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Buscando intereses en común

El tema de este mes, Alcanzar a los que nunca han asistido a la iglesia y a los que se han alejado de la Iglesia, resuena con la declaración de la visión de nuestra Iglesia de Dios de la Profecía (IDP) de “Reconciliar al mundo con Cristo por medio del poder del Espíritu Santo”. Nuestra tarea es buscar a las almas, esparcir el amor y la esperanza de Jesús a un mundo que necesita ser reconciliado con Él. Aunque nuestro enfoque aquí son las personas que nunca han asistido a una iglesia y los que se han alejado de la iglesia, la realidad es que la mayoría de los que están perdidos pertenecen a uno de estos dos grupos. Así pues, haciendo a un lado las categorías, la misión es alcanzar al mundo con el mensaje del evangelio.

Sin ser demasiado repetitivo con los demás, es importante comprender de quiénes estamos hablando y en qué pueden diferir. La definición más simple es que la persona que nunca ha asistido a la iglesia no está conectada a una iglesia cristiana. Los que se han alejado de la iglesia, en cierto sentido, son una subcategoría de los que no asisten porque ya no están conectados con una iglesia, aunque lo hayan estado en el pasado. Los que han dejado la iglesia no son sólo los que han sufrido heridas en el pasado, sino también los que se han desilusionado de la iglesia por diversas razones.

Una visión del entorno religioso

Si no le gustan las estadísticas, quizás prefiera ignorar esta sección. Sin embargo, la siguiente información es reveladora y, como cristianos, quizá nos convenga observar lo que dicen las estadísticas.

Pew Research acaba de publicar un informe1 (ver informe [solamente en inglés]) con fecha del 9 de junio de 2025, que muestra que el islam fue la religión de más rápido crecimiento entre 2010 y 2020. Según las estadísticas de 2020, los cristianos representan 2.3 mil millones de la población mundial y los musulmanes 2.0 mil millones. Aunque el número de cristianos sigue siendo mayor (28.8% de la población mundial), la tasa de crecimiento basada en la población mundial es otra historia. Desde este punto de vista, el islam creció un 1.8% (ahora representa el 25.6% de la población mundial), mientras que el cristianismo disminuyó un 1.8%. El número de “nones religiosos” –personas sin afiliación religiosa— creció en un 0.9 por ciento y ahora representa el 24.2% de la población mundial. Estos “nones religiosos” son las personas que no asisten a la iglesia y los que se han alejado de la iglesia.

Si se observa el crecimiento (o falta de crecimiento) entre la población cristiana, resulta evidente que se está produciendo otro cambio. El mayor porcentaje de cristianos (30.7%) vive ahora en África subsahariana. Latinoamérica y el Caribe llevan el segundo lugar con 24.1% da población, seguidos de Europa con 22.3%. Aunque la población cristiana en Europa es la tercera en número, es la que ha experimentado el mayor descenso porcentual —un 3.5%. El descenso en Norteamérica es de un 1.9%. Lamentablemente, los dos continentes en los que el cristianismo prosperó en el pasado son ahora los dos en los que el declive es mayor.

Para los que vivimos en los Estados Unidos, las cifras parecen confirmar lo que Michael Graham y Jim Davis han denominado “el gran desencantamiento con la iglesia” en nuestra nación. Según ellos, “Decenas de millones de cristianos en todo el país no tienen ningún deseo de asistir a la iglesia”, lo que ha dado lugar al “mayor y más rápido cambio religioso” jamás registrado en nuestra historia.2 Anteriormente considerada una nación cristiana (fundada sobre principios cristianos), la afiliación a la iglesia en Estados Unidos comenzó a disminuir en la década de los 1990. Hemos sentido el impacto de este declive, y tal vez sea prudente preguntarnos: “¿Qué ha pasado?”. Las respuestas a esta pregunta varían, pero Graham y Davis atribuyen este declive a tres acontecimientos destacados3:

• El final de la Guerra Fría. “Estadounidense” y “cristiano” se consideraban a menudo términos sinónimos durante la Guerra Fría. Esto cambió con el colapso de la Unión Soviética y el final de la guerra, cuando “se hizo culturalmente más aceptable ser estadounidense y no cristiano a la vez”.

• Las consecuencias de la “derecha religiosa polarizada”. Nombres como Jerry Falwell, Pat Robertson y Newt Gingrich se asociaron con el extremismo religioso en la política, y muchos estadounidenses cristianos “centristas” se sintieron frustrados y pasaron a las filas de los llamados “nones religiosos”.

• La influencia de la Internet. El mayor acceso a la Internet también se ha traducido en un mayor acceso a numerosas y muy diferentes cosmovisiones y sistemas de valores. Las personas, tanto jóvenes y mayores, tienen acceso a las comunidades en línea que les aceptan y sus preguntas sobre la fe y moralidad sin juzgarles.

Usted puede observar que los tres eventos anteriores ni siquiera hacen mención del número de personas que han dejado la iglesia debido a algún tipo de daño u ofensa de la iglesia. (Sólo para hacer constancia, un estudio de Barna de 2010 mostró que un 37 por ciento de las personas que se han alejado de las iglesias cristianas lo hicieron debido a una experiencia negativa en el pasado con la iglesia o con la gente de la iglesia4). Debemos reconocer las heridas que han ocurrido dentro de la iglesia y asumir nuestra responsabilidad, pero debemos también ver cómo la cultura y las actitudes han cambiado en las últimas décadas para que podamos estar mejor equipados para seguir adelante. Por alarmantes que sean las estadísticas, también nos recuerdan el mandato de Dios de ir y hacer discípulos y nuestra responsabilidad de trabajar como agentes de reconciliación.

Encontrar intereses en común

Con tantos cambios a nuestro alrededor, ¿dónde empezamos? ¿Cómo podemos convertirnos en un pueblo que sienta verdadera compasión por los perdidos y por los que han sido lastimados?

Para empezar, debemos tener un corazón moldeado por la obra redentora de Cristo. Él dio Su vida voluntariamente en nuestro lugar por el gran amor que nos tiene. Cuando reconocemos cuán profundo es Su amor por nosotros y cuán grande es Su gracia y misericordia, ciertamente tendrá un impacto en nuestros corazones. A medida que crece nuestra relación con el Salvador, Su amor transforma nuestros corazones egoístas en corazones que se quebrantan por los perdidos.

La vida de Jesús es un ejemplo de un corazón amoroso y compasivo. Él es la esencia del amor y el modelo del autosacrificio. No solo renunció a Su lugar de privilegio en el cielo para humanizarse (Filipenses 2:6-8), sino que dio Su vida por nosotros. Pagó nuestra deuda, una deuda que no podríamos pagar, muriendo en la cruz en nuestro lugar. Mientras recorría la tierra, iba al encuentro de los perdidos, cruzando barreras sociales y culturales. Tocó y curó a un hombre con lepra (Lucas 5:12-16). Llamó a un recaudador de impuestos para que fuera Su discípulo y luego cenó con él y sus amigos (5:2732). Dejó que una mujer pecadora le lavara los pies y luego le perdonó sus pecados (Lucas 7:36-50). Sanó a un endemoniado (7:26-39). Habló con una samaritana y le presentó el Agua viva (Juan 4:1-42). Salvó la vida de la mujer sorprendida en adulterio y la libró de la condenación (Juan 8:2-11). En estos encuentros y en muchos otros a lo largo del Evangelio, Jesús interactuó con la gente “en su territorio”. Aceptaba sus preguntas y sus dudas, y los atendió independientemente de su origen social o étnico, su historia personal, sus creencias o cualquier otro asunto.

Pablo profundizó en esta idea de intereses en común. En su primera carta a los Corintios, abordó varias cuestiones que amenazaban con desgarrar a la iglesia. En el proceso, Pablo dejó en claro que, aunque era libre en Cristo (libre de las exigencias de la Ley y de las muchas restricciones del judaísmo), renunciaba a sus derechos por el bien de los demás. En 1 Corintios 9:19, dijo: “Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número”. Luego ilustró varias maneras en las que había puesto esto en práctica, recordando a sus lectores su propósito: ganar más almas para Cristo. Al concluir esta parte de su discurso, escribió: “Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él” (9:22, 23). La Nueva Traducción Viviente es un poco más clara: “Sí, con todos trato de encontrar algo que tengamos en común, y hago todo lo posible para salvar a algunos. Hago lo que sea para difundir la Buena Noticia y participar de sus bendiciones”. Pablo era un hombre con una misión, ¡centrado en reconciliar al mundo con Cristo!.

Al igual que Jesús y Pablo, necesitamos centrarnos en el propósito principal de la misión. Necesitamos encontrar intereses en común donde podamos encontrarnos con las personas que no asisten a la iglesia y las personas que se han alejado de la iglesia. Esta no es una licencia para hacer concesiones en nuestras creencias, ni un pretexto para vivir como el mundo. Después de todo, hemos sido llamados y apartados –santificados– para los propósitos de Dios (Levítico 20:26; 1 Pedro 2:9). El mundo no está buscando que seamos como ellos; están buscando algo diferente, algo que llene el vacío en sus vidas. Buscan donde pertenecer, donde ser amados, escuchados y aceptados. Necesitamos ser ejemplos del amor de Jesús dondequiera que vayamos (al trabajo, al mercado, al restaurante, etc.) y en cada situación (esperando en las filas, manejando en el tráfico, lidiando con una persona difícil, o con una tragedia). Tanto en los días buenos como en los malos, debemos comunicar el amor y la esperanza que tenemos en Cristo. Cuando la gente, especialmente los que no pertenecen a ninguna iglesia y los que se han alejado de ella, se encuentren con nosotros, deben sentirse atraídos por el amor y la esperanza que hay en nuestras vidas.

Oportunidades

Tenemos el mundo a nuestras puertas. ¿Qué vamos a hacer? No podemos ser selectivos cuando se trata de almas —Dios ama a todos. Su deseo es que “todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4). El campo misionero es extenso, así que he aquí algunos consejos prácticos para ayudarnos a empezar:

• Orar por los que están perdidos. Pablo insta a Timoteo a orar por todas las personas e interceder por ellas (1 Timoteo 2:1). ¿Tomamos en serio la oración (y nuestra misión)? ¿Conocemos el poder de la oración para romper fortalezas? ¿Nos preocupamos lo suficiente como para dedicar tiempo a interceder por la salvación de los demás? Son preguntas que todos deberíamos hacernos. ¿Qué significa amar y preocuparse como Jesús? ¿Reflejan nuestros corazones este amor?

• Salir en busca de las personas donde están. No debemos esperar que el mundo venga a nosotros. A menudo, sin saberlo, podemos hacer que la gente se sienta incómoda viniendo a “nuestro territorio”. Pero nos encontramos con las personas a diario en los mercados del mundo —todos esos lugares a los que vamos fuera de la iglesia. Sea sensible al Espíritu y pídale que le abra los ojos para ver las oportunidades que se le presentan. En el proceso, envuelva a las personas donde están. Jesús lo hizo con la mujer samaritana en Juan 4, y Pablo también lo hizo cuando conversó con los paganos en Atenas (Hechos 17:22-34).

Ser sensible a las diferencias culturales.5 No sólo nos encontramos con las personas donde están, sino que reconocemos con respeto nuestras diferencias culturales. Una vez más, Pablo lo demostró en Atenas. No criticó a los atenienses por sus creencias, sino que utilizó esa información como punto de partida para compartir el Evangelio. Además, Pablo citó a sus propios poetas para enseñar verdades bíblicas (Hechos 17:28, 29). El mundo de hoy no es tan amistoso con el cristianismo, por lo que encontrar intereses en común nos da una mejor oportunidad de establecer una relación para alcanzar a los que están fuera de nuestro círculo.

• Reconocer los prejuicios existentes. Nos gusta pensar que amamos y aceptamos a todas las personas, pero a menudo tenemos prejuicios subyacentes de los que no somos conscientes. Pablo, Pedro y muchos de los primeros discípulos tenían problemas con los gentiles. Dios le dio a Pedro una visión que desafió su educación judía, lo que finalmente le ayudó a superar sus prejuicios (Hechos 10:9-35). A menudo, los prejuicios surgen en base a nuestro propio orgullo por lo que somos (o creemos que somos). Para muchas personas, la identidad nacional o cultural puede convertirse en una fuente de prejuicios subyacentes contra los demás. Todos debemos examinarnos con honestidad y hacer de este tema una cuestión de oración. Debemos identificarnos como cristianos –seguidores de Cristo– por encima de todo.

• Escuchar. Vivimos más ocupados que nunca y muchos no toman tiempo para escuchar lo que dicen los demás. Escuchar significa algo más que oír un sonido; es oír algo con cuidadosa atención, con la intención de dar sentido a lo que se oye o se dice. Escuchar es una gran herramienta para la evangelización, y escuchar es uno de los mejores regalos que podemos ofrecer a los demás. En su libro, Vida en comunidad, Dietrich Bonhoeffer escribe: “Los cristianos han olvidado que el ministerio de escuchar les ha sido encomendado por Aquel que es en sí mismo el gran oyente y cuya labor deben compartir. Debemos escuchar con los oídos de Dios para poder hablar la Palabra de Dios”. Tomen nota, escuchar es un ministerio

• Compartir las alegrías y las penas de los demás. Podemos tener orígenes diferentes, pero todos compartimos sentimientos en común con los seres humanos: amor, alegría, miedo, duelo, dolor, decepción, por nombrar algunos. Pablo escribe: “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran” (Romanos 12:15). Al compartir estos momentos con los demás, demostramos que nos importan.

• Realizar actos prácticos de servicio. La mayoría de nosotros sabemos que a las personas no les importa cuánto sabemos, sino cuánto ellos nos importan. Cuando realizamos actos de servicio para atender las necesidades de quienes nos rodean, estamos demostrando el corazón de Jesús, quien nos dio ejemplo al servir a los demás (Marcos 10:35-45).

• Compartir su testimonio. Cuando llegue el momento, sea valiente y comparta su historia. En 1 Pedro 3:15 (NTV) leemos: “Si alguien les pregunta acerca de la esperanza que tienen como creyentes, estén siempre preparados para dar una explicación”. Aunque este versículo es más profundo y aborda la apologética, lo que Cristo ha hecho por usted es teología práctica. Es su historia, y las personas se identifican con las historias. Al compartir su historia, usted puede impactar la vida de otra persona.

• Invitarlos a la iglesia. Ya sean los que no pertenecen a la iglesia o los que han dejado la iglesia, muchas personas evitan venir porque no se sienten bienvenidas. Diferentes encuestas indican que muchos individuos (cifras que oscilan entre el 65% y el 92%) asistirían a la iglesia si se les invitara, especialmente si estuvieran acompañados por la persona que les invitó. Invitemos y estemos dispuestos a acoger a todos los visitantes. Que encuentren el amor y la gracia de Dios cuando entren por las puertas de la iglesia.

• Centrarse en el amor. Aunque aparece en último lugar, es el más importante. Jesús enseñó que dos mandamientos —amar a Dios y amar al prójimo como a uno mismo— satisfacen todas las exigencias de la Ley (Mateo 22:37-40). El amor encarna el mensaje del evangelio. Jesús, que entregó Su vida por nosotros, dijo que debemos amarnos los unos a otros como Él nos ha amado (Juan 15:12, 13). El amor comienza en la casa de Dios, pero debe extenderse más allá de las paredes de la iglesia: “Porque de tal manera amó Dios al mundo...”.

No es una ciencia complicada. Todos estos consejos (no una lista exclusiva) son de naturaleza práctica. Nadie necesita un título universitario para aprender a escuchar o mostrar amor y bondad. Pero sí se necesitan corazones plenamente transformados por la sangre de Jesucristo, un compromiso sincero con Su misión, una pasión por las almas y la voluntad de someterse a la dirección del Espíritu. Requiere crucificar los deseos de la carne y tomar nuestra cruz cada día para seguir a Jesús. En un mundo roto y dividido, seamos los agentes de reconciliación de Dios.

1 Conrad Hackett, Marcin Stonawski, Yunping Tong, Stephanie Kramer, Anne Shi, and Dalia Fahmy, “How the Global Religious Landscape Changed from 2010 to 2020,” Pew Research Center, June 9, 2025, The World’s Religious Groups: How Their Sizes Changed from 2010 to 2020 | Pew Research Center.

2 Michael Graham and Jim Davis, “What Is the Great Dechurching?,” The Gospel Coalition, August 31, 2023, https://www.thegospelcoalition.org/ article/great-dechurching/.

3 Ibid.

4 “Millions of Unchurched Adults Are Christians Hurt by Churches But Can Be Healed of the Pain,” Barna Group, April 12, 2010, https://www. barna.com/research/millions-of-unchurched-adults-are-christians-hurt-by-churches-but-can-be-healed-of-the-pain/.

5 “What Does It Mean to Become All Things to All People (1 Corinthians 9:22)?,” Got Questions, last updated December 10, 2024, What does it mean to become all things to all people (1 Corinthians 9:22)? | GotQuestions.org.

KATHERINE OSBORN

CORRECTORA DEL MENSAJERO ALA BLANCA EN INGLÉS

Katherine actualmente sirve como correctora del Departamento de Editorial para la División de Comunicaciones Mundiales de las oficinas internacionales de la Iglesia de Dios de la Profecía. Nació en Dakota del Sur y se graduó del Colegio Universitario Tomlinson y obtuvo una licenciatura en Educación Secundaria del Western Oregon State College. Más tarde obtuvo su maestría en Religión del Seminario Teológico Gordon-Conwell, y en el 2022, finalizó el programa doctoral del Western Theological Seminary. Katherine y su esposo, Glen, tienen dos hijos, una hermosa nuera y dos preciosas nietas, Xoi y Alytheia

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