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PIETÀ
Yaceré en mi muerte entre sus brazos, reclinado en piedra en lo eterno. Mi rostro indolente ante el deceso y desasido mi cuerpo entre tela pétrea, suelto del calvario y toda pena.

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En marmóreo pedestal me retendrá mi madre con pesaroso gesto detenido en el tiempo: su piedad nos ha inmortalizado. Quebrantada, me acunará como cuando yo era joven y me consolaba.
Soy el hijo de mi padre: de Paráclito hecho, Pero mi carne es la carne de mi madre, y es la que siente: como vientre trocado somos uno de nuevo, como todo árbol que sobrevive a su fruto.
Palabra evocadora
De verdades y fantasmas, Palabra-Dios, Omnisciente y creadora Como el silencio que la acompaña.
Se insinúa Coqueta y misteriosa, Salta de un significado a otro.
Maga, Bésame, Prueba de la dulzura
Y amargura de mis labios.
Enséñame
A callar y a gritar, A dialogar y tejer.
Caigo
Y me enredo
Como gotas de lluvia
En tu telaraña
Que parece detener el tiempo, Y congelar eternamente Todo lo que atrapa.
Observo desde lejos
Ensimismada en la quietud
Renuncio a mis pensamientos Me entrego A la espera de la araña Con su canasto vacío.
Me habla De la fragilidad De su mundo, De lo hermoso Qué es ser ermitaña
Y tejer nuevos templos
Imperceptibles Para los distraídos , Sus presas.
La palabra Como la araña
Transita por sus redes invisibles, Por los hilos vírgenes
Del mito y el recuerdo, Génesis del pensamiento sabio, Del pensamiento innato Que brota como luz De la oscuridad que vemos
Al mirar hacia adentro.