1 minute read

UNA PEDALADA

Next Article
FRATERNIDAD

FRATERNIDAD

Suena el despertador marcando las 3:30 de la mañana, me alisto y a los 20 minutos mi compañero Felipe golpea la puerta en el cuarto donde me ha dado posada la noche anterior, preguntándome si he dormido bien; al afirmar, le digo que ya estoy lista para la anhelada rodada en bicicleta que nos disponíamos a realizar ese día, desde Bogotá hasta Chiquinquirá.

El cielo empezó a tornarse azul zafiro, anunciando un buen día, por lo que procedimos a tomar nuestras bicicletas para embarcarnos en una nueva aventura. No habíamos recibido bocado alguno, así que decidimos llevar algo de comida ligera en nuestros bolsillos e hidratación para el camino. Yo iba un poco intranquila, pues recientemente habían levantado la cuarentena en algunos sectores de Bogotá, ocasionado por el virus llamado COVID19, y la mayoría de personas no podían salir a más de 10 kilómetros de sus hogares.

Advertisement

Sentía mi cuerpo llenarse de energía a medida que iba pedaleando, pues después de haber estado en casa confinada durante cinco meses, observar de nuevo aquellos paisajes que adornan la sabana de nuestra bella capital, no se lograba comparar con sentimiento alguno.

Luego de atravesar Cota sin inconvenientes, pasamos por una vía alterna a la de Zipaquirá, la misma que nos llevaba directo a la vía para llegar a Nemocón; antes de ello, nos desviamos por un camino sin pavimento que nos arrojaba a la misma ruta inicial; no era necesario hacerla, pero entre risas, procedimos a retomar el camino por el que veníamos. Ya llevábamos cuatro horas desde que salimos de Bogotá. El reloj marcaba las 9:00 de la mañana, le pregunté a Felipe si íba -

This article is from: