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El empobrecimiento general
El empobrecimiento general es la receta del sistemaparasostenersuviabilidad En este momento histórico, si se atiende a distintos expertos y a los líderes políticos de diferentes países, dentro del sistema capitalistanohaymecanismoalgunoparasolucionar al empobrecimiento generalizado de la población. No saben qué hacer para mantener los mínimos que prometen sus estados, sus leyes o sus empresas. Ni intervención de precios, ni tasas específicas, ni subida de sueldos… nada parece funcionar porque todo contiene una trampa que anula los posibles beneficios de las medidas. Recientemente hemos vivido un buen ejemplo, cuando muchas gasolineras repercutían enelprecio,unasubidacasiequivalenteala ayudaquehabíaaprobadoelGobiernoespañol para los carburantes. Los precios asfixian a los pequeños productores y a las empresas pequeñas, mientras las grandes puedenhacertodotipodetrampas. Según el dogma capitalista, no existen mecanismos para compensar, equilibrar, recomponer o reajustar la bajada casi universal de la calidad de vida de millones y millones de personas. Son familias que ven que en adelante no se pueden costear calefacción, transporte e incluso alimentación –en muchos países hay que sumarle la educación o la sanidad–. Personas con trabajo que ven cómo su salario se agota antes de empezar a vivir. Son empresas a las que se les propone producir y vender a perdidas. Son personas, sectores enteros de la sociedad, que se gastan los ahorros o que se endeudan para poder subsistir, sin perspectiva de poder darle la vuelta a su situación. No hay que olvidar que, con la pandemia aún latente,lapoblaciónestádesgastadayalterada. Perseguiralosobscenosbeneficiarios La inflación en el Estado español ha sido del 10 %, pero esa alza no afecta por igual a todo el mundo. No es aceptable que en esta situación de crisis existan empresas y sectores que logren beneficios récord. Esa es la primera pista que hay que seguir si se quieren tomar medidas inmediatas y eficaces. Se tiene que identificar y perseguir a los especuladores y los usureros, aquellas empresas cuyas rentabilidades no se corresponden con servicios, productos y beneficios, sino con la explotación de esta situación convulsa y, cómono,delaspersonasmásvulnerables. Todos los expertos decían que se trataba de una inflación transitoria, que tenía que ver con el precio del petróleo. Parecía una hipótesis veraz. Pero la crisis de suministros y precios se ha concatenado con la guerra en Ucrania y nadie se atreve ya a predecir cuándo terminará semejante alza de los precios. La fragilidad que demuestra el sistema es impresionante. Solo se puede sostener sobre un ajuste general de la vida de las personas. La propuesta del sistema y sus gestores es resignación y retomar hábitos más saludables: reducir gasto, mayor frugalidad. Eso sí, solo entre la población, porque los hábitos saludables sistémicos no entran entre las opciones: nacionalizaciones,
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