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¿Quién necesita un avivamiento?
En la época actual de decadencia espiritual y malestar social, muy parecida a los “tiempos peligrosos” descritos por Pablo en 2 Timoteo 3:1, surge la pregunta: ¿quién realmente necesita un avivamiento? El avivamiento se refiere a un reavivamiento de la vitalidad espiritual, una renovación de la fe y un retorno a Dios. También puede implicar a aquellos que nunca han recibido el evangelio, dando lugar a una transformación personal y a un cambio de vida. Ya sea dentro o fuera de la iglesia, el avivamiento es necesario: un despertar, una renovación y una reforma espirituales.
El Salmo 85 sirve de fundamento para el avivamiento, advirtiendo que no volvamos a nuestra “necesidad”. El salmista capta el clamor por la mano restauradora de Dios: “¿No volverás a darnos vida?” (v. 6). Si evitamos la necesidad, no necesitaremos buscar el despertar o la reforma; pero cuando nos alejamos, debemos clamar por el avivamiento de Dios.
Un clamor por avivamiento
El Salmo 85 comienza con una reflexión sobre las pasadas misericordias de Dios: “Fuiste propicio a tu tierra, oh Jehová; volviste la cautividad de Jacob. Perdonaste la iniquidad de tu pueblo; todos los pecados de ellos cubriste” (vv. 1, 2). Estas palabras demuestran que la necesidad de un avivamiento no es nueva: el pueblo de Dios ha necesitado la restauración después de alejarse. El salmista recuerda un tiempo en que la gracia de Dios se derramó y anhelaba esa renovación.
Entonces, ¿quién necesita un avivamiento? El “pueblo de Dios” que “en otro tiempo no era pueblo" (1 Pedro 2:10) y los que “habiendo conocido a Dios… cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible” (Romanos 1:20-23). A los que se han vuelto complacientes o distraídos, y a los que nunca han probado la bondad de Dios (Salmo 34:8). La iglesia y los pecadores necesitan de un avivamiento. Los creyentes necesitan un avivamiento cuando sus corazones se enfrían y su búsqueda de Dios se desvanece. Cuando no conocemos a Dios, necesitamos conocerlo.
Señales de la decadencia espiritual
El avivamiento comienza con el reconocimiento de la decadencia espiritual. El Salmo 85:4, 5 dice: “Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación, y haz cesar tu ira de sobre nosotros. ¿Estarás enojado contra nosotros para siempre?” Estos versículos muestran que el pueblo de Dios se había desviado y Su desagrado era evidente. Cuando nos sentimos distantes de Dios, cuando la oración se vuelve aburrida y el celo por la justicia disminuye, estamos en decadencia espiritual.
El avivamiento es necesario cuando los creyentes pierden su pasión por Dios y se vuelven indiferentes a Su misión. Cuando se tolera el pecado y se ignora la santidad, esto indica que los corazones necesitan ser reavivados. La inactividad espiritual llega silenciosamente cuando cedemos y nos ocupamos con las exigencias de la vida. Es en esos momentos que debemos clamar: “Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación”.
El camino hacia el avivamiento
Uno de los versículos más poderosos del Salmo 85 es el versículo 6: “¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?” Este versículo reconoce la necesidad del avivamiento y revela su propósito: la alegría en Dios. El verdadero avivamiento no consiste en actividades religiosas externas o experiencias emocionales; es una transformación interna que trae alegría y paz en la presencia de Dios. Tanto los creyentes como los pecadores necesitan este gozo, como dijo Jesús: “para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos” (Juan 17:13).
El gozo es una señal de que el avivamiento ha llegado.
El Salmo 85 ofrece un camino que conduce hacia un avivamiento:
1. Confesión y arrepentimiento: Reconocer nuestra decadencia espiritual.
2. Buscar la presencia de Dios: Volver a Dios, seguir a Jesús.
3. Abrazar las promesas de Dios: Vivir la verdad que “brotará de la tierra, y la justicia mirará desde los cielos” (v. 11).
Conclusión: Una necesidad universal
El avivamiento es necesario tanto para el incrédulo como para el creyente que ha vuelto a su “necesidad”. El Salmo 85 nos recuerda que, por muy a la deriva que vayamos, Dios desea restaurarnos para que volvamos a encontrar la alegría en Él.
Entonces, ¿quién necesita un avivamiento? Si ha vuelto a la necesidad, el avivamiento es necesario. Si nunca ha encontrado a Jesús de una manera que cambie su vida, el avivamiento es esencial. Ahora, usted decide: ¿necesita un avivamiento?
Si desea continuar la lectura, puede considerar:
1. Por qué no llega el avivamiento, Leonard Ravenhill
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