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LIBERTAD, IGUALDAD
La guerra es el negocio más rentable que hay actualmente porque los ricos no son capaces de matarse ellos mismos por lo que quieren. Mi nombre es *Cifer Guzmán y hoy decidí que ese negocio no será más mi vida. Cuándo uno entra como recluta en el ejército lo tienen todo el tiempo con un discurso alrededor de la heroísmo, sacrificio, honor y patria... Incluso si usted se muere le dicen que le dan una casa a su mamá y un poco de plata así que no hay pierde. Pero la patria es un invento y la vida del ejército no es vida, el estar subyugado a un uniforme o una orden cuándo tu corazón grita libertad. Vida es lo que tú haces para ti, por tus sueños. Vivir, compartir, amar. Es lo que eres libre para hacer y que otros no controlan y yo vivo la vida como quiero. Yo fui dragoneante mayor de comando conjunto y tuve a mi cargo ocho subordinados, aunque antes también fui infante. Los ocho piratas más valientes y leales que he conocido. A pesar de que yo era su superior en ese momento, el estatus no define a las personas, lo que te define son tus raíces y tus acciones. El rango es una imagen y yo era otro cagado más ganándome el sueldo. Si había una galleta para la tropa la compartimos, si era una lata de salchichas de mi ración personal las partía con mi cédula y las comíamos juntos. Yo comía y dormía con mi tropa, no en el casino de oficiales o en los camarotes más cómodos. Incluso a veces decisiones de los superiores implicaban sacrificar sacrificar a uno de los míos y yo prefería que me atizaran los oficiales en lugar de hacer las cosas mal a mi conciencia. Un líder no es aquel que da órdenes, un líder es aquel que se gana el respeto de sus subordinados y el respeto solo se gana desde la igualdad.
Yo creo que lo mejor que tiene el ejército es la camaradería entre la infantería. Quienes son carne de cañón son los más leales, la fraternidad que existe entre las tropas es lo que mantiene con vida la institución. Porque son seres humanos quienes mueren todos los días en la guerra, aunque solo seamos números a veces. Seres humanos como cualquier otro, algunos personas respetables. Como el Sargento *Tapia Vargas Gabriel Andrés. Recién yo era recluta me habían dejado sin comida y yo estaba en chanclas, claro, recién trasquilado y ¡de malas! Él man me compró un par de zapatillas, unas medias y la cena de ese día en el casino, jamás lo olvidaré. Se recuerda a las buenas personas, a las mejores personas, y él me hizo el diez por ciento del hombre que soy hoy.
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Pero el bajo mundo del ejército es inversamente proporcional en vejámenes y corrupción. Números son lo único que te exigen como si no hubieran sueños y vidas terminando en el campo de batalla. Las cosas que te obligan a ver, a oír, a callar... a apoyar. Cosas espantosas que ves y no puedes hacer nada, ante el horror el general es ciego, sordo y mudo. Prostitución en las filas, asesinatos, desapariciones, civiles muertos, y nada existe porque todos están demasiado aterrados de hablar. Tu prefieres morir en el campo de batalla con tus camaradas que caer a mano de un teniente o un general por decir algo que no debías.
Porque también fui escolta de un general y eso me permitió ver de primera mano el mundo al que me iba a meter si seguía en este lugar. Recuerdo que estaba yo detrás del general en una reunión, porque yo era su primero al mando, y estaba con otro general de otra brigada. Veían una gráfica que señalan con un láser y
José Luis Guzmán Martínez Facultad de Comunicación Social Ganador