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La Revista Blanca « Magazine literario ilustrado
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EDITOR; PABLO ROIG)
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“Published and distributed under permit (No 228 authoriz ed by the Act of October Mayaguez,
P. R.
Entered as secor - class a matter
By order of the
Presider.t,
Oct. 4. 1917, at the Post
Se publica
los días
MAYAGUEZ,
10,
DESDE EL TREN
pueblecillos
limpios,
rientes,
que destacando urbana agrupación en derredor de la afilada aguja de un campanario, nos ofrecen el sugestivo espectáculo de un país cuyas campiñas tienen un ininterrumpido calor de humar idad. A medida que nos alejamós de la capital, el
paisaje se torna mas sereno y melancólico.
No hay
grandes extensiones solitarias; las montañas no son enormes; los riachuelos secos guardan entre si pe-
queña escala.
A cada paso aparecen
encaladas al.
querias a cuya orilla dan sombra los cipreses y las palmeras. Nos movemos en una aimósfera pulida y ponderada que evoca, como equivalente literario, las novelas de Fernan Caballero. Nada patético, nada intenso, nada recio sugieren estos paisajes por donde marcha el tren en que viajamos nosotros.
Hemos cruzado una dilatada
llanura
cubierta
de naranjales y de viñedos y al abandonar la región mas específicamente valenciana. nos damos cuenta bruscamente de que el paisaje ha cambiado en su esencia. Algo nuevo, imprevisible hasta en-
tonces, comienza a esbozarse en el ambiente.
E
mos andado 28 kilómetros.
Al
volver
una población de estilizada silueta se
un
6, 1917, on file at the Post Officeof
Postmester General.
Oficce at Mayaguez. P. R.. under the act of March 3-1879
20,
y 30
de
cada
mes
30 DE
1930
STE
Vamos hacia Cheste en el tren de Utiel que, en la clara mañana de ambiente vernal, parte, atastado de viajeros, de la estación del Norte de Valencia, Desde las venianillas del ferrocarril cuyas paralelas dividen en dos partes iguales la maravillosa alfombre de la huerta, vemos pasar continuauna serie de
S. Burleson,
P. R. NOVIEMBRE
CHE
m=nte
A.
He-
recodo,
presenta
de
pronto ante nuestros ojos, bañada llegado a Cheste. e
de sol:
Hemos
EL ALMA DE POBLACION Cheste es un pedazo de Andalucía
trasplanta-
do a los vergeles de la huerta valenciana. Las calles anchas y despejadas, llanas, rectas, tiradas a cordón; las plazas alegres por el piar de los pájaros y las canciones de la chiquillería; las fuentes reido-
ras: las mansiones grandes cual si todos
los
habi-
tantes de la villa fuesen señores; los alrededores pintorescos; la gallard:a de la torre parroquial destacando su silueta prócer sobre la mancha blanca del caserío donde reverbera el sol; la limpieza que se advierte en las personas y en las cosas, para los que, como nosotros hayan visto sangrantes lus pies a fuerza de tanto caminar por los senderos de Españ», Cheste es como una Ubeda gentil, como una Ecija blanca, como una Palma del Condado rediviva en Valencia. Es de justicia consignar que para la cabal comprensión de esta imagen, nos ha ayudado una manada de toros que, como en nuestras estadías en las ciudades antes mencionadas, hemos vist pastando por los alrededores de la población de que hoy nos ocupamos. Valencia es tan múltiple y tan variada que en el recinto de su provincia, sin llegar ni mucho menos a los mas apartados confines de su antiguo reino, se dan en ella todos los matices y todas las diferenciaciones. Y de entre tan variada exhuberancia, de entre tal plenitud de vida, Cheste es el color.
No busqueis aqui, como en Sagunto
y en Játi-