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Ser misional es vivir con propósito
Cuando reflexionamos en la misión y ser misional, a muchos de nosotros se nos viene a la mente la serie de películas Misión Imposible. En la película se le encomienda una misión a un agente, pero primero él deberá aceptarla para que entonces pueda recibir todos los detalles que necesita para llevarla a cabo.
De igual manera, a los cristianos se les ha entregado una misión. Esta misión es compartir el evangelio de Jesucristo con un mundo que necesita oír el mensaje de salvación. Esta es nuestra gran “co”-misión, colaborar en unidad con la misión de Dios para la redención de la humanidad.
Hay varios elementos que se necesitan para realizar la misión que ha sido encomendada. Yo creo que el elemento más importante para cumplirla es que tenemos que ser intencionales. Debemos vivir de tal manera que siempre estemos conscientes, alertas y preparados.
Para estar conscientes de nuestra misión cristiana, es vital que estemos en sintonía con el Espíritu Santo. El Espíritu Santo nos guiará si le damos el mando de hacerlo. El Espíritu Santo conoce a aquellos que necesitan oír el evangelio. Él está trabajando, acercándolos a Cristo. A medida que nos mantengamos en sintonía con el Espíritu Santo, Él nos dirigirá hacia aquellos que necesitan oír el mensaje de esperanza en Jesucristo. También abrirá nuestra conciencia y nuestros ojos espirituales para que podamos ver a aquellos que Él ve.
[La acción] de estar conscientes es un aspecto de la intencionalidad; sin embargo, también debemos estar alertas. Estar alerto es más intenso que estar consciente. Estar alerto es muy similar a un guardia que cuida de una propiedad o de una persona. Su responsabilidad es estar siempre velando, escuchando y observando todo a su alrededor, y nunca estar desprevenido. Los cristianos deberíamos estar siempre alertas; lamentablemente, muchos de nosotros nos hemos concentrado tanto en nuestras propias vidas y trabajos que nos encontramos desprevenidos. Hemos centrado el objetivo principal en nosotros mismos, y pasamos por alto las almas perdidas que cruzan por nuestro camino en la tienda de comestibles, vecindario o lugar de trabajo.
Finalmente, debemos estar preparados. La preparación comienza con la oración y la Palabra de Dios. Si estos dos elementos clave están ausentes, no podremos estar preparados para cuidar, compartir y guiar a alguien a Cristo. La preparación debe ser continua, pues, nunca estaremos completamente preparados si lo dejamos de hacer. Diariamente, tenemos la responsabilidad de preparar nuestros corazones, mentes, almas, ojos, oídos, y todo nuestro ser para estar conscientes y alertas de aquellos que necesitan conocer a Cristo.
La conciencia, el estado de alerta y la preparación intencionada nos impulsará a ser intencionales con nuestra misión. A medida que seamos más intencionales, veremos mayores oportunidades para ministrar a las necesidades de los demás que los acerquen a Jesucristo.
[Le animo] a intencionadamente ser esa sonrisa que la gente quiere ver; ser ese “hola” que aquellos a su alrededor quieren oír; y ser la mano que ayuda a alguien que lo necesita. Procure cuidar intencionadamente la vida de los demás.
Para cumplir la misión de Cristo necesitamos ser intencionales. El cristianismo apático jamás alcanzará a los perdidos. Sin embargo, un corazón dispuesto a escuchar al Espíritu Santo, obediente a Su guía, y que busca ministrar a los demás, segará una cosecha de almas para Jesucristo.
OBISPO TODD D. BAGLEY
ASISTENTE EJECUTIVO DE FINANZAS Y ADMINISTRACIÓN Y COORDINADOR DEL MINISTERIO DE PATRIMONIO HISTÓRICO
Todd Bagley es el asistente administrativo ejecutivo del departamento de Finanzas y Administración de las Oficinas Internacionales y el coordinador del Ministerio del Patrimonio Histórico. Él y su esposa, LaJuanna, crecieron en familias de ministros y fueron misioneros en Alemania. Tienen dos hijos, Emilei y Ethan.