La Universidad que encontré y la Universida que dejo (1977)

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La Universidad que Encontré

La Universidad que Dejo

Dr. Arturo Morales Carrion

I. La Situación en Diciembre de 1973

En la media noche del 3 de diciembre de 1973 fui escogido por el Consejo de Educa ción Superior de aquel entonces para ocupar la Presiuencia de la Universidad de Puerto Ri-

Una huelga paralizante había afectado al Sistema Universitario, sintiéndose sus negati vos y traumáticos efectos en gran parte del Sistema, pero sobre todo en el Recinto Uni versitario de Río Piedras y en el Colegio Uni versitario de Cayey. En ambos sitios no sólo habían ocurrido incidentes huelgarios, sino claras infracciones a la ley y a los reglamentos institucionales. El grupo huelgario había llega do a dominar las entradas y salidas de los pre dios académicos, y en el caso de Cayey hasta amenazar físicamente a los representantes que enviara el Consejo de Educación Superior, y coaccionar a los profesores de ideas contra rias.

Los hechos ocurridos en varias unidades académicas habían alarmado al país. En una encuesta pública, se revelaba que la Universi dad de Puerto Rico constituía la tercera preo cupación magna del país, después de la infla ción y las drogas.

Tanto en el orden académico, como en el orden administrativo, se mostraba la institu ción desarticulada. La Junta Universitaria, or ganismo académico encargado de coordinar el Sistema Universitario, se había convertido en una infortunada tierra de nadie en la grave dis puta que había surgido entre el Presidente y los rectores. Más de cincuenta asuntos se acu mulaban sin atender en su calendario de traba jo-

Pero lo peor de esta deprimente situa ción era la falta de confianza que había en el pueblo respecto del futuro de la Universidad y de su capacidad de proveer formación en un ambiente de disciplina y estudio.

De la huelga había surgido una Comisión Especial, creada por el Consejo, que pretendía no ya realizar un estudio sobre los males uni versitarios, sino imponer tanto al Presidente como al Consejo pautas para el gobierno de la Universidad y, en particular, para la selección de los Rectores. Se agitaba un espíritu propi cio a establecer en la Universidad de Puerto Rico un tipo de co-gobierno como el que en varias universidades de la América Latina y Europa habían disuelto la vida institucional en un batallar continuo de grupos de poder, alentados por ideologías extremistas.

En medio de este cuadro desconcertante y casi anárquico, se destacaba una Presidencia desmoralizada y en descrédito, incapaz de proveer al Sistema Universitario de un espíritu orgánico y una dirección.

II. La Tesis Fundamental de mi Gestión

Acepté la Presidencia, en los momentos que señalo. No hay exageración en el cuadro que ofrezco. Está en el recuerdo de los que vi vieron esa época, confusa y turbulenta. Se re fleja en los periódicos, en la preocupación esmdiantil y en los temores públicos de aquella época. Sólo un hondo sentido de dedicación a la Universidad podía impulsarme a aceptar una Presidencia que no busqué, habiendo ya tenido posiciones de alto prestigio público, dentro y fuera de Puerto Rico; y estando en vísperas de recibir un donativo especial de la Fundación Nacional de las Humanidades para escribir un libro y desarrollar un proyecto, afín a mis intereses de investigador e historia dor.

Desde el primer momento, expliqué lo que debía ser clave de una reconstrucción de la vida académica: lograr la máxima cohesión en el cuerpo dirigente institucional: el Conse jo firmemente en apoyo del Presidente;el Pre sidente, en armonía con los Rectores;la Junta Universitaria, en una labor paciente, sistemáti ca, articulando, tras los imprescindibles deba tes, las normas básicas de integración del Sis tema Universitario. Sólo esta actitud, sólo esta tónica, permitiría —a mi juicio— crear un senti do orgánico en la Universidad y superar las fuerzas centrífugas,los particularismos, la ava lancha de exigencias o quejas,las pretensiones anarquizantes de grupos que ven la institución desde el ángulo de su interés personal.

Fundamentalmente era, en todo momen to, establecer como norma rectora que la Uni versidad no obedecería a ningún grupo o capi lla política, que no haría el juego partidista, que no se buscaría la etiqueta política, del ad ministrador o el profesor, antes de examinar sus credenciales académicas o administrativas, y que habría un clima propicio para el exa men de todas las ideas, sin permitir el mono-

polio de ninguna en especial, sea cual fuere su signo o procedencia.

Veía, como de esencial importancia, que la figura del Presidente comenzara a emerger de nuevo, ante la opinión pública, como una voz que articulaba las preocupaciones y afanes de todo el Sistema Universitario, como símbo lo de su esencial unidad en medio de su gran dispersión, y como voz respetuosa para con los poderes públicos, pero independiente de ellos, como competía a quien representaba una universidad autónoma en lo académico, pero comprometida con firmes ideales de ser vicio al país.

Al mismo tiempo, sentía la necesidad de que en el mundo universitario de afuera se conociera y respetara la Universidad de Puerto Rico, y fueran sus representantes agentes re conocidos del gran empeño académico que ocurre en Puerto Rico. Y dentro del país, que se establecieran estrechas relaciones de com pañerismo con las universidades privadas, a fin de fortalecer la idea de una comunidad universitaria, a la que pertenecemos todos los que vemos el valor y significación de los estu dios superiores en nuestro país.

III. La Reconstrucción Universitaria: Pasos Iniciales

A. Primeras Medidas:

Comenzó la labor de mi presiden cia en una situación de extrema emergencia. El Rector de Mayaguez súbitamente abando nó sus labores y hubo que reemplazarlo de un día para otro con un Rector Interino. En Cayey había una situación de alta peligrosidad para toda forma de autoridad. Hubo que visi tar el Colegio, y dar respaldo al Director Inte rino que era objeto de un ataque concertado, mientras se embarraban las paredes con lemas

proclamando el triunfo de la universidad marxista-leninista.

B. Las Consultas

Se inició la consulta para los dos Recintos mayores, Mayaguez y Río Piedras, en medio de campañas y vituperios, y de pre tensiones de la Comisión Especial, la que a su vez se hallaba dividida en su seno.

Se acudió a los Senados para que éstos iniciaran el papel que les corresponde bajo la Ley Universitaria en todo proceso de consulta. Se hicieron claros los criterios que guiarían al Presidente en su selección, así como la necesidad de que el candidato estu viese dispuesto a formar parte de un- equi po universitario. Se hizo igualmente claro que la consulta no sería una farsa, ni el Presidente tendría -como se llegó a afirmar-ningún can didato de última hora, ajeno a la consulta. Además, se hizo patente que el Presidente de sarrollaría su propio sondeo para conocer en lo posible el pensamiento de la unidad institu cional.

De la primera consulta celebrada hasta la última —la del Colegio Universitario de Cayey, de mayo de 1977- se siguió inva riablemente esta norma. Ningún candidato re comendado ha sido ajeno a la consulta. Todos han tenido un fuerte sector que los ha apoya do, y el Presidente ha hecho lo humanamente posible por oír todas las tendencias, y escoger la persona que, a su juicio, podía ser de positi va ayuda al desarrollo institucional, recono ciendo en todo tiempo los méritos y ejecuto rias de otros candidatos.

Se trató de dar realidad a la consul ta, que en sí es un proceso hondamente divisionista, sin ofender ni desmerecer a ningún candidato ni tolerar tendencias hacia el des crédito de su persona.

Se retuvieron dos Rectores del equipo anterior: al Rector Hermán Sulsona, reconocido educador afiliado militantemente al PNP, y al Rector Nigaglioni, prestigioso mé dico graduado de nuestra Escuela de Medici na. En el caso del Rector Sulsona, de cuya ac tividad y dinamismo no hay duda,se saltó por alto su muy visible condición partidista, preci samente para que se entendiera por la opinión pública que ésta no sería una administración guiada por consideraciones políticas. En el ca so del Dr. Nigaglioni, se reconoció su gran es tilo universitario y su devoción al Recinto de Ciencias Médicas, aun cuando se sabía de su interés en abandonar el cargo.

Se escogieron Rectores para Río Piedras y Mayagüez que tenían amplio res paldo en la consulta: los Profesores Ismael Rodríguez Bou y Rafael Pietri Oms, ambos con un destacado historial académico y ad ministrativo. A ninguno de los dos claustros se les impuso nadie de afuera, sino que se es cogieron Rectores que teman hondo arraigo entre fuertes sectores. Y con los demás can didatos, no solo se les habló personalmente, sino que también se les reconocieron sus obvias condiciones académicas. No se aceptó la pretensión de la Comisión Especial que prácticamente hubiera obligado al Presidente a celebrar una encuesta y a certificar al gana dor, anulando asi su propia capacidad de dis cernimiento y la apremiante necesidad de in tegrar un coherente equipo de trabajo.

C. Enfrentamiento con el Activismo Ex tremista

Hubo que hacer frente, desde el primer momento, al activismo extremista que bajo diferentes formas, inclusive el ataque im placable, la coacción y el vejamen diario, que ría doblegar la voluntad del Presidente o redu cirlo a una grotesca caricatura.

Las amenazas llegaron a su punto culminante cuando hubo que instalar los Rec tores. Se pretendió impedir el acceso de éstos a sus despachos. Para evitarlo, se tomaron me didas de seguridad. Hubo incidentes de violen cia física en que se agredió al Rector de Río Piedras y se marchó sobre la Presidencia y más tarde se quiso paralizar la labor del Senado Académico. Afortunadamente, las medidas oportunas que se tomaron, pusieron coto a es fuerzos encaminados a probar el temple de la nueva dirección de la Universidad. Los que atacaron hallaron firmeza, no debilidad; ha llaron previsión, no desorden. La Universidad estuvo en todo tiempo en manos de los guar dias encargados del orden; los portones de ac ceso no fueron ocupados, como en la huelga de 1973, por los promotores del conflicto. Los disturbios fueron controlados con firme za, sin derramamiento de sangre. Se hizo claro que había un nuevo espíritu en la Universi dad, y que desde la loma de la Presidencia se actuaría con prudencia y energía, y que ha bría una voz para explicarle al naís la verdade ra situación, ayudada por los Rectores.

Esta política se mantuvo en mo mentos diversos durante los últimos años; se puso a prueba en la lucha laboral y estudiantil de octuore de 1976, y nuevamente prevaleció, sin que en momento alguno se perdiera el con trol ni se descendiera al terreno de la diatriba personal, al que tantas veces se le quiso llevar.

Pocas figuras públicas han sido tan vilipendiadas durante estos años como el Pre sidente de la Universidad de Puerto Rico, pero no hay una sola expresión de nuestra parte que represente una injuria personal hacia na die. Con ese orgullo, nos alejamos ahora de la Presidencia.

D. El Caso de Cayey

Fue este caso el más grave de to-

dos los que hubo que atender. Para todos los efeetos, se estableeió allí, en la huelga de 1973, una eomuna revolucionaria que causó la consternación de los universitarios y la alarma de la comunidad. Las dos primeras visitas del Presidente estuvieron rodeadas de elementos de peligrosidad; en la segunda, un pequeño y delirante grupo quiso físicamente impedir el acceso al teatro.

El embarre de paredes, los insultos a los administradores, la coacción al claustro eran la orden del día. El día que se cuente la verdadera historia de estos.hechos se asombra rá el pueblo de Puerto Rico de que situacio nes de esta naturaleza hayan ocurrido en un país comprometido con las instituciones de mocráticas.

En Cayey había un claustro en disolucióri, abandonado ignominiosamente por su propio director. Era imposible realizar con sultas o seguir procedimientos de épocas nor males. Se carecía de un orden normativo o se había derrumbado el que existía

Se comenzó, por tanto, una reconstruccion en momentos muy adversos, empe zando con eliminar los embarres y exigir cuentas a los profesores y estudiantes responsables del ainbientc anarquizante. Gradualmente, se cambió la fisonomía del Colegio y la comisión acreditora de la Middle States Association fue testigo de excepción de los pasos que se han dado. El Colegio ha vuelto a recuperar gran parte de su original estado académico, y el Presidente ha contribuido a definir su misión, instándole a que se ocupe de estudiar los pro blemas y los ecosistemas de nuestras tierras al tas, por su privilegiada ubicación en el grato valle en que se encuentra.

E. La Labor de Información

Desde el primer momento nos ocu pamos de mantener informado al CES, bien sea con informes orales o escritos, acerca de nuestra labor, y utilizamos preferiblemente para efectos públicos la televisión por su gran penetración en el pueblo. Evitamos las contro versias inútiles y nos dedicamos a dar noticias lo más fidedignas posibles sobre nuestra ges tión, de modo que no se viese en la Presiden cia un centro para sacudir continuamente la opinión, sino un despacho del cual procede rían informes cortos, precisos, al grano, y sin intenciones de añadir lumbre a un medio de por sí hirviente y exaltado. Esa ha sido norma invariable de nuestra actuación, la que no nos ha impedido tomar posiciones polémicas cuando así lo hemos creído necesario en de fensa de la Universidad.

IV. La Reconstrucción Administrativa

A. Elaboración de Reglamentos

Administrar un sistema universi tario como el nuestro requiere varios tipos de experiencia. La Universidad tiene ciertas simi litudes, en algunos aspectos, con otras agen cias de gobierno;en otros, se distingue radical mente porque el poder de administrar se en cuentra muy repartido. La línea entre la ad ministración burocrática y la académica es muy borrosa. Los académicos que carecen de formación administrativa suelen encontrarse en dificultades; pero de igual modo se encuen tran los que apertrechados de experiencia ad ministrativa, desconocen el clima, las sutile zas, las formas diversas de comportamiento que distinguen a una comunidad universitaria. Solo el que ha vivido y convivido por largos años con un ambiente académico puede en tender las dificultades de administrar una uni-

versidad y la gran cantidad de paciencia que exige la atención administrativa de los asuntos académicos.

Observemos un caso revelador de nuestro sistema universitario: la ausencia de un Reglamento General que se acople a la ley de 1966. En una agencia de gobierno, basta con escoger un comité y entregarle la enco mienda. En la Universidad, no. La ley dispo ne un proceso lento, complicado, de por fuer za agotador e imposible de cumplir en un año. Una Junta Universitaria heterogénea, cuatro Senados Académicos, celosos de su propia idiosincracia y prerrogativas, no pueden en un año elaborar —como lo pretende la ley— un Reglamento General.

La reorganización administrativa te nía que comenzar por ese esfuerzo, y medirse también la capacidad del dirigente en térmi nos de si lograba armonizar los criterios de tantos organismos y someter un documento final. Ese documento final ha sido sometido. Para ello, la Junta Universitaria celebró 155 reuniones, organizó, por iniciativa del Presi dente, un Comité de Integración, mantuvo contacto con los Senados por medio de los Se nadores Académicos y aprobó, además, otros 24 reglamentos indispensables para la buena marcha institucional.

Independientemente de lo que fi nalmente disponga el Consejo con este enor me esfuerzo,se trabajó ardua y tesoneramente por plasmar y resumir el pensamiento univer sitario respecto de un nuevo orden normativo institucional.

Cuando se vaya a medir la destreza o falta de destreza administrativa de este Pre sidente, lo primero que hay que preguntarse es si hizo trabajar en armonía y esfuerzo a la Junta Universitaria. Pues una buena adminis-

tración universitaria se mide por la laboriosi dad y empeño que demuestran sus organismos representativos y su capacidad de producir. Administrar una universidad no es una simple operación de contables, no es barajar cifras en un presupuesto, sino una búsqueda de consen so positivo entre la gente que tiene la respon sabilidad de dirigirla. Es armonizar criterios, buscar modos de que se superen las fuerzas centrífugas, y todo esto, cuando la autoridad está claramente limitada por ley e imperfecta mente definida por el propio Consejo.

B. Mejoramiento del Proceso Presupues tario

El proceso presupuestario en la Universidad, por las continuas exigencias que sobre él recaen, es un interminable esfuerzo, costoso, agotador y muchas veces víctima de duplicaciones innecesarias. Lo que en otras universidades es tema de solo ciertas épocas del año, en la Universidad es un perenne em peño. Se trata de un vaivén continuo entre Rectores, Presidente y Consejo, cada uno con su propio criterio. Así y todo, nos hemos es forzado por presentar información abundante, por relacionarla con programas, por introdu cir novedades como la distribución del dólar presupuestario (el "pie approach"), y gráficas representativas, por hacer presentaciones esquemátieas a la Asamblea Legislativa que a veces valieron altos reconocimientos. Diseña mos un tipo de informe mensual uniforme p^a todo el sistema, sobre el estado de las asignaciones, así como un nuevo modelo de formulario de Modificaciones Presupuestarias.

Hemos tratado asimismo de proveer orientaciones claras, sintéticas, precisas, en una época de gran incertidumbre económica, sobre los rumbos que debe seguir la Universi dad, y de dar batallas para la obtención de

mayores fondos, arrostrando críticas y malos entendimientos.

El presupuesto de la Universidad es hoy día uno de los presupuestos más técnicos con un sistema de control actualizado, y de información más abundante que cualquier corporación pública, a pesar de la tierra move diza que para nosotros resultan los estimados de ingresos, variables cada semana.

Hemos procedido tanto en el presu puesto como en el terreno de las finanzas, con cautela y prudencia, hasta el extremo que so mos la corporación pública de mejor crédito, como se demostró cuando abrimos el mercado de crédito para el país en 1976 y el Presidente pudo dar amplias y claras explicaciones a los bonistas con resultados muy satisfactorios. Administrar envuelve esta aptitud de la geren cia de saber vincular el cuadro fiscal con la po lítica general". De cómo se aprovechó esta cir cunstancia, ofrece prueba el folleto que circu ló el Banco Gubernamental de Fomento de Puerto Rico.

Conviene agregar que la norma se guida por esta Presidencia fue economizar en todo lo posible a la Administración Central para pasar la economía a los Recintos. La re serva en la Presidencia se usó para atenciones apremiantes: se salvaron los periódicos del siglo XIX en la Colección Puertorriqueña, me diante su microfilmación, gracias a una trans ferencia oportuna de la Presidencia. Se desti naron $100,000 para fortalecer las bibliotecas generales que habían sufrido reducciones con siderables en los presupuestos. Se trasladaron $115,000 para fortalecer las bibliotecas espe cializadas con el objeto de facilitar los estu dios graduados. Se transfirieron $10,000 al Colegio Regional de Aguadilla para remediar fallas bibliotecarias. Con donativos personales del Presidente de su aumento de sueldo y con

economías de la Presidencia, se creó en el RUM la Biblioteca Sama, destinada a reunir una valiosa colección histórica y científica sobre Puerto Rico.

De igual modo, de la Presidencia se ayudaron actividades culturales y científicas en Río Piedras, el establecimiento del Jardín Botánico' Agustín Staíil en Cayey y la promo ción de museos.

Principio de buena administración universitaria es economizar en lo administrati vo para fortalecer la academia. Eso hemos hecho

C. Organización de la Planificación

Desde mi llegada a la Presidencia in tenté definir un patrón más racional y efecti vo para encauzar el presente y futuro desarro llo del Sistema. Tomó tiempo hacerlo, pero en el momento presente la Oficina de Planifica ción cuenta con un equipo experimentado en Estadísticas, Bienes Inmuebles, Sistema de In formación y Oficina de Admisiones.

Hemos sentado pautas en nuestros mensajes a la comunidad universitaria y en nuestros informes al Consejo respecto de lo que debe ser la planificación en el ámbito académico, sobre todo en momentos de in flación y recursos decrecientes. Aludo en es pecial alas recomendaciones, hechas al CES el 14 de julio de 1976, así como a mi último mensaje de mayo de 1977. Estos principios y atisbos, surgían de estudios realizados en la Presidencia que aguardaban la presentación de los planes de los Recintos, según lo dispone la ley.

Un documento más amplio se ha ido elaborando y lo someteré en el futuro cercano, para que quede en los archivos uni-

vcrsitarios como muestra del esfuerzo realiza do en esa dirección y el eual podría servir co mo documento inicial de trabajo para el análi sis correspondiente de la Junta Universitaria. F.l documento contendrá valiosas observacio nes del técnico asc.sor que tuvo la Presidencia por un año, el profesor Eugene Lee, autor de dos libros fundamentales sobre sistemas uni versitarios.

Pasos muy importantes .se han dado en esa dirección, comenzando por la implanta ción del sistema de admisión única a la UPR, trabajo laborioso de la Junta Universitaria y de un grupo de los mejores técnicos del Siste ma, bajo la supervisión directa del Presidente.

Consideramos el estableeimiento de c.ste sistema, que había sido hasta entonces ambición irrealizable de otros dirigentes, como un logro positivo de la administración universitaria, al facilitar datos fidedignos so bre el perfil de la demanda estudiantil y sus características. El uso de los sistemas de infor mación y de las computadoras, al nivel del Sis tema Universitario, permitió este avance clave en la toma de decisiones respecto a la matrí cula y el presupuesto.

En el terreno de la integración de sistemas de información, se han dado pasos positivos frente a la pluralidad anárquica que heredamos. En estos momentos, se lleva a cabo un experimento de integración electróni ca entre el Recinto de Río Piedras, el Colegio Universitario de Humacao y la Administración Central para minimizar las costosas facilidades de cómputo electrónico. De igual modo, se está trabajando en la mecanización de las em presas y datos de la Editorial Universitaria y la Oficina de Personal.

Por primera vez en la historia del Sistema Universitario, se ha terminado un in-

vcntario de la planta física disponible, hecho con tal cuidado y seriedad que se piensa utili zar como modelo por otras agencias del go bierno.

De igual modo, se sistematizó toda la información relativa a las mejoras perma nentes, después de haber sido éstas congeladas en 1975 por la crisis fiscal. Cuando surgió la oportunidad de que la UPR optara a los fon dos disponibles por la Ley Número 94-369 (Ley Federal de Obras Públicas), bajo el liderato de la Administración Central organiza mos una operación de emergencia sometiendo planos e información y gestionando toda ayu da técnica necesaria con el magnífico resulta do de haber obtenido siete proyectos por la cantidad de dieciseis millones de dólares. Los proyectos ya están todos en marcha, como testimonio de la eficacia, la prontitud y la ca pacidad coordinadora y administrativa que se reveló en la Administración Central, funcio nando con gran armonía con los Recintos.

A mi retiro de la Presidencia dejo en proceso un programa permanente de mejo ras de $25,000,000 para atender las necesida des más grandes del Sistema Universitario. Cada una de estas obras tiene su justificación, dentro de una visión global de las necesidades de las unidades y del sistema en general, sin haber endeudado más los recursos institucio nales. Juzgúese con este dato, si ha habido o no atención a los requerimientos administrati vos institucionales o diligencia para obtener fondos y utilizarlos con tino y prudencia.

D. Relaciones de Personal.

Durante todo el tiempo de mi ges tión, he dedicado considerable tiempo y es fuerzo a cuestiones de personal, sobre todo en el terreno de las relaciones laborales. Llevé a

la Junta universitaria primero y al CES más luego, nuevas reglas y condiciones de trabajo con miras a formular por primera vez, tras la huelga de 1973, una auténtica política labo ral al nivel del Sistema Universitario y evitar las tendencias a la fragmentación y prolifera ción de métodos diversos como era la costum bre en la Universidad que encontré. Se esta bleció un Comité Central en marzo de 1975 con representación de cada unidad, y se bus có atender las múltiples querellas que se plan tearon.

En el conflicto laboral de octubre de 1976 la existencia de los mecanismos crea dos permitió un manejo sistemático y cuida doso de la situación en contraste con el des concierto que imperó en octubre de 1973. Cuando se logró superar el conflicto se reduje ron a un mínimo las animosidades y resenti mientos. Los líderes de las diversas asociacio nes fueron tratados por mí en todo momento como compañeros universitarios con los que podía estar en franca discrepancia, pero jamás vejados en su persona o representación. El país entero es testigo de que en todo momen to estuve al frente de mis responsabilidades durante la crisis, comunicándome con la opi nión pública por medio de la televisión y los otros medios noticiosos.

Me interesé en otorgar diplomas de reconocimiento a los que habían servido con mérito y devoción a la Universidad e implanté un sistema al efecto. En algunos casos les ob sequié con libros para su mejoramiento o re creación. Finalmente, ordené un estudio, ya próximo a terminar, con miras a alcanzar un plan de.retribución uniforme en un Sistema Universitario en el que han prevalecido en este aspecto tendencias anarquizantes. El estudio ha reclasificado más de 5,000 puestos y con fío que sea de especial beneficio a los trabaja dores con menor retribución en nuestra insti-

tución tan vasta y compleja.

Respecto de los reclamos de algu nos grupos en favor de la negociación colecti va, mantuve enterado al CES de las tendencias prevalecientes en las universidades norteameri canas, señalando con ecuanimidad los puntos favorables o desfavorables de la misma en lo tocante al mundo universitario y su especial estructura psicosocial. En la Presidencia, reu ní abundante información, asistiendo, ade más, a reuniones y seminarios donde se anali zaron las experiencias logradas hasta la fecha. Me interesé en adiestrar personal de la Presi dencia, de modo que se pudiera contar con gente con preparación especializada en la ma teria.

El enorme esfuerzo que representó la reorganización administrativa de la Universi dad y la vuelta a un funcionamiento normal se complementó con la atención que merecieron los asuntos académicos.

Debo destacar en primer término el em peño insistente en inculcar tanto en la Junta Universitaria como en los organismos acadé micos, un espíritu de sistema. La Junta Uni versitaria fue el foro, la punta de lanza de este esfuerzo. Trabajando asidua y armónicamente no sólo aprobó la reglamentación institucio nal, sino que impartió su aprobación a nuevos programas académicos, coordinó la solicitud única de admisión, estableció 31 directrices generales y debatió con calor pero dentro de un genuino espíritu universitario, temas en ex tremo difíciles tales como la carga académica, los traslados, las equivalencias, las convalida ciones de cursos, etcétera.

En la consideración de los problemas

V. La Reconstrucción Académica

académicos participaron activamente los Sena dores representativos de los diversos Senados Académicos, así como representantes estu diantiles. Me ocupé que en los diversos comi tés que prepararon informes y propuestas a la Junta hubiese siempre representación claustral y estudiantil y se contara, además,con el per sonal académico de mayor capaeitación en el Sistema. Las recomendaciones sobre las nor mas que debían regir los dos aumentos de sueldos decretados durante mi Presidencia, fueron el fruto del trabajo de un comité for mado por los Senadores Académicos.

La variedad de nuevos programas apro bados atestigua el crecimiento de nuestra gama de ofertas académicas. Varían estos programas desde las Ciencias Biomédicas, la Tecnología Ambiental y el Bachillerato Am biental, hasta la Tecnología Química, la Quí mica Industrial, la Biología Marina, la Maes tría en Arquitectura, el Bachillerato en Siste mas Computarizados, así como nuevos Bachi lleratos en Comunicación Pública y Bienestar Social.

El fortalecimiento de las bibliotecas, ins trumentos académicos esenciales, ha sido me ta invariable de mis esfuerzos, y ya se ha dado cuenta de los fondos destinados a este fin, in clusive donaciones de mi propio peculio.

A pesar de la crisis fiscal y del impacto tan negativo de la inflación en los gastos de mantenimiento, se incrementaron las partidas de $150,000 a $200,000 para estudios gra duados y mejoramiento profesional del claus tro. En estos momentos, un grupo nutrido de compañeros están terminando estudios docto rales en algunas de las mejoras universidades del mundo occidental.

La afluencia creciente de fondos federa les, de los que hablaremos más adelante, ha

permitido fortalecer la investigación que, siempre costosa, tiene cada día mayor necesi dad en el Sistema.

Las relaciones académicas con otras uni versidades, asociaciones y centros de cultura han merecido atención muy especial. Dejo la Universidad en momentos en que esas relacio nes son excelentes con el College Entrance Examination Board, la Middle States Association que ha reacreditado nuestros progra mas, la National Association of State Universities and Land Grant CoUeges, a cuyo Conse jo de Presidentes he pertenecido, la Unión de Universidades Latinoamericanas y la Asocia ción de Universidades del Caribe. Es motivo de legítima satisfacción el que como Presiden te de la UPR haya sido elegido miembro de la Junta de Directores del American Council of Education, que en los Estados Unidos se ha visto siempre como timbre de orgullo institu cional.

Señalo también las relaciones estrechas y cordiales que sostuve con la Asociación de Presidentes Universitarios en Puerto Rico, en pro de crear conciencia de una tarea común entre las universidades privadas y públicas.

Complementan estas relaciones las que hemos establecido, por medio de convenios, con la Universidad Experimental Simón Ro dríguez de Venezuela y con las universidades dominicanas Pedro Henríquez Ureña de Santo Domingo y Madre y Maestra de Santiago de los Caballeros.

En la medida que la carga de responsabi lidades administrativas lo ha hecho posible, hemos visitado todas las unidades del Sistema y visto sobre el terreno sus desarrollos y nece sidades. Para crear un mejor espíritu de siste ma, nos tomamos la iniciativa de celebrar se siones de la Junta Universitaria en diversas

unidades.

Redefinimos la misión de los Colegios Universitarios de Cayey y Humacao,facilitan do el tránsito de este último hacia un Colegio de cuatro años, con su nuevo Director y con la colaboración entusiasta del claustro. Exten dimos también a este Colegio el Programa Sea Grant, de origen federal, que puede ser de ca pital importancia para crear una mayor con ciencia del valor de nuestro mar como fuente de alimentación y energía, al cual debemos aplicar las más avanzadas técnicas científicas de conservación.

Nos ocupamos, como uno de los mayo res esfuerzos realizados, en transformar el Centro Nuclear en un Centro de Estudios Energéticos y Ambientales, preocupándonos porque el Centro contara con un Comité Es pecial de Energía, al nivel de la Presidencia, que congregó a los científicos más directa mente interesados en estos campos. El Centro, gracias a la Administración Federal para la In vestigación y Desarrollo de Energía (ERDA), ha logrado fondos para prortiover estudios en otr^ unidades del Sistema en un campo de vital importancia hoy día para el desarrollo económico de Puerto Rico.

Hemos designado distinguidos claustrales para que nos representen en importantes con gresos internacionales en las humanidades y las ciencias de modo que al llevar la represen tación institucional se les reconozca su contri bución a las ciencias y las artes de nuestro país. Y hemos traído notables puertorrique ños, como los profesores María Teresa Babín y José A. Balseiro, en calidad de conferencian tes de la Presidencia para visitar las diversas unidades y estimular el aprecio y buen gusto por las letras.

De igual modo, hemos utilizado profe-

sores jubilados en misiones de estudios, direc ciones interinas de Colegios y Recintos, tareas especiales y otras formas de reconocimiento, a fm de que se destaque nuestro interés de qiie el profesor jubilado mantenga su lazo afectivo con la institución.

La Editorial Universitaria ha recibido nuestro apoyo especial como ejemplo relevan te de la producción de nuestro claustro en los más variados campos del saber. Al 30 de junio de este año, la Editorial tenía 284 libros en circulación, 41 en prensa y unas 26 obras en preparación. La campaña de promoción la llevó por primera vez a la Feria de México,en la que se pudo comprobar que la Editorial es la tercera en la América Hispana, después de México y Argentina. De igual modo,ha parti cipado en la Feria Internacional de Frankfurt, Alemania, y la Feria del Libro en Madrid. La calidad de sus publicaciones le ha valido ser admitida este año en la American University Presses Association, a la que pertenecen las editoriales universitarias de mayor prestigio en los Estados Unidos. Nuestro libro es uno de los mejores pasaportes de nuestro esfuerzo de calidad en estos años.

Hemos preparado ya como condición ne cesaria para el plan de desarrollo, un catálogo de descripción general en inglés, y una rela ción de todos los ofrecimientos académicos. Al mismo tiempo, se ha sistematizado la infor mación relativa a la reacreditación del Sistema y con la ayuda de la Middle States, se ha reva lorado la Presidencia, aun cuando no se logró que se aprobaran las juiciosas recomendacio nes de la Middle States respecto de la organi zación del centro máximo ciel Sistema.

Trasladamos la Facultad de Farmacia del Recinto Universitario de Río Piedras a Cien cias Médicas, sirviendo la Presidencia de factor de conciliación y armonía en una operación asaz compleja y difícil, sin que sufriera adver-

sámente como se temía, la acreditación de la Escuela.

Emprendimos un estudio, con la colabo ración de todos los Recintos y asesores del ex terior, sobre las diversas escalas de emolumen tos al personal docente que forman un verda dero rompecabezas institucional y una fuente perenne de irritaciones. El estudio estará dis ponible para el próximo mes de septiembre, dada la extrema complejidad de su contenido.

Dos aspectos queremos destacar como esfuerzos personales del Presidente para lograr una mejor comunicación con el vasto claustro disperso. El primero fue la tradición iniciada de un mensaje anual a los cuerpos directivos, en el que expusimos cada año nuestra aprecia ción del momento y nuestras recomendacio nes fundamentales. El segundo fue la asisten cia invariable a todas las colaciones de grados y la presentación en ellas de mensajes cortos, en los que expresamos preocupaciones y aspi raciones propias de cada unidad. Tratamos,en todo momento, de que la opinión universita ria viera en el Presidente la personificación de la unidad de propósito de nuestra academia, dispersa en todas las esquinas de nuestra isla.

Nos esforzamos asimismo en ser un factor para resolver situaciones conflictivas entre las unidades, buscando con discreción y pruden cia modos y estilos de zanjar divergencias y disputas. Ningún rector, ningún dirigente, puede sentir que tratamos de socavarle su autoridad ni su prestigio ni ante las Juntas Administrativas ni ante los Senados Acadé micos o el Claustro, aun en momentos en que podían existir hondas diferencias de crite rios.

No quedaría este cuadro completo sin aludir a la relación establecida con el Secreta rio Ejecutivo del CES, el distin^ido universi tario Luis González Vales. A fin de que las cuestiones académicas y administrativas se

manejaran armónicamente entre los dos orga nismos, solicité y obtuve de él una coopera ción excelente.

VI. Atención a Estudiantes

Desde el primer día de nuestra gestión, señalamos que todo nuestro esfuerzo iba diri gido a promover una educación de calidad para nuestros estudiantes. Propugnamos la re presentación estudiantil, atendiéndola parti cularmente en nuestra esfera de acción, cual fue la Junta Universitaria. Ayudamos a fo mentar sus disposiciones a las artes y la cultu ra, contribuyendo a la presentación tan exito sa de nuestro grupo teatral en el Chamizal, en El Paso, Tejas; alentando los grupos corales y buscando nuevas oportunidades de estudio. Estos momentos con los estudiantes fueron de los más gratos de nuestra gestión.

AI llegar a la presidencia, nos encontra mos con que la asistencia económica ascendía a $12.2 millones, cubriendo a 13,000 estu diantes. Fuimos a Washington a declarar ante las Comisiones de la Cámara y el Senado para argumentar en pro de las Becas Básicas(Basic Educational Opportunity Grants); estableci mos, con la ayuda de la Junta Universitaria, nuevos mecanismos de coordinación hasta el punto que las Becas Básicas han subido de un nivel de $1.6 millones en 1973 a $26.2 millo nes en este año académico. Nunca han tenido los estudiantes universitarios tantas fuentes de ayuda como las que ahora existen..

Dimos una firme batalla en la Asamblea Legislativa y ante el Negociado de Presupues to porque no sufrieran merma, aun en los mo mentos de mayor estrechez fiscal, las asigna ciones relativas a becas. Aumentamos el im porte de las becas graduadas para dar más oportunidad a nuestros jóvenes talentosos.

Abogamos por la aplicación de un regla mento estudiantil que tratara al estudiante como un ser adulto, con derechos y deberes, sin menoscabar su personalidad e inteligencia, pero al mismo tiempo insistiendo en la nece sidad de que imperase en todos los claustros un clima de respeto a la idea contraria. Esa ha sido la tónica que favorecimos en su aplica ción.

Combatimos el activismo perturbador, pero no la militancia de ideas dentro de los cauces de la civilidad universitaria. Reiteramos en distintas ocasiones que nuestra responsabi lidad era formar conciencias y no cosechar aplausos, seguros de que con el pasar del tiem po apreciarían los estudiantes el genuino inte rés que nos guiaba de brindarles todas las op ciones, de proteger su derecho a estudiar, de multiplicarles los ofrecimientos académicos, y de verlos siempre como seres de carne y hueso, razón de ser de la universidad, y no nú meros y cifras para una computadora.

Cuando hubo que hablar con voz firme ai gobierno en 1976, lo hicimos para garanti zar la oportunidad de estudio a miles de estu diantes que de otro modo se hubiesen queda do fuera. Y nuestra mayor satisfacción fue ver que las clases terminaban su labor y formába mos jóvenes con nuevas destrezas y aptitudes, realzando los grados asociados v carreras cor tas, tanto como los grados de mayor comple jidad V estudio.

VII. Formulación de una Política para Fondos Federales

Al llegar a la Universidad de Puerto Rico, los fondos federales constituían alrededor de un 14.3 por ciento del presupuesto total de la Universidad. Hemos sido incansables en aumentar esa proporción hasta el punto de

que ahora sobrepasan del 25 por ciento. Cree mos que esa ayuda federal viene al sector más productivo y capaz de nuestra población: el de los recursos humanos y su formación supe rior, y que habilita ciudadanos para añadir a la productividad y creatividad del país, únicos modos permanentes y reales de salir Puerto Rico de su grave atolladero actual.

No existía en la Universidad de 1973 ninguna política oficial respecto de los fondos federales. Existía, en vez, una situación anár quica. Comenzamos por el principio: por vi sitar todas y cada una de las agencias federa les para explicarles nuestros programas y co nocer más a fondo los marcos de referencia de los programas que propulsaban. Visitamos agencias como la Comisión de Energía Atómi ca y la Región II en Nueva York del Departa mento de Salud, Educación y Bienestar, en donde se nos informó que habíamos sido el primer presidente en hacerlo.

Establecimos relaciones directas, de tipo personal, con agencias y fundaciones, explo rando siempre la posibilidad de programas que ayudaran a la Universidad, y que fomentaran la investigación y la acción cultural, en mo mentos de gran escasez de fondos.

Logramos transformar el Centro Nuclear en Centro Energético y de Estudios Ambien tales, con un programa de investigación y di vulgación de cinco años.

Extendimos a Puerto Rico el "Minority Institutions Science Improvement Program" de la Fundación Nacional de Ciencias. Bajo este programa, el Recinto de Mayaguez reci bió $350,000 para fortalecer los programas de la Facultad de Ingeniería; el de Río Piedras, $227,000 para programas ambientales; el Co legio Universitario de Cayey, $120,000 para mejorar sus programas de ciencias. El Colegio

Universitario de Humacao ha recibido este año más de $400,000 en propuestas aproba das por distintas agencias federales. Cuidamos de que las propuestas de nuestros profesores contaran con el diligente respaldo de la Presi dencia y fueran presentadas en Washington como parte de un plan de desarrollo institu cional, mediante la acción de nuestra Oficina de Recursos Externos, creada para ese propó sito.

Logramos que los Institutos Nacionales de Salud aprobaran propuestas por $409,500 extendiéndose también un importante progra ma de la Health Resources Administration.

Extendimos el programa "Sea Grant" del Departamento de Comercio; cuya aplicabilidad personalmente gestionamos.

Logramos de la Fundación de las Huma nidades fondos para un importante proyecto de investigación de fondos históricos sobre el período de 1890—1900.

Finalmente, abogamos ante el CES por la formulación de una política institucional res pecto al uso de fondos federales, recogida en la Certificación Número 43-75-76.

Estuvimos sumamente alertas a los efec tos de la legislación federal referentes a las universidades, colaborando con las asociacio nes nacionales en la presentación de puntos de vista comunes, o analizando cuidadosamente el impacto de la Enmienda Buckley,la Acción Afirmativa, la legislación respecto de los impe didos, los derechos civiles, etc. Adiestramos a un funcionario de la Presidencia en seminarios sobre estos programas y dictamos circulares para guías del resto del Sistema. Enviamos a nuestros abogados para que nos representaran en la nueva Asociación Nacional de Abogados Universitarios.

Dejamos, pues,la institución con una po lítica clara, definida y funcional, en este nue vo y complejísimo campo de relaciones uni versitarias. Y para velar por el debido cum plimiento de las guías fiscales en cuanto al uso de estos fondos, hemos fortalecido la oficina de Auditores Internos como acción prioritaria de la Presidencia.

VIII. Coordinación de una Política Legal

Estamos en tiempos en que predomina la manía de litigios, tanto aquí como en los Estados Unidos. Es objeto de grave preocupa ción de los dirigentes institucionales la enor me cantidad de pleitos que los acosan, así como las demandas de responsabilidad per sonal sobre decisiones en las que muchas ve ces no tienen intervención alguna.

Esta nueva dimensión del trabajo de un Presidente rebasa su responsabilidad adminis trativa o sus proclividades académicas. Incon tables son las horas que he tenido que dedicar a asuntos legales, a demandas y pleitos que han surgido en todas las esquinas del Sistema.

He realizado un vigoroso esfuerzo por es tablecer coordinación entre los abogados uni versitarios y actuar a veces de mediador en de bates sobre estrategias diversas. En todo tiem po, he estado alerta a la defensa de los intere ses institucionales, repasando muchas veces los abultados expedientes legales y señalando pautas propias para explicar la naturaleza tan compleja de nuestro Sistema, a veces tan mal entendido en los propios tribunales.

Horas preciosas he dedicado a esta tarea que he robado de la presión administrativa o de la exigencia académica. Pero el saldo que arroja la defensa legal de la Universidad ha sido, en su gran mayoría, satisfactorio.

He mantenido en todo momento rela ciones estrechas" y cordiales con el grupo de abogados que han representado a la Universi dad y quienes me han ayudado también a esblecer un ordenado proceso en las apelacio nes, bien sea en los casos en que le ha tocado al Presidente ser la autoridad apelativa, o los casos en que lo ha sido la Junta. Los procesos de ésta última se han distinguido por una es crupulosa observancia de los principios de equidad y justicia, actuando muchas veces con la seriedad y ponderación propias de cuerpos jurídicos.

IX. Actividades de Significación Especial

Los presidentes de instituciones universi tarias en los Estados Unidos y otras partes no son meros administradores de presupuestos, firmando y despachando papeles. Se espera de ellos que participen, junto a sus congéneres, en actividades académicas, reuniones y confe rencias, que formen parte de una sociedad de hombres de pensamiento y líderes de opinión, y que de tiempo en tiempo hagan expresiones públicas al efecto.

Cuando llegué a la Presidencia, encontré que la notable labor de relaciones institucio nales en este aspecto que había realizado el Presidente Benítez, prácticamente había cesa do de existir.

Me esforcé en cultivar importantes rela ciones externas en cumplimiento del mandato que me da la Ley en su Artículo 5, Sección 10. Pertenecí,junto a cinco distinguidos presi dentes, a la Comisión Linowitz sobre las Rela ciones con la América Latina, cuerpo privado e independiente, que formuló recomendacio nes públicas y fue atendido tanto por el Se cretario de Estado, Henry Kissinger, como por la Administración del Presidente Cárter.

Pronuncié discursos y conferencias ante diversos grupos universitarios de. los Estados Unidos, desde Massachusetts a Tejas. Visité y estudié sobre el terreno los sistemas universi tarios de Tejas, California, Miami y el Sistema de Colegios de la Comunidad de San Diego. Recibí importantes invitaciones para viajes a actos universitarios en el Instituto Aspen de Colorado, en Perú, México y Moscú que tuve que declinar por falta de un funcionario que pudiera sustituirme. Acepte un doctorado Honoris Causa y pronuncié el discurso de gra duación de la Universidad de Temple, y fui electo a la Junta de Directores del American Council of Education. Las ausencias que mo tivaron estos viajes representaron para la Uni versidad de Puerto Rico contactos útiles y la presencia de la representación institucional en el gremio de la alta cultura universitaria del exterior. Como en tantas otras ocasiones de mi vida, usé estas oportunidades para brindar oportunidad a otros puertorriqueños y com batir el cerrado insularismo que tiende a asfi xiarnos y a desconocer la importancia del diá logo constante con el mundo de afuera.

Este mandato que me impuso la ley creo haberlo cumplido a cabalidad, como creo ha ber cumplido, hasta donde me lo permitieran mis luces y mi resistencia física, con la aten ción constante y diligente de mis otras respon sabilidades universitarias, sobre todo en tiem pos de crisis y de luchas agrias.

X. Resumen del esfuerzo

La Universidad de Puerto Rico tiene gra ves problemas. Su misma dispersión, su compldidad, impulsa a situaciones en extremo difíciles. No hay panaceas a la vista, ni pre tendo yo haber resuelto en definitiva males 3ue surgen de un crecimiento desorbitado y e una enorme presión social.

Hice lo que pude por mejorar el sistema administrativo, por hacer una universidad más funcional, sobre todo en sus aspectos acadé-

Prediqué incansablemente la idea de un Sistema Universitario y me desviví por mante ner la concordia, la armonía frente a persona lidades a menudo conflictivas y difíciles de tratar, y en un sistema carente de firme traba zón orgánica.

Mis ideas sobre el Sistema Universitario estarán recogidas en un libro donde expreso las raíces de mi peculiar filosofía que surge, a su vez, de principios y conceptos arraigados en mi ética democrática.

Hice todo lo posible con una Presidencia que es estructuralmente débil, y asediada por ftierzas poderosas. Traté muchas veces de al canzar por la persuasión moral, por la ascen dencia propia, lo que no nacía de poderes in herentes.

Dejo una Universidad en paz, organizada, con directrices que facilitan su labor. También una Universidad sobre la que inciden presio nes externas y pasiones internas que podrían, en poco tiempo, destruir el esfuerzo de los úl timos años.

He señalado las rutas más convenientes. He apuntado los peligros. Y he mantenido en todo momento una línea recta de principios, alejando la bullanguera pasión política, y si guiendo con fidelidad el rumbo invariable que sientan los valores académicos superiores a los que me debo.

Dirigí una U niversidad en la que solo vi puertorriqueños y no miembros de tribus po líticas. Y ese es el legado que dejo en el mo mento final.

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