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Pensamientos
Cada uno, enseñe a otro: Cómo ser misional y animar a otros a hacer lo mismo
Ser misional en la vida cotidiana significa integrar activamente la fe en la rutina diaria. Para vivir este estilo de vida, debemos considerar cada interacción y cada momento como una oportunidad preciosa dada por Dios de compartir quién es Dios y lo que ha hecho en nuestras vidas. Una persona con la mentalidad de misionero busca continuamente formas de implicar a los demás para encarnar la Gran Comisión. La vida cotidiana es un vibrante campo misionero, no un simple pasadizo mientras esperamos a que se presente el “verdadero” ministerio.
Sea intencional. Busque momentos a lo largo del día para mostrar amabilidad, compasión y un interés genuino por los demás. Esto crea un espacio para compartir su historia de fe de forma natural cuando sea el momento adecuado.
Viva “con propósito”. Adopte la creencia de que su trabajo, sus aficiones y sus relaciones son dones divinos que le capacitan para servir a Dios y a los demás al tiempo que refleja su carácter a través de sus acciones.
Ore sin cesar. Comience cada día con una oración, invitando a Dios a abrir sus ojos a las necesidades que le rodean y a guiar sus interacciones a lo largo del día.
Sea un oyente activo. Escuche las conversaciones a su alrededor, tratando de comprender las luchas de los demás y ofreciendo apoyo siempre que sea posible.
Considere la posibilidad de realizar sencillos actos de servicio. Participe en pequeños actos de bondad, como ayudar a un vecino, ofrecer su tiempo como voluntario o simplemente estar presente para alguien que se enfrenta a un reto.
Comparta su historia. Cuando llegue el momento, prepárese para compartir su testimonio personal. La gente está ansiosa por escuchar cómo Dios se mueve e impacta las vidas, mostrando el poder transformador de la fe en Jesucristo.
Comprométase con la comunidad. Participe de las iniciativas locales que resuenen con sus valores, creando oportunidades para conectar con otras personas más allá de su círculo inmediato.
Busque fuerza y propósito de las Escrituras. “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a obedecer todo lo que yo os he mandado” (Mateo 28:19-20 NVI). “Y todo lo que hagáis, sea de palabra o de obra, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él” (Colosenses 3:17). “Estad siempre preparados para dar una respuesta a todo el que os pida razón de la esperanza que tenéis. Pero hacedlo con amabilidad y respeto” (1 Pedro 3:15).
¡Ser misional le transformará! Puede que se encuentre deseando dar el siguiente paso. ¿Cuál? ¡Compartir este estilo de vida con los demás! Las publicaciones en las redes sociales, los blogs y los podcasts son herramientas poderosas. Puede utilizarlos para inspirar a los que le rodean a abrazar la vida misional en su día a día. Una publicación en los medios sociales o un podcast pueden incluir lo siguiente:
• Un desafío inicial: Invite a su audiencia a ser sensible a las necesidades de los demás ese día. Dé ejemplos de posibles oportunidades cotidianas que puedan encontrar para ser testigos fieles de la bondad de Dios.
• Una reflexión en las Escrituras: Profundice en uno de los versículos ya mencionados en este artículo o estudie a profundidad un pasaje que haya tocado su espíritu. Contemple y exponga cómo puede referirse a él para compartir el evangelio o aplicarlo a la vida cotidiana.
• Reflexión personal: Comparta situaciones concretas en las que su audiencia pueda ver cómo usted expresó intencionalmente la bondad y el amor de Dios en el trabajo, en su vecindario o en el seno de su familia. Anímelos a seguir su ejemplo.
• Una oración final: Exprese su gratitud a Dios por la oportunidad de caminar a su lado en la vida cotidiana y pídale fuerza para hacerlo fielmente.
Recuerde que ser misional no se define por grandes gestos, sino por la fiel encarnación de su fe cristiana en los pequeños y significativos momentos de su día. Viva de forma misional en su vida cotidiana Sea una epístola viviente —un testamento del amor inquebrantable de Dios por usted y por los que le rodean.