: sillares con grapas de Santiago Ferrer Sierra | 229


Fig. 3. Excavación en el interior de la ataguía y puesta al descubierto de la fábrica romana del puente. Foto autor.

Fig. 4. Restos romanos de la pila 2. Foto autor.

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doble cola de milano y acanaladura de sección circular, que interpretamos como la marca de replanteo en obra del tajamar semicircular de la pila 2; dovela perteneciente a la boquilla de un arco mostrando el típico almohadillado en su cara exterior; o cornisa con moldura sencilla así como dos sillares que presentan restos de una inscripción grabada con letras capitales cuadradas (Durán y Ferrer 2013: 71-75). Con la excavación hasta la roca natural y la retirada de los escombros existentes en el lecho del río quedaron al descubierto las partes soterradas de las pilas 2 y 3 en todo su perímetro y las partes interiores de las pilas 1 y 4, distinguiéndose perfectamente la fábrica romana con una calidad constructiva que descansa directamente sobre la rocha natural, a diferencia de las deficientes ejecuciones más modernas como pudimos apreciar en la cimentación de la pila 1 asentada sobre los escombros de la bóveda de un arco anterior, posiblemente de época medieval. La pila 2 quedo al descubierto en todo su perímetro, permitiendo observar su buen estado de conservación a excepción de la parte delantera donde el tajamar romano aparece totalmente desmantelado, lo que no impidió discernir algunos restos que resultaron de sumo interés para formular una reconstrucción del mismo con sección en planta semicircular en vez de la triangular como se creía (Fig. 4). Del cuerpo de la pila romana se conservan hasta 6 hiladas originales dispuestas en alternancia de sogas y tizones con las caras exteriores irregulares en las que los sillares de granito sobresalen unos de los otros escapando de una colocación regular y lisa, diseñando una planta rectangular carente de espolones aguas abajo y sobre el que se asienta el arranque de las bóvedas modernas de los arcos 2 y 3 del lado de la ciudad. También se pudo comprobar con exactitud sus dimensiones, ya que en la esquina noroccidental sobre el primer sillar de la pila aparece grabada una marca de replanteo en forma de escuadra para la colocación de la cantería que iba encima, permitiendo medir su espesor que alcanza los 4,70 metros y una anchura de 7,00 metros, coincidente con las dimensiones de la bóveda romana con unos valores superiores a la arcada medieval de 5,00 metros, característica habitual en las fábricas romanas donde la calzada no disminuía de anchura al entrar en el puente. Otra de las pilas puestas al descubierto, en todo su perímetro fue la 3, presentando similares características constructivas que la anterior, cimentada directamente sobre la roca base, con un cuerpo rectangular de 5 hiladas originales de sillares dispuestos en alternancia de sogas y tizones que arrancan desde la roca, como en la pila 2, con una hilada de sogas. No conserva restos del tajamar aguas arriba debido al gran deterioro que padece, totalmente desmantelado con sillares descabalgados, recolocados sobre Santiago Ferrer Sierra | 231


tierra y calzados con losas de pizarra dando la sensación de auténtica ruina. Las dimensiones que presenta resultan idénticas a las de la pila 2, es decir, 4,70 metros de espesor por 7,00 metros de ancho al que le tenemos que añadir el radio del tajamar semicircular. Con respecto a la pila 4 fue intervenida parcialmente descubriendo únicamente la cara interior ya que sobre el resto cerraba la ataguía construida para poder trabajar en seco. A diferencia de las anteriores cepas está cimentada, en su parte posterior, en un gran bolo de granodiorita, mientras que en la zona del tajamar asienta sobre la roca natural de esquisto. Conserva un cuerpo rectangular de 4 hiladas originales romanas, las dos últimas recolocadas, circunstancia que pudimos deducir de la presencia de varias colas de milano fuera de sitio. Presenta similares características constructivas que las anteriores a base de sillares dispuestos en hiladas de sogas y tizones, pero en este caso, muy separados entre sí y con grandes fracturas, posiblemente como consecuencia de la voladura del cuarto arco sufrida durante la Guerra de la Independencia o de otros sucesos desconocidos anteriores, puesto que el arco número 5 parece que no sufrió daños durante estos acontecimientos. 3. Características constructivas observadas en los restos del puente romano No son muchos los elementos conservados de la fábrica romana del puente de Lugo, puesto que se reducen a los fundamentos in situ de tres pilas: 2, 3 y 4 del lado de la ciudad con desigual estado de conservación, al que tenemos que añadir el conjunto de sillares recuperados de la excavación del lecho del río que nos ayudan a formular una serie de afirmaciones interesantes como puede ser la solución empleada en la construcción de tajamares de sección semicircular y no triangular. La aplicación de los tres criterios constructivos vitrubianos: firmitas, utilitas y venustas parece que están presentes en este monumento, y aunque el arquitecto romano no haga referencia a la construcción de puentes, podemos manejar sus recomendaciones5. En primer lugar, la elección del emplazamiento resulta de extraordinaria importancia puesto que de él va a depender su 5 “(…) La construcción se divide en otras dos; una es la edificación de las murallas y obras estabilidad, requiriendo unas condiciones públicas; y la otra la de las particulares. Los edificios públicos se dividen en tres clases; una del terreno apropiadas para cimentar adepertenece á la defensa, otra á la religión y otra cuadamente la obra. á la comodidad (…) y á la comodidad, la situación de los lugares de uso público, como puerEn el caso de Lugo el lugar elegido tos, plazas, pórticos, baños, teatros, paseos, y responde a unas características geológicas otros semejantes, que por la misma razón se colocan en parages públicos. Estos edificios idóneas donde el substrato natural está deben construirse con atención á la firmeza, comodidad y hermosura” Vitrubio I, 3. formado por rocas de esquistos, micacitas 232 | El puente romano de Lugo y la participación de la Legio X Gemina en su construcción


y gneis pelíticos de extraordinaria dureza y compacidad de color gris azulado dispuestos horizontalmente que permiten, por un lado, construir una buena cimentación, y por otra minimizar el efecto erosivo de la corriente del agua sobre el lecho del río impidiendo la socavación de sus pilas6. De hecho, la retirada de los escombros acumulados entre las cepas intervenidas, permitió llegar hasta la roca natural donde se pudo constatar que estaban asentadas directamente sobre la misma y en la que se preparó el lecho por medio de unos rebajes a pico con la finalidad de nivelar el asiento y arrancar con la primera hilada de sillares de modo horizontal. Un caso aparte merece la pila 4, donde, los constructores romanos se encontraron con algunas dificultades debido a la presencia de un gran bolo granítico incrustado en el lecho del río y que posiblemente no pudieron retirar, viéndose obligados a asentar en el parte de la pila, ejecutando previamente tareas de repicado nivelador. Para realizar estos trabajos tuvieron que trabajar en seco aprovechando la época de estío cuando las aguas disminuyen considerablemente, por lo que las condiciones en aquellos tiempos, debían ser algo diferentes a las actuales donde la presa de un molino aguas abajo del Balneario eleva, en la actualidad, el nivel ordinario de las aguas al mismo tiempo que facilita la acumulación de estériles en esta parte del río. Por otra parte, la elección del lugar de emplazamiento debe estar condicionada por la presencia, en sus proximidades, de la surgencia de aguas termales y la construcción del edificio termal aprovechando el mismo decurso de la vía para comunicar con la ciudad mediante un trecho que permite salvar la diferencia de cota, acomodándose a unas porcentajes que no superan el 6% de pendiente desarrollando una sola alineación, característica constructiva presente en el diseño en otras vías7. Para la edificación del puente se escoge como material el granito del macizo de Hombreiro por sus calidades de dureza y facilidad de corte y labra. No conocemos la localización exacta de la cantera, pero no debió de estar muy lejana 6 Mapa Geológico de España, Lugo 72. puesto que a pocos metros aguas arriba del I.G.M.E, Madrid 1975. Desde el punto de vista tanto estratigráfico como tectónico puente se produce el afloramiento del grapertenecen a la unidad del Domo de Lugo representado por series precámbricas de nito en ambas márgenes del río, por lo que la Serie Villalba de esquistos pelíticos con la proximidad de estos materiales a la obra granates que intercalan gneis anfibólicos. facilita su transporte, acortando el tiempo 7 Semejante solución fue aplicada en la construcción de la Via Nova en la subida desde el de ejecución y ahorrando recursos econóvalle de Maceda al Rodicio por el conocido micos. La fábrica romana que se sacó a la Camiño da Xe o en la Sierra de la Encina de la Lastra en Valdeorras, aunque en estas luz está levantada a base de grandes sillares ocasiones mediante un desarrollo mucho más amplio. de granito, formando el cuerpo macizo de Santiago Ferrer Sierra | 233


unas pilas de cantería de planta rectangular en las que está totalmente ausente la presencia de cualquier conglomerado de cal y canto, tipo opus caementicium, que se creyeron ver durante las obras realizadas en 1996 (Arias Vilas 1998: 1219). En estas pilas se pudieron observar una serie de detalles constructivos característicos de las fábricas romanas y que describimos a continuación: - Se utiliza para el cuerpo principal de las pilas un tipo de aparejo, opus quadratum, levantado a base de grandes sillares de granito con disposición de hiladas alternas colocadas a soga y tizón con una perfección y finura de labra en los lechos que permite un ajustado contacto en seco o a hueso, sin juntas de mortero de cal ni cuñas entre las piezas. La modulación de estos sillares resulta bastante heterogénea, empleando en la largura dimensiones que van desde los 1,05 a 1,29 metros y en la anchura entre los 0,55 y 0,63 metros. No sucede lo mismo en la altura de los sillares donde se detecta cierta uniformidad, utilizando fundamentalmente dos modulaciones, una de 0,40 y otra de 0,45 metros con mayor frecuencia la primera que la segunda. La colocación en obra parece que responde más a la disponibilidad en el momento de los sillares ya preparados que a una selección minuciosa entre ellos por modulación, deducido de los continuos retranqueos, que a veces alcanzan los 0,20 metros, produciendo un efecto de irregularidad en el acabado de los paramentos exteriores que escapan de la verticalidad y aplomo de los mismos, que junto con el almohadillado que presentan producen en la obra un efecto de robustez y un juego de luces y sombras característico de muchos edificios romanos. - Con la finalidad de asegurar la perfecta trabazón entre los sillares, aparte de la finura de labra de los lechos y del asiento a hueso, se recurre al empleo de entalles o huecos para alojar piezas con forma de doble cola de milano, detectadas en la parte delantera de las pilas donde los tajamares aparecen desmantelados quedando a la vista el interior de la fábrica romana que adquiere una mayor rigidez en estas partes del puente más expuestas a la labor erosiva de las aguas. No pudimos comprobar el material con el que estaban hechas, pero posiblemente serían de madera al no encontrar restos de metal en su interior (Fig. 6). - Otros detalles singulares detectados en las cepas son los distintos huecos practicados tanto en los lechos interiores como en los bordes de los sillares ejecutados con la finalidad de apoyar el pico de la palanca utilizada por los canteros para colocar los sillares en su posición definitiva. - Para un mejor comportamiento hidráulico de la estructura, las cepas se dotan de tajamares en el frente de aguas arriba que en el caso de Lugo 234 | El puente romano de Lugo y la participación de la Legio X Gemina en su construcción


adoptan la forma semicircular, detectada tanto por la presencia de marcas de replanteo como de dos piezas de cantería redondeadas rescatadas del lecho del río (Fig. 7). Gracias a estos descubrimientos se pudo recomponer el tajamar original de la fábrica romana, para lo cual la pila 2 aportó una serie de elementos imprescindibles, aunque su estado de conservación era muy deficiente al sufrir un descarnado considerable que afectaba a los primeros sillares que entraban en contacto con las investidas de las grandes avenidas del río. Así, en el lecho de la tercera hilada de sillares aparecen grabadas dos líneas circulares que marcan el arranque del tambor semicilíndrico al mismo tiempo que permite medir con exactitud el ancho del pilar y el radio del tajamar. A partir de estos elementos podemos concluir que el arranque de las tres primeras hiladas de las cepas forman un paralelepípedo de planta rectangular con unas dimensiones de 4,70 metros de espesor y 9,35 metros de ancho, sobre el que se levanta el tajamar semicircular de 2,35 metros de radio hasta una altura que desconocemos y que va a marcar el arranque de las bóvedas así como define la capacidad de desagüe de los mismos. - La conservación de tres pilas contiguas con restos romanos permiten realizar una reconstrucción hipotética del antiguo puente formada por arcadas de medio punto de luces iguales de 10,40 metros y plataforma horizontal. De la excavación del lecho del río fue recuperada una única pieza perteneciente a una dovela almohadillada de 0,60 metros de altura con finura de labra en los lechos e intradós, mientras que en el trasdós aparece pulida señal de estar cerca de la clave al aire libre y de que el puente en algún momento perdió su calzada posiblemente arrastrada por alguna crecida. - De singular importancia resultan dos piezas de cantería, recuperadas del lecho del río, con borde de superficie chaflanada correspondiente a las cornisas que habitualmente se colocan como elementos decorativos a la altura de los arranques de las bóvedas y/o como remate de la plataforma sobre la que se asientan los pretiles. Muestran una moldura sencilla de corte rectangular y ángulo obtuso de 0,25 metros de grosor. - Aunque no se trate de detalles constructivo, tenemos que resaltar el hallazgo de 8 Posiblemente la figura represente un delfín ya que es el símbolo identificativo de la Levarios grafitis en forma de letras y un gio X Fretensis que pudo incorporar alguno grabado tosco de lo que parece una figa de sus destacamentos en la Legio X Gemina en el momento de su creación, puesto que unida a un falo o más posiblemente un no está nada claro que unidades se acoplan para formar este destacamento militar. delfín8 representados en varios sillares Santiago Ferrer Sierra | 235


Fig. 5. Estado ruinoso de la pila 3 con su tajamar romano desmantelado. Foto autor.

Fig. 6. Enlace de sillares con doble cola de milano. Foto autor. 236 | El puente romano de Lugo y la participaciรณn de la Legio X Gemina en su construcciรณn


Fig. 7. Frente del tajamar de la pila 2 con las marcas de replanteo circulares. Foto autor.

Fig. 8. Marca de la Legio X Gemina en un sillar del puente de Lugo, y foto detalle. Fotos autor.

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de las pilas 2 y 3. En cuanto a las letras, identificamos un posible nexo FLE (Flexus) que coincide en el sillar que presenta la marca de replanteo en escuadra, y que creemos está indicando su presencia, un R al revés y la unión de las letras RS de las que desconocemos su funcionalidad e interpretación. Otras letra fueron localizadas en dos sillares retirados del lecho del río: MRC y MEP que pueden hacer referencia a los trianómina de dos decenmani. A partir de los escasos datos con los que contamos nos atrevemos a formular una reconstrucción hipotética de cómo sería el puente romano de Lugo que enmarcamos en un modelo compositivo relativamente abundante en Hispania (Modelo I), diseñado para cruzar ríos que transcurren por valles llanos y amplios con alzados relativamente bajos, plataforma horizontal, arcadas de varias bóvedas de medio punto con luces muy parecidas o iguales lo mismo que los espesores de las pilas, con accesos horizontales o en rampa, que en las grandes avenidas pueden ser rebasados sin muchos problemas (Durán 2004: 232). Entre estos puentes están el de Salamanca, Chaves, Ponte de Lima, Ponte da Pedra en Torre de Dona Chama, Ponte Vella de Vila Formosa, Puente de Albarregas o el Puente de Mérida sobre el Guadiana. La propuesta que formulamos permite realizar una reconstrucción formada por una arcada principal de ocho bóvedas de medio punto de luces iguales de 10,40 metros, aunque podría contar con más arcos en el lado de la ciudad aumentando la capacidad de desagüe y disminuyendo la longitud de la rampa de acceso, ya que es por este lado por donde, a lo largo de la historia, sufrió más daños y donde las grandes avenidas lo rebasan anegando toda esta zona, situada a una cota más baja que la rasante del puente. La presencia de tajamares semicirculares nos permite compararla con el puente sobre el Guadiana en Mérida salvo algunas diferencias, como puede ser la rasante con ligero abombado, mientras que la que pudo tener la de Lugo fue, muy probablemente horizontal; o la carencia de desaguaderos en los tímpanos ante la ausencia de restos que pudiesen indicar su existencia, cuestión que no deja de ser definitiva puesto que los espesores de las pilas y tímpanos ofrecen espacio suficiente para albergar este tipo de elementos que modificarían sensiblemente la propuesta de reconstrucción que proponemos, adquiriendo mayor similitud con la de Mérida, ya que se da la circunstancia de la coincidencia de espesores en alguna pilas, por lo que los desagües podrían situarse a nivel del remate de los tajamares y del arranque de las bóvedas.

238 | El puente romano de Lugo y la participación de la Legio X Gemina en su construcción


4. Propuesta cronológica y participación de decenmani en la construcción del puente de Lugo Uno de los aspectos más complejos del estudio de los puentes romanos es su datación precisa que, únicamente, en muy pocos casos, resulta posible determinar debido a la uniformidad constructiva que presentan a lo largo de varios siglos de ocupación romana e invalida la posible ayuda que nos pudiera proporcionar una sistematización tipológica de estas obras públicas. Hasta ahora, esta fue una de las incógnitas que rodearon al puente romano de Lugo para la que no se contaba con elementos contundentes que nos ayudaran a proponer una fecha segura para su construcción, teniendo que recurrir a datos indirectos relacionados con la inauguración de la vía para la que fue diseñada o a la similitud que se observa con otros, como puede ser el puente de Mérida sobre el río Guadiana. Se construye para salvar el curso del río Miño, en los arrabales de la ciudad de Lucus Augusti, en principio para dar continuidad a la vía nº 19 del Itinerario de Antonino inaugurada en el año 11 d.C., si hacemos caso a los distintos hitos miliarios que se conservan a lo largo de su trazado, dedicados al emperador Augusto, como puede ser el ejemplar situado en la entrada de la Quinta do Crasto en la aldea de Rubiães (Paredes de Coura, Portugal), señalando la milla XXX desde Bracara Augusta y anunciando la 34 potestad tribunicia del emperador (Rodríguez Colmenero et alii 2004: 295). Otro de los criterios manejados fue la similitud observada en los tajamares lucenses de sección semicircular con los del puente romano sobre el Guadiana en Mérida, o la fundación de la ciudad de Lucus Augusti por el legado especial Paulo Fabio Máximo que nos llevaron a formular una hipotética datación a principios del siglo I d.C. Pero fue muy recientemente, observando unas fotografías de detalle, cuando nos percatamos de la presencia de una marca legionaria grabada en la superficie exterior de un sillar colocado a tizón en la cuarta fila de la pila 2, compuesta por la abreviatura de dos letras capitales cuadradas L(egio) seguidas del numeral X y colocada de manera invertida, la que nos puso en la pista de quienes fueron los ejecutores de esta obra, y que sin lugar a dudas, formaron parte de los cuadros militares de la Legio X Gemina, que por primera vez aparece confirmada en la Gallaecia (Fig. 8) Se sospechaba, con anterioridad, de sus andanzas por este territorio por la lápida funeraria de Caldas de Reis (Pontevedra) en la que un centurión de esta legión levanta una dedicatoria a tres de sus esclavos; la del soldado de la misma unidad que deja en San Román de Cervantes (Lugo) su lápida mortuoria (Rodríguez Colmenero 2006: 101); o la de Mallón de Cícere (Sta Comba, A Coruña) (Acuña y Gorgoso 2006; Rodríguez Colmenero 2006: 225-226). Santiago Ferrer Sierra | 239


Contamos con numerosos testimonios epigráficos y literarios referentes a esta legión que desde época imperial temprana comenzó a llamarse Decima Gemina, participando en Hispania en el escenario del Bellum Cantabricum, acompañando a Augusto en la lucha contra Cántabros y Astures, y estableciendo su cuartel general en Petavonium (Rosino de Vidriales, Zamora) mansión de la vía nº 17 del Itinerario de Antonino. Permanece en la Península Ibérica hasta el año 63 d.C., en el que fue trasladada a la frontera danubiana estableciéndose en Carnuntum (Austria). No fue reclutada ex novo para estos acontecimientos bélicos, pues contaba ya con una dilatada trayectoria al ser una de las legiones preferidas de Julio César, recibiendo los apelativos, primeramente de decima Veneria, y posteriormente de decima Equestris después de los acontecimientos del año 58 a.C., en los que el dictador derrota al caudillo germano Ariovisto. Durante las guerras civiles de finales de la República participa en el bando de Marco Antonio como se deduce de la abundante amonedación de los años 32-31 a.C. (Crawford 1991: 540), aunque Octaviano parece que contaba con otra unidad con apelativo de decima Fretensis haciendo referencia al fretum Siculum (estrecho de Mesina), que empleaban como emblemas una galera y un delfín. Augusto disuelve cum ignominia la X Equestris reconstruyéndola poco después por tratarse de una unidad experimentada, pero esta vez con el apelativo de Gemina (doble o acoplada), resultado de la fusión con otra que debió de ser desmovilizada (Gómez Pantoja 2000: 169-171). Formo parte del Exercitus Hispanicus hasta la primera mitad del siglo I d.C., junto con la VI Victrix y la IIII Macedonica. De la primera parte de su estancia en la península, relacionada con las guerras cántabro-astures, nada sabemos, algo normal debido a la gran movilidad de estos destacamentos en campaña. En el año 25 a.C., gracias a una deductio de contingentes veteranos junto con los de la V Alaudae, participa en la fundación de la ciudad de Emerita Augusta, capital de la provincia lusitana. Diez años más tarde sucede lo mismo en la provincia tarraconense con la fundación de Caesaraugusta, fruto de otra deductio de tropas veteranas de la X Gemina, IIII Macedonica y VI Victrix, posiblemente durante la segunda estancia de Augusto en la península, pocos años después de finalizadas las guerras. En este contexto tenemos que enmarcar, también, la fundación de las tres principales ciudades del Noroeste: Asturica Augusta, Lucus Augusti y Bracara Augusta. Vexillationes de estas unidades legionarias participan en las distintas tareas urbanizadoras y romanizadoras del territorio, puesto que, poco a poco, se van conociendo a través de nuevos hallazgos, como las marcas que dejaron en sillares de diferentes obras públicas. La X Gemina y la VI Victrix eran las encargadas de la supervisión de Asturia y Gallaecia, ambas bajo el mando de un 240 | El puente romano de Lugo y la participación de la Legio X Gemina en su construcción


mismo legado, como indica la inscripción del centurión primipilus de la L.X.G, Sabidio, y al mismo tiempo princeps de la L.VI.V. (CIL IX 4122). Así en Lucus parece que actúan conjuntamente tal como dan a entender los documentos conservados, dos marcas de cantero L.IV en la ciudad y LX en el puente sobre el río Miño, aportando contingentes de milites para la erección de los primeros edificios públicos de la ciudad. Aunque no tenemos constancia de marcas de cantero de la IIII Macedónica en Lugo, no podemos descartar su presencia, ya que parece que las obras públicas eran construidas por contingentes militares de las tres unidades que actuaban juntas como sucede en la vía Caesaraugusta-Pompaelo o en la construcción del Pont del Diable en Martorell. Si la construcción del puente romano de Lugo parece estar constreñida en un abanico de tiempo comprendido entre finales del siglo I a.C. y mediados del I d.C., datación de la presencia del Exercitus Hispanico en la península, no sucede lo mismo con el tiempo que se mantuvo en servicio careciendo de documentación que haga referencia a su destrucción. Analizadas las distintas fábricas del puente tenemos que resaltar que entre la fase de construcción romana y la 1ª fase medieval (siglo XIII-XIV) no se detecta ningún resto relacionado con alguna posible fase intermedia, bien porque no se conservan o bien porque no existieron reparaciones significativas entre estos dos momentos. Tampoco sabemos la causa de la destrucción de la totalidad de la fábrica romana, aunque la conservación in situ de las pilas originarias apunta a una gran avenida que rebasase la plataforma, descabalgándola desde arriba.

Santiago Ferrer Sierra | 241


Lugo. Vista panorĂĄmica del rĂ­o y A Ponte Vella, desde la ladera de la ciudad de Lugo. ca. 1930-40. Archivo del Reino de Galicia, 0585.



II. Contexto histórico y social

Mito, rito y memoria

del Balneario de Lugo Antonio Reigosa Carreiras Red Museística de la Diputación de Lugo


“Todavía no quiero callar lo que allí considere una tarde de verano. Hay una fuente muy fria y clara bien cerca de los baños, y muchos pajaritos vinieron á beber y tomar el agua, refrescándose en ella. Solas las tórtolas, que vinieron hartas, no bebieron, ni se bañaron aquí, sino en el arroyito que salia de los baños. Que parece naturaleza con particular instinto les ha enseñado, serles aquel agua mas saludable”. (Morales 1575) “Ved pues de Miño el cristalino curso con que busca la mar, y en su ribera a Lugo y su muralla, que el concurso de Roma la labró, y conserva entera; y en sus calientes baños el recurso de la humana salud; que aun persevera el muro argamasado y ricas termas de que cargaron sus riberas yermas”. (Balbuena 1624: v.122)

Resumen Lo que pretendemos en esta breve colaboración es rastrear los usos rituales, culturales, posibles creencias y, en definitiva, los valores simbólicos del folclore asociado a las aguas del Balneario de Lugo. Nuestra fuente documental principal fue la de la memoria transmitida por vía oral, sin renunciar a la poca bibliografía existente sobre estos aspectos. Ofrecemos un resumen de las narraciones sacadas de la memoria y de las experiencias de personas, hombres y mujeres que tuvieron alguna relación directa, de vecindad o laboral, con el Balneario de Lugo. Memorias de vida, relativamente recientes. La última parte la dedicamos a comentar algunas huellas sobre el posible uso, en época medieval, de las aguas “caldas” de Lugo para realizar la conocida como prueba caldaria. Antonio Reigosa Carreiras | 245


Introducción El efecto curador de las aguas en general, y de las calientes en particular, es bien conocido desde la Antigüedad. Una lista de manantiales con propiedades medicinales sacada de la muy extensa bibliografía sobre las aguas salutíferas que se conocen sería larga, casi inagotable. La mayoría fueron y son indicadas para remedios que curan o alivian toda clase de dolencias: cegueras, esterilidades, sarnas y otros muchos males, pero también se dice que hay otras, las menos, que pueden ser peligrosas hasta el extremo de enloquecer o destapar lo que de malo, oscuro u oculto hay en quien hace uso de ellas. Las aguas, en general, limpian pero también delatan; curan y purifican, pero también castigan o, según se interprete, regeneran como es el caso del mito del diluvio. Pueden activar la memoria pero también el olvido, sin renunciar a superiores fantasías como aquella de los dos ríos que hay o hubo en Tesalia, cuyas aguas vuelven blancas o negras a las ovejas, según en cuál de las dos corrientes beban. Las aguas termales son las que manan calientes de un manantial que brota de la tierra. Su uso tenía una finalidad principal, sin desechar la higiénica, preferentemente terapéutica y, en muchos casos, como es el de Lugo, sobre estos manantiales fueron construidas en época romana infraestructuras que son el origen de muchos de los balnearios actuales.

1. El uso ritual de las aguas termales La explotación industrial y turística que se hizo en el siglo XIX de estas aguas, junto con las regulares crecidas del río Miño a lo largo del tiempo y otros factores, pudieron llevar por delante, eliminar o borrar depósitos materiales (aras, exvotos, numismática, etc.) privándonos de la posibilidad de conocer posibles usos rituales de estas aguas. Es probable que antes de época romana ya fuesen utilizadas con fines medicinales, lo que, lógicamente, iría asociado a algún tipo de culto tanto a las propias aguas sagradas como a las divinidades que les confieren las virtudes propiciatorias para la salud. Aras y epígrafes encontrados en el Balneario de Lugo, objeto de análisis en otros artículos de esta obra, son prueba contundente de 1 En el Museo Provincial de Lugo se conesta afirmación. servan otros hallazgos epigráficos que se relacionan con el culto a las aguas termales, Los restos arqueológicos1 exhumados aunque se encontraron alejados del contexen el siglo XX, fundamentalmente los cato termal. 246 | Mito, rito y memoria del Balneario de Lugo


torce fragmentos de aras votivas, de los que seis muestran epígrafes con dedicatoria a las ninfas (Hervés y Meijide 2000: 187-196), parecen confirmar la existencia de ese posible culto a las divinidades relacionadas con los usos terapéuticos de estas aguas desde los tiempos de Roma (Fig. 1) Las aguas termales, además de curar males físicos específicos, influyen en la psique. Alivian la tristeza, calman la ansiedad, estimulan y purifican el organismo, por lo que en el decurso del tiempo fueron y siguen siendo consideradas fruto o gentileza de alguna divinidad. Y así sucedió de continuo, mudando el nombre del dios según la época. Un sincretismo de creencias, ritos y prácticas en la búsqueda de remedios contra el mal. En el acto de curación intervienen las propiedades terapéuticas de las aguas y los dioses o seres sobrenaturales asociados. En términos generales, hasta que se conocieron, tras análisis específicos, los componentes minerales de esas aguas, el agua que cura fue considerada popularmente mágica2 y el lugar o Balneario donde se ofrecía, un lugar sagrado, bendecido por los dioses. Un santuario, en definitiva. Los beneficios salutíferos de estas aguas sostienen por si solos cualquier devoción, llámese como se llame el dios que se arroga la concesión de sus maravillosas propiedades. El culto a las aguas nunca fue abolido, aunque sí vigilado o controlado. Cada tiempo con su religión dominante intentó acomodar este culto popular a sus intereses. El cristianismo demonizó a los dioses del paganismo. El De correctione rusticorum de S. Martín de Dumio es un magnífico manual para conocer las prácticas que se conservaban alrededor del culto a las aguas en la Galicia del siglo VI. En este texto, la condena de la práctica del culto a las aguas es recurrente, pues lo considera impregnado de prácticas mágicas prohibidas e invocaciones demoníacas. La iglesia católica acabó permitiéndolos, asumiéndolos. Donde había un dios romano puso una Virgen, a Jesús Cristo o a algún santo o santa. La vulgarización de estas creencias, atribuyéndolas en exclusiva a las clases populares, disimula la continuidad de un culto consentido, para-oficial, manifestado de mil maneras. La existencia de un altar3 (Pallares 1700: 18-19) en el propio edificio del 2 Entiéndase como conjunto de creencias y Balneario de Lugo, documentado ya en prácticas religiosas. el siglo XVII, así como la probada exis3 Se cree que la capilla ocupaba en esa época tencia desde entonces de una capilla cauna de las salas antiguas del edificio romano. Antonio Reigosa Carreiras | 247


Fig. 1. Imagen de una de los fragmentos de ara dedicada a las Ninfas, localizado en el Balneario de Lugo. Foto Balneario de Lugo.

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tólica para ofrecer a los usuarios oficios religiosos, puede considerarse una continuidad cultual desde los tiempos de la romanización4. Aunque desde una mirada actual esta concepción sobre el agua como regalo de los dioses resulta obsoleta y la práctica médica, tanto árabe como cristiana, fue confirmando científicamente su utilidad como auténtica medicina para la recuperación o conservación de la salud, algo queda en nosotros de aquella concepción naturista. Otra norma no escrita sobre el uso ritual de las aguas termales naturales es la que dice que hay que usarlas siempre al lado del manantial para que no pierdan cualidades ni pureza. No siempre, como se verá, se hace así. El agua termal, un compuesto de diferentes elementos minerales imprescindibles para la vida, si no tiene alma, lo parece, pues da vida.

2. Origen mítico del manantial del Balneario de Lugo La información de mayor interés que nos facilitaron nuestros informantes tiene que ver con el origen imaginario de las aguas calientes del Balneario de Lugo. La primera5 cuenta que “el manantial original está situado debajo de la capilla de la Virgen de los Ojos Grandes de la Catedral”. Como es sencillo de comprender, situar el nacimiento de estas aguas con propiedades curativas en un lugar sagrado o sacralizado, es muy frecuente, aunque, para el caso de las aguas de los Baños de Lugo, que nosotros sepamos, el dato era absolutamente inédito. Otro informante6 nos comenta la circulación de un rumor que pregona que la verdadera razón por la que no se deja edificar en As Costas do Parque, tiene más que ver con el miedo a que se interrumpa el curso de las aguas caldas que bajan desde debajo de la catedral, y no tanto con motivos estéticos, especulativos o urbanísticos. La capilla de la catedral donde se exhibe 4 En un reportaje publicado en El Progreso la imagen de esta Virgen fue construida en (29 de agosto de 1954) se dice que sobre el altar de la capilla del Balneario había una el siglo XVIII; la talla, no obstante, puede ser imagen de la Virgen de los Dolores, obra de Francisco de Moure, y que la tenían por del siglo XII o anterior. Se supone, teniendo patrona del Balneario. Trabajadores del en cuenta que la catedral fue consagrada a Balneario de épocas posteriores no recuerdan esa imagen pero sí una representación Santa María, que debió haber otra imagen del Sagrado Corazón. En la actualidad la más antigua. Ademáis de ser la patrona de imagen principal representa a la Virgen del Carmen. Conviene recordar que la Lugo, la Virgen de los Ojos Grandes es la propiedad del Balneario cambió de manos en 1956. Santa María delante de la que, según la cán5 Domingo López Rodríguez, “Txomin”. tiga LXXVII de Alfonso X el Sabio, recu6 Informante anónimo. peró milagrosamente la salud una mujer. Antonio Reigosa Carreiras | 249


Se dice que, debajo de la Iglesia de la Virgen de Baños, brotan también las aguas calientes del Balneario de Fuencaliente, en Ciudad Real. No obstante en este caso está documentada la construcción de la ermita en el siglo XII, encima de un manantial ya conocido y utilizado desde época anterior. También se dice que las agua de As Burgas de Ourense nacen debajo de la capilla del Santo Cristo de la Catedral. Una segunda opinión sobre el origen legendario de las aguas del Balneario de Lugo nos habla de la existencia de un volcán. El manantial principal estaría situado en As Costas do Parque Rosalía de Castro y posteriormente el agua pasaría “al borde de una piedra o algo así” que la calentaría. A propósito de la creencia en la existencia de un volcán7, otro Informante8 nos dice que recuerda que, cuando todavía era un niño, había un pozo atorado, cubierto con losas, situado en el exterior del edificio, a la derecha de la entrada del Balneario9. Recuerda que les decían que no pasasen por encima, ni que se metiesen dentro, que debajo estaba el volcán; y que, de caer en él, desaparecían para siempre. Esta misma opinión sobre la existencia de un volcán también se la transmitió la madre de otro Informante10. Se llamaba Amparo Carballo, antigua trabajadora del Balneario, añadiendo además que el Balneario era obra de los “moros”, “un pozo de agua de los moros” calentada por el volcán. Desgraciadamente no podemos contrastar con esta señora si estos “moros” serían o no los seres míticos a los que nuestra tradición achaca el origen de tantos yacimientos y construcciones de origen antigua e incierta. Otra información que le transmitió la misma mujer a su hijo es que había un túnel por debajo de la tierra que comunicaba la catedral con el Balneario, que se lo había contado gente más vieja que ella. Es una creencia antigua y universal, aunque no la registrásemos en el caso de Lugo, atribuir el descubrimiento de las propiedades curativas de las aguas calientes a animales (ciervos, osos, caballos, yeguas, burros, perros, cabras, ovejas, cerdos,…) que padecen algún tipo de dolencia, y que bebiendo o bañándose en las aguas accidentalmente recuperan la salud. 7 En Ourense, con respecto al origen de As En lo que todos y todas las informantes Burgas, también se dice que nacen de un volcán que hay en el lugar de Montealegre, coinciden es en la descripción del olor caracmonte próximo a la ciudad. terístico de las aguas del Balneario de Lugo: 8 Ángel Carlos López Rojo, “Carlos da Veiga”. a huevos podridos. Olor fuerte y desagrada9 Seguramente se trata del mismo pozo que ble que los trabajadores del Balneario llevahoy está visible no exterior do edificio. ban consigo, impregnado en la ropa. Parece 10 J. Manuel López Carballo, “Chuco”. ser que les decían “Oles a farmacia”11. 11 (“Hueles a Farmacia”). Informante anónimo. 250 | Mito, rito y memoria del Balneario de Lugo


Y aunque se les formuló la pregunta sobre la posible relación de este olor con personajes y lugares del imaginario cultural gallego, caso do Demo y el Infierno, ninguno de ellos estableció o escuchó hablar de esa asociación. Es bien conocido que este olor a “huevos podridos” es característico del azufre y de los sulfatos. El ácido sulfhídrico y el dióxido de azufre reaccionan entre sí para formar azufre y agua caliente, lo que identifica a las aguas termales, como aparece una vieja tradición cultural, que las relaciona con el inframundo y con las legendarias llamaradas que arden de forma continua en el Infierno cristiano. Los gases que se generan, además, son tóxicos e inflamables, incluso mortales a partir de ciertas dosis.

3. Otros usos de las aguas Además de los usos y servicios propios de un Balneario, de los recomendados por los médicos y descritos en los prospectos, existe una intrahistoria que no se refleja en estos impresos. Los enfermos pobres que no tenían opción de entrar por no poder pagar la tarifa del Balneario, se bañaban en una poza con paredes y fondo de tierra que había, al parecer, a la derecha, antes de la entrada al edificio por la parte de la Ponte Vella12. Otra informante13 confirma que esa poza existía, y que efectivamente había sido construida a propósito por los propietarios (entonces de la familia Neira) para permitir el baño fuera de temporada, aunque no saben precisar el lugar exacto donde se situaba. Una de las preguntas que realizamos a nuestros informantes, tenía que ver con el posible uso de las aguas lejos del lugar termal. La respuesta, en la mayor parte de los casos excepto uno, siempre fue negativa, pues, como dice la norma de uso tradicional, el “auga descomponse14”. Se corrompe. A pesar de que no siempre es así. En esta nota (Meijide 1996: 47) que recoge el acta de la sesión de la corporación municipal de Lugo del 18 de Julio de 1840, parece deducirse que ya entonces se llevaba el agua para casa: “El abuso de la casa donde subsisten los baños termales, que no sólo exigen derechos por agua que alguna persona necesita extraer para tomarla en su casa, sino pobres que pasan a él para curarse de sus dolencias…”. A continuación, en el mismo documen12 Domingo López Rodríguez, “Txomin”. to, la corporación amenaza al propietario, 13 Informante anónimo. a que se abstenga de tales prohibiciones: 14 (“El agua se descompone”). Informante “(…) admitiendo gratuitamente a los que anónimo. Antonio Reigosa Carreiras | 251


efectivamente sean pobres y teniendo abierta diariamente la puerta que desde el local da salida al camino, para que las personas que van a buscar el agua puedan hacerlo…”. Otro informante15 nos confirma que él recuerda como había gente que llevaba agua del Balneario para sus casas, para usarla sobre todo como tratamiento contra la caspa. Con el agua cocían o preparaban infusiones con hojas de sauce “llorón” (Salix babylonica), después mojaban un paño en esa cocción y lo envolvían alrededor de la cabeza, a modo de turbante, toda la noche. Si no era suficiente una sola noche, se repetía a la siguiente (Fig. 2). Nos cuenta un caso16 excepcional en el que se permitió llevar el agua en una botella pues era para tratar la psoriasis de un bebé. En este caso, la madre llevaba el agua y la calentaba al llegar a casa para subirle la temperatura. Luego bañaba al niño con esa agua y le recomendaban que no lo secase. El niño se curó, por lo menos momentáneamente. También se daba cierta picaresca. Había gente que pedía llenar un frasco o una botella para llevar el agua para casa. Aunque se les advertía de que perdían el tiempo, pues el agua, al enfriarse por el camino, perdía las propiedades. Pero la llevaban igual. Después comprobaban que nada más salir del Balneario, ya la bebían. Había también quien, por no pagar las tres pesetas que costaba en determinado momento el tiempo completo de tratamiento de agua para beber, había quien la robaba de la bañera, esquivando la mirada del encargado. Usaban un cuenco que escondían debajo de la ropa. “Y no sólo lo hacían los pobres”, dice nuestra informante.

4. Los tratamientos y los enfermos “dolientes” “Lucus Augusti, fue famosa en la época romana por sus cálidos baños sulfúricos; las aguas existen todavía, porque son obra de la naturaleza; pero las thermae, que son obra humana, han desaparecido: algunos restos de un dique para contener inundaciones dan testimonio de su antigua magnificencia. Los actuales e incómodos baños están situados en la ribera izquierda del río Miño, y la estación de los baños es desde el 15 de junio hasta el 30 de septiembre, cuando resultan benéficos para las dolencias cutáneas y reumáticas. Los pobres pagan dos 15 J. Manuel López Carballo, “Chuco”. cuartos por el permiso de chapu16 Informante anónimo. 252 | Mito, rito y memoria del Balneario de Lugo


zarse en ellos, y allí se les ve, como marsopas, o inmundae sues, en las aguas hirvientes entre las losas sueltas. Muy cerca de allí están las fuentes minerales, que contienen nitro y antimonio” (Ford 1845b). Como norma general, según la información que pudimos obtener, el tratamiento mínimo duraba 7 o 9 días, aunque también los había de 11 y hasta de 15 días. Siempre un número impar de días. Se daban baños y chorros preferentemente, aunque también se tomaba (y toma) el agua bebida. Había “baños de primera” y “baños de segunda17”. El material de las bañeras era distinto; de mármol en los de primera, y de azulejo en los de segunda. El precio y el servicio que se daba en cada caso también eran diferentes. Se acostumbraba a no cobrarles a los médicos por el tratamiento. Según nos dice Ángel Carlos López Rojo, “Carlos da Veiga”, él recuerda que había pacientes que hacían dos tratamientos por temporada, uno de 7 o 9 días en Junio y otro de otros tantos días de duración en septiembre, coincidiendo con el inicio y final del período oficial de baños (de 15 de Junio a 15 de septiembre). También nos comenta que se recomendaba repetir eses tratamientos 3 años consecutivos o 5 alternos. El momento de mayor afluencia, no se sabe muy bien la razón, coincidía con la luna menguante del mes de agosto18. Las procedencias de los bañistas eran muy variadas, sobre todo de varios puntos de la provincia de Lugo, y también leoneses, de la zona de Ponferrada. Algunos venían de Madrid. Entre los más próximos, en determinada época venían muchos del ayuntamiento de Friol pues, al parecer, un médico apellidado Muíña solía recomendarles estos baños a sus pacientes. En una sola jornada, recuerdan, entraron en el Balneario procedentes de Friol 83 personas (Fig. 3). También se habla de la existencia de un artefacto que estaba situado en la misma entrada del edificio y que consistía en una rueda o roldana con la que se subía el agua a través de la fuerza humana a un depósito situado en la parte superior. Según cierto Informante, este agua era fría y se usaba después para templar el agua del baño, en el que se ponía un termómetro hasta conseguir la temperatura indicada por el médico. Según otro de nuestros informantes, el agua que se subía hasta un depósito para que ganase presión, estaba caliente y se usaba para dar los chorros. Llegó el día en el que el artefacto manual se averió, y fue substituido por un motor19. Es muy probable que existiesen una o dos 17 Informante anónimo. máquinas de esas características, usadas 18 Informante anónimo. con la doble función que se comenta. 19 Informante anónimo. Antonio Reigosa Carreiras | 253


Fig. 2. Imagen antigua (mediados del s. XX) de las “lavandeirasâ€?, lavando y tendiendo la ropa en las inmediaciones del Balneario de Lugo, para aprovechar las surgencias termales que manaban en el rĂ­o. Foto Balneario de Lugo. 254 | Mito, rito y memoria del Balneario de Lugo


Fig. 3. Asistentes al Balneario en 1954. Foto Balneario de Lugo.

Antonio Reigosa Carreiras | 255


Los vecinos del Balneario, por lo menos los jóvenes, gozaban de algún que otro baño fuera de temporada, normalmente con el permiso de la persona encargada de la custodia del edificio. Entre los pacientes recordados por nuestros informantes citan a un abad de Samos, llamado don Mauro, al que fuera obispo de Lugo, Ona de Echave, a María de Alvarado... Hablan de pacientes que repitieron muchos años seguidos; y en algún caso concreto más de sesenta años consecutivos. El Balneario fue temporalmente una prisión supletoria de la principal de Lugo durante la llamada Guerra Civil, y también sirvió de acuartelamiento para las tropas “moras20” de esa época. Al parecer estos soldados usaban cajas de cerillas con “santos” muy bonitos, y como las tiraban por allí, se decía que había chicas de Lugo que las iban a recoger. Una de esas mujeres tuvo un hijo de uno de aquellos soldados.

5. Curaciones milagrosas Los enfermos que acudían al Balneario eran, normalmente, personas mayores y bastante deterioradas físicamente. En tiempos, venían montados en un caballo o en un burro, hasta que se impusieron los coches. En general, gente achicada, muy acabada. Algunos, sin citar nombres ni procedencias exactas, incluso llegaban sin poder andar, apoyándose con un bastón o en muletas. Un señor llegó tan impedido que lo tuvieron que transportar en un carro entre la pensión y el Balneario. También hubo casos de curaciones consideradas, por sorprendentes, milagrosas. Muchos de aquellos enfermos, nos dicen, a los tres o cuatro días de tratamiento mejoraban de aspecto ostensiblemente. Se cuenta como anécdota, que posiblemente esconde un ritual muy antiguo y una alusión explícita al posible uso de exvotos en estas aguas, que aquellos pacientes más ricos que llegaban al Balneario apoyándose en muletas o bastones, después de curar o mejorarse de sus males, dejaban allí los bastones en señal de agradecimiento por su curación. Era frecuente ver un número 20 Soldados voluntarios y mercenarios de origen marroquí que combatieron en la llabastante alto de estos bastones, muchos, mada Guerra Civil española (1936-1939) incluso, con refinados adornos de plata o al lado de las tropas golpistas comandadas por Franco. de oro en el mango21. 21 J. Manuel López Carballo, “Chuco”. Este mito de curación casi milagrosa 22 M. Pedreira. “Estampas de la ciudad. Las ya lo insinuaba Miguel Pedreira en un termas de Lugo”, en La Libertad, 27 de agos22 periódico en 1926 : “Enfermos anquiloto de 1926, páx.3. 256 | Mito, rito y memoria del Balneario de Lugo


sados por el reuma han soltado las muletas a los cuatro baños; el prodigio corre de boca en boca; pero no se extiende más allá de unas leguas a la redonda. A lo sumo, los baños, sórdidos, malolientes, remedian aspectos de la “Corte de los Milagros””. Un detalle que recuerdan los vecinos de los alrededores es que todos los pacientes, sin excepción, después del tratamiento diario, volvían a las casas donde hacían “decanso” o a la pensión, siempre muy tapados y envueltos en mantas para que no les cogiese el frío.

6. Residencia de los enfermos Por poder adquisitivo se distinguían dos grandes tipos de clientes: los que se podían permitirse residir en el hotel del Balneario, los más pudientes23, en algunas épocas tratados con cierto lujo, y los que residían en fondas o incluso en casas particulares. Entre los menos pudientes aún había, al menos, otras dos subcategorías: los que podían permitirse pagar pensión y comida en fondas o en casas particulares de los alrededores, y los que traían la comida de sus casas. Solían traer un saco con pan, patatas, un cuenco de mantequilla cocida, huevos, tocino,… Algunos incluso traían mantas, sartén y olla, y se les permitía cocinar en las casas. Les llamaban “Os do saco”. Paraban en casas particulares. En el Polonio, en la casa dos Serrano, en la casa da Cuerva, en la de Cabarcos o en el llamado Merendero. Los que podían permitirse pagar una fonda se instalaban en la “Casa da Concha”, cuyo edificio fue expropiado y derruido en el último tercio del siglo XX. Esta casa ya existía y anunciaba reformas (aumentar un piso en la planta alta y otras obras en el interior), en el año 189124. Se anunciaba en los periódicos, ofreciendo a los forasteros hospedaje cómodo y económico. Ese mismo año muere la propietaria de aquel entonces, Nemesia Fernández25. Una parte de los pacientes llamados “Do saco” se alojaban en el Balneario. Les costaba un poco más que en las casas privadas, pero mucho menos que a los clientes pudientes. Había unos cuartos habilitados a tal fin en la primera planta. Se destinaban a este 23 Se daban casos de familias que acudían acompañadas del servicio doméstico. uso entre 6 y 8 habitaciones. Para la dispoEl Regional: diario de Lugo: Nº. 2568 24 sición de estos pacientes había una gran co(21/06/1891) cina con un hogar en el medio, y alrededor 25 El Eco de Galicia: diario de la tarde: Nº. 1597 de la lareira colocaban los pucheros de barro (09/09/1891) 26 con la comida; cada uno con el suyo . 26 Informante anónimo. Antonio Reigosa Carreiras | 257


7. Ofrendas Una de las formas de honrar a los dioses de las aguas termales consistía en ofrendarles monedas (stipes iacere). En el Balneario de Lugo, cuando se realizaron las excavaciones para construir la piscina termal, aparecieron algunas monedas entre otros restos. Y desde que se retiró la grosa capa de tierra que se acumulaba en las salas das termas allá por la década de los 80 del siglo XX, afloró el agua. En esa agua, apenas unos dedos, muchos visitantes dejaban unas monedas que, a causa de la corrosión, se deterioraban en seguida. Ahora, según nos informa el propietario del Balneario, es una costumbre que va a menos pero todavía hay gente que lo hace.

8. Las ordalías o juicios de Dios: La prueba del agua caliente La “justicia de Dios27” tiene orígenes antiguos e inciertos y tuvo vigencia en los reinos cristianos europeos en la Edad Media. Las pruebas a las que se sometía a los sospechosos eran muy variadas. Se torturaba de muchas maneras, mediante agua y fuego, con hierros candentes, veneno, pruebas de ahogamiento, peleas, combates o duelos, y, en definitiva, toda y cuanta ocurrencia pasase por la mente de aquellos jueces canónicos dispuestos a declarar la inocencia o culpabilidad (pues era Dios quien así lo decidía) de quien superase indemne pruebas de este tipo. Una variante de estas ordalías consistía en someter al sospechoso, debidamente atado, a pruebas de agua fría en un río o en el mar. Si se hundía era considerado inocente; en caso de que flotase, era declarado culpable. Claro que podía suceder que siendo absuelto por la justicia divina, acabase ahogado por culpa de la impericia humana. Sobre la posible realización en las aguas calientes de Lugo de alguna de estas pruebas de verdad con las que se pretendía probar la culpabilidad o inocencia de un reo tenemos algunas referencias28. En la Crónica General España. Crónica de la provincia de Lugo, escrita por J. Villaamil y Castro en la segunda mitad del siglo XIX, se dice: “Por último, de las termas sólo se conservan hoy unos frogones que parece se destinaron á contener el río en sus avenidas; en tiempo de Pallares existían todavía algunas bóvedas de ladrillo, en una de las 27 Una institución jurídica de carácter mágicuales se decía misa a los enferco-religioso que tuvo vigencia hasta finales mos, y en la Edad media se utide la Edad Media. lizaron sus férvidas aguas para 28 Véase Meijide 1996: 38. 258 | Mito, rito y memoria del Balneario de Lugo


hacer la prueba del agua caliente, según lo indica un instrumento de 995 citado por el P. Risco”. En Puyol (1926: 408) dice: “El P. Santa Rosa cree ver un ejemplo de ella en cierto caso contado por Risco con motivo de una escritura fechada en la ciudad de Lugo a 9 de febrero de 995, y en la que se cuenta que a un tal Istofredo y a su mujer Egila, acusados de hurto, se les mandó que se purgasen del delito sumergiéndose hasta el cuello en las aguas del Miño, y que no bastándoles a los jueces esta prueba, fueron después sometidos a la de caldera (sic). El P. Risco, que vió la escritura en el archivo episcopal de Lugo, añade que, hablándose en ella del sitio en el que la prueba se realizó, se dice: «Et fecerunt inde pena de rio in Mineo ad illas Kaldas», de lo cual se deduce que la pena de río era por entonces conocida, y que la inmersión, si es que tal fue el procedimiento usado en este caso, se verificó, quizá, en unas aguas termales (Aquae calidae) que están cerca del lugar del suceso”. Lástima que el autor asegure en la nota al pie que el P. Risco no dice nada acerca de este detalle, y que no sabe de dónde pudo sacar la noticia el P. Santa Rosa. Lo cierto es que el Padre Risco (Risco 1796: XL, 150) hace referencia al asunto y precisa que el lugar exacto donde se realiza la prueba es “donde sin duda deben entenderse los baños, de que hize mencion tratando de las antiguedades Romanas pertenecientes á Lugo”. Donde se describe como se realiza esta prueba, con referencia expresa a Lugo, es en una obra anterior (Flórez 1741-1775: XIX, 375), a propósito de la solución de un conflicto de derechos sobre el lugar de Villarplano entre el obispado de Lugo y el monasterio de Sobrado. Así se menciona: “Se ha dicho ya que durante esta época se rigieron los estados independientes por las leyes godas, y en ellas no se admitía prueba de este género, ni aún la caldaria. Consistía ésta en meter el brazo varias veces en un caldero de agua hirviendo, sacando cada vez una piedra del fondo. En tiempo de Bermudo II se hizo esta prueba para averiguar á quién correspondía unos bienes que litigaban la catedral de Lugo y el monasterio de Sobrado. El presbítero Inocente Salamito, Antonio Reigosa Carreiras | 259


representante del monasterio, metió diez veces el brazo en agua hirviendo, sacando cada vez una piedra del fondo: fajósele el brazo y se le sujetaren las ligaduras con el sello del Obispo, cuatro dias despues este mismo rompió los sellos y ligaduras, y el Presbítero enseñó el brazo sano y sin quemadura, á presencia del pueblo”. (Fuente 1855-1875: 408). Se repite lo mismo en un artículo que se reproduce en la Crónica Científica y literaria, nº 90, de 6 de febrero de 1818, pero con algunos matices, pues, suponen, la temperatura de las aguas non permitirían tales quemaduras: “Hecha esta prueba, que verdaderamente era lo mismo que tentar á Dios, y pedir milagros, según expresan y confiesan los mismos delincuentes, salieron estos con las manos cauterizadas ó requemadas, dándose por convencidos del hurto: Et in pecato tiostro exivit ipsa paena ustulata super nos. Si la prueba se hizo pues con las aguas fervientes de los baños, debió de haber en ellos algún otro surtidor que ahora no existe, siendo templadas todas las que en el dia permanecen; ó vean los geólogos si con los temblores de tierra ú otras revoluciones intestinas del globo pueden perder las aguas minerales parte del fuego y calor extraordinario que antes tenían, especialmente según el sistema que hace consistir dicho calor, no en la misma naturaleza de las aguas sino en la continua flotación y roce de ellas con las tierras impregnadas de porciones metálicas por donde atraviesan y se encaminan a los surtidores”. Nos limitamos a dejar aquí estas notas, añadiendo que otro informante29 recuerda que su madre había contado en alguna ocasión una historia relacionada con las aguas del Balneario de Lugo para realizar pruebas similares a ésta. Los juicios con agua hirviendo, también conocidos como prueba, ley o pena caldaria, aparecen descritos en el Foro de León30 (siglo XI), y fueron prohibidos por el papa Alejandro III a finales de este mismo siglo, aunque se siguieron practicando durante algún tiempo. 29 J. Manuel López Carballo, “Chuco”. 30 Conjunto de disposiciones legales promulgadas por el rey Alfonso V entre 1.117 e 1.120.

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9. Conclusiones Con esta aproximación al folclore y a la memoria del Balneario de Lugo no hacemos más que iniciar una línea de investigación poco explorada hasta ahora. Probablemente hubo tradiciones, costumbres, ritos, literatura y sucesos que se olvidaron, seguramente irrecuperables, y que tan sólo podemos intuir. Pero, si lo intentamos, con tiempo y con paciencia, sabemos que podríamos descubrir mucho más. La memoria es frágil e imprecisa, pero transmite un valor que non puede comunicar ninguna otra fuente documental: lo íntimo, lo privado, lo intransferible. Nadie puede saber lo que siente el otro o la otra, lo que una persona percibe en un contexto de enfermedad o dolor, momento en el que se activan todos los recursos que una cultura reserva para las situaciones de emergencia. Junto con las prácticas y las técnicas, nuestra cultura construye imaginarios, mitos y ritos que dan cohesión al discurso, que amalgaman y dan sentido a lo que hacemos. Imaginarios que elaboran códigos de conducta muy definidos y útiles para cada situación. En un futuro, incrementando el número de entrevistas a personas potencialmente transmisores (pacientes, trabajadores o vecinos del complejo termal), combinando estas memorias y experiencias con las colaboraciones imprescindibles de la arqueología, la historia, la medicina y otras ciencias y especialidades vinculadas, podríamos radiografiar una realidad simbólica coma ésta, tan atractiva y tan antigua, capaz de retratarnos incluso más allá de los tiempos de Roma.

Informantes Domingo López Rodríguez, “Txomin”. Nació en el barrio da Ponte en 1944, donde vivió, a excepción de un breve período, toda su vida. Se casó con una mujer descendiente de los últimos propietarios de la “Casa da Concha”, la conocida hospedaría próxima al Balneario. J. Manuel López Carballo, “Chuco”. Nació en el barrio da Ponte (Lugo) en 1961, donde se crió y reside. Regenta un establecimiento de hostelería. Su madre, Amparo Carballo (Aller, Asturias, 1921–Lugo, 2013) trabajó desde muy joven hasta 1955 en el Balneario de Lugo. Ángel Carlos López Rojo, “Carlos da Veiga”. Nació en Monterroso (Lugo) en 1938 y vivió en una casa colindante al Balneario desde, aproximadamente, 1943 hasta 1970. Informante anónimo. Mujer (80 años?). Antigua trabajadora del Balneario. Agradezco a los informantes su colaboración, a los propietarios y a los actuales trabajadores del Balneario de Lugo las propuestas e informaciones facilitadas, y muy especialmente los consejos y sugerencias del profesor e investigador, además de amigo, José Luis Garrosa Gude.

Antonio Reigosa Carreiras | 261


Lugo. Baños termales.

Postal coloreada. Con presencia de las “lavandeiras” en la orilla del río. ca. 1910-20. Postal de la colección de M.U. Barrio.



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