Montevideo en Carnaval

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Este libro contiene una selección de fotografías que forman parte del Grupo de Series Históricas (fmh) del Centro de Fotografía de Montevideo (CdF). El fmh fue conformado a partir del trabajo de los primeros fotógrafos municipales, Isidoro Damonte y Carlos Ángel Carmona, contratados a mediados de la década de 1910 por el gobierno departamental de Montevideo. Estos fotógrafos, más otros que se sumaron posteriormente, trabajaron desde entonces en el registro de la ciudad, enfocados en sus transformaciones edilicias y urbanísticas, así como en actividades de carácter social, como celebraciones populares, manifestaciones y eventos deportivos y de esparcimiento, bajo la premisa de mostrar una ciudad que se estaba modernizando y presentaba un gran potencial turístico. Las fotografías que integran el fmh son tratadas en una cadena de trabajo que implica su conservación, documentación, digitalización y acceso al público. Estas acciones están guiadas por los objetivos de preservar los originales y brindar acceso tanto a las imágenes digitalizadas como a los datos que sirven para contextualizar su producción. La divulgación de estas fotografías se realiza a través de exposiciones, publicaciones y del catálogo en línea del CdF, accesible en cdf.montevideo.gub.uy/catalogo. Desde 2020 forman parte del dominio público y, de acuerdo a la licencia CC0 1.0 Universal (CC0 1.0), pueden descargarse libremente en alta resolución del catálogo en línea.


Montevideo en Carnaval

COLECCIÓN GELATINA Y PLATA

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Iluminación para las fiestas de carnaval. Plaza Independencia. Año 1917. (Foto: 01382FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Montevideo en carnaval Miradas desde de la historia Más de dos siglos de permanencia entre nosotros han convertido al carnaval en una de las escasas referencias que nos identifican desde los tiempos de la colonia. A lo largo de tan extensa trayectoria, la fiesta ha demostrado su ductilidad para adaptarse al cambio social, tendiendo puentes entre pasado y presente y constituyéndose en ámbito clave para los procesos de construcción de nuestras identidades colectivas. El repaso sumario de sus alternativas contribuye a iluminar tramos esenciales de nuestro patrimonio cultural y de sus itinerarios en la larga duración. Entre la barbarie y la civilización Desde sus orígenes y durante buena parte del siglo xix, el carnaval montevideano fue la expresión culminante de las pautas culturales imperantes en el Uruguay criollo. Entre gritos, risotadas y escándalos a granel, los tres días de locura eran el reinado de los baldes de agua cayendo a torrentes desde todas las azoteas de la ciudad y de las feroces guerrillas a huevazos que copaban las calles en medio del desenfreno general de grandes y chicos, hombres y mujeres, pobres y ricos, blancos y negros, jóvenes y viejos, gobernantes y gobernados, sacerdotes y feligreses... Sin embargo, sin perjuicio de semejantes desbordes, resulta significativo el temprano arraigo que alcanzaron ya por entonces otras prácticas carnavaleras. En efecto, luego de los excesos del día, por la noche el clima era otro: el juego se suspendía hasta la mañana siguiente y todo el mundo se disfrazaba para concurrir a los numerosos bailes de máscaras que se celebraban en los salones del patriciado, en los clubes sociales de entonces o en el teatro, primero en el modesto San Felipe y, a partir de 1856, en el flamante y espléndido Solís. Por su parte, la presencia de agrupaciones y comparsas en el contexto de aquellos años es el claro anticipo de una fiesta con nuevos contenidos.

Si ya en el Montevideo colonial las mojigangas en traje de diablo y los negros con el tango permiten vislumbrar lo que vendría después, desde mediados del siglo xix el fenómeno se diversifica y se multiplica a través de la presencia de sociedades del más variado signo: estudiantinas, rondallas y masas corales, comparsas de negros y lubolos o de señoras y señoritas, agrupaciones de baile, de broma, de crítica o de sátira política... Algunos grupos improvisados salen a la calle con el único afán de divertirse y armar bochinche; otros, en cambio, preparan y ensayan con antelación repertorios que exhiben en tertulias y bailes, concitando el aplauso unánime del público y anticipando el lento advenimiento de un nuevo carnaval. En esa perspectiva, las transformaciones operadas a partir de la década de 1870 marcan un punto de inflexión que remite a la paulatina transición del juego bárbaro a la fiesta civilizada. Pese a las innumerables marchas y contramarchas que acompasaron ese proceso, finalmente las estrategias disciplinadoras lograron desterrar progresivamente los excesos y desenfrenos de otrora y, en ese nuevo escenario, las clases sociales delimitaron ámbitos y formas de participación propios. En tiempos en que el patriciado todavía era protagonista activo de la fiesta, las clases altas soñaron con reproducir en el modesto entorno local los esplendores de una celebración a la europea. Las exclusivas tertulias de disfraz del Club Uruguay, los corsos y desfiles que recorrieron las adornadas calles del centro, las batallas de flores celebradas en el Prado y los carruajes cubiertos de serpentinas y atestados de jovencitas de apellido ilustre evocan las alternativas de un carnaval galante que se miró incansablemente en el espejo de Niza. Mientras tanto, como indicio de otras formas de vivir y de sentir la fiesta, la proliferación de concursos de agrupaciones —organizados

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en los primeros tablados erigidos por los vecinos en los barrios populares de la ciudad— da cuenta del empeño colectivo con que, en el filo del nuevo siglo, otros sectores sociales comenzaban a sentar las bases de un carnaval intransferiblemente nuestro. Itinerarios de la fiesta en las primeras décadas del siglo xx En el marco del novecientos, diversos factores sellaron una sólida articulación entre batllismo y carnaval, fenómeno que propició los decisivos avances que registró en esos años la institucionalización del ritual. Acorde con la entonación democratizadora y con el perfil nivelador e integrador de su simbología, el carnaval fue algo así como la cara festiva del pequeño país modelo proyectado por el primer batllismo. Merced a ese singular entendimiento y a sus usos políticos, la celebración fue concebida como paradigma de fiesta ciudadana promovida desde el Estado que otorga al pueblo diversiones amparadas en el paternalismo oficial. Asimismo, la alianza entre reformismo y carnaval se nutrió de la dimensión turística del evento y de su aporte a la prédica batllista tendiente a potenciar la imagen de Montevideo como ciudad balnearia. El visionario emprendimiento se plasmó en la labor desplegada año a año por la Comisión Municipal de Fiestas de Verano y Carnaval, organismo oficial encargado de confeccionar el programa destinado a atraer turistas de la vecina orilla mediante una nutrida agenda que culminaba, invariablemente, con los fastos celebrados en honor a Momo. En ese contexto, la utopía de un carnaval a la manera de Niza volvió a desvelar a los montevideanos o, por los menos, a su elenco gobernante, promotor de un sinfín de eventos que se imaginaron espléndidos: los bailes de disfraces para grandes y chicos que congregaban multitudes en el Teatro Solís, en el Parque Hotel y en el Hotel del Prado, los corsos celebrados en las inmediaciones del Parque Urbano (rebautizado luego como Par-

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que Rodó) y, por sobre todas las cosas, los desfiles temáticos que recorrieron la avenida 18 de Julio bajo la bóveda de adornos e iluminaciones grandiosas, generosamente costeadas por el Estado y diseñadas por artistas como José Cúneo, Guillermo Laborde, Humberto Pittamiglio o Alejandro Pietromarchi. Carros alegóricos y centenares de gigantes y cabezudos conformaron los cortejos que, presididos por Edmundo Lametz como Marqués de las Cabriolas, recrearon año a año escenas inspiradas en el mundo de Aladino y Las mil y una noches, en la Roma de Nerón o en el antiguo Egipto. Si en 1916 se apostó al humor y Lametz desfiló en traje de guerrero pero montado en un burro, en el carnaval de 1924 personificó a un gran rajá, encaramado sobre uno de los nueve elefantes que conformaban su comitiva y que la Comisión Municipal de Fiestas alquiló al circo Sarrasani, que se encontraba por entonces en Montevideo. En esa misma línea, con el objeto de sumar atractivos al desfile, al año siguiente el organismo departamental engrosó el séquito del Marqués con todos los animales del zoológico. Entre escéptica y divertida, la gente acudió masivamente a presenciar los delirios carnavalescos de la Comisión y, además de disfrutar de sus propuestas, aprovechó cuanto pudo los pequeños incentivos con que el Estado estimuló la participación popular en su fiesta: premios al mejor disfraz, a la máscara suelta más original, a las fachadas mejor adornadas, a los carros más llamativos —distinguiendo entre los alegóricos, los satíricos y los de reclame—, a las agrupaciones más numerosas que con su presencia contribuyeran a dar realce al desfile. Al margen del impacto y la convocatoria de tales eventos, el carnaval del novecientos no se agotó en ellos. Por el contrario, si el modelo de celebración impulsado por el Estado batllista tuvo su epicentro en la gran avenida, la versión montevideana del ritual construido por la gente tuvo el suyo en los tablados de barrio que, hacia la década de 1920, ya se contaban por cientos. Poblados de


adornos y muñecos nacidos de la creatividad popular, sus rústicos tablones albergaron los cientos de concursos de agrupaciones que, con sus rubros, categorías y premios, inventaron la vertiente más perdurable de nuestro carnaval y comenzaron a proyectarlo como el más largo del mundo, en función de su creciente teatralización. Ámbito clave para la producción simbólica de los sectores populares, el submundo del tablado le dio voz a un sinfín de lenguajes y formas expresivas que oficiaron como espejo y contribuyeron a plasmar los gestos y los moldes vitales de lo nacional. Por eso, sin renunciar a su utópico proyecto de parecernos a Niza, el batllismo prestó especial atención a las alternativas de la fiesta en su versión popular y, pese a encuentros y desencuentros, poco a poco el dirigismo estatal aprendió a lidiar con ellas. En efecto, hacia la década del 20, la oficialización del concurso de tablados artísticos y la consolidación del Concurso Oficial de Agrupaciones basado en el modelo nacido en los barrios da cuenta de la sabiduría con que la Comisión Municipal de Fiestas terminó transando con murgas y comparsas que la alejaban de Europa pero la convertían en actor decisivo de un carnaval a la uruguaya. A partir de entonces, una sociedad que construye su fiesta y un Estado que pugna por adecuarla a sus fines, con más o menos éxito, fueron las claves que sirvieron de sustento al significativo despliegue que alcanzó la celebración en la primera mitad del siglo xx. Apogeo y crisis de un modelo La sentencia que establece que carnavales eran los de antes remite por lo general a los míticos años 50, en los que la fiesta consolidó su versión más clásica. Aunque ya nadie pensaba en Niza, los desfiles oficiales siguieron desvelando a la Comisión Municipal de Fiestas que, merced a la bonanza económica derivada de un contexto internacional favorable, contó con abultados presupuestos que costearon el derroche de luces que inundó la avenida en cada febrero. Los antiguos marqueses fueron reemplazados por reinas que presidieron los cortejos conformados por cientos de cabezudos y por

los espectaculares carros dotados de movimiento que compitieron por los suculentos premios ofrecidos por la Comisión. Asimismo, además de trasladar el séquito de Momo a las principales avenidas de la ciudad, a partir de 1956 el programa oficial de festejos incorporó la impactante novedad del Desfile de Llamadas, y los bailes municipales celebrados en hoteles y teatros contaron con la animación de orquestas internacionales de la talla de los Lecuona Cuban Boys, Xavier Gugat y otras. El entorno del medio siglo resulta igualmente significativo en lo que respecta al teatro del carnaval y sus agrupaciones. Mientras la murga termina de afianzar su perfil más clásico, las comparsas de negros y lubolos suman a su formato tradicional un creciente despliegue de plumas, vedettes y lentejuelas que las aproximan a su versión más actual. A su vez, la organización del Concurso Oficial de Agrupaciones registra cambios significativos en el marco de su consolidación como ingrediente central de la fiesta. Progresivamente identificado con el Teatro de Verano, el certamen se desdobla en dos ruedas y, si bien en estos años despide lo poco que quedaba de las exitosísimas troupes de antaño, el esquema de sus categorías se renueva con los humoristas, los parodistas y los cuadros internacionales que prefiguran el perfil de las futuras revistas. En contraste con el auge que vive la fiesta en muchos de sus contenidos, en ese mismo contexto las formas tradicionales de hacer carnaval entran en crisis. La manifestación más visible de ello remite a la progresiva declinación de los tablados de barrio y a su posterior colapso, fruto de una creciente profesionalización que los torna inviables y que tiene su expresión más clara en la creación de daecpu.1 En su lugar, se multiplicaron los clubes 1 Directores Asociados de Espectáculos Carnavalescos y Populares del Uruguay. La gremial nace en 1952 con la finalidad de hacer realidad una vieja aspiración: reemplazar los premios de los concursos vecinales por la modalidad del contrato mediante el cual el conjunto cobra su cachet al bajar del escenario.

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y teatros de barrio, que trasladaron las actuaciones callejeras a recintos cerrados, donde el acceso al espectáculo quedó indefectiblemente sujeto al pago de una entrada. Por otra parte, si los años 50 fueron de bonanza, los 60 fueron de crisis y, al margen de reformulaciones internas, el carnaval no estuvo ajeno a las tensiones y conflictos que por entonces sacudieron las más diversas áreas de vida nacional. Asediada por crecientes estrecheces presupuestales y por los reclamos de daecpu, que demandaba aumentos en el monto de los premios en tiempos de inflación vertiginosa, la Comisión Municipal de Fiestas enfrentó como pudo las presiones de los carnavaleros que amenazaban con no salir si sus aspiraciones no eran contempladas. Finalmente, en medio de febriles gestiones se alcanzaban acuerdos de último momento, pero lo cierto es que, en un país gravemente golpeado por la crisis, estos no hacían más que postergar hasta el año siguiente la discusión de un problema que nadie acertaba a resolver. Habida cuenta de las durísimas limitaciones y persecuciones que la dictadura impuso al carnaval, resulta sorprendente que el intrincado diferendo se haya destrabado en ese contexto. Efectivamente, en 1974 el intendente Oscar Rachetti le ofreció a daecpu la concesión del Teatro de Verano durante la realización del certamen, con la consiguiente administración de sus ingresos destinados al pago de los premios. Eficaz modalidad que todavía hoy sigue siendo pieza clave para el sustento económico de la fiesta. Carnaval en dictadura La fórmula ideada por el intendente configura toda una rareza en medio de los sistemáticos ataques dirigidos por el régimen contra la fiesta. Prohibición de conjuntos, detención y proscripción de componentes, derogación de estatutos de daecpu y suspensión de su personería jurídica y, por sobre todas las

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cosas, severísimos controles aplicados a letras y repertorios por parte de una implacable comisión de censura integrada por civiles y militares. Tales las duras condiciones a las que se vio sometido el carnaval que, durante buena parte de los años 70, se refugió en la autocensura como forma de alcanzar el único objetivo al que podía aspirar: sobrevivir. Objetivo modesto pero crucial en aquel especialísimo entorno que resignificó los rituales colectivos del tablado y sus formas de comunicación no verbal. Si en los años 70 los pequeños gestos de resistencia tuvieron una dimensión más simbólica que real, el nuevo contexto emanado del triunfo del no en el plebiscito de 1980 convirtió al carnaval en uno de los escenarios decisivos para la reapropiación de la palabra y del espacio público por parte de la sociedad. A su vez, al margen de la coyuntura política que lo invistió de funciones que trascienden largamente el ámbito de la fiesta, el carnaval de estos años también experimentó cambios decisivos a nivel artístico. Por obra de la represión desatada sobre muy diversas formas de creación y expresión artística, la celebración ofició como espacio alternativo para músicos, técnicos y actores portadores de recursos estéticos y lenguajes innovadores. En un complejo equilibrio entre tradición e innovación, la incorporación de sus nuevas propuestas reinventó viejos códigos carnavaleros en el marco de un proceso que no estuvo exento de conflictos, pero que contribuyó a insertarlos en el contexto del nuevo siglo. Desde los 2000 Junto a la significativa reformulación artística a la que aludimos antes, una aproximación sumarísima a algunas de las claves del carnaval de hoy da cuenta de un cúmulo de asuntos de muy variado signo. Algunos lo nutren y lo enriquecen con nuevos contenidos, otros lo desafían o abren una interrogante sobre el devenir de procesos en curso y de definición incierta.


A punto de finalizar nuestro largo periplo, la mera enumeración de algunas de esas cuestiones es un buen indicador de las múltiples dimensiones (sociales, políticas, económicas, culturales) que el ritual pone en juego: los alcances del teatro del carnaval como patrimonio vivo, la creciente profesionalización y privatización de aspectos sustanciales de la fiesta, la revolución cultural que supuso Murga Joven para las anquilosadas estructuras de Momo, el crucial desembarco del carnaval en la televisión, el crecimiento exponencial de las Llamadas y la resignificación de lo afro en el imaginario uruguayo, los diferentes intereses y visiones organizativas que emergen del complejo relacionamiento entre la Intendencia y daecpu, los intentos de recuperación del sentido comunitario de la fiesta por parte de los escenarios populares, los dictados de la corrección política como una suerte de nueva forma de censura... Sin perjuicio de los desafíos implícitos en tan abigarrado panorama, cada febrero confirma puntualmente la vigencia de la celebración merced a sucesivas reinvenciones que han sido condición sine qua non para su larga permanencia. Gracias a esa ductilidad que desmiente aquello de que carnavales eran los de antes, todavía hoy la fiesta sigue oficiando como eficaz escenario para la producción y la reproducción de un relato uruguayo.

Milita Alfaro Coordinadora de la Cátedra unesco de Carnaval y Patrimonio

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Grupo de Series Históricas (fmh) Las fotografías que componen este libro forman parte del Grupo de Series Históricas (fmh) del Centro de Fotografía de Montevideo (CdF). El fmh fue conformado a partir del trabajo de los primeros fotógrafos municipales, Isidoro Damonte y Carlos Ángel Carmona, contratados a mediados de la década de 1910 por la Oficina Municipal de Propaganda e Informaciones, antecesora de la actual División de Información y Comunicación de la Intendencia de Montevideo. A este conjunto de fotografías, conformado además por el trabajo de los fotógrafos que sucedieron a Damonte y Carmona, se sumaron las colecciones recibidas en donación o compradas por el gobierno municipal en el transcurso del siglo xx. Esto significa un total aproximado de 30.000 negativos y positivos monocromáticos, en soportes de vidrio, plástico y papel y en variedad de formatos, cuyas fechas extremas abarcan el período 1860-1990. Estas fotografías, en su mayoría, documentan las transformaciones edilicias y urbanísticas de la ciudad de Montevideo, a través de la representación de edificios emblemáticos, plazas, parques, medios de transporte y espacios destinados al ocio y el tiempo libre. También representan algunas costumbres históricamente arraigadas entre los uruguayos (como la celebración del carnaval en sus diferentes modalidades y la concurrencia a las playas en la temporada de verano) y asuntos de la vida política de los siglos xix y xx (asunciones de mando presidenciales y otros actos públicos, registro del pasaje de visitantes ilustres, funerales de figuras públicas y aspectos del acontecer político-partidario, tales como manifestaciones o propaganda callejera). Asimismo, entre las siete series que componen este fondo también figuran reproducciones de cartografía, relevamientos fotográficos aéreos, retratos y reproducciones de obras de arte e iconografía. La Ciudad Vieja de Montevideo está especialmente representada. Centro político, económico y cultural

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de la ciudad durante gran parte de su historia, fue fotografiada profusamente desde la segunda mitad del siglo xix. El fmh es tratado mediante una cadena de trabajo que implica acciones de conservación preventiva (limpieza y reensobrado de los originales y custodia en condiciones de temperatura y humedad controlada), documentación y digitalización de los originales, con la finalidad de restringir su manipulación y facilitar su acceso al público. Muchas de sus imágenes han formado parte de exposiciones, libros, audiovisuales, postales, posters y son demandadas tanto por uruguayos que encuentran reflejadas en ellas aspectos identitarios y afectivos, como por visitantes extranjeros que las eligen en tanto recuerdos del país. En 2020, el CdF dispuso que el fmh pase a formar parte del dominio público. Una selección de más de tres mil de las imágenes que lo integran está disponible para su consulta y descarga en alta resolución en el sitio http://cdf.montevideo.gub.uy/catalogo, de acuerdo a la licencia CC0 1.0 Universal (CC0 1.0). Ese número aumenta periódicamente, puesto que el CdF continúa conservando, documentando y digitalizando las imágenes del fmh para su puesta en acceso. Incluyendo al fmh, que se destaca por su volumen y contenido, el CdF conserva un acervo en constante crecimiento, compuesto en la actualidad por aproximadamente 170.000 fotografías correspondientes a los siglos xix, xx y xxi, organizadas en fondos documentales conformados de acuerdo a la procedencia de las imágenes. Dentro de ellos se destaca el Grupo de Series Contemporáneas (fmc), constituido por las imágenes realizadas por los fotógrafos del CdF en el marco de proyectos y coberturas específicas, que documentan diversos aspectos de la ciudad, los cambios edilicios y las principales actividades culturales, la


vida cotidiana en los barrios y los medios de transporte, con el fin de conformar un archivo fotográfico de Montevideo para las generaciones futuras. La utilización de este acervo es orientada por los objetivos de conservar, documentar, promover, generar, investigar y difundir imágenes fotográficas que, por su contenido o por quienes las realizaron, resulten de interés para los uruguayos y latinoamericanos. En esa línea el CdF genera contenidos, actividades e instancias de intercambio en las variadas áreas que conforman la Fotografía —entendida en un sentido amplio— que contemplan la diversidad del público en cuanto a saberes, intereses y procedencias.

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Desfile de Carnaval. Rambla Presidente Wilson. Al fondo, edificio del Parque Hotel. Año 1928. (Foto: 0062FMHC.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Desfile de Carnaval. Rambla Presidente Wilson. Año 1928. (Foto: 0061FMHC.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Público y participantes del Desfile de Carnaval. Parque Rodó. Año 1917 (aprox.). (Foto: 01400FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Carro de El Chaná. Desfile de Carnaval. Rambla Presidente Wilson. Parque Rodó. Año 1920. (Foto: 02378FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Desfile de Carnaval. A la izquierda, Parque Hotel. Rambla Presidente Wilson. (Foto: 02174FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Desfile de Carnaval. Rambla de Pocitos. Año 1936. (Foto: 06726FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Desfile de Carnaval. Rambla República del Perú. Pocitos. Año 1928. (Foto: 0032FMHC.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Carro alegórico en Desfile de Carnaval. Rambla República del Perú. Al fondo, Hotel de los Pocitos. Año 1923. (Foto: 03329FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Desfile de Carnaval. Rambla República del Perú. A la izquierda, playa Pocitos. Marzo de 1930. (Foto: 05521FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Desfile de Carnaval. Rambla República del Perú. Año 1923. (Foto: 03360FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Desfile de Carnaval. Al centro, carro de la Comisión Municipal de Fiestas de Verano y Carnaval. Al fondo, Palacio Jackson. Esquina de la avenida 18 de Julio y la Plaza Cagancha. Año 1916 (aprox.). (Foto: 00917FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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S. i. Carnaval del año 1915. (Foto: 12550FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Iluminación diseñada por el arquitecto Humberto Pittamiglio para las fiestas de carnaval. Esquina de la avenida 18 de Julio y la Plaza Cagancha. Año 1917. (Foto: 01381FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Iluminación de la avenida 18 de Julio con motivo de las fiestas de carnaval. Año 1918. (Foto: 01809FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Baile infantil de disfraces. Explanada del Parque Hotel. Año 1916 (aprox.). (Foto: 00805FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Baile infantil. Hotel del Prado. Año 1918. (Foto: 02191FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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S. i. Fiesta de carnaval. Hotel del Prado. Año 1920. (Foto: 02370FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Baile infantil. Hotel del Prado. Año 1920. (Foto: 02368FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Baile infantil de disfraces. Parque Hotel. Año 1916 (aprox.). (Foto: 00791FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO)

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Baile infantil de disfraces. Parque Hotel. Año 1916 (aprox.). (Foto: 00801FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Baile de máscaras. Salón del Parque Hotel. Año 1916 (aprox.). (Foto: 00820FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Baile infantil y concurso de disfraces. Parque Hotel. Año 1916 (aprox.). (Foto: 00794FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Baile de carnaval. Parque Hotel. Año 1916. (Foto: 00896FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Baile de carnaval. Parque Hotel. Año 1916. (Foto: 00890FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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La Marina Nacional, primer premio al conjunto del carnaval. Parque Hotel. Año 1917 (aprox.). (Foto: 01366FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Pacientes del Hospital Fermín Ferreira. Década de 1920. (Foto: 12538FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Cabezudos inspirados en Viruta y Chicharrón, personajes de una tira cómica que aparecía en la revista Caras y Caretas. Celebración del carnaval. S. l. Año 1917 (aprox.). (Foto: 01369FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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S. i. Celebración del carnaval. S. l. Año 1917 (aprox.). (Foto: 01370FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Carro alegórico de carnaval. S. l. Año 1917 (aprox.). (Foto: 01373FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Carro alegórico El Choque. S. l. Año 1918. (Foto: 01831FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Carro alegórico. S. l. Año 1919-1920. (Foto: 02171FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Carro alegórico Cabaret. S. l. Año 1919. (Foto: 02209FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Carro alegórico El Dominio del Aire. Calle José María Roo, entre las calles 17 Metros y Carlos San Viana. Año 1921. (Foto: 02781FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Carro alegórico publicitario. S. l. Año 1921. (Foto: 02785FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Carro alegórico publicitario. S. l. Año 1922. (Foto: 03094FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Carro alegórico publicitario. S. l. Año 1921. (Foto: 02786FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Tablado Biógrafo. S. l. Año 1917. (Foto: 01386FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Tablado Triunfo. Esquina de las calles Maldonado y Ejido. Año 1917 (aprox.). (Foto: 01385FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Tablado de carnaval. S. l. Año 1917 (aprox.). (Foto: 01387FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Tablado de carnaval. S. l. Año 1917 (aprox.). (Foto: 01388FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Tablado Eiffel. Esquina de las calles Durazno y Convención. Año 1917 (aprox.). (Foto: 01391FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Tablado La Llave. Esquina de las calles 21 de Setiembre y Luis Franzini. Año 1917 (aprox.). (Foto: 01389FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Tablado Chacarita durante una actuación de comparsa de negros y lubolos. S. l. Año 1918. (Foto: 01818FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Tablado Artigas. Esquina de las calles Asunción y Lima. Año 1918. (Foto: 01827FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Tablado de carnaval. S. l. Año 1927. (Foto: 04436FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Tablado de carnaval. S. l. Año 1927 (aprox.). (Foto: 04769FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Tablado de carnaval. S. l. Año 1937 (aprox.). (Foto: 07020FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Tablado Mímica. Esquina de la avenida Brasil y la calle Simón Bolívar. Año 1937 (aprox.). (Foto: 07023FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Tablado Frenada a Tiempo. S. l. Año 1939. (Foto: 07471FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Tablado Carnaval en Momolandia. Calle Piedra Alta, entre Paysandú y Cerro Largo. Año 1963. (Foto: 10269FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Iluminación de carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1934. (Foto: 07014FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1958. (Foto: 09548FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Desfile de Carnaval. Al centro, Martha Gularte. Avenida 18 de Julio. Año 1951. (Foto: 08605FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

88


Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1951. (Foto: 08606FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

89


Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1952. 90

(Foto: 08817FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).


Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1957. (Foto: 09469FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

91


Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1957. (Foto: 09470FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

92


Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1948. (Foto: 08419FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

93


Murga Curtidores de Hongos. Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1953. (Foto: 09191FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Orquesta de Xavier Cugat. Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1948. (Foto: 08418FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

95


Orquesta Los Lecuona Cuban Boys. Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1953. (Foto: 09024FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

96


Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1952. (Foto: 08811FMHFE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Iluminación de carnaval. Plaza Fabini. Año 1951. (Foto: 08596FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Baile de carnaval. Teatro Solís. Año 1951. (Foto: 08615FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1955. (Foto: 09307FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1962. (Foto: 10058FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1962. (Foto: 10057FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

108


Plantel del Gran Circo Norteamericano. Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1962. (Foto: 10054FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1962. (Foto: 10061FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

112


Murga Los Nuevos Saltimbanquis. Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1962. (Foto: 10062FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Murga femenina Rumbo al Infierno. Al frente, su directora, Pochola Silva. Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1962. (Foto: 10060FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1973. (Foto: 11479FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: Humberto Pesce/IMO).

117


Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1959. (Foto: 09661FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

118


Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1965. (Foto: 10745FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

119


120


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Desfile de Carnaval. A la izquierda, Rosa Luna. Avenida 18 de Julio. Año 1976 (aprox.). (Foto: 11804FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

122


Rosa Luna. Desfile de Carnaval. Año 1971-1972. (Foto: 11425FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

123


Reinas de carnaval. Al fondo, edificio Ciudadela en construcción. Plaza Independencia. Año 1963 (aprox.). (Foto: 10248FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

124


Reinas de Llamadas. Avenida 18 de Julio. Año 1966 (aprox.). (Foto: 11094FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

125


Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1963 (aprox.). (Foto: 10475FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

126


Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1960. (Foto: 09850FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

127


Murga Los Patos Cabreros, durante el Desfile de Carnaval. Al centro, José Ministeri, Pepino. Avenida 18 de Julio. Año 1965. 128

(Foto: 10747FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).


Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1967. (Foto: 11168FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Iluminación de carnaval. Desfile por avenida 18 de Julio. Año 1965. (Foto: 10724FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

132


Desfile de Carnaval. Avenida 18 de Julio. Año 1979. (Foto: 11966FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Anexo

Afiche promocional de las Fiestas de Verano y Carnaval organizadas por la Comisión Municipal de Fiestas de la Intendencia de Montevideo. Año 1916. (Foto: 01117FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

135


Afiche promocional de las Fiestas de Verano y Carnaval organizadas por la Comisión Municipal de Fiestas de la Intendencia de Montevideo. Año 1917. 136

(Foto: 01730FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).


Afiche promocional de las Fiestas de Verano y Carnaval organizadas por la Comisión Municipal de Fiestas de la Intendencia de Montevideo. Año 1919. (Foto: 02259FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Afiche promocional de las Fiestas de Verano y Carnaval organizadas por la Comisión Municipal de Fiestas de la Intendencia de Montevideo. Año 1920. 138

(Foto: 02617FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).


Afiche promocional de las Fiestas de Verano y Carnaval organizadas por la Comisión Municipal de Fiestas de la Intendencia de Montevideo. Año 1920. (Foto: 02618FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).

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Afiche promocional de las Fiestas de Verano y Carnaval organizadas por la Comisión Municipal de Fiestas de la Intendencia de Montevideo. Año 1922. 140

(Foto: 03296FMHGE.CDF.IMO.UY - Autor: S. d./IMO).


Afiche promocional de las Fiestas de Verano y Carnaval organizadas por la Comisión Municipal de Fiestas de la Intendencia de Montevideo. Año 1943. (Foto: 226FPTAF.CDF.IMO.UY - Autor: Humberto Frangella).

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Documentación de fotografías históricas del CdF Los pies de foto del CdF procuran identificar al protagonista de la imagen (qué o quién es el centro de la fotografía), proveer a esa imagen de un contexto espacial (dónde) y temporal (cuándo) y dar una información extra, que no se desprende directamente de ella (en qué marco), que ayuda a decodificarla. En la redacción se evita cualquier interpretación connotativa (cualquier valoración acerca del significado de la imagen) y se evitan indicaciones de lo que denota por sí misma, cuya escritura no supone una información extra para el lector. En caso de que no sea posible identificar o precisar alguna información importante, se indica con alguno de los siguientes códigos: «S. i.» (sin identificación) significa que no se poseen datos sobre el nombre del protagonista de la imagen, ya sea este una persona, un grupo, un objeto, etc. «S. l.» (sin datos de lugar) indica que no se poseen datos sobre el lugar geográfico donde se realizó la fotografía. En los casos en que no se posee ningún dato sobre la fotografía o se desconoce su autor, se indica con el código «S. d.» (sin datos). La fecha de realización de la fotografía se indica según el grado de certeza que se posea al respecto. Si es posible determinar la fecha exacta, se indica del siguiente modo: «24 de febrero de 1914», si se conoce el mes y año: «Febrero de 1914», si se tiene certeza únicamente del año: «Año 1914». En los casos en que se estime un período, se sigue el siguiente criterio, por ejemplo: «Década de 1910», «Febrero-marzo de 1914» o «Años 1910-1914». Cuando no hay certeza de la fecha indicada, se incluye la abreviatura «aprox.» entre paréntesis. El código «S. f.» (sin datos de fecha) indica que no se poseen datos sobre la fecha de realización de la fotografía.

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El Centro de Fotografía integra el Sistema de Archivos de la Intendencia de Montevideo, que tiene entre sus cometidos principales la preservación del patrimonio documental institucional y la normalización de los procesos de organización y descripción con base en la Norma Uruguaya de Descripción Archivística (elaborada a partir de la Norma Internacional General de Descripción Archivística). Este sistema establece y reglamenta el uso de los niveles de descripción, de modo que la documentación producida por la Intendencia en su conjunto es considerada el nivel de producción más amplio (fondo) y cada dependencia encargada de la custodia de una parte de esa documentación constituye un subfondo. A partir de este nivel, cada dependencia puede clasificar los conjuntos documentales que ha producido o recibido, utilizando el resto de los niveles que proporciona la normativa mencionada (desde subfondo subordinado hasta unidad documental). El número de registro de la fotografía corresponde a un código alfanumérico que la identifica, teniendo en cuenta la procedencia y el número que se le asigna para su ubicación en el acervo. La sección alfabética comienza por el código que indica la procedencia y clasificación dentro del acervo (fmh «Subfondo Subordinado Institucional - Grupo de Series Históricas») y de la serie de la que forma parte (a, b, c, d, e, f, g y General) y culmina con el código que identifica a la institución responsable de la producción y/o custodia de la fotografía y el correspondiente al país donde esta radica (cdf.imo.uy).


El sentido del Centro de Fotografía de Montevideo (CdF) es incentivar la reflexión, el pensamiento crítico y la construcción de identidad ciudadana a partir de la promoción de una iconósfera cercana. Esto implica, por un lado, poner en circulación imágenes vinculadas a la historia, el patrimonio y a la identidad de los uruguayos y latinoamericanos, que les sirvan para vincularse entre sí y que los interpelen como sujetos sociales, en el entendido de que, pese a que su cotidianidad está marcada por la circulación masiva de imágenes, pocas tienen que ver con esos aspectos. Por otro lado, ese objetivo implica la necesidad de facilitar el acceso, tanto de los autores de imágenes uruguayos y latinoamericanos como de los ciudadanos en general, a las herramientas técnicas y conceptuales que les permitan elaborar sus propios discursos y lenguajes visuales.

Intendenta de Montevideo Carolina Cosse

Sobre la base de estos principios y desde enfoques y perspectivas plurales nos proponemos ser una institución de referencia a nivel nacional, regional e internacional, generando contenidos, actividades, espacios de intercambio y desarrollo en las diversas áreas que conforman la fotografía.

Equipo CdF Director: Daniel Sosa Asistente de dirección: Susana Centeno Directora Administrativa: Gabriela Díaz Jefa administrativa: Verónica Berrio Coordinadora sistema de gestión: Gabriela Belo Coordinadores: Gabriel García, Mauricio Bruno, Victoria Ismach, Lucía Nigro, Javier Suárez, Johana Santana Planificación: Francisco Landro, Andrea López, Luis Díaz, David González, Marcos Martínez Secretaría: Martina Callaba, Natalia Castelgrande, Andrea Martínez Administración: Eugenia Barreto, Mauro Carlevaro, Silvina Carro, Andrea Martínez Gestión: Federico Toker, Mauricio Niño Producción: Mauro Martella Curaduría: Victoria Ismach, Nadia Terkiel, Lina Fernández, Sofía de los Santos Fotografía: Andrés Cribari, Luis Alonso, Ricardo Antúnez, Lucía Martí Ediciones: Andrés Cribari, Nadia Terkiel Expografía: Claudia Schiaffino, Mathías Domínguez, Nadia Terkiel, Agustina Olivera, Martín Picardo, Jorge Rodríguez Conservación: Sandra Rodríguez, Valentina González, Jorge Fernández Documentación: Ana Laura Cirio, Mercedes Blanco, Mauricio Bruno, Alexandra Nóvoa, Elisa Rodríguez Digitalización: Gabriel García, Horacio Loriente, Paola Satragno, Guillermo Robles Investigación: Mauricio Bruno, Alexandra Nóvoa, Paola Satragno, Elisa Rodríguez, Jorge Fernández Educativa: Lucía Nigro, Lucía Surroca, Juan Pablo Machado, Ramiro Rodríguez, Maximiliano Sánchez, Nicolás Vidal, Magela Ferrero, Nataly Parrillo Atención al público: Johana Santana, Gissela Acosta, Valentina Cháves, Andrea Martínez, José Martí, Evangelina Pérez, Camilo Castro, Leonardo Rebella Comunicación: Elena Firpi, Natalia Mardero, Laura Núñez, María Eugenia Martínez, Florencia Sanchez Técnica: Javier Suárez, José Martí, Leonardo Rebella, Pablo Améndola, Miguel Carballo Actores: Darío Campalans, Karen Halty, Pablo Tate

El CdF se creó en 2002 y es una unidad de la División Información y Comunicación de la Intendencia de Montevideo. Desde julio de 2015 funciona en el que denominamos Edificio Bazar, histórico edificio situado en Av. 18 de Julio 885, inaugurado en 1932 y donde funcionara el emblemático Bazar Mitre desde 1940. La nueva sede potencia las posibilidades de acceso a los distintos fondos fotográficos y diferentes servicios del CdF. Gestionamos bajo normas internacionales un acervo que contiene imágenes de los siglos xix, xx y xxi, en permanente ampliación y con énfasis en la ciudad de Montevideo. Además, creamos un espacio para la investigación y generación de conocimiento sobre la fotografía en sus múltiples vertientes. En el año 2020, el CdF resolvió liberar los derechos de las imágenes del archivo fotográfico histórico, para su uso colectivo en alta resolución. Esto implica que toda la sociedad pueda acceder sin restricciones a contenidos que le pertenecen. Contamos con los siguientes espacios destinados exclusivamente a la exhibición de fotografía: las salas ubicadas en el edificio sede –Planta Baja, Primer Piso, Segundo Piso y Subsuelo– y las fotogalerías Parque Rodó, Prado, Ciudad Vieja, Peñarol, EAC (Espacio de Arte Contemporáneo), Goes, Capurro, Unión, Santiago Vázquez (ubicada dentro de uno de los predios del centro de reclusión) y Parque Batlle concebidas como espacios al aire libre de exposición permanente. También gestionamos lugares de exposición como los fotopaseos del Patio Mainumby, la Plaza de la Diversidad en Ciudad Vieja, el Parque de la Amistad, así como un espacio dentro del Centro Cívico Luisa Cuesta en Casavalle. A fines de 2019 el Centro de Fotografía se consagró como el primer Servicio de la Intendencia de Montevideo en ganar el Premio Nacional de Calidad que otorga INACAL (Instituto Nacional de Calidad). La institución está comprometida en el proceso de optimización de la organización y planificación del trabajo, y desde el año 2013 está certificada en Gestión de Calidad en todos sus procesos a través de la Norma ISO 9001:2015. Seguimos trabajando en equipo en la Mejora Continua de nuestros procesos de Calidad, con el foco puesto en la ciudadanía.

Secretaria General Olga Otegui Directora División Información y Comunicación Ana de Rogatis

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Montevideo en carnaval / Centro de Fotografía de Montevideo; texto de introducción Milita Alfaro. 1a ed. Montevideo: CdF ediciones, 2021. 144 p. : fot. byn ; 21 x 21 cm. (Gelatina y Plata, 04). ISBN 978-9974-906-25-9 CDU 77:94(899.1) 1.Fotografía histórica 2.Carnaval 3.Montevideo (Uruguay) 4.Proceso fotográfico de sales de plata y gelatina

© 2021 Centro de Fotografía de Montevideo cdf.montevideo.gub.uy cdf@imm.gub.uy Intendencia de Montevideo, Uruguay. Prohibida su reproducción total o parcial sin previo consentimiento. Imágenes puestas en dominio público bajo licencia CC0. Realización: Intendencia de Montevideo Centro de Fotografía / División Información y Comunicación Primera edición: Diciembre 2021, 500 ejemplares. Preselección fotográfica: Lucía Mariño/CdF, Elisa Rodríguez/CdF Edición fotográfica: Mauricio Bruno/CdF, Gabriel García/CdF, Milita Álfaro Digitalización y conservación: Horacio Loriente/ CdF, Guillermo Robles/CdF Tratamiento digital: Paola Satragno/CdF, Horacio Loriente/ CdF, Andrés Cribari/CdF Diseño: Nadia Terkiel/CdF Documentación: Elisa Rodríguez/CdF, Mauricio Bruno/CdF, Milita Alfaro Texto de introducción: Milita Alfaro Corrección de textos: María Eugenia Martínez Las fotografías que integran este libro fueron digitalizadas a partir de negativos de gelatina y plata sobre vidrio o plástico.

Impreso y Encuadernado en Gráfica Mosca s.a. Montevideo - Uruguay Depósito Legal 380.375- Comisión del Papel Edición Amparada al Decreto 218/96

ISBN: 978-9974-906-25-9 Fotografías impresas en duotono sobre papel couché mate. Interior 170 g, tapa 300 g. Se utilizó la tipografía Neuton (© Brian Zick)


COLECCIÓN GELATINA Y PLATA

Esta colección está integrada por libros de fotografías del Grupo de Series Históricas (fmh) del Centro de Fotografía de Montevideo. 01 - Ciudad Vieja. Lo perdido, lo conservado y lo transformado 02 - 1930: El Primer Mundial 03 - La construcción de la Rambla Sur (1923-1935) 04 - Montevideo en Carnaval



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