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Busquemos de las almas

(REIMPRESO DEL MENSAJERO ALA BLANCA DE ENERO DE 2004 [EN INGLÉS])

OBISPO FRED S. FISHER, PADRE (13 DE OCTUBRE DE 1934 – 13 DE MAYO DE 2024)

OTRORA SUPERVISOR GENERAL DE LA IGLESIA DE DIOS DE LA PROFECÍA

Nota de la editora: El testimonio del obispo Fred Fisher era “Yo soy adicto al ministerio”. Durante sus 73 años como ministro ordenado de la Iglesia de Dios de la Profecía, tocó a muchas vidas con su bondad, sabiduría y fe inquebrantable. Él servía a otros. Ministró en su comunidad, a su familia y a la iglesia con compasión y gracia. Impartió consejos piadosos y dio guianza. Él era creyente de “Vivir misionalmente cada día” como lo evidencia la editorial de 2004 del Mensajero Ala Blanca inglés. Él dejó tras sí un legado de amor, fe e integridad. Sus palabras aún nos inspiran a buscar activamente y con propósito maneras de compartir a Jesús dondequiera que estemos.

Cuando hay posibilidades, usted pone su mirada y evangeliza a una persona o familia —o aquellas personas especiales que Dios ha puesto en su vida. Todos los días nos encontramos con gente; algunos los conocemos y a otros no. Pero entonces llegan esos momentos en los que Dios pone a una persona o personas en el lugar y tiempo correctos para que nosotros los evangelizemos. “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).

La mayoría de nosotros que somos cristianos de “los viejos tiempos” y hemos estado en la iglesia por mucho tiempo, pensamos que para evangelizar debemos separar un tiempo de avivamiento, tener a algún evangelista invitado y que todos lleguen a la iglesia cada noche. Hemos tenido cierto éxito con este tipo de evangelismo, pero en ocasiones hemos quedado decepcionados con los resultados.

Cada comunidad es un campo abierto para el evangelismo. Dado a que vivimos en un mundo ocupado, en ocasiones ni siquiera conocemos a nuestro vecino inmediato. Les propongo esta idea: Prepare una lista de sus vecinos por nombre, dirección y número telefónico. Haga una lista de oración por ellos y comience a orar para que el Espíritu de Dios trabaje en sus corazones. Entonces, comience a contactarlos. Conviértase en un vecino amigable y plante semillas de bondad. Salúdelos por medios de tarjetas. Entonces, al expandir su trabajo en este “campo”, para evangelizarlos, Dios comenzará a abrir puertas.

En su comunidad existen dos tipos de personas: aquellos que asisten a la iglesia y los que no asisten; aquellos que conocen a Dios plenamente y aquellos que no lo conocen. Como cristianos debemos ser una bendición y orar por todos. Debemos ver a cada persona como un “prospecto” de salvación. Quizás algunas de las personas que usted ve en su vecindario nunca lleguen a su iglesia, pero usted pudiera ser la única persona que los conduzcan a Cristo. Así que, hagámoslo lo mejor que podamos.

No todos hemos sido llamados a predicar u organizar avivamientos, pero hemos sido llamados a ser testigos en Jerusalén, Judea y Samaria —a aquellos cercanos y los que están al otro lado de nuestro patio. Cada cristiano ha recibido un poder especial para evangelizar. Las Escrituras dicen que después de que el Espíritu Santo venga sobre nosotros, recibiremos poder para ser mejores testigos. Confíe en ese poder; permita que Él lo use y lo dirija a las personas correctas. Esto pudiera ser en el hogar, en el mercado o en su lugar de trabajo. Dios le dirigirá a las personas que necesitan ser ministradas por usted.

¿Quiere ser un prospector? ¿Quiere encontrar oro? Mire a su alrededor. Conviértase en un testigo. Seleccione su lugar y comience a cavar. Entonces vea a Dios trabajar y por Su Espíritu le ayudará a dirigir a otros a la salvación.

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